Resumen: A pesar de que en la actualidad la Escala de Balance Afectivo (EBA) desarrollada por Bradburn (1969) es considerada uno de los instrumentos de mayor relevancia para evaluar el componente afectivo del bienestar subjetivo en la literatura internacional, aún no se registran adaptaciones en el contexto argentino. El presente trabajo evaluó las propiedades psicométricas de la EBA en una muestra no probabilística integrada por 336 estudiantes universitarios en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Los resultados obtenidos sugieren propiedades psicométricas aceptables en la muestra que se utilizó. El análisis factorial confirmatorio permite observar un buen ajuste a los datos del modelo bidimensional que se observa en la literatura. Por este motivo, se considera que el presente estudio contribuye a evaluar el bienestar subjetivo en el contexto local. Asimismo, se recomienda para futuros estudios que se propongan emplear la EBA utilicen poblaciones diferentes, de modo de ofrecer mayor apoyo empírico al constructo.
Palabras clave:Escala de Balance AfectivoEscala de Balance Afectivo, bienestar subjetivo bienestar subjetivo, validación validación.
Abstract: Although the Affect Balance Scale (ABS) developed by Bradburn (1969) is considered one of the most relevant scales to assess affective component of subjective well being, there are no adaptations in the Argentine context. For this reason, this study evaluated the psychometric properties of the ABS in a nonrandom simple composed of 336 university students in Ciudad Autónoma de Buenos Aires. The results suggest acceptable psychometric properties. Confirmatory factor analysis suggests a good fit to the data of the two-dimensional model observed in the literature. For this reason, it is considered that this study enables the assessment of subjective wellbeingin the local context. It is also recommended that future studies which intend to use the ABS use different populations, providing better empirical support.
Keywords: Affect Balance Scale, subjective wellbeing, validation.
Sección Regular
Validación argentina de la Escala de Balance Afectivo
Argentine Validation of the Affect Balance Scale
Recepción: 30 Abril 2016
Aprobación: 28 Noviembre 2016
En los últimos años, diferentes estudios han contribuido a identificar numerosos factores personales, económicos y sociales que afectan la percepción del bienestar subjetivo (Diener, 2012; Diener & Ryan, 2009; Diener & Tay, 2015). Estos trabajos resultan tener amplia relevancia, debido a su trascendencia en la planificación de políticas públicas (Diener, 2000, 2013; Diener, Oishi, & Lucas, 2015). Desde el surgimiento de la psicología positiva a finales de la década de 1990, se han identificado numerosos trabajos en el contexto argentino relativos a la indagación del bienestar subjetivo (Castellá Sarriera et al., 2012; Castro Solano ,2014; Sortheix & Lönnqvist, 2015). Sin embargo, a pesar de que en el contexto local se cuenta con medidas válidas y confiables para la evaluación del componentecognitivo del bienestar subjetivo, como la Escala de Satisfacción con laVida (Dimitrova & Dominguez Espinosa, 2015; Moyano, Martínez Tais, & Muñoz, 2013; Zubieta & Delfino, 2010), todavía resultan escasos los instrumentos que permiten evaluar su componente afectivo.
Por este motivo, a partir de un diseño instrumental (Montero & León, 2007), el presente estudio se propone adaptar y validarla Escala de Balance Afectivo (EBA) al contexto argentino, escala utilizada comúnmente para evaluar el componente afectivo del bienestar subjetivo. Para ello se analizarán evidencias de validez de constructo (análisis factorial confirmatorio) y la confiabilidad (consistencia interna mediante el estadístico alfa ordinal). De esta manera, se espera aportar una versión argentina del instrumento que cuente con propiedades psicométricas aceptables para su administración local (Yela, 1996).
