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Del territorio al paisaje y de lo urbano a la (re)conciliación del campo con la ciudad
ANA ZAZO MORATALLA
ANA ZAZO MORATALLA
Del territorio al paisaje y de lo urbano a la (re)conciliación del campo con la ciudad
Urbano, núm. 36, pp. 5-6, 2017
Universidad del Bío Bío
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Resumen: “Del territorio al paisaje” fue el título de la editorial del número 32 de Urbano. En ese texto su editor, Ignacio Bisbal, realizaba una declaración de intereses proponiendo la superación de una visión conservadora del territorio, desde una visión productivista y funcional, a un entendimiento de ese espacio como paisaje, resultado de la transformación que las culturas realizan sobre el territorio en el que se asientan. Se abría la puerta a transformar Urbano, no sólo en revista científica aspirante a los mejores índices de calidad, sino también adoptando un papel de promotor de enfoques urbano-territoriales candentes con el objetivo de superar determinados planteamientos estancados y de acercar nuevas o renovadas visiones a sus lectores. Siguiendo este precedente, se propone recuperar la editorial como espacio para el fomento de enfoques con los que la revista Urbano se posiciona afín, con el doble objetivo de asentarlas en el ámbito iberoamericano y de convertirse en canal de difusión y discusión de investigaciones a ellas vinculadas.

Carátula del artículo

Editorial

Del territorio al paisaje y de lo urbano a la (re)conciliación del campo con la ciudad

ANA ZAZO MORATALLA
Universidad del Bío - Bío, Chile
Urbano, núm. 36, pp. 5-6, 2017
Universidad del Bío Bío
Del territorio al paisaje y de lo urbano a la (re)conciliación del campo con la ciudad

“Del territorio al paisaje” fue el título de la editorial del número 32 de Urbano. En ese texto su editor, Ignacio Bisbal, realizaba una declaración de intereses proponiendo la superación de una visión conservadora del territorio, desde una visión productivista y funcional, a un entendimiento de ese espacio como paisaje, resultado de la transformación que las culturas realizan sobre el territorio en el que se asientan. Se abría la puerta a transformar Urbano, no sólo en revista científica aspirante a los mejores índices de calidad, sino también adoptando un papel de promotor de enfoques urbano-territoriales candentes con el objetivo de superar determinados planteamientos estancados y de acercar nuevas o renovadas visiones a sus lectores. Siguiendo este precedente, se propone recuperar la editorial como espacio para el fomento de enfoques con los que la revista Urbano se posiciona afín, con el doble objetivo de asentarlas en el ámbito iberoamericano y de convertirse en canal de difusión y discusión de investigaciones a ellas vinculadas.

La editorial de este número 36 de Urbano, apoyándose en algunos de los artículos que en él se publican, propone alentar la investigación vinculada a todas aquellas visiones que tratan de superar la ruptura entre el campo y la ciudad, que profundizan las sinergias entre lo urbano y lo rural, y que analizan estudios de casos que ejemplifican una nueva realidad que reconstruye de forma multidimensional los vínculos entre la ciudad y su territorio circundante. Desde Urbano se alienta el análisis, concretamente, de la dimensión territorial de estos enfoques.

Entre estas visiones 2, se encuentran aquellas integradoras como la bioregión urbana, que busca nuevos equilibrios y sinergias entre la ciudad y el territorio rural (alimentos, residuos y agua, principalmente) para superar el modelo jerárquico urbano-céntrico y alcanzar un sistema urbano complejo y multipolar más sostenible ambiental, social, económicamente y de autogobierno (Magnaghi, 2006) 3. Sus actuales mayores promotores son la escuela territorialista italiana. Otra de las visiones integradoras que se promueven es la de metabolismo urbano que entiende la ciudad como un ser vivo y analiza los intercambios de materia y flujos de energía e información de lo urbano y su entorno. En este campo destacan los trabajos impulsados por la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona en los 90 (Rueda, 1995) 4. A este enfoque se encuentra vinculado el denominado enfoque ecointegrador, acuñado dentro de la economía ecológica por Jose Manuel Naredo 5 (1987), que trata de reconciliar la habitual disociación entre los planteamiento económicos y ecológicos definiendo las relaciones que las ciudades deciden tener con su entorno. Otra de las visiones integradoras alentadas es la que abre el número de Urbano, el paradigma agrourbano, que recupera las relaciones primigenias de la ciudad y su entorno agrario a través de los alimentos y promueve una planificación integrada del campo y la ciudad desde el eje de la alimentación, en la que los espacios agrarios periurbanos y metropolitanos desempeñan un papel fundamental. Este concepto se encuentra aún en construcción (Yacamán, 2017) 6.

