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Infancia es destino
Andrea García Hernández **; Enrique Hernández García Rebollo ***
Andrea García Hernández **; Enrique Hernández García Rebollo ***
Infancia es destino
Chilhood is Destiny
Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad, vol. 10, núm. 27, pp. 50-61, 2018
Universidad Nacional de Córdoba
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Resumen: En este trabajo se abordan una serie de fenómenos contemporáneos en donde convergen un par de elementos importantes para comprender algunos aspectos llamativos de un sector de la subjetividad infantil de hoy en día, que está expuesta a los medios de comunicación masiva: el alto grado de erotización a la que son sometidos los infantes mediante productos socioculturales como programas televisivos, cuyo ejemplo paradigmático identificamos en Pequeños gigantes, de Televisa, aunado a una especie de inversión de los roles tradicionales de los adultos, donde los mismos parecen adoptar actitudes infantilizadas, y los niños, por su parte, presentan rasgos de adultización. Mediante una mirada teórica de corte psicoanalítico, se pretende dar una lectura tanto psicoanalítica como sociocultural que intenta develar cómo, dada la naturalización del proceso sociológico denominado mediatización de la sociedad, mismo que consiste en subrayar la gran injerencia que tienen los medios masivos de comunicación en las formas de pensar de varias personas, se ven afectadas de formas significativas las formas de comprender lo que es un niño, así como sus procesos de subjetivación. En este proceso, nuestro interés es develar la erotización a la que son expuestos los niños de forma encubierta y normalizada.

Palabras clave:Sexualidad infantilSexualidad infantil,PsicoanálisisPsicoanálisis,InfantilizaciónInfantilización,AdultizaciónAdultización,Pequeños gigantesPequeños gigantes.

Keywords: Infant sexuality, Psychoanalysis, Infantilization, Adults, Pequeños gigantes (Small Giants)

Carátula del artículo

Artículos

Infancia es destino

Chilhood is Destiny

Andrea García Hernández **
Universidad Nacional Autónoma de México, México
Enrique Hernández García Rebollo ***
Universidad Autónoma Metropolitana, México
Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad, vol. 10, núm. 27, pp. 50-61, 2018
Universidad Nacional de Córdoba

Recepción: 29 Agosto 2016

Aprobación: 15 Junio 2018

Introducción

Esta frase freudiana, citada en variados contextos, tal vez pueda ser tomada hoy en día no sólo como un estímulo de reflexión que apunte a la mirada evolutiva del ser humano en un sentido estrictamente psicológico, sino también al periodo histórico que hoy habitamos. Nos parece que hoy en día asistimos de formas irremediables a una especie de inversión psicológica y socioculturalmente muy interesante: la adultización de los infantes y la infantilización de los adultos. Los modelos de identificación propuestos por las llamadas industrias culturales,1 es decir, la televisión, el cine y hoy en día internet, con la sorprendente eclosión en el uso y abuso de las redes sociales montadas ahora en la gran red informática nos confrontan con fenómenos tanto clínicos como socioculturales que, de tan extendidos y por ello mismo naturalizados, parece que están anestesiado mucho de nuestra propia capacidad de análisis. ¿De qué formas afectan estos fenómenos la constitución de las subjetividades infantiles?, ¿cómo es que inciden en sus sensibilidades, sus formas de pensar y entender el mundo que les rodea?, ¿ante qué tipo de psicopatologías nos enfrentaremos en un futuro no muy lejano, en un contexto cultural en donde apelar al adjetivo “patológico” está mal visto tanto por la opinión pública, hipermediatizada, así como en esferas académicas que de formas diferentes, más sofisticadas, apelan a una libertad sin límites por ejemplo en la emergencia de nuevas sexualidades?, ¿es que la mirada psicoanalítica que hace cien años fue tildada de extremadamente “liberal” y hoy en día es percibida como “conservadora” tiene algo interesante que decir al respecto? Afirmamos que sí, el psicoanálisis, tanto ayer como hoy, es capaz de proporcionar lecturas muy agudas en este tipo de fenómenos. Precisamente, empezaremos a hablar de eso que se ha dado en llamar “sexualidad” a diestra y siniestra, tanto en algunos sectores académicos como en la cultura popular mediatizada de hoy, y cómo es que incluso a más de cien años de que Freud escribiera al respecto, consideramos que en ambas esferas se pueden seguir percibiendo muchos de estos fenómenos de formas muy estrechas y, sobre todo, descontextualizadas.

Aunado al tema de la sexualidad, esfera que consideramos simplemente indispensable para la comprensión más básica de varias de las ideas del psicoanálisis relacionadas con el desarrollo y la evolución de los infantes, así como su relación con realidades clínicas, tocamos el tópico del juego y la forma en que puede entenderse en psicoanálisis. Esto con el fin de ilustrar mediante una serie de ejemplos contemporáneos las diversas maneras en cómo, a partir de una serie de concepciones teóricas, como la cuestión de la existencia de la sexualidad infantil y la importancia del juego y sus peculiares cualidades, siempre entendidas bajo una mirada teórica psicoanalítica, bastante alejada, como argumentamos acá, de la llamada opinión pública, podemos ver hoy esta especie de inversión entre las características de las personalidades adultas e infantiles que anunciábamos al inicio de estas líneas.

