Resumen: La investigación se desarrolló con el objetivo de caracterizar las relaciones de género y proponer medidas para incrementar la participación de las mujeres. Brindó herramientas para la participación popular basada en la equidad. Proporcionó una perspectiva de género para estas comunidades rurales. El trabajo se fundamentó en la investigación-acción-participación, apoyada en técnicas de la educación popular. Se desarrolló un proceso de formación para el desarrollo de conocimientos y habilidades sobre el tema género en actores, así como en niños de la escuela primaria. Se cuantificó la participación de las mujeres dentro de las cooperativas agrarias, se realizó un análisis de documentos. La investigación arrojó entre otros aspectos que las cooperativas no realizan acciones con equidad de género, propició momentos de sensibilización, con lo cual promovió espacios de formación y difusión en esta temática y articuló redes al interior de las comunidades con diferentes actores sociales. Predomina aún en estas comunidades un carácter androcentrista.
Palabras clave:caracterizacióncaracterización, género género, comunidades rurales comunidades rurales.
Abstract: The research was developed with the aim of characterizing gender relations and proposing measures to increase the participation of women. It provided tools for popular participation based on equity. It provided a gender perspective for these rural communities. Work was based on research-action-participation, supported by techniques of popular education. A training process was developed for the development of knowledge and skills in actors as well as elementary school children on gender. The participation of women within the agricultural cooperatives was quantified, a document analysis was carried out. The research showed, among other aspects, that cooperatives do not carry out actions with gender equality, promoted moments of awareness raising, promoting training and dissemination spaces in this area, articulating networks within communities with different social actors. An androcentric character still prevails in these communities.
Keywords: Characterization, gender, rural communities.
Artículos
CARACTERIZACIÓN DE LAS RELACIONES DE GÉNERO EN COMUNIDADES RURALES DEL MACIZO NIPE-SAGUA-BARACOA
CHARACTERIZATION OF GENDER RELATIONS IN RURAL COMMUNITIES OF NIPE-SAGUA-BARACOA SOLID

Recepción: 06 Septiembre 2017
Aprobación: 11 Enero 2018
En nuestro país, como en otras partes del mundo, la incorporación de la mujer a la vida pública y a los espacios profesionales se ha ido incrementando en las últimas décadas.
Estos cambios que se han originado a nivel social han contado con el respaldo político y jurídico, que promueve mediante leyes y políticas institucionales una igualdad de derechos para todas las personas. No obstante, se ha demostrado, a través de investigaciones realizadas (Balboa, 2013; Acosta, 2011; Ares, 1990), que esta paridad presencial no supone equidad de derechos y oportunidades en todos los sectores, en particular en el ámbito rural, donde de formas no reconocidas las mujeres desempeñan un papel preponderante. En este sentido las féminas de las zonas rurales siguen siendo afectadas por la invisibilidad de su trabajo, pues tienen una participación superior en las labores domésticas y reproductivas, que son cruciales para el mantenimiento de los hogares y las familias.
Es importante el trabajo enfocado hacia la identificación de las necesidades sentidas de hombres y mujeres y el intercambio entre comunitarios con enfoque de género, ya que esto es una forma de promover una vida de respeto entre hombres y mujeres.
La presente investigación pretende caracterizar las relaciones de género y proponer medidas para incrementar la participación de las mujeres, así como desarrollar conocimientos y habilidades en actores sociales.
Se definió como población a todas las mujeres y hombres en el sector productivo de las cooperativas estudiadas, a campesinos, cooperativistas y familiares de las comunidades de Riíto, Raizú, La Cuabita, Las Municiones del municipio Yateras y Vega Grande de Municipio Manuel Támes. En la tabla 1 se reflejan los datos acerca del perfil, características y distribución de la población analizada. (Hernández, Fernández & Lucio, 2013; Lezcano, 2014).