Desde sus inicios, el interés principal de la psicología clínica se focalizó en la evaluación y el tratamiento de los síntomas psicopatológicos (Maddux, 2008; Seligman & Csikszentmihalyi, 2000), tal como se clasifican en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la asociación estadounidense de psiquiatría, que actualmente se encuentra en su quinta edición (DSM-V; American Psychiatric Association, 2013). Sin embargo, cabe destacar que el interés por estudiar los aspectos positivos de la experiencia humana ha estado presente desde los inicios de la disciplina (e.g., James, 1890), y que, con el correr de los años, y a partir del surgimiento de la psicología positiva, se han incrementado los estudios que procuran estudiar, no solo los déficits de las personas, sino también sus fortalezas (Diener, 2009a; Myers, 1993; Rusk & Waters, 2013; Seligman, 2002; Seligman & Peterson, 2003). Desde este enfoque, la salud mental no solo se define como la ausencia de síntomas psicopatológicos (e.g., depresión, ansiedad), sino también por la experiencia de bienestar (Diener, Oishi, & Lucas, 2009; Lamers, 2012; Lamers, Westerhof, Glas, & Bohlmeijer, 2015).
Estos trabajos han contribuido a formularlas nociones de bienestar psicológico (BP) y de bienestar subjetivo (BS; Diener, 2000; Efklides & Moraitou, 2013). La distinción entre estos términos tiene sus raíces en la filosofía griega (Haybron, 2008; Ryan & Deci, 2001; Snyder & Lopez, 2009), ya que desde la visión aristotélica, el bienestar puede disociarse en componentes hedonistas y eudaimonicos: el bienestar hedonista implica la experiencia de placer momentáneo, mientras que el bienestar eudonómico supone la capacidad de actuar de una manera constructiva, percibida como socialmente beneficiosa, y el crecimiento personal (Deci & Ryan, 2008; Ryff &Singer, 2008; Wood, Joseph, & Maltby, 2009).
Desde una perspectiva psicológica, el hedonismo ha sido operacionalizado como BS, e implica una experiencia frecuente de afecto positivo, una baja experiencia de afecto negativo y una sensación de satisfacción con la vida (Diener, 2009b; Diener & Larsen, 1984; Diener, Napa Scollon, & Lucas, 2003; Diener & Scollon, 2014). En contraste, BP supone la percepción de autoaceptación, de construcción de relaciones positivas con los demás, de crecimiento personal, de propósito en la vida, de dominio del medio ambiente, y de autonomía (Ryff, 1989, 2014; Ryff & Keyes, 1995). Conceptualmente, el BS evalúa una vida emocionalmente agradable, mientras que el BP evalúa una vida llena de sentido y crecimiento (Chen, Jing, Hayes, & Lee, 2013; Ryff, 1989; Ryff & Keyes, 1995; Ryff & Singer, 2008). Por esta razón, numerosos estudios han sugerido que, aunque el BS y el BP se encuentran asociados (Grant, Langan-Fox, & Anglim, 2009; Linley, Maltby, Wood, Osborne, & Hurling, 2009), representan aspectos distintos del bienestar (Chen et al., 2013; Keyes, Shmotkin, & Ryff, 2002).
De acuerdo con la literatura, el bienestar subjetivo integra un componente cognitivo, la satisfacción con la vida; y un componente emocional, el afecto positivo y negativo (Diener, 1984; Schimmack, 2008).
El estudio psicológico del afecto ha concentrado el interés de numerosos investigadores en diferentes áreas de la psicología (Manstead, 2012). Según Zajonc (1980) el afecto es conceptualizado como un elemento disposicional en el cual coexisten dos grandes clases de experiencias: aquellas que poseen una emocionalidad positiva y aquellas que poseen una emocionalidad negativa. A las primeras experiencias se las denomina afecto positivo (Dunkley, Ma, Lee, Preacher, & Zuroff, 2014; Gargurevich, 2010) y representan un conjunto de emociones tales como la alegría, la motivación, la energía o la autoconfianza (López-Gómez, Hervás, & Vázquez, 2015; Salsman et al., 2013; Zanon, Bastianello, Pacico, & Hutz, 2013). Por su parte, el afecto negativo refleja una dimensión general de malestar subjetivo que incluye diferentes estados emocionales aversivos, como la tristeza, la ansiedad, el enojo o la culpa (Lucas, Diener, & Suh, 1996; Sandín et al., 1999; Watson, Clark, & Tellegen, 1988).
