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El Diario Político de Santafé de Bogotá: La escritura ilustrada al servicio de la patria y de la posteridad. Virreinato del Nuevo Reino de Graada, agosto 27 de 1810 a febrero 1 de 1811.
Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, vol. 18, núm. 36, pp. 529-549, 2016
Universidad de Sevilla

El Diario Político de Santafé de Bogotá: La escritura ilustrada al servicio de la patria y de la posteridad. Virreinato del Nuevo Reino de Graada, agosto 27 de 1810 a febrero 1 de 1811.

Ilustración, publicación y utilidad

En pleno proceso de proclamación de la Independencia en la capital del Nuevo Reino de Granada apareció una publicación periódica llamada el Diario Político de Santafé de Bogotá, encargada de dar a conocer los sucesos que se iban desarrollando de manera casi simultánea con ellos. Dicha publicación tuvo la tarea de divulgar el ideario emancipador; además, se ocupó de relatar lo sucedido desde el 20 de julio de 1810, fecha en la que se dio el levantamiento y las semanas posteriores a él. El Diario Político circuló entre el ٢٧ de agosto de ١٨١٠ y el 1º de febrero de 1811, convirtiéndose en la versión fidedigna de los sucesos de la época y en fuente histórica de los eventos que originaron la Independencia2.

Publicación heredera de la tradición ilustrada del Nuevo Reino de Granada3, sus editores, Francisco José de Caldas (1768-1816) y José Joaquín Camacho (1766-1816), fueron colaboradores de la Real Expedición Botánica, una empresa “científica” impulsada por los Borbones para explorar y conocer los territorios, sus recursos naturales y las potencialidades de las posesiones de ultramar (Nueva España, Perú y Nuevo Reino de Granada), dirigida en el virreinato de la Nueva Granada por José Celestino Mutis (1732-1808), a quien rodeó un grupo de jóvenes criollos notables, interesados en la prosperidad y felicidad del virreinato, y que reclamaban un trato igualitario como súbditos de la corona española, a la cual se sentían unidos de pleno derecho.

Francisco José de Caldas fue el paradigma del ilustrado en la periferia4; pese a su valor intelectual y a su afán de hacer descubrimientos y de encontrar nuevos métodos de medir y explicar el mundo que lo circundaba, sus inquietudes no encontraron resonancia suficiente en el virreinato y sus investigaciones y publicaciones estaban casi siempre condenadas a la incomprensión y a la falta de críticos y pares con los cuales sostener discusiones sobre ciencia, política, economía y sociedad.

Las expectativas de Caldas por obtener reconocimiento por pares del mundo civilizado tuvo un duro revés después de su encuentro con Alexander Von Humboldt (1769-1859) y su compañero Aimé Bondpland (1773-1758), a cuya expedición se unió en Ecuador en 1801, y en la que el neogranadino ayudó con medidas, descripciones y algunos métodos ideados por él para calcular la altitud, entre otros asuntos. Al formar parte de una de las expediciones más importantes de la época y que en total duró cinco años (1799-1804), Caldas esperaba que su nombre y sus descubrimientos llegaran a oídos de los más importantes científicos y las más notables academias europeas. Pero Humboldt destrozó las expectativas del neogranadino cuando prefirió al joven aristócrata quiteño Carlos de Montufar y Larrea (1780-1816), cuyo padre, el marqués de Selva Alegre (Juan Pío Montufar, 1758-1819), le había prodigado todas las atenciones posibles en Quito. Desde allí, Francisco José de Caldas escribió varias cartas a José Celestino Mutis contándole la vida disoluta que llevaba el alemán en esa ciudad, donde visitaba “casas donde reina el amor impuro” e informándolo de que Humboldt había decidido continuar la expedición acompañado por “su adonis, que no estorba para viajar como Caldas”5. Después de la partida de Humboldt, Caldas se unió como astrónomo a la Expedición del Nuevo Reino, y un año después, en 1806, fue nombrado director del recién creado Observatorio astronómico, lugar que se convirtió dos años después en epicentro de la discusión científica y política del virreinato durante el ocaso del dominio colonial.

Otra decepción corrió por cuenta del propio Mutis, quien lo animó con la idea de convertirlo en su mano derecha en la Expedición Botánica. Sin embargo, en el momento de su muerte, sucedida en 1808, comisionó a su sobrino Sinforoso Mutis (1773-1822) como encargado de aquella empresa y depositario de las memorias, las notas y los documentos derivados. Caldas se mantuvo al frente del Observatorio Astronómico de Santafé, que había dirigido desde su creación en 1806, y continuó las investigaciones de Mutis sobre la flora de Bogotá.

Al tiempo hizo realidad uno de sus más caros sueños: la creación de una publicación que diera a conocer entre los neogranadinos las observaciones científicas y las descripciones de las riquezas naturales y geográficas del virreinato hechas por él y por varios ilustrados criollos, con cuya ayuda contaba para feliz rumbo este proyecto, concebido como un espacio de reunión y de despliegue de conocimiento de “todos los literatos del reino, todos los que saben y entienden las obligaciones de un buen ciudadano, todos aquéllos, en fin, que desean como es debido, la prosperidad y las ventajas del país en el que habitan”6. Se dedicó entonces a la publicación de un periódico llamado Semanario del Nuevo Reino de Granada.

Hombres de ciencia y patriotas. Francisco José de Caldas y José Joaquín Camacho

Este Semanario fue un punto virtual de reunión y ejercicio de lo que Kant llamara el uso público de la razón7, esto es –y para el presente contexto–, el que debía llevarse a cabo como ejercicio crítico y racional sin menoscabo del cumplimiento de las obligaciones políticas como súbditos y vasallos de la corona española. Pero también fue una empresa “literaria” que congregó a una generación de hombres embebidos por el sueño de hacer parte activa de la república de las letras, y a la vez hacer ciencia útil, completamente alejada de las tendencias teoréticas y especulativas que habían dominado los estudios en los colegios mayores, como bien se decía en la autorización de la publicación llevar “a la comprensión y aprovechamiento común los inventos y discursos particulares”8. Así pues, los textos publicados en este periódico se caracterizaban por las observaciones en distintos tópicos: agricultura, geografía, tratamiento de enfermedades, descripciones geográficas, etc.; todos ellos buscaban ser de utilidad al reino y extender el conocimiento del territorio entre los lectores9.

José Joaquín Camacho también era miembro de la élite ilustrada del Nuevo Reino; estudió jurisprudencia en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario y recibió el título de abogado en la Real Audiencia en 179210. Fue una figura destacada entre el grupo letrado del Nuevo Reino, inquieto por las observaciones, las descripciones y las nuevas maneras de concebir el conocimiento llegadas con la Ilustración; escribió en el Semanario dos Memorias, resultado de sus indagaciones directas sobre el terreno, la primera, llamada Relación de la provincia de Pamplona11, una descripción minuciosa de la geografía, el clima y la población de aquella región situada en el nororiente del país, en el actual departamento del Norte de Santander (en la frontera con Venezuela). El otro texto, publicado en 1810, fue ganador del concurso hecho por el mismo Semanario para promover entre los lectores reflexiones sobre la curación de una enfermedad común en la época: el llamado bocio o coto12. Dos años después de haber sido lanzado el concurso, la única memoria que había llegado era la del señor Camacho y los jurados la consideraron “digna del premio y de la impresión”13.

