Resumen: Las ciudades de América Latina y el Caribe comparten una historia común de influencia de ideas urbanas externas. Estas ideas, consideradas vanguardistas o pioneras, en la mayor parte de los casos fueron concebidas desde la experiencia europea y norteamericana, y aplicadas incluso de manera simultánea en varias ciudades a lo largo de la región. Adrián Gorelik, Arturo Almandoz, Alicia Novick y Guillermo Jajamovich son los autores cuyos trabajos han sido tomados para comenzar a construir una referencia bibliográfica con capacidad de orientar el estudio de la circulación de ideas urbanas en la región.
Palabras clave:historia urbanahistoria urbana, sociedad del conocimiento sociedad del conocimiento, urbanismo urbanismo.
Abstract: Latin American and Caribbean cities share a common history regarding the influence of foreign urban ideas. These ideas, categorized as pioneering or avant-garde, in most cases were conceived in relation to European and North American experiences, and implemented even simultaneously in several cities across the region. Adrián Gorelik, Arturo Almandoz, Alicia Novick and Guillermo Jajamovich, are the authors whose works have been selected to build a bibliographic reference able to guide the flow of urban ideas studies in the region.
Keywords: urban history, knowledge society, urbanism.
Tribuna
Revisión bibliográfica sobre la circulación de ideas urbanas en América Latina y el Caribe1
En las principales ciudades de América Latina y el Caribe (alyc), las tramas, el paisaje urbano, el uso de suelo, las figuras o instrumentos de planeamiento, las estructuras de gestión, los sistemas normativos e incluso la enseñanza, han sido definidos en medio de una continua dinámica de influencia urbana externa. Esta realidad ha generado gran diversidad de análisis y críticas, que abarcan desde sus potencialidades, hasta su cuestionamiento según determinadas líneas de pensamiento (modernista, identitaria, progresista o culturalistas). Eduardo Devés Valdés (1997) analizó cómo el pensamiento modernizador (exógeno) ha sido acentuado en algunos momentos, como 1850, 1890, 1940, 1985, mientras el identitario (endógeno) lo ha sido en otros, como 1865, 1910, 1965, en una dinámica casi cíclica. Pero (1) ¿para qué estudiar esta dinámica? y (2) ¿por dónde empezar?
(1) Actualmente, el incremento de los circuitos de transferencia de ideas urbanas bajo una lógica de diseminación podría derivar en la implementación acrítica de herramientas consideradas vanguardistas, bajo una falsa premisa de modernización. (2) Para comprender esta dinámica y su evolución, el estudio de las herramientas, adaptación y resultados debe contemplar el contexto de aplicación –local, nacional e incluso internacional–, involucrando otras líneas de pensamiento que coadyuvaron en dicho proceso. Construir una bibliografía de referencia para dibujar esta dinámica con nitidez, es un primer paso para responder ambas preguntas con mayor profundidad, entendiendo que su abordaje demanda una visión sistémica.
Para construir esta referencia bibliográfica se realizó un primer acercamiento a través de autores clave que mostraron los procesos que daban cuenta de la dinámica de estudio. Los principales fueron Adrián Gorelik y Arturo Almandoz, cuyos trabajos han mostrado diversos momentos de la influencia urbana externa, revelando la complejidad disciplinar de la dinámica. Por su parte, Alicia Novick (2009) y Guillermo Jajamovich (2013) han realizado dos estudios excelentemente documentados que ampliaron la investigación, con ilustrativos ejemplos de su evolución, así como su aplicación en una experiencia concreta en Argentina. A partir de sus revisiones historicistas y análisis más críticos, se revisaron varios de los trabajos citados por estos autores. Se incluyeron, entonces, otras disciplinas que dieron cuenta de esta dinámica, cuyas aportaciones fueron consideradas en la construcción de una visión más amplia del tema en cuestión. La información bibliográfica resultante ha sido resumida en siete periodos: (1) Inicios siglo xx, como un capítulo introductorio; (2) 1920-1950; (3) 1950-1970; (4) 1970-1980; (5) 1980-1990; (6) 1990-2000; y (7) 2000-2010.
Adrián Gorelik: Analizó cómo fue pensada la ciudad y cuáles características de ese pensamiento impactaron las transformaciones urbanas latinoamericanas. Observó la ciudad latinoamericana como “el producto más genuino de la modernidad occidental, (…) un producto creado como una máquina para inventar la modernidad, extenderla y reproducirla: es un artefacto ideológico de la modernidad” (2002a, s/p). También analizó los discursos dependentistas, planteando un debate historiográfico desde la perspectiva transnacional, para comprender la raíz de la búsqueda de la modernidad desde el espejo, reflejo o irradiación de otras realidades.