Si bien puede considerarse que, tanto el afecto positivo como el afecto negativo, resultan extremos de una misma dimensión, diferentes estudios han sugerido que deben comprenderse como constructos independientes (Diener & Emmons, 1984; Robles & Páez, 2003). Una de las razones que explican tal distinción radica en que ambos son afectados por diferentes factores (Bradburn, 1969; Diener, Sandvik, Seidlitz, & Diener, 1993; Headey, Kelley, & Wearing, 1993; Watson et al., 1988). Por ejemplo, la posibilidad de disfrutar dela cultura y de las artes podría aumentar el afecto positivo, mientras que la falta de acceso a estas no necesariamente conducen a experimentar un afecto negativo; del mismo modo aunque experimentar violencia en la pareja puede causar afecto negativo, la ausencia de violencia no conduce directamente a experimentar un afecto positivo (Sirgy, 2012).
A continuación, se describen los instrumentos de evaluación de mayor relevancia en el contexto internacional para estos constructos.
Escala de Afecto Positivo y Negativo (PANAS). La PANAS (por su nombre en inglés Positive and Negative Affect Schedule, Watson et al., 1988) evalúa el afecto tanto de la experiencia inmediata como de las experiencias más remotas a partir de 20 ítems de los cuales 10 evalúan el afecto positivo y 10 el negativo. El instrumento ha sido adaptado a diferentes poblaciones en distintos contextos como Italia (Terracciano, McCrae, & Costa, 2003), Francia (Gaudreau, Sanchez, & Blondin, 2006); y tanto en niños (Laurent et al., 1999) como adultos (Terracciano et al., 2003) y adultos mayores (Isaacowitz & Smith, 2003). De acuerdo con el buscador Google Académico, la validación original del instrumento presenta más de 22.000 citas, lo que refleja la relevancia de la escala para la evaluación del constructo. Los resultados sugieren propiedades psicométricas aceptables en cuanto a la consistencia interna (α > ,70). Además, los análisis confirmatorios indicaron ajustes adecuados (Browne & Cudeck, 1993; Hu & Bentler, 1999).
E scala de Intensidad y Temporalidad del Afecto (ITAS). La ITAS (Diener, Smith, & Fujita, 1995) es un instrumento de 24 ítems que evalúan la frecuencia de diferentes estados afectivos positivos como la alegría, y negativos como la ira o el miedo. Si bien son escasos los trabajos que incluyen el ITAS, la medida ha sido empleada en distintos países, como Estados Unidos (McMahan & Estes, 2011b; McMahan & Renken, 2011) o Corea (Yu& Kim, 2008; Yu & Lee, 2008) en poblaciones de diferente género y edad (McMahan & Estes, 2012), principalmente en relación con variables relativas a la psicología positiva (Lucas, Diener, & Larsen, 2009; McMahan & Estes, 2011a). Estos estudios han reportado propiedades psicométricas aceptables (α > ,78) y ajustes adecuados, de acuerdo con la literatura (Browne & Cudeck, 1993; Hu & Bentler, 1999).
EBA . Entre los primeros instrumentos que exploran el balance afectivo se encuentra la EBA (Bradburn, 1969), diseñada para evaluar las experiencias afectivas a partir de 10 ítems que exploran el afecto percibido durante las últimas semanas, de los cuales cinco evalúan experiencias afectivas positivas, y cinco experiencias afectivas negativas. Posteriormente, a partir de las críticas recibidas en la literatura respecto de la redacción de dos ítems (Cherlin & Reeder, 1975), Warr, Barter y Brownbridge (1983) revisan y amplían el instrumento original hasta completar 18 reactivos. La EBA ha sido empleada en más de 38 países (Macintosh, 1998) tales como Canadá (Helmes, Goffin, & Chrisjohn, 2010), Inglaterra (Harding, 1982) y Polonia (Żemojtel-Piotrowska et al., 2013); y en diferentes poblaciones, que incluyen desde adolescentes (Żemojtel-Piotrowska et al., 2013) hasta adultos mayores (Moriwaki, 1974). Los resultados sugieren propiedades psicométricas aceptables en cuanto a la consistencia interna (α > ,70). Además, si bien se ha discutido la dimensionalidad de la escala (Macintosh, 1998), en la mayoría de los estudios confirmatorios los valores de los índices de ajuste (índice de ajuste incremental, IFI, por su nombre en inglés Incremental Fit Index; índice de ajuste no normado, NNFI por su nombre en inglés Non-Normed Fit Index; y el error cuadrático medio de aproximación, RMSEA por su nombre en inglés Root Mean Square Error of Approximation) alcanzaron los guarismos esperados para cada uno de ellos, aportando apoyo empírico para el modelo bidimensional propuesto por Bradburn (1969).
