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El apego al recorrido en el centro de Santiago de Chile
Alejandra Sandoval Luna; Margarita Greene; Andrés Di Masso
Alejandra Sandoval Luna; Margarita Greene; Andrés Di Masso
El apego al recorrido en el centro de Santiago de Chile
Attachment to the Route in Santiago de Chile’s Center
Revista INVI, vol. 38, núm. 107, pp. 205-231, 2023
Universidad de Chile. Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Instituto de la Vivienda
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Resumen: La importancia de la caminata parece haberse perdido ante el frenético ritmo de la cotidianeidad urbana contemporánea. Priman caminatas funcionales y rápidas que buscan la conexión, ante un escaso número de caminatas contemplativas del espacio público en las que están inmersas. El presente artículo muestra una investigación del proceso de apego al recorrido cotidiano en el espacio público en el centro de Santiago de Chile, la zona con mayor densidad y construcción en altura de la ciudad. Desde un planteamiento fenomenológico-hermenéutico y un análisis espacial, se describe el proceso y se identifican los factores que inciden en la creación del apego de los peatones a su recorrido. Para ello se aplicaron entrevistas semiestructuradas, entrevistas caminadas, y una etnografía visual. Los resultados del análisis muestran que el apego al recorrido en una primera instancia no existe en entornos densos, lo que cambiaría con la práctica de la caminata diaria entre la vivienda y el trabajo. Se van apreciando aspectos de centralidad y accesibilidad, y luego se genera un apego a la actividad del caminar, surgiendo así una significación de elementos y características físicas y sociales del espacio público que decantan en un apego hacia el recorrido.

Palabras clave: Apego al lugar, caminar cotidiano, áreas urbanas altamente densas, Santiago (Chile).

Abstract: The importance of walking seems to have been lost in the frantic pace of contemporary urban everyday life. Functional and fast walks that seek connection prevail over a scarce number of contemplative walks of the public space in which they are immersed. This article shows an investigation on the process of attachment to a daily route in public space in downtown Santiago de Chile, the area with the most density and high-rise constructions in the city. The process is described from a hermeneutical-phenomenological approach and a spatial analysis, identifying the factors that affect the pedestrian's attachment to their daily routes. For this, semi-structured interviews, walking interviews, and visual ethnography were applied. The results of the analysis show that there is no attachment to the daily route in dense environments in the first instance, something that would change when practicing a daily walk between home and work. Aspects of centrality and accessibility begin to be observed, and then an attachment to the act of walking is generated, from which emerges a significance of elements and physical and social characteristics of the public space, which result in an attachment to the route.

Keywords: Daily walking, dense urban areas, place attachment, Santiago (Chile).

Carátula del artículo

Artículo

El apego al recorrido en el centro de Santiago de Chile

Attachment to the Route in Santiago de Chile’s Center

Alejandra Sandoval Luna
Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Ecuador
Margarita Greene
Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile
Andrés Di Masso
Universitat de Barcelona, Spain
Revista INVI, vol. 38, núm. 107, pp. 205-231, 2023
Universidad de Chile. Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Instituto de la Vivienda

Recepción: 23 Diciembre 2021

Aprobación: 14 Diciembre 2022

Introducción

Son muchos los autores que sostienen que el espacio público es el principal espacio del urbanismo, pues corresponde al espacio de la cultura urbana y de la ciudadanía (Borja y Muxí, 2001); asimismo, varios relacionan también esta importancia con los flujos de movimiento y encuentro entre habitantes (Hillier, 1996a). Autores como Borja (2003) destacan que es ahí donde circulan los ciudadanos experimentando la ciudad ya sea en plazas, calles, avenidas o equipamientos varios, abiertos o cerrados, que deberían proporcionar igualdad en el habitar de la ciudad. Sin embargo, por mucho tiempo, el urbanismo privilegió una perspectiva estática para el estudio y análisis del espacio público, siendo reciente la adopción de una perspectiva desde la movilidad.

La comprensión de los procesos sociales y espaciales desde una condición móvil ha nutrido significativamente la perspectiva estática desde la cual solían examinarse estos fenómenos (Urry, 2007). La perspectiva de la movilidad en las problemáticas del espacio urbano permite examinar el mundo y las formas de vida reconfiguradas por el movimiento (Cresswell, 2011; Zunino et al., 2018), tanto en escalas individuales-locales, en las que se entienden las experiencias y significados (Cresswell, 2011), como en escalas internacionales -dependiendo de las formas y capacidades de movilidad (Jirón, 2008; Sheller y Urry, 2006; Urry, 2007)-.

El giro de las movilidades en las ciencias sociales (Sheller y Urry, 2006) puso sobre la mesa la necesidad de incluir a las dinámicas de movimiento cotidianas en la investigación y reflexión teórica en la sociología (Hayes, 2015), antropología (Ingold, 2011; Ingold y Lee, 2008), arquitectura (Ascher, 2005; Hillier, 1996a; Jensen, 2009), geografía (Cresswell, 2006; Cresswell y Merriman, 2013), entre otras. En esta línea, la psicología ambiental ha incorporado la movilidad en el estudio y teorización del estudio del apego que el ser humano tiene hacia los lugares con aportes de distintos autores y temáticas (Di Masso et al., 2019). . Se mencionan autores relacionados con las movilidades de la era digital -espacios móviles de trabajo, telecomunicación y trabajo peripatético- (Stokols, 2018; van der Klis y Karsten, 2009; Wohlers y Hertel, 2017), desplazamiento de refugiados (Adelman, 2008), movilidad residencial (Buckle, 2017), procesos de gentrificación (Manzo, 2014), entre otros (Di Masso et al., 2019).

Objetos, experiencias y personas se mueven constantemente según patrones y formas de movilidad que influyen y cambian “las microgeografías de cada día” (Cresswell, 2011, p. 551), haciendo de la condición de movilidad un requisito para la cotidianeidad del ser humano (Adey, 2006, 2016; Gustafson, 2014; Miralles-Guasch, 2002; Urry, 2007). En especial, en el ámbito de la planificación y el diseño urbano, las percepciones humanas y afectivas que vinculan a los ciudadanos con el espacio público durante sus desplazamientos a través del mismo, requieren una especial atención para comprender las nuevas dinámicas existentes entre el sujeto y el lugar.

