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APROPIACIÓN DIFERENCIAL DEL ESPACIO URBANO RESIDENCIAL: REPRODUCCIÓN SOCIAL Y ESTRATEGIAS HABITACIONALES EN EL GRAN CÓRDOBA, ARGENTINA
DIFFERENTIAL APPROPRIATION OF THE RESIDENTIAL URBAN SPACE: SOCIAL REPRODUCTION AND STRATEGIES ROOMS IN THE GREATER CÓRDOBA, ARGENTINA
Urbano, núm. 35, pp. 44-57, 2017
Universidad del Bío Bío

Artículos


Recepción: 16 Marzo 2017

Aprobación: 08 Mayo 2017

DOI: https://doi.org/10.22320/07183607.2017.20.35.04

Resumen: La ciudad es un espacio material y como tal lleva implícito un proceso de trabajo social impreso en una trama de relaciones sociales de producción y reproducción. Este proceso, por un lado, se refiere a la lógica de acumulación del capital, y, por el otro, al desarrollo de la vida humana en todas sus dimensiones y significados. Y, es esta segunda dimensión, la que constituye el foco del presente análisis. En ese marco, este artículo se centra en la apropiación espacial implicada en estrategias de acceso al suelo y a la vivienda, asociadas a formas particulares de inversión afectiva y de identificación con el entorno barrial. Específicamente, se busca abordar las estrategias de apropiación que ponen en juego familias de clases medias dominadas y dominantes del Gran Córdoba. Para tal fin, se parte del objetivismo provisorio que supone la construcción del espacio social cordobés, donde se delimitaron diferentes clases sociales. El segundo momento de la investigación consistió en un abordaje fundamentalmente cualitativo: a través de entrevistas en profundidad se procuró reconstruir los sentidos vividos y las trayectorias individuales y familiares[1].

Palabras clave: espacio social, clases sociales, estrategias, familias, espacio urbano.

Abstract: The city is a material space and as such implies a process of social work printed in a network of social relations of production and reproduction. This process alternately refers to the logic of accumulation of capital, and to the development of human life in all its dimensions and meanings. The reproduction takes place in the realm of people’s daily life and allows visualization as a form of occupation and/or use of a particular place in a particular space-time coordinate. And, it is this second dimension, which is the focus of this analysis. In this context, this article focuses on the spatial appropriation implied in land and housing access strategies associated with specific kinds of affective investment and identification with the neighborhood environment. Specifically, the aim was to analyze the strategies of appropriation of urban space that dominated and dominant middle class families of Greater Córdoba put into play. To this end, starting from provisional objectivism which means the construction of social space in Cordoba, different social classes were delimited. The second phase of the research involved a fundamentally qualitative approach; in-depth interviews were used to reconstruct the perceptions that were lived, and individual and family paths.

Keywords: social space, social classes, strategies, families, urban space.

INTRODUCCIÓN

El espacio urbano constituye una dimensión clave de la vida social y, por lo tanto, un eje transversal a tener en cuenta a la hora de reflexionar sobre las relaciones de poder y la desigualdad en un entramado social. Desde la perspectiva de Henri Lefebvre (1969), el espacio urbano se constituye en un producto social, político e ideológico, resultado del trabajo cotidiano de la sociedad; es un espacio definido, redefinido, moldeado y remodelado por los diferentes agentes sociales que lo disputan y se lo apropian, material y simbólicamente, en cada momento histórico. La ciudad se interpreta como un espacio de disputa entre grupos, categorías o clases sociales con intereses divergentes y a menudo antagónicos (ibídem; 1972).

En ese marco, se propone aquí analizar las prácticas de apropiación espacial implicada en estrategias de acceso al suelo y a la vivienda, asociadas a formas particulares de inversión afectiva y de identificación con el entorno barrial. Se entiende a dichas prácticas como parte constitutiva de las estrategias de reproducción social[2] que familias de diferentes clases sociales ponen en juego. Se trata, entonces, de comprender la articulación entre la dinámica de la estructura del espacio social cordobés y las formas diferenciales de apropiación del espacio urbano que despliegan las familias a partir de los recursos que disponen, focalizándose en el espacio vivido o sentido vivido que éstas desarrollan, para interpretar sus prácticas y el mundo social.

En el primer apartado se expone sucintamente la noción de espacio geográfico y, más precisamente, de espacio urbano, así como los conceptos de espacio vivido/estrategias de reproducción social. En este breve marco de referencia se presenta la idea superadora de espacio como escenario de las relaciones sociales. En segundo lugar, se explicita la construcción metodológica a partir del objetivismo provisorio que implicó la construcción del espacio social cordobés, donde se delimitan diferentes clases sociales. Para ello, se utiliza los métodos de estadística descriptiva multidimensional conforme a la escuela francesa de análisis de datos, a fin de aplicar de manera conjunta métodos factoriales y de clasificación, tomando como base la información captada por la “Encuesta Permanente de Hogares” (EPH). La dimensión cualitativa consistió en la realización de 44 entrevistas en profundidad, a través de las cuales se buscó reconstruir los sentidos vividos. En tercer término, se analizan 25 entrevistas en profundidad que se corresponden con los perfiles de clase media dominada y clase media dominante y sus respectivas fracciones (dos para cada una de ellas), 12 entrevistas para el primer caso y 13 para el segundo. Las dimensiones de análisis pretenden reconstruir las estrategias de apropiación del espacio, enfocándose en las estrategias habitacionales puestas en juego por las familias y los sentidos vividos sobre su entorno. En el presente trabajo se citan las 16 entrevistas (ver Anexo) consideradas como las más representativas de las distintas fracciones de clase.

ESPACIO URBANO VIVIDO, SENTIDO, APROPIADO

Pensar la ciudad nos lleva a su dimensión espacial, física; una materialidad que es aprehensible a través del contenido de las relaciones sociales que le dan forma (Carlos, 2007: 20). Sin embargo, no se trata sólo de formas sino de formas y contenidos. Se coincide con Milton Santos (1986) cuando refiere al espacio como una instancia social al nivel de la económica, la política- institucional y la cultural-ideológica, y como tal, el espacio contiene y es contenido por las demás instancias, del mismo modo que cada una de ellas lo contiene y es por ellas contenida. De allí que el espacio es forma y contenido, la sociedad misma es el motor, y son precisamente las relaciones sociales las que producen el espacio. De este modo, la espacialidad es inseparable de la existencia de la sociedad.