Metodología

La metodología diseñada para el presente trabajo consistió en la revisión de material audiovisual analizado dentro de la página YouTube, que a su vez forma parte de algunos extractos del programa de televisión Pequeños gigantes, producidos por la compañía mexicana Televisa. El corpus audiovisual estuvo constituido por cinco de estos vídeos. La lectura teórica de este material videográfico está fundamentada por varios conceptos emanados del discurso psicoanalítico, centrados en dos autores fundamentales: Sigmund Freud y Jacques Lacan. Si bien se traen a colación algunas ideas de otros autores dentro del psicoanálisis (Kernberg, 2000; Winnicott, 1997; Klein, 1988), la parte substancial para realizar nuestra lectura es de índole freudo-lacaniana. Para el diseño de nuestro tipo de acercamiento es importante a su vez alegar por la validez del uso de la imagen como herramienta para comprensión de la realidad social. Varios autores, desde diferentes dominios teóricos (Didi-Hubberman, 2004; Barthes, 2009; Metz, 1997) han realizado trabajos en donde los diversos tipos de imágenes (la fotografía en Barthes, el cine y la fotografía en Didi-Huberman y el cine en Metz), son tratados como un material privilegiado que permite hablar al campo de los observables empíricos socioculturales e históricos. De estos autores ya consolidados, Metz (1997) es el que más se aproxima a algunos de nuestros planteamientos, por la lectura psicoanalítica que él desarrolla. Ahora bien, es importante mencionar que el trabajo de Metz está aplicado al cine como fenómeno en donde convergen aspectos socioculturales e incluso económicos, y no meramente psicoanalíticos y/o psicodinámicos. El adjetivo “psicodinámico” hace alusión aquí a un conjunto de referentes teóricos, pero más aún, metodológicos y técnicos que tienen una gran relevancia en la esfera de las distintas psicoterapias hoy día llamadas de forma muy genérica “psicodinámicas”. Para orientar un poco acerca de esto, una reflexión sintética pero significativa es la que Kernberg (2000) realiza entre tres dominios distintos: psicoanálisis, psicoterapia psicoanalítica y psicoterapia de fortalecimiento. Simplificando aquí al respecto, podemos decir que el psicoanálisis “clásico” es más largo (varios años, factor duración), y más intenso (tres veces o incluso más a la semana, que se vincula con los factores de frecuencia e intensidad). Esto a su vez lleva a otro factor que es la profundidad que se logra así con el psicoanálisis, a diferencia de una psicoterapia psicoanalítica (una vez a la semana, sin uso indispensable de diván y usando herramientas más prácticas que la interpretación, como el mero señalamiento o la confrontación, como Etchegoyen (2011) también señala. La psicoterapia de fortalecimiento es aún más flexible en cuanto a todos estos puntos, y sus objetivos son más “superficiales”, es decir centrados en el “aquí-ahora” más que en un “allá-entonces” (presente versus pasado). Por razones más financieras y socioculturales que epistemológicas, el psicoanálisis es llevado a cabo más comúnmente en consultorios privados y las psicoterapias de fortalecimiento y otras como la inclusive ya famosa terapia breve (Bellak, 1999), en diversas modalidades, son implementadas en contextos institucionales, regidas por una lógica en donde aspectos como los límites financieros, la urgencia de dar resultados concretos e inclusive la velocidad con la que se desean los mismos producen una dinámica cuestionable en cuanto a la calidad de diversos servicios de salud en general, no sólo mental. En un artículo como el presente, centrado en aspectos socioculturales pero interpretados con una óptica psicoanalítica, no hemos profundizado ni nos hemos extendido mucho en este tipo de diferencias, que son indispensables en estudios de corte específicamente clínico, por ejemplo. En términos más genéricos que clínicos, una de las posibles acepciones del concepto “psicodinámico” hace alusión a las teorías y conceptos psicoanalíticos tanto freudianos como posteriores a Freud. Es en este último sentido, es decir el estrictamente vinculado con el universo del discurso psicoanalítico, que hacemos uso del adjetivo “psicodinámico” en el presente texto.

Regresando al trabajo de Metz (1997), aquí no es el “objeto cine” el que estaremos abordando analíticamente, sino un producto audiovisual que no obstante muestra similitudes con el cine: su gran presencia en la vida cotidiana, su forma de consumo masivo y las posibles maneras en que su materialidad sociodiscursiva afecta a los individuos que consumen estos productos de las industrias culturales. Por otro lado, respecto de la pertinencia del uso de corpus audiovisuales dentro de la investigación en ciencias sociales, nos permitimos brindar aquí una cita extensa para otorgar un contexto más amplio del uso de los vídeos que aquí analizaremos, fragmentos del programa mexicano de televisión Pequeños Gigantes. De acuerdo a Baer y Schnettler:

Las videograbaciones son especialmente idóneas para captar los aspectos físicos [es decir, corpóreos] de la dinámica interactiva (Raab, 2008), un aspecto obviado con demasiada frecuencia en la investigación cualitativa. También es de subrayar su capacidad para observar conductas habituales e incorporadas, que no necesariamente tienen una expresión verbalizada. Las imágenes, además, recogen las expresiones de ciertos mundos culturales y las configuraciones de estilos de vida dentro del contexto en que se sitúan naturalmente. En este sentido, las videograbaciones permiten recoger densos, copiosos y detallados datos de los procesos sociales, y en definitiva un acceso inmediato (o al menos mediado en menor medida) a aspectos de la vida cotidiana, superando las limitaciones de los métodos exclusivamente ligados a textos (Baer y Schnettler, 2009: 30-31).

Además de adherirnos plenamente a estas ideas, agregamos que en el caso de la lectura psicoanalítica que proponemos en las presentes líneas, la forma de pensar justamente el cuerpo y la mente infantiles se caracteriza por estar atravesada por elementos de índoles históricas y socioculturales, que en este caso consiste en la referencia ya realizada al concepto y la gran presencia actual de las llamadas industrias culturales, sobre todo aunque no exclusivamente en población infantil (Bacher, 2009). Pasaremos ahora a desarrollar un conjunto de aspectos teóricos para realizar una vinculación con la elección de esta metodología, por un lado, así como a mostrar también algunas ideas y otros ejemplos de la esfera sociocultural contemporánea para que se comprenda más cabalmente la lectura y el análisis que desarrollamos en el presente trabajo.

El niño: ese perverso polimorfo

En 1905 se publica, en Europa, Tres ensayos de teoría sexual, una obra muy importante para pensar la infancia en la modernidad, semilla intelectual de mucho de lo que unos sesenta años después será una implementación de pedagogías novedosas en el ámbito de la educación formal, así como de una serie de prácticas contestatarias y de un uso libertario de los cuerpos en Occidente: los famosos años 60´s. Ejemplo de lo primero es la controvertida experiencia educativa Sumerhill, en todos los sentidos, y de lo segundo lo es la cultura hippie, cuya cúspide encontramos en el festival de música Woodstock de 1968. Hay mucho que decir en todo esto, pero hacemos aquí un recorte que delimite un poco para centrarnos en la noción de la existencia de una sexualidad infantil, misma que, para ser entendida en nuestro mundo contemporáneo, tiene que ser contextualizada sociocultural e históricamente mediante ejemplos como estos.