La Ilustración y la ciencia jugaron un papel decisivo en la constitución de un pensamiento crítico. Esta conjunción hizo visible la paradoja de un país lleno de riquezas naturales, pero sumido en la pobreza y el atraso, por causa de la mala administración colonial. No obstante, es necesario aclarar que esta generación de ilustrados se mantuvo leal a la corona y que no fue hasta después de los eventos de 1808 que inició la transformación de su pensamiento para dar forma al proyecto emancipador desencadenado en 1810, y que sólo hacia 1812 alcanzó su cénit con la radicalización de la independencia, dando lugar a la conformación de una nueva república Soberana e Independiente, que nació en medio de una guerra civil entre centralistas y federalistas conocida por la historiografía colombiana como la Patria Boba.

Francisco José de Caldas y José Joaquín Camacho unieron su furor patriótico para consolidar un saber científico y útil sobre el país, bajo el ideal de que los “papeles públicos” serían el medio de llevar la ilustración, y con ella la felicidad a todos; ellos sentaron las bases para constituir lo que Benedict Anderson denominó una comunidad imaginada, con lazos emocionales extendidos más allá de la comunidad de origen y de la familia14. En este proceso fueron indispensables los impresos, los cuales ayudaron a objetivar un orden político en ciernes que no coincidía con los vínculos personales establecidos a partir de la figura del monarca. La comunidad imaginada se construyó sobre la imagen de una fraternidad con vínculos que se anclaron en un pasado común de dolor y opresión, un presente de lucha y un futuro promisorio, coherente con la grandeza de los sacrificios y de las gestas heroicas que fundaron la nueva patria.

No obstante el deseo altruista que perseguía Caldas con sus publicaciones, se quejó con frecuencia de la escasez de suscriptores del Semanario, necesarios para subvencionar con antelación los costos de la publicación y fidelizar a los lectores que se congregaban a su alrededor. La falta de suscriptores significaba insuficiencia de recursos, haciendo más penosa la producción de cada número. Ante la premura de la situación, Caldas procuraba hacer arraigar la idea de que la suscripción era un servicio a la causa ilustrada y por analogía a la de la patria; los verdaderos patriotas eran aquellos que deseaban la ilustración y la felicidad del Nuevo Reino de Granada, y que el medio más seguro y rápido eran los “papeles públicos sostenidos con constancia por todos los que pueden hacer el pequeño gasto de suscripción”15.

El Semanario redactado y editado por Caldas, tuvo la pretensión de ser un periódico eminentemente científico. Los textos publicados se hicieron bajo la forma de memorias, una figura didáctica particular entroncada con la historia verdadera, en la que un autor exponía ante sus lectores lo que había llegado a saber sobre un ramo del conocimiento. Las memorias ser referían a “hechos averiguados” por el autor, quien debía procurar, además de la verdad de lo narrado, que fueran “curiosas y útiles”16.

El perfil científico del Semanario de Caldas, así como su carácter meticuloso y rígido con relación a la necesidad de implantar un conocimiento útil en el Nuevo Reino, produjeron, al parecer, ácidas críticas entre los suscriptores, quienes encontraban incomprensibles las memorias y disertaciones por su tono y por el estilo de las observaciones, lo que ocasionó la deserción de muchos abonados y frenó las nuevas suscripciones. A las críticas y a las pocas suscripciones Caldas respondió en el Prospecto para la Continuación del Semanario del Nuevo Reino de Granada en el año de 1810 que su periódico era “un papel serio, compuesto sobre diversos objetos que están fuera del alcance común”; recomendaba a quienes carecieran de “luces suficientes para entender estas materias” a que no se suscribieran, e invitaba “a los hombres de letras y a los buenos patriotas a que contribuyan a sostener este papel con sus escritos y con la suscripción”17.

De la ciencia a la conciencia: el diario político y el ideario emancipador

El movimiento revolucionario desatado el 20 de julio de 1810 llevó a los ilustrados ocupados en la observación y el cultivo de saberes empíricos útiles para la patria a convertirse en colaboradores directos de una empresa para la cual no estaban preparados. Su trabajo en la escritura de memorias científicas y su participación en la creación de publicaciones que abonaron el camino al debate público sobre asuntos científicos y útiles para el país. También les permitió ser portavoces del ideario independentista en ciernes y testigos de los acontecimientos que presenciaron y registraron a la posteridad a través de la escritura y publicación

El Diario se presentó a sus lectores como propagador de las luces, medio de instrucción de los pueblos, portavoz de la libertad y monumento de los hechos que habrían de ser registrados para ser recordados y alabados en el porvenir. Estos aspectos tuvieron correspondencia con el formato pequeño (medio pliego) y la poca extensión de cada número característicos de los impresos populares, sumados al estilo solemne pero directo, cargado de adjetivos y comentarios que destilaban una inmensa pasión por la patria que surgía de los hechos consignados en sus páginas, que elevaban la insurrección popular a niveles apoteósicos según el modelo clásico de las epopeyas y las gestas heroicas.

El 20 de julio de 1810 es el hito que ancla el origen republicano de Colombia, pero no fue el único; a lo largo y ancho del virreinato de la Nueva Granada, diversas localidades levantaron su voz para expresar su descontento frente a la administración española. En principio, estos levantamientos no iban orientados hacia la Independencia absoluta de las colonias; proponían, más bien, cierta autonomía en el manejo de los cargos públicos y los recursos, pero nunca una escisión tajante de la monarquía ni de la metrópoli española.

En este contexto tenso y difícil se editaron los 46 números de El Diario Político de Santafé desde el 27 de agosto de 1810 hasta el 11 de febrero de 1811, gracias a la subvención de 2000 pesos que la junta de gobierno prestó a los señores Camacho y Caldas para dar cumplimiento a la importante labor de “instruir a los pueblos” y expandir la libertad y la independencia, lo cual podría conseguirse “por medio de la imprenta”18. Según los editores se publicarían “tres números por semana. El lunes, miércoles y viernes se presentará medio pliego de este prospecto”19. Sin embargo, ésta fue una promesa que desde el No 3, publicado el 31 de agosto de 1810, no se pudo cumplir; la precariedad de la imprenta fue un obstáculo para mantener la periodicidad, ya que “la poca letra de la imprenta, la necesidad de desbaratar para volver a componer nos ha hecho ver que no puede resistir la salud del impresor y oficiales la fatiga tan continuada”20, lo que llevó a limitar la publicación a dos números semanales los días martes y viernes.

Este periódico tuvo un papel central a la hora de propagar las noticias sobre el movimiento de la Independencia, aclimatar entre sus lectores la adhesión a la libertad y la idea de la conformación de una nueva realidad política que exigía la fidelidad y del compromiso de todos. A causa de la ambiciosa pretensión del cometido, se requirió de la capacidad de un hombre que, como Caldas, había forjado su vida al tenor de la escritura y la investigación. La idoneidad del formato seguramente fue profusamente cavilada por los editores, conscientes del poder que la circulación de los papeles públicos tenían en la difusión de las ideas, pero vertidas en formatos breves, pues si bien en el Semanario se recurrió a las memorias y disertaciones para enfatizar su carácter científico, en el Diario fueron las proclamas y las noticias en forma de crónica el medio ideal, justamente por “la brevedad de las discusiones, el laconismos y la elección de las materias”21, lo que seguramente permitiría una lectura (tanto pública como privada) más ágil y comprensiva de los hechos tratados.

