Artigo
Recepción: 28 Diciembre 2017
Aprobación: 25 Junio 2018
DOI: https://doi.org/10.4013/arq.2018.142.10
RESUMEN: Las definiciones establecidas por diversas disciplinas de las nociones de espacio público y de espacio privado no consideran un posible espacio de interferencia entre ambos. Se discutirá sobre el valor de la aceptación de las manifestaciones de lo privado en el espacio público urbano y político. Estas manifestaciones son del orden de lo sensible y provienen de las interacciones sociales, de las experiencias sensoriales de los espacios habitados y de la memoria afectiva de los habitantes. La reconstrucción social y urbana de una comunidad luego de un desastre socionatural es un escenario donde se producen una serie de redefiniciones de las fronteras público-privadas. A través del estudio sobre la experiencia cotidiana de los habitantes de un campamento post-catástrofe natural, analizamos como éstos reconfiguran a través de sus prácticas el límite entre lo público y lo privado, postulando su importancia en la resiliencia de una comunidad. Con el objetivo de explorar este límite, sus espesores y su maleabilidad, se realizó una investigación cualitativa, consistente en observación de los espacios públicos y en entrevistas a los habitantes del campamento El Molino de Dichato, Región del Biobío, Chile.
Palabras claves: Espacio público, espacio privado, desastre socionatural, resiliencia.
ABSTRACT: The definitions of the notions of public space and private space established by various disciplines do not consider a possible space of interference between the two. The value of the acceptance of manifestations of the private in the public urban and political space will be discussed. These manifestations are of the nature of the sensible and come from the social interactions, the sensory experiences of the inhabited spaces and the affective memory of the inhabitants. The social and urban reconstruction of a community after a natural disaster is a scenario where a series of redefinitions of the public-private borders take place. Through the study of the daily experience of the inhabitants of a post-natural catastrophe camp we analyze how they reconfigure through their practices the border between the public and the private, postulating their importance for the resilience of a community. In order to explore this limit, its thickness and its malleability, a qualitative investigation was carried out, consisting of the observation of public spaces and interviews with the inhabitants of the El Molino de Dichato camp, in the Biobío Region, Chile.
Keywords: Public space, private space, natural disaster, resilience.
Introducción
El término espacio público no goza de una definición única. De hecho, es un concepto híbrido que tiene significaciones e interpretaciones diversas. Estas definiciones se mueven entre un contexto físico y un contexto político, siendo definido como el espacio de circulación y de encuentro dentro de la ciudad y al mismo tiempo el espacio de comunicación y participación de la ciudadanía. El concepto ha sido estudiado por diversas disciplinas y a partir de miradas diferentes. Una forma de definir el concepto es en contraste o en contraposición al espacio privado; uno se define en ausencia del otro, bajo la idea que ahí donde no hay una exposición pública hay espacio para lo privado. En tanto espacio físico, el término fue incorporado en urbanismo recién en los años 60, imponiendo a un status jurídico de propiedad un uso particular (Pumain et al., 2006). El carácter difuso de la noción de espacio público obliga a tratarlo siempre en contexto, evitando así cualquier generalización. Lo mismo vale para su relación con el espacio privado. La frontera entre privado y público varía de una cultura a otra, de un sexo a otro y de una generación a otra, así como varía también la porosidad entre ambos espacios (Paquot, 2009).
La mirada que las ciencias sociales, las ciencias de la comunicación y las ciencias políticas le han dado al espacio público es la de una esfera con sentido abstracto, simbólico y político. En resumen, la esfera pública cumple una función democrática inclusiva al hacer participar a la diversidad de la sociedad civil a través de la consideración de diversidad de intereses. Dentro de esta mirada coexisten posturas contradictorias en relación a la función, a la construcción y al contenido de la noción. Arendt va a tratar el espacio público en términos políticos, en 1958. En efecto, su obra La condición humana analiza a través de la historia las diversas relaciones entre el dominio público y el privado. En el contexto de Atenas en el siglo V a.C., es la condición de igualdad y la distinción entre privado y público lo que constituye el ideal de espacio público. La figura del ciudadano representa la igualdad, y el espacio público, el lugar físico del encuentro y debate libre entre ciudadanos en oposición a la esfera oscura de la vida privada (Arendt, 1958).
La formación histórica y las transformaciones del concepto son también analizadas en la tesis de habilitación de Habermas en 1962, en la cual se estudia la aparición de una esfera pública burguesa y su transformación en el contexto sociopolítico de Inglaterra, Francia y Alemania entre los siglos XVII y XIX. En este contexto, la noción de esfera pública es entendida como el espacio del ejercicio de la democracia deliberativa frente a los estados autoritarios. Esta esfera pública es abierta a todos y llama al uso público de la razón para conformar la opinión pública. Este concepto de opinión pública supone que el bien común corresponde al consenso sobre el bien compartido desde una diversidad de puntos de vistas e intereses, en oposición a las decisiones autoritarias que no consideran esta diversidad (Habermas, 1992).
