Reseñas
Tiempo interno y tiempo social: reflexiones en torno a una terapia centrada en el cuerpo
Melucci A.. Libro. 2016. Buenos Aires. ESEditora. 157pp.. 978-987-3713-16-3 |
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“El contacto con el cuerpo introduce finalmente a la dimensión del sentir, como percepción directa e intuitiva, como un conocimiento “otro”, que permite integrar los fragmentos discontinuos de la experiencia, los tiempos diversos y las rupturas que la componen. Una consciencia que incluya la información del cuerpo y que sea capaz de sintonizar con el registro del sentir, alarga, y no restringe el campo de la conciencia” (Melucci, 2016:128).
El libro que se presenta, Corpi Estranei, escrito por Alberto Melucci en el año 1984, es un trabajo de traducción al español de Angélica De Sena y Adrián Scribano, en homenaje a su autor. Homenaje y reconocimiento a quien fuera siempre alguien en tránsito hacia nuevas ideas, que operaban como límites de los regímenes de verdad entre los cuales fue caminando; siendo un explorador incansable de lo que para él constituían los rasgos centrales de los cambios que se producían en sus días en el planeta y en Italia.
En esta dirección, Scribano introduce al lector en un camino para la comprensión del libro con el objetivo de prestar atención sobre las ideas de Melucci de forma tal que se lo considere más allá de un estudioso de los movimientos sociales; como uno de los más importantes teóricos sociales de su época. De allí, que se destaque la apuesta del enfoque teórico-metodológico de Melucci por analizar la sociedad a partir de sus “mensajes” (Scribano, 2016). Enfoque en el que es reconocible la marca del analista que junto al otro busca develar una guía para el conocimiento y el reconocimiento, en donde el lugar que le otorga al cuerpo se vuelve nodal; en tanto señala el límite paradojal entre naturaleza y cultura, entre vida humana y riesgo de la intervención social en la naturaleza.
A su vez, Melucci advierte sobre la particular actualidad e importancia que cobraba el tratamiento de cuerpo, no solamente por ser una metáfora de la relación entre el hecho biológico y el hecho cultural que componen al ser humano, sino sobre todo porque era posible intervenir sobre su propia constitución. El cuerpo se constituía, por ende, como límite y como mensaje de nuestra mismísima identidad y consciencia.
En este sentido, el texto se plasma a través de la narración de la historia de mujeres y hombres que en la crisis de la política se midieron con el sufrimiento del vivir, con la enfermedad, con la pérdida de sí. Donde la terapia ha sido para cada uno de ellos una parte del intento de reencontrarse, de reconciliarse con un cuerpo extraño o enemigo, de restablecer un nexo entre el tiempo interno y el tiempo social. De tal modo que el libro es también la presentación de un enfoque terapéutico centrado en el cuerpo sobre el cual se esquematizan las principales coordenadas a partir de la práctica clínica llevada a cabo por Melucci.
De esta manera, y tal como lo concibe el autor, presenta un balance de un recorrido de investigación inusual en tanto que práctica innovadora en psicoterapia, que ha favorecido las investigaciones sociológicas sobre los fenómenos colectivos contemporáneos. Destacando que no se trata de cuerpos deformes, abyectos, enfermos; no se trata de cuerpos rechazados, feos, despreciados. Son cuerpos en situación de extrañeza, de crisis de identidad; son cuerpo-en-dolor, superficies de inscripción de incomodidades, cuerpos que siente un aire de ajenidad. Estos cuerpos extraños recorren el texto mostrando situaciones sociales en donde Melucci logra ver y analizar situaciones individuales y viceversa.
En definitiva, este libro es el testimonio de una opción que privilegia los campos de los límites, la exploración de las zonas de sombras y los bordes que incitan a redefinir fronteras disciplinares, objetos y métodos de conocimiento.
El escrito se encuentra dividido en cuatro capítulos, junto con una introducción y sus conclusiones. En el mismo, Melucci comienza señalando su objetivo por indagar la conexión entre cambio social y sufrimiento individual, a partir de su experiencia clínica; en tanto vía para reflexionar sobre el nexo entre tiempo interno y tiempo social, en una sociedad compleja fundada sobre la información. De manera tal que permita leer en las historias de los individuos, a través del espejo de una experiencia particular como la de la psicoterapia, el rastro de los cambios profundos que implican a toda sociedad.
En el primer capítulo se presentan las orientaciones de su práctica clínica. Es decir, describe la dirección y contenidos de la misma. Allí destaca la centralidad del cuerpo que se introduce en la psicoterapia, redefiniendo la experiencia humana. Experiencia que se expresa en una necesidad de cambio personal y en una demanda de ayuda; y que implica una relación con otro. Por tanto, el objetivo de la terapia es el cambio personal a través del crecimiento de la toma de conciencia de sí. Toma de conciencia que refiere a los procesos internos de la persona y sus modos de entrar en relación. La relación con el terapeuta funciona como un espejo de todas las relaciones y permiten que surjan los modelos permanentes o recurrentes. La cuestión del trabajo terapéutico es, en suma, que la toma de conciencia sea una condición necesaria para el cambio personal. Y en donde el lenguaje corpóreo se constituye como un elemento importante en tanto código que favorece una escucha al interior más libre de las incrustaciones de la cultura y del lenguaje. Así: “el cuerpo es un campo de sensaciones, de informaciones percibidas que refieren tanto al exterior como al interior. Esta dimensión ocupa en mi trabajo un lugar fundamental e ilumina diversamente los niveles precedentes” (Melucci, 2016:46).