Dicha experiencia móvil está supeditada a la experiencia individual de cada peatón: “cada uno tiene su trama subjetiva: la forma de la ciudad según sus trayectos cotidianos” (Borja y Muxí, 2001, p. 120). Es importante atender dichas subjetividades para entender los elementos más valorados de aquel espacio público y así contribuir a comprender no solo su función o característica física, sino la connotación social identitaria que se le atribuye y que se requeriría para que cumpla condiciones de igualdad. Explorando dicha esfera subjetiva, esta investigación recurre a evaluar si existe apego al mismo y qué factores determinan dichos procesos de vinculación.

Este artículo se concentra en un aspecto que ha sido insuficientemente explorado en los estudios sobre movilidad: los procesos psicológicos del ser humano que transita, explorando su vinculación y apego con el territorio por el que se desplaza.

Se vincula el enfoque de la movilidad y la percepción psicológica del ser humano, para abordar el fenómeno del apego al lugar en relación con el caminar cotidiano en espacios públicos de zonas urbanas densas. La presente propuesta se alinea a lo expuesto, tomando el caminar cotidiano como enfoque y objeto de estudio a la vez, con el objetivo principal de comprender el proceso de apego al recorrido cotidiano en el centro de Santiago de Chile -durante la caminata funcional cotidiana entre trabajo y domicilio- e identificar cuáles son los elementos físicos y sociales que inciden en dicho proceso. La hipótesis postula que el proceso de apego tiene que ver con aspectos subjetivos derivados de la experiencia individual del recorrido y de ciertos elementos del entorno urbano percibido que evocan afecto en los peatones.

Revisión de literatura
La importancia y perspectiva del caminar urbano

Caminar compromete al cuerpo entero para generar su movimiento (Ingold y Lee, 2008) y, en tal sentido, es una actividad que va mucho más allá de poner un pie delante de otro; motricidad, cognición y percepción permiten al ser humano desplazarse en una ciudad. Ingold (2011) afirma que la forma más elemental para habitar el mundo es deambular caminando (p. 152). En este sentido, habitamos el mundo cuando nos movemos a través de el (Ingold y Lee 2008; Urry, 2007), siendo el caminar una manera de ser y hacer, de resignificar y de expresar, y de llevar a cabo un proceso de construcción de lugares (Certeau, 1997, p. 109). Por lo anterior y por sus diversas finalidades, la definición del caminar es amplia y diversa por su naturaleza múltiple (Martínez, 2018). Lo relevante de estas perspectivas mencionadas, es la consideración de estas en las ciencias sociales y humanidades, áreas del conocimiento que han comprendido al caminar como práctica social desde la cual se genera la “experiencia directa con el entorno y que genera un aprendizaje encarnado de este” (Martínez, 2018, p. 37). Por ello, el caminar es la actividad por excelencia que promueve la conexión del ser con su entorno, con el espacio público; por ende, es la acción corpórea y consciente que tiene relación directa con procesos de apropiación e identificación con el espacio público en tanto permite incorporar variables subjetivas individuales, sociales, culturales y espaciales.

En lo académico se ha incrementado el interés por el estudio del caminar (Bates et al., 2017; Ingold y Lee, 2008; Shortell y Brown, 2014) por lo que un amplio campo de investigaciones continúa creciendo, donde, como lo afirma Martínez (2018), “cada disciplina introduce un matiz diferente respecto a cómo comprender el acto de caminar” (Martínez, 2018, p. 38). Las perspectivas son diversas pues se ha prestado atención al caminar desde la filosofía (Gros, 2015), la historia (Solnit, 2015), la antropología (Ingold y Lee, 2008), la sociología (Certeau, 1997), la arquitectura (Gehl, 2010) y la geografía (Middleton, 2011).

En el contexto latinoamericano, sobre todo en los últimos años, varios estudios se han enfocado en el caminar para plantearlo como herramienta metodológica o como el objeto de la investigación, poniendo sobre la mesa problemas cotidianos urbanos (Martin Tironi y Mora, 2018). Para el caso de Chile, entre los autores que han aportado a la temática podemos mencionar a Herrmann Lunecke, 2016; Herrmann-Lunecke et al., 2022; Jirón y Figueroa, 2017; Jirón y Mansilla, 2013; Figueroa Martínez y Forray Claps, 2015; Pavez Reyes, 2011; Ureta, 2008; Tironi y Mora, 2018. En especial se ha estudiado el caminar en relación con las desigualdades urbanas que surgen del fenómeno de la movilidad y, recientemente, el caminar asociado a la experiencia de pandemia por la COVID 19.

La experiencia y significación del caminar emerge de la percepción y vivencia del individuo en su relación con uno o varios entornos que experimenta; por tal motivo tiene características de heterogeneidad y particularidad (Middleton, 2011). También hay que considerar que las formas y los tipos de caminar tienen relación directa con los motivos del desplazamiento, la persona que camina y el espacio por el cual transita (Choi, 2014). Además, también varía el ritmo de la caminata (Wunderlich, 2008) pues se camina por utilidad, por convivencia social, por placer, por recreación, por deporte (Choi, 2014), para contemplar, para explorar, para interpretar (Nuvolati, 2014) y por muchos otros motivos y propósitos. Sin embargo, sin importar cuál sea el tipo y propósito, mientras se camina se tiene la posibilidad de crear lugares, o lugares en movimiento que, para el caso de este trabajo, identificamos como recorrido. Este recorrido es un ‘lugar en movimiento’, concordando con el concepto de lugarización en movimiento planteado por Urry (2007), Ingold y Lee (2008) y Jirón (2018). El recorrido sería un habitar en movimiento.

