Presentación sección temática: Estudios de paz y resolución de conflictos armados en Colombia
Un balance de los estudios sobre la paz negociada en Colombia
Colombia es un país con un largo historial de negociaciones de paz que se extiende desde principios del siglo xix —con las negociaciones entre Antonio Nariño y Camilo Torres (enero de 1813)—1 hasta la actualidad —con las negociaciones entre el Gobierno nacional y las Fuerzas Armadas Revolucionarias-Ejército del Pueblo (FARC-EP) y con el Ejército de Liberación Nacional (ELN)—. En el período reciente, entre 1981 y diciembre de 2016, se cuentan, por lo menos, 56 intentos de pactar la paz de forma negociada con el Gobierno (Valencia, 2013).
Este largo historial de negociaciones de paz debería contener material empírico suficiente para contar con una agenda investigativa sólida de los estudios sobre la paz negociada, sin embargo, esta apenas comienza a configurarse en la academia colombiana. Resulta desconcertante que las investigaciones académicas para la paz y, en especial, las dirigidas a analizar la paz negociada no superan las dos décadas. Los primeros trabajos académicos aparecen solamente a mediados de los noventa. Antes, el interés se centraba casi exclusivamente en los temas de la violencia y el conflicto armado interno (Valencia, 2016), a tal punto que se configuró una línea de investigación denominada violentología (Caviglia, 2010).
Fue el libro Una agenda para la paz: aproximaciones desde la teoría de la resolución de conflictos de Jesús Antonio Bejarano (1995) el que inauguró los estudios de paz y resolución pacífica de conflictos armados en el país. En él se mostró, por primera vez en el país, las teorías sobre la resolución de conflictos; examinó los procesos de paz vividos en Colombia a principio de los noventa y los comparó con otros de Centroamérica —El Salvador y Guatemala—. De esta manera se comenzaron a posicionar en el ámbito universitario nacional las investigaciones para la paz. Luego le siguieron trabajos como los de Consuelo Corredor (2001) y Rafael Nieto (2001), que comparaban los costos dejados por el conflicto armado, y otros que indagaban por los diálogos con las FARC en El Caguán (Gutiérrez, 2012; Valencia, Gutiérrez y Johansson, 2012).
Un primer balance de los estudios de paz en Colombia lo realizó el mismo Bejarano (2011) unos años después. En él señaló que la mayoría de los trabajos sobre la paz hasta finalizar el siglo xx tuvieron un enfoque normativo y descriptivo, es decir, hacían propuestas de intervención en procesos de paz y narraban experiencias de negociación de paz vividos por los gobiernos y los grupos ilegales armados. Apreciación que constata tiempo después Alderid Gutiérrez (2012, p. 19), en un estado del arte sobre los estudios de paz en Colombia.
Una manera alterna de realizar un análisis retrospectivo de la producción literaria sobre la paz negociada se puede hacer a partir de Brendan Duffy (2000) y Renzo Ramírez (2010, pp. 102-103), que sugieren que para cualquier barrido de las fuentes primarias documentales se divide la literatura —a partir de la metodología cualitativa— en dos enfoques: uno intencional y otro que no lo tenga. Los primeros son trabajos elaborados por los protagonistas de un evento o periodo histórico, que pueden ser autobiografías, diarios, memorias y compilación de correspondencia. Los segundos son textos creados con otros objetivos, por ejemplo, actas, protocolos de organizaciones, instituciones estatales o privadas, decisiones y leyes, estadísticas oficiales, encuestas y documentos oficiales y periódicos, entre otros.
Utilizando esta tipología se puede decir que la mayoría de los trabajos escritos sobre paz negociada en Colombia han sido estudios de carácter no intencional, que realizan recuentos de carácter histórico sobre los diferentes procesos de negociación (Arias, 2008; Bejarano, 1995; 2009; 2011; Bernal, Valencia y Leal, 1998; Cepeda, Arnson y Bernal, 2001; Chernick, 1996; 1999; 2008; Cubides, 2006; González, 2004; López, W., 1999; Nieto y Robledo, 2001; Palacios, 2000; 2001; 2012; Pardo, 1996; 2004; 2007; 2009; Turriago y Bustamante, 2003; Vargas, 2013; 2015; Villamizar, 1997). Estos trabajos analizan las razones para buscar la paz, los acuerdos a los que se llegan y la evolución de los programas de posconflicto, así como recuentos de procesos de negociación concretos entre el Gobierno nacional y algunos grupos insurgentes (Alape, 1996; Bejarano, 1995; Corporación Nuevo Arco Iris, 2005; García, 1992; Navarro, 2001).