El nombre dado por los editores de Diario Político tuvo varias implicaciones; por una parte, el vocablo Diario para la época definía: a) cierto periódico en el que se anuncian, extractan las obras nuevas pertenecientes a ciencias y artes, b) papel que con autoridad del gobierno se publica todos los días y contiene noticas interesantes al público”22. Esta publicación cumplía con las dos acepciones, en el sentido de que no sólo se ocupaba de las noticias interesantes para el público, sino que a manera de unos anales recopilaba y organizaba para el conocimiento público las novedades referidas a la Independencia, presentadas en un relato que haría las veces “de anales de nuestra libertad”, traspasando de este modo a la posteridad “la noticia de nuestras acciones”23.

Por otra parte, el Diario Político obligó a un cambio radical en el perfil de sus editores, quienes pasaron de la ciencia y la observación empírica del mundo, a constituirse en testigos y amanuenses de los hechos; y, más importante aún, debieron cumplir con una función social de gran importancia en la época, la de publicista, noción que hacía referencia a quien se ocupaba de llevar, mediante la escritura, al dominio público asuntos relacionados con el derecho público y la política. Puede decirse que Caldas y Camacho asumieron el papel de publicistas, con el encargo de atemperar los debates ideológicos y las discusiones sobre la forma de gobierno que debía implantarse con la independencia.

Por eso, del lenguaje objetivo predominantemente descriptivo de las Memorias publicadas en el Semanario, se pasó a uno más emotivo y acalorado, que exhortaba a sus lectores a unirse a la causa republicana y a abandonar el statu quo hasta entonces conocido. Caldas y Camacho tuvieron, ellos mismos, que hacer un cambio radical en sus creencias y completar el giro de leales súbditos de la monarquía a republicanos convencidos de la causa libertaria24. Sin embargo, fue la familiaridad con el estudio del mundo empírico y su habilidad para describir el acontecer de la naturaleza las que ayudaron a consolidar su “autoridad” como cronistas de los sucesos desatados a partir del 20 de julio de 1810. De la experiencia acumulada durante su trasegar como ilustrados de los viajes y de las descripciones, de las observaciones sobre diversos aspectos del mundo natural, derivó la capacidad y la autoridad para retratar de manera fidedigna y objetiva los hechos que vieron. La urgencia política llevó a Caldas y, especialmente, a Camacho a ocuparse intelectualmente y de manera más sistemática de la política, del estudio de la revolución de los Estados Unidos y el modelo federalista; de esos estudios quedan huellas en el periódico, como en la nominación de los líderes de la insurrección del 20 de julio como “Franklines y Washingtones”.

El prestigio público de Camacho y Caldas como ilustrados y observadores neutrales de la naturaleza, acostumbrados a las descripciones detalladas y precisas de cuanto acontecía a su alrededor, les había dotado de una prestancia cultural que les habilitó para convertirse en testigos idóneos y confiables, destinados a registrar con la mayor exactitud y veracidad cuanto observaban. La importancia social de sus autores como hombres de ciencia, atentos espectadores de la contemporaneidad de los hechos que registraron, los llevó a convertirse en escribanos de esos hechos que ellos mismos creyeron “monumentales” y dignos de pasar a la posteridad.

En esa época, la historia considerada relato formaba parte de los géneros literarios; su fundamento se hallaba en la calidad social y moral de quien testimoniaba los hechos narrados, más que en operaciones objetivas fundamentadas en el rigor de la documentación. Para Caldas y Camacho registrar los hechos y darlos a conocer entre sus coetáneos era una labor patriótica, pero había una pretensión más ambiciosa: la de registrar para la posteridad los acontecimientos, a fin de enseñar a las generaciones futuras los sacrificios hechos por sus líderes, quienes encarnaban los valores patrióticos y virtudes morales exaltados como modelos dignos de ser imitados en el presente y en el porvenir. El afán de inmortalizar su nombre llevó a muchos “quejosos”, llamados así por los editores del Diario, a reclamarles “no haber sido nombrados en el Diario Político de nuestra revolución”. Pero nombrarlos a todos era imposible, ya que no podían dar cuenta de todos los sucesos, a pesar de haber recogido testimonios de “personas imparciales que aman la verdad”; por lo demás, un listado exhaustivo de todos los participantes de la revolución agotaría las páginas necesarias para “asuntos más importantes”25.

Asuntos importantes eran, por ejemplo, los eventos análogos a los de Santafé que se estaban dando en otras regiones del continente: noticias de Quito, Caracas, Buenos Aires, Lima y México ocuparon sus páginas. En el Diario también se publicaron proclamas, canciones patrióticas, donativos, noticias, manifiestos, actas, convocatorias, y todas aquellas referencias que ayudaran incentivar el celo patriótico y el gusto por la Independencia. El Diario político tuvo, pese a su carácter local y a su limitada circulación, la intención de vincular a todo el virreinato a través de la promulgación de su ideario político común, asentado en la necesidad de un levantamiento para liberar a los criollos de la opresión y de las cadenas, términos con una carga lo suficientemente clara y concreta como para generar la simpatía de gran número de pobladores que se veían representados en la imagen del oprimido y el esclavo. La publicación en cuestión buscaba cimentar una comunidad política republicana que coincidiera con los límites del virreinato, soportada en la Independencia como una lucha común que fraternizaba a todos los que hasta entonces habían sido súbditos leales de la corona e hijos más o menos espurios de España .

Pese al sueño de que el Diario llegara a todo el virreinato, esto nunca se logró. Quedan registradas en varias notas y advertencias a los lectores la escasez de recursos originada en “el poco expendio que ha tenido el diario político en las provincias del Reino”, por lo que decidieron limitar la distribución a la capital y a la ciudad de Cartagena, “donde hemos hallado un consumo regular”26. A la falta de suscriptores se sumó el precio del papel y de la mano de obra, lo que llevó a incrementar el costo y restringir el número de ejemplares publicados.

Finalmente, después de 46 números, los editores anunciaron a sus lectores la suspensión de la publicación, “que habíamos emprendido con la mira de contribuir en cuanto pudiésemos a la propagación de las luces tan necesarias en el presente estado de cosas”. La falta de suscriptores, los costos de la impresión y la poca distribución llevó a los editores a acumular gastos incapaces de sufragar: “hemos comunicado y dispersado los 2000 pesos que nos anticipó el gobierno para los costos con calidad de reintegrarlos de los productos del mismo papel, cuya cantidad tal vez no podremos reembolsar”. La empresa libertaria, patriótica e ilustrada sucumbió frente a los embates de un mercado insuficiente para solventar los costos de una publicación que solamente deseaba “servir a la patria”27.

Francisco José de Caldas y José Joaquín Camacho fueron víctimas de la campaña pacificadora española, que tuvo en 1816 uno de sus años más trágicos. Ambos murieron fusilados en Bogotá: el primero, el 28 de octubre de 1816; el segundo, el 31 de agosto del mismo año.

El documento que presentamos a continuación consta de dos partes; la primera, el Prospecto del Diario Político28; allí se esclarece el papel de la prensa en la difusión del ideario emancipador y en la formación de una opinión pública que simpatizó con él. La segunda parte es la narración de los sucesos del 20 de julio de 1810, fecha que se conoce como el Grito de la Independencia; ese día se dieron los primeros levantamientos que desencadenaron en las Guerras de Independencia. Resta decir que movimientos similares se dieron en todo el virreinato de manera simultánea; no obstante, para la construcción de un relato patrio, los historiadores colombianos del siglo XIX tomaron a la capital como referente y eje estructurante de la narración y el Diario Político se convirtió en el testimonió fiel de los acontecimientos de aquella fecha.