En el segundo capítulo se relatan casos que documentan los caminos de crisis de la acción colectiva y la vivencia personal; que se plasman en la elección de la violencia, la adhesión a sectas neoreligiosas, la droga, el suicidio; o la búsqueda de una seguridad institucional después del quiebre de los objetivos totalizantes. En estos casos la crisis ha desencadenado procesos patológicos y ha direccionado la búsqueda individual hacia calles sin salida, saturando sus energías en el esfuerzo desmesurado por mantener viva, en la situación institucional, la ilusión de un cambio global. Para estas personas la participación en la acción colectiva contenía y escondía necesidades personales que están paradas con fuerza en el momento de la crisis.
En el tercer capítulo se presentan algunos casos que testimonian la presencia de una búsqueda personal ya bosquejada, que la crisis de la acción colectiva no hizo más que acelerar. Esta liberó preguntas individuales que han lacerado la envoltura de la política y se han manifestado como tales, sin todavía perder su carga de innovación social y cultural. El ingreso a la terapia ha coincidido con este momento de ruptura: el abandono de una acción colectiva, vivida como mito totalizante al interior de formas rígidas de organización y de ideología, ha hecho posible la asunción explícito de las dificultades y de las exigencias personales. Cada uno ha podido así, redefinir la propia identidad desembarazándose de los estereotipos del pasado y reencontrando el significado profundo de la inversión precedente en la acción externa.
En el cuarto capítulo a través del tema del embarazo, pone en evidencia las distancias entre las representaciones sociales, incluso en la cultura feminista, y la vivencia individual de la interioridad. La conciencia de esta perspectiva abre la posibilidad de acciones menos ligadas a la ideología y más próxima a las necesidades personales. Allí, destaca que particularmente es enorme la distancia entre la experiencia de las mujeres a partir de su sentir y la definición medicalizada, científica, de aquella fase tan íntima de la vida personal que se llama embarazo o parto. Esta diferencia señala el quiebre que existe entre la experiencia interna y sus representaciones culturales; donde el ritmo biológico y personal de la mujer es completamente sometido a una regulación externa, que entra finalmente en los hábitos cotidianos. Esta neutralización tiene naturalmente efectos sobre el modo de vivir y de representarse las experiencias que se asocian a la panza: hacer los niños, tener emociones, experimentar placer y dolor. Que no es más que un problema inducido culturalmente. En palabras de Melucci (2016:119): “el problema es el de cómo tenerlas juntas, de cómo hacerlas coexistir sin negarlas, de cómo hacer lugar al grande y al pequeño, a lo femenino y a lo masculino, a lo racional y a lo emocional”.
Todo lo cual revela como uno de los nodos recurrentes de la experiencia individual y colectiva contemporánea, la cuestión de la relación entre lo interno y externo. Es decir, de aquello que se encuentra en el fundamento de esos cuerpos extraños; donde los ritmos internos se miden con las exigencias de las regulaciones sociales. Cuestión que a lo largo del texto, subyace como eje transversal a los distintos relatos y reflexiones que el autor va problematizando, en torno a una terapia centrada en el cuerpo.
Hacia sus conclusiones, el recorrido de análisis trazado por Melucci se centra en la necesidad de búsqueda personal hacia un contacto más próximo con los tiempos de lo interno. En este sentido, sostiene que el cuerpo parece ofrecer a esta búsqueda una posibilidad para poner en relación tiempo interno y tiempo social. El contacto con el cuerpo favorece de tal modo el pasaje de adentro hacia afuera, del tiempo interno al tiempo social y viceversa. El cuerpo es, por tanto, una llave que puede abrir el camino en los dos sentidos: hacia la comunicación con lo externo que debe adoptar reglas del tiempo social; o hacia la escucha de un interior que habla a la persona su lengua secreta.
El cuerpo es separación entre el afuera y el adentro, es el punto de encuentro entre tiempo interno y tiempo social. Es el lugar de las señales, internas y externas, que la persona aprende a descifrar para situarse respecto al cambio de sí y a su intervención en el mundo. De lo que se desprende, en definitiva, la potencialidad del ejercicio terapéutico-reflexivo por parte del autor, que le permite ahondar en un análisis capaz de integrar los fragmentos discontinuos de la experiencia, los tiempos diversos y las rupturas que la componen. Este libro constituye así, una fuente de consulta indispensable para la teoría social contemporánea y, en particular, para los estudios sociales sobre los cuerpos y emociones.