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La propuesta de Carolina Tobar García sobre la deficiencia mental tras su experiencia en Estados Unidos
Victoria Molinari
Victoria Molinari
La propuesta de Carolina Tobar García sobre la deficiencia mental tras su experiencia en Estados Unidos
Carolina Tobar García’s proposal on mental deficiency after her experience in the United States
Revista de Psicología (Santiago), vol. 27, núm. 1, pp. 1-14, 2018
Universidad de Chile. Facultad de Ciencias Sociales. Departamento de Psicología
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Resumen: En este trabajo se analizan las puntualizaciones de Carolina Tobar García sobre la deficiencia mental tras su retorno, en 1932, de un viaje a los Estados Unidos en el marco de la política del “buen vecino” impulsada por el país del norte. El objetivo era fomentar las buenas relaciones políticas, económicas, culturales y científicas entre Estados Unidos y América Latina. Se destaca que algunas nociones que sostenía Tobar García tras su regreso al país respondían a valores norteamericanos y contrastaban con las ideas y propuestas de los especialistas argentinos. La metodología utilizada se basa en el análisis cualitativo e interpretativo de fuentes bibliográficas relevantes desde la historia crítica de la psicología, la historia intelectual, la circulación de saberes, y la historia social y política que se abocó a las relaciones entre Argentina y Estados Unidos en el período estudiado. Se concluye que las iniciativas de cooperación entre los países tuvieron un impacto visible en las obras de Tobar García. Esto se percibe en las consideraciones de valores democráticos, y en la posición de la autora respecto de la esterilización. También se observan los procesos de apropiación e integración de las experiencias extranjeras y locales en la culminación de su tesis doctoral.

Palabras clave: historia de la psicologíahistoria de la psicología,Tobar GarcíaTobar García,Estados UnidosEstados Unidos,ArgentinaArgentina.

Abstract: In this paper we analyze Carolina Tobar García's remarks about mental deficiency after her return, in 1932, from a trip to the United States in the framework of the “good neighbor” policy, promoted by the northern country. The objective was to promote good political, economic, cultural and scientific relations between the USA and Latin America. It is emphasized that some key notions held by Tobar García after her return to the country responded to American values and contrasted with the ideas and proposals of the Argentine specialists. The methodology used is based on the qualitative and interpretative analysis of bibliographic sources from the perspective of critical history of psychology, intellectual history, circulation of knowledge and the political social history that addressed the relationship between Argentina and the USA within the period. In conclusion, cooperation initiatives between these two countries made a visible impact on the works of Tobar García. This is especially clear in the considerations of democratic values, and in the author's position regarding sterilization. We also observe the processes of appropriation and integration of foreign and local experiences in the culmination of her doctoral thesis.

Keywords: history of psychology, Tobar García, United States, Argentina.

Carátula del artículo

Artículos

La propuesta de Carolina Tobar García sobre la deficiencia mental tras su experiencia en Estados Unidos

Carolina Tobar García’s proposal on mental deficiency after her experience in the United States

Victoria Molinari
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
Revista de Psicología (Santiago), vol. 27, núm. 1, pp. 1-14, 2018
Universidad de Chile. Facultad de Ciencias Sociales. Departamento de Psicología

Recepción: 04 Septiembre 2017

Aprobación: 23 Julio 2018

Introducción

Los comienzos de la década de 1930 inauguraron un momento de mayor cooperación interamericana en el ámbito científico y cultural, a pesar de que suele considerarse que en el período comprendido entre las décadas de 1920 y 1940, las relaciones entre los Estados Unidos y la Argentina fueron de creciente conflictividad. Esta creencia se sostiene usualmente por las trabas que el país del norte impuso para el intercambio de productos argentinos.

En este trabajo se analiza la influencia que tuvieron los intercambios científicos sobre las ideas acerca de la clasificación del nivel intelectual y algunas nociones de eugenesia e higiene mental en la obra de la Dra. Carolina Tobar García luego de haber sido beneficiada con una beca en Estados Unidos. Se trata de una figura influyente en el ámbito argentino por sus concepciones sobre la combinación de psiquiatría infantil y pedagogía. Se investiga, además, la transformación que sufrieron las ideas de Tobar García algunos años después de su regreso al país.

Asimismo, se señalan algunas puntualizaciones de la autora sobre la adaptación de técnicas de medición psicológica en contextos para los cuales no fueron creadas. Para ello, se exploran las relaciones diplomáticas entre Argentina y Estados Unidos durante la agitada década de 1930 y el impacto que tuvieron en el intercambio científico entre ambos países a través de becas de investigación internacionales, en particular en relación con saberes y prácticas psicológicas.

De este modo, se muestra que la intención norteamericana de fomentar una imagen política favorable hacia América Latina incluía modos particulares de hacer ciencia basados en valores políticos democráticos, liberales y, muchas veces, protestantes. En este sentido, se tiene en cuenta que las relaciones diplomáticas y económicas entre la Argentina y los Estados Unidos sufrieron cambios a lo largo del siglo XX, manifestando posiciones de mayor acercamiento o distancia según una serie de factores diversos (Sheinin, 2006), lo que influyó en la producción de saberes psicológicos.

Este trabajo se enmarca en los estudios de historia crítica de la psicología, ya que se considera que la producción de conocimiento psicológico se encuentra en relación con proyectos políticos y económicos (Danziger, 1984; Herman, 1995; Rose, 1996). Sin embargo, no se trata de marcar relaciones causales directas, sino de indagar qué procesos políticos fomentaron o dificultaron la producción y el intercambio científico (Castorina, 2016; Talak, 2014).

Desde esta perspectiva se considera que las empresas científicas están fuertemente atravesadas por condiciones coyunturales particulares y por valores sociales y políticos. La articulación de la Standpoint Theory de las epistemologías feministas (Harding, 2006) con la teoría de la recepción permite indagar los procesos de normativización y universalización de determinados saberes de acuerdo con marcos valorativos particulares, tanto en la producción de una teoría como también en la lectura y apropiación de la misma, en niveles de análisis específicos para cada una de las instancias mencionadas (García, 2011). Este trabajo también se sirve de los aportes de la historia transnacional para poder analizar el movimiento de especialistas dentro de la red internacional tejida por las instituciones de intercambio cultural y educativo. Al poner el énfasis en la labor de estos organismos se corre el eje de las políticas específicas de los países para poder examinar procesos más amplios y complejos de intercambio (Iriye, 2002).

