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La deseabilidad social como predictor del trastorno antisocial de la personalidad en reclusos
Social Desirability as Predictor of the Antisocial Personality Disorder in Inmates
Revista Mexicana de Psicología, vol. 35, núm. 2, pp. 105-116, 2018
Sociedad Mexicana de Psicología A.C.



Recepción: 28 Noviembre 2017

Aprobación: 25 Mayo 2018

Resumen: Se ha señalado que la deseabilidad social (ds) evalúa implícitamente la adecuación a las normas culturalmente compartidas. A su vez, el trastorno antisocial de la personalidad (tap) puede relacionarse con menor introyección de las normas sociales de valor positivo. Así, el principal objetivo del estudio fue utilizar la ds como potencial predictor para el tap. En este estudio, participaron 92 reclusos que respondieron a una escala para evaluar el tap y dos medidas de ds, cualitativamente distintas. Los resultados muestran con base en un análisis de regresión múltiple lineal que la ds predice significativamente el tap, tanto si se corrigen como si no sus puntajes respecto de la ds. Estos hallazgos apoyan el uso de las escalas de ds para ayudar al diagnóstico del tap en el ámbito penitenciario.

Palabras clave: defensividad, necesidad de aprobación social, sociopatía, psicopatía, presos.

Abstract: It has been highlighted that social desirability (sd) implicitly evaluates the adaptation to the culturally shared norms. On the other hand, antisocial personality disorder (aspd) can be related with less introjection of the positively valued social norms. Thus, the main objective of the study was to use sd as a potential predictor of aspd. In this study, 92 inmates answered a scale to assess aspd and two scales of sd, which were qualitatively different. The results show after performing a multiple linear regression analysis, that sd significantly predicts aspd, whether its scores are corrected or not by sd. These findings support the use of sd scales to help diagnose aspd in a penitentiary environment.

Keywords: defensiveness, need for social approval, sociopathy, psychopathy, prisoners.

Desde hace varias décadas se han realizado diferentes estudios con población penitenciaria para identificar posibles razones que llevan a los infractores de la ley a delinquir, entre las cuales se han explorado cuestiones de personalidad o salud mental (Dumont, Brockmann, Dickman, Alexander y Rich, 2012; Fazel y Danesh, 2002; Lamb y Weinberger, 2005; Van der Linden, Dunkel, Beaver y Louwen, 2015). Las investigaciones llevadas a cabo con esta población también han destacado una tendencia de los reclusos a la mentira (Rosen y Mink, 1961), con lo que llegan a tener más habilidad para identificar el engaño (Granhag, Andersson, Strömwall y Hartwig, 2004). Asimismo, aquellos individuos que tienden a implicarse frecuentemente en conductas criminales muestran una mezcla de conductas socialmente indeseables (Jones, Miller y Lynam, 2011).

Destaca la presencia del trastorno antisocial de la personalidad (tap) en población penitenciaria, del cual llega a informarse una tasa de 47 % a 64 % (Fazel y Danesh, 2002; Roesch, 1995), y se caracteriza por un patrón duradero de comportamientos ilícitos, agresividad, engaños, impulsividad, irresponsabilidad, un menosprecio imprudente por el bienestar de los demás y/o una falta de remordimiento manifiesto durante la adultez, así como evidencias de un desorden de la conducta en la niñez o adolescencia (Edens, Kelley, Lilienfeld, Skeem y Douglas, 2015).

Es importante destacar que según los criterios del dsm-5 (American Psychiatric Association, 2013) sólo se deben cumplir tres de siete características, lo que posibilita que dos personas reciban el diagnóstico de tap sin coincidir en ninguna característica. El tap debe distinguirse de la psicopatía, aunque no existe un acuerdo unánime respecto a la definición del término, la mayoría de autores estarían de acuerdo en que las características del psicópata son insensibilidad e inmadurez emocional, afecto superficial, ausencia de remordimiento, incapacidad para establecer relaciones significativas e irresponsabilidad (López Miguel y Núñez Gaitán, 2009). Como puede observarse, el tap y la psicopatía tienen características comunes, de modo que muchos psicópatas cumplen con los criterios del tap, sin embargo, no sucede al contrario debido a que la categoría de psicopatía es más restrictiva. Es posible que las diferencias en la restricción en las características diagnósticas sean la explicación de por qué se han realizado muchos estudios sobre psicopatía, comparado con el escaso número de estudios sobre el tap.