En esta línea de ideas, Ana Carlos (2011 y 2013) plantea que el contenido de las relaciones que constituyen el espacio surge del movimiento del proceso de producción/reproducción/ apropiación. La sociedad, al producirse, lo hace en un determinado espacio-tiempo, como condición de su existencia, y, por medio de esa acción, también está produciendo un espacio que le es propio. La reproducción del espacio urbano, en cuanto producto social y producto histórico, se realiza en el cotidiano social apareciendo como forma de ocupación y/o utilización de un determinado lugar como espacio-tiempo de la práctica socio-espacial. Este modo de uso del espacio se expresa tanto en el plano individual, vale decir, en el hecho de habitar, como en el plano colectivo que implica la realización de la sociedad (ídem). En este sentido, se traza la distinción entre propiedad y apropiación, conceptos que están ligados a la doble valoración que presenta el suelo urbano: el valor de uso y el valor de cambio[3].

Valor de uso y valor de cambio son dos instancias que se complementan en el contexto de la reproducción de un bien como lo es la vivienda, siendo éste un aspecto particularmente sensible en las actuales condiciones de reproducción capitalista, al mostrar las contradicciones y desigualdades que afectan a una porción considerable de la población urbana[4]. El doble valor asignado al suelo urbano se encuentra en relación dialéctica, en tanto no puede pensarse uno sin el otro y se entiende desde la necesidad de habitar un lugar y también desde la sumisión a la lógica capitalista de la acumulación. Por un lado, la propiedad privada de una porción de suelo urbano puede, como cualquier mercancía, entrar en el juego de la transacción y especulación económica, y, por lo tanto, en la producción/reproducción de la ciudad; mientras que, por otro lado, como valor de uso, es precisamente ese “uso” del suelo urbano lo que nos lleva a hablar de “apropiación” -en lugar de propiedad-; apropiación concebida como proceso social en cuanto a uso, transformacióny ocupación del suelo urbano (Núñez, 2002).

El concepto de “apropiación” remite a distintas formas -materiales y simbólicas- de vinculación entre el espacio y la sociedad que le otorgan sentido a un determinado lugar y lo diferencian de otros (Carlos, 2007). Específicamente, designa el conjunto de estrategias sociales que confiere a un espacio determinado las cualidades de lugar. Las dimensiones materiales y simbólicas de la apropiación del espacio se encuentran en relación dialéctica entre sí y son elementos intrínsecos de la reproducción social de los agentes en sus posiciones diferenciadas. El aspecto material remite a las estrategias y prácticas concretas en el espacio, condicionadas por las estructuras objetivas y las estructuras objetivadas por los agentes sociales, como lo son el acceso al suelo y la vivienda, la movilidad, las actividades de consumo y uso de un lugar, y que determina y es determinada por la dimensión simbólica. Ésta, por su parte, se corresponde con los sentidos de lo vivido (Lefebvre, 1969), con una serie de valores, reglas y costumbres, que responden también a las estructuras objetivas y los habitus de clase, y dan forma a las relaciones espaciales y las identidades construidas en torno a un espacio específico. De esta manera, el barrio es “un lugar común” en la ideología de los habitantes de la ciudad, que contiene un mundo de significaciones que pueden ser captadas a través de las actividades, los sentidos y los afectos que se ponen en juego en la reproducción cotidiana del espacio (Gravano, 2013).

Este trabajo se centra en la apropiación espacial implicada en estrategias de acceso al suelo y a la vivienda, asociadas a formas particulares de inversión afectiva y de identificación con el entorno barrial. Siguiendo a Bourdieu (1988), estas prácticas dependen de cuatro factores: del volumen y la estructura del capital que hay que reproducir; del sistema de los instrumentos de reproducción, institucionalizados o no (estado de la costumbre y de la ley sucesoria, del mercado del suelo y la vivienda, etc.) con arreglo, a su vez, al estado de las relaciones de fuerzas entre las clases y, por último, de los habitus de clase (ídem; Gutiérrez, 1997). Así, son estas dimensiones las que permiten explicar y comprender las estrategias específicas de apropiación del espacio desplegadas por las familias en los procesos de acceso a la ciudad.

ESPACIO SOCIAL CORDOBÉS Y DESCRIPCIÓN DE LAS CLASES SOCIALES

En esta sección se propone explicitar, la construcción del espacio social cordobés, en tanto espacio relacional de las clases y fracciones de clases. Se entiende “espacio social” en el sentido otorgado por Bourdieu (1990), como una construcción teórica (“en el papel”), una herramienta analítica que, tomando en cuenta simultáneamente un conjunto de variables relativas a recursos económicos y culturales, y, apelando a métodos específicos, permite caracterizar las diferentes posiciones de las unidades de análisis (y sus relaciones), como también identificar en él clases y fracciones de clase (Gutiérrez y Mansilla, 2016).

Desde esta perspectiva, el espacio social tiene preexistencia lógica pero también ontológica en relación con las clases. Así, no se trata de dar cuenta de clases sociales predefinidas sino de reconstruir la estructura del espacio social para identificar en él a conjuntos de agentes que ocupan posiciones semejantes y, por lo tanto tienen condiciones de existencia homogéneas (ídem). Es decir, desde el punto de vista bourdesiano al cual esta investigación se adscribe, las clases sociales son construidas como “el conjunto de agentes que ocupan posiciones semejantes y que, situados en condicionamientos semejantes y sometidos a condicionamientos semejantes, tienen todas las probabilidades de tener disposiciones e intereses semejantes y de producir, en consecuencia, prácticas y tomas de posiciones semejantes” (Bourdieu, 1990: 284).