La construcción freudiana de la niñez posee una originalidad que no necesita defensa, ha sido ampliamente aceptada tanto por amplios sectores de la comunidad académica, como por escritores, artistas y políticos, así como también dentro de sectores de la cultura popular en general. De la misma forma y con la misma intensidad, ha recibido muchas críticas. Sólo que, insistimos aquí: muchas veces ha sido malinterpretada lo mismo por personas con alto grado de educación académica, así como por la mayoría de la gente en general. Esto, justamente porque su visión no sólo impacta en un orden epistémico, sino que toca de lleno nuestras subjetividades, no importando que uno sea un chef o un científico. Es importante decir que esto también es muy común con cualquier campo de conocimiento altamente sistematizado que se caracterice por poseer fundamentos teóricos sofisticados, una metodología muy específica y compleja, así como una serie de técnicas que en el ámbito clínico se desarrollan mediante el largo paso de los años y la experiencia. Existe una concepción simplista del conocimiento que algunas veces consiste en pensar que la construcción del mismo se da mediante una serie de pasos lógicos y racionales, de forma lineal y secuencial, a la manera de un manual o un contenido de un curso, formatos que hoy en día gozan de un gran éxito, popularidad y sobre todo aceptación lo mismo, una vez más, en el amplio campo de la cultura popular, así como en instituciones tanto públicas (varias universidades incluidas) como privadas. El psicoanálisis es todo lo contrario: hay una fuerte fundamentación epistemológica de las teorías que lo soportan, existe abundante trabajo clínico que es facilitado por y soporta a la metodología, y finalmente tenemos toda una serie de herramientas técnicas que implican un grado de complejidad que sólo adquiere consistencia lógica en la medida de su solidaridad y reciprocidad sistemática con su teoría, su metodología y su epistemología. Desde estos horizontes, podemos ahora hacer un par de preguntas más: ¿cómo es conceptualizada la sexualidad en psicoanálisis?, ¿qué relaciones tiene con esa etapa del desarrollo del ser humano que es la infancia?, y finalmente, ¿qué es un niño para el discurso psicoanalítico?

Primeramente, la sexualidad en psicoanálisis no está limitada a la genitalidad, es decir, no hay una unidireccionalidad que establezca un eje semántico de sexualidad = pene y/o vagina. La originalidad de la mirada freudiana está basada en una gran capacidad de observación del mundo circundante: hoy como ayer, se tiende a negar que los infantes muestran signos claros de placer con varias actividades que involucran el contacto directo de sus cuerpos, sus pieles y sus mentes. Esta triada forma una singular estructura que nos permite extender la concepción de la sexualidad en toda su complejidad tal como se presenta en la experiencia humana. Freud comprueba que las actividades que implican roce y movimiento son paradigmáticas de maneras de excitación de los órganos sensorios, mismos que producen placer. Al observar a los niños jugar, podemos percatarnos que pueden ser parecidos a otros sujetos que, a simple vista, nada tendrían que ver con los infantes: los perversos. Por ejemplo el sadismo tan claro de algunos niños.2 Precisamente ése es el tema con el que Freud comienza la problematización de su objeto de estudio en Tres ensayos de teoría sexual: estudiar las llamadas “aberraciones” sexuales para pasar después a una serie de observaciones e intelecciones que le permitirán afirmar algo muy molesto para la sociedad victoriana de sus tiempos, que es la demostración de la existencia de la sexualidad infantil. Al hablar de, por ejemplo, los “invertidos”, Freud piensa en que los niños no tienen una clara diferenciación del concepto de género tal como los adultos lo tenemos, algo muy obvio hasta cierto punto, pero con unas implicaciones muy importantes para la comprensión de la psicología infantil. La mirada tanto médica como evolutiva está presente aquí, sólo que la óptica freudiana se caracteriza por ser no sólo revolucionaria en un sentido teórico, sino también subversiva desde una lectura sociocultural. Es decir, subversiva no solamente en el ámbito de las creencias morales y las prácticas sociales, sino revolucionaria sobre todo porque implica una lectura epistemológica que muchas veces invierte los procesos lógicos del conocimiento, mediante la introducción de una panoplia de conceptos teóricos y ejemplos clínicos que conllevan una ruptura radical con el enfoque científico, médico y positivista, universo del cual el mismo Freud se desprende al desarrollar sus propias ideas. Freud toma un caso patológico, el “invertido”, como una especie de fenómeno magnificado, como si lo viéramos en una lente de aumento, para poder así comprender lo “normal”, que sería la infancia como una etapa del desarrollo del ser humano. Inventará un concepto, la fijación, para explicar uno de los factores principales por los cuales se dan trastornos como éste de la “inversión”, aunque siempre va a complejizar las explicaciones de este tipo de fenómenos.

Así, la obra de Sigmund Freud Tres ensayos de teoría sexual, publicada por primera vez en 1905, constituye la primera construcción teórica sistemática de ideas e hipótesis acerca de la sexualidad humana con un enfoque tanto profundo como extenso, que no solamente se limita a los aspectos médicos sino que, incluyéndolos pero llevando sus argumentaciones más allá, resultará en un conjunto orgánico de ideas y principios que delinearán un par de teorías, entre ellas otra de sus piedras angulares: la existencia del inconsciente. Un aspecto fundamental, hay que subrayarlo pese a aparentar una supuesta obviedad, es que es indispensable entender acá la sexualidad humana como función de placer y no únicamente como función de la reproducción. Esto significa que el fin del deseo sexual no solo consiste en salvaguardar la conservación de la especie humana a través de la reproducción sexual, idea donde curiosamente llegaron a converger tanto la religión como en determinado momento histórico la medicina. En dicha obra, Freud ([1905] 1991) plantea que la sexualidad no comienza en la etapa de la pubertad sino desde el inicio de la vida, y que sigue un desarrollo durante el cual se presentan cambios importantes, ideas contrarias a las provenientes de la opinión popular, en donde se descarta la existencia de la sexualidad infantil, donde se piensa que ésta aparece en el periodo llamado pubertad. Resalta mucho en dicha obra esta idea de que la opinión popular descarta la existencia de la sexualidad infantil y que se piensa así que la misma aparece hasta el periodo llamado pubertad. A partir del cuestionamiento de la percepción de la opinión pública que consiste, entre otras cosas, en ver a los niños como adultos “disminuidos”, como en el ejemplo que más adelante utilizaremos (el programa de televisión Pequeños gigantes), así como del amplio desarrollo teórico del fenómeno de la sexualidad, se puede observar que los infantes son personas con la especificidad propia de la etapa evolutiva por la que atraviesan. Encontramos así, en el mundo de hoy, dos discursos y dos tipos de prácticas que parecen abiertamente opuestos: uno en el que se afirma la inexistencia de la sexualidad infantil, y por el otro, la exaltación de la infancia sexualizada a través de lo que se transmite en estos programas de televisión en el que se mira a los niños y niñas siendo adultos en miniatura: estrellas de televisión. Por supuesto, acá lo interesante es que gran parte de la opinión pública se caracteriza por negar la sexualidad infantil, por un lado, y por el otro presentar a una niñita de unos ocho años en minifalda, con un escote pronunciado, con mucho maquillaje y además bailando “sexy”, y afirmar que “eso” no es sexual, que “eso” es un simple juego, etc. Desde el psicoanálisis sabemos bien que precisamente en este tipo de fenómenos “disociados”3 ya están actuando mecanismos de defensa en los mismos adultos, como la negación. Ocultar la sexualidad en los niños, con el objetivo de no excitar el interés por ella o bajo la equivocada noción de retardar su instinto sexual, visibiliza además la desinformación y desorientación de los adultos y/o de la opinión pública en general.