Actualmente la personalidad puede ser concebida como un continuo de conductas socialmente deseables (Van der Linden et al., 2015) y se sabe que las medidas de deseabilidad social (ds) contienen más información relativa a un rasgo estable que a una mera distorsión (Uziel, 2014) vinculada a la búsqueda de aprobación social. En este sentido, el presente estudio es una apuesta novedosa en donde se retoman dos medidas de ds para predecir el tap.

Desde el surgimiento de los autoinformes como medidas confiables para estimar los rasgos de personalidad y las actitudes, surgió una preocupación genuina de poder controlar el que la persona, más que responder a las preguntas de manera verídica, dieran una imagen ideal o incluso imaginaria de sí misma (Hartshorne, May, Character Education Inquiry, Teachers College, Columbia University, y The Institute of Social and Religious Research, 1928). Con los trabajos de Crowne y Marlowe (1960) el estudio de la ds salió de la esfera de la distorsión y defensividad para volverse un área de investigación en sí misma dentro de la psicometría y de la personalidad normal, ya que cualquier individuo tiene preocupación por la evaluación que otros harán de ellos, lo que refleja una característica importante de personalidad, denominada necesidad de aprobación social (Marlowe y Crowne, 1961). Bou Malham y Saucier (2016) han propuesto que el conocimiento de la cultura influye en parte las mediciones de ds. Por otro lado, los mismos autores señalan que la evaluación de la ds implica una referencia implícita a las normas culturalmente compartidas.

Existen a la fecha innumerables escalas que tratan de medir ds, siendo la Escala de deseabilidad social de Marlowe-Crowne (edsmc; Crowne y Marlowe, 1960) la más utilizada y referida hasta nuestros días (Lambert, Arbuckle y Holden, 2016), por encima del Inventario balanceado de respuestas deseables (Paulhus, 1998). La edsmc se ha utilizado con diversas poblaciones y se ha adaptado a diferentes idiomas en los cinco continentes (p.ej., Ranjan y George, 2014; Sârbescu, Costea y Rusu, 2012; Vésteinsdóttir, Reips, Joinson y Thorsdottir, 2015). Asimismo, esta escala pionera en atender a una definición de la ds, separada de la evaluación de psicopatología y de otros rasgos de personalidad, se ha sometido a diferentes análisis psicométricos para ver su consistencia y dimensionalidad (Lambert et al., 2016), y se han desarrollado diferentes versiones cortas (p.ej., Ballard, 1992; Gutiérrez, Sanz, Espinosa, Gesteira y García-Vera, 2016) para optimizar su uso y practicidad.

Si bien existe una conceptualización de ds que alude a la distorsión y defensividad, que ha sido la base sobre la cual se han desarrollado la mayoría de las escalas de ds, diversos estudios han aportado evidencia respecto a que las diferentes medidas no arrojan la misma información (Holden, Starzyk, McLeod y Edwards, 2000); esto se puede explicar a partir de la idea de que la ds está íntimamente ligada a la cultura. Desde los estudios de Messick (1960) hasta los estudios más recientes de Bou Malham y Saucier (2016) las medidas de ds son altamente dependientes de las muestras de individuos estudiadas. Para cada grupo o cultura, las conductas deseables o indeseables socialmente están enmarcadas en los valores importantes para el propio grupo (Domínguez Espinosa, Navarro Contreras, García Campos, Gutiérrez Fierros y Sada Monroy, 2010), ya que la función de ofrecer una imagen favorable ante los demás y evitar la vergüenza es un mecanismo adaptativo para la organización social (Goffman, 1956).