Hemos procurado que gran parte de la documentación pueda ser consultada vía web; los catálogos de la Biblioteca Nacional de Colombia, de la Biblioteca Luis Angel Arango y de la Biblioteca de la Universidad Eafit cuentan con una importante colección digital puesta al servicio de todos los investigadores.

Imagen tomada de:

http://www.banrepcultural.org/sites/default/files/lablaa/historia/diario-politico/dpbta02.pdf

Número 1

Diario Político de Santafé de Bogotá

Agosto 27 de 1810

Prospecto29

Sed incredible est adepta libertate quam brevi crevert … Livius

Difundir las luces, instruir a los pueblos, señalar los peligros que nos aumentan y el camino para evitarlos, fijar la opinión, reunir las voluntades, afianzar la libertad y la independencia solo puede conseguirse por medio de la Imprenta. La circulación rápida de los papeles públicos, la brevedad de los discursos, el laconismo y la elección de las materias que los caracterizan los hacen los mas a propósito para conseguir estos fines importantes. Son útiles a todo pueblo civilizado, y precisos en las convulsiones políticas. Se multiplican a voluntad, llevan a todas partes los principios, las luces, y disipan los nublados que en todo momento forman la sedición y la calumnia. Solo ellos pueden inspirar la unión, calmar los espíritus y tranquilizar las tempestades. Cualquiera otro medio es insuficiente, lento y sospechoso.

Nosotros, que el día 20 de julio de 1810 conquistamos nuestra independencia, nosotros, que formamos una Junta en quien depositar la autoridad, nosotros, que hemos visto degenerar en furor el celo más ardiente y generoso, nosotros que hemos visto momentos de verdadera anarquía, que aún no nos hemos organizado, que confundimos las providencias provisionales con constitución, que queremos reine la paz, el orden, y la serenidad en medio de las olas de una tempestad política, que inadvertidos queremos coger ya los frutos de una larga independencia, que exigimos a la Junta operaciones que necesitan estudios, prudencia, meditación, y tiempo, nosotros, en una palabra, que fluctuamos en un Océano de ideas inconexas, sin experiencia, y casi sin principios necesitamos de un Diario político en que nuestros Franklines y nuestros Washingtones derramen luces y fijen nuestra inconstancia y nuestra incertidumbre. La capital ignora el modo de pensar de las provincias, y las provincias desean saber las resoluciones de la Capital. Todo el Reino ha fijado ya sus ojos sobre nosotros y nosotros debemos instruir por el conducto de la imprenta.

Ya se acabó este tiempo de silencio y de misterios, y se rompieron las cadenas que han aprisionado a la razón y al ingenio; desapareció para siempre esa reserva injuriosa a nuestra fidelidad y ese secreto al baluarte más firme de la tiranía. Conocemos que de haber reserva en aquellos preceptos en que la publicidad frustraría los fines del Gobierno; pero en los otros debe reinar la franqueza y deben publicarse en nuestro Diario político. Aquí hallarán todas las resoluciones, los decretos y las miras de la Suprema Junta, aquí insertarán las operaciones de las Provincias, sus manifiestos, sus proclamas y cuanto llegué a nuestra noticia bien comprobado. Comenzáremos por la historia de nuestra feliz revolución. En estos primeros momentos marcharemos con velocidad hasta ponernos en el día en que publicamos.

Bajo este aspecto, el Diario Político puede mirarse como los anales de nuestra libertad. En efecto, nosotros vamos a insertar todos los monumentos de nuestras operaciones políticas y a pasar a la posteridad la noticia de nuestras acciones. ¡Con que placer revolverán nuestros nietos el Diario político de Santafé de Bogotá para leer los nombres de sus padres, de estor virtuosos que les dejaron en herencia la libertad! Si, nosotros vamos a poner los fundamentos de nuestra historia, de una historia en que reina la verdad y la justicia. Escribimos en el seno de un pueblo libre, escribiremos con libertad. La adulación está desertada de nuestro plan y la verdad es nuestro oráculo. Nuestras plumas van a pintar nuestras virtudes y nuestros vicios; y mandar a la posteridad el aprecio o el odio de nuestros conciudadanos. Hombres públicos, hombres constituidos en autoridad volved vuestros ojos a los siglos venideros; mil generaciones os esperan para bendecir vuestra memoria, o cubrir de oprobio vuestro nombre: temblad. Que vuestros pasos sean rectos, que vuestras intenciones sean pura, y que solo la felicidad común sea el móvil de vuestras operaciones.

Ciudadanos, sostened este Diario político que va a reunirnos y a tranquilizar el Reino, que va a hacer justicia a los que manda, que va a pesar el mérito de los Ciudadanos, de la Capital y de las Provincias.

Literatos sabios, meditad, escribid: si calláis en estos conflictos sois traidores a la Patria, como lo es el soldado que guarda su espada al tiempo de dar una batalla. Nada tenéis que temer la Patria es libre, libres sois vosotros. Escribir con esa libertad que dicta la justicia y la virtud. La Patria os abre los brazos, ella os pide la sostengáis con vuestras luces y con vuestros escritos. ¿Qué hijo de este suelo no se consagrará a profundizar la situación de nuestras cosas y a escribir para hacernos libres, independientes y felices? Si hay alguno tan reconcentrado en sí mismo tan vil que olvide a la Patria que los alimenta y mire con tranquilidad sus convulsiones, que nos deje, y que quiete este ejemplo escandaloso de nuestros ojos.

Dirigimos también nuestra palabra a las Provincias ilustres que componen el Reino. Abrid los ojos; ved los riesgos, digamos mejor, los abismos de la división. La división, la rivalidad, ese negro orgullo de ser la primera, los precipitará en los males incalculables de una guerra civil, y después de haber derramado con escándalo del Universo la sangre preciosa de nuestros hermanos…. Seremos presa de cualquiera potencia que quiera subyugarnos. Que cada Provincia ocupe su lugar, que la Capital sea la Capital y que la Provincia sea la Provincia. Alarguemos nuestras manos, liguémonos con vínculos insolubles para siempre. Concentremos nuestras fuerzas; el calor dulce y moderado del Sol derrite los metales en el foco, hagamos ver a esa Europa orgullosa que tenemos virtudes y que somos dignos de formar una nación libre; hagámosle ver que podemos resistir a sus escuadras, a sus ejércitos y a su cañón con nuestra reunión pacífica y fraternal; que desde Cúcuta hasta Loja, desde las llanuras del Orinoco hasta el Chocó no se oiga sino una voz, y que no haiga (sic) sino unos mismos sentimientos. Libertad, independencia, subordinación a las autoridades, patriotismo, humanidad. He aquí nuestro código y el único que nos puede salvar en esta crisis política. Acordaos de lo que debéis a vuestros hermanos; acordaos de que vais a arruinar el edificio social cuyos fundamentos acabamos de poner: temed el juicio de la posteridad ella os imputará todos los males que ocasione vuestra conducta imperiosa o indócil.

Los Editores ofrecen tres números por semana. El lunes, miércoles y viernes se presentará medio pliego de letra de este Prospecto: se dará en la Capital a medio real, y en las Provincias a real. No es posible precio más moderado, atendiendo a lo caro del papel y mano de obra. Esperamos sea bien recibido del público un Diario que le es necesario, y que tiene interés en leerlo desde le Presidente de la Junta Suprema hasta el último de la sociedad.