Aun así, es preciso aclarar que en este enfoque no se trata de borrar el papel de los Estados-Nación, sino de ampliar el análisis más allá de los límites nacionales específicos. Los estudios de circulación de saberes se han mostrado productivos para el análisis de la conformación de saberes y prácticas psicológicas en la Argentina dado que permiten ubicar las tramas teóricas complejas que se tejen, por ejemplo, con los viajes de figuras relevantes para el área (Macchioli et al., 2017; Macchioli, García, Molinari, Benítez, & Cardaci, 2015).

En el periodo comprendido entre la década de 1920 y 1940 aparecieron una serie de problemas derivados, por un lado, de la intervención estadounidense en países latinoamericanos, de la gran crisis económica de 1929 y las medidas de recuperación llevadas a cabo por el gobierno del norte. Por otro lado, del golpe militar argentino que terminó con el gobierno de Yrigoyen y facilitó canales de comunicación con el gobierno fascista italiano, y de los desarrollos de la higiene mental como política pública de salud que se expandió en muchos países.

En este sentido, cabe mencionar que algunas asociaciones argentinas se veían fuertemente influidas por instituciones e intelectuales del gobierno totalitario italiano. Esto pudo haber tenido un peso considerable en la decisión estadounidense de fomentar el intercambio y de propiciar la cooperación y la movilidad de intelectuales entre América Latina y los Estados Unidos. Las presidencias de Herbert Hoover y Franklin D. Roosevelt propusieron una profundización de las relaciones científico-culturales en el marco de la política del “buen vecino”. En este clima de situación se fundó en 1928 el Instituto Cultural Argentino-Norteamericano (Icana) en Buenos Aires, que colaboraba con el International Institute of Education (IIE) de los Estados Unidos. Las actividades del Icana incluyeron la organización del intercambio de profesores y alumnos entre instituciones norteamericanas y argentinas, entre otras.

Dos personajes influyentes en la historia de la psicología argentina que fueron beneficiadas con becas coordinadas por este instituto en los primeros años de la década de 1930 fueron Carolina Tobar García (1945) y Telma Reca (1932). Las especialistas viajaron a los Estados Unidos y se formaron en técnicas y teorías para el tratamiento de diferentes afecciones psíquicas. La tesis doctoral de esta última se basó en los conocimientos adquiridos durante su estancia en Norteamérica y una de las obras más importantes de Tobar García fue Educación de los deficientes mentales en los Estados Unidos. Necesidad de su implantación en la Argentina. Esta autora resulta de especial de interés para los objetivos de este trabajo dado que en su libro propuso una modificación sustancial del sistema educativo argentino según ciertos valores norteamericanos.

Considerando lo anteriormente expuesto, en este trabajo se revisarán las medidas tomadas por el gobierno estadounidense para fomentar una imagen favorable del país en un contexto de antinorteamericanismo. Luego, se procederá al análisis de la posición argentina entre las propuestas de los Estados Unidos y Europa en lo referido al conocimiento psicológico, específicamente sobre la deficiencia mental. Después, se analizará el impacto que tuvo la política del “buen vecino” sobre la obra de Carolina Tobar García. De esta manera, se destacan algunas nociones clave que respondían a valores norteamericanos y que contrastaban con las ideas y propuestas de los especialistas argentinos.

Método

La metodología propuesta para esta investigación se basa en el análisis cualitativo e interpretativo de fuentes bibliográficas relevantes desde los aportes de la historia crítica de la psicología, la historia intelectual, la circulación de saberes, y de la historia social y política que se abocó a las relaciones entre la Argentina y los Estados Unidos en el periodo estudiado. De este modo se busca indagar el proceso de producción, lectura, apropiación y adaptación de los saberes y técnicas según las diversas coyunturas históricas dentro de las cuales se dan esos procedimientos.

Se considera que los saberes psicológicos se construyen en el cruce de diversas disciplinas de conocimiento e investigación y por discursos que poseen una implantación amplia en la cultura y, a la vez, están fuertemente atravesados por ella (Danziger, 1997; Talak, 2007, 2014). Desde este marco se considera que los problemas y los objetos de conocimiento de la psicología no se encuentran en la naturaleza, sino que responden a construcciones históricas que combinan representaciones, discursos y prácticas situados en diferentes coyunturas políticas y culturales. Además, se busca visibilizar las posiciones valorativas que aparecen en los discursos y las propuestas teniendo en cuenta e integrando tanto los aspectos sociales como los epistemológicos que forman parte de la construcción del conocimiento psicológico.

Se realizó un análisis historiográfico de tres obras clave de Carolina Tobar García: Educación de los deficientes mentales en los Estados Unidos. Necesidad de su implantación en la Argentina (1933a), Temas de psiquiatría infantil (1945) y su tesis de doctorado Higiene mental del escolar (1945). Estas obras se contrastaron con otros artículos de la autora publicados en los Anales de Biotipología, Eugenesia y Medicina Social (ABEMS), publicación oficial de la Asociación Argentina de Biotipología, Eugenesia y Medicina Social (AABEMS), de frecuencia quincenal entre los años 1933 y 1942.

