Carta al Editor
Ser médico hoy. Desafíos y respuestas
Recepción: 04 Mayo 2020
Aprobación: 16 Mayo 2020
Publicación: 29 Junio 2020
La nueva situación mundial provocada por el covid-19 hace que veamos de manera más nítida los desafíos que, desde hace tiempo, enfrentamos como médicos. El “quedarnos en casa” nos invita a reflexionar, a tomar perspectiva, ver el horizonte y pensar en el futuro. Es necesario hacer “un alto en el camino”.
Durante los últimos años experimentamos una pérdida de confianza por parte de la sociedad respecto de los procedimientos endoscópicos, que se extendió, en cierta medida, a una mirada más crítica sobre el acto médico1
La medicina se fundamenta en el servicio y el altruismo; pero el médico ya no es aquella figura paradigmática dibujada durante siglos, más allá de que en estos días el Coronavirus vuelva a asociar la palabra “héroe” con “profesional de la salud”.2
¿Cuáles son los desafíos que enfrentamos como médicos? ¿Cómo darles respuestas? Me permito describir cinco desafíos y proponer cinco respuestas.
La búsqueda de un desarrollo que tenga como eje un adecuado equilibrio entre la vida profesional y personal es el primer desafío. El desgaste profesional, la ruptura de vínculos personales y, en muchas ocasiones, las enfermedades son muestras claras de este desequilibrio.3
En segundo lugar, enfrentamos un desafío tecnológico. En el sentido más amplio se trata de lograr un bienestar digital mediante el uso adecuado de redes sociales y recursos digitales. En el ámbito específico de nuestra especialidad existe una “brecha tecnológica”: no es tan simple acceder a equipamiento médico de última generación, y sabemos (aunque tal vez no terminamos de comprenderlo todavía) que la inteligencia artificial y la telemedicina como herramientas médicas llegaron para quedarse.4
Un tercer desafío es el cambio que desde hace algunas décadas se observa en la dinámica interpersonal. Pongo tres acentos: un cambio del modelo de autoridad y liderazgo, la brecha de género5 y la brecha generacional.6, 7
El acceso al conocimiento, el desarrollo de habilidades blandas y la diferencia entre los nativos digitales y los “inmigrantes”8, 9 acortó el espacio entre generaciones, promoviendo la horizontalidad en el trabajo en equipo y, por momentos, disputas de espacios de liderazgo. El rol de la mujer en las organizaciones médicas todavía está postergado en muchos aspectos y todos perdemos si no logramos achicar esa brecha.10
El cuarto desafío es el mundo de las relaciones económicas. La relación con los financiadores, con los colegas, con el paciente y con la industria es cada vez más compleja.
Comprender que gran parte de la evidencia científica está fundamentada, en muchas ocasiones, en investigaciones realizadas con aportes de la industria,11 reconocer que la influencia de la industria en el acto médico existe12, 13 y evitar la “medicina defensiva” son parte importante de este “ser médico”.14 Otro aspecto relevante es la inquietud por generar espacios de defensa de los derechos profesionales. Manejar adecuadamente las relaciones con la industria, con los colegas y con el sistema de salud es una tarea que merece grandes esfuerzos.
El último desafío se relaciona con el paciente. Ya se han descripto las fortalezas y las limitaciones de la medicina basada en evidencias y la necesidad de desarrollos complementarios que pongan en el centro al paciente (no solo a las “poblaciones”). Una medicina “centrada en el paciente”,15 en la que también el respeto por sus preferencias y creencias tienen protagonismo. Ya no es el médico quien decide y comunica, sino que es quien informa, aconseja y consensúa.
¿Cómo responder a estos desafíos? Cinco son las respuestas que propongo: profesionalismo, educación, liderazgo, trabajo en equipo y visión comunitaria.
La medicina es una de las pocas profesiones que está “atada” de alguna manera a un juramento, a una declaración antigua pero vigente. El profesionalismo médico es la primera respuesta a los desafíos. Se trata del sistema de valores y creencias que rige nuestra profesión (y se desprende de aquel juramento), donde el bienestar y la autonomía del paciente son centrales y hace necesario cultivar una serie de actitudes y de aptitudes.16,17
La educación es la segunda respuesta. La moneda de la educación tiene en la otra cara la investigación. ¿Cómo podemos mejorar la producción científica local y regional?18 ¿Estamos educando a los futuros gastroenterólogos en un nuevo modelo?19¿Estamos incorporando las herramientas necesarias para adaptarnos?20
Tiempos nuevos requieren de liderazgos distintos y en el liderazgo reside otra respuesta. No se trata de un recambio generacional sino de un modelo distinto, en el que el servicio, el altruismo, las prácticas democráticas, la capacidad de inspirar a otros y de construir una nueva cultura dentro de las instituciones son clave.21
Hay una exigencia de nuevas formas de trabajar en las que el compromiso, la búsqueda de la excelencia, el sentido de pertenencia y el respeto son las bases para lograr objetivos comunes, sostenibles y perdurables.
La última respuesta es no perder la visión comunitaria; la mirada social no puede ser dejada de lado. En una región de desigualdades, las inequidades en salud son cada vez más preocupantes y nuestra mirada (y nuestro actuar) debe aspirar a la equidad.
Varios interrogantes van apareciendo: ¿estaremos a la altura de las circunstancias? ¿Hay un nuevo rol para las sociedades científicas? ¿Seremos capaces de construir espacios de diálogo y de trabajo innovadores?
Se trata entonces de aprovechar este alto en el camino, mirar hacia atrás, rescatar lo positivo, aprender de los errores, descubrir las fortalezas y volver a poner la mirada en el paciente. En eso va esto de ser médico.