He aquí uno de los primeros frutos de nuestra libertad y nuestro Gobierno. Ahora dos meses temblaría un escritor al poner las dulces palabras libertad, independencia: y hoy hacen su consuelo y sus delicias. ¡Con qué emociones de júbilo hemos visto elevar a nuestros patriotas a los primeros puestos de la Magistratura! ¡Ah! ¡Qué dulce es ver distribuir la justicia a esos con quienes hemos pasado a los primeros a los de nuestra infancia! ¡Qué dulce que la Patria distribuya el pan a los que han envejecido en el olvido y en la virtud! Qué dulce ver que nuestro sudor y que nuestra sangre antes destinada a sostener el lujo y los crímenes de un torpe favorito, alimente a nuestros hermanos! Libertad, don del cielo! ¿Podemos acaso concebir tus beneficios?

Pero ¿Qué es libertad? ¿Es romper todo freno y todo respeto? ¿Es sacudir el yugo de toda obligación moral y civil? ¿Es dar curso y satisfacción a las pasiones? No, este es el libertinaje, esta es la suma de todos los vicios y todos los males. El hombre libre es el que obedece solo la ley, el que no está sujeto al capricho y a las pasiones de los depositarios del poder. Un pueblo es libre cuando no es el juguete del que manda, y cuando manda solo la ley. Somos esclavos de la ley para ser libres, dice Cicerón. Para ser libre es preciso ser virtuoso: sin virtudes no hay libertad, jamás se unió la libertad con las pasiones: un pueblo corrompido no puede ser libre ¿Queremos pues ser libres? Seamos virtuosos, hemos tenido valor para conquistar la libertad. ¿Tendremos virtudes para conservarla? Vocales, la felicidad de dos millones de hombres está en vuestras manos. Este es el objeto sagrado a quien debéis consagrar vuestra salud, vuestra existencia, vuestra venganza, vuestra ambición, en una palabra, vuestras pasiones. Sería un fenómeno que no vieron los siglos existir un pueblo independiente y sin virtudes. Si moderáis vuestras pasiones, si sabéis ser superiores a vosotros mismos, contad con una gloria interminable, pero si están dominados vuestros corazones por ellas, sabed que nuestras cadenas están forjadas, y la cuchilla de la tiranía aplicada a nuestras gargantas. Si os dividen intereses particulares sabed que vais a vender a la Patria, que vais a ser el oprobio de la tierra y la execración de vuestros compatriotas. Para ser esclavos basta saber obedecer; pero para ser libres es necesario un corazón endurecido en la virtud, y en las más grandes virtudes. Vocales, si vuestros pechos no sienten valor para olvidar las injurias más atroces, si no generosidad para despreciar las fortunas más brillantes, si no estáis prontos a sacrificar a la Patria vuestras vidas, vuestras esposas, vuestros hijos y lo que tenéis de más querido sobre la tierra, arrancad de vuestros brazos esa insignia, volvedla al Pueblo para que el Pueblo llene los lugares que ocupáis con los Catones, los Cincinatos y Brutos. Permitid si sois virtuosos que os hable con esta libertad.

Ya somos libres, seamos pues justos. Extingamos para siempre las rivalidades y los odios. Apreciemos el mérito en cualquiera parte en que le hallemos. Sea Español, Tirio, Griego o Romano si adora, si obedece, si ama como nosotros, es nuestro hermano, es nuestro amigo, y es nuestro compatriota. Abramos nuestros brazos a todo hombre virtuoso, abrámoslos a los buenos españoles honrados que viven con nosotros. Lejos de nosotros el odio y el capricho nacional, Si, démosle ósculo de paz y fraternidad. Ofrezcámosles un asilo, un Gobierno, unas leyes y unas Patrias, y si una conducta irreprehensible, unas acciones virtuosas y repetidas les merecen nuestra confianza abrámosles también la puerta de los honores. Un corazón americano no puede obrar de otro modo.

Los Editores de este Diario político anuncian que este periódico se debe a la franqueza y liberalidad de la Suprema Junta, que nos ha dado fondos y también protección. Los Editores dirigen sus votos al Altísimo y piden luz, justicia y todas las virtudes para nuestro Gobierno: que haga reinar la paz, la abundancia y la felicidad de todos; que estos pueblos que ha recibido oprimidos en la humillación y el abatimiento, estos pueblos aterrados con los calabozos, con las cadenas y con los cadalsos, estos pueblo amenazados todos los días con la bayoneta, con la metralla y con el cañón, respiren bajo el dulce Gobierno que hemos establecido. Que el Comercio, la Agricultura, las Arte, la abundancia, la paz, sean los frutos de nuestra revolución, y que si Fernando viene a nuestros hogares algún día halle en nosotros Pueblos felices, virtuosos y dignos de él.

Jose Joaquín Camacho

Francisco José de Caldas

Número II

Diario Político de Santafé de Bogotá

Agosto 29 de 1810

Historia de nuestra revolución

La rivalidad que ha existido de tiempo inmemorial en la América entre los Españoles Europeos y los indígenas de este vasto continente; la rivalidad, casi increíble entre el Español y su descendiente se exaltó en 1794. En esta época desgraciada vio la Capital y el Reino lo más precioso de su juventud en los calabozos: vio gemir sobre la cama del tormento a uno de nuestros hermanos30*. La esposa vio al esposo, el padre al hijo marchar en cadenas a la Península; este suelo se empapó con lágrimas de todos los Americanos. En vano la Corte de Madrid declaró la inocencia de las víctimas, en vano restituyó a sus países a unos y elevó a otros en Europa: la llaga era profunda y no bastó este remedio. El Americano odió más al Gobierno Español en su corazón, y solo callaba porque lo hacía callar la bayoneta. Este odio silencioso pero concentrado, empezó a explicarse un poco con los sucesos de Quito del 10 de Agosto de 1809, las prisiones de Nariño, de Miñano, de Gómez, de Azuero, de Rosillo, y de otros inflamaron los ánimos, pero sin salir el descontento general del recinto doméstico; se murmuraba con calor, pero al oído: La escena trágica y sangrienta de Poré hizo hablar más recio: los movimientos de Caracas, de Cartagena, del Socorro y de Pamplona reanimaron los corazones, hasta el punto que una sola palabra bastó para romper nuestro silencio y los diques de nuestro sufrimiento el 20 de julio de 1810

Día 20 de julio

Don Josef Llorente, Español y amigo de los ministros opresores de nuestra libertad, soltó una expresión poco decorosa a los Americanos, esta noticia se difundió con rapidez y exaltó los ánimos ya dispuestos a la venganza. Grupos de criollos paseaban alrededor de la tienda de Llorente con el enojo pintado en sus semblantes. A este tiempo pasó un Americano que ignoraba lo sucedido, hizo una cortesía de Urbanidad a este Español: en el momento fue reprehendido por don Francisco Morales y saltó la chispa que formó el incendio y nuestra libertad. Todos se agolpan a la tienda de Llorente: los gritos atraen más gentes, y en un momento se vio un pueblo numeroso reunido e indignado contra este Español y contra sus amigos. Trabajo costó a Don José Moledo aquietar por este instante los ánimos, e impedir las funestas consecuencias que se temían. Llorente se refugió en la casa inmediata de Don Lorenzo Marroquín.