En dicha publicación se rastrearon otras voces representativas del campo local con el fin de presentar los distintos puntos de vista que el problema del nivel intelectual ofrecía en la Argentina y cómo podía hacerse visible la influencia de los Estados Unidos. Mediante este procedimiento se buscó identificar las tesis fundamentales y las propuestas de intervenciones profesionales que se formularon como respuestas a problemas considerados relevantes en las fuentes analizadas. Se investigó entonces si estas hipótesis o intervenciones eran originales e implicaban algún tipo de innovación dentro del área específica en la que buscaban insertarse, o bien si aparecían como propuestas estándares y previsibles dentro de su contexto de discusión. También se examinó cómo esas propuestas teóricas y prácticas se relacionaban con otras teorías conocidas y con operaciones de recepción de corrientes de pensamiento extranjero. Estas consideraciones se tomaron en cuenta dentro de los movimientos de organismos transnacionales que buscaban el intercambio científico y cultural más allá de las relaciones económicas y políticas de cada país. Esto implica analizar la grilla interpretativa dentro de la cual las hipótesis y las propuestas de intervención tienen sentido en el cruce de contextos culturales y políticos distintos.

Desarrollo
El antinorteamericanismo

Desde fines del siglo XIX la relaciones entre la Argentina y los Estados Unidos mostraron signos de conflicto e, incluso, desde los sectores más conservadores del país sudamericano aparecieron actitudes de franca oposición a políticas económicas e intervencionistas de los Estados Unidos. La mirada argentina estaba puesta en las relaciones de intercambio con Europa, particularmente con Inglaterra. Esto muestra la complejidad de las relaciones entre estos países, en tanto señala una mixtura en posturas ideológicas y económicas que sufrió alteraciones con el correr del tiempo, y marcó más un sentimiento antinorteamericano que una postura antiimperialista (Tulchin, 1990).

Entre los años 1914 y 1929, el liderazgo económico de los Estados Unidos se expandió de forma considerable prácticamente en todo el mundo: la Argentina no fue la excepción (Rapoport, 1980). La relación económica entre ambos países sufrió modificaciones a lo largo de los años 1920, pero cerca de la llegada de la década de 1930, tanto los vínculos económicos como los políticos incrementaron su tensión. Esto se debió a un fuerte proteccionismo económico por parte de los Estados Unidos y, además, al descontento de la Argentina por la posición de los norteamericanos frente a los conflictos políticos en Latinoamérica (Morgenfeld, 2011; Rapoport, 1980). En este sentido, se generó un sentimiento renovado de latinoamericanismo llevado adelante por las presidencias radicales argentinas que presentaba características más autonomistas que las posiciones antinorteamericanas anteriores.

En 1928 se llevó a cabo la gira del presidente norteamericano Herbert Hoover, con el objetivo de difundir la política del “buen vecino” y mejorar las relaciones interamericanas luego de las intervenciones militares estadounidenses. De este modo se proponía la no intervención indiscriminada y la posibilidad de arbitraje en casos de conflicto que no pudieran solucionarse de manera diplomática. Aun así, el aspecto más promisorio de la nueva estrategia norteamericana fue la eliminación de las trabas comerciales y la posibilidad de un intercambio económico más fluido (Morgenfeld, 2011). La “buena vecindad”, que se implementó plenamente con la presidencia de Roosevelt, pretendía cambiar la visión antinorteamericana que predominaba en Latinoamérica e intentaba alejar la influencia europea.

En el plano intelectual y de las ciencias sociales, el antinorteamericanismo se hizo presente en varios escritos de figuras de la literatura y de importantes personajes que influyeron en el campo de la psicología como los herederos de las ideas de José Ingenieros que mantenían una posición francófila arraigada en su mayoría a ideas de izquierda. En los años 1920, el desdén por los Estados Unidos se había extendido copiosamente a lo largo y ancho de América Latina (Bergel, 2011). Aun así, como ha señalado Sheinin (2006), muchos desarrollos culturales y científicos norteamericanos tuvieron una fuerte presencia en la Argentina a pesar de las complicadas relaciones económicas, políticas y culturales. De este modo, puede observarse que los intercambios científicos, en particular en campos allegados a la psicología como la medicina o la psiquiatría, aumentaron no solo en frecuencia, sino en el peso de sus consecuencias gracias a la política del buen vecino.

Resulta pertinente destacar que en el desarrollo de una psicología local la tradición francesa se venía formando desde los primeros años del siglo XX (Dagfal, 2009) y, si bien se seguían los desarrollos de diferentes países, primaban las ideas europeas especialmente de Francia y de Italia. Las ideas provenientes de los Estados Unidos eran tenidas en cuenta y se difundían en publicaciones locales como el Monitor de la Educación Común y otras, pero con algunas excepciones no tuvieron un impacto considerable hasta después de la década del 30 y más aún en la década de 1940 (Borinsky, 2010; Vezzetti, 2016).

Específicamente, para la consideración psicológica del retraso o la deficiencia intelectual, se aplicaba de forma limitada la técnica de medición de inteligencia desarrollada por Binet (1904; Binet & Simon, 1911) en Francia para detectar si existía algún trastorno del desarrollo; luego se continuaba con la toma de los reactivos desarrollados por De Sanctis (1906) en Italia para poder arribar a una clasificación acabada del trastorno y decidir sobre su tratamiento. Si bien en los Estados Unidos la medición de inteligencia conoció una extensión considerable (Carson, 2007) y los trabajos clásicos eran discutidos por las figuras locales, las propuestas concretas parecían hacer caso omiso de ellas y concentrarse en los desarrollos europeos (Molinari, 2016, 2017a).

La primera posguerra abrió un camino diferente, en parte por la mencionada buena relación que permitía mayores posibilidades de movilidad e intercambio entre los países del sur y el norte, y, además, por la novedad que implicaba la expansión del movimiento de higiene mental que proponía una nueva mirada sobre la enfermedad mental, su tratamiento y la intervención sobre la sociedad. Aunque este movimiento ya se estaba gestando desde comienzos de siglo en los Estados Unidos, tuvo un impulso considerable por la participación de la psiquiatría en la guerra, y en 1929 se fundó la Liga Argentina de Higiene de Mental.