Se han informado relaciones positivas y moderadas de las medidas de ds con la autoestima (Yang et al., 2014). Asimismo, se ha asociado con una tendencia a la conformidad y a satisfacer las demandas sociales (Fleming y Zizzo, 2011), lo cual favorece que la persona cumpla con las normas sociales (Paulhus, 2002). Existe evidencia de que puede ser un poderoso predictor de la salud mental, el bienestar subjetivo, o bien, una variable moderadora entre mediciones incluso de estrés (Brajša-Žganec, Ivanović y Lipovčan, 2011; Domínguez Espinosa, Aguilera Mijares, Acosta Canales, Navarro Contreras y Ruiz Paniagua, 2012; Yang et al., 2014), y se señala que se comporta como una variable de rasgo (Johnson y Fendrich, 2002). También se asocia positivamente con la inteligencia (Bensch, Paulhus, Stankov y Ziegler, 2017; Schermer y Goffin, 2018).

A pesar de que la edsmc se ha utilizado satisfactoriamente en muestras mexicanas (Enríquez Jiménez y Domínguez Espinosa, 2010), con propiedades psicométricas adecuadas (Domínguez Espinosa, Salas Menotti y Reyes-Lagunes, 2008), se requería una adaptación y actualización del constructo (Domínguez Espinosa et al., 2010), por lo que se desarrolló así una nueva medida de ds, más robusta y específica al contexto nacional, denominada Escala de necesidad de aprobación social (enas; Domínguez Espinosa y Van de Vijver, 2014). Una versión previa de esta escala ya se ha utilizado también en el ambiente penitenciario en un estudio llevado a cabo por Pinelo-Nava et al. (2012), en donde se identificó que la enas correlaciona inversamente con el neuroticismo y positivamente con la agradabilidad y la responsabilidad.

El estudio de la ds en población penitenciaria ha tenido una larga trayectoria desde las primeras investigaciones realizadas por Rosen y Mink (1961). Éstas tenían como objetivo identificar diferencias en algunos rasgos entre adultos con y sin antecedentes penales, mediante el uso del mmpi y entre diferentes condiciones de evaluación (respondiendo de forma convencional y con instrucciones de responder intencionadamente para dar una imagen favorable). Específicamente, sobre la edsmc se ha concluido que es un instrumento de utilidad en la población criminal (p.ej., Tatman y Kreamer, 2014; Tatman, Swogger, Love y Cook, 2009).

Es importante señalar que en diferentes estudios se ha informado una correlación baja y negativa entre rasgos de psicopatía y ds (Gamache, Savard y Maheux-Caron, 2018; Kowalski, Rogoza, Vernon y Schermer, 2018; Kowalski, Vernon y Schermer, 2016; Ray et al., 2013; Verschuere et al., 2014). Aunque en otros estudios se ha informado ausencia de correlación (Goodwin, Gudjonsson, Morris, Perkins y Young, 2012). En un reciente metaanálisis con estudios donde se utilizó exclusivamente el Inventario balanceado de respuestas deseables de Paulhus (Hildebrand, Wibbelink y Verschuere, 2018) se obtuvo una correlación media de r = –.32 con rasgos psicopáticos. Sin embargo, al evaluar la presencia de sintomatología del tap se observó correlación de –.52 con el instrumento de Marlowe y Crowne (Mauricio, Tein y Lopez, 2007).

También merece atención señalar que respecto del trastorno de conducta, trastorno considerado antecedente del tap en el dsm-5 (American Psychiatric Association, 2013), se ha descrito una relación baja y negativa con la ds (Pechorro, Jiménez, Hidalgo y Nunes, 2015). Incluso se ha propuesto que puntajes elevados de ds pueden considerarse un factor de protección ante la reincidencia de crímenes en jóvenes delincuentes (Peersen, Sigurdsson, Gudjonsson y Gretarsson, 2004; Sigurdsson, Gudjonsson y Peersen, 2001).

Nentjes, Bernstein, Arntz, Slaats y Hannemann (2015) investigaron la influencia de las habilidades de teoría de la mente en la ds en delincuentes. Los resultados mostraron que cuando hay un alto funcionamiento en teoría de la mente, entonces se observa una alta relación entre psicopatía y ds en el factor 2 de la escala pcl-r. Este factor incluye las facetas que se etiquetan Estilo de vida y Antisocial, que se caracterizan por necesidad de estimulación y tendencia al aburrimiento, estilo de vida parasitario, ausencia de metas realistas a largo plazo, impulsividad, irresponsabilidad, pobre autocontrol de la conducta, problemas de conducta en la infancia, delincuencia juvenil, revocación de la libertad condicional y versatilidad criminal. Sin embargo, no observaron lo mismo respecto del factor 1, que incluye las facetas Afectiva e Interpersonal, es decir, las que evalúan la presencia de encanto superficial, sentido desmesurado de autovalía, mentira patológica, manipulación, ausencia de remordimiento, afecto superficial, insensibilidad afectiva, ausencia de empatía e incapacidad para aceptar la responsabilidad de las propias acciones.