A la una y media del día se restituía a su casa en una silla de manos para robarse a la vista de un pueblo enfurecido; pero fue inútil esta precaución. Uno de la plebe gritó: aquí llevan a Llorente. Apenas entró en su casa cuando un pueblo inmenso se hallaba al frente de ella resuelto a ponerlo preso y tal vez a asesinarlo. El Alcalde Ordinario Don José Miguel Pey ocurrió a sosegar este tumulto y a salvar la vida de este hombre desgraciado. A fuerza de promesas y empeñando el crédito de su autoridad consiguió aquietar al pueblo conduciendo a su vista a la Cárcel a ese Español inconsiderado.

Apenas lo deja el pueblo asegurado en la prisión vuelve todo su furor contra sus amigos y confidentes. Se arroja sobre las casas de don Infiesta y de Trillo, rompe a pedradas las vidrieras, fuerza las puertas, y todo lo registra. Encuentra al primero en un escondrijo y el segundo escapa despavorido.

La noche se acercaba y los ánimos parecía que tomaban nuevo valor con las tinieblas. Olas de pueblo armado refluían de todas partes a la plaza principal todos se agolpaban al Palacio y no se oye otra voz que Cabildo abierto: Junta. El pueblo estaba en la mas viva inquietud; obligó al Teniente Coronel Don José Moledo a que su a su nombre fuese personalmente a pedirle Cabildo abierto al Virrey: este denegó la petición., el procurador Herrera se halló con la misma comisión y obtuvo la misma respuesta. A cada mensaje y a cada negativa tomaba más vigor este pueblo activo y generoso. En fin, comisión al Doctor Don Benedicto Salgar, Don José María Carbonel, Don Antonio Malo, Don Salvador Cancino y otros para que concediese el Cabildo abierto que solicitaba. Por fortuna el virrey había llamado al Oidor Don Juan Jurado para que le aconsejase en este lance crítico y apurado. Este juicioso y prudente Español le dio el consejo que le debía dar: Conceda V. E, le dice, cuanto pida el pueblo si quiere salvar su vida y sus intereses. Consejo digno de un hombre experimentado y que impidió el derramamiento de nuestra sangre. En los últimos apuros se concedió un Cabildo extraordinario; pero no abierto. El pueblo gritó vivas al Virrey por un Decreto con que expuso su autoridad y sus funciones.

El Pueblo se trasladó en masa a las casas Consistoriales: reunió a los Alcaldes y Regidores; entraron los vecinos y se comenzó a pesar del Virrey, un Cabildo abierto. El Oidor Jurado llevó los poderes del Jefe y lo presidió en su nombre.

¿Cómo podré pintar los debates, las arengas, el calor: cómo las agitaciones de un pueblo inmenso, enérgico y activo? ¿Cómo individualizar las operaciones de los Peyes, Barayas, Moledos, Pardos, Gómez, Herreras, Azueros, Gutiérrez, Carboneles y de tantos otros celosos de nuestra libertad? Ciudadanos, perdonan a la brevedad de este Diario, perdonad a la impotencia de nuestras plumas que no entremos en todos los pormenores de esa noche para siempre memorable. Esta gloria reservamos a nuestros historiadores.

A las seis y media de la noche hizo el Pueblo tocar a fuego en la catedral, y en todas las iglesias para llamar a todos los puntos de la Ciudad el que faltaba. Entonces clamores, en todo tiempo horrorosos, llevaron a la consternación y el espanto al corazón de todos los funcionarios del gobierno. Tembló el Virrey en su Palacio; y conoció tarde que, las armas, esas armas en que tanto había confiado, eran ya instrumentos impotentes y débiles y que obrarían sino en su ruina. Conoció, con todos los Magistrados que es el terror, no los calabozos, las cadenas, ni el cadalso el freno de los pueblos. A pesar de esto, nosotros admiraremos siempre la mano invisible que paralizó a todos sus movimientos. ¿Cómo unos hombres que habían adoptado sujetar a los pueblos por el terror, que habían aumentados sus fuerzas, y hecho preparativos de guerra no dispararon una sola pistola? Las armas cayeron de sus manos y pasaron a las del Pueblo sin ruido y sin estrago. Este punto es capital y merece detallarse.

Dos eran los objetos de temor y de desconfianza que agitaban al Pueblo: El Batallón Auxiliar y el Parque de Artillería. El Pueblo de Santafé les será eternamente reconocido a los patritas don José Moledo y Antonio Baraya. El primero ofreció desde los primeros momentos que el Auxiliar no obraría contra nuestra libertad, y él mismo entregaba como rehenes en manos de un Pueblo entusiasmado por su Independencia: él no desamparó la Plaza, ni las Casas Consistoriales, y el Pueblo justo pagó sus servicios nombrándolo vocal en la Junta que establecía. El Segundo (Baraya) siempre manifestó sin temores su amor al Pueblo y a la Patria, siempre habló contra nuestros opresores, y nosotros siempre lo mirábamos como un antemural y como el que neutralizaba las opiniones del Batallón. ¡Cuánto le debe la Patria! El aquietó Pueblo en los momentos de su furor, él respondió con su cabeza por la quietud del Batallón, y que si obraba, obraría por la libertad: él dio órdenes al consejo, él trajo su Compañía a la plaza, y él ayudó con todas sus fuerzas a derribar a los opresores. La Patria ha recompensado sus servicios nombrándolo Vocal de la Suprema Junta, elevándole al grado de Teniente Coronel de Batallón de Voluntarios de la Guardia Nacional.

El Coronel Don Juan Sámano pasó toda la noche encerrado en el Cuartel con el Batallón sobre armas. A las cinco de la mañana del 21 prestó su juramento de fidelidad a la Suprema Junta, y quedaron las armas en manos del nuevo Gobierno. Estas fueron las operaciones del Batallón Auxiliar.

El Parque de Artillería era lo que más inquietaba al Pueblo, y sobre lo que mostró más energía. El cabildo mandó una diputación al Virrey, a fin de que la Artillería estuviese a las órdenes del pueblo: se denegó. Una segunda diputación volvió a pedir lo mismo; se denegó: otra tercera pidió que el Patriota Don José de Ayala (una de las víctimas de 1794) fuese con paisanaje a neutralizar las fuerzas en el Parque se concedió, y todas las armas quedaron en las manos del Pueblo.