Por su parte, Issac Joseph estudiará el espacio público desde su condición de espacio urbano de disponibilidades. Basándose en el neologismo de affordance (Gibson, 1968), que designa la riqueza sensible que permite que el mundo visible sea un mundo de disponibilidades, de ofertas y de capturas, se caracteriza una cierta visibilidad propia del espacio público. Así, el espacio público estará bajo lo que Joseph llama el baño de visibilidad en el cual se sitúan y se producen los encuentros, el medio donde podemos leerlos y el medio que los organiza (Joseph, 2007).
Una discusión sobre tres condiciones de lo público que se expresan en los espacios urbanos nos dará un marco para analizar la fragilidad de los límites entre lo público y lo privado. La primera condición es la vocación de universalidad de acceso del espacio público. La segunda es la hibridación de espacios público-privados, y la tercera condición que se expondrá es el desempeño que el espacio público exige a los usuarios.
Nuestra posición es que las transformaciones del espacio luego de un desastre socionatural crean oportunidades de transformación de los espacios públicos, siguiendo lógicas de resignificación espacial locales (Berroeta et al., 2016). Bajo este precepto, a través de la presentación de algunos resultados de investigación, se explorará la porosidad de los límites entre lo público y lo privado bajo la hipótesis que esta permeabilidad tiene una importancia ética para la persona humana. Se tomará como caso de estudio una investigación de terreno realizada entre los años 2010 y 2013 en un pueblo costero chileno, Dichato. A través del estudio de las modificaciones de estos límites en uno de los campamentos de emergencia de Dichato, luego del tsunami de febrero del 2010, se caracterizarán las estrategias que los habitantes utilizan para hacer frente a una situación de precariedad social y económica. Se discutirá en torno al concepto de espacio público en una situación de sufrimiento, donde lo privado y lo íntimo desbordan los límites del espacio privado. A partir de estos resultados, se plantea una reformulación conceptual sobre los límites entre espacio público y espacio privado, poniendo en evidencia lo obsoleto de esta separación.
La vocación de universalidad de acceso del espacio público
Habermas va a estudiar la esfera pública en el seno de una clase social que pretende representar a la sociedad en su totalidad. Así los salones, la prensa y los cafés van a constituir esta esfera, no obstante, estos lugares en la época estudiada por Habermas estaban restringidos a un status social y al género masculino. Los temas que constituyen esta opinión pública son así definidos por esta porción no representativa de la sociedad. Arendt hace el paralelo al analizar el ágora griega, espacio público controlado, donde las deliberaciones del gobierno de la ciudad excluían la participación de las mujeres, de los menores, de los extranjeros y de los esclavos.
Una de las ideas comunes a Arendt y Habermas es la universalidad del concepto de espacio público. La pretendida universalidad en el acceso a la participación para llegar a un consenso está históricamente ligada a la exclusión. Sin embargo, la sociedad civil tiene intereses contradictorios y relaciones de poder entre sus miembros y de sus miembros con el Estado. A su vez el espacio público dominante de cada época va a definir los criterios de participación. La exclusión de los públicos que no pertenecen a la burguesía de la época lleva a una crítica sobre la escasa legitimidad que Habermas le da a los públicos alternativos y contemporáneos de la esfera pública burguesa. Incluso si Habermas hace alusión a una esfera pública plebeya y al movimiento feminista, él los considera solamente como variantes de la esfera pública burguesa, y por lo tanto la aparta de su estudio. En una obra colectiva posterior titulada Habermas and the Public Sphere, el propio Habermas va a admitir la exclusión de su conceptualización de esfera pública de grupos que constituyen otras esferas públicas subculturales o de clases sociales específicas apartadas de la esfera pública burguesa hegemónica (Habermas, 1993).
Para el sociólogo Oskar Negt, la omisión que hace Habermas corrobora la exclusión de las experiencias de la vida cotidiana del proletariado, considerándolas un disfuncionamiento o una crisis pasajera del espacio público habermasiano. Negt va a definir otro espacio público, un espacio público oposicional constituido por la palabra de los grupos sociales desplazados de la deliberación publica burguesa. El espacio público proletario conceptualizado por Negt va a poner las experiencias de la cotidianeidad del trabajador al centro del espacio público. Para Negt esta experiencia del mundo del trabajo, de frustraciones, privaciones y dependencia no es considerada en el espacio público burgués conceptualizado por Habermas. La opinión pública transforma o excluye a partir del precepto de la racionalidad de los argumentos cualquier relación que se establezca con la emoción y singularidades subjetivas propias de la experiencia de los ciudadanos (Negt, 2007).
Podemos afirmar entonces que una de las causas de exclusión se encuentra en la distinción que se realiza entre lo público y lo privado. Las definiciones que precisan quienes son los individuos aptos a participar, de qué forma y sobre qué temáticas o problemas se debe debatir en el espacio público, son en su mayoría definiciones establecidas por los grupos dominantes. Estas definiciones implican formas de exclusión. Así la condición de igualdad para participar se mantiene simplemente como un mero ideal. El mismo efecto perverso se produce en la separación o distinción entre lo que pertenece a la esfera privada y debe mantenerse confidencial, y lo que puede transformarse en político y entrar a la discusión pública.