De esta manera, los principios que definen ese espacio social son el volumen y la estructura del capital que poseen las familias, en el marco de un sistema de relaciones fundado en la distribución desigual de esos recursos (económicos, culturales, sociales y simbólicos). En tal sentido, este estudio implica la elección de variables pertinentes y sus indicadores, sin olvidar que éstos adquieren su propio valor en la estructura que conforman (Gutiérrez y Mansilla, 2016). Para la construcción del espacio social, se apela a la utilización de métodos de estadística descriptiva multidimensional conforme a la escuela francesa de análisis de datos. Se aplica de forma conjunta métodos factoriales y de clasificación, tomando como base la información captada por la “Encuesta Permanente de Hogares” (EPH) en el tercer trimestre del año 2011 (Gutiérrez y Mansilla, 2015).

Cabe aclarar que se lleva a cabo dos cambios a la base de datos de la EPH: la selección de un nuevo referente de hogar (RH) y la modificación de las relaciones filiales en función del nuevo RH. La modificación de la autodesignación del jefe de hogar por la del RH, abarcó a un 25% de los casos y se realizó siguiendo un conjunto de criterios teóricos y en función de los objetivos de investigación del equipo en cuestión (Giovine y Capdevielle, 2014). Así, la elección del RH procuró, en primer lugar, escoger un agente en función de la mayor disponibilidad de capitales y de su inserción en el mercado ocupacional para que ilustrara el conjunto de capitales de que dispone el hogar. Por ello, se buscó dentro del hogar un referente cuyas características hicieran viable “enclasarlo” como representante del hogar según ciertos criterios preestablecidos y no según la autodesignación arbitraria del hogar (ídem). Tras estas modificaciones, se construyó el sistema de relaciones del espacio, su estructura y las posiciones existentes (considerando como unidades de análisis tanto a agentes individuales como a hogares seleccionados en la muestra).

Posteriormente, al interior del espacio social se identificaron cuatro grandes clases con sus respectivas fracciones (ver Figura 1). Se denomina “clases dominantes” a aquellos grupos que reúnen mayor volumen de capital total y se encuentran en el sector superior del espacio social. Por otro lado, están los que poseen un menor volumen total de capital, las llamadas “clases dominadas” del espacio social. Al interior de estos dos grandes conjuntos también se construyeron divisiones: la clase baja dominada y la clase media dominada (ídem). La clase baja dominada se caracteriza por un bajo volumen global de capital, por poseer una estructura patrimonial asociada a bajas calificaciones laborales, capital escolar de nivel primario e Ingreso Per Cápita Familiar entre el 1° y 2° decil. Aquí se da, además, una importante presencia de hogares con problemas de hacinamiento y recepción de ayuda material (Gutiérrez y Mansilla, 2015). Mientras, la clase alta dominante presenta como propiedades asociadas: altos ingresos, referentes con formación universitaria completa, cargos directivos, fundamentalmente en el Estado y condición de patrones o propietarios de empresas. Dichas cualidades asociadas definen relacionalmente a las familias que conforman esta clase, como un grupo con un alto volumen global de capital y una estructura patrimonial vinculada a la propiedad de empresas o al control de la fuerza laboral (patrones, directivos y jefes), calificaciones laborales profesionales y técnica de ingresos entre el 9° y 10° decil. En las regiones medias del espacio social se encuentra la clase media dominada y media dominante, foco de análisis del presente trabajo. Con 338 casos efectivos, quienes se posicionan en esta región representan aproximadamente el 64% del universo, lo que conforma un grupo muy heterogéneo y susceptible de ser reagrupado en dos grandes clases, la clase media dominada y la clase media dominante; lo que posibilita una mejor descripción de las desigualdades existentes en este vasto sector. Estas posiciones medias del espacio social se diferencian entre sí por el volumen global de capital poseído (ídem). Las familias pertenecientes a la clase medida dominada poseen una estructura patrimonial ligada principalmente a un Ingreso Per Cápita Familiar que va del 3° al 5° decil. Aunque los ingresos del Referente de Hogar, tanto por su ocupación principal (3,28) como sus ingresos totales (2,52), se ubican en deciles más altos, el elevado número de miembros del hogar (3,73) tiende a disminuir su IPCF (Gutiérrez y Mansilla, 2016). En lo concerniente a la “Calificación ocupacional”, este sector aparece fuertemente asociado a la calificación “Operativa”. En lo que respecta a la rama de actividad en los hombres, se observa una fuerte relación con la “Industria manufacturera”, a la cual le siguen “Logística”, “Construcción” y “Comercio”.


Figura 1
El espacio social cordobés en 2011.
Elaboración del grupo de investigación con base en la EPH-Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

La clase media dominante desarrolla sus estrategias aprovechando a su favor ciertos mecanismos de objetivación de su capital escolar y sus instancias de legitimación en el mercado laboral. Otras características vinculadas a esta clase muestran hogares unipersonales (3,28) o pocos numerosos (3,78), con RH jóvenes, en su mayoría mujeres (6,74), solteras (8,84) y sin presencia de menores de diez años (4,30) (ídem). Las familias de esta clase poseen un Ingreso Per Cápita Familiar con un valor modal en el octavo decil (23.8% de los casos) y una concentración en los séptimo, octavo y noveno deciles de un 64.4% de los casos. Se puede advertir que el Ingreso Total Familiar se encuentra con una distribución similar y que el Ingreso de la Actividad Principal se concentra en el octavo y noveno deciles. La calificación predominante en esta clase es la calificación “Técnica”, con un 53.5% de los casos y una asociación al sector de 11.22 de Valor Test (en adelante VT). Este sector está caracterizado principalmente por las ramas “Servicios sociales y salud” (VT de 7.1) y “Enseñanza” (VT de 3.26). Por lo general, son “Empleados u Obreros” (VT 5.01), muchos de ellos de “Ocupación Estatal” (24.3 % de los casos y VT 3.25), lo que también se muestra en la asociación que presenta “Administración pública” y “Servicios públicos” (VT 2.74) a este sector. Las mujeres trabajan en un 26% en el sector estatal como actividad principal, mientras que los hombres lo hacen sólo en un 18% de los casos. En lo concerniente a “Máximo nivel educativo alcanzado” por el Referente de Hogar (en adelante RH), se concentran las categorías en “Universitario” (47.7% de los casos) y “Terciario” (34.2 % de los casos) para los medios dominantes, presentándose en el caso de las RH-mujeres (43%) un mayor porcentaje de “Terciarios” que en los Hombres (25%). El 60% de los RH declara haber finalizado el nivel de estudios respectivo.