Arturo Almandoz: Estudió los paradigmas de la historiografía urbana latinoamericana desde las escuelas de pensamiento que se consolidaron. Mostró cómo se ha incorporado en la agenda hispanoamericana la transferencia de ideas urbanísticas desde los trabajos de Romero, Rama, Hardoy, Castells, Lewis Mumford, Bradford, Morse, Randle, Gutiérrez Solano, Cardoso y Faletto, Rofman, entre otros, demostrando las potencialidades de un tema incrustado en la historiografía urbana latinoamericana.
Alicia Novick: Mostró cómo a finales del siglo xx se diversificaron los términos utilizados para definir la circulación de ideas urbanas en alyc. Términos como “transferencia”, “préstamos”, “exportación-importación”, “traducción”, “retrotransferencia”, “circulación” o “diseminación”, evidenciaron la diversidad de formatos y métodos de la dinámica. Novick también analizó la complejidad de los procesos de recepción, donde a menudo se altera la idea base como evidencia de apropiación, aunque con consecuencias imprevistas.
Guillermo Jajamovich: Puso en relieve otra interesante arista de esta dinámica: la identificación de actores involucrados y sus fricciones, donde confluyen ideas no solo desde organismos internacionales, también desde contextos nacionales de países del Primer Mundo, en su interés por posicionarse en el campo disciplinar a nivel internacional. En ese marco de disputas y/o conflicto de intereses, el autor muestra algunos factores que posibilitan la expansión de las diversas redes de técnicos y profesionales.
Paradigmas: independencias –del modelo colonial al modelo republicano–, reestructuración económica, modelo higienista haussmanniano, del urbanismo francés al Urban Planning inglés.
A modo de introducción general, desde que los países de alyc obtuvieron sus independencias –estando en la disposición de autodeterminar su futuro, incluyendo el de sus ciudades–, se tenía como referente los países más industrializados como modelos del desarrollo. De los inicios del siglo xx se recogen documentos que analizaban la dinámica de transferencia de modelos urbanos externos, como el caso de La higiene aplicada a la construcción de las ciudades (1909-1910), de Ricardo Larraín Bravo, sobre el debate sanitario que influenciaría las siguientes propuestas urbanas en las capitales latinoamericanas. El historiador, ensayista y letrado argentino José Luis Romero (1965), considerado uno de los grandes humanistas argentinos de mediados del siglo xx, en el libro Latinoamérica, las ciudades y las ideas analizó la época de la nueva “burguesía criolla ilustrada” que, después de los procesos de independencia de cada país, había hecho de las ciudades espacios de representación elitista, importando la estética formal europea y estadounidense. La mayoría de los proyectos urbanos de este período estaban basados en el Urbanismo Académico de la École des Beaux-Arts, École Polytechnique y luego del Instituto de Urbanismo de la Universidad de París, aunque a partir de 1930 el planning anglosajón tomaba fuerza (Almandoz, 2002, 2007; Gutiérrez, 1995; Lezama, 2006; Pavez, 1992; Sánchez Ruiz, 2002). Horacio Capel (2003) explicó de qué forma, desde finales del siglo xix e inicios del xx, los vínculos profesionales comenzaron a consolidar las bases de los procesos de influencia urbana, comprendidas entonces desde las “funciones urbanas” sobre la relación campo-ciudad.
Paradigmas: teoría del Estado del Bienestar de Keynes, Urban Planning, funcionalismo, Movimiento Moderno, entrada de la Planificación Holística de Ingeniería Social, grandes planes urbanos.