Así, el interés por explorar la ds en el ámbito penitenciario es utilizar esta necesidad de aprobación social como parte de la personalidad. Lo cual puede ayudar a entender el funcionamiento psicológico de aquellos reclusos con tap y diferenciarlos respecto a otros que no cumplen con dicho diagnóstico.

Desde hace varias décadas ha existido un interés académico por tratar de identificar los perfiles de personalidad, junto a otros factores, de los delincuentes, perfiles que permitan a las autoridades, en la medida de lo posible, tomar acciones preventivas para aquellos que tengan probabilidades de incurrir en actos delictivos, ya que el crimen ha incrementado de manera considerable en los últimos años (Vilalta, 2016) y se ha convertido en uno de los principales problemas para los mexicanos (Latin American Public Opinion Project, 2017).

Un problema real en el área es que resulta complicado diferenciar el perfil de los reclusos que tienen tap de aquellos que no cumplen con los criterios diagnósticos (American Psychiatric Association, 2013). Nótese que toda la población penitenciaria se supone que ha realizado acciones antinormativas. Sin embargo, teniendo presente la propuesta de Bou Malham y Saucier (2016) sobre la ds, la cual conciben como una medición que implica una referencia implícita a las normas culturalmente compartidas, se plantea que los rasgos de tap pueden relacionarse con menor introyección de normas sociales valoradas positivamente. Además, considerando lo que señala Paulhus (1998), de que dicha aceptación de las normas sociales es en parte inconsciente, la ds puede ser una medición sensible para predecir el tap en el ámbito penitenciario.

Después de la revisión de los estudios previos, no se encuentran investigaciones en donde se utilicen escalas de ds para la predicción del diagnóstico de tap, por lo que se propuso en el presente estudio los siguientes objetivos e hipótesis:

Estudiar la relación entre la ds (edsmc y enas) y la Escala de trastorno antisocial de la personalidad de Aluja (1991; etapa); (H1) se esperaba hallar una correlación moderada y negativa.

Comparar las puntuaciones medias de ds entre los grupos formados por aquellos reclusos que obtengan puntajes bajos con los altos en la etapa; (H2) el grupo con altos puntajes obtendría menor nivel de ds.

Analizar la capacidad de la ds como predictor del tap; (H3) la ds sería un predictor significativo para el tap.

Debido a que en la literatura la ds se considera un factor sistemático que inhibe o sobreestima las puntuaciones en cualquier variable teórica con un contenido sensible (p.ej., Vigil-Colet, Ruiz-Pamies, Anguiano-Carrasco y Lorenzo-Seva, 2012), como lo es la escala etapa, que contiene ítems de comportamientos socialmente indeseables, se sugirió realizar tres análisis factoriales exploratorios (afe) restringidos utilizando las puntuaciones de las escalas edsmc y enas como marcadores de aquellos reactivos de la etapa con alto contenido de ds como lo sugieren Ferrando, Lorenzo-Seva y Chico (2009). Con este procedimiento se identifican y posteriormente se eliminan de posteriores análisis aquellos reactivos de las escalas teóricas cuyas cargas factoriales son mayores en el factor de ds. De esta manera, aislando el componente de ds de la etapa, se podrá hacer una mejor interpretación del valor predictivo de las escalas de ds sobre el tap, por lo que se planteó el siguiente objetivo y la siguiente hipótesis:

Analizar la capacidad de la ds como predictor del tap, una vez controlados los instrumentos por los niveles de ds propios de la etapa; (H4) controlados los niveles de ds propios de la etapa, las medidas de ds serían predictores significativos del tap.