El momento cualitativo de la investigación implicó la realización de 44 entrevistas en profundidad. Los tópicos abordados en las mismas buscaron reconstruir las estrategias de reproducción social individuales, principalmente a partir de los referentes de hogar y familiares que pudieran ser representativos de cada clase y fracción de clase. Para ello, el instrumento de entrevista se confeccionó con una serie de categorías que relevaron las dimensiones materiales y simbólicas de la apropiación espacial. Se indagaron las trayectorias habitacionales propias y de la familia de origen, tanto de los RH como de las de sus cónyuges, y también los modos de acceso a la vivienda y los regímenes de tenencia. Asimismo, se incorporaron temáticas relacionadas a las actividades barriales y extra-barriales, las condiciones y modos de movilidad, y las valoraciones y afectos construidos en torno al espacio barrial mismo. Dentro de las primeras se contemplaron las de consumo, ocio (artísticas, deportivas, etc.), educación, servicios de salud y las relaciones de vecindad. En cuanto a las valoraciones y afectos se indagaron los aspectos negativos y positivos percibidos sobre el barrio por los RH. Estos dos tópicos, junto con las condiciones y formas de movilidad, revelaron el sentido vivido de los RH y sus familias.

Tomando como insumo ambas etapas de producción y procesamiento de datos, se analizaron las estrategias habitacionales como parte de las estrategias de apropiación del espacio, estableciendo un recorte circunscripto a la clase media dominada y dominante con sus respectivas fracciones. En esta instancia se analizaron 16 entrevistas y se cartografió la localización de los barrios de los entrevistados (ver Figura 2).


Figura 2
Ciudad de Córdoba (Argentina). Localización de los barrios de pertenencia de los entrevistados.
Elaboración de las autoras sobre mapa base de Catastro Municipal de Córdoba.

APROPIACIÓN DIFERENCIAL DEL ESPACIO: UNA APROXIMACIÓN A LAS PRÁCTICAS Y SENTIDOS

Este apartado pretende abordar la apropiación espacial implicada en estrategias de acceso al suelo y a la vivienda, asociadas a formas particulares de inversión afectiva y de identificación con el entorno barrial. Como se mencionó con anterioridad, dichas prácticas espaciales reproductivas/ apropiadoras dependen, en primer lugar, del volumen y la estructura del capital que hay que reproducir, y, en segundo, del estado de la oferta de la vivienda y las políticas públicas vigentes, como también de los habitus de clase. Es decir, las modalidades de acceso a la vivienda -tales como comprar o alquilar- dependen, por un lado, de las disposiciones económicas (socialmente constituidas) de los agentes, en particular de sus gustos, y de los medios económicos que pueden poner a su servicio; y, por el otro, del estado de la oferta de las viviendas. Pero los dos términos dependen, a su vez, de manera más o menos directa, de todo un conjunto de condiciones económicas y sociales producidas por la “política de la vivienda” (Bourdieu, 2010).

LA CLASE MEDIA DOMINANTE

La clase media dominante, en su primera fracción, presenta en todos los casos mujeres cuya calificación laboral corresponde a las profesiones ligadas a la tecnología, la enseñanza y a servicios sociales y de salud. En cuanto a las estrategias de acceso a la vivienda, se encuentran, ante todo, aquellas que han adquirido la propiedad de sus viviendas en una trama relacionada a la trayectoria residencial de la familia de origen:

Sí, esta casa siempre fue de nosotros, de la familia. Nunca fue alquilada. Accedimos a través de un plan de vivienda. A partir de este plan de vivienda, poco a poco se fue haciendo la casa, se fue remodelando, se fue modificando. Pero la mayoría de los vecinos que vive por acá fue así, a través de un plan de vivienda. (Entrevista 1: 57 años, Barrio Maipú II)

Estos casos son los correspondientes a las RH que viven en la casa natal heredada o han autoconstruido sobre la residencia de sus padres. En estos últimos, el financiamiento de la obra fue hecho con recursos patrimoniales, tales como préstamo y trabajo familiar, así como la permuta de una propiedad en forma de pago:

Recibimos un préstamo… De mi papá (risas). Plata de mi papá que nos prestaba. Mi hermano nos ayudó con la construcción. Mi papá nos había dado un terreno a cada uno, para que tuviéramos. Yo vendí mi terreno, o sea, se lo di al albañil en realidad ese terreno. […] Esa pared me la hizo el Viti, mi hermano del medio. Es durlock para exteriores. Me la hizo hace poco cuando vino de Santiago. Es para que cuando la alquile, la casa tenga privacidad. Todavía tengo que pintar los caños, para que no se oxiden. Ya lo voy a hacer. Es que llego muerta, no me dan ganas de ponerme a pintar (risas). (Entrevista 2: 49 años, Barrio General Paz).

El sentido vivido dentro de este grupo evidencia una valoración positiva de los servicios públicos y de la oferta comercial de la zona: “El barrio para mí tiene todos aspectos positivos. Porque es un barrio relativamente lindo, diríamos. De gente trabajadora. La mayoría, gente de trabajo. Eh… Está ubicado en una zona muy cerca del centro; muy cerca, diríamos, de un área verde. Tiene un buen sistema de transporte… O sea, no le veo nada negativo, nada negativo”. (Entrevista 3: 43 años, Barrio Observatorio).

Por otro lado, se encuentra la propiedad de la vivienda mediante crédito hipotecario y ahorros propios. En este caso, su trayectoria residencial se relaciona con la acumulación de capital cultural y económico que ha posibilitado el acceso por ingresos propios: “Accedí a la vivienda con un crédito hipotecario y con ahorro propio. Tengo escritura… en realidad cuando firmé la compra, firmas el préstamos hipotecario y la transferencia, hasta que no termine de pagar el crédito no tengo la escritura definitiva” (Entrevista 3: 43 años, Barrio Observatorio). Los sentidos construidos en torno a su barrio se relacionan con las comodidades que ofrecen los centros comerciales y la fácil movilidad. Debido a su actividad laboral, no realiza actividades en la zona.