Esta fuerte separación establecida por los grupos dominantes entre lo privado y lo público puede ser traspasada y ampliada a través de la subversión de los grupos excluidos de esta. Esto fue lo que sucedió en los años 60 gracias a los primeros movimientos feministas en Estados Unidos que marcharon bajo el eslogan “lo personal es político”. Así los asuntos del espacio privado son todos susceptibles a tener un alcance público cuando ellos representan un descontento o una alegría colectiva. Cuando se trata de la exclusión de los asuntos privados del espacio público, se produce un acuerdo preestablecido entre sujetos que pertenecen a la esfera pública y aquellos que pertenecen al dominio privado. La permeabilidad de estas fronteras está en el centro de la crítica de Nancy Fraser a la ilusión de igualdad de la esfera pública burguesa de Habermas (Fraser, 1993).
Esta universalidad de acceso a la cual el espacio público aspira es esencial para hacer de él un espacio ético, abierto y accesible a todos, incluso cuando se encuentre de una u otra manera siempre tensionado en sus accesos y límites. Una característica común de lo que el espacio público tiende a excluir son las acciones o prácticas que surgen del uso privativo del espacio y de la emocionalidad propia de la esfera privada.
La hibridación en la configuración contemporánea de lo público
La definición del espacio público a partir de su uso ha llevado a un desplazamiento de su comprensión más allá de un concepto jurídico del uso público. El uso público no tiene que ver necesariamente con el estatuto de la propiedad. La hibridación del concepto se produce en un mundo donde los medios y los espacios están cada vez más privatizados, y donde muchas veces, como en el caso de internet, los propietarios son casi imperceptibles, creando la ilusión de un espacio público, pero a la vez acercando la experiencia privada del usuario a lo público.
El creciente uso de las redes sociales como espacio de interacción social, así como la cobertura de convocatoria que alcanzan para discutir temas públicos y para organizar encuentros, manifestaciones y marchas ha llevado a utilizarlo masivamente, remplazando otros medios de comunicación. Esta hibridación de significado que el concepto de espacio público experimenta a través de las plataformas de interacción social online cuestiona también sus límites con el espacio privado. La discusión y la interacción pública entran a las esferas del espacio privado a través de nuestros dispositivos electrónicos domésticos conectados a internet. A su vez, las redes sociales o sitios web de opinión no son espacios jurídicamente públicos, ni tampoco espacios accesibles a la totalidad de la población, siendo excluidos de estos las personas que no son usuarias de internet. Según el Informe sobre Desarrollo Mundial/TIC de las Telecomunicaciones y estimaciones del Banco Mundial, el año 2015 de 100 personas solamente 43,998 eran usuarias de internet2.
El mismo fenómeno se puede ver en aquellos espacios físicos jurídicamente privados, pero con vocación pública en sus usos, como, por ejemplo, los centros comerciales. Si bien podríamos ser categóricos en el concepto de lo público y excluir de esta definición espacios cuyo propietario no fuese el Estado, no se puede desconocer el hecho que hay espacios que se viven como públicos donde la propiedad del espacio parece no afectar el desempeño del rol público que se exige a un usuario. La propiedad del suelo no siempre va a condicionar su uso público, no obstante, el ambiente y la experiencia de este espacio público van a variar. Tal es el caso del Sony Center en la Potsdamer Platz, un espacio comercial en el corazón de una plaza histórica de Berlín, símbolo de la reunificación de 1989. Este espacio proyectado por el arquitecto americano-alemán Helmut Jahn ocupa 26.500 m2 de espacio abierto, conectado con el resto de la ciudad, que da la ilusión de espacio público estando en un terreno comercial privado (Allen, 2006). El límite de esta hibridación público-privada es que las restricciones de uso son definidas por un privado. Mientras todo transcurra en el respeto de esas restricciones, el espacio será vivido como público. Estas reglamentaciones pueden coincidir o no con el natural orden social.
Por otra parte, la negación de la separación entre privado y público vendría también a destruir la experiencia social de la ciudad y el espíritu crítico y abierto propio del espacio público urbano. Este riesgo de tiranía de lo íntimo y privativo sobre el espacio público se observa, por ejemplo, en cómo la variante individual de la movilidad ha tomado el lugar de los espacios públicos en la ciudad (Sennet, 1992). Esta negación de lo público o privatización de lo público puede verse en los nuevos espacios virtuales de encuentro de la ciudadanía.
La metáfora teatral del espacio público
La regulación del carácter público y la expulsión de elementos o prácticas perturbadoras, son aseguradas en gran medida por los mismos usuarios del espacio público, que a través de sus acciones y prácticas informan lo que está admitido y lo que no lo está.
Erving Goffman explora la experiencia social de los espacios públicos a través de una etología de las interacciones, donde la vida pública se asimila a un teatro donde cada participante juega un rol. Para Goffman, el espacio público ofrece una posibilidad de interpretación de roles diversos, entre los actores sobre la escena y las relaciones cotidianas en el espacio concreto. Este lugar de interacciones cotidianas en el espacio conforma un espacio para la mise en scène. Para que esto sea posible sin perturbaciones, es necesario regular la cantidad de información personal a exponer (Goffman, 1973a, 1973b). De Certeau va a utilizar el término de convenance como la relación de conformidad entre la vida privada y la vida pública, mostrando la importancia de esta coexistencia y la gestión simbólica de la cara pública de los usuarios del espacio público. Así esta convenance reprimiría lo que no conviene, lo que no se hace, con el fin de mantener las distancias necesarias para resguardar la vida privada (De Certeau et al., 1994). Una de las estrategias de manejo de lo privado en el espacio público es la que Goffman llamará civil inattention, donde cada uno de los participantes repara la presencia del otro, pero crea la idea a través de su postura y acción que no lo ha visto o que no es objeto de su curiosidad (Goffman, 1966). A partir de una lectura naturalista del espacio, Joseph remarca otra característica del espacio público que son las fricciones. La acción de resistencia, de lucha, de escape, de retracción, de silencio, de estrategia o de evasión (Joseph, 2007).