El viaje de Herbert Hoover y la política del buen vecino

En 1928, el presidente Herbert Hoover realizó un viaje por América Latina con el propósito de mejorar las relaciones políticas y comerciales con la región. Uno de los puntos novedosos en este viaje y en los discursos que lo precedieron fue la intención del norteamericano de fomentar los intercambios científicos y académicos. Niño (2009) ha señalado que los primeros proyectos en el marco de los intercambios culturales y académicos estuvieron relacionados con iniciativas de fundaciones privadas que comenzaron a contar con el apoyo del Estado, hasta que en 1938 se creó la División de Relaciones Culturales en el Departamento de Estado como órgano gubernamental oficial. Esta división alcanzó su máximo potencial y despliegue en los albores de la Guerra Fría y tomó la forma de una maquinaria de propaganda para hacer frente al avance de la presencia alemana primero, y soviética luego, en la década de 1950 (Montero Jiménez, 2009).

En la VI Conferencia Panamericana de 1928 se aprobó la convención de Cooperación Intelectual Americana (Morgenfeld, 2011), en la que se propuso explícitamente la creación y vigilancia de instancias para el ofrecimiento de becas de profesores y estudiantes con el fin de lograr avances en temas de intercambios culturales y científicos. Las noticias que llegaban a los Estados Unidos sobre la conferencia incluso sostenían que el mayor avance conseguido en la reunión se había dado en términos de relaciones culturales e intelectuales.

Dentro de este marco puede extenderse el análisis más allá de las relaciones económicas y poner el foco en las asociaciones no gubernamentales que traspasan las fronteras nacionales y muestran niveles más complejos de producción y circulación del conocimiento en conexión con relaciones diplomáticas (Iriye, 2002). El viaje del presidente Hoover a América Latina siguió esta línea y, aunque el foco estuviera puesto en las relaciones económicas, las ideas sobre el avance científico y los beneficios que la circulación de intelectuales podría traer a nivel continental, estuvieron presentes en muchos de los discursos del mandatario en su paso por los distintos países (Espinoza, 1976).

Ese mismo año se fundó en Buenos Aires el Icana 1 dentro del marco del Rotary Internacional, asociación dedicada al intercambio cultural entre la Argentina y otros países anglosajones. El Icana se dedicó a la organización de diferentes actividades que promovían el acercamiento a la cultura de los Estados Unidos, además de facilitar el contacto y difundir becas de diferentes instituciones educativas. La visita de Hoover a Latinoamérica propulsó el interés de los norteamericanos en los países del sur y dio como resultado un aumento en la cantidad de intercambios en la región. En 1929 se creó la División Latinoamericana dentro del IIE que se encargaba, desde 1919, de promover el intercambio cultural y educativo con otros países del mundo (Espinoza, 1976; Fotia, 2015).

Uno de los aspectos insoslayables de esta cooperación era la preocupación de los norteamericanos frente a la expansión de las ideas totalitarias por parte de Alemania e Italia y su influencia en América Latina. Este hecho sentó una de las bases para la intensificación de los intercambios dentro de la región (Fotia, 2015). La coordinación del Icana con el IIE posibilitó el ofrecimiento de becas y viajes de distintas personalidades argentinas a los Estados Unidos que abrieron el camino para instalar un modo de prácticas particulares en psicología. A pesar de que en la Argentina no existían las carreras de psicología 2, los temas se articulaban con otras de conocimiento y de intervención como la medicina, la criminología o la educación (Talak, 2007). Las relaciones con los Estados Unidos en esta área presentaron algunas particularidades que deben analizarse con detenimiento.

Higiene mental en Estados Unidos y Argentina

Aunque los intelectuales argentinos tuvieron en cuenta las ideas norteamericanas sobre los problemas de psicología desde comienzos de siglo (véase por ejemplo Ingenieros, 1910), tradicionalmente se tuvo preferencia por los desarrollos franceses y algunas ideas italianas (especialmente en lo referido a la práctica médica y criminológica). Aun así, cercana a la década de 1930, con la difusión del Movimiento de Higiene Mental, Estados Unidos se posicionó en un lugar fundamental en lo que refería al tratamiento de afecciones psiquiátricas que generó debates y adeptos en casi todo el mundo. Este movimiento nació en los Estados Unidos en las primeras décadas del siglo XX y se enfocó en la prevención y el tratamiento de problemas sociales leídos en clave ambientalista por fuera de las paredes asilares. Resulta notorio que el movimiento en Estados Unidos estuvo fuertemente ligado a la iniciativa de instituciones privadas que financiaron muchas de las operaciones y propuestas de los especialistas, como por ejemplo la Fundación Rockefeller (Grob, 1983).

Este movimiento sufrió muchas y marcadas modificaciones, y se expandió con relativa rapidez y con diversos matices entre países y corrientes dentro de ellos. Uno de los problemas centrales de este movimiento fue la cuestión del retraso intelectual, dado que se consideraba un factor clave para el progreso o degeneración de la sociedad. En este sentido, importaba poner el acento en la detección y prevención de la anormalidad por medio de mediciones de nivel intelectual que proporcionaran exactitud y cientificidad a la tarea. Esto se coordinaba con acciones eugenésicas para la prevención y salvaguarda de la sociedad. Para ello se utilizaron escalas de medición de la inteligencia adaptadas del modelo francés de Alfred Binet (Carson, 2007; Fancher, 1985; Gould, 1988; Kamin, 1974).

En la Argentina, el movimiento de Higiene Mental nació dentro de la institución psiquiátrica en 1929 y la preocupación eugenésica estuvo ligada a la rápida detección, el tratamiento, y sobre todo la prevención de la anormalidad (Klappenbach, 1999; Talak, 2005). Esto se llevó a cabo mediante la creación de dispensarios y consultorios externos por lo que el conocimiento psiquiátrico se expandió para tomar un rol más activo en la sociedad. Como ha señalado Talak (2005), se daban aquí una serie de mixturas teóricas como, por ejemplo, la consideración de la anormalidad como una involución respecto de un momento de progreso, el sostenimiento de prácticas propias de la psicopatología francesa; y por último la idea de la defensa biológica a partir de la intervención para el logro de un armonioso futuro. Asimismo, dado que en este movimiento se seguían los preceptos de una eugenesia latina (Vallejo & Miranda, 2014) diferente de la planteada comúnmente en los países anglosajones donde muchos de los especialistas abogaban por la esterilización de las personas afectadas, las acciones de prevención y rehabilitación se centraron en medidas educativas.