Los infantes, en un programa televisivo en México como es Pequeños gigantes, pasan de ser seres desconocidos y sin importancia en la sociedad para ingresar al escenario social y mediático de Televisa, verdadero constructor de opiniones, tendencias ideológicas, así como, tal vez, hábitos de consumo cultural. En el mundo contemporáneo, los niños han transitado a ocupar un papel cada vez más protagónico en un mundo que pretende reinagurarse con los adelantos de la democracia y con los nuevos conceptos de libertad y de derechos de los niños, tan importantes en muchos sentidos. Más aún, el sujeto “niño” hoy en día ha sido incluido de forma mucho más radical como un ente consumidor. Al respecto, sólo mencionamos de paso fenómenos en México como La ciudad de los niños4, en donde los mismos pueden (aprenden) a usar herramientas como tarjetas de crédito y se familiarizan con las marcas mediante la actividad del consumo. También está el caso de muchos supermercados que han sabido introducir aspectos de mercadotecnia encubierta como la inclusión de carritos adecuados al pequeño tamaño de los infantes, quienes aprenden e incluso exigen la actividad del consumo, como parte de un “derecho” infantil del mundo de hoy, insistimos, hipermediatizado y consumista. Son muchos los fenómenos a los que asistimos hoy en día muy similares, sólo queremos dar aquí un par de ejemplos más que refuercen algunas de las ideas que habitan en el presente escrito. Un niño es hoy presentado con “derechos” de adulto, pero en el ínterin se dan muchas cosas que necesitan de una mirada crítica que devele intereses comerciales ahí donde supuestamente sólo hay un afán de “satisfacer” a los consumidores.

El psicoanálisis nos permite brindar explicaciones teóricas sobre la vida infantil y su constitución sexual. Subrayamos esta omisión de hablar o tratar en los medios el tema de la sexualidad infantil, y si se les menciona, es como procesos excepcionales, curiosidades excéntricas o bien como horrorosos ejemplos de temprana corrupción. Detectamos, aquí también, una tendencia al tratamiento mercadológico y mediático de estos temas. Reiteramos que existe un profundo descuido, así como una simplificación extrema en el tema de la sexualidad infantil. De acuerdo a Freud, la pulsión sexual en la infancia posee el carácter de una ley y existe un saber sexual antes de la pubertad, así como una serie de prácticas sexuales infantiles tempranas en niños muy pequeños. Relacionado con esto, un fenómeno que Freud subraya es la amnesia infantil. La misma cubre desde los primeros años de vida hasta los 6 u 8 años aproximadamente. Este proceso, de carácter psicodinámico, convierte la infancia de cada individuo en un tiempo anterior y le oculta los comienzos de su propia vida sexual, propiciando con esto que no se le dé así un valor específico a la infancia en el desarrollo de la vida sexual. Freud la compara con la amnesia histérica, dado que las impresiones olvidadas dejaron las huellas más profundas en la vida anímica, las que son determinantes para todo desarrollo posterior. En sus planteamientos teóricos sobre la sexualidad infantil, obviamente vinculada con fenómenos relacionados con la estructuración de la personalidad adulta, Freud desarrolla una serie de ideas que acá rescatamos:

1) La existencia de un periodo de latencia sexual de la infancia y sus rupturas: además de las incipientes mociones sexuales que el neonato trae consigo, y que siguen desarrollándose durante ciertos lapsos (las “famosas” etapas oral, anal y fálico- genital), existe en esta etapa de latencia una especie de adormecimiento de las mismas que existen, precisamente, en “latencia”. Este estado psicodinámico puede ser aquí ilustrado mediante la metáfora de un volcán que está en reposo, aunque no totalmente activo, como sería el estado de la erupción.

2) Formación reactiva: durante el periodo de latencia la energía de las pulsiones sexuales infantiles es desviada de sus metas hacia otros fines, es decir, se establecen así nuevas metas que de hecho en este caso presentan la característica de ser superficialmente lo opuesto de las fuerzas internas que las motivan: un niño obsesivamente limpio puede estar luchando con su fuerte deseo de ensuciar (además del correlato de significado que implican este tipo de “acciones” en sí mismas, como por ejemplo la ecuación ensuciar = agresión).

3) Mecanismo del proceso de sublimación: las mociones sexuales son inaplicables en la vida cotidiana, “normal”5, de los niños, dado que las funciones de la reproducción no están plenamente desarrolladas, de ser así sólo provocarían sensaciones de displacer, por eso constituyen diques psíquicos (asco, vergüenza y moral) para la eficaz sofocación de ese displacer. Mediante el mecanismo de sublimación es que se adquieren logros culturales como el deporte, el arte, etc.

4) Rupturas del periodo de latencia: en la misma latencia se producen estallidos de la pulsión sexual que, de no poseer una mirada psicoanalítica, pueden resultar muy desconcertantes.

5) Algunas exteriorizaciones de la sexualidad infantil: el chupeteo, como contacto de succión de la boca, repetido rítmicamente y que no tiene por fin la nutrición, es una exteriorización de una actividad sexual infantil en los primeros años de vida, misma que puede ser “revivida”, por ejemplo, en la latencia, como decíamos arriba. Una parte de los propios labios, la lengua, un lugar de la piel que esté al alcance pueden ser tomadas como objeto para ejecutar la acción de mamar junto a una pulsión de presión que lleva a un adormecimiento. Hay aquí un ejemplo claro de cómo se separa lo genital de lo sexual a nivel teórico para poder explicar así una serie de cualidades de estas acciones infantiles.

6) Autoerotismo: el carácter más llamativo de las prácticas sexuales infantiles que se satisfacen en el propio cuerpo, es de índole autoerótica, donde la acción del niño por ejemplo “chupeteador”, se rige por la búsqueda de un placer ya vivenciado y ahora “recordado” (de mamar el pecho materno o de sus subrogados). La boca del niño se comporta como zona erógena, asociada originalmente a la satisfacción de alimentarse.

7) El concepto de libido como un intento de vincular aspectos meramente fisiológicos (visión médica primaria de Freud mismo) con toda una fenomenología clínica que rebasa con mucho este universo de hechos observables. En este sentido, la libido, consistente en una forma de energía que, partiendo de fuentes somáticas se vincula a cualidades funcionales como el olfato, el tacto y la mirada, configura todo lo relacionado con aquello que se denomina estructura de la personalidad. Justamente en un aspecto como la “libidinización” de la mirada (qué ver, cómo ver, cuándo y por qué ver “algo”), podemos plantear aquí cómo una práctica como el “ver un programa de televisión”, y/o ser partícipe del mismo, si no determina, sí que influencia de forma significativa la conformación de subjetividades con ciertas cualidades. Una de las principales tesis nuestras aquí es que fenómenos como Pequeños gigantes serían un índice muy claro de una forma de patologización en donde convergen productos de las industrias culturales con la hipersexualización de la libido infantil contemporánea.

