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Aportes a una sociología de los cuerpos y las emociones desde el Sur
Luciana Martínez Albanesi
Luciana Martínez Albanesi
Aportes a una sociología de los cuerpos y las emociones desde el Sur
Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad, vol. 9, núm. 25, 2017
Universidad Nacional de Córdoba
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Reseñas

Aportes a una sociología de los cuerpos y las emociones desde el Sur

Luciana Martínez Albanesi
Universidad de Buenos Aires, Argentina , Argentina
Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad, vol. 9, núm. 25, 2017
Universidad Nacional de Córdoba

Comprometidos en una labor por consolidar la escuela temática de la Sociología de los Cuerpos y las Emociones, el año 2016 y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires han sido las coordenadas en las que jóvenes investigadores junto con investigadores ya consagrados generaron un espacio donde poner de manifiesto búsquedas emergentes que simultánea y prospectivamente, traen a brote inexploradas posibilidades de sondeos. De aquí que lo propio de este libro sea entonces, cumplir con su destino de propagador. Así considerado y tras una caminata entre “palimpsestos”, “mosaicos”, “fragmentos” y “entramados”, se hace evidente como conserva en sus nervaduras el murmullo de colegas que se han escuchado, comentado y preguntado sobre los 17 artículos que lo conforman. Esta grávida persistencia dialogal marca la impronta vivificante con la que nace Aportes a una Sociología de los cuerpos y las emociones desde Sur, con un avistaje de conjunto que permite percibir cómo los receptáculos categoriales más abarcativos respaldan a los estudios de caso, cómo los estudios de caso llevan al observable empírico complejos procesos capturados entre las mallas de las categorías estructurales.

Pisando en el índice y desdibujando la línea divisoria de los 8 conglomerados temáticos adviene la pregunta sobre ¿Qué tienen en común las percepciones acerca de la Investigación Social de los estudiantes de la UNVM1 ; los criterios de selección y organización curricular de los planes de estudio para los estudiantes de Medicina en la UNVM; la experiencia de la risa en la Ciudad de México; las baldosas de la memoria en Buenos Aires; la experiencia auditiva del dub caribeño y la bass culture en un hogar de Colombia; el uso de celulares por parte de los jóvenes en Lima; la percepción en el contexto de la contaminación ambiental y las condiciones de habitabilidad precaria; los programas alimentarios en la Ciudad de Mar del Plata; los Programas de Transferencia Condicionadas de Ingresos en Argentina ; el micro-emprendedorismo en San Martin, Córdoba; el engranaje solidaridad y discapacidad en el marco de los procesos de medicalización; los dolores de cabeza crónicos; la Masacre Rangal, en el barrio Joao Pessoa, Paraíba, Brasil; el proceso de transformación del barrio Joao Pessoa, Paraíba, Brasil; los campos de concentración y los guetos en las lógicas del capitalismo mundializado; el proceso de construcción de diferencias zanjadas por la dicotomía tradición / modernidad en el escenario de la colonización africana y sus resabios en los movimientos sociales actuales; y las formas sociales e individuales de dependencia en el marco de los regímenes políticos del capitalismo contemporáneo en el Sur Global? Habrá de decirse que algo similar a una respuesta se comienza a palpar en la sensación de un sentido de integración y de correspondencia en el modo en que se los delimita, se los interroga, las preocupaciones que orientan su búsqueda y las redes vinculares que los comunican y proyectan al dotarlos de una elástica plataforma de soportes diversos. Surge así la iniciativa de que es posible decantar de esos 17 artículos un estilo compartido; para ello traigo a la memoria un artículo de Barthe et al (2016), quien junto a otros colegas sin proponerse hacer de ésta, una categoría sistematizada para la Ciencia Social, proporciona en su empleo circunscripto a un conjunto de sociologías, una definición dispersa que alumbra estilos de investigación, de razonamiento, de restitución con rasgos distintivos y perceptibles dentro de una variabilidad que mantiene también vigentes los desacuerdos que la plurifican. Encaminando estas sugerencias reflexivas en dirección al entramado descripto por Scribano, lo primero en advertirse son grandes manchas estampadas por los vórtices donde convergen aportes de distintas procedencias. Las convergencias, en suma, cristalizan en puntos incandescentes, un trabajo colectivo y reticular para restituir la dimensión emotiva desde la corporalidad a su carácter transversalista. De éste modo, las investigaciones aquí reunidas proponen un tipo de abordaje hacia, desde y a través de la sensibilidad que cubre los procesos de estructuración social en sus continuidades y desplazamiento, las fisuras que desmienten su carácter totalizador y los contrapoderes fácticos que desmontan cotidianamente algunos de sus mecanismos de dominación.