A partir de la condición de exposición y publicidad propia de este espacio urbano accesible, el espacio puede ser vivido con dificultad, dado que estamos vulnerables a la mirada y al juicio del otro viviendo el espacio público a la defensiva, adoptando roles, ya que tenemos la exigencia de “no ser nosotros mismos”. Sin embargo, este ballet urbano de roles no es siempre una coordinación perfecta de actores con roles bien aprendidos que mantienen el carácter público del espacio. En ciertos momentos se nos cae el rol, irrumpe el espacio privado y nos mostramos tal cual somos dentro de nuestra casa o dentro de nuestra intimidad. Las manifestaciones de lo privado generan una disrupción o fractura en el espacio público urbano, generando muchas veces conflicto o acciones de disuasión o de evasión de lo privado (miramos para otro lado, cambiamos de acera, ponemos bancas antivagabundos). La manifestación de la emoción o la expresión del amor en los espacios públicos genera penetraciones de la esfera íntima y privada en el espacio público. Esa necesidad de exponer lo privado no siempre es una elección, por ejemplo, el caso de alguien que rompe en lágrimas en la calle, o la exposición de la vida íntima de una persona sin casa. En otros casos puede ser una elección, como lo son, por ejemplo, las manifestaciones amorosas de parejas en el espacio público.
El campamento de emergencia, Dichato
A través del desarrollo de un caso de estudio, que corresponde a una investigación de terreno realizada entre los años 2010 y 2013 en un campamento de emergencia post terremoto y tsunami en la localidad de Dichato, vamos a estudiar las estrategias de los habitantes para permear o modificar la frontera entre lo público y lo privado, y así adaptarse a una situación social de crisis producto del estado en que se encuentra su hábitat post-catástrofe.
El 27 de febrero de 2010, Chile vive un terremoto de magnitud 8.8 grados Richter, seguido de un tsunami. Dichato es un pueblo costero que prácticamente desapareció tras el paso del tsunami. Dichato posee una población de 3.500 habitantes aproximadamente, se sitúa en la bahía de Coliumo y pertenece a la comuna de Tomé, en la región del Biobío. Este balneario es muy frecuentado durante los meses de verano. El turismo y la pesca artesanal conforman las actividades de la economía local. Luego del terremoto, vinieron las olas del tsunami, las cuales destruyeron el 80% de la superficie del pueblo, dejando 1.343 viviendas destruidas. Las primeras semanas la población se instaló en carpas improvisadas en las colinas. La magnitud del daño posicionó a Dichato como símbolo mediático de la catástrofe en las costas chilenas.
En Dichato, las victimas que perdieron sus viviendas fueron repartidas por el gobierno en campamentos autorizados llamados aldeas. La aldea más grande y densa del país corresponde a nuestro terreno de estudio: al campamento El Molino de Dichato (Figura 1), con 2.850 personas viviendo en 519 mediaguas o viviendas de emergencia3.
Metodología
Esta investigación de terreno se realizó a partir de una metodología etnográfica que nos permitió la comprensión del cotidiano en el espacio público. El trabajo de terreno busca describir la realidad vivida y percibida del espacio público de los habitantes del campamento El Molino de Dichato. Nuestro trabajo en el campamento de Dichato consistió en construir un relato colectivo sobre la producción del espacio público después de la catástrofe; éste se construyó en dos etapas, una primera fase de impregnación (Grosjean e Thibaud, 2008) seguida de una segunda fase de observación y de realización de entrevistas individuales en profundidad y semidirectivas (Cefaï, 2003).
Dada la difícil situación vivida por los habitantes de este campamento, se estimó necesario ser prudente y cuidadoso en la construcción de nuestras preguntas y en la realización de las entrevistas. Algunos días de conversaciones informales sin dictáfono fueron necesarios para tomar conciencia de la delicada situación que las víctimas de esta catástrofe vivían y la necesidad que tenían de ser escuchadas, lo que nos llevó a ser considerados una persona de confianza, a pesar de nuestro estatuto de extranjero al pueblo. La observación en terreno nos informó de elementos concretos sobre la configuración y organización espacial, así como a las maneras de gestionar el espacio sensible, los ambientes del cotidiano, la frecuentación de los espacios, los ritmos de las prácticas, las actividades que ahí suceden, entre otros.