Vemos así algunas de las muy diversas formas en que el quehacer sexual se apuntala en las funciones de conservar la vida, como la mirada médica bien lo enfoca, por ejemplo, pero hay que ver también cómo más tarde se independizan de ella mediante mil y una vicisitudes del desarrollo, en donde el papel que jugará la cultura es muy importante. También hay que señalar una obviedad que, por ello mismo, no se desarrolla a profundidad al tratar varios temas: la cultura es cambiante tanto en el tiempo como en el espacio, y he ahí la importancia de ubicar de forma crítica lo que mencionábamos al inicio acerca de los productos socioculturales, mismos que ofrecen tanto objetos de satisfacción de las pulsiones, así como una serie de ideas y prácticas en donde lo sociohistórico es un factor predominante.

El juego, sus formas culturales y sus relaciones con la realidad y la subjetividad infantiles.

En su topografía de la mente, Freud no reservó un lugar para la experiencia de las cosas culturales. Asignó un nuevo valor a la realidad psíquica interna, y de ello nació un nuevo valor para cosas real y verdaderamente exteriores. Usó la palabra “sublimación” para indicar el camino hacia un lugar en que la experiencia cultural adquiere sentido, pero quizá no llegó tan lejos como para decirnos en qué parte de la mente se encuentra esa experiencia (Winnicott, 1997: 129).

Estas palabras de Donald Winnicott sirven aquí de guía para ilustrar las complejas relaciones que existen entre el juego, sus formas culturales y sus relaciones con la realidad, así como para dar un preámbulo al análisis de algunos de los fragmentos audiovisuales del corpus de Pequeños gigantes mencionado en las primeras páginas del presente trabajo. Dichas palabras están extraídas de su libro Realidad y juego [1971] (1997), donde este autor británico problematiza, entre otras cosas, su útil concepto de “objeto transicional” y lo que él ahí llama “la tercera zona”: aquella que se daría entre la realidad psíquica y la realidad externa. Toma tanto al juego como a los objetos transicionales como ejemplos para desarrollar una serie de intelecciones teóricas muy pertinentes para algunos de los planteamientos conceptuales del presente artículo. Retomando varias de las ideas hasta aquí expuestas, ilustraremos a nuestra vez con un ejemplo más algunas de las tesis que nos pueden llevar a afirmar que hoy, gracias al poder mediático de las industrias culturales, muchos fenómenos psicopatológicos de la infancia no sólo pueden quedar encubiertos en aras de una supuesta liberalidad en la forma en cómo se ha construido socioculturalmente hoy en día lo que es la figura de un niño, sino incluso algo más grave: hay una cierta inoculación de elementos psicopatológicos dentro de los contenidos mismos que productos audiovisuales de las industrias culturales promueven de forma abierta mediante el consumo de los mismos. Es el caso, ejemplar en múltiples sentidos, del famoso y muy exitoso programa de Televisa del cual hemos tomado cinco fragmentos audiovisuales, extraídos de la página YouTube y, así, de muy fácil acceso para quien desee profundizar un poco más acerca de los temas aquí planteados.

Los conductores de dicho programa se caracterizan por poseer cualidades propias de los medios de comunicación masiva, como lo son la frivolidad y el espectáculo. Cuando Galilea Montijo, la conductora (que, podemos pensar psicológicamente junto con Vygotsky (1997), es aquí el adulto mediador) sale al escenario, lo primero que recibe, además de los gritos de adultos muy emocionados, son gritos y silbidos, los típicos “piropos” mexicanos. Estamos ante la presencia de adultos verdaderamente excitados que silban, aplauden y se contorsionan en sus asientos. Son rostros de placer, cuerpos que constantemente descargan pulsiones a partir de las interpelaciones que los conductores realizan. Precisamente es ésta una de las características más importantes dentro de todo esto: las niñitas también visten en un estilo “sexy”, con minifaldas y escotes, acompañadas de bastante maquillaje en sus rostros.

¿Es esto un juego? Creemos que no. Esto se paree más a un show mediático. Si bien se puede presentar como un juego, y de hecho así lo perciben seguramente muchos adultos, más bien asistimos aquí al orden de un fenómeno que se asemeja en mucho, en el ámbito de la esfera sociocultural, a lo “hiperreal”, tal como el filósofo francés Jean Baudrillard [1978] (2007) lo desarrolla en su trabajo Cultura y simulacro. Simplificando un poco aquí, podemos decir que cuando un evento es mediatizado, capturado en una pantalla y elaborado con los formatos propios de los reality shows, lo real sufre una especie de agrandamiento, como si lo viéramos con una lente de aumento. Las implicaciones de esto, en términos tanto psicodinámicos como socioculturales, son muy significativas. Digamos que introducen una serie de elementos estructurales con cualidades muy particulares como marco de la constitución en donde se desenvuelven las subjetividades infantiles que son expuestas a ello. Desde una perspectiva teórica lacaniana, complementaria a la óptica freudiana ya mencionada pero dentro del universo del psicoanálisis, podemos pensar a la televisión como una especie de gran Otro que, al mirarnos, nombrarnos y, así, dotarnos de existencia, nos introduce al complejo reino de lo Simbólico, mediante el proceso que en la infancia Lacan propuso como “el estadio del espejo”. Si, de acuerdo a Lacan (2013), en un primer momento la madre es la figura relacionada con esto, posteriormente son las esferas de la cultura misma y el lenguaje las que fungirán como agentes importantes respecto del gran Otro. En términos estructurales, tanto a nivel sociocultural como psicodinámico, podemos decir que en efecto las normas son así dictadas desde esta exterioridad, los medios, que finalmente, en un mismo movimiento en este caso, también atrapan a sus sujetos-consumidores en una pantalla. En el caso aquí en cuestión, Pequeños gigantes, vemos algunos rasgos que consideramos sumamente interesantes. Por un lado, hay una clara sobre-erotización de los cuerpos de los niños, mirados en este caso por adultos sobre-excitados que gritan, aplauden y se conmueven de formas “infantilizadas”6, al asistir al espectáculo en cuestión. En YouTube podemos ver varios de los fragmentos más “gustados” (es decir más vistos) de dicho programa. Por ejemplo, en el vídeo (minuto 1) titulado “Javi se declara a Darina en Pequeños GIGANTES”7, asistimos a una dramatización mediática de la declaración de amor de Javi por Darina. Es interesante observar que, justamente en este formato de los reality shows, podemos ver claramente como Javi tiene un apuntador en su oído, y podemos inferir muy claramente como Javi no “está siendo él mismo” de forma espontánea, por decir de un modo, ya que más bien está siendo producido por un guion con formato Televisa (que, así, funciona estructuralmente como un gran Otro en términos lacanianos). Pero hay cosas más llamativas, ya que podemos observar, entre las reacciones de los adultos que circundan a Javi en el estudio, varias expresiones de gestos también infantiles sumamente extravagantes, además de los típicos gritos de emoción. Viendo los vídeos, nos detenemos a pensar un poco lo evidente: Pequeños gigantes se presenta como un concurso y un juego.8