La educación y las intervenciones médico-pedagógicas estaban relacionadas con esa singular lectura del evolucionismo que conjugaba elementos del paradigma organicista hereditario con la herencia de caracteres adquiridos (Stepan, 1991; Vezzetti, 1985). Este punto constituyó uno de los más acalorados debates en torno al problema de la higiene mental. Si bien no sería correcto hacer una generalización y división por países acerca de las posturas sobre la esterilización, sí pueden señalarse exponentes y lugares en los que sí llegó a implementarse la práctica. En la Argentina se formularon algunas propuestas aisladas al respecto, pero, en general, se consensuaba que el tratamiento de la enfermedad mental y del retraso mental debía abordarse mediante la educación. En los Estados Unidos, a pesar de las voces disidentes, la esterilización de personas que presentaban un déficit en su nivel intelectual fue llevada a cabo en algunos estados, como California, Virginia y Kansas (Grob, 1983)3.

Con las becas facilitadas por el Icana, los modos de detección y tratamiento que se utilizaban en los Estados Unidos llegaron a la Argentina en los escritos de Carolina Tobar García, una figura de gran influencia en el ámbito de la medicina local4.

Tobar García y el problema del nivel intelectual

Carolina Tobar García (1898-1962) se recibió de médica en 1929 y basó sus estudios en la higiene mental del niño escolar (Stagnaro, 2002). Trabajó como inspectora general de escuelas en el Consejo Nacional de Educación, fue directora de la primera Escuela de Adaptación en 1942, y directora del Instituto Neuropsiquiátrico Cecilia Estrada de Cano en la Liga de Higiene Mental. También dirigió el Gabinete Psicopedagógico del Hogar Santa Rosa. Además, dio clases como profesora titular de Pedagogía Diferencial en la Carrera de Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires. Entre 1931 y 1932 viajó a América del Norte para estudiar el problema de la deficiencia mental en el Colegio de Profesores de la Universidad de Columbia (Borinsky, 2010; Fontán Fernández, 1995).

Así, Tobar García combinaba sus intereses en medicina y pedagogía y se centraba sobre un problema psicológico que, según la autora, no había recibido la atención adecuada por parte de los especialistas de la época: “La educación diferencial que está en pleno desarrollo en otros países, es desconocida entre nosotros, y, sin embargo, hoy en día, el problema de la educación diferenciada, debe ser el fundamento de todo el sistema educativo” (Tobar García, 1933a, p. 4). En el libro Educación de los deficientes mentales en los Estados Unidos. Necesidad de su implantación en la Argentina, publicado en 1933 fruto de su experiencia en territorio norteamericano, discutió las ideas y métodos aprendidos y destacó el contraste con la experiencia argentina. Dos de los puntos centrales de esta obra se basaban en cuestiones nodales de la cultura e ideología norteamericanas que presentaban diferencias claras con el modo de producción de conocimiento sobre la temática que predominaban en el sur: el nivel intelectual al servicio de la democracia y la esterilización.

La postura de Tobar García, luego de sus experiencias en los Estados Unidos, estaba referida a los modos de clasificación de los niños y las medidas tomadas para la prevención y tratamiento de la deficiencia mental. Además, sus preocupaciones estaban vinculadas con la relación entre medicina y escolaridad que, si bien hacia la década del 1920 comenzaban a fortalecerse, la autora pensaba que no eran suficientes para el tratamiento de los niños excepcionales. Específicamente, hacía referencia a las iniciativas estadounidenses por la prevención de la anormalidad basadas en la higiene mental en contraposición a lo que la autora consideraba un modelo deficiente de prevención en la Argentina (Tobar García, 1945). Además, criticaba la orientación de los cursos para la instrucción de profesionales en el tema de retraso intelectual, aduciendo que la orientación filosófica brindada por el Instituto de Psicología Experimental de Buenos Aires no hacía más que obstaculizar la empresa de la educación especial. De este modo, Tobar García declaraba que en los Estados Unidos la orientación más pragmática de la pedagogía podía ser mucho más provechosa que la redundancia sobre temas de “anatomía y fisiología” del instituto de Buenos Aires (Tobar García, 1933a, p. 145).

El libro adoptaba una postura sobre el ideal meritocrático y democrático de la sociedad basado en la educación diferencial. Tobar García postulaba que los métodos educativos argentinos en general, y la educación especial en particular, seguía modelos científicos anticuados que debían aggiornarse para seguir los preceptos de la psicología diferencial que reinaba en los Estados Unidos.

Hoy por hoy, la característica de nuestro sistema educativo es la de la instrucción en masa, indiferenciada e indiscriminativa. Durante el año 1924, el Cuerpo Médico Escolar propuso al Consejo Nacional de Educación la creación de un curso especial para la preparación de maestros en la enseñanza de anormales, curso que fué [sic] creado, pero tuvo una existencia efímera (Tobar García, 1933a, p. 147).

Esta crítica se basaba en que consideraba erróneo asumir que los seres humanos eran iguales en su nacimiento y que era necesario prestar atención a las capacidades individuales para el logro de un ordenamiento productivo de la sociedad y, sobre todo, para cumplir con los ideales democráticos (Tobar García, 1933a). Continuaba su crítica discutiendo que la orientación polarizada entre medicina y educación sobre estos temas generaba problemas que terminaban siendo caros al sistema educativo por una mala distribución de recursos.

El contraste de las medidas llevadas a cabo por el gobierno argentino con el de Estados Unidos tenía como objetivo lograr una modificación en la organización escolar local por medio de la implementación de clases agrupadas por nivel intelectual y no por edad cronológica (Tobar García, 1933b). Además, proponía que se crearan institutos especializados para los individuos que no podían aprovechar la escolaridad por no poseer las habilidades psíquicas necesarias y que, por ello, la Argentina debía avanzar en formación y estudios sobre psicología pedagógica.