Uno de los grandes vórtices referidos arriba está emplazado en el trabajo de D’hers, quien ofrece un excelente ingreso a dicho marco teórico mediante un extenso recorrido por los principales trabajos que propiciaron el giro corporal hacia fines del siglo XX y su desenvolvimiento a partir de los intercambios interdisciplinarios. Por esta razón se pueden hallan diseminadas en este articulo, un serie de valiosas claves interpretativas que permiten abrirse paso hacia un continuum de convergencias; donde la primera asoma en la metodología del investigador que trabaja con sus sentidos, en un ejercicio de auto-observación que lo sintoniza con los “registros del cuerpo” (pág. 142). Ese proceder científico formalizado como autoetnografía, fue elegido por el sociólogo Sánchez Aguirre, con el objeto de reflexionar sobre su primer encuentro disruptivo con la música dub y las percepciones que organizaron aquella primera experiencia en la que identificó los signos de una estructura sociosensible dominante. Si en el caso anterior el gesto autoetnográfico, posibilitó una indagación sobre la construcción de sensibilidades colectivas, Banegas Loyo a partir del estudio de caso, explora otros mecanismos creadores de esas sensibilidades dirigiendo su atención hacia la fuerza productora de las baldosas de la memoria e introduce un punto de inflexión significativo realzando en el registro de las decisiones y las oscilaciones afectivas del proceso de hechura, la intervención orientativa de dos criterios que fundamentan su carácter de “instrumento estético-político-afectivo” (pág. 92). Si las baldosas han de reconocerse como parte de una experiencia creativo expresiva de intervención política en el espacio público, este tipo de sensibilidad indagativa también genera una atmósfera auspiciosa para capturar dentro del mismo clan de experiencias, un inadvertido juego de efectos en prácticas tan infracotidinamente pegadas a la corporalidad social, como la risa que nos es devuelta bajo el cariz de un contrapoder fáctico a través de los tránsitos de Camarena Luhrs por los surcos intersticiales de las calles de México; la risa se escurre de las políticas de los sentidos y produce, subrepticiamente, una resistencia colectiva ante el estrés bio-psico-social. Si una práctica atávica ha sido renovada como objeto de investigación, la apertura de este sistema conceptual, posibilita también la objetivación de elementos provenientes de las nuevas condiciones materiales en conjunción a otros estilos científicos tal como lo ilustra desde Lima el trabajo de Jerjes Loayza sobre el ensamblaje entre los cuerpos jóvenes y el celular con una fuerza generativa que incrementa de la mano a otras dependencias, emocionalidades y modulaciones corporales el nivel de contingencia en la cotidianidad.

D’hers también nos brinda las claves para redimensionar la centralidad del cuerpo-emoción en la inauguración de nuevos ámbitos de conocimiento, cuya atención empeñada en las “vinculaciones entre acción-emoción y racionalidad”(pág.140) permite establecer un fecundo contraste histórico, ideológico y gnoseológico con el artículo de Adélio Mangana, para comprender la importancia del desplazamiento epistemológico que operó el giro sensorio-corporal y apreciar los efectos políticos de la retorica racionalista eurocéntrica que enraizada en las dicotomías tradición-modernidad, emoción-razón dio lugar a la inferiorización epistemológica y ontológica de los habitantes del continente africano.