¿Qué está pasando aquí? ¿Ante qué tipo de juego estamos? En su trabajo Los juegos y los hombres, el sociólogo y escritor francés Roger Caillois (1967), hace una tipología de los juegos, construyendo cuatro categorías, dependiendo de la característica principal que los defina: 1) de competencia (agon),2) de azar (alea), 3) de simulacro (mimicry), y 4) de vértigo (ilinx). Pero insistimos que esto no es un juego, o no solamente es un juego: es un juego que es parte de un show mediático. Es digno de interés, no obstante, llamar la atención y mencionar que, en este tipo de show, precisamente hay de todo un poco: competencia por ganar lo que también es convocado como un concurso, algo de azar en los criterios tan laxos para determinar la aceptación así como los resultados mismos, mucho simulacro y algo de vértigo también, ya que los pequeños bailan, mueven sus cuerpos, erotizan sus mentes de formas mediáticas que adultos nombran, avalan y, de hecho, sobreestimulan. Sobre todo, aunque no exclusivamente, este último punto es el que engarzamos directamente con las ideas freudianas para una comprensión más fina de la constitución de subjetividades infantiles expuestas a este tipo de fenómenos socioculturales que, repetimos, ya que es una de las tesis centrales aquí, si no determinan sí pensamos que al menos inciden en factores psicodinámicos profundos. Por ejemplo, en el vídeo “Niño toca las NALGAS de GALILEA MONTIJO en PEQUEÑOS GIGANTES (segundo 12 en adelante)”9, vemos cómo un niño baila con Galilea y le toca los glúteos constantemente mientras ella sonríe a la cámara con cara tanto de sorprendida como de cómplice. Esto por al menos dos razones que podemos inferir mediante el análisis: primero, porque a esa altura del niño es adonde dan sus brazos; segundo, porque parece también que le indicaron al infante hacer muy enfáticamente esa acción. En otro vídeo (segundos 12 a 49), “JIMENA presenta JESUS bailando pícaramente COLEGIALA en PEQUEÑOS GIGANTES”, vemos a Jesús bailando sensualmente10. En otro más, llamado precisamente “Jesus el príncipe sexy de pequeños gigantes”11, de tan sólo 38 segundos de duración en este fragmento de YouTube, el mismo niño, Jesús, es presentado como el “más solicitado” porque sus movimientos de caderas son “muy sexys”. En el mismo, además es interesante el observar cómo Jesús, al autopresentarse, realiza gestos faciales que podemos denominar como popularmente se dice “de galán”, dándose un golpecito en la mejilla, produciendo esto un giro de 360º de su cuerpo, moviendo sus glúteos intensamente y realizando una pequeña inflexión de rodillas en el mismo movimiento, así como echando su cabello para atrás con sus manos (muy similar a como el cantante mexicano Luis Miguel popularizó este gesto en sus conciertos, varias veces así retratado en fotos en el escenario). Podríamos continuar ejemplificando con muchos más vídeos, en verdad que el corpus audiovisual de este tipo de fenómenos es más que abundante y da para realizar trabajos de más larga extensión definitivamente. Nos limitamos aquí por cuestiones de espacio a invitar a nuestros lectores a dar una explorada con la guía que la misma plataforma YouTube va abriendo mediante la programación algorítmica de esos materiales.

Ahora bien, para continuar con nuestro análisis, a nivel psicodinámico una de las ideas centrales de Winnicott (1997), en su trabajo Realidad y juego, consiste en plantear que es muy importante que en la creación del espacio del juego, el niño sea quien realice la creación de dicho fenómeno mediante su imaginación y el adulto sea capaz de entrar a ese espacio intermedio, entre la realidad externa misma y la realidad psíquica, interna del niño, que es el juego, siempre inscrito dentro del universo de la cultura. Por supuesto que siempre es importante la mediación de un adulto, y esto incluso a nivel sociocultural es algo subrayado por otro autor que, dentro del universo de la psicología, no específicamente del psicoanálisis, es muy importante: Vigostky (1997). Sólo que lanzamos aquí un par de interrogantes más: ¿qué pasa cuando los adultos dirigen claramente ese espacio, hipermediado a su vez por formatos televisivos en donde el espectáculo y el simulacro, la hiperrealidad (Baudrillard, [1978] 2007) es lo que reina?; no sólo esto: ¿qué pasa cuando dichos adultos, los mediadores responsables, presentan a plenas luces de reflector televisivo características tan infantilizadas? Nos parece que el escenario, para seguir con las metáforas televisivas, es un tanto preocupante. Es un poco como cuando algunos rasgos de personalidad maniaca de algunas personas en la vida cotidiana, son exaltados por otras personas sin una mirada clínica obviamente: “es un chico súper alegre, desborda felicidad”, “se la pasa haciendo chistes sin parar, ni te deja hablar”, etc. Creo que cualquier psicoanalista ha visto este tipo de fenómenos un tanto interesantes en las sobremesas o fiestas sociales limitándose a una observación y escucha atenta. Lo importante acá es reflexionar un poco más detenidamente acerca de cómo, mediante algo que puede parecer totalmente inocente, como en un programa televisivo, además muy popular y exitoso, pueden habitar una serie de ideas y prácticas que, mediante una lectura psicoanalítica, son todo lo opuesto. De hecho, sin ir muy lejos en este sentido, eso es lo que pasa con la gran mayoría de productos culturales, como telenovelas y reality shows, por ejemplo. Una muestra más de este tipo de acontecimientos. Hace un par de meses pudimos ver en México cómo, mediante esta espectacularización y mediatización de nuestra sociedad contemporánea ya mencionada, Laura Bozzo, mejor conocida como Laura de América, por su programa homónimo, fue presentada como una especie de salvadora del pueblo, llegando en un helicóptero gubernamental a una zona de desastre a repartir cosas y dar aliento a grupos sociales marginales afectados por un desastre natural, en un montaje mediático realizado entre Televisa y el gobierno federal. Para personas con un mínimo de pensamiento crítico es más que claro que este tipo de cosas son eso: un montaje mediático con fines publicitarios. Pero regresando a Pequeños gigantes,y ya para cerrar este apartado analítico, pensamos que este tipo de productos emanados de las industrias culturales, mediante un conjunto de estrategias donde los formatos televisivos como precisamente lo es el reality show son muy comunes para una audiencia poco crítica, representan un fenómeno sociocultural con profundas afectaciones en el orden del sentir, del pensar y del ser, es decir, de la constitución de ciertos tipos de subjetividad contemporánea.