Junto al problema de la deficiencia mental se analizaban los casos de individuos que poseían un alto nivel intelectual y los esfuerzos insuficientes que se llevaban a cabo en las escuelas. Este problema se conjugaba, para Tobar García, directamente con los ideales democráticos:

La democracia peligra en una sociedad en que se descuide a los niños dotados de talento. Más que en ninguna otra forma de gobierno se necesita de esos individuos. El uno por ciento de los niños en edad escolar está dotado de una inteligencia que le permitiría ser “leader” educado convenientemente. En los sistemas de educación en masa, de instrucción ciega que tenemos, muchas de esas inteligencias se malogran y muchos de esos niños constituyen problemas escolares de conducta y aplicación (Tobar García, 1933a, pp. 150-151).

A pesar de que algunos autores argentinos promulgaban el uso de técnicas para identificar a aquellos con algún tipo de atraso intelectual desde comienzos de siglo con fines de progreso nacional (Molinari, 2017a), no fue sino hasta la década del 30 que el impulso de estas clasificaciones resultó significativo (Molinari, 2017b). Aun así, este progreso no necesariamente se pensaba en términos que favorecieran a las sociedades democráticas y no se ponía especial énfasis en la cuestión de las personas dotadas con una inteligencia superior. La idea de la educación especial como salvaguarda de la democracia aparece como uno de los temas centrales en los libros y artículos de Tobar García.

La relación entre nivel intelectual y democracia fue principalmente desarrollada por el norteamericano Lewis Terman, quien proponía que debido a que los seres humanos no eran iguales resultaba necesario poder establecer un orden social específico de acuerdo con el grado de nivel intelectual (Gould, 1988; Marks, 1974). Fundamentalmente, Terman enfatizaba el genio y sostenía que las posiciones de liderazgo debían ser encargadas a las personas de mayor inteligencia. Si bien esta idea puede rastrearse hasta los escritos de Platón, se destaca el hecho de que Terman o Tobar García propusieran métodos científicos para alcanzar esa jerarquización de manera efectiva e inequívoca.

El ordenamiento social por medio de la determinación de las aptitudes físicas e intelectuales recibió una atención considerable a partir de los estudios de biotipología italiana, ya no solo aplicada a los estudios criminológicos, sino a la medicina social que buscaba encargarse de los “normales”, es decir, de personas que no presentaban ningún tipo de patología psíquica. Esto difería de algún modo de las iniciativas de la Liga Argentina de Higiene Mental que se concentraba más en la prevención de las enfermedades y afecciones mentales debido a sus fuertes raíces en la psiquiatría. La biotipología se basaba en la determinación de tipos biológicos; esto significa que buscaba determinar características particulares de cada ser humano basándose en el carácter, el aspecto físico, la afectividad o volición y el nivel intelectual (Boccia, 1933). Este modelo estaba ligado al fascismo italiano y se instaló en la Argentina con la AABEMS, cuyas ideas se difundían en sus anales (ABEMS). Una de las particularidades de la Asociación residía en el carácter abiertamente fascista de sus directores que aun así no impedía la participación de otros especialistas que no necesariamente adherían a esa orientación política (Dagfal, 2009). Entre estos últimos se encontraba Carolina Tobar García, quien una vez más exaltaba los valores de la democracia como justificación de la graduación de la escolaridad según el nivel intelectual: “(...) hoy más que nunca debemos buscar, como se busca la veta de metal precioso en las montañas, al niño superdotado, venga de donde venga, para cultivarlo, para explotarlo por así decirlo, y hacerlo servir a nuestra democracia” (Tobar García, 1933b, pp. 19-20).

El otro punto para destacar del viaje que Tobar García realizó a los Estados Unidos se plasmó en su posición respecto de la esterilización forzada, la cual iba en contra de la mayoría de los especialistas argentinos que se oponían a esta práctica y justificaban sus puntos de vista en la falta de cientificidad y de resultados reales que suponía.

En algunos Estados de Norte América y desde hace poco tiempo en Alemania, rige la esterilización obligatoria como medida higiénica. Entre nosotros un periódico practicó el año pasado una encuesta por la que se pudo apreciar el pensamiento de muchos médicos argentinos sobre este particular: solamente dos de ellos se declararon partidarios de la esterilización obligatoria, nos encontramos en mayoría casi absoluta los que opinamos en forma opuesta (Bosch, 1934, p. 8).

Gonzalo Bosch, fundador de la Liga Argentina de Higiene Mental y padrino de tesis de Tobar García, proseguía explicando que debido a la cantidad de factores que podían degenerar la especie, la aplicación de la esterilización forzada se llevaría a cabo de manera incorrecta. Además, sostenía que aquellos que podrían ser merecedores de tal práctica debían ser recluidos en clínicas especiales. Por último, declaraba que en los seres humanos las leyes de herencia genética eran más complejas que las mendelianas, por lo que la esterilización resultaba una empresa riesgosa.

A partir de estas consideraciones, el debate específico en torno al retraso intelectual giró alrededor del tipo de educación que podían recibir el afectado para volverlo “inócuo [sic] para los demás y productivo para sí mismo” (Ciampi, 1931, p. 186). Es decir, si bien había consenso en que estos individuos no podrían alcanzar la independencia y normalidad, se sostenía que un tipo de educación adaptada podía de todos modos ser beneficiosa y que, por lo tanto, no hacía falta recurrir a la esterilización. Dentro de la biotipología muchos especialistas recurrían, además, a una explicación católica en donde se establecía que no era correcta la intervención sobre el cuerpo con motivos eugenésicos (Vallejo & Miranda, 2014). En una entrevista al padre Agostino Gemelli realizada por Octavio López, subdirector de la AABEMS y director del Reformatorio Nacional de Olivera, enunciaba que se aceptaba la eugenesia

pero solo cuando no viola las leyes naturales del matrimonio, empleando otros medios que la persuasión o formar la conciencia eugénica en el hogar para evitar las uniones desgraciadas, sin recurrir a medios agenésicos, como la esterilización, para corregir taras existentes (López, 1933, p. 7).