Importantes figuras de los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (ciam) trabajaron en largas estancias para gobiernos nacionales, bajo la teoría del Estado del Bienestar (Ascher, 2004; Bueno & Bueno, 1941; Fraser, 2000; Gutiérrez, 1992; Luque Valdivia, 2004; Mattos, 2004; Mogollón, 2004; Pérez Oyarzún, 1991). Para 1940, el antropólogo Fernando Ortiz Fernández (1983) acuñó el término “transculturación”, utilizado para sostener la circulación internacional de ideas; defendió la imposibilidad de repetir exactamente una componente cultural dentro de otra cultura (analizando el caso de Cuba). Posteriormente, la Escuela de Chicago postuló “la hipótesis metropolitana como problema de dominación ecológica” (Bogue, 1949/1974, citado por Capel, 2003, p. 32) que, desde el símil de la ecología, indicaba que naturalmente existen organismos de dominación y dominados. El arquitecto, historiador, intelectual y académico norteamericano Richard Morse, considerado una de las figuras más importantes sobre cultura latinoamericana, en 1957 estudió el paso de las estructuras coloniales hacia la modernización de un incipiente orden industrial, como “arenas culturales”, “periferias creativas” o “cultura de mezcla”. Cuestionó la noción centro-periferia, apuntando que la modernización fue una dinámica abierta donde se añadieron elementos singulares (locales) que generaron nuevos resultados. Para esta época, Pierre Bourdieu (2002) señaló que “le fait que les textes circulent sans leur contexte (…) est générateur de formidables malentendus”, refiriéndose a los requisitos y/o limitaciones sociales de la circulación de ideas. Analizando las comunicaciones intelectuales entre Francia y Alemania después de la Segunda Guerra Mundial, observó dos retos fundamentales: “el contexto de recepción” y “las estrategias de poder” que subyacen en el acto de traducción (Novick, 2009). Bourdieu proponía “problematizar” la cuestión mediante la creación de un campo de investigación, en vez de reducirla a la simple dependencia cultural (Jajamovich, 2013).
Paradigmas: Guerra Fría, teorías del desarrollo, polos de desarrollo, teoría de la dependencia, continúa el Movimiento Moderno, incremento de la Planificación Holística de Ingeniería Social.
En este escenario, Leopoldo Zea (1953) analizó las posturas que defendían lo oportuno de independizarse de “la corrompida cultura occidental” e iniciar una cultura que pueda llamarse propia, aunque desde el reflejo de Norteamérica y no desde Europa. Mientras, el economista británico (1915-1990) y premio Nobel de Economía Arthur Lewis, en 1955 introducía la definición de “modelo económico dual”, enfatizando en 1961 y 1979 que la región era objeto de una “exudación cultural y monopolio de creatividad” como base de un proceso de globalización, que necesita las carencias de regiones posindustriales para ser justificado. Jorge Enrique Hardoy, arquitecto, máster en Planificación Urbana y Regional y Ph.D, Universidad de Harvard, junto a Richard P. Schaedel y Richard Morse, entre otros, desde 1966 hasta los años ochenta se interesaron en los cambios disciplinares que supondría el acelerado proceso de urbanización en alyc –entre los cuarenta y los setenta– e iniciaron los simposios llamados El proceso de urbanización de América Latina desde sus orígenes hasta nuestros días, en el marco de la celebración de los Congresos Internacionales de Americanistas (ICA, siglas en inglés). Para esta época, John Friedman (1968) afirmó que el futuro de América Latina hasta cierto punto era susceptible de elegirse deliberadamente desde otras arenas (Gorelik, 2008). Por tanto, en medio de los procesos de intercambio entre prestigiosos especialistas europeos y estadounidenses, surgió con fuerza la hipótesis de la “subordinación cultural”. Mientras, Celso Furtado, doctor en Derecho brasileño, uno de los principales economistas y pensadores sociales de Latinoamérica, propuesto en 2003 para el Nobel por la Asociación de Economistas Latinoamericanos, en 1969 introdujo por primera vez el término “dualismo estructural”, analizando los sistemas económicos integrados por un sector “moderno” con una predominante representación de capital extranjero vinculado al sector exportador, y un sector “atrasado” con una predominante representación de actividades locales artesanales de baja productividad.
Paradigmas: neoliberalismo, sistemas mundiales, límites del crecimiento, planificación del desarrollo, regionalización.
Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano (1971) mostró cómo la división internacional del trabajo básicamente consistía en unos países que se “especializan en ganar y otros en perder”. Bajo esa máxima, alyc se especializó en perder desde la colonización hasta entonces: “la región sigue trabajando de sirvienta” al servicio de necesidades ajenas, señaló. Enrique Browne y Guillermo Geisse (1971) analizaron que muchos planificadores urbano-regionales de la época eligieron un rol de “neutralidad aceptada” o “marginación voluntaria”, situación en que, asumiendo una suerte de “subordinación cultural”, importaban modelos vanguardistas que les permitieran una legitimación profesional externa. Marcos Kaplan (1972) explicaba la naturaleza de la dependencia desde el dualismo estructural (de Celso Furtado), las relaciones económicas internacionales, así como las estructuras sociales, culturales y políticas urbanas. Definió la dependencia como una relación que implica “dos órdenes de fuerzas, de formas y de dinámicas” que interactúan de forma permanente y desigual. En 1973, Manuel Castells –junto a Paul Singer, Lelio Mármora, Milton Santos, Jacqueline Weisslitz, Aníbal Quijano, Ramiro Cardona, Humberto Muñoz, Orlandina de Oliveira, Claudio Stern, Fernando H. Cardoso, Cándido P. Ferreira de Camargo, Lucio Kowarick, Martha Schteingart, Horacio Torres, Enrique Browne C. Guillermo Geisse G. Gabriel Pumarino, Rosemond Cheetham, Franz Vanderschueren, el Centro Interdisciplinario de Desarrollo Urbano y Regional (cidu), Jorge E. Hardoy, Oscar A. Moreno y Patricio Vélez– presentó Imperialismo y urbanización en América Latina, mostrando cómo conversan las influencias externas con los tomadores de decisiones y estos últimos con el contexto local. Abordó la urbanización dependiente, la acumulación primitiva, el capitalismo competitivo y el capitalismo monopolista-imperialismo. Aníbal Pinto (1973) profundizó en el “dualismo estructural” de Furtado, estableciendo la “heterogeneidad estructural”, donde la ciudad era producto de esas dualidades. Roberto Schwarz (1992) transportó al ámbito de la cultura las premisas de la teoría de la dependencia con “As idéias fora do lugar”, refutando la creencia de que bastaría que alyc rompiera con los “ropajes extranjeros” para encontrar la “verdadera esencia interior” (Paltti, 2002). Mientas este dilema teórico se sucedía, Roberto Matthews y Takeo Kuroko (1973) advertían sobre la baja capacidad creativa en alyc para lograr una mayor eficiencia en la transferencia de conocimientos tecnológicos. Incluso la Iglesia católica era permeada desde la Teología de la Liberación en esta dinámica, al señalarse que “la modernidad occidental había descubierto los medios para lograr el desarrollo económico, político y social de los pueblos, como se podía ver en el Norte” (Silva, 2009, p. 94).
Paradigmas: nuevo orden económico internacional, globalización, década perdida, teorías del desarrollo humano, entrada del marketing urbano y la planificación estratégica urbana, modernización del Estado e inicio de la descentralización del Estado en alyc.
El crítico uruguayo, catedrático influyente en la academia norteamericana, Ángel Rama, influenciado por la obra de José Luis Romero (años sesenta), abordó la dimensión continental latinoamericana y las influencias culturales foráneas utilizando la noción de “transculturación”. Mostró cómo paulatinamente se gestaba un pensamiento nuevo por encima de la simple recepción de ideas exógenas, y ello a partir de una conexión histórica que fusiona ideas creando un elemento nuevo nutrido de varias fuentes. Jorge Francisco Liernur (1986) afirmó: “La solución de esta disputa –en la que se identifican parcialmente las distintas fuerzas socioculturales actuantes en sede periférica– radica, entre otras razones, en la capacidad de tales fuerzas de transformar su parcialidad cultural de origen externo en sentido común interno. En esta vinculación hay producción, creación de algo que previamente no existía” (p. 62). Roberto Schwarz (1986) también reconocía el reduccionismo del dependentismo y la unilateralidad de los planteamientos centro-periferia. Analizando el contexto cultural brasileño, exponía que “la idea de copia discutida aquí opone lo nacional a lo extranjero y lo original a lo imitado, oposiciones que son irreales y no permiten ver la parte de lo extranjero en lo propio, la parte de lo imitado en lo original, y también la parte original en lo imitado” (p. 22). Jorge Enrique Hardoy (1988) volvía a revisar la historiografía urbana de la región con nuevos términos, como “urbanismo finisecular”, “modernidad apropiada” o “modernidad adaptada”. El autor destacó algunos puntos de encuentro entre las posiciones progresistas y las culturalistas.
Paradigmas: reestructuración económica en alyc (Consenso de Washington), Índice de Desarrollo Humano, teoría del desarrollo a escala humana, gobernabilidad; se consolidan el New Public Management, City Marketing y la Planificación Estratégica Urbana.