En último lugar, se encuentran aquellas que han accedido al hábitat por medio del alquiler de departamentos. Se trata de mujeres divorciadas que residen también en barrios adyacentes al área central. Las valoraciones que realizan con respecto al barrio son similares a los grupos anteriores, ya que resaltan positivamente los servicios y los comercios circundantes: “Y ahora se está poniendo más lindo lo que están poniendo más locales…Para mí ir al centro es venir a General Paz… Al centro ni voy a veces…compro todo acá… [Risas]” (Entrevista 4: 31 años, Barrio General Paz).

En síntesis, se advierte que el acceso al hábitat de la clase se relaciona con estrategias ligadas al capital económico y cultural de las Referentes de Hogar, pero que en los casos de las mujeres propietarias está, a su vez, ligado a la trayectoria residencial de la familia de origen. Sus sentidos vividos giran alrededor de los recursos del barrio ya que valoran en todos los casos la accesibilidad a servicios comerciales, informáticos y financieros. Son pocos los casos que realizan actividades culturales o sociales en sus barrios. Cabe aclarar que los lugares de residencia se encuentran cercanos al centro de la ciudad de Córdoba, cuentan con buena infraestructura y servicios públicos, grandes superficies comerciales y varios poseen ofertas culturales permanentes (ver Figura 2).

Por su parte, la clase media dominante en su segunda fracción, se caracteriza por estar integrada por jóvenes asalariados – muchos combinan trabajo y estudio de carreras universitarias– de entre 25 y 40 años que conforman hogares reducidos o unipersonales. Siete de nuestros entrevistados corresponden a este perfil de clase. Todos acceden a la vivienda –en su mayoría, departamentos de propiedad horizontal– mediante el alquiler y residen en barrios pericentrales de la ciudad de Córdoba:

General Paz, Cofico, Nueva Córdoba, Providencia, Observatorio, los cuales se convierten en espacios de residencia “deseados” por distintas razones. Una de las razones más importantes remite a consideraciones laborales vinculadas con la accesibilidad al lugar de trabajo. En algunos casos, la distancia puede ser menos significativa que la longitud del trayecto y la disponibilidad de transporte:

[…] una de las cosas que yo necesitaba era que el colectivo que me llevara a la empresa quedara cerca. Como yo trabajo camino a Monte Cristo […], buscamos un departamento que quede, o sea o alguna casa que quedara en el camino del recorrido de la empresa [de transporte]. (Entrevista 5: 26 años; barrio General Paz).

Otra de esas razones se encuentra vinculada a la proximidad de servicios, comercios y espacios verdes:

[…] está llena de negocios. Hay una carnicería, que se llama la Mantequita, que vende muy buena carne. Hay una distribuidora, hay una veterinaria, hay una verdulería. Almacenes hay cerca… O sea, en ese sentido, el barrio es muy cómodo, tenés todo a mano” (Entrevista 6: 41 años; barrio Providencia); “Tenés de todo, de todo. Kioscos de todos los colores para comprar comida. De lo que quieras, para salir a comer lo que quieras, de los precios que quieras, los estilos que quieras, eh… Qué se yo, ropa… La verdad que si vos no querés salir del barrio, no hace falta… Tenés el híper ahí cerca, hay un shopping nuevo […]. (Entrevista 7: 31 años; barrio General Paz).

Es decir, se tiene “todo a mano”, no hace falta “salir del barrio”. Esta idea se encuentra relacionada con la valoración positiva que adquiere la posibilidad de acceder caminando a cuanto se necesita, a pesar de la disponibilidad de transporte público y privado (cuatro de los entrevistados cuentan con automóvil). En suma, a pesar de que se dispone de recursos para movilizarse, se elige hacerlo lo menos posible. Los referentes de hogar de esta fracción de clase también comparten un conjunto de representaciones en torno a lo que constituye un buen lugar para vivir, relacionadas con cierto sentido de “comunidad”, de “familiaridad” entre los vecinos:

[…] como yo cuando era chico, en mi lugar de donde soy, todo el mundo te saluda. Por ejemplo, las tres cuadras que yo camino desde que me bajo del colectivo hasta que voy a mi casa, siempre ves la típica, la señora mayor regando las plantitas, y todos te saludan: “hola”, “hola”, y yo ni los conozco, porque aparte no estoy en todo el día. Pero viste, uno saluda y te saludan… es lindo”. (Entrevista 8: 25 años; barrio Cofico) [Tengo] la posibilidad de poder vivir como barrio, como yo vivía en el pueblo. Conozco y converso con mis vecinos. Conozco al panadero, al de la esquina. Con todos converso y les sé el nombre. (Entrevista 9: 36 años; barrio Observatorio).

Más allá de este “ideal de barrio”, estas citas también ofrecen la posibilidad de vincular las estrategias de acceso a la vivienda con las trayectorias de los agentes y con sus historias “hechas cuerpos”. En este sentido, la inclinación por ciertos tipos de viviendas y de entornos residenciales constituye una especie de “herencia familiar” incorporada al habitus de los agentes. Sin embargo, las posibilidades de concretar estas “ambiciones residenciales” por parte de esta fracción de clase se encuentran condicionadas por los recursos económicos con los que cuenten. En cuanto a esto, algunos entrevistados contaron que decidieron mudarse de barrio a otros más “accesibles”:

[…] Nueva Córdoba estaba muy muy caro. […] Cuando yo decidí irme a vivir a Nueva Córdoba tenía sentido por la seguridad, el sistema de transporte, por todos los motivos, pero tomamos la decisión de ir a vivir a General Paz porque conseguíamos un departamento mucho más grande, más lindo, mucho más tranquilo al mismo precio de lo que conseguíamos en Nueva Córdoba. (Entrevista 5: 26 años; barrio General Paz).

El alquiler era muy caro y me tenía que ir de Nueva Córdoba, y me vine para acá, o sea, el tamaño está perfecto, buen precio. […] Estoy alquilando, y me tuve que ir de Nueva Córdoba, eso es un hecho, me hubiese encantado quedarme, pero era imposible para mí. (Entrevista 8: 25 años; barrio Cofico).

A ciertos entrevistados, la pertenencia de clase les permitió movilizar ciertos vínculos sociales “útiles” con propietarios de inmuebles –conocidos del trabajo, familiares, amigos– para reducir costos económicos, como el pago de adelantos y comisiones inmobiliarias.