Conclusiones

Estamos convencidos plenamente, adhiriéndonos a un conjunto de autores aquí citados y a otros más, que el campo de los estudios socioculturales es una potente herramienta de investigación social que, mediante el uso de material audiovisual como lo son los vídeos en este caso en particular, no solamente puede ilustrar de formas más claras (visuales justamente) procesos cuyacomplejidad algunas veces es difícil reducir a un texto constituido solamente de palabras, sino que también por esto mismo tiene potencialmente mayores alcances entre población que no consume revistas académicas. Es decir, adoptando materiales de análisis de mayor consumo cultural, pensamos que estudios como el presente pueden llegar a más ojos y así producir efectos de sensibilización ante fenómenos como el que aquí abordamos. Aunado a ello, la riqueza de este tipo de material permite ahondar en el análisis acerca de cómo se vinculan aspectos de la realidad social que son pensados como simple “entretenimiento” con temas que son de interés social y que superan a esta esfera. En México es común escuchar que la televisión “educa” más que la escuela a nuestros niños. Este tipo de aseveraciones apuntan a una realidad que a su vez cada día está siendo más estudiada, consistente en el análisis y la evaluación de las formas en las que los medios de comunicación masiva, como la televisión, influyen en el sentir y en el pensar de la población en general.

La extraordinaria influencia que hoy en día tienen los medios de comunicación masiva entre población tanto infantil como adulta es cada vez más evidente y más pronunciada también. Si bien aquí mostramos un corpus muy limitado de material audiovisual por obvias cuestiones de espacio, invitamos de nuevo a nuestros lectores a que den una explorada por ese mar de información audiovisual que se puede encontrar en páginas como YouTube, adoptando una postura más crítica con esos productos emitidos desde la esfera de las industrias culturales. Más aún cuando se trata de contenidos que están dirigidos tanto a adultos como a niños, ya que, si bien se insiste cada vez más en supervisar como adultos lo que nuestros infantes miran en estos medios de comunicación, evitando temas explícitos como la violencia y la pornografía, por ejemplo, aquí nos encontramos en una plataforma televisiva pensada para el consumo visual familiar que tiene mucho éxito. Insistimos en una idea planteada en el texto: un adulto hoy en día puede ser un individuo con una estructura de personalidad muy infantil. De hecho, esto es muy común desafortunadamente. En este estudio quisimos apuntar de forma muy explícita hacia este tipo de acontecimientos socioculturales porque consideramos que Pequeños gigantes condensa, en múltiples niveles, algunas de las maneras en que se mezclan diversas cosas del mundo contemporáneo. Vemos así una práctica social de consumo cultural que impacta en los procesos de subjetivación tanto infantil como adulta. Percibimos aquí el poder de una televisora que se presenta como una empresa que al mismo tiempo se ha caracterizado por un discurso moralizante que promueve valores familiares explícitamente y que, mediante sus producciones, acaba promoviendo que los infantes adquieran roles hipersexualizados. El caso de otro reality show aquí traído a colación muestra esto con otras modalidades: Laura de América. Por ejemplo, ahí de la misma forma se está constantemente hablando de valores familiares implícitamente, y de forma explícita se muestran adultos que, para arreglar sus problemas, se ofenden, se gritan e incluso llegan a los golpes frecuentemente. Se descalifica a la violencia en el discurso oral mientras en el visual se hace un despliegue teatral de la misma. Todo esto de forma espectacularizada y con el beneplácito de adultos que consumen estos productos culturales y empresas que financian esto con anuncios publicitarios que, a su vez, les resultan beneficiosos en términos financieros. En este tipo de programas televisivos vemos adultos que, al mismo tiempo que se muestran como figuras de autoridad e identificación adulta, se expresan en todos sentidos de formas infantiles e incluso violentas, en el caso de Laura de América.

Por su parte, el caso de Pequeños gigantes nos muestra cómo se valida socialmente una forma de hipersexualización infantil que queda encubierta al ser presentada como un simple concurso televisivo. Las herramientas que una disciplina como el psicoanálisis nos brinda para poder analizar temas abordados dentro del campo de los estudios culturales por la sociología y la antropología, por ejemplo, enriquecen la emergencia de miradas críticas dentro de sectores académicos en aras de profundizar en términos psicodinámicos lo que algunas estadísticas muestran en cuanto a hábitos de consumo cultural. Vemos así cómo el fenómeno llamado mediatización de la sociedad, estudiado por algunos sociólogos, aunado a aquel de las prácticas sociales como el ver televisión, abordado por algunos antropólogos, puede evidenciar en su entrecruzamiento un fenómeno que es también psicodinámico: la adultización de los niños y la infantilización de los adultos. Insistimos también que todo esto no es solamente un fenómeno “moral” ni, menos aún, “moralizante”, sino de carácter psicodinámico, con todas las cargas que esto trae consigo en términos teóricos y epistemológicos para la comprensión de población tanto infantil como adulta. Para cerrar estas conclusiones que a su vez nos abren nuevas interrogantes, invitamos una vez más a nuestros lectores a dar una explorada visual a los vídeos de Pequeños gigantes de la exitosa página de internet YouTube, cuyo eslogan publicitario es “Broadcast yourself”. Algo que nos tomamos aquí la libertad de traducir como una oración imperativa que, además, parece tener mucho peso en varias prácticas sociales de nuestras sociedades mediatizadas: lánzate al estrellato