Estos antecedentes dan cuenta de la relevancia que el instrumento presenta para la evaluación de estos constructos, siendo empleada en mayor frecuencia que otras escalas similares, como la PANAS (Watson et al., 1988). Por estos motivos se ha optado por realizar una adaptación y validación al contexto local de la técnica.
Se trata de un diseño instrumental (Montero & León, 2007). La muestra empleada fue de tipo intencional e integra a 336 estudiantes universitarios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) con edades que oscilan entre los 19 y 55 años (M = 25,16; DE = 6,08) y de ambos sexos (hombres = 43,1%; mujeres = 56,9%).
EBA . Para la evaluación del componente afectivo del bienestar subjetivo se utiliza la EBA (Warr et al., 1983), un cuestionario autoadministrable de 18 ítems de los cuales10 pertenecen a la escala original (Bradburn, 1969), y ocho a los añadidos por Warr et al., (1983) con el fin de fortalecerla escala de Bradburn. El instrumento evalúa de forma directa tanto la experimentación de afecto positivo (“¿Te has sentido muy alegre?”) como negativo (“¿Te has sentido con ganas de llorar?”). Los ítems presentan un formato de respuesta tipo Likert con cinco anclajes de respuesta en función del grado de acuerdo de los participantes que oscilan entre 1 (nunca) y 5 (generalmente o mucho). Para la adaptación al español se siguieron los estándares metodológicos internacionales sugeridos por la International Test Commission (ITC) para la adaptación adecuada de un instrumento de un contexto idiomático a otro (Muñiz, Elosua, & Hambleton, 2013; Muñiz, 2000). De esta manera, la traducción no fue desarrollada literalmente, sino que se buscó mantener el sentido psicológico del tema.
Para la adaptación y validación de la EBA se realizó una retro traducción de la escala de Warr et al. (1983) en la que participaron tres traductores independientes, siguiendo las recomendaciones propuestas por la literatura (Hambleton & Patsula, 1999; Haynes, Richard, & Kubany, 1995; Muñiz et al., 2013). Una vez completado el proceso de retrotraducción, se consiguió la aprobación del Comité de Ética de la Universidad de Buenos Aires. Luego se procedió a administrar el cuestionario en la muestra, compuesta por estudiantes universitarios de la CABA. Los sujetos fueron invitados a participar en la investigación de forma voluntaria. Se les administró un consentimiento informado previo a la aplicación de los instrumentos, en donde se les informó que el cuestionario garantizaba el anonimato de los participantes. A lo largo de la administración de los cuestionarios, los investigadores permanecieron en presencia de los participantes. Antes de responder al instrumento de evaluación, se les hizo constar a los participantes que los datos derivados de esta investigación se utilizarían con fines exclusivamente científicos bajo la Ley Nacional 25.326 de protección de los datos personales.
Para realizar el análisis estadístico de los datos se utilizaron los programas SPSS 22 y EQS 6.1. En primer lugar, se analizó la confiabilidad de EBA a partir del análisis de consistencia interna, empleando el estadístico alfa ordinal. En segundo lugar, la validez de constructo fue evaluada empleando un análisis factorial confirmatorio (AFC). Por otro lado, dado que las variables observables no presentan un nivel de medición continuo, se decidió utilizar el método mínimos cuadrados generalizados arbitraria (AGLS, por su nombre en inglés Arbitrary Generalized Least Squares), siguiendo recomendaciones previas en la literatura especializada (Schermelleh-Engel, Moosbrugger, & Müller, 2003).