Método

Participantes

Se utilizó una muestra de 92 reclusos varones con edades comprendidas entre los 18 y 53 años (Medad = 30.82 años, dtedad = 8.61 años), del centro de reclusión cereso “Lic. David Franco Rodríguez” de Morelia, Mich., México. Se realizó un muestreo no probabilístico, intencionado por conveniencia (Bernal Torres, 2010). Todos los participantes respondieron a las escalas de forma voluntaria y anónima. Un total de 68 (73.91 %) participantes refirieron estar en pareja (casado o unión libre). La escolaridad promedio fue de 8.06 (dt = 2.44) años (segundo grado de enseñanza media).

Instrumentos

Se utilizó una batería de medición constituida por tres escalas de autoinforme, en formato de lápiz y papel.

La etapa (Aluja, 1991), la cual evalúa la presencia de sintomatología del tap y se ha utilizado en ámbitos penitenciarios. Es autoaplicable y consta de 47 ítems con un sistema de respuesta dicotómica (verdadero o falso). El autor reporta un índice de consistencia interna de α = .92. En la presente investigación se realizaron los análisis inferenciales con una versión reducida a 29 reactivos. Se realizó un estudio psicométrico en donde se exploró la dimensionalidad de la escala por medio de un afe, a lo cual se obtuvo una solución factorial unidimensional (31.28 % de varianza explicada) con un índice de consistencia interna de α = .90. Esta versión consta de tres reactivos positivos (p.ej., “Normalmente seguí las normas que mis padres me imponían en casa”) y 26 reactivos negativos (p.ej., “Durante la enseñanza primaria mi conducta fue objeto de sanciones o de expulsión del colegio”).

La edsmc basada en la versión de Lara Cantú (1990), donde se halló un índice de consistencia interna de α = .78 y se informó una correlación de .52 con la escala L (mentiras) del cuestionario de personalidad de Eysenck. Originalmente la escala consta de 33 reactivos dicotómicos (verdadero o falso). Evalúa la tendencia general a atribuirse características socialmente valoradas favorablemente (18 ítems) y a negar aquellas valoradas de forma negativa (15 reactivos). Para el presente estudio se utilizó la versión reducida propuesta por Ballard (1992) con 13 reactivos. El índice de consistencia interna obtenido en el presente estudio fue de α = .71. En esta versión existen cinco reactivos positivos (p.ej., “Cuando cometo un error siempre estoy dispuesto a admitirlo”) y ocho reactivos negativos (p.ej., “En alguna ocasión me he aprovechado de alguien”).

La enas (Domínguez Espinosa y Van de Vijver, 2014). Consta de 14 reactivos distribuidos en dos dimensiones: una positiva (enas-p) con seis reactivos (p.ej., “Perdono fácilmente a quienes me ofenden”) y otra negativa (enas-n) con ocho reactivos (p.ej., “Digo mentiras si sé que no me van a descubrir”). Los reactivos se responden en una escala Likert con las siguientes opciones de respuesta: totalmente de acuerdo, de acuerdo, ni en desacuerdo ni de acuerdo, en desacuerdo y totalmente en desacuerdo. Ha mostrado correlación moderada y positiva con la edsmc, lo cual sugiere que las escalas son lo suficientemente diferentes como para considerarse independientes, y la divergencia puede atribuirse a la mayor sensibilidad cultural de la enas para el contexto de México. Por otro lado, la enas ha mostrado correlaciones moderadas y positivas con la amabilidad y la responsabilidad, y negativa y baja con el neuroticismo del modelo de los cinco grandes de Costa y McCrae. Se ha informado índices de consistencia interna de α = .74 y .71 para las dimensiones positiva y negativa, respectivamente (Domínguez Espinosa y Van de Vijver, 2014). En la muestra de la presente investigación se obtuvieron valores de α = .70 para la enas-p y de α = .76 para la enas-n.

Procedimiento

El diseño del estudio fue ex post facto, transversal y de tipo correlacional (Bernal Torres, 2010). El protocolo fue aprobado por el Comité de Investigación y Ética de la Facultad de Psicología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Se solicitó y obtuvo permiso para la recolección de datos en el centro de reclusión cereso “Lic. David Franco Rodríguez” de Morelia, Mich., México. Se señaló que los reclusos previamente debían aceptar participar de forma voluntaria y anónima en la investigación (sin obtener ningún privilegio ni descarga de obligaciones por su participación) y se les solicitó que firmaran un consentimiento informado. La administración de los instrumentos fue individual y se llevó a cabo en una sola sesión en un consultorio donde se cuidó la privacidad de los participantes en el mismo cereso. La aplicación la realizó una trabajadora del centro especialista en psicología clínica y adicciones.