Dado el momento histórico de surgimiento de los estudios de procesos de paz, cabe destacar los trabajos sobre las negociaciones del gobierno de Andrés Pastrana con las FARC en El Caguán (Leguízamo, 2002; Lozano, 2001; Tokatlian, 1999; Valencia, 2002; Villamarín, 2002), que analizaron las principales características del proceso de negociación, tomando como referentes teóricos los estudios sobre negociación y resolución de conflictos en el ámbito internacional; también los trabajos sobre el proceso de desarme, desmovilización y reintegración (DDR) con los grupos paramilitares (Arnson, 2005; Cubides, 2006; Pardo, 2007).
En este mismo grupo de trabajos no intencionados se encuentran los realizados por algunas organizaciones nacionales e internacionales (Indepaz, 2008; International Crisis Group, 2006; ODDR, 2012; Oficina del Alto Comisionado para la Paz, 2006), destacando la focalización en el análisis de los mecanismos de la justicia transicional planteados por el Gobierno nacional para la desmovilización.
Por otra parte, la producción literaria con carácter intencional es abundante, pero muchos de estos trabajos carecen de un matiz académico. La mayoría son importantes documentos que permiten develar detalles significativos de los diferentes procesos de negociación, pero carecen de una profundidad teórica y metodológica que permitan derivar conclusiones relevantes sobre el fracaso o los éxitos de los procesos de negociación, constituyéndose así en crónicas a partir de la perspectiva de cada autor que narran el acontecer de los procesos de negociación. Se destacan los trabajos realizados por los propios protagonistas de los procesos de negociación por parte de las organizaciones insurgentes (Arenas, 1990; Grabe, 2000; Hernández, 2006; Navarro, 2001; Valencia, 2002; Villamizar, 1997), por los negociadores designados por el Gobierno nacional o participantes de las diferentes comisiones de negociación (Bejarano, 1995; 2009; Bernal, 2009; García-Peña, 1993; Gómez, 2001; Jaramillo, C., 1996; 2000; 2009; Jaramillo, S., 2014; Leyva, 1987; Morales, 1991; Ossa, 2009; Pardo, 2001; 2004; 2007; 2009; Ríos, 2009; 2013) y por presidentes de la República (Samper, 2000; Pastrana, 2005).
Un avance importante en el último lustro sobre análisis académicos de los procesos de paz, que combina tanto el carácter intencional como el no intencional y que hace significativos aportes académicos es el trabajo de la Fundación Cultura Democrática dirigida por Álvaro Villarraga Sarmiento (2015), que se ha destacado en cada uno de los procesos de negociación desde 1982 hasta la actualidad. En nueve tomos publicados entre 2009 y 2013, y una síntesis que apareció en 2015, entrega a la academia una importante documentación relacionada con los procesos de paz en Colombia. Allí incluye comunicados de los grupos guerrilleros, discursos presidenciales, documentos elaborados por las organizaciones encargadas del acercamiento, la negociación y la verificación, leyes y decretos relacionados con los procesos de paz y acuerdos parciales y definitivos de negociación, entre otros materiales. La importancia de este trabajo es que además de entregar textos no intencionales, provee a la academia de una serie de prólogos a cada proceso de paz desde 1981, elaborados por testigos o participantes directos de los procesos de negociación, al igual que reconocidos académicos que han estudiado ampliamente el tema de la paz en Colombia.
También se resalta el papel que viene desempeñando el Centro Nacional de Memoria Histórica. Esta organización, cuyo objetivo es contribuir al esclarecimiento de los hechos, los responsables y las condiciones que hicieron posible el desarrollo del conflicto armado en Colombia, ha elaborado informes muy valiosos para el análisis transversal de los procesos de paz. Se destacan: a) Guerrilla y población civil. Trayectoria de las FARC 1949-2013 (CNMH, 2014a), que hace un recuento histórico del desarrollo de esta agrupación y sus relaciones con la población civil tocando aspectos transversales como las negociaciones de La Uribe, Meta, San Vicente del Caguán, y el reciente proceso de La Habana, Cuba; b) Justicia y paz ¿Verdad judicial o verdad histórica? (CNMH, 2013), en el que, además de hacerse un balance del proceso de justicia y paz, reconstruye el papel de las víctimas en algunos casos paradigmáticos de desmovilización paramilitar; c) Justicia y paz: los silencios y los olvidos de la verdad (CNMH, 2014b), que hace una síntesis del sometimiento paramilitar a la justicia transicional; y d) Desmovilización y reintegración paramilitar. Panorama posacuerdos con las AUC (CNMH, 2015), donde se hace un balance de lo que se ha implementado en el país en materia de políticas de desarme, desmovilización y reintegración (DDR).