CLASE MEDIA DOMINADA

Dentro de esta clase es posible identificar dos fracciones que se distinguen fundamentalmente por la edad del RH y la rama de actividad: a) la primera se caracteriza por RH más jóvenes ligados principalmente a la industria y con hogares numerosos; y b) la segunda fracción cuenta con RH mayores de 50 años vinculados al cuentapropismo desde hace más de cinco años. Dentro de la primera fracción se distingue una diversidad de prácticas de acceso a la tierra y a la vivienda como son el alquiler, el préstamo familiar, la compra y el autoconstrucción a través del endeudamiento o planes estatales. Aquellas familias que compraron el terreno y construyeron su vivienda a través del endeudamiento, ya sea con bancos y/o particulares o a través de planes estatales -principalmente el Programa de Crédito Argentino del Bicentenario para la Vivienda Única Familiar (PROCREAR)[5], comparten un universo de sentidos en torno al sacrificio y al esfuerzo que dicho proceso implicó. Sacrificio y esfuerzo que se materializaron en el plano económico en una serie de abnegaciones y renuncias:

[…] tuvimos que sacrificarnos un montón o evitar comprarnos otras cosas, no sé… salidas, esos gastos que viste vos decís tengo ganas de ir a comer algo y vos decís no, no se puede. No hay plata para eso. (Entrevista 10, 34 años; barrio Villa Serrana).

Pero que también fueron vividos como un proceso de “desgaste emocional y físico”:

Y te digo mucho esfuerzo en el matrimonio porque no tenés o sea no podés hacer otra cosa que no sea estar en la casa trabajando. Trabajar, trabajar y trabajar y que no te quede plata. Es todo un desgaste emocional y físico. Y en el matrimonio es difícil porque cuando vos vas saliendo de las deudas y vas teniendo más plata te llevas mejor (Risas) porque andas más tranquilo”. (Entrevista 10, 34 años; barrio Villa Serrana).

Vos sabés que, hablando en serio, yo le digo a mi señora que capaz que por eso yo no disfruto la casa. Sí, no pagás alquiler. Está bien, pagás un crédito y al fin y al cabo es algo que te va a quedar. Pero no la disfruto porque la padecí a la casa. Padecí el año… El año de la fabricación, de la construcción de la casa. Los albañiles… Viajando en colectivo, renegando con los albañiles… No, no. Te juro que la padecí a la casa. Te digo la verdad, la padecí. (Entrevista 11, 31 años; Río Ceballos).

Al mismo tiempo, los entrevistados remarcan como aspectos negativos, en algunos casos, la distancia y los largos tiempos de traslados, y fundamentalmente la no elección de la localización debido a los altos costos de los terrenos ubicados en el ejido de la ciudad de Córdoba. En relación al alquiler como estrategias de acceso a la vivienda, los entrevistados señalan como principal ventaja la “elección” de la localización y, como principal desventaja, los altos costos que dicha práctica implica:

También por decir los alquileres yo para renovar donde estaba viviendo o en ese lugar tenía que calcular entre siete mil y siete mil quinientos pesos mensuales. Es mucha, mucha plata. (Entrevista 12, 43 años; Villa Belgrano).

Así, se observa que el acceso al hábitat de la primera fracción de la clase media dominada se relaciona con estrategias que implican un largo “esfuerzo y sacrificio”, como son la compra a través del endeudamiento o el alquiler en forma permanente.

En el primer caso, los barrios de residencia no se encuentran cercanos al centro de la ciudad y no cuentan con buena infraestructura y servicios públicos.

Por su parte, la segunda fracción pareciera marcar mejores condiciones objetivas para el acceso a la propiedad de la vivienda que los agentes de la fracción anterior, ya que en su mayoría son propietarios. En este sentido, vale aclarar que la única entrevistada que es inquilina tuvo que vender su vivienda propia debido a los gastos que demandó la enfermedad de su esposo. Las estrategias recurrentes para obtener la “casa propia” son el crédito, los ahorros o arreglos familiares entre padres e hijos en la obtención del terreno y/o la casa. Los entrevistados dan cuenta también de la diferencia entre la situación inicial de acceso a la vivienda y las mejoras y ampliaciones realizadas con el tiempo:

Y… tiene… ambientes tiene… 1, 2, 3, 4, 5, 7. Más los, más los dos baños y un lavadero, 7… y ponele 10 ambientes. Pasa que, que vos haces casas… arriba no existía, ni arriba ni… ni… ni una piecita en el fondo. Vos vas agrandando… (Entrevista 13, 55 años, barrio Cabo Farinas).

En algunos casos, las ampliaciones se desarrollaron como estrategias de captación de ingresos a través de la renta de una parte de esas construcciones, por lo cual valor de uso y valor de cambio aparecen complementados:

Aparte que la fui agrandando a la casa. Esto no era la casa en sí, esto tampoco…todo lo que es eso, como verás no existía. Eso era la galería antes. Con la cocinita chiquita, no, no, no existía nada. El comedor es un salón que yo tengo alquilado al frente…” (Entrevista 14, 54 años, Salsipuedes).

Esta vivienda… Yo vendía gas en esa época y el banco Credicop me dio para, en su época, para construir. De ahí hicimos ocho locales. Y después de esos ocho locales dejamos cuatro locales e hicimos dos departamentos. Y esos los tenemos: cuatro locales y dos departamentos. (Entrevista 15, 66 años, barrio Ayacucho).

Los entrevistados mantienen fuertes lazos afectivos con sus lugares de residencia que se manifiestan en la valoración del barrio y las relaciones de vecindad; es una construcción de afectos ligados a la historia de los agentes, al tiempo de permanencia en la zona o sector barrial. Los servicios y equipamientos emergen de las entrevistas como aspectos positivos; mientras que, por el contrario, no hay manifestaciones de los negativos. El tema de la inseguridad aparece como un problema, sin embargo, en sus representaciones es transversal al conjunto social y no al barrio en particular.