Para los años noventa, Néstor García Canclini, con su trabajo Culturas híbridas (1997), explicó la hibridez constitutiva de la multiculturalidad en grandes ciudades de alyc, en un momento en que el concepto de globalización estaba en pleno auge, explicando los llamados Sistemas Mundiales. Mientras, Anthony King (1990), con Global Cities, hizo un paralelismo entre globalización-colonización desde el análisis histórico de ambos procesos y cómo en los años noventa se establecieron los criterios que posicionaban ciudades globalmente (Almandoz, 2008b). Mike Savage y Alan Warde (1993) publicaron Urban Sociology, Capitalism and Modernism, donde discutían sobre los desequilibrios de la división internacional del trabajo, las repercusiones de la desindustrialización del Primer Mundo desplazándola al Tercero, cuyas ciudades fueron el escenario de las tensiones culturales de la modernidad. Mark T. Berger (1995) publicó Under Northern Eyes. Latin American Studies and United States Hegemony in the Americas, 1898-1990, sobre el desarrollo intelectual de los Estados Unidos y su influencia en Latinoamérica, a partir de los estudios de Antonio Gramsci sobre las teorías de la modernización, la dependencia y los Sistemas Mundiales. Peter Hall (1996) escribió Ciudades del mañana. Historia del urbanismo del siglo xx, mostrando que uno de los principales factores de esta dinámica residía en la circulación de ideas mediante una lógica de diseminación multicanal. En 1995, en tanto, Christiane Crasemann Collins observó la retrotransferencia que se daba en este proceso, donde los expertos internacionales también recibían del contexto aprendizajes que influían en su concepción disciplinar (Novick, 2009). Luiz Cesar de Queiroz Ribeiro y Robert Moses Pechman (1996) recogieron los trabajos del seminario Origens das Políticas Urbanas Modernas: Europa, América Latina, Empréstimos e Traduções (1994), que describían la llegada de profesionales e instituciones extranjeras que participaban en la implementación de ideas urbanas en ciudades brasileñas; utilizaron términos como “transferencias, préstamos y traducciones” para evidenciar una dinámica capaz de generar algo nuevo (Fernandes, 1998). Para 1997, Néstor García Canclini publicó “Culturas híbridas y estrategias comunicacionales”, donde se preguntaba “qué utilidad puede tener la noción de hibridación al aproximarnos al fin de siglo y en medio de la radical recomposición de los mercados y las fronteras culturales”. La hibridación cobraba sentido en una constelación de conceptos como “modernidad-modernización-modernismo, diferencia-desigualdad, heterogeneidad multitemporal, reconversión”. Alonso de Toro (1999), en sus estudios para ubicar la “teoría de la cultura” dentro y fuera de Latinoamérica, alude al “sincretismo” como un estado, y a la “heterogeneidad” e “hibridez” como estrategia, analizando la imitación-apropiación-reapropiación sobre el vínculo cultural centro-periferia como un “logocentrismo europeo-occidental”.
Paradigmas: neoestructuralismo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (cepal), sostenibilidad (paradoja de Jevons, capitalismo verde, etcétera), urbanismo ecológico, cambio climático, gobernabilidad, de la planificación estratégica urbana al pensamiento estratégico; surgen los Policy Transfer Studies.
Silviano Santiago (2000), con su obra El entrelugar del discurso latinoamericano, sitúa la periferia en el centro, invirtiendo el diagnóstico que le asigna el papel de copia degradada del original. Describe la interacción entre dos civilizaciones ajenas entre sí, cuyo primer encuentro se enmarca en la ignorancia mutua, donde una se impone sobre otra renombrándola, reestructurándola y redefiniéndola, pero en un proceso bidireccional. Joe Nasr y Mercedes Volait (2003) analizaron la influencia del urbanismo europeo y estadounidense en otras ciudades del mundo, donde la transferencia puede ser coercitiva o voluntaria, dependiendo de las circunstancias (Novick, 2009). Roberto Monteiro de Andrade (2004) utilizó el término “resonancia” para nombrar la circulación de las ideas a través de la diseminación. Dichas resonancias aluden a una diseminación difusa, como mostró Jean-Louis Cohen en 1995 o Angotti Salgueiro en 2004 (Novick, 2009, p. 11). Gilbert M. Joseph (2005) abordó el viaje de ida y vuelta en la cultura latinoamericana en su relación con los Estados Unidos, entendiendo que más que una transferencia unidireccional de estilos de vida y pensamiento, se generaba una nueva cultura trasnacional. Jordi Borja (2007) abordó el flujo internacional de la circulación de ideas urbanas desde las llamadas ciudades globales, donde se descontextualiza la “ciudad” relegada por la “urbanización”, mermando la importancia de los hechos políticos, económicos, sociales, culturales y físicos que le dan sentido. Emilio José Luque Azcona (2008), en su trabajo “Globalización y ciudad: la reinvención de espacios urbanos en América Latina”, analizó algunos efectos de la globalización –como fenómeno– en las ciudades de alyc, observando los grandes proyectos dirigidos por gobiernos locales para atraer inversiones mediante el city marketing norteamericano y europeo, a pesar de sus dificultades estructurales. Guillermo Fuentes, M.ª Cecilia Güemes y Carolina Isaza (2009) también analizaron la copia acrítica de herramientas vanguardistas externas, que, amparándose en la democratización y modernización del Estado, hicieron las administraciones públicas locales de alyc.