Los espacios públicos han sido analizados a través del espectro del modo de vida cotidiano de las víctimas, de sus maneras de percibirlos y de las trazas simbólicas de lo que se destruyó. Los espacios públicos políticos de Dichato fueron observados a diversas escalas y considerando los tipos de organización que espontáneamente se formaron en el campamento. Se analizaron por una parte los espacios de discusión pública y encuentro social organizados por los habitantes al interior del campamento. Por otra parte se analizaron los espacios públicos físicos del campamento, la organización de las prácticas cotidianas, de los usos en estos espacios y de la modificación de estos. Una tercera dimensión de análisis tiene relación con la participación de los habitantes del campamento y con sus experiencias en el espacio público nacional a través de la imagen o exposición pública, y de la capacidad de permear la esfera pública donde se toman las decisiones con respecto a la reconstrucción.
Resultados
Cuando una catástrofe transforma el espacio urbano y toca la esfera doméstica, la casa deviene el sujeto prioritario del proceso de restablecimiento de las condiciones normales de la ciudad y de la vida. El retorno de los servicios, las comunicaciones y la accesibilidad rutera es también prioritario para asegurar el apoyo y la ayuda a las víctimas. Enseguida y paralelamente, las primeras soluciones de hábitat definitivo emergen para realojar a las víctimas, posicionando la restructuración de los espacios privados como primera prioridad. Sin embargo, si bien el espacio público no es el tema primordial, de hecho, éste es raramente mencionado en el proceso de reconstrucción, pudimos constatar cómo se transforman inevitablemente las características de los espacios públicos tanto físicos como políticos. Esta nueva relación con los espacios públicos implica una reconstrucción física y espacial, pero también y sobre todo una reconfiguración social y ética de las comunidades al seno de estos espacios públicos. Una de las características que adquiere el espacio público en la post-catástrofe y que nos interesa profundizar es la permeabilización de sus fronteras con el espacio privado.
La investigación nos muestra cómo se tejen diversas manifestaciones de la dimensión privada sobre el espacio público. Estas manifestaciones son del orden de lo sensible y provienen de los comportamientos y de las interacciones sociales, de las experiencias sensoriales de los espacios habitados y de las experiencias de la memoria afectiva de los habitantes. El contenido de estos diferentes fenómenos desplaza muchas representaciones de lo sensible o de lo privativo hacia los espacios públicos.
Participación comunitaria
El limitado acceso de los habitantes a una participación vinculante sobre las decisiones que eran tomadas sobre el campamento y la reconstrucción del pueblo de Dichato llevó a que muchas de sus demandas, opiniones y observaciones con respecto a su calidad de vida en el campamento y al futuro de su ciudad no fueran escuchadas ni incorporadas en los planes de reconstrucción. El proceso de participación implicó un proceso paralelo desde la comunidad, que consistió en una serie de luchas de los habitantes a través de movilizaciones en el espacio público para lograr algunos acuerdos con el Gobierno. Paralelamente, en los espacios de encuentro del campamento, se producía la discusión de los problemas y se llegaba a acuerdos al interior de las organizaciones de vecinos. Estos espacios públicos locales lograban la generación de soluciones, de proyectos y la organización de las ayudas en un ambiente de discusión pública donde la camaradería, el conflicto y las emociones diversas eran parte del proceso. En nuestro caso de estudio, estos intercambios constituyen una reconstrucción paralela y sin conexión con la reconstrucción oficial del Gobierno de Chile. Así proyectos realizados a partir de estas reuniones entre vecinos lograron no sólo solucionar problemas económicos y materiales, sino también ser espacios de contención emocional y solidaridad entre vecinos, en un momento donde existía un problema real en la salud psicológica de las víctimas del tsunami.
Ejemplo de lo anterior es la iniciativa emprendida por un grupo de mujeres dentro del campamento. Este grupo se organizó y construyó un invernadero dentro del campamento El Molino de Dichato; el objetivo era económico, cultivar y vender verduras frescas, sin embargo, este espacio se transformó en un lugar de encuentro e identidad comunitaria. El trabajo y el tiempo invertido en la construcción, plantación y mantención del invernadero les ofreció un lugar a este grupo de mujeres para escucharse, llorar y compartir experiencias, transformándose en un espacio necesario y de importancia dentro de la comunidad (Figura 2).
Pudimos mostrar con el invernadero que éramos capaces y que podíamos salir de nuestras depresiones. Porque estábamos todas con depresión […]. Entonces, el trabajo nos dio la ocasión de encontrarnos, de reírnos… compartíamos las tareas… una mujer trabajaba el compost, la otra la tierra y en las pausas nos fumábamos un cigarro, nos reíamos y hablábamos de todo, como cada una vivió el tsunami y de todo lo que hemos vivido (Eliana).
Constatamos que la sensación de vulnerabilidad resentida por los habitantes reposa sobre la degradación en el cotidiano del total de experiencias sociales afectivas y sensoriales. Sin embargo, en una empresa reconstructiva, las acciones individuales y las prácticas colectivas participan a transformar esta degradación de su vida cotidiana. En el intercambio práctico con los otros se inicia el proceso de reconstrucción del poblado.
Exposición y visibilidad
Las primeras semanas después de la catástrofe, los habitantes de Dichato, al haber perdido todas sus pertenencias y viviendo en carpas improvisadas, se encuentran en una situación forzada de exposición de la intimidad, frente a la cual ellos van a intentar proteger sus esferas de lo íntimo para mantener su dignidad y su identidad frente a los otros. Sin embargo, es necesario hacer visible la situación de necesidad para ser asistidos y ser tomados en cuenta por las diferentes redes de solidaridad. Las primeras semanas siguiendo la catástrofe son las más difíciles de vivir, ya que los habitantes afectados se confrontan a la exposición total de su esfera íntima. Las ruinas producto del tsunami también dejaron al descubierto la intimidad de los hogares y los objetos personales quedaron esparcidos por el territorio devastado donde se encontraba el pueblo.