Caminar y apego al lugar

La caminata le da la oportunidad a la persona de construir la experiencia del lugar desde el recorrido vivido en movimiento. “A través del caminar cotidiano, el ser humano desarrolla un sentido por y del lugar” (Wunderlich, 2008). Esta investigación propone que, dependiendo de las significaciones subjetivas y de las características socio-espaciales, es posible que, en ciertos momentos específicos del recorrido, se creen vínculos entre el ser humano y el espacio. Se considera que, a una escala local, la caminata es el tipo de movilidad óptima para posibilitar la vinculación del ser humano con el lugar público, pues permite observar distintas prácticas, afectos y corporalidades (Tironi y Mora, 2018). Asociada a lo anterior está el flâneur, como modo específico de caminata de exploración de los lugares (Nuvolati, 2014). Siendo así, el caminar promueve la aparición de vínculos con los recorridos que influencian en el proceso de apego al lugar.

El apego al lugar es el vínculo que existe entre un ser humano -o un grupo de seres humanos- con uno o más lugares (Altman y Low, 1992; Manzo y Devine-Wright, 2021). Este puede variar según la escala, el grado de especificidad, las características físicas y sociales de un lugar; además, se lo puede evidenciar en procesos psicológicos de comportamiento, cognición y afecto (Scannell y Gifford, 2010, p. 5). La comprensión del proceso de apego hacia un lugar o lugares puede guiar hacia posibles y necesarias intervenciones en el espacio público, así como a clarificar áreas en las cuales se puede proponer políticas para la planificación y gestión del crecimiento urbano e identificar los factores a tomar en cuenta por la práctica del diseño urbano (Manzo y Devine-Wright, 2014). Asimismo, al identificar los factores sociales y espaciales importantes para el apego al lugar, sería posible generar programas para estimular el involucramiento comunitario y comportamientos de cuidado y consideración del entorno (Scannell y Gifford, 2014).

La noción de movimiento ha sido tomada en cuenta por algunos estudios del apego al lugar, difiriendo en formas y niveles de movilidad o inmovilidad para profundizar en la comprensión de cómo ello reconfigura las nociones de apego del ser humano (Di Masso et al., 2019). Existen estudios de apego al lugar que lo abordan desde distintos tipos de movilidad y que indican que el ser humano mantiene y crea vínculos con los distintos lugares en los cuales se mueve (Gustafson, 2014). Por otro lado, Di Masso et al. (2019) presentan un aporte teórico que recoge un análisis y reflexión respecto de las posibles configuraciones de apego que se dan entre lo fijo y lo móvil. Los autores reconocen que no debería haber oposición entre el movimiento y el fenómeno del apego al lugar. Contrariamente, indican que, a partir de la combinación dialéctica entre distintos niveles y formas de movimiento e inmovilidad, emerge una multiplicidad de posibles anclajes y arraigos dispersos; dinámicos y cambiantes procesos de apego. Los autores proponen el concepto de “fixity and flow framework” el cual plantea distintas categorías de movimiento en relación con el apego al lugar, con un énfasis en la característica procesual de este fenómeno. La categorización va desde un estado fijo, donde el movimiento representa una disrupción de lazos y apegos, hasta un estado de total flujo en el que viajes virtuales e imaginados se incluyen como desplazamiento que implican interacción entre lugares e imágenes que motivarían la construcción de apego. Transitando estos dos extremos se plantean varias formas de apego y relación entre la inmovilidad y el movimiento. Aun con la consideración del movimiento, dicho planteamiento considera que el proceso de apego ocurre en un lugar fijo localizado, lo cual quiere decir que considera que el apego ocurre en los lugares entre los cuales se desplaza el ser humano.

Los apegos al lugar multicéntricos o “rizomáticos” resultan de un constante flujo entre patrones cambiantes de anclaje espacial y circulación geográfica (Di Masso et al., 2019, p. 130). Con esta perspectiva, se posibilita comprender cómo puede existir apego al lugar aun con altos niveles de movilidad, pues todo dependerá de las particularidades de la experiencia, de la escala del territorio y del tipo de movilidad.

Son recientes y de enfoque variado los estudios que han profundizado sobre este proceso de apego en un marco de lo fijo y lo móvil en relación con la movilidad peatonal (Arnberger et al., 2022; Chan et al., 2020; Chaparro, 2020; Chen et al., 2020; Córdova Ramírez, 2022; Fontes, 2018; Herrmann-Lunecke et al., 2022; Lager et al., 2021; Maciejewska et al., 2020; Smith y Aranha, 2022; Wilkinson y Badwan, 2021), lo cual demuestra que el caminar puede detonar maneras y niveles de apego más profundos que los que se pudiese crear con otras formas de trasladarse. Caminando se forja la práctica de la noción de territorio (Chaparro, 2020) y por ello, las micro movilidades deben ser estudiadas para entender aspectos de pertenencia y apego a los lugares. El presente trabajo pretende rescatar aspectos, tanto subjetivos como físicos, para entender el proceso de la creación de vínculos desde el peatón hacia el recorrido cotidiano.

El lugar móvil de apego es el recorrido

Según Massey (2005), el lugar puede entenderse como un evento. Ingold (2011) plantea que la experiencia del entorno físico se da en forma de movimiento lineal, lo cual alude a las formas en que se desplaza en el espacio el ser humano. La confluencia y entendimiento de estos dos planteamientos produce el proceso de lugarización en movimiento. En este fenómeno, la persona que se mueve significa el entorno por el cual se desplaza, generándose procesos de arraigos identitarios y de apropiación (Jirón, 2008; Jirón et al., 2016; Jirón e Iturra, 2014). Esta lugarización en movimiento ocurre también al caminar pues se ocupa linealmente del espacio y va construyendo eventos a los cuales dota de significación.

Tomando en cuenta esta perspectiva fenomenológica, el apego al lugar es una dimensión que forma parte del fenómeno de lugar o experiencia del lugar (Seamon, 2014, p. 11). En concordancia con este enfoque, el lugar viene a ser un evento que ocurre en el tiempo, una experiencia individual o plural donde una o varias personas tejen relaciones con un espacio determinado y que, por lo tanto, es multivalente, complejo y dinámico (Seamon, 2014). Así, es preciso pensar al lugar y al apego al lugar como un grupo de procesos holísticos, a la vez dialécticos y generativos entre sí (Seamon, 2014). De esta forma, un lugar no existe por la experiencia inmediata, corpórea y consciente del habitar en aquello definido como un espacio. Luego, los vínculos fuertes entre el ser humano con un lugar se expresarían en el fenómeno del apego al lugar o “place attachment” (Altman y Low, 1992). Este último puede ser particular, individual o subjetivo, o bien colectivo, culturalmente configurado e inscrito en procesos socio-estructurales. Siendo así, se reconoce que la relación de las personas con el entorno es más compleja que la mera influencia de las características del entorno sobre estas, pues incluye vivencias, experiencias y cómo la persona interpreta los lugares emocionalmente (Chan et al., 2020).