En 2014, Alonso de Toro, con su trabajo “Hacia una teoría de la cultura de la hibridez como sistema científico transrelacional, transversal y transmedial”, profundiza desde el plano cultural en la “transculturalidad”, indicando que no implica la pérdida de lo propio o la homogenización de la cultura. Víctor Delgadillo, también en 2014 con su trabajo “Urbanismo a la carta: teorías, políticas, programas y otras recetas urbanas para ciudades latinoamericanas”, observa un proceso de “exudación cultural y monopolio de creatividad” (como explicó Lewis en 1961 y 1979), señalando cómo una serie de ideas urbanas externas circularon de manera acrítica como un menú –“recetas probadas”– por las ciudades latinoamericanas.
A pesar de que la hibridez cultural es evidente, persiste un vacío en reconocer que las culturas implicadas tienen pesos dispares en el campo disciplinar en cuestión. Una muestra de esto está en los resultados de los primeros planes estratégicos transferidos desde la experiencia de Barcelona. Estos planes no fueron permeados suficientemente por los condicionantes locales correspondientes; más bien, reflejaron que dentro del indudable mestizaje cultural, prevaleció una valoración mayor de los nuevos elementos de procedencia externa. Entre los trabajos de Toro y de Delgadillo –así como en otros de las etapas anteriores– hay una evidente inconsistencia, que no necesariamente es el fruto de una contradicción; es posible que la falta de estudios vinculados a ambas disciplinas genere tal ambigüedad.
Tal y como se observa en la figura 1, algunos autores han estudiado las ciudades de América Latina y el Caribe desde la influencia de modelos urbanos externos; otros lo han hecho registrando la heterogeneidad e interculturalidad de las ciudades de la región, evidenciada en este proceso de interacción con Europa y Estados Unidos de manera histórica. Sus puntos de vista no siempre han sido una constante discursiva, aunque sí se puede apreciar cómo dos discursos diferenciados se entremezclan frecuentemente: (1) la búsqueda permanente de la modernidad en el espejo, reflejo o irradiación de otros contextos: “la dependencia”; y (2) la búsqueda de la identidad como explicación a ese constante lazo con otras latitudes: “la hibridez cultural”.
Para orientar el estudio de la circulación de ideas urbanas en alyc, es recomendable considerar de partida tres retos, dos de ellos probablemente con potencial para estudiarse de forma objetiva a través de técnicas o métodos parametrizados; y uno empírico que se podría interpretar como subjetivo, pero que se reitera en varios estudios consultados. En una experiencia concreta de circulación de ideas urbanas es necesario:
Establecer las variables que responden a la hibridez cultural de la región: por ejemplo, en las tendencias de cambio en los usos, significados, apropiaciones, redefiniciones, etcétera, de la ciudad y sus diversos espacios.
Por último (reto subjetivo, expuesto a la interpretación de cada lector en su contexto), partir desde un posicionamiento crítico, que supere la “neutralidad aceptada” o “marginación voluntaria”, bajo una “subordinación cultural” (Browne & Geisse, 1971). Este último punto es crucial, puesto que no es deseable ser (o sentirse) objeto de un proceso de subordinación cultural; pero, según la insistencia de los documentos revisados, pareciera que es fácil caer en la justificación de una variable que técnicamente obedece a un estado de dependencia a través de la hibridez cultural, para ocultar que efectivamente hay una subordinación cultural.
Es necesario continuar documentando, analizando y parametrizando (en la medida de lo posible) la dinámica de circulación de ideas urbanas en la región. Un desafío complejo y no resuelto, que revela la vigencia del dilema planteado por Browne y Geisse más de cuarenta años después.
A José Miguel Fernández Güell, duyot (etsam – upm), auia. A las familias Muelas Romero y Muelas Díaz. A Adrián Gorelik, Arturo Almandoz, Alicia Novick y Guillermo Jajamovich. Y a la Dirección General de Investigación de la Universidad de Las Américas en la persona de su directora, la Dra. Tannya L. Lozada.