Yo en el barrio…siempre Alta Córdoba fue el barrio más tranquilo, más seguro. Siempre elegí Alta Córdoba porque me gusto muy mucho, mucha tranquilidad. Los vecinos son muy amables, mucha tranquilidad en donde me ha tocado vivir. Siempre hemos vivido en lugares muy lindos y con gente muy linda […] Tenés donde hacer las compras, tenés un Rapipago…, tenés farmacia, tenés donde te puedan poner inyecciones. Líneas de colectivo tengo acá a unas cuadras. (Entrevista 16, 64 años, barrio Cofico).

Y…es tranquilo…bah, era, porque ahora no tenés tranquilidad en ningún lado ¿viste? Pero medianamente bastante tranquilo. Y…no hay tantos robos, tantos ruidos así que te alteran. Bastante tranquilo. (Entrevista 13, 64 años, barrio Quintas de Arguello).

…es una zona linda amplia, aireada, calles amplias, tiene todos los servicios, lo que no me gusta...que es el drama que hay siempre, es que hay un poco de inseguridad como en todos lados. […] Con los vecinos…sí, sí… tantos años… es como si fuera una gran familia. (Entrevista 16, 64 años, barrio Cofico).

Resumiendo, esta segunda fracción de clase media dominada permite dar cuenta de las diferencias en las estrategias de acceso a la vivienda con respecto a la primera fracción, la que se encuentra directamente ligada al ciclo de vida de los entrevistados; las condiciones generales para el acceso al crédito o al ahorro para la vivienda eran aún posibles para los ingresos medios. Asimismo, su localización se encuentra en las mismas áreas o muy próximas a las que vivieron antes, permitiendo la emergencia del sentido de lugar en las formas de apropiación del espacio.

CONCLUSIONES

Siguiendo a Bourdieu (2000), es posible afirmar que el espacio habitado -o apropiado- funciona como una especie de simbolización espontánea del lugar ocupado en el espacio social. De este modo, las desigualdades sociales se objetivan -no de manera lineal- en el espacio urbano estableciendo formas desiguales de apropiación de la ciudad. Desde este enfoque, la relación entre espacio y desigualdad remite a una doble dimensión: el acceso desigual al espacio urbano y el espacio urbano como dimensión que impacta en la (re)producción de la desigualdad. El espacio socialmente producido condiciona la (re)producción de las desigualdades al influir en las oportunidades relacionadas con la educación, la salud y el trabajo, entre otras dimensiones de la vida social (Segura, 2014) y no sólo en la calidad y la ubicación de la vivienda y el entorno urbano. En este sentido, la localización y la posición de los agentes en el espacio físico no pueden pensarse como meros contornos de la acción (Giddens, 1995), sino como dimensiones constitutivas de la misma (Di Virgilio y Heredia, 2012). Por esto, el espacio urbano no sólo expresa desigualdades sino que, en tanto dimensión constitutiva de la vida social con una materialidad y temporalidad propias, condiciona las prácticas y representaciones de los agentes. En definitiva, el espacio urbano constituye un producto de las relaciones sociales y, a la vez, una dimensión de la vida social con efectos específicos sobre las mismas (Segura, 2014:3).

Como se indicó previamente, el concepto de “apropiación” remite a distintas formas -materiales y simbólicas- de vinculación entre el espacio y la sociedad que le otorgan sentido a un determinado lugar y lo diferencian de otros. A lo largo del análisis cualitativo de las entrevistas realizadas a referentes de hogar de familias pertenecientes a la clase media del espacio social del Gran Córdoba, fue posible identificar diferentes formas de apropiación del espacio urbano relativas a las prácticas de acceso a la vivienda, a los usos y a las representaciones en y sobre el espacio de residencia.

Para los referentes de la primera fracción de la clase media dominante, el acceso a la vivienda se relaciona con estrategias ligadas al capital económico y cultural de las RH, pero en los casos de las mujeres propietarias este se halla, a su vez, ligado a la trayectoria residencial de la familia de origen. Los lugares de residencia se encuentran cercanos al centro de la ciudad de Córdoba, cuentan con buena infraestructura y servicios públicos, grandes superficies comerciales y varios poseen ofertas culturales permanentes. Sus sentidos vividos manifiestan la significatividad atribuida a la accesibilidad a los servicios comerciales, informáticos y financieros, mientras que son escasas las actividades culturales o sociales realizadas en sus barrios. Exhiben un apego sentimental a sus residencias, resultado de una prolongada inversión tanto material como afectiva -en varios casos se trata, como se dijo, de viviendas heredadas de la familia de origen- en la unidad habitacional: “poco a poco se fue haciendo la casa, se fue remodelando, se fue modificando”; “[…] mi hermano nos ayudó con la construcción. […]. Todavía tengo que pintar los caños”. Paralelamente, se identifican con los vecinos del barrio -algunas referentes mantienen relaciones fluidas con estos- y se reconocen como comunidad de “gente trabajadora” respetuosa, considerada.

En cuanto a los referentes de la segunda fracción de la clase media dominante, representada por jóvenes asalariados cuyas actividades laborales se conjugan con estudios universitarios, la mayoría reside en departamentos de propiedad horizontal, a los que se accede mediante el alquiler, en barrios pericentrales de la ciudad de Córdoba. Aquí la apropiación del espacio se relaciona menos con la vivienda que con el entorno barrial, tanto en su dimensión material como social. En relación con lo primero, los jóvenes hacen uso constante de los servicios, comercios y espacios verdes que ofrece el barrio. Conocen los diferentes establecimientos -“[…] hay una carnicería, que se llama la Mantequita, que vende muy buena carne”- y aprecian poder acceder a los mismos caminando, “tener todo a mano”. En esta fracción de clase también se observa un valorado sentido de “comunidad”, de “familiaridad” entre los vecinos: “todo el mundo te saluda”; “[tengo] la posibilidad de poder vivir como barrio, como yo vivía en el pueblo. Conozco y converso con mis vecinos”.