Se utilizó una muestra de estudio probabilística estratificada: la muestra de estudio, conformada por 317 actores vinculados de una u otra forma al sector productivo, quedó dividida en tres estratos: directivos, campesinos y actores sociales. A su vez, fueron desglosadas cada una de estas subpoblaciones en base a la característica sexo, para una representación general por sexo de 194 hombres y 123 mujeres.
El estudio se realizó durante 2016. Para la realización del mismo se aplicaron técnicas cualitativas y cuantitativas de recogida de información, tales como el análisis de documentos, cuestionario autoadministrado combinado con la técnica de Cornell y análisis de contenido; así como herramientas de la educación popular para insertar a los actores sociales en las actividades realizadas mediante la participación.
El análisis de documentos permitió obtener la información inicial para la construcción de una perspectiva de género del proyecto, la cual se valoró con los actores involucrados. Se tomó como principales fuentes de información las actas de las asambleas generales de las cooperativas en el período comprendido enero de 2015 hasta noviembre de 2016.
El cuestionario se aplicó de forma autoadministrada para evaluar acceso, uso y control de los recursos, participación, rol de la mujer, etc.
Las mujeres abarcadas por el estudio mayoritariamente poseen un nivel cultural secundario y una edad que oscila entre los 51 y 60 años. La población masculina quedó conformada fundamentalmente por graduados de la enseñanza primaria, predominó la misma edad que en el sexo femenino.
El porcentaje de socias de las cooperativas asciende a un 31 % frente a un 69 % de socios, las socias representan el 40 % frente a un 60 % de los socios.
Las cooperativas no involucran a otros actores en sus actividades, aspecto a transformar para lograr una integración comunitaria e incorporar asociados a las formas de producción cooperativa. Además, para el trabajo en la cooperativa no tienen en cuenta las brechas de género que persisten, hasta el momento de esta investigación no había proyección alguna al respecto. “Culturalmente, se suele asociar a los hombres con la producción y a las mujeres con la reproducción. La consecuencia es la tardía incorporación de estas últimas al mercado laboral y en muchos casos ser consideradas como fuerza de trabajo secundaria” (Parada y Ballara, 2009, p. 93).
El 90 % de las mujeres asociadas no asiste a las actividades mensuales que realiza la cooperativa. Algunas de estas aludieron que las realizan en horarios en los cuales no pueden participar; asimismo, las intervenciones de las que participan son bajas, como mínimo una o dos por cada asamblea efectuada.
Se destaca en este estudio construcciones subjetivas que refuerzan roles tradicionales y patrones de comportamiento definidos para mujeres y hombres por actores masculinos.
“En los últimos años la participación de las mujeres en el mercado laboral y en la producción agropecuaria se ha incrementado, creando con ello cambios en la estructura familiar y en las comunidades” (Ramírez, M. 2016). A pesar de la contribución de las mujeres en el gasto familiar y en la producción de alimentos, su esfuerzo no ha ayudado a eliminar las desigualdades en las áreas rurales.
En los actores sociales se desarrollaron conocimientos y habilidades con enfoque de género mediante talleres de sensibilización, donde los participantes aprendieron, compartieron, intercambiaron, reconocieron las concepciones erróneas que tenían y consideraron que podrían transformarlas; en tanto, los hombres aportaron criterios sobre el reconocimiento y la carga de las mujeres, así como las limitaciones a las que están expuestas cuando son propuestas a en cargos de dirección.
Con el propósito de mejorar las relaciones interpersonales e intergeneracionales, se constituyó con estudiantes de la enseñanza primaria un círculo de interés basado en las relaciones de género; este fue nombrado Construyendo con enfoque de género. La investigación consideró oportuno generar conocimientos por esta vía, para promover la equidad de género a partir de la concepción de aprender haciendo desde edades tempranas.
En las actividades de las cooperativas participan las mujeres que están asociadas, pero no involucran a las esposas e hijas de los agricultores y cooperativistas en las acciones que realizan; existen féminas que participan en las tareas de las fincas, pero no son asociadas. Según el criterio de los miembros de las juntas directivas no se han proyectado para incorporarlas al espacio público de las cooperativas.