Una vez que el acceso a las zonas siniestradas es restablecido, la prensa desembarca en búsqueda de testimonios y de imágenes de la miseria de los sectores devastados y de sus víctimas. La situación de las victimas es ahora expuesta en la prensa escrita, en internet, en la radio y en la televisión. El conjunto del país se moviliza para apoyar a las zonas afectadas. La exposición pública del sufrimiento es propia de las situaciones de catástrofe. La ayuda humanitaria, así como los estudios de diversas índoles penetran también en la privacidad de los hogares en búsqueda de los relatos y la búsqueda de las necesidades de las familias. Cuando el ciudadano se transforma en víctima, debe hacer pública su situación social y económica.
Los habitantes entrevistados en el terreno manifiestan una sensación de abandono. La causa más citada es la falta de consideración de la experiencia vivida de la tragedia por los planes de emergencia del gobierno. Esta dificultad del espacio público oficial a aceptar la experiencia de la pérdida material, humana y simbólica se manifiesta en un plan de emergencia que se centra en una política de distribución de objetos y de reparaciones materiales, dejando lo íntimo como una experiencia marginal en el cuadro del espacio público oficial. Sin embargo, la fuerza humana de esta experiencia es confrontada a los límites impuestos por el espacio público desbordándolos.
La manifestación de un sujeto de orden íntimo puede desbordar sobre la esfera pública o espacio público político. Prácticas ligadas a la higiene, el consumo de drogas o alcohol, las sexualidades devienen asuntos de interés público cuando llaman la atención de la opinión pública o cuando las prácticas íntimas invaden los espacios públicos físicos entrando en conflicto con otras costumbres, prácticas o con la ley. Estas situaciones llevan a una readaptación espontánea de los límites de lo íntimo en los lugares públicos, creando un desplazamiento de los usos o la emergencia de nuevos códigos de convivencia.
Para Arendt, algunas experiencias son difíciles de hacer entrar a la esfera pública. Estas fuerzas de la vida íntima tienen una existencia vaga si no son transformadas y desinvidualizadas para poder aparecer en público (Arendt, 1958). Así las experiencias que no se pueden manifestar en el espacio público están privadas en cierta medida de un reconocimiento en tanto que elementos dotados de una realidad. Paperman, por su parte, constata el carácter subversivo de las experiencias afectivas, incluso cuando las sanciones sociales y la disposición a ajustarse a las reglas son considerables. Estas experiencias tienden a desbordar, enfrentar o resistir los marcos sociales que deben contenerlas (Paperman, 1992).
Estrategias de reconstrucción de los límites de lo privado
Además de la vulnerabilidad social producto de la pérdida de la vivienda, del trabajo y de los servicios públicos de la ciudad, los habitantes del campamento deben vivir en la precariedad de las viviendas de emergencia y en el medioambiente del campamento, los cuales conforman condiciones de vida difíciles que muchas veces transgreden los códigos de la intimidad que existían hasta el momento. La mediagua es una vivienda destinada a cada familia en situación de emergencia, sin distinción del número de personas que componen la familia. Posee una superficie útil de 18 m2 cerrada por cuatro paneles de madera revestidos de polietileno expandido por las caras exteriores. Tienen una mala aislación térmica y acústica. La prioridad de reconstruir la vivienda destruida por una catástrofe no busca solamente satisfacer una necesidad material, sino representa además la necesidad de constituir un hogar donde cada habitante cultiva una identidad que lo identifique a un lugar y por medio de la cual él se presenta a los otros. Esta necesidad de diferenciarse en una situación de campamento donde todos presentan las mismas condiciones de vida comienza a establecerse desde el día uno, llevando a los habitantes a marcar los lugares y las ruinas que eran de su propiedad, así como a arreglar sus viviendas de emergencia para apropiárselas y constituir una fachada y una relación particular hacia el espacio público del campamento (Figura 3). Se produce así una reconstrucción simbólica de los límites del espacio público.
La precariedad cotidiana en el campamento modifica sutilmente la relación de los habitantes con los límites de su privacidad. La falta de servicios en el interior de las viviendas genera una extensión de las prácticas privadas hacia el espacio público. El agua debe ser obtenida desde contenedores que se emplazan en el espacio común del campamento. Lo mismo con los baños, duchas y lavaderos públicos (Figura 4). Esta situación es más difícil en el caso de personas de edad, niños pequeños o personas con movilidad reducida.
En el campamento de emergencia, la estrechez y la precariedad de los espacios privativos ocasionan una propagación de lo íntimo fuera de la vivienda y su exposición en el corazón de los espacios públicos físicos.