Análisis de datos

Se realizaron para cada una de las escalas utilizadas, análisis de tendencia central y dispersión, correlaciones de Pearson, comparación de medias entre los grupos bajos y altos en tap, análisis de regresión lineal múltiple y jerárquica con las medidas de ds como predictores de los niveles en la etapa. Adicionalmente se llevó a cabo un afe restringido con rotación oblicua Promin para eliminar aquellos reactivos de la etapa cargados de ds. Finalmente se realizó un segundo análisis de regresión múltiple lineal y jerárquica con los puntajes corregidos de la etapa.

Resultados

Al observarse que no hay evidencias de sesgos pronunciados (ver la tabla 1) se supuso la normalidad en la distribución de las mismas. Se realizaron análisis de correlación de Pearson bivariada entre la etapa, la edsmc y las dos dimensiones de la enas. Se observa en la tabla 1 que existía una correlación significativa de las puntaciones de la etapa con todas las demás medidas. Todas las correlaciones se pueden considerar de efecto moderado. Se observa que la asociación que guardaba la edsmc con la enas-p y la enas-n era moderada, lo que implica que las escalas efectivamente tienen un porcentaje de varianza compartida pero no son idénticas y cada una está aportando algo diferente a la relación con la etapa.

Tabla 1
Descriptivos y correlaciones bivariadas entre las escalas de deseabilidad social, necesidad de aprobación social y trastorno antisocial de la personalidad

Nota: El índice de consistencia interna utilizando la fórmula alfa de Cronbach se muestra en la diagonal.

a El número entre paréntesis se refiere al número de reactivos por escala.

* p < .01. ** p < .001.

Con base en el puntaje medio en la etapa se generaron dos grupos (bajos y altos). Se observaron diferencias significativas en todas las medidas (ver la tabla 2), con tamaños de efecto grandes según los valores estándar de d de Cohen. Se observó que todas las puntuaciones de edsmc y enas eran mayores para el grupo bajo de tap. Con base en estos hallazgos se confirmó la segunda hipótesis, en donde el grupo bajo de tap difería significativamente en los niveles de ds. Estos hallazgos apoyan la segunda hipótesis planteada.

Tabla 2
Comparación de medias entre grupos con altos y bajos puntajes en el trastorno antisocial de la personalidad

Se llevó a cabo un análisis de regresión lineal múltiple y jerárquica para evaluar la contribución que tienen las dos escalas a la predicción de los valores en la etapa (ver la tabla 3). Inicialmente se realizó un diagnóstico de colinealidad entre predictores, no se encontró problemas al respecto (tolerancia entre .61 y .77).

Tabla 3
Análisis de regresión lineal múltiple y jerárquica para la predicción del trastorno antisocial de la personalidad

Nota:R ² = .47 (N = 90, p < .001).

Se observó una varianza explicada para el modelo de R² = .47. El primer predictor fue la edsmc y el segundo la enas-n, las cuales predijeron significativamente los puntajes de la etapa de manera inversa, por lo que se confirmó la tercera hipótesis en el sentido esperado (negativo), no siendo así con la enas-p, que no aportó significativamente varianza explicada a la ecuación, lo cual apoya en parte la hipótesis propuesta.

Posteriormente se realizó un afe restringido, controlando los niveles de ds propios de la etapa. Para alcanzar este objetivo se utilizó el paquete de acceso libre Psychological Test Toolbox (Navarro-González, Vigil Colet, Ferrando y Lorenzo-Seva, 2018).

El afe se llevó a cabo utilizando las tres escalas de ds como marcadores para los reactivos de la etapa. Se obtuvo un kmo de .60 y un gfi de .80, lo que sugiere que tanto el tamaño de la muestra como el ajuste fueron bajos. Por otro lado, los índices de confiablidad por factor fueron altos (ds = .88 y factor etapa = .82). Se observan en la tabla 4 las cargas factoriales de la etapa siendo que de los 29 reactivos que la conforman, se identificó que 13 reactivos tenían mayor peso en la dimensión de ds y solamente 16 se consideraban “libres” de ds (cargaron en el factor teórico).