Por su parte, para los referentes de la primera fracción de la clase media dominada, dotados de un menor volumen global de capital, el acceso a la vivienda es resultado de un proceso de abnegaciones y renuncias, de “desgaste físico y emocional”. Remite a estrategias que implican un largo período de tiempo como son la compra a través del endeudamiento o el alquiler en forma permanente. Por estas razones, las familias de esta fracción de clase sólo acceden a lugares de residencia alejados del área central de la ciudad, a lo que se suman la ausencia de buena infraestructura y servicios públicos y los largos traslados necesarios para asistir a los lugares de trabajo. En estos casos no se evidencia una valoración tan marcada del espacio: “[…] tuvimos que sacrificarnos un montón o evitar comprarnos otras cosas”; “[…] no la disfruto porque la padecí a la casa. Padecí el año […] de la fabricación, de la construcción de la casa”.

Para las familias de la segunda fracción de la clase media dominante, asociada a referentes de hogar de mayor edad, las condiciones generales para el acceso al crédito o al ahorro para la vivienda eran aún posibles para sus ingresos medios. En este sentido, del análisis se desprende también que el momento del ciclo de vital familiar[6] y el estado de la oferta de la vivienda constituyen elementos explicativos clave del acceso diferencial al suelo y a la vivienda. Así, hogares recién formados enfrentan mayores dificultades para acceder a la vivienda, las cuales se van suavizando a medida que aumenta la edad de las parejas (Goytía, 2014). Además, el estado del mercado habitacional en Córdoba, que décadas atrás permitió el acceso a la vivienda de la clase media dominada, hoy constituye un obstáculo para los miembros de esta misma clase[7]. Finalmente, en aquellos referentes de hogar de la segunda fracción de la clase media dominada, que residen en las mismas áreas en las que vivieron durante su infancia, emerge un fuerte sentido de lugar que se manifiesta en las valoraciones positivas del hábitat de residencia.

ANEXO


Cuadro 1
Listado de entrevistados: datos sintéticos de algunas variables activas.
Elaboración de las autoras.

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Notas

[1] El presente texto se inserta en un trabajo colectivo de producción, procesamiento y análisis de datos, llevado adelante en los proyectos “Las clases y su reproducción en el espacio social cordobés (2003-2013)” y “Estrategias de reproducción social en familias cordobesas: dinámicas recientes”, radicados en el CIFFYH-UNC y dirigidos por Alicia B. Gutiérrez y Héctor O. Mansilla. En ellos participaron, además, Cecilia Jiménez Zunino, Julieta Capdevielle, Estela Valdés, María Laura Freyre, Manuel Giovine, Francisco Merino, Victoria Cooper, Guadalupe Fernández, Ana Antolin y Gonzalo Assusa.
[2] Por “estrategias de reproducción social” se entiende el “conjunto de prácticas fenomenalmente muy diferentes, por medio de las cuales los individuos y las familias tienden, de manera consciente o inconsciente, a conservar o a aumentar su patrimonio, y correlativamente a mantener o mejorar su posición en la estructura de las relaciones de clase” (Bourdieu, 1988: 122).
[3] Siguiendo a Lefebvre (1972) el valor de cambio, a diferencia del valor de uso, hace abstracciones de las particularidades puesto que debe ser intercambiable. Así, mientras el valor de uso en relación al territorio vincula al valor del cuerpo mismo en la ciudad y se realiza únicamente en el uso que hace de ella el urbanita, el valor de cambio se vincula a la ciudad como valor que se realiza no en la apropiación del espacio urbano, sino en su cualidad de ser intercambiado por otras mercancías. De este modo, el valor de uso se vincula a la reapropiación por parte del ser humano de sus condiciones en el tiempo, en el espacio y en los objetos (Cosacov, 2009).
[4] El valor de uso de la vivienda está en constante hostigamiento por los diferentes frentes del capital que buscan obtener la rentabilidad de sus inversiones mientras un sector de la sociedad es subsumido por la precariedad de sus salarios (Carrasco y Calderón, 2003).
[5] A partir del año 2012 comienza a implementarse una nueva estrategia en términos de la definición de políticas públicas en materia de vivienda. El PROCREAR se propone el otorgamiento de 400 mil créditos en 4 años, comenzando con 200 mil en el período 2012-2014. El programa en sus diversas líneas –construcción, ampliación o terminación, refacción, compra de terreno y construcción, compra de vivienda a estrenar- tuvo una rápida difusión en el acceso a la vivienda y en el desarrollo de fuentes laborales (Bagnera, 2016).
[6] Esta categoría hace referencia a los recursos asociados a la cantidad y condiciones físicas (ligadas especialmente a la edad) de los miembros que integran la unidad doméstica; desde luego, la amplitud de la familia por sí sola no indica necesariamente “recursos”, sino que depende de la edad de sus miembros y, sobre todo, de si trabajan o no. El ciclo puede ser de formación, crecimiento, fisión, reemplazo o reemplazo con crianza (Gutiérrez, 2005: 195). De este modo, se vuelve necesario tener en cuenta la evolución socio-biológica de la familia en sí misma, a partir del ciclo vital por el cual están transitando: diferentes ciclos vitales sistematizan de manera diferente las estrategias de reproducción (ibídem).
[7] A partir de mediados de los años 70 el modelo tradicional de crecimiento urbano, a través del loteo popular, comenzó a experimentar cambios significativos. El mercado inmobiliario, en el marco de las transformaciones macro-estructurales, concentró su oferta en los sectores altos y menos altos ingreso especializando sus productos en la franja de mayor estándar. A su vez, la creciente inaccesibilidad al suelo y a la vivienda por parte de vastos sectores de la población derivaron en la emergencia de nuevas formas de disputa por un lugar donde vivir: las ocupaciones de tierras y la formación de asentamientos informales en las periferias (Reese, 2014). Este proceso se agudizó con la reactivación económica de 2003. A pesar de que la economía de la República Argentina experimentó un sostenido crecimiento con generación de empleo y disminución de la pobreza, la población ha encontrado varios obstáculos para mejorar sus condiciones de vida, principalmente en materia habitacional, debido al encarecimiento del suelo. Ningún bien de consumo corriente ha experimentado un aumento de precios tan significativo como el suelo y la vivienda durante la última década. En suma, el incremento de precio del suelo es una de las dificultades principales para acceder a una vivienda formal en ámbitos urbanos accesibles, con servicios y ambientes seguros, sea a través del mercado o de la ayuda estatal (Baer, 2008 y 2012; García Pérez, 2014; Capdevielle, 2014; Del Río, Langard y Arturi, 2014).


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