Metodología

Para entender el proceso de apego al recorrido cotidiano, en esta investigación se utilizan varias metodologías complementarias que analizaron la vivencia del peatón en sus trayectos entre vivienda y oficina en el centro urbano de Santiago de Chile. La aproximación, por tanto, es fenomenológica hermenéutica y utiliza métodos cualitativos para la recolección y análisis de información. Para la recopilación de información se siguió el protocoló ético de investigación aprobado por el comité de la institución en la que se elaboró el trabajo.

Para identificar si existía apego por parte de los peatones a su recorrido, se recabó información cualitativa mediante trece entrevistas semiestructuradas, veinte y seis entrevistas caminadas -sombreo- y una etnografía visual, esta última se implementó mientras se acompañó a los participantes en sus recorridos cotidianos de la vivienda al trabajo y del trabajo a la vivienda. El carácter de la muestra es no probabilística (Hernández et al., 2003, p. 306) y dirigida, de la clase de sujeto-tipo (Hernández et al., 2003); en este caso son habitantes del centro de Santiago que diariamente optan por la caminata como medio principal de transporte diario entre sus viviendas y su trabajo. Es decir, se aborda una caminata funcional (Choi, 2014) que dista de aquella del tipo “flaneur” pues el motivo de la caminata no es de placer y/o exploración, sino una que busca llegar cotidianamente de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. Se incluyen siete hombres y ocho mujeres adultos trabajadores entre 22 y 56 años. La recolección de datos se ejecuta en dos fases: la primera entre abril y agosto del año 2018; y, la segunda, entre febrero y abril del año 2019.

El análisis de los elementos del espacio público útiles para el proceso de apego al recorrido se realiza: identificando las características y elementos espaciales importantes para el peatón, a partir de información compilada en las entrevistas caminadas; a través de la captura y análisis de fotografías capturadas por los entrevistados en su recorrido favorito; y, además, se geo-referencian los puntos en los que los participantes capturaron las imágenes fotográficas con el objeto de analizar su distribución y evidenciar posibles patrones.

Las entrevistas semiestructuradas buscan identificar si existe o no apego al recorrido y cuáles son los elementos del entorno más importantes para el proceso de apego. Esta técnica antecede a las entrevistas caminadas para motivar la reflexión a priori del participante respecto a su actividad cotidiana del caminar. Así, al realizar la entrevista caminada, los peatones pueden estar más conscientes de aquellos elementos que les son significativos en su recorrido, pues algunos participantes no toman conciencia de ello, sino después de haber sido invitados a reflexionar al respecto. Tanto el mapeo como las entrevistas caminadas han sido utilizados por otros autores, recientemente, para explorar el caminar y los apegos (Chan et al., 2020; Smith y Aranha, 2022).

Las entrevistas semi-estructuradas fueron analizadas a través de un proceso inductivo con el objetivo de explorar el proceso del apego al recorrido; se incluyen tanto el primero como el segundo grupo de entrevistas. Se utiliza un análisis temático tipo template analysis (Brooks et al., 2015) el cual incluyó un proceso de codificación abierta que buscó los elementos o aspectos que evocaban afecto durante los recorridos.

La primera plantilla modelo del template analysis se define basándose en el análisis de las primeras cuatro entrevistas, enfocando el análisis para identificar dos dimensiones principales: el proceso de apego y los elementos espaciales que influyen en el apego. Con ello, se procesa la información mediante codificación abierta y axial, permitiendo la inclusión de nuevos códigos y la categorización de los códigos en función de la plantilla, la cual fue modificándose y se incluyeron otras dimensiones, temas y categorías, como esta técnica lo permite.

Se concluye que el modelo de análisis temático con plantilla entrega resultados más detallados -en cuanto al proceso de apego al recorrido- que un análisis deductivo realizado inicialmente. Con quince entrevistas se saturan las categorías de codificación, siendo así posible responder la pregunta de investigación y entender el proceso de apego. En el procesamiento analítico se utilizó el software Atlas.ti.

La información de las entrevistas caminadas se analizó mediante dos matrices: una que relaciona las imágenes capturadas con las razones que, dependiendo de cada persona, eran importantes para seleccionarlas; y otra matriz que clasifica las imágenes según el tipo de espacio fotografiado. Estos análisis buscan relacionar las imágenes con un proceso de significación asociado al apego, así como con los tipos de elementos urbanos -edificaciones, plazas, calles y otros- relevantes en este proceso.

El centro de Santiago de Chile

El estudio se realizó en el centro de la ciudad de Santiago de Chile. Este es el sector más denso de la ciudad y con los niveles de movilidad peatonal más altos. La densidad promedio del sector es de 328.54 hab/hectárea, con áreas donde alcanza los 452,13 hab/hectárea (Instituto Nacional de Estadísticas, 2017) y la densidad residencial del sector alcanza las 150 viv/hectárea en algunos sectores. Por otro lado, según la última Encuesta Origen y Destino (EOD) un 34% de los viajes en Santiago se realizan a pie (Observatorio Social Universidad Alberto Hurtado, 2014). El sector centro reportó un 50% de viajes mediante caminata; la tasa más alta de la ciudad.

Es una zona central de usos mixtos, un área urbana donde existe una alta disponibilidad para caminar. Presenta distintas morfologías edilicias que van desde el Palacio de Gobierno, edificio consistorial, ministerios, y edificaciones de vivienda, hasta algunas modernas -de hasta 30 pisos- contrastadas por viviendas antiguas de un piso, edificios de oficinas y establecimientos comerciales. En la Figura 1 se muestra el área del trabajo de campo y la zona de viviendas.


Figura 1
Ubicación de zona de estudio.
Fuente: elaboración propia con imagen de Google Earth.