Material suplementario
Bibliografía
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Notas
Notas
1. Entendemos “industria cultural” de acuerdo a cómo lo desarrollaron Adorno y Horkheimer en un trabajo que es ya un clásico de la literatura sociológica y filosófica: Dialéctica de la ilustración. El concepto intenta mostrar cómo el capitalismo se logra incrustar en las sensibilidades mismas de las personas mediante la producción de símbolos y la injerencia de la publicidad (Disney es el caso ejemplar acá). Una característica fundamental de dichos productos es que interpelan fuertemente a la estimulación de los sentidos. Son productos fáciles de gozar, “que divierten”, “entretienen”, etc.; así como, en contraparte armónica, que impliquen el menor grado de esfuerzo intelectual de elaboración. Desde una mirada psicológica, pensamos que algunas de las llamadas funciones mentales superiores son así sistemática y constantemente anestesiadas: el juicio, el raciocinio, el análisis y la abstracción. Es importante mencionar que estos autores están inscritos en la tradición de pensamiento filosófico llamada Escuela de Frankfurt, misma que se caracteriza por realizar un ejercicio sintético de las ideas del psicoanálisis con aquellas del materialismo histórico. Un intento más que interesante en el que se dan la mano los conceptos de dos grandes pensadores del siglo XX occidental: Freud y Marx.
2. Al respecto, damos un ejemplo actual. Recientemente en las redes sociales circuló un vídeo en donde se ve a un niño, que por su apariencia podría bien ser indio u árabe, golpear continuamente a una especie de iguana. El niño la “sapea” de forma constante, y escuchamos la risa de un par de adultos que, así, están reforzando esa conducta que es a plena luz sádica. Después de más de un minuto de golpes, vemos cómo el pequeño animal logra morder al niño en un dedo y éste, espantado y comenzando a lloriquear, corre hacia donde parecen estar los adultos que están grabando dicho vídeo. Ejemplos así existen hoy en día muchos, desafortunadamente. De forma por demás interesante, pero al mismo tiempo preocupante, son este tipo de vídeos los que se “viralizan” más rápidamente, es decir, son más vistos, más votados, más comentados y más compartidos. Sugerimos que son signos de una sociedad que, entre otras muchas cosas, tiende a la espectacularización de la vida cotidiana, así como a estar muy influenciada por el fenómeno llamado mediatización, misma que con internet, insistimos, se potencia de formas verdaderamente sorprendentes.
3. Freud habló en diversos momentos de su obra teórica de “escisión”, “clivaje” o “disociación”. Esto tanto de acuerdo con diversas traducciones del término alemán spaltung, así como con los diferentes observables empíricos que estudiaba en su práctica clínica (casos de neurosis, perversión y psicosis, por ejemplo). Melanie Klein subrayó más aún las diferencias entre este tipo de fenómeno en donde “disociación” sería “partir en dos” y “escisión” partir en dos o más pedazos. En un sentido estrictamente clínico, este tipo de finezas son fundamentales. Como el presente es un artículo más centrado en la dimensión sociocultural, no realizamos este tipo de discriminación clínica más adelante para efectos meramente operativos. 4. La ciudad de los niños se refiere a los establecimientos Kidzania, corporativo comercial mundial especializado en la diversión de los niños. En una de sus páginas expresan abiertamente que ahí los niños aprenden mediante juegos de rol realistas, a usar y entender el mundo del dinero. También se presentan como una empresa que divierte y educa al mismo tiempo. Una lectura crítica de Kidzania abonaría mucho a varias de las ideas del presente artículo.
4 El concepto de normalidad es verdaderamente polémico y, como muchos otros términos hoy en día, es objeto de un reduccionismo y simplificación tan extrema que lo antes considerado “patológico” hoy es muy normal para muchas personas, y viceversa. En este proceso sociocultural, precisamente los medios de comunicación masiva como la radio y la televisión, así como las redes sociales digitales hoy en día, han jugado un rol central. Por ejemplo, un observable empírico como es el besar a un hijo en la boca hasta edades como los 7, 10 o incluso 15 o más años de edad es de lo más “normal” para algunas personas, en una esfera sociocultural precisamente. Esto mismo en términos psicodinámicos puede resultar una condición necesaria, aunque no suficiente, de fenómenos psicopatológicos.
5 El adjetivo “infantil” suele causar muchas malinterpretaciones debido a que en la jerga psicoanalítica no tiene necesariamente la carga peyorativa que posee en su uso coloquial. Más bien en este contexto hace alusión a fenómenos relacionados con los aspectos psicodinámicos que mencionamos en las primeras páginas del presente trabajo. En este sentido, nos permite aquí no solamente la realización de una descripción de un observable empírico, sino vincularlo metodológicamente con los referentes teóricos a los cuales aquí nos hemos adscrito, como lo son varias de las teorías psicoanalíticas traídas a colación acá: Freud, Klein, Winnicott, Lacan…
6 Sugerimos ampliamente el ver los vídeos de las ligas que aquí incluimos para poder ver estas ideas en imágenes, ya que el discurso visual, en el caso del presente trabajo en particular, enriquece en mucho lo que aquí, mediante meras palabras, pueda quedar descontextualizado o empobrecido comparado con la potencia que conlleva la información de las imágenes y el sonido de un vídeo. Recuperado de: http://www.youtube.com/ watch?v=8UHRRE_3RXA
7 En otro vídeo (minuto 7), “Lo Mejor de Pequeños Gigantes p005”, otra conductora entrevista a un niño y le pregunta: “¿Estás nervioso?” El pequeño le contesta, de forma muy “adultizada”, seria y formal: “No. ¿Para qué si es un juego?”. La conductora le da la razón al instante, y en un tono muy emocionado, precisamente como niñita muy feliz, le dice: “¡¡¡Sííí!!!, ¡¡¡tienes 9 razón, es un juego!!!” Una vez más, subrayamos eso que, de tan evidente, queda por ello mismo encubierto y naturalizado para la mayoría: la infantilización de los adultos, la adultización de los infantes. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=_ ESFXTHYF3k
8 Recuperado de: https://www.youtube.com/ watch?v=HK4y6u1iYCU
9 Recuperado de: https://www.youtube.com/ watch?v=ChRLsQlk3Yg
10 Recuperado de: https://www.youtube.com/ watch?v=r7wci68UJec
11 Dejamos aquí una nota periodística donde se dan los pormenores de este asunto, en el que la realidad es tergiversada en aras de intereses comerciales y búsqueda de legitimidad política: http://aristeguinoticias.com/2509/mexico/laura- bozzo-utilizo-helicoptero-del-edomex-y-monto-show-con- damnificados-en-guerrero/
Notas de autor
** Profesora de Asignatura de la Carrera de Psicología de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala-UNAM. Licenciada en Psicología por la Facultad de Estudios Superiores Iztacala (UNAM). Maestra en Estudios de la Mujer por la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco. Actualmente es Doctoranda en Ciencias de la Salud por la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México. Líneas de investigación: cuerpo, género, maternidad y salud.
*** Profesor universitario en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco y diversas instituciones universitarias. Candidato a Doctor en Ciencias Sociales por la UAM-Xochimilco. Algunas de sus líneas de investigación son: sociedad de la información, subjetividades contemporáneas, cultura visual y psicoanálisis, posmodernidad y estudios socioculturales.
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