Continuando con D’hers el tratamiento que le dispensa a la relación entre percepción y las formas de construcción social de las sensibilidades en condiciones de habitabilidad precaria, proporciona elementos que permiten profundizar en los trabajos de Merino Jorquera y Jimenez Pereyra en relación a los campos de concentración y guetos en el capitalismo mundializado como así también los de Koury y Barbosa sobre el barrio popular de Varejao/Rangel en Brasil. En el primer trabajo, la perspectiva que abre el cuerpo es dirigida por estos autores a renovar, el modo de inteligir cómo es que se produce el reagrupamiento y la concentración forzada de los cuerpos y qué es lo que ocurre con ellos. Un abordaje sensible a las diferencias cualitativas en las situaciones de alienación que brinda puntos claros para dilucidar los procesos coyunturales signados por las políticas de protección interior de los estados democráticos, los espacios humanitarios y las instituciones normales. Con respecto a los segundos autores, la indisociable lectura de sus artículos proporciona un desplazamiento micro y macrosociológico que va y viene por la cultura emotiva de un barrio popular entre los años 1920 y 2008. El monumental trabajo de reconstrucción de las condiciones sociales ligadas a los procesos migratorios internos y su imbricación actual en las prácticas concretas de vecinos, permiten apreciar la fricción entre lógicas contrapuestas que traman ambiguas redes de solidaridades y conflictos teniendo como principal fibra de tensión al binomio inclusión/ exclusión, que por su parte se integra a las políticas de las emociones; convergencia y a la vez blanco del interrogante sobre “¿Qué significa “estar incluidos”?” (pág. 177) con una carga de problematicidad que se expande desde el trabajo de Cena, Dettano y Chahbenderian a los artículos afines respecto a las formas en las que son estudiados el asistencialismo, el trabajo formal, el trabajo informal y la discapacidad, en articulación con las Políticas de la Perversión como el otro gran vórtice de confluencias. Orientado en primera instancia a los PTCI2, el interrogante pone en revisión un concepto políticamente correcto y funcional al sostener en el tiempo un régimen “pese a, y a partir de, generar condiciones de expulsión“(pág.179). En el mismo centro gravitatorio, Sordini ha realizado una investigación sobre los PAA3 que se adentra en una estructura de sobrevivencia llamando la atención acerca de un régimen de la sensibilidad que se configura en torno a la dinámica de las entregas, el gusto por los alimentos, la espera y los lazos comunitarios. Su notable intersección con otros de los puntos de nodal convergencia, en éste caso, la Banalización del Bien, permite empezar a rumiar vínculos más profundos con fenómenos de gran relevancia actual como la doxa de la colaboración y el compromiso; un hilo del que tira Robertt desde Brasil para desmenuzar el contrasentido que embarga la relación entre trabajadores y patrones bajo una nueva visión moralizante del trabajo. En dirección hacia lo que en principio parecería estar ubicado en sus antípodas, el trabajo informal-autogestivo investigado por Quattrini exhibe la persistencia de la retórica empresarial asentada en la moralidad de la empleabilidad dando lugar a una gestión emocional que regula los estados de precarización donde se unen la sobrevivencia del emprendimiento y el ideal de ser un empresario/emprendedor exitoso. En el ámbito medicinal, otro de los artículos afines pertenece a Díaz Fernandez, quien explora en la asociación discapacidad-solidaridad, el carácter excluyente del gesto solidario al forzar una inclusión basada en el dictamen de individuos deficitarios y por lo tanto rehabilitables desde el recetario provisto por el régimen de medicalización. El poder instituyente del saber experto que aparece como el gran arquitecto de esta secuencia distorsiva, sufre un rotundo cambio de estado en la agudeza con la que Del Monaco hace zoom a una problemática cotidiana que deja expuesta una fisura en la hegemonía del modelo de verdad biomédico, de magnitud estimable tratándose como se trata de un perturbador dolor de cabeza crónico que afecta indistintamente al 50 % de la población mundial. La perplejidad biomédica genera un vacio que pronto es ocupado por dichos populares y estudios que recuperan la vivencialidad de los “múltiples modos de padecer en contextos situados y articulados con otras dimensiones de la cotidianidad” (pág. 254). Una emocionalidad que deviene en variable de investigación, resulta de interés también para Magallanes en su indagación acerca la trama cognitivo-emocional de la experiencia de aprendizaje en la carrera de medicina de la UNVM, donde la autora, tras estudiar la estructuración del plan de estudios releva otro plano de acuerdo al modo en que se organizan los saberes formativos de los profesionales en ésta disciplina. Por estos cauces cobran, incluso, una nueva dimensionalidad los procesos cognitivo-emocionales en la investigación de las Ciencias Sociales desde de las percepciones estudiantiles, a partir de su puesta en valor por Gandia. Este artículo irriga en lo sutil una complementariedad traslucida al contacto con los trabajos de Adélio Mangana y D´hers respecto a la dicotomía entre emoción y razón. Si bien el avance sobre la centralidad de las emociones en los procesos de cognición va en progresión, Gandía contribuye demostrando cómo pervive su marginación dentro de un canon académico marcadamente racionalista en cuanto a que “analizar, comprobar, constrastar, estudiar, observar, delimitar, recabar, conocer“(pág.31) son las principales actividades destacadas por los estudiantes en el proceso de investigación. No obstante, al raspar en las declaraciones de esos mismos entrevistados, la autora encuentra en sus preocupaciones praxeológicas una evidencia ineludible del efluvio emotivo por el que discurren las sensaciones de todo sujeto comprometido en su hacer.

En conclusión, Scribano está en lo cierto cuando sostiene que la pluralidad teórica, la diversidad paradigmática y la multiplicidad de abordajes metodológicos evidencian un proteico y amplio desarrollo de los estudios sociales desde el Sur. La compatibilidad con la noción de estilo se fortifica mediante un sentido de unidad epistemológico y geopolítico. Esto se debe principalmente a que el cuerpo-emoción es actualmente el hormiguero de las políticas “elaboradas, gestionadas y reproducidas en y a través de las emociones” (pág.350), siendo el Estado en asociación al mercado el principal interventor a través de la estimulación de consumos compensatorios. Esto tiene lugar en el marco de la internacionalización de las emociones en tanto ”régimen de verdad basado en la demostración del efecto de sensibilización” (pág. 315) que junto a la Banalización del Bien, Las Políticas de la Perversión y las Lógicas del Desecho, es una noción que se conecta capilarmente con cada una de las 17 investigaciones que constituyen el cuerpo de esta publicación.

Material suplementario
Referencias
BARTHE, Y; RÉMY, C.; TROM, D.; LINHARDT, D.; DE BLIC, D.; HEURTIN, J.;, LAGNEAU, É.; MOREAU DE BELLAING, C.; LEMIEUX, C. (2016) “Sociología pragmática: guía do usuario”. Sociologías. Vol. 18, N° 41. Pp. 84-129. Disponible en:
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