Resultados

Los resultados del estudio se presentan en cuatro secciones. El primero se refiere al proceso de construcción del apego al recorrido; el segundo presenta los elementos físicos y sociales significativos del recorrido de los entrevistados; el tercero resume la tipología de elementos físicos del espacio público que destacaron; y el cuarto, muestra factores sociales relevantes en la construcción de vínculos con el recorrido.

Proceso de construcción del apego

En primera instancia el análisis de las entrevistas encontró que, en general, existía apego al caminar, pero no al lugar. Es decir, las características físicas del sector no parecían generar vínculos de afecto; no obstante, al profundizar en el análisis se comprende que a través de la repetición cotidiana se va generando un apego al recorrido como lugar en movimiento, donde ciertos elementos físicos del entorno van significándose con el tiempo. Este apego se da en cuatro etapas: 1) un aparente desapego relacionado con la masividad de edificaciones y la contaminación ambiental del sector; 2) la valoración de la centralidad y accesibilidad del sector que permite traslados cotidianos a pie; 3) un apego al caminar, que surge a través de su práctica día a día; y, 4) un apego al recorrido, basado en vínculos forjados en la repetición cotidiana del recorrido y la significación de aspectos espaciales y sociales relevantes para cada individuo. La Figura 2 ilustra el proceso.


Figura 2
Proceso desde el aparente desapego al lugar al apego al recorrido.
Fuente: elaboración propia.

La primera etapa es la del ‘aparente desapego’, donde los entrevistados mencionan la presencia de basura, suciedad general, sensación de encierro, falta de áreas verdes y de espacios públicos de descanso, aceras angostas, percepción de inseguridad, entre otros aspectos negativos. Esta primera percepción negativa del entorno no evoca razones para vincularse al mismo.

Pese a esto, en la medida en que los habitantes hacen uso y disfrutan de los ‘beneficios de la centralidad’ del sector, surge una segunda etapa, donde reconocen su accesibilidad. Así deciden mantener cotidianamente la caminata para ir al trabajo, mencionando por ejemplo el ahorro económico y de tiempo, al no tener que usar vehículo particular o autobús. En relación con el uso de este beneficio de centralidad, y debido a que esta atrae flujos peatonales, los entrevistados refieren sentirse seguros. Por el contrario, las mujeres chilenas refieren sentirse inseguras, contrastando con la opinión de las entrevistadas extranjeras latinoamericanas, quienes valoran la seguridad percibida en el sector en comparación con la realidad de sus ciudades de origen, aun en horas de oscuridad. Esta particularidad referente a la percepción de inseguridad no fue detallada por los hombres, lo cual corrobora que el entorno incide más en la percepción y vivencia de las caminatas de las mujeres que en la de los hombres (Maciejewska et al., 2020).

La tercera etapa surge de la repetición diaria del caminar entre el trabajo y el domicilio, que genera un ‘apego al caminar cotidiano’. Los habitantes valoran esta actividad como una forma de desplazamiento práctica y económica, como un espacio de tiempo libre y personal, una experiencia móvil propia e individual, un espacio para el deporte y la salud, un momento para pensar y distraerse. “Ese es un momento que me gusta […] esa caminata es para mí un momento para despertar y empezar el día de buena manera y cuando vuelvo del trabajo también, es un momento que me gusta” (Francisca, 23 años, francesa, vive siete meses en el sector).

Por último, la cuarta etapa se construye a través de la significación que los peatones dan a su recorrido. Edificaciones, comercios, personas y calles toman significados especiales, lo que genera el ‘apego al recorrido’. Esto corresponde a la lugarización en movimiento (Urry, 2007), donde el caminar diario motiva la vinculación de los peatones con su recorrido. Esta etapa se caracteriza por la sensación de pertenencia, de identidad compartida, de una apreciación de la individualidad propia en un espacio de diversidad y encuentro con otros. El testimonio de Diego lo evidencia de la siguiente manera: “Te sentís como más dueño, como con más propiedad en estas calles, cachai? O sea, desde cómo cambia el semáforo a cómo hay que cruzar, incluso tú cachai la gente que no es de acá” (Chileno, 35 años, vive cuatro años en el sector). Esto demuestra cómo una caminata funcional se transforma en algo significado, posible de generar apegos al barrio, incluso cuando el contexto no es atractivo para ello; es entonces cuando surgen los elementos de la significación individual dada por cada peatón a su recorrido y el amor por el caminar. Paola evidencia su apropiación diciendo: “Es que siento que es parte… se ha hecho parte de mi vida, de mi rutina, de lo que me dice de que voy a trabajar, que es otro día nuevo. […] Me gusta ese recorrido” (Chilena, 32 años, vive cinco años en el sector). La posibilidad de vinculación a entornos no atractivos a través de la significación individual durante el caminar también fue corroborado por Chan et al. (2020) para el caso de Shenzhen-China. El apego también se evidenció al preguntarles a los habitantes si extrañarían su recorrido en caso de abandonarlo; la mayoría afirmaron que sí, que sí lo extrañarían. “Si yo no tuviera que hacer este recorrido por un tema de no sé, un cambio de trabajo, o por otras razones... Sí, lo extrañaría” (Roberto, chileno, 35 años, vive 11 años en el sector).

Lugares urbanos significados que generan vínculos

En el proceso de vinculación con el recorrido surgen lugares especiales a los cuales se apegan las personas. En la Figura 3 resaltan los 29 recorridos recabados y se muestran con puntos rojos las casi 300 fotos tomadas por los entrevistados.

La concentración mayoritaria de fotos se concentra en áreas cercanas a la avenida Bernardo O’Higgins, entre la plaza de la Constitución y el cerro Santa Lucía. Hacia el sur de la avenida Bernardo O’Higgins, los puntos de tomas fotográficas se localizaron en la calle San Isidro y el Barrio París y Londres. La única zona aislada se localiza en el Barrio Lastarria. La distribución de los puntos de captura de imágenes refleja una dispersión hacia el sur de la avenida Bernardo O’Higgins, reflejando una falta de coincidencia en la valoración de los puntos importantes del recorrido para cada peatón en dicha zona.