Sobre este tema Tobar García expresaba que a partir de la posibilidad de asistir al Congreso Anual de la Asociación Americana para el Estudio de los Débiles Mentales en Filadelfia pudo formar una opinión sobre la esterilización de individuos diagnosticados con deficiencia mental (Tobar García, 1933a, p. 4). La postura que explicaba más adelante recuperaba los argumentos expresados por Gonzalo Bosch sobre la oposición de los médicos argentinos a la esterilización principalmente aludiendo a que resultaba incorrecto aplicar las tesis de Mendel para la herencia humana. Sin embargo, la autora agregaba que luego de las experiencias vividas en los Estados Unidos se convenció de que esta práctica podía ser beneficiosa de manera selectiva en los casos de retraso mental grave “en quienes el mecanismo hereditario es incuestionable” (Tobar García, 1933a, p. 134), y en pacientes que, aunque estuviesen internados de por vida, podían presentar mejoras en el carácter. Además, frente a la postura de reclusión que expresaba Bosch, Tobar García argumentaba que la esterilización selectiva brindaba la posibilidad de libertad de los afectados, siempre y cuando se tomaran medidas comunitarias de vigilancia tales como el parole implementado en los estados del norte, práctica que suponía la puesta en libertad de los individuos bajo una estricta vigilancia.

De este modo, puede observarse que la visita de Tobar García a los Estados Unidos tuvo grandes consecuencias en los modos que propuso luego la autora para el debate sobre el retraso intelectual, adoptando a veces opiniones contrarias a las de los especialistas argentinos. A pesar de ello, ideas similares a las expresadas por Tobar García encontraron eco en figuras importantes de la educación argentina como Víctor Mercante, quien también abogaba por la creación de clases diferenciales para el aprovechamiento de las capacidades intelectuales, aunque presentaba reparos por no creer en la inteligencia como una medida o factor unificador (Mercante, 1933)5.

La tesis de Tobar García respecto de la democracia y el orden social respondía directamente a la perspectiva de Terman y se apoyaba en la idea de una psicología diferencial para argumentar en contra de la educación masiva y homogénea. La postura que la autora adoptó en el debate de la esterilización, si bien matizada con argumentos similares a los de los médicos argentinos, se inclinaba también por el modo de tratamiento que se aplicaba en las instituciones norteamericanas y se contraponía al ideal católico sostenido por los principales representantes fascistas de la AABEMS.

Entre la colonización y la agencia científica

Tobar García insistía sobre un tema importante al analizar las relaciones científico-culturales entre distintos países o comunidades: el problema de la copia y la adaptación. La autora comenzaba su libro de 1933 explicando que “La aplicación del sistema en nuestro país deberá encararse pues, desde el punto de vista de la adaptación, sin olvidar que una imitación servil nos llevaría al fracaso” (Tobar García, 1933a, p.6). En términos de las pruebas de medición psicológicas, esto no resulta un tema menor. En este pasaje la autora no se refería meramente a la correcta traducción de las pruebas como lo hacían otros, sino que la adaptación al ámbito local suponía, como hoy en día, una nueva validación sobre una nueva escala para que las pruebas fueran de utilidad:

Un test puede ser excelente para los países europeos e inadecuado para los niños de América del Norte o del Sud. Por esta razón no podríamos aconsejar para Buenos Aires, el uso de tests como los de De Sanctis o los de Binet o los de Terman (p.17).

La autora criticaba los usos que se hicieron de la técnica de medición de Binet o de De Sanctis que se difundían lentamente en el país y animaba a los lectores a que se hiciera un estudio serio de adaptación argentina, similar a una iniciativa de adaptación del test de Terman llevada a cabo en Chile. El problema de fondo residía, para la autora, en que, debido a que el uso de las técnicas en la Argentina era inexacto, la educación toda era deficiente.

Según Tobar García la educación masiva suponía una homogeneización injusta tanto para los niños como para el país y la democracia. Frente a esto la autora resaltaba las bondades de su propuesta de una educación basada en la psicología diferencial y mostraba las pobres iniciativas del gobierno argentino por enfrentar el problema, argumentando que eso representaba un costo muy alto, tanto económico como político. Esta crítica era original respecto del problema de la validación y baremación de las técnicas de medición, ya que antes de las primeras aplicaciones de técnicas estandarizadas que se hicieron en algunas regiones de la Argentina en la década de 1950, se comparaban niños argentinos con mediciones extranjeras, en su mayoría de Francia e Italia, pero también a veces de Estados Unidos (Molinari, 2017a).

Este fenómeno no se daba solo en la Argentina: hasta casi mediados de siglo solo existía una única norma de nivel intelectual que se expandía por diversos países (Carson, 2014). Este problema respondía al criterio de universalidad de la ciencia y a una medida unificada y cosificada del nivel intelectual sobre el que podían hacerse toda una serie de generalizaciones que trascendían fronteras ideológicas, sociales y culturales. Esta discusión aparecía además como una novedad en el pensamiento de Tobar García, ya que el problema de la baremación fue desatendido por especialistas en muchos países.

Espeland y Stevens (1998) han discutido que el proceso de baremación es netamente político en tanto define nuevas categorías de análisis y relaciones de poder por la capacidad de abstracción de números correlacionables. En este sentido pueden pensarse las iniciativas de Tobar García como un paso importante en dirección a las adaptaciones adecuadas en la difusión local de las técnicas de medición.

A pesar de que en el apartado anterior se puso el énfasis en las improntas norteamericanas que la autora hubo recogido en su estancia en el país del norte, y ello podría leerse como un simple adoctrinamiento, sus declaraciones respecto de la adaptación y el análisis de obras posteriores complejizan el cuadro. Además, años más tarde, con la publicación de Temas de psiquiatría escolar (1939) la discusión respecto de las categorías de retardado pedagógico y médico dan cuenta de una posición matizada respecto de su obra de 1933. La postura de Tobar García era crítica con la tradición de clasificación francesa que se tenía del tema en Argentina, y atribuía a esto el fracaso de los intentos de establecer escuelas especiales en Buenos Aires. Frente a esto volvía a nociones ligadas al pensamiento norteamericano, pero terminaba por considerar que los principios italianos de clasificación de problemas intelectuales eran los más adecuados. Esto resulta importante porque de este modo se insertaba de manera novedosa en el debate acerca de la injerencia de la psiquiatría o la pedagogía para el tratamiento de los deficientes 6(Tobar García, 1939).