Además de los datos, que ofrecen cifras tangibles de las diferencias en cuanto a participación de mujeres y hombres en las cooperativas, se debe tener en cuenta la existencia de muchas mujeres “invisibles”, que se encuentran vinculadas a las explotaciones agrícolas y ganaderas sin poseer una relación jurídica o administrativa con las mismas.
Dichas mujeres, pese a trabajar en las explotaciones de sus cónyuges, padres o familiares, permanecen invisibles (Tabla 2) a algunas de las estadísticas, puesto que no poseen la titularidad de la explotación ni aportan al autofinanciamiento de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP). Así, el trabajo desempeñado por la mayoría de las mujeres vinculadas a las explotaciones agrarias es considerado “ayuda familiar”, puesto que son sus cónyuges los que ostentan la titularidad de las explotaciones.

Las mujeres asociadas en las formas de producción realizan las mismas actividades productivas que los hombres, tales como limpia, atención a los cultivos, recogida de los mismos, comercialización y otras.
Las no asociadas (esposas, hijas y familiares de los agricultores) participan en las actividades festivas y laborales de las cooperativas, no así en las concernientes a las asambleas de asociados1. Significa que se tienen que brindar herramientas para potenciar el cambio mediante la participación protagónica de las féminas en la toma de decisiones y en las actividades productivas, al persistir el modelo de familia tradicional patriarcal. Este puede ser uno de los factores que incidió en que las mujeres tengan menos acceso a la propiedad de las tierras, al estar generalizado, según las condiciones vividas, un empoderamiento masculino.
Los documentos e informes ofrecidos por las cooperativas estudiadas reflejan que no existe control sobre la participación por sexo de mujeres y hombres asociados o no a las asambleas generales (la información se obtuvo por los instrumentos aplicados); las mujeres no tienen cargos de dirección de primer nivel, las responsabilidades que desempeñan algunas en las cooperativas se encuentran en las comisiones de trabajo (patrullas de vigilancia campesina, control y fiscalización, de mandatos y como miembros de la organización de base). La figura 1 refleja las consideraciones de la población estudiada referentes al rol de las mujeres rurales.


A través del análisis realizado, se reconoció la limitación de la mujer por parte de los hombres. El 90 % de los investigados refirió que estas se dedican a las actividades domésticas, mientras que el 84 % expresó que tienen que levantarse más temprano y el 82 % coincidió en que deben acostarse más tarde.
Como señala Lagarde (2010) “Una cuestión que es fundamental trabajar de forma más profunda con las mujeres es la falta de autonomía y autoestima, la que está generada por un descuido hacia ellas mismas, sostenido por la ética del cuidado hacia los otros” (p. 36). Implica necesariamente la transformación de esta sociedad para involucrarlas en un proceso de relaciones equitativas. Se considera que primero se debe romper con la mentalidad machista porque para poder lograr cosas nuevas hay que pensar diferente; principalmente las mujeres, ya que ellas mismas se ven de forma intangible ante el trabajo que realizan.
Hay que promover y legitimar el cambio en el comportamiento de los individuos que integran las comunidades investigadas. La figura 2 muestra los resultados alcanzados sobre la participación de la mujer en las actividades de dirección y agrícola.

En Cuba, el proceso de elección en las Asambleas Generales de asociados hacia los cargos de dirección se realiza mediante un proceso democrático, donde los agricultores eligen a los integrantes de las juntas directivas y la organización de base. Las personas estudiadas en esta investigación señalan que los hombres poseen mayor agilidad, autoridad, “son más capaces”, “desempeñan mejor el cargo”, “tienen más tiempo para dirigir porque tienen menos tareas en el hogar”. Este criterio revela la existencia de la autolimitación femenina en una fracción amplia de la población investigada.