Del análisis de la ubicación de las fotografías se identificaron diez concentraciones que ilustran espacios importantes para los peatones, espacios cuyas características y significados son expresados en las entrevistas que describen la vivencia del recorrido e iluminan la construcción del apego al mismo. Cada uno de estos lugares concentra entre ocho y 12 fotografías; es decir, cerca de un tercio de las fotografías fueron tomadas en uno de estos diez lugares.

Es interesante destacar que, de los diez lugares mencionados, cuatro corresponden a edificios o plazas patrimoniales (Plaza de la Constitución, Teatro Municipal, y dos iglesias) y seis a calles, todas las cuales son peatonales y con una fuerte actividad comercial formal o informal. Los entrevistados señalaban la importancia histórica, de lo antiguo y patrimonial, en las primeras; y en las segundas, el valor de su actividad y dinamismo.


Figura 3
Localización de puntos de toma de fotografías por los peatones 1. Plaza de la Constitución 2. Paseo peatonal Bandera y Paseo peatonal Nueva York 3. Teatro Municipal 4. Iglesia San Francisco 5. Paseo peatonal Tenderini 6. Calles / Barrio París y Londres 7. Calle Lastarria 8. Calle San Isidro - Comercio ambulante 9. Calle San Isidro - Comercio establecido. 10. Plaza e Iglesia San Isidro.
Fuente: elaboración propia.

Elementos y características espaciales significadas

Los 15 entrevistados tomaron 269 fotografías; de estas, 159 fueron capturadas en el recorrido de ida al trabajo y 110 durante el recorrido de regreso a sus domicilios. La mayor parte de las imágenes son de espacios patrimoniales o antiguos. También se incluyen imágenes de lugares de comercio, paseos peatonales, grandes vías vehiculares, plazas y áreas verdes.

Para el análisis de las fotografías, se categoriza cada imagen según el tipo de elemento urbano seleccionado y el significado al que asociaban las personas dicho elemento o lugar. Cada fotografía podía asociar más de un significado: por ejemplo, si un peatón elige un lugar por sus características patrimoniales y por los recuerdos que le evoca; en este caso, se consignaban dos significados. En la Figura 4 se ilustra el número de significaciones.

El análisis de la cantidad de significados que se conectan con las fotografías (Figura 4) muestra que, tanto a calles como a edificios y lugares antiguos se les atribuye mayor significación en los dos recorridos. Dichos elementos antiguos son valorados y significativos por sus características arquitectónicas, por las memorias históricas que representan y por el significado espiritual o religioso en el caso de las iglesias. Asimismo, se destaca que los entrevistados valoran el contraste entre las edificaciones o lugares patrimoniales con las edificaciones modernas aledañas; lo que se percibe positivamente en tanto composición de paisaje y vivencia. Por ejemplo, Ana indica: “Me gusta Londres, esa callecita. De repente entro, es bonita, eso. Ahí está la placa de los detenidos-desaparecidos también […]. Te llega como historia del país” (Chilena, 56 años, habita 10 años en el sector). Esta importancia sobre el contenido histórico y de memoria de las fachadas durante el caminar fue corroborado por Córdova Ramírez (2022) para el caso de Lima.


Figura 4
Tipos de imágenes fotografiadas y número de significados. R1 corresponde al recorrido de ida al trabajo; R2 corresponde al recorrido de regreso a casa.
Fuente: elaboración propia.

El análisis también deja ver un énfasis en las imágenes de lugares de comercio, la mayoría capturadas por participantes mujeres, quienes valoran estos lugares por la distracción que ofrecen sus vitrinas. También se capturan imágenes de vías peatonales consideradas espacios seguros y cómodos, y que también se relacionan con el paisaje patrimonial y el espacio verde o colorido que se vivencia al caminar por ellas.

Las plazas son otra categoría que resalta por sus aspectos físicos y sociales. Por ejemplo, rescatan la apertura espacial que ofrecen dentro de esta zona de paisaje denso y también valoran sus componentes verdes como césped, plantas y árboles. La presencia de árboles se asocia con un mayor tiempo de caminata y con la presencia de un mayor número de peatones (Orzanco-Garralda et al., 2018).

Respecto a las características espaciales valoradas, se menciona el orden, la amplitud, la iluminación, el contraste, lo antiguo, lo verde, la monumentalidad y lo colorido.

La amplitud se valora por constituir un respiro ante los imponentes edificios de gran altura, mientras que el orden se releva en espacios limpios y ordenados. La iluminación se valora especialmente en los recorridos de vuelta debido a la percepción de seguridad que propicia. Algunos componentes del entorno se aprecian por el contraste que propician con su entorno: se valoran las calles silenciosas en comparación con las ruidosas, los elementos antiguos por sobre los modernos, los lugares verdes o con plantas en comparación con el “gris” masivo del sector y, especialmente, la amplitud espacial por sobre calles en las que perciben encierro por la masiva presencia de altos edificios encajonando calles angostas. Gran parte de peatones hombres y mujeres buscan contrastes de distinto tipo para construir su recorrido.

Como se mencionó antes, destaca la valoración por elementos y lugares antiguos. Esto se sustenta en un gusto estético, en el contraste que generan y/o por las memorias personales e históricas que representan. Esto podría deberse a la apreciación de una arquitectura poco común y cada vez más escasa.

Asimismo, son importantes para los participantes las áreas verdes; esto, asociado a que la presencia de naturaleza en los espacios aumenta el beneficio psicológico en actividades de ejercicio corporal y disminuye el estrés (Ballester-Martínez et al., 2022). La monumentalidad de ciertos espacios también se releva, así como las composiciones de lugares coloridos. El Paseo Bandera, por ejemplo, es valorado por la vistosidad de la intervención colorida en piso y mobiliario. “Elijo lo que a mí me gusta en mi vida. He elegido que me gustan los colores, siento que pasar por ahí, por el camino de Bandera, me dan ganas hasta como que de bailar” (Paola, chilena, 32 años, vive cinco años en el sector).

La valoración de las vías se justifica principalmente por su vitalidad, es decir, se aprecia la presencia de otros peatones transitando y el comercio que las dinamiza. En este sentido, las calles valoradas y fotografiadas destacan como lugares de co-presencia con otros y como posible encuentro e identificación de rostros familiares, donde el peatón se saluda con vendedores y participa del ritmo de la ciudad.