Tabla 4
Análisis factorial exploratorio para la Escala del trastorno antisocial de la personalidad de Aluja (etapa) controlando la deseabilidad social

Nota: Las cargas factoriales en negritas implican la carga factorial mayor de los reactivos de la etapa.

a Las letras N y P indican la dimensión o la clave de calificación: negativo o positivo.

A partir de eliminar los 13 reactivos marcados de ds, se realizó nuevamente el análisis de regresión múltiple lineal y jerárquica para probar nuestra hipótesis 4 para evaluar si la predicción significativa se mantenía con el ajuste. Se observa en la tabla 5 que el porcentaje de varianza explicada disminuyó, aunque no sustancialmente. Nuevamente la edsmc y la enas-n fueron predictores significativos, mas no la enas-p. Este hallazgo da una evidencia sólida a la interpretación de que las escalas de ds son predictores significativos del tap.

Tabla 5
Análisis de regresión lineal múltiple y jerárquica para la predicción del trastorno antisocial de la personalidad controlando la deseabilidad social

Nota:R ² = .30 (N = 90, p < .001).

Discusión

Como se esperaba, se halló una correlación moderada y negativa entre las escalas que miden la ds y la etapa (de 29 reactivos). Las correlaciones son algo superiores a las informadas por otros autores entre ds y psicopatía (Gamache et al., 2018; Hildebrand et al., 2018; Kowalski et al., 2016, 2018; Ray et al., 2013; Verschuere et al., 2014), y coinciden con lo hallado en la única investigación en que se estudió la relación entre la ds y la sintomatología del tap (Mauricio et al., 2007). Los datos apoyan la interpretación de que los menores niveles de ds son el reflejo de una menor salud mental y de peor introyección de normas sociales positivamente valoradas (Bou Malham y Saucier, 2016).

No obstante, hay resultados en la literatura que no coinciden con los hallazgos del presente estudio, siendo que la población penitenciaria no siempre se muestra diferente respecto a otros grupos de la población normativa (Adams y Krasnoff, 1989; Slaton, Kern y Curlette, 2000), y en el estudio de Goodwin et al. (2012) se observó ausencia de correlación entre psicopatía y ds. Es importante destacar el estudio de Nentjes et al. (2015), donde hallaron una relación entre ds y psicopatía sólo cuando hay un elevado funcionamiento en teoría de la mente y sólo en el factor 2 de la escala pcl-r, que incluye las facetas que se etiquetan Estilo de vida y Antisocial, que precisamente son las que coinciden en mayor medida con las características del tap (American Psychiatric Association, 2013). De modo que puede interpretarse que las diferencias no necesariamente se circunscriben a la población penitenciaria, ni a la psicopatía, sino a aquellos que presenten tap, independientemente del escenario en donde se encuentren, ya que en reclusos que han cometido delitos de cuello blanco las puntuaciones en ds son similares a las extraídas de población general (Blickle, Schlegel, Fassbender y Klein, 2006).

Asimismo, el grupo con altos puntajes obtuvo menor nivel de ds con tamaños de efecto grandes para edsmc y enas-n y mediano para enas-p. Esto sugiere la posibilidad de utilizar instrumentos de ds para ayudar al diagnóstico del tap en población penitenciaria. Por otro lado, la ds se mostró como un predictor significativo para el tap y también una vez controlados los instrumentos por los niveles de ds propios de la etapa.

Los resultados ofrecen apoyo a la idea de que la ds refleja una tendencia a la conformidad social y, por ello, a cumplir con aquello que es valorado socialmente, en busca de aceptación social (Fleming y Zizzo, 2011). Los resultados hallados son congruentes con la propuesta de Bou Malham y Saucier (2016), quienes sugieren que la ds supone un conocimiento y quizás aceptación implícita de las normas culturalmente compartidas. En este sentido, es posible que en reclusión los reclusos con tap mantengan valores más congruentes con los de una “subcultura” del ámbito presidiario (algunos incluso opuestos a los de la normativa cultural dominante, p.ej., puede ser altamente valorado “quien me la hace la paga”, contrario a la valoración positiva de “perdonar aquellos que nos ofenden”). Debe recordarse que todos los reclusos están expuestos a la misma “subcultura”, pero es posible que aquellos que no tienen tap hayan introyectado en mayor medida la cultura normativa general y, por otro lado, adopten con mayor dificultad valores (de forma consciente e inconsciente) más acordes con los de la subcultura de la prisión u otros ámbitos marginales.