Los contenedores donde se encuentran los baños y duchas están en algunos casos tan alejados de las viviendas que ir a ellos durante la noche se transforma en un problema, principalmente por el frío y el miedo que les provoca a los niños y mujeres caminar en espacios públicos solos y mal iluminados. Los habitantes recurren a una bacinica que vacían por las mañanas en los baños públicos. La manera de caminar en dirección de los baños públicos esté codificada por los habitantes. Una de las mujeres del campamento nos habla de esta “caminata íntima” como ella la ha llamado:
Cuando tú quieres ir al baño a las cuatro de la mañana, tu usas la bacinica, porque no vas a salir a las cuatro de la mañana. Entonces en la mañana cuando llevas tu bacinica a los baños para vaciarla, tu pasas donde está Pedro, Juan y Diego, y todos van a saludarte y tu estás con tu bacinica… entonces yo me di cuenta de la importancia de la mirada en ese momento. Si tu caminas mirando directo a los baños, nadie te va a interrumpir, incluso si te cruzas a tu vecina que quiere saludarte. Cuando tu vienes de vuelta, entonces ahí te saludan […] es casi lógico, como instintivo […] y así son todas las mañanas, al momento de tu primera salida hacia los baños. Así el hecho de caminar mirando los baños, esa actitud fija permite a los otros de saber… y los otros desaparecen y no te interrumpen. ¿Por qué? Porque es la sola intimidad que tienes, el ir a los baños. Es la caminata íntima (Claudia).
La vida en esas condiciones impuestas después de la catástrofe ha suscitado a la vez solidaridad y dificultades entre vecinos. En el campamento El Molino de Dichato, los habitantes se han tenido que acomodar a nuevos vecinos y resignarse a menos de distancia acústica y física entre su vida privada y la de los otros. La vida privada al interior de las viviendas de emergencia se ve expuesta a los otros por la mala calidad de las construcciones y proximidad entre viviendas.
Todo el mundo sabe los rituales de higiene de los otros, también sabe si alguien está o no está. Los problemas de cada familia se sociabilizan entre los vecinos, apoyándose unos a otros. La cercanía hace inevitable la implicación. La vida en el campamento incluye el compartir actividades comunes. Las rutinas propias a cada hogar se ven confrontadas a las rutinas de otros hogares. La reserva de agua y los lavaderos son lugares de encuentro en el contexto de la ejecución de tareas domésticas.
El lavadero es un tema en sí mismo. Acá son las mismas mujeres las que lavan la loza a las mismas horas. Son las mujeres que lavan la loza, siempre las mismas, se conocen ya entre ellas y se acompañan. Se encuentran en los lavaderos (Claudia).
El uso de los servicios básicos y la expansión de las actividades domésticas hacia el exterior implican la irrupción de las prácticas íntimas en el corazón de los espacios públicos. A través de la creación de límites físicos y simbólicos y la elaboración de tácticas, los usuarios liberan un espacio al interior del espacio público para desarrollar sus prácticas privadas. Se puede observar como lo privado atraviesa la esfera pública como una fisura que no logra anular el carácter público del espacio por donde pasa. Esta fisura corresponde a un tipo de apropiación más simbólica. Las modalidades de apropiación de los individuos configuran el espacio por las significaciones que le dan a cada lugar y por la “materialidad” de sus usos que puede ser conformada, por ejemplo, por la frecuentación, el desplazamiento o la evasión (Semmoud, 2007).
Estos procesos de significación se manifiestan sutilmente a través de las prácticas y la palabra. Entonces no hablamos aquí de una privatización que anula el carácter público, sino más bien de una familiarización del espacio, una aceptación de la incorporación de aspectos privativos bajo ciertas reglas sociales y en relación a ciertas situaciones particulares. Para eso los usuarios del espacio público utilizan estrategias en sus acciones permitiéndoles continuar sus prácticas sin entrar en conflicto con otras prácticas que se desarrollan en el mismo espacio. En el lenguaje de Goffman, lo privado puede así mantenerse en los pasillos. El pasillo es una zona de retiro maleable, permeable y modificable por los comportamientos y usos, donde la actitud del individuo puede incluso ser contradictoria a la que tiene fuera del pasillo (Goffman, 1973a). En Dichato, los recorridos de los habitantes entre sus casas y los baños son ejemplos de cómo un espacio se transforma en pasillo a través de un código social para permitir una caminata íntima en medio de un espacio público. El mismo fenómeno opera de manera más sutil con otras prácticas de la esfera privada como lavar, tender la ropa, lavar la loza o tomar una ducha, que debido a las condiciones materiales del campamento de emergencia se exponen fuera de la esfera privada.
El espacio público de los usuarios se organiza y se regula en gran parte a través de códigos; comportamientos diversos son tolerados en un orden implícito propio a cada espacio. En efecto, la emergencia de lo íntimo en el espacio es testimonio de la confianza de los usuarios frente a los acuerdos sociales establecidos entre ellos. Los códigos culturales relativos a las distancias a preservar entre dos individuos se exponen en la copresencia para mantener un respeto de la esfera íntima del otro. Sin embargo, el espacio público, por esta misma copresencia, implica también el riesgo de ver algunos aspectos de la vida íntima expuestos. Signos, comportamientos o marcas pueden ser empleadas para mostrar los límites a los otros. Los espacios reducidos entre las viviendas de emergencia y la precariedad de sus muros exteriores son condiciones físicas que reducen las distancias entre las esferas íntimas y personales de los habitantes y el espacio público del campamento estudiado. A partir de esta nueva configuración de las esferas y sus relaciones, los habitantes inventan nuevos códigos de comportamiento en el espacio público.