Factores sociales que generan vínculos

Considerando la característica “profundamente social” (Ingold y Lee, 2008, p. 1) del caminar y la información recopilada en las entrevistas, esta sección busca identificar aspectos sociales que motivan vínculos significativos con el recorrido. El componente y la interacción social al caminar por la ciudad es altamente valorada (Córdova Ramírez, 2022; Lager et al., 2021). En el estudio de la sociabilidad de la caminata urbana, Middleton (2018) indica que los encuentros sociales que se dan durante el caminar son importantes y tienen una relación específica con las distintas formas de caminata. Esto implica que los encuentros sociales durante el recorrido también tienen un rol en el proceso de apego al recorrido cotidiano.

Los resultados muestran que los encuentros sociales importan; mas no para todas las personas. Para quienes importan, los encuentros sería lo que más extrañarían de sus recorridos si tuviesen que dejar de hacerlos cotidianamente. Los aspectos sociales significativos detectados son de cinco tipos:

  • Los primeros son relativos a las características sociales del espacio transitado. En este caso, las dinámicas sociales locales del entorno por el cual caminan se caracterizan por su familiaridad y diversidad social producto de la convivencia de distintas culturas, nacionalidades, estratos sociales y la presencia de comerciantes. Esto implica la valoración de la vitalidad de las calles que tienen vida de barrio. Incluso se menciona que la compañía de otros peatones en la mañana aporta energía positiva para iniciar el día.

  • Los segundos se refieren a significados personales de lugares relacionados con memorias pasadas y anhelos futuros.

  • La presencia de otras personas genera una percepción de seguridad (Chan et al., 2020).

  • El entorno social implica también distracción al mirar dinámicas de y con otros peatones; genera gusto al identificar rostros conocidos; y genera gusto al hacer al peatón sentirse parte de un grupo social de personas que diariamente caminan a su trabajo. Esto significa que el caminar sirve para sentirse parte de una comunidad (Wilkinson y Badwan, 2021). Existe también la oportunidad de experimentar acciones solidarias entre transeúntes (realizarlas, recibirlas u observarlas).

  • Los terceros se refieren a la presencia de personajes que inspiran energía y motivación. Estos son niños y niñas que asisten a sus escuelas, estudiantes universitarios y vendedores informales o formales. Estos últimos son valorados por el saludo cotidiano intercambiado con ellos. Los niños y estudiantes tienen un valor especial para algunos entrevistados al evocar memorias pasadas gratas y al motivar sueños y anhelos futuros.

Conclusiones

El presente documento realza la importancia del caminar en la vinculación del ser humano con el espacio público, destacando la sensación de bienestar y de pertenencia a la ciudad. Plantea que, aun cuando la percepción del entorno sea negativa, es posible construir vínculos forjados con el recorrido desde la preferencia por el caminar, la repetición cotidiana de recorridos y la significación que los peatones otorgan a ciertos elementos sociales y espaciales con los cuales tienen contacto cotidianamente. Así, una caminata funcional repetitiva cotidianamente, decanta con el tiempo en un caminar significado y vinculado a su entorno, aun cuando este no presente las características más ideales; en tal sentido, el recorrido se convierte en una actividad de disfrute, algo en común con aquella caminata placentera del tipo “flaneur”.

Según Jane Jacobs (1961), la diversidad de usos de suelo representa una de las particularidades importantes y necesarias para lograr establecer importantes “diferencias de contenido” (p. 261) en el espacio público, pues genera calles con presencia de peatones que, como efecto, es conveniente para contribuir a la seguridad, el contacto público, los usos divergentes, la disminución de la monotonía visual y para potenciar o mantener otros tipos de diversidad en la vivencia de lo local. Esta condición urbana se cumple en el sector analizado, lo cual ha promovido la existencia de altos niveles de flujo peatonal, así como la vitalidad en las calles.

Cuando las personas viven cerca de sus lugares de trabajo, es común que decidan caminar hacia ellos realizando un tipo de caminata funcional ejecutada diariamente, un caminar distinto al del ocio. Probablemente, esta naturaleza funcional puede caer en recorridos rutinarios en los cuales se desvanece o descuida el contexto por el que se camina; sin embargo, la investigación realizada encontró que es la misma repetición del recorrido la que permite una vivencia corporal y una creación de significados relacionados con el recorrido cotidiano. Los resultados de la investigación evidencian que se crea un apego a la actividad del caminar antes que surja un apego a los lugares del recorrido.

Destacamos que esta fuerte vinculación no fue prevista en la formulación de la pregunta de investigación o en la hipótesis, sino que fue identificada en el proceso de análisis de la información. Siendo así, el proceso de apego se inicia con un apego a la actividad del caminar, desde donde se van significando espacios y experiencias que luego llegan a forjar un apego al recorrido basado en vínculos espaciales y sociales.

La presente investigación aporta al avance teórico respecto al apego al lugar en relación con el movimiento, en tal sentido se alinea con el “marco fijo-móvil” del apego al lugar propuesto por Di Masso et al. (2019), contribuyendo a la exploración de las diferentes formas de apego según diferentes niveles de movilidad. El aporte tiene que ver con el apego que emerge en un nivel de movimiento de flujo continuo -una de las categorías propuestas por este marco teórico- en este caso a través del caminar y, a la vez, se sitúa en la categoría de un apego creado en lo fijo y entre flujos. Es decir, el ser humano significa su caminar y, luego, significa los elementos fijos del entorno localizados en el espacio público por el cual se mueve.

En la investigación, el caminar pasó de ser un medio, a través del cual se pretendió estudiar el apego al lugar, a ser un objeto de afecto y apego. Siendo así, parecería ser primordial brindarle al ciudadano condiciones de accesibilidad peatonal a una diversidad de usos, además de espacios públicos agradables. Esto no quiere decir que se deba descuidar el diseño y la calidad de los espacios públicos, sino que se explica, desde lo analizado, que la principal condición para que emerja un apego fue el apego al caminar (aun cuando el entorno no haya sido positivamente evaluado). Por ello, es importante poner foco en la organización urbana, en cuanto a usos de suelo, distancias y densidades, como factores relevantes en la planificación urbana para fomentar la caminata, la significación y, en definitiva, para procurar mejorar la calidad de vida de los habitantes.