Entre otras visiones sistémicas, aunque con una perspectiva más urbano-céntricas, se encuentra la de los servicios ecosistémicos (SS.EE.), que entiende el territorio como manchas de ecosistemas que proporcionan diversos servicios a la sociedad urbana, entendida como socioecosistema. La evaluación de los Ecosistemas del Milenio (MEA 2003)7 dio un fuerte impulso al uso del término SS. EE., proponiendo la definición y clasificación de SS. EE. más utilizada actualmente. Otra de las visiones con una perspectiva más urbano-céntrica es la de la resiliencia urbana, que procura mejorar la capacidad de respuesta y adaptación de un sistema urbano frente a las amenazas externas. Entre sus estrategias se encuentran la diversidad, la innovación, la adaptación, la auto-organización y a la autosuficiencia, lo que remite a las ciudades a reencontrarse con su espacio circundante y a propiciar unas relaciones de sus necesidades básicas (alimento, agua y energía) más sostenibles y de mayor proximidad. Este concepto se encuentra aún en construcción (Meerow et al., 2016) 8. Por último, el enfoque de los sistemas alimentarios urbanos que centra su análisis en cómo la ciudad debe planificar favorecer una seguridad alimentaria para su ciudadanía. Cuando estos análisis propugnan la re-territolialización de los sistemas alimentarios a un ámbito de proximidad, los alimentos se vuelven el vínculo clave para planificar de forma democrática y bajo criterios de justicia social la relación de “servicio” que el campo puede prestar a la ciudad (Morgan, 2009) 9.

Todos estos enfoques tienen como elemento en común el entendimiento de la ciudad dentro de un territorio multidimensional, con el que se relaciona a través de materia y flujos, en el que operan múltiples y diversos agentes que integran bilateral e indisociablemente el “ecosistema urbano” con el del espacio-territorio-bioregión-ecosistemas en el que se encuentra inserto. Todos tienen en común que superan la dicotomía entre el campo y la ciudad. La (re)conciliación de lo urbano con este otro ámbito de mayor escala es una ardua y necesaria tarea por emprender. Nosotros, como investigadores, tenemos el deber de comenzar a andar este camino para avanzar, no sólo en el ámbito científico, sino también en las tareas de transferencia y vinculación con las comunidades, la ciudadanía y las instituciones competentes, para que estas visiones puedan ser integradas a la planificación urbana y territorial.

En cuanto al número 36, podemos afirmar que las redes de Urbano se amplían y comienzan a alcanzar diversas partes de Iberoamérica e, incluso, más allá. Las convocatorias de artículos abiertas para los dos números de este año 2017 han superado expectativas del equipo editorial, alcanzado a recibir más de 70 artículos. Los artículos aprobados tras el exhaustivo proceso editorial y de revisión por pares de este número son 9 y se organizan en tres bloques.

El primer bloque, precisamente, vinculado al análisis de la superación de la ruptura urbano-rural. En el primer artículo, Yacamán enriquece el marco del proyecto agrourbano y propone un modelo analítico que utiliza un enfoque sistémico para el tratamiento de la ciudad y el espacio agrario periurbano, y para las relaciones entre los diferentes agentes. En el segundo, Abarca-Álvarez, Perez-Campaña y Talavera-García exploran la utilización de mapas auto-organizados, elaborados a partir de centralidad de la red viaria mixta con el objetivo de identificar patrones espaciales en el borde urbano de la ciudad de Granada (España). En el tercero, Villares y Branduini aplican los principios del Convenio y la metodología desarrollada por el Urban Agriculture Europe COST ACTION en el barrio de Varcea de Recife (Brasil).

En un segundo bloque se recogen análisis con otras perspectivas urbano-territoriales. Saavedra realiza un análisis pormenorizado de la relación directa entre la gestión de residuos y la segregación urbana en Villa Estaciones Ferroviarias de Puente Alto, Santiago de Chile durante el periodo 1985-2015. Por su parte, Zumbado y León proponen una reflexión en torno a la planificación de los espacios recreativos en las Islas de Costa Rica, utilizando el caso de estudio del Plan Regulador de isla Chira.

En el tercer bloque se recopilan los artículos que realizan un análisis de distintas piezas urbanas. Para Colacios y Mendoza el objeto de estudio es el espacio público, y realizan un análisis del vínculo generado con las relaciones sociales para la creación de identidad comunitaria en un barrio de exclusión social, Sant Cosme en Barcelona (España). González analiza 60 plazas de Madrid desde la perspectiva del patrimonio y la experiencia estética de lo cotidiano. Cervero analiza un conjunto residencial obrero en Madrid, Caño Roto, analizando la repercusión de su rehabilitación en la integración urbana. Por último, Arteaga, Garcìa, Guzmán y Mayorga analizan el espacio público vinculado a los puentes peatonales ubicados en el sistema BRT del Transmilenio de Bogotá.

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