En primer lugar, se evaluó la consistencia interna de los factores a partir del estadístico alfa ordinal siguiendo las recomendaciones de la literatura (Elosua Oliden & Zumbo, 2008), tanto para el afecto positivo (α = ,77), como para el afecto negativo (α = ,86).
Posteriormente, se procedió a realizar el AFC, que fue evaluado a partir de los índices de bondad de ajuste χ2, IFI, NNFI y RMSEA, tal como ha sido sugerido en los antecedentes (Holgado-Tello, Chacón-Moscoso, Barbero-García, & Vila-Abad, 2010; Schumacker & Lomax, 2004). Este análisis permitió comprobar que el modelo propuesto se ajusta a los datos recabados en campo (Hair, Black, Babin, & Anderson, 2009; Schreiber, Nora, Stage, Barlow, & King, 2006), tal como se observa en la tabla 1. Se puede advertir que los índices IFI, NNFI y CFI alcanzaron valores superiores a , 90 y RMSEA inferior a, 08, guarismos indicados como puntos de corte que diferencian un buen ajuste de uno mediocre, de acuerdo con la literatura (Schreiber et al., 2006; Schumacker & Lomax, 2004). Dada la naturaleza ordinal de los ítems, se decidió aplicar el análisis a partir de una matriz de correlaciones policóricas.
De acuerdo con los resultados del AFC, en la figura 1 puede observarse el modelo de la EBA. Los parámetros estimados estandarizados fueron todos significativos (p<,05) (Jackson, Gillaspy, & Purc-Stephenson, 2009). Sin embargo, se observa que 13 de ellos no alcanzan valores óptimos (r > ,70) (Schreiber et al., 2006).
La EBA (Warr et al., 1983) ha demostrado propiedades adecuadas para ser administrada en el contexto local. La misma presenta 18 ítems similares a los originales propuestos por sus creadores (ver anexo). A partir de la aplicación del AFC se ha podido comprobar que el modelo bifactorial de la EBA ha presentado un ajuste adecuado a los datos obtenidos en la población estudiada, de manera similar a lo que se ha reportado en otros contextos (Godoy-Izquierdo, Martínez, & Godoy, 2008). Si bien el valor inferior a ,50 de la covarianza entre las dos variables latentes (afecto positivo-afecto negativo) podría ser considerada como evidencia de validez discriminante, llevando a contemplar la posibilidad de incluir una nueva variable latente e hipotetizar un modelo trifactorial (Lévy-Mangin & Varela, 2006), es necesario considerar que modelos de más de dos factores no cuentan con suficiente apoyo teórico que pueda ofrecer un marco explicativo para estos hallazgos empíricos.


Por otra parte, a pesar de que los parámetros estimados no alcanzan valores óptimos, se sugiere considerar su admisión, debido a que en el marco de la psicología las cargas factoriales tienden oscilar en torno a ,50 (Beauducel & Herzberg, 2006).
Por lo expuesto, se destaca la validez interna, de amplia relevancia en el proceso de adaptación de técnicas en diferentes contextos culturales (American Educational Research Association, American Psychological Association, & National Council on Measurement in Education, 2014; Cizek, Bowen, & Church, 2010).
El presente estudio ha contribuido a contar con herramientas válidas y confiables para la evaluación del afecto positivo y negativo en el contexto local, lo que puede favorecer a identificar los factores que afectan la percepción del bienestar subjetivo en Argentina, que presenta diferencias socioculturales significativas respecto del contexto anglosajón (Castro Solano, 2014; Suh, Diener, Oishi, & Triandis, 1998). A la vez, tal como ocurre en otros contextos, estas líneas de investigación podrían contribuir al diseño de políticas públicas nacionales (Diener, 2000, 2013; Diener et al., 2015). Sin embargo, en cuanto a las limitaciones muestrales, se observa que el trabajo emplea la población de estudiantes universitarios. Por este motivo, se recomienda que futuros estudios que se propongan emplearla EBA utilicen poblaciones diferentes, de modo de ofrecer mayor apoyo empírico al constructo. Por ejemplo, se sugiere incluir estudiantes de otras carreras, explorar las propiedades en población general y ampliarlas edades de los participantes.