La investigadora alemana Ute Siebert en el encuentro de Mujer y género Clara Rodés in memoriam (D. Sevilla et al., 2013) destacó, a través de los resultados de diversos estudios, el doble rol de madre y esposa como uno de los factores esenciales que afecta la carrera de las mujeres y particularmente el trabajo ejecutivo, al develar las contradicciones que las mujeres enfrentan debido a la sobrecarga de roles domésticos. De la población general estudiada solo el 9 % apuntó que la mujer posee condiciones para la dirección, ya que “tiene destreza y responsabilidad”; considera que “si se tienen conocimientos necesarios para la actividad a desempeñar el sexo no es primordial.” De este por ciento de la población cinco hombres alegaron que: “las mujeres suelen ser más reflexivas y analizan mejor las medidas a tomar”, “desde joven entiendo que la mujer es más fiel y sobrepone el deber a la debilidad”, fueron algunos de los criterios aportados.
Indicadores evaluados con hombres en las comunidades rurales investigadas reportaron criterios como que el hombre “tiene que ser el que aporte todo en la casa” y “es el eslabón más fuerte de la familia”; asimismo, se autodefinen como “la cabeza de la familia”, “el horcón o ejemplo de la familia” y “machistas”; mientras ubican a las mujeres en la posición de “apoyar” las labores que ellos realizan.
El 69 % significa que solo ellos manejan los recursos de la familia; en cambio, el 80 % admite que prefiere el apoyo económico de su pareja, al considerar que es bueno que se cuente con mayor economía en el hogar. Sin embargo, consideran que si se quedaran sin empleo corren el riesgos de perder su masculinidad2, que la mujer siempre tiene que ser “apoyo” en la familia por el papel preponderante que estas desempeñan, lo que a su vez significa la invisibilidad de las féminas si se analiza desde una perspectiva sociológica. Se mantienen disonancias entre el discurso y la práctica en el desempeño de los roles de género en las familias. El 63 % refiere que participa en el trabajo doméstico, aunque plantean estar seguros de que este es una labor para mujeres (98 %). La figura 3 muestra las consideraciones de actoresinvestigados acerca de su identidad masculina.


La investigación aportó resultados coincidentes a los alcanzados por Salcines M. (2013), ya que en el intercambio sostenido los actores, al referirse a este poder patriarcal, expresaron que es “natural” y que no puede ser cambiado, lo cual forma parte de la ideología del sexismo, que justifica y legitima la opresión de las mujeres.
La totalidad de los investigados refiere no permitir besos entre los hombres como demostración de afecto, argumentando que los hombres no se besan; además de no mostrar emociones, cuidar de otras personas y del propio cuerpo, hablar sobre sentimientos, y también algo crucial para la educación de los varones: ser buenos en la escuela. etc. Refieren que ellos, como jefes de familia, exhortan a sus descendientes varones a ejercer poder para ser respetados, tener carácter y reconocer así su masculinidad.
La investigación arrojó que las mujeres y los hombres incluidos en la investigación en su mayoría se encuentran dentro de la categoría de acuerdo con una marcada tendencia desfavorable, representados por el 82 %, al referir que las actividades productivas como siembra y comercialización le corresponden al sexo masculino. En este sentido aluden que poseen condiciones topográficas muy difíciles, de ahí lo complejo para que la mujer se vea inmersa en las gestiones antes señaladas, además de poseer edades avanzadas, como se señala en la tabla 1. La fuerza femenina más joven no muestra interés por trabajar en las actividades agrícolas, al expresar que esos trabajos deben quedar para otras personas. Ellas aspiran a trabajos diferentes a las labores de campo, mientras eso llega se dedican a las tareas domésticas sin responsabilidad en las actividades que realizan las cooperativas.
Al analizar el comportamiento del espacio privado para las mujeres y público para los hombres, la tendencia fue del 95 % a favor de lo primero. Esto se debe a la cultura establecida, si se tiene en cuenta que estas comunidades presentan mayores desventajas para promover acciones de transformación por las condiciones económicas y sociales que persisten en ellas.