En su tesis de doctorado, publicada en 1945, los temas se presentaban de una manera integrada entre los conocimientos adquiridos en los Estados Unidos y la realidad de las instituciones argentinas. En ella dedicó un capítulo a un proyecto de ley para organizar la Escuela de Adaptación que dirigía desde hacía tres años, destinada a niños que no pudieran beneficiarse de la escuela común por “déficit de inteligencia o por anomalías de temperamento y defectos de carácter” (Tobar García, 1945, p. 211). Aquí puede observarse que la autora puso el énfasis en los casos más graves y, aunque todavía impulsaba tímidamente el modelo de clases diferenciales llevado a cabo en los Estados Unidos, proponía una sofisticación de los medios utilizados en la Argentina antes que un cambio radical. Asimismo, en esta obra se abandonaba la idea de la esterilización y se volvía al modelo planteado por los seguidores de las ideas de la psiquiatría italiana.

Si bien no puede establecerse con exactitud el motivo de los cambios registrados en las propuestas y tesis de Tobar García, resulta notorio que con el correr del tiempo matizó sus posiciones más críticas de años anteriores. Este proceso muestra los mecanismos de apropiación particulares que se dieron en la autora a lo largo de la década que incluye sus experiencias en el extranjero y su aprendizaje en el trabajo con la Liga Argentina de Higiene Mental, además de las discusiones teóricas sobre las diferencias en el tratamiento y prevención de la deficiencia intelectual. Se observan, a su vez, los procesos de recepción de teorías y prácticas que no reproducen copias originales, sino que involucran adaptaciones según contextos intelectuales y sociales particulares.

Conclusiones

Las ideas expresadas por Tobar García sobre el problema del retraso intelectual se encontraban fuertemente arraigadas en las experiencias de los Estados Unidos, en particular en los años inmediatamente posteriores a su regreso de ese país. En estas ideas se destacan de forma especial sus visiones respecto de la democracia y la esterilización por representar posiciones populares en el país del norte que diferían con las posturas sostenidas por los especialistas argentinos. En este sentido puede pensarse que las nuevas relaciones de cooperación científica entre Estados Unidos con los países de América Latina sirvieron para difundir modos particulares de hacer ciencia de acuerdo con valores típicamente norteamericanos. Además, esto resulta importante debido a las ideas de ciencia fascista que comenzaron a proliferar en el país en la década de 1930.

Desde la perspectiva de la historia transnacional es posible examinar el rol que tuvieron ciertos organismos internacionales como el IIE y el Icana en la difusión de diferentes prácticas e ideas por medio del establecimiento de acuerdos de cooperación y el consiguiente intercambio a través de becas. Asimismo, los estudios de recepción permiten complejizar esa difusión poniendo de relieve los mecanismos de apropiación que pueden significar innovaciones dentro de ciertas áreas de conocimiento. En el caso de Tobar García, su atención a la adaptación de técnicas más allá de la traducción y sus cambios de posturas visibles en la publicación de libros durante las décadas del 30 y 40, dan cuenta de dos puntos de originalidad. En primer lugar, su advertencia sobre la perspectiva de fracaso por la reproducción exacta de las experiencias llevadas a cabo en los Estados Unidos se enmarca en el problema de la baremación y validación de pruebas que hasta entonces era poco tenido en cuenta. Esto resulta importante en términos de la dimensión política de la estandarización de las pruebas y su comparación con medidas de pretendida universalidad. En segundo lugar, sus posiciones visibles en las obras posteriores dan cuenta de un proceso de apropiación enmarcado en el cruce de posiciones locales y extranjeras.

En síntesis, puede sostenerse que el intento de mejora de las relaciones políticas, económicas y culturales y su efecto sobre el intercambio científico, y la coordinación de movilidad de intelectuales tuvo un impacto visible en las obras de Tobar García y en la consideración posterior acerca del problema de la medición de inteligencia y la prevención y el tratamiento del retraso o la deficiencia mental.

El análisis presentado en este trabajo se centró solo en los primeros desarrollos de Tobar García por lo que es pertinente una investigación más extendida sobre sus puntualizaciones referidas a la infancia deficiente. Además, puede profundizarse en los debates acerca de los problemas pedagógicos y psiquiátricos que adquirieron mayor relevancia con la profesionalización de psicopedagogía en los años 1950. Por último, el análisis transnacional invita el estudio de otras figuras que trabajaron estos temas, como el caso de Telma Reca que, si bien fue mencionado, no fue abordado en este artículo.

Material suplementario
Agradecimiento

Este trabajo se enmarca en una tesis doctoral financiada con una beca del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y se realizó dentro de los proyectos UBACyT 20020130200134BA y UNLP 11/S032.

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Notas
Notas
1 Los institutos de Córdoba y Rosario se crearon en 1931 y 1943, respectivamente.
2 Las primeras carreras se fundaron en la década de 1950.
3 La cantidad de personas que padecían enfermedades mentales y fueron esterilizadas quirúrgicamente por ello, ascendía a 18.552 durante el periodo de 1907 y 1940 (Grob, 1983).
4 Resulta pertinente mencionar que el primer hospital psiquiátrico de niños y adolescentes del país fue nombrado Carolina Tobar García.
5 Las ideas de Mercante sobre este problema se enraizaban en una discusión teórica más amplia sobre el nivel intelectual en donde se contraponían las facultades mentales como fenómenos separados pero interdependientes y la noción de una inteligencia unificada. Sobre este tema ver Aguinaga, 2013.
6 Sobre las discusiones acerca de las intervenciones médicas o pedagógicas ver Nicolas, Andrieu, Croizet, Sanitioso, & Burman, 2013.
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