Conclusiones
La red de espacios públicos en una situación de emergencia luego de un desastre socionatural constituye un recurso para sobreponerse a la catástrofe, y las acciones de perforación y modificación de sus límites constituyen resiliencia frente a la nueva situación. Los espacios responden a la necesidad de acceso, de contacto y de intercambio.
Se puede decir que los espacios públicos estudiados en el campamento El Molino son contenedores de experiencias sensibles y constituyen una acogida a lo imprevisto, una hospitalidad del otro y de su privacidad. El espacio público permite la posibilidad de acceso al otro, a la palabra del otro, a la escucha del otro o simplemente a la mirada del otro. La importancia de esta dimensión privada y sensible que se afirma en el espacio público puede ser sintetizada en la figura de la hospitalidad, dicho de otra manera, en la disposición del espacio de acoger a otro, una hospitalidad que no se da en todo lugar (Giannini, 2004). Amphoux hablará de un espacio-tiempo público que podría ser definido como una situación social que autoriza la sensibilidad del Otro (Amphoux, 2003). La solidaridad es una de las primeras manifestaciones humanitarias propias a los espacios públicos, gracias a la interacción de ayuda y apoyo inherentes a la copresencia. La contención emocional que se busca en los otros, en el encuentro y en la comunicación es un valor clave para iniciar el proceso de restablecimiento frente a una situación de emergencia.
Las emociones juegan un rol central en la significación de los espacios públicos; ellas determinan el grado de identificación y apego de los habitantes con el lugar. En nuestro caso de estudio, los habitantes se confrontan a su ciudad devastada y a todas las emociones de tristeza y nostalgia que esa experiencia suscita. Además, deben habituarse a las nuevas rutinas y a los nuevos ambientes sensibles en su cotidiano. Los ruidos, los olores, las imágenes urbanas y los paseos cotidianos deben reasimilarse. Por otra parte, las trazas visibles del desastre en los espacios públicos son testigos de los acontecimientos y contienen la memoria del lugar.
Podemos concluir que la necesidad de redefinir y conceptualizar este límite entre lo público y lo privado no obedece sólo a la necesidad de amortiguación entre uno y otro, sino a una posibilidad de abrir y cerrar la frontera cuantas veces la sociedad y los usuarios lo requieran, una permeabilidad que da humanidad a un espacio que en otras épocas y sociedades es excluyente. Comprobamos la existencia de este espesor activo y necesario entre el espacio público y el espacio privado, el cual se exacerba en momentos de crisis social donde el espacio público deberá incorporar demandas que provienen de la esfera privada, y dónde la esfera privada se ve disminuida en calidad de espacios.
A partir de un análisis de las prácticas y representaciones del espacio en el campamento El Molino de Dichato, se puede observar como lo privado resignifica el espacio público a través de acciones de simbolización y marca, cambio de usos de los espacios, reinvención de los códigos de sociabilidad y de reserva de lo privado, exposición de la vulnerabilidad de la esfera privada y de estrategias de adaptación del espacio público y de las viviendas.
Podemos concluir del terreno la forma en que lo privado y lo público se interpenetran en esta situación de post-desastre. Como en estos casos el espacio público es un espacio de exposición de los problemas privados, y a su vez lo público irrumpe en lo privado con la acción del Estado en todas las áreas de la vida doméstica. Como la comunidad se conforma y fortalece a través del desplazamiento de acciones del espacio privado al espacio público, ya que es en este espacio de encuentro y copresencia donde se manifiestan la solidaridad, la contención emocional y el auxilio entre privados. Este desplazamiento o perforación de los límites es posible gracias a la capacidad de la sociedad de readaptar sus comportamientos en los espacios públicos en función de los otros. En estas situaciones, el espacio físico se flexibiliza y acepta manifestaciones emotivas de los usuarios, así como un desplazamiento y un ajuste de fronteras con el espacio privado.
El análisis de los aspectos de lo privado y de lo íntimo – que se expresan en el espacio público – nos recuerda la dimensión ética de éste, tanto a nivel físico como político. Lo íntimo propone al espacio público la aceptación de un espacio hospitalario, identitario y memorial, la aceptación de la presencia de lo sagrado y espacio de contención emocional.
Del mismo modo la ciudad también puede aceptar más o menos bien prácticas domésticas e íntimas en sus veredas, parques y plazas. Acciones como cocinar, dormir, comer o manifestaciones del amor son llevadas a la esfera pública por necesidad o bien por opción. Los límites de qué es considerada una práctica privada que debe ser resguardada de la mirada pública varían de cultura en cultura y de generación en generación. De la misma manera como el debate público y la política han ido aceptando e incorporando aspectos que antiguamente no eran considerados asuntos públicos y quedaban velados en la esfera privada. Los intereses de diversos movimientos sociales que alimentan los debates son nutridos por sensibilidades, relatos y memorias que no pueden estar desafectados de la emocionalidad, y esto no puede quedar marginado de la participación ciudadana cuando se está elaborando un proyecto urbano, sobre todo cuando se trata de un proceso de reconstrucción frente a un desastre natural que también – sea dicho de paso – es un desastre social.
Referencias
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Notas