Mientas iban y venían las diputaciones, el Pueblo hacia movimientos de arrojo y de valor contra el Parque; decían; cuando nos lo tomemos a lo menos impediremos sacar los cañones contra los que organizan en la plaza. Una mujer, cuyo nombre ignoramos, y que sentimos no inmortalizar en este Diario, reunió a muchas de su sexo y a su presencia tomó de la mano a su hijo, le dio la bendición y dijo: Ve a morir con los hombres, nosotras las mujeres (volviéndose a las que la rodeaban) marchemos delante: presentemos nuestros pechos al cañón, que la metralla descargue sobre nosotras y los hombres que nos siguen u a quienes hemos salvado de la primer descarga, pasen sobre cadáveres: que se apoderen de la Artillería y libren la Patria. Preguntó, ¿Hay heroínas entre nosotros? ¿Qué nos puede presentar más grande la historia Griega y Romana? El sexo delicado olvidó su debilidad y blandura cundo se trataba de la salud de la Patria31*

Número III

Diario Político de Santafé de Bogotá

Agosto 31 de 1810

Se continúa la historia de nuestra revolución

El Pueblo en el seno de la seguridad aclamó los Vocales que debían constituir la Junta Suprema del Reino. En el calor de los deberes, se distinguieron mucho Don Frutos Gutiérrez, Don Miguel Pombo, Don José Acevedo, Don Ignacio Herrera, Don Joaquín Camacho Don Camilo Torres y otros. El primero reveló los misterios del antiguo Gobierno y puso en claro los derechos del Pueblo. Herrera con su carácter vigoroso y ardiente sostuvo nuestra libertad, Camacho desplegó la profundidad de su genio, Torres este que tuvo valor de decir verdades terribles a los antiguos funcionario, que echó en cara a la España sus procedimientos para con las Américas, que formó esa grande, enérgica y profunda Instrucción para Diputado del Reino, esa pieza maestra de elocuencia y de política32** esa pieza que mereció el epíteto de sediciosa a los Sátrapas a quienes atacaba, esa pieza que ocasionó la opresión del ilustrado Don Miguel Gómez en el Socorro. Este Torres modesto, prudente, silencioso; pero profundo, firme y digno de haber sido compañero de Catón y Bruto, sostuvo con decoro y con prudencia nuestra libertad en esta noche memorable. Muchos se opusieron obstinadamente a que se consultase al Virrey sobre la instalación de la Junta, Pombo dijo a Jurado ¿Qué hay que temer? Los tiranos, Señor, perecen, los pueblos son eternos; Aseguramos la persona y el empleo. Acevedo proclamó traidor al que saliese de la Sala sin dejar instalada la Junta. ¡Quién sabe a si esta vigorosa resistencia se debe nuestra libertad!. No debe olvidar la Patria que Acevedo fue el que primero arengó al Pueblo, cuando nuestros opresores estaban en el Solio y empuñaban la espada: él explicó varios derechos sagrados del Pueblo y dijo: Si perdéis este momento de efervescencia y calor, si dejáis escapar esta ocasión única y feliz, antes de doce horas, seréis tratados como insurgentes. Ved (señalando las cárceles) los calabozos, los grillos y las cadenas que os esperan.

Don José María Carbonel joven ardiente y de una energía poco común sirvió a la Patria. En la tarde y en la noche del 20 de un modo nada común, corría de taller en taller, de casa en casa, sacaba gentes y aumentaba la masa popular, él atacó a la casa de Infiesta, él lo prendió y él fue su Angel Tutelar para salvarle la vida. Carbonel ponía fuego por su lado al edificio de la tiranía y nacido con una constitución sensible y enérgica tocaba en el entusiasmo y se embriagaba con la libertad que renacía entre sus manos. ¡Dichoso si no hubiera padecido vértigos políticos y cometido imprudencias! Patria, no olvidéis sus servicios, esos servicios ayudaron a salvarte.

Don Francisco Morales que tanto se acaba de distinguir con sus dos hijos (el Vocal don Antonio y el Doctor Don Francisco) en la tarde de ese día llevó una Diputación del Cabildo al Ex Virrey para que aumentase las facultades de Jurado. Entró en el salón del Palacio: uno de esos aduladores que rodeaban a Amar se sonrió con un aire burlón y de desprecio del embajador y de la embajada. Tan ciegos estaban y tan confiados en su poder. Entonces Morales, con la intrepidez de un Romano le dijo: ¿Te burlas de mi traje? ¿Te burlas de la comisión de un Cabildo, de un Pueblo que sabe hacerse respetar? Volviendo su palabra al Ex Virrey le dice con firmeza: Tres partidos se presentan a VE: salir en persona a sosegar a un pueblo enfurecido, pasar personalmente a las Casas Consistoriales, o aumentar las facultades de Jurado. ¿Cuál se elige sin demora? Amar tomó el tercero, ¿Y cómo podía tomar el primer o el segundo. Aumentó y dio por escrito todo el lleno de sus facultades de estas facultades que no expiraban más al Oidor Jurado.

Don José Montalbo y Acevedo siguieron proponiendo al pueblos los sujetos más beneméritos para Vocales, los que fueron aclamados con los vivas de diez mil almas reunidas al frente de la Casa Consistorial. Cuando se trató de nombrar Presidente, Gutiérrez se declaró por el Ex Virrey Amar. Arengó al pueblo, y le hizo ver que este Jefe lleno de sencillez y de moderación se había hecho digno de nuestro reconocimiento por haber accedido a todas sus peticiones y obtuvo de este Pueblo generoso la presidencia para Amar.

En fin, después de las agitaciones más acaloradas, después de las inquietudes más vivas, después de una noche de sustos, de temores, de horror, quedo instalada la Junta Suprema del Nuevo Reino de Granada, al rayar la aurora del día 21 de Julio de 1810. Ella fue reconocida por el Pueblo que la acababa de formar, por el Clero, cuerpos religiosos, Militares y Tribunales. El orgullo de los Oidores de esos Sátrapas odiosos se vio humillado por la primera vez, se vio esa toga imperiosa por 300 años ponerse de rodillas a prestar fe y obediencia en manos de una Junta compuesta de americanos, a quienes poco antes miraban con desprecio. ¡Gran Dios! ¿Cómo reconoceremos dignamente estos beneficios debidos a tu bondad? Tú nos salvaste de las manos de nuestros enemigos, sálvanos ahora de nuestras pasiones; inspira dulzura, humanidad, moderación, desinterés y todas las virtudes en nuestros corazones, tranquiliza nuestros espíritus, reúne las Provincias, forma un imperio de la Nueva Granda. Nosotros te adoraremos en él, nosotros cantaremos vuestras alabanzas, y os ofreceremos el sacrifico de nuestros corazones, el más grato a tus ojos.

Grabado del taller de Alberto Urdaneta para el Papel Periódico Ilustrado, 1887

Ensayo sobre la situación actual de los Estados colombianos-1.

Por Florentino González (1805-1874)

Desde que la revolución francesa, despertando á los pueblos del adormecimiento de que yacían bajo el despotismo de los monarcas, los puso en la vía de su regeneración, el mundo entero ha experimentado una ajitación saludable, en medio de la cual se han discutido i sancionado los sanos principios de gobierno; i la libertad, la civilización i las mejoras de todo jénero han hecho progresos asombrosos. Los tronos de los monarcas han sido rodeados sucesivamente de la representación popular; i los Reyes, gobernando con los consejos de la democracia, al mismo tiempo que han consultado los intereses de la sociedad, han robustecido su poder, fundándolo sobre la única base sólida que puede reposar: la soberanía del pueblo.

Allá en Europa, la transicion de la monarquía á la democracia se efectúa conservando á las tradiciones su prestijio y las apariencias de su poder; i sin embargo esta transición no se hace sin oscilaciones peligrosas, sin que la jeneracion que funda el porvenir para la que la ha de suceder tenga mucho que sufrir.

Acá en América, la transición aparentemente se ha efectuado de una manera repentina. A la monarquía sucedió la democracia en el nombre, i empezamos á hacer ensayos e las prácticas democráticas, quitando su prestigio a los nombres que representaban las tradiciones, pero dejando á estas su funesta influencia sobre la sociedad. Cambiaron los nombres de los gobernantes, pero el Estado que se llamó República fue gobernado realmente con las instituciones monárquicas de sus antiguos dominadores. Se han hallado en contradicción, por consiguiente, los nombres con las cosas, las ficciones con la realidad; i la sociedad desconcertada ha buscado en vano la mejora que el cambio efectuado prometia.