Por otra parte, las mujeres estudiadas manifiestan que aunque sienten necesidades de distracción fuera del hogar, eso le corresponde al sexo masculino. Son necesarias medidas encaminadas a lograr que las mujeres tengan acceso a los recursos y la gestión del conocimiento, por lo que se requiere tener en cuenta la situación personal y laboral de estas para poner en marcha acciones que abarquen diferentes áreas de actuación, como la promoción, formación y empleo, destinadas a mejorar la calidad de vida de las mujeres rurales.
Las mujeres del mundo entero se ocupan de tareas productivas y reproductivas dentro y fuera del hogar. Dentro de estas tareas están las labores domésticas, el comercio y el trabajo asalariado; sin embargo, las labores no remuneradas son altamente subestimadas, a pesar de que son necesarias en la solución de problemáticas al interior del hogar y en las comunidades. Esta investigación arrojó que el 73 % de la población concuerda con estos criterios.
En las comunidades investigadas persisten sobrecargas en el 98 % de las féminas estudiadas en cuanto a las tareas del hogar, la crianza de los hijos; así como prejuicios y concepciones erróneas sobre el papel de cada miembro de la familia.
Para incentivar el reconocimiento de la labor femenina y con la participación activa de 43 actores sociales, de los cuales 17 corresponden al sexo femenino y 26 al masculino, se realizaron talleres con enfoque de género.
El taller se clausuró con una lluvia de ideas sobre la siguiente pregunta: ¿Qué limitaciones tienen las mujeres para la participación en los espacios públicos de la cooperativa? Con las respuestas aportadas se organizó el árbol de problemas que se expone a continuación: (figura 4)

Para que la investigación tenga alcance se considera fundamental la participación de los habitantes en la implementación de acciones, talleres de sensibilización y capacitación, ya que a estos les corresponde garantizar la equidad de género en el contexto en que residen.
Para atenuar los elementos antes expuestos se elaboró una perspectiva de género, la cual se evaluó y discutió con los integrantes de las juntas directivas y las organizaciones de base de las cooperativas estudiadas; además, se realizó una capacitación.
Esta perspectiva se muestra a continuación:
Identificar cuántos hombres y mujeres participan en las asambleas generales.
Realizar acciones de capacitación para que las mujeres participen de forma activa en las asambleas generales.
Analizar las brechas de género (barreras o limitaciones que pueden tener las mujeres).
Incorporar a mujeres a las comisiones de trabajo que organiza la cooperativa.
Crear una cantera de reserva en la que exista equidad ente hombres y mujeres.
Organizar un plan para la preparación de agricultores/as por cultivo con enfoque de género, así como contar con un mecanismo para las mujeres que no se capaciten y a su vez evaluar el horario de la capacitación.
Realizar un levantamiento sobre la situación económica y social de agricultores/as, evaluando vivienda, salud, ingresos, etc.
Promoción de intercambios de experiencias y socialización de conocimientos y habilidades aprendidas entre los distintos actores de las diferentes cooperativas.
Implicar a las organizaciones de la comunidad en las actividades de la cooperativa (priorizar a la Federación de Mujeres Cubanas).
Organizar visitas de grupos de estudiantes de secundaria a las cooperativas para que consideren el trabajo agrícola como una posible opción más de futuro.
Promover la incorporación de personal joven.
Realizar actividades deportivas, recreativas y culturales para atraer a las jóvenes.
Por otra parte, como aspecto importante dentro de la investigación se consideró la constitución de un círculo de interés sobre género con 15 niños y 13 niñas de los diferentes niveles de enseñanza de la escuela primaria Pastor Martínez Rodríguez en la comunidad de La Cuabita.
Se caracterizó las relaciones de género en las cooperativas estudiadas. Esta caracterización mostró como resultado que estas no realizan acciones con equidad de género.
Las medidas propuestas para incrementar la participación de la mujer en las cooperativas propiciaron momentos de sensibilización, promovieron espacios de formación y difusión sobre esta temática, articularon redes al interior de las comunidades con diferentes actores sociales.
Predomina aún en estas comunidades un carácter androcentrista. El desarrollo de conocimientos y habilidades con enfoque de género promoverá una vida de respeto entre hombres y mujeres.