Utilizando el filtro metodológico de trabajos con carácter intencional y no intencional, se concluye que la mayoría de trabajos realizados hasta la fecha mantienen el carácter descriptivo y narrativo con el que iniciaron los estudios de paz en Colombia que, a pesar de los avances teóricos y metodológicos para el análisis de procesos de paz en la academia mundial (Gutiérrez, 2012; Valencia, Gutiérrez y Johansson, 2012), en muchos casos, los convierten en simples descripciones sobre el desarrollo de los procesos de paz. Faltan trabajos más estructurales —que analicen e identifiquen patrones sociales, políticos, económicos, institucionales, entre otros—, de larga duración y con diversas metodologías, entre ellas la comparada, que permitan dinamizar aún más los estudios sobre la paz negociada en el país.
La sección temática que se presenta en la edición 50 de la revista Estudios Políticos incluye seis artículos que dan muestra de una agenda diversa y multidisciplinar que aporta valiosos elementos para entender la paz, que supera los estudios de la paz negociada. Francisco Cortés, a partir de la Filosofía Política, analiza el lugar político de la justicia y la verdad en la justicia transicional en Colombia, donde realiza una lectura crítica del concepto a la luz de los recientes procesos de paz y se aproxima a temas tan sensibles como los crímenes de guerra y de lesa humanidad, y a los castigos que les corresponde en el Marco Jurídico para la Paz y el Acuerdo sobre las Víctimas del Conflicto.
A partir de un análisis socio-jurídico crítico, Gabriel Gómez aborda la disyuntiva castigo-reconciliación. Alejado de la literatura internacional sobre justicia transicional, analiza el proceso de paz y la negociación actual con las FARC-EP. Enfocándose en el punto cuatro del Acuerdo Final sobre las Víctimas del Conflicto propone estudiar los contextos y los procesos sociales y políticos para discutir los temas de paz y derechos de las víctimas.
Irene Larraz, con un tinte de Sociología Política y haciendo uso de la teoría de Bourdieu, muestra la construcción de la legitimidad al proceso de paz a través del capital simbólico. Expone cómo la historia colombiana, tanto de los conflictos armados como de los procesos de paz, puede verse como un juego que ha intentado convertir a enemigos en aliados para construir la paz. A partir de una hipótesis teórica del manejo de un discurso estratégico y causas estructurales de la guerra, llega a la conclusión de que el discurso de reconciliación con el pasado y un futuro prometedor permitirá aportar a la construcción de la paz en Colombia e imprimir confianza y legitimidad.
Cécile Mouly y Jaime Giménez, a través del uso de una metodología cualitativa con variadas técnicas de recolección de información, muestran cómo el patrimonio cultural inmaterial puede contribuir a los procesos de construcción de paz durante periodos posbélicos luego de la firma de acuerdos de paz. Esto se logra haciendo el proceso de reintegración social más inclusivo, involucrando a la población —comunidades, excombatientes, entre otros— en el cuidado del patrimonio cultural inmaterial.
Los dos últimos artículos abordan la Reforma Rural Integral, que puede considerarse, junto al tema de víctimas, el corazón de los acuerdos de La Habana. Ambos coinciden en poner la tierra y la ruralidad como el centro del conflicto con esta guerrilla: se habla del origen y dinámica del conflicto armado con las FARC atado a los temas de la tenencia y uso de las tierras, a la pobreza y marginalidad del campo y al abandono del Estado en políticas sociales. De allí que la solución y punto final de la lucha insurgente esté atado indisolublemente también a estos temas. Cristina Ruiz hace un balance del estado del campo colombiano para la Reforma Rural Integral, donde analiza el caso de Antioquia; mientras que Karen Martínez, Natalia Quintero y Yony Ceballos proponen un modelo para la asignación de terrenos en el marco de la reforma Rural Integral a la que se llegó en el Acuerdo de La Habana.
En síntesis, es un conjunto de artículos que evidencian cómo desde la academia se viene haciendo uso de teorías, enfoques y técnicas de investigación para estudiar la paz, que bien aprovechados pueden ayudar a la consolidación de este reciente campo de trabajo en las Ciencias Sociales y Humanas en Colombia, y que se presentan como una buena oportunidad para renovar las agendas y programas de investigación y, sobre todo, aportar a la construcción del desarrollo social y político del país.