Debe subrayarse que los resultados del estudio de Nentjes et al. (2015) apoyan la idea de que no es un déficit en la teoría de la mente lo que explicaría la asociación entre ds y tap. La ds implica aceptar atributos deseables (reales o no; Paulhus y Reid, 1991) y podría funcionar de modo análogo a otros sesgos positivos como la ilusión de control, que se asocia a un funcionamiento adaptativo y a mayores niveles de bienestar (Taylor y Brown, 1994). En el presente estudio la aceptación de atributos positivos —incorporados en la edsmc y en la enas-p— avalan este supuesto ya que se asociaron inversamente con los puntajes de la etapa.

Existen por supuesto algunas limitantes en el presente estudio, como la falta de control del coeficiente intelectual (Bensch et al., 2017; Schermer y Goffin, 2018) y del tipo de delito cometido (Hayashino, Wurtele y Klebe, 1995), así como la presencia de sintomatología depresiva y consumo de sustancias, ambas frecuentes en el tipo de población estudiada (Robitaille et al., 2017).

Una tarea pendiente es contar con datos psicométricos de la etapa (Aluja, 1991) en población mexicana. Las peculiaridades de la muestra obligan a considerar que los hallazgos podrían variar si existiera mayor variabilidad en el nivel educativo e inteligencia de los evaluados, y si el contexto penitenciario y cultural fuera radicalmente diferente, por lo cual se sugiere ser prudentes respecto a la generalización de los resultados. A pesar de ello, se quiere señalar que las correlaciones tan elevadas observadas en la presente investigación sugieren que la evaluación de la edsmc y la enas podrían ayudar en el diagnóstico del tap.

Debe destacarse que aludir a preguntas sobre la puntualidad, la emisión del voto después de informarse adecuadamente, etc., reactivos propios de escalas de ds, ofrecen menor defensividad que reconocer que se ha vivido un tiempo sin domicilio fijo o se ha cometido algún robo. De modo que algunos instrumentos de evaluación de ds podrían utilizarse como herramientas de tamizaje en algunos ámbitos marginales con riesgo elevado de tap (como miembros del ejército, de protección civil, etc.) que no están en reclusión, pero presentan características sociodemográficas similares.

Referencias

Adams, C. J., & Krasnoff, A. G. (1989). Social desirability effects in male prisoners. Journal of Research in Personality, 23(4), 421-434. doi:10.1016/0092-6566(89)90012-3

Aluja, A. (1991). Evaluación clínica y psicométrica del trastorno antisocial de la personalidad. Revista de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Barcelona, 18(2), 59-70.

American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5ª. ed.). Washington, DC, EE.UU.: autor.

Ballard, R. (1992). Short forms of the Marlowe-Crowne Social Desirability Scale. Psychological Reports, 71(3 supl.), 1155-1160. doi:10.2466/pr0.1992.71.3f.1155

Bensch, D., Paulhus, D. L., Stankov, L., & Ziegler, M. (2017). Teasing apart overclaiming, overconfidence, and socially desirable responding. Assessment. Publicación anticipada en línea. doi:10.1177/1073191117700268

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Notas de autor

Dirigir correspondencia a: Ferrán Padrós-Blázquez. Facultad de Psicología, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Francisco Villa 450 Col. Dr. Miguel Silva Morelia, Michoacán, México 58280. Correo electrónico: fpadros@umich.mx o fpadros@uoc.edu

Información adicional

Citación: Padrós-Blázquez, F., Domínguez Espinosa, A. C., & Graff-Guerrero, A. (2018). La deseabilidad social como predictor del trastorno antisocial de la personalidad en reclusos. Revista Mexicana de Psicología, 35(2), 105-116.



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