El proceso de apego al caminar emerge desde tres condiciones: 1) La condición de cercanía entre vivienda y lugar de trabajo que ofrece este centro urbano, considerada como uno de los beneficios de la centralidad y accesibilidad de la zona de estudio (los datos muestran que las mujeres se desplazan un promedio de 2.8 kilómetros y un tiempo promedio de 42 minutos, mientras que los hombres caminan un promedio de 2,1 kilómetros y 32 minutos); 2) La repetición cotidiana del recorrido que responde a la necesidad de cumplir con las actividades laborales; 3) El gusto por los beneficios físicos y psicológicos experimentados al caminar. Cabe recordar que los datos recabados indicaron que inicialmente existía un aparente desapego al lugar debido a las características negativas del entorno -como ruido, suciedad, escasez de áreas verdes-; pese a ello, los tres aspectos antes mencionados lograron la generación de un apego al caminar que luego potenció el inicio de un proceso de apego al lugar. El beneficio de la accesibilidad y centralidad motivó que la caminata fuera el principal modo de transporte, y, dada su repetición cotidiana, permitiera la emergencia del gusto por caminar y el apego a esta actividad. Finalmente, inicia un proceso de apego al recorrido cotidiano el cual involucra aspectos físicos y sociales.

Entre los elementos físicos valorados, se destacan los elementos y lugares antiguos, evocando una suerte de nostalgia del pasado y también reconociendo y valorando hechos históricos de la ciudad. También se valoran aspectos sociales como las calles peatonales con vitalidad y dinamismo comercial, la presencia de un alto flujo peatonal y/o vendedores ambulantes y las áreas verdes.

Es importante resaltar que, aunque el apego al lugar se asocie con lugares transitados durante los recorridos, algunos de estos no resaltan por sus características físicas, sino por las actividades sociales, las memorias personales y las personas que en ellos se encuentran. En este sentido, el apego al recorrido no es solo apego al espacio urbano, sino también a la comunidad que lo habita; a los vendedores, a los peatones, a los estudiantes, a las experiencias vividas etc. Por ende, este aspecto tiene el potencial de cohesión social urbana, lo que Hillier (1996b) denomina ‘la comunidad virtual’. El autor la describe como el patrón de co-presencia, que, si bien aún no se constituye en comunidad, tiene el potencial de hacerlo. Siendo así, una forma de reconectar y motivar los vínculos sociales podría ser precisamente a través del manejo de la trama capaz de generar una sensación de bienestar urbano, donde incluso pueden florecer vínculos a través de la caminata cotidiana.

Lo anterior se vincula con lo expresado por Wunderlich (2008): “A través del caminar cotidiano, el ser humano desarrolla un sentido por y del lugar”. Por otro lado, Solnit (2015), desde su revisión histórica sobre el caminar, releva el caminar como “un desvío subversivo” (p. 32) de la monotonía resultante del movimiento veloz que demanda el mundo cotidiano, ya que permite que el hombre se sitúe y experimente el espacio de forma más pausada, conectada, comprometida y placentera, coincidiendo con el planteamiento de Le Breton (2015). Durante el caminar, el cuerpo experimenta directamente el espacio público y las personas que lo rodean y, de tal manera, la corporeidad y los significados atribuidos al caminar tienen la capacidad de tejer vínculos entre el peatón y su recorrido. Esto forma parte del fenómeno del lugar móvil o ‘mobile place making’, donde “los viajeros producen formas de lugarización en las que imbrican sus cuerpos, la relación con otros viajeros y las materialidades” (Jirón e Imilán, 2018, p. 24). Esto refuta la idea de que el movimiento en las calles actuales entorpece cualquier fijación, marcación o anclaje como lo afirma Delgado (2007) pues existen matices que determinan que, por el contrario, lo puede potenciar como lo muestra esta investigación.

En relación con la planificación del espacio público es necesario tomar en cuenta las esferas afectivas que ocurren en la ciudad. Construir y mantener un sentido del lugar es una tarea necesaria para así promover relaciones positivas entre el ser humano y el entorno. El apego al lugar no solo representa un bienestar de tipo psicológico para el ser humano, sino que además promueve consideraciones de cuidado, de conservación del entorno (Walker y Ryan, 2008) y de construcción de comunidad. Por ello, se considera importante promover configuraciones urbanas que brinden las condiciones para asegurar condiciones de accesibilidad, densidad adecuada y diversidad de usos, para así motivar el caminar cotidiano como medio de transporte principal. Este aspecto es importante para la planificación y reestructuración del territorio y del espacio público.

Material suplementario
Agradecimientos

Agradecemos a ANID por su apoyo a través de los proyectos FONDECYT 1190850 y FONDAP 1522A0002. El presente documento es parte de una tesis doctoral para la obtención del título de Doctor en Arquitectura y Estudios Urbanos concedido por la Pontificia Universidad Católica de Chile, período 2016-2020. Agradecimiento al apoyo CONICYT, Programa de Becas Doctorales, Folio No. 21171205; y, a SENESCYT, Programa de Becas Nacionales, convocatoria 2014.

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Notas

Figura 1
Ubicación de zona de estudio.
Fuente: elaboración propia con imagen de Google Earth.

Figura 2
Proceso desde el aparente desapego al lugar al apego al recorrido.
Fuente: elaboración propia.

Figura 3
Localización de puntos de toma de fotografías por los peatones 1. Plaza de la Constitución 2. Paseo peatonal Bandera y Paseo peatonal Nueva York 3. Teatro Municipal 4. Iglesia San Francisco 5. Paseo peatonal Tenderini 6. Calles / Barrio París y Londres 7. Calle Lastarria 8. Calle San Isidro - Comercio ambulante 9. Calle San Isidro - Comercio establecido. 10. Plaza e Iglesia San Isidro.
Fuente: elaboración propia.

Figura 4
Tipos de imágenes fotografiadas y número de significados. R1 corresponde al recorrido de ida al trabajo; R2 corresponde al recorrido de regreso a casa.
Fuente: elaboración propia.
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