En Europa, pues, el pueblo ilustrado ha introducido en el Gobierno las prácticas democráticas bajo el nombre de la monarquía, i en América han continuado las prácticas monárquicas bajo el nombre de la democracia.

Esta ha sido una decepción, en Europa para los Reyes, en América para los pueblos.

Mas una decepcion no puede durar largo tiempo. Los Reyes i los pueblos se ha apercibido de ella, i ha empezado una lucha, que no terminará hasta que no desaparezcan las ficciones, i los gobiernos representen la verdad.

Vamos a llegar á la mitad del siglo 19, del siglo de las reformas, del siglo en que empiezan a desaparecer las rutinas consagradas por el tiempo, i el entendimiento humano se eleva sobre lo que existe para buscar con sus inmensos recurso una mejor existencia futura. El mundo entero está en movimiento, el clamor por las reformas es general; ha llegado el dia en que se ha reconocido que las cosas no deben continuar como están solo porque así han existido. Se acerca la época en que de establecerse el reinado de los principios de la verdad, mas temprano para los mas cuerdos, mas tarde para los que pretendan fundarlo con la violencia.

Contemplemos, pues, la situacion de las Repúblicas colombianas, i veamos con la calma reflexiva de la imparcialidad i la prudencia lo que nos conviene hacer, para llegar mas pronto al fin que se proponen estas sociedades.

La Nueva Granada, Venezuela i el Ecuador componian la gloriosa Colombia. La Nueva Granada, con una poblacion homojénea, digna de tener una participación activa en todos los actos del gobierno democrático, porque los intereses de sus habitantes son iguales, se dio una Constitucion democrática que, por medio del sufragio, proporcionó á todos los granadinos aquella participación. Venezuela, con una poblacion heterójenea, cuyos miembros no pueden tener intereses iguales, se dio tambien una Constitucion democrática, i concedió con ella una participacion igual en el gobierno á las diferentes clases de que se compone aquella poblacion. El Ecuador avasallado por un extranjero, se dio, bajo la influencia de esta, instituciones que consagraron el ilotismo de la clase indígena; i dando parte en las elecciones á los antiguos señores de ella, estableció una verdadera oligarquía.

He aquí el punto de partida de las tres naciones colombianas. ¿Cuál es la influencia que lo hecho entonces ha tenido n su carrera política i en el estado en que se encuentra, i que convendría que hicieran para mejorar su condicion?

En los gobiernos democráticos, la mayor ó menor estension (sic) del voto en las elecciones es de una influencia inmensa en la suerte de la sociedad. El sufragio es todo en la democracia moderna; porque el sufragio es el que encarga á ciertos hombres del cuidado de gobernar á los demás. Así es, pues, que una constitucion será mas ó menos democrática según que amplie ó restrinja el derecho a votar.

En Venezuela la Constitucion concede el derecho de sufragio con una mui grande extension. Venezuela tiene una poblacion compuesta de dos razas enemigas, de las cuales la una oprimió á la otra por largo tiempo. La raza que fué oprimida está en mayoría en aquél país, i goza del derecho de sufrajio por la constitución. Es, pues, evidente que con el tiempo había de triunfar en las elecciones, i llamar al poder hombres que representasen sus opiniones é intereses. Mas como esta opiniones i estos intereses están en contradiccion con los de la raza que se halla en minoría, esta ha concebido temores de que, si no se hace un cambio en las instituciones, la minoría venga á ser oprimida, tal vez degollada por la mayoría. Quieren, por consiguiente, los unos que se restrinja el derecho de sufrajio, i resisten los otros tal innovación.

He aquí la cuestion de principios que divide a Venezuela, he aquí el origen de la calificación de Oligarcas o Demócratas entres sus habitantes.

¿Quién tiene la razón? En un país en que se han planteado instituciones democráticas, que conceden una participacion mui extensa en los negocios públicos á todos los habitantes, no hai duda que la mayoría tiene razón en oponerse á que se le limite esta participacion. Su oposicion es evidentemente justa, i no hai razones para disputarle el derecho de mantenerse en el uso de lo que posee. Si, pues, esta participacion es perjudicial, culpa es de los que fundaron las instituciones, que la dan á individuos que no pueden tenerla con ventaja de toda la sociedad.

En efecto, creo que al sancionar la Constitucion venezolana, los ilustres republicanos que la formaron, seducidos por su amor á la libertad, no consideraron con atencion que las instituciones que fundaban, buenas para un pueblo homojéneo, podían prepara funestas catástrofes en una nacion de poblacion heterojénea. Apercibiéronse de ello dentro de poco, i usando de la habilidad inherente a la ilustracion de la clase que fundó aquel Gobierno, han procurad neutralizar la influencia que las disposiciones consagradas en la Constitucion podían tener contra aquella clase. De aquí la proteccion decidida que se ha dado a la inmigracion, de aquí las ventajas que se han concedido a los extranjeros de raza caucasa que se establecieran en el pais.

Como entre los hombres de la minoría se hallaban los militares de mas nombre, las capacidades científicas i políticas, i la jente de fortuna, á pesar de que otra raza se hallaba en mayoría, el poder público siempre recayó en las notabilidades de la minoría. Estos hombres han usado de él indudablemente de una manera ventajosísima para aquella tierra. Débese á su ilustracion i patriotismo e que Venezuela haya llegado al grado de prosperidad que habia alcanzado en 1845; i seria una injusticia vituperar su conducta.

A los hombres que han tenido el poder en sus manos, desde 1830 hasta 1846, se debe la abolición del diezmo, del monopolio del tabaco, i de los derechos diferenciales; la libertad de cultos, la fundacion de un régimen municipal, el arreglo de la administracion de justicia, el sistema monetario, la libertad de exportacion, la inmigracion i tantas otras medidas que han dado reputacion, honor i gloria a Venezuela entre las naciones civilizadas.

Decir que los hombres de la raza de la minoría, que han tenido el Gobierno en sus manos no han procurado el bien de aquella sociedad, i no han hecho todo lo que era posible para sus adelantos, seria desconocer las verdades mas evidentes, seria no querer ver con la luz del día. Ellos llenaron su mision con honor i patriotismo; i bajo la influencia de las buenas medidas que dictaron es que la clase proletaria, la clase que habia vivido oprimida, se ha ilustrado, ha empezado á enriquecerse, i con los medios que le dan esta ilustracion i esta riqueza sostiene hoy sus pretensiones. Debe al buen gobierno de aquellos hombres el hallarse en situacion de hacerse vale, i no deberia desconocerlo para recompensarlos con una ingratitud.

No pretendo que los hombres que gobernaron hasta 1846, no hayan cometido faltas. Han incurrido en algunas mui graves, que introdujeron una escision entre ellos mismos.

En la contienda de 1835 á 1836, aunque los vencedores, con pocas escepciones, tuvieron la moderacion de no derramar la sangre de los vencidos, no hubo en las transacciones que terminaron la lucha, toda la buena fé que debe garantizar á un Gobierno. A causa de esto, quedaron resentidos los caudillos de aquella reaccion militar; i aunque por lo pronto este resentidos los caudillos de aquella reacción militar; i aunque por lo pronto este resentimiento no tuvo ningun efecto, por el ostracismo á que fueron condenados los vencidos, mas tarde ha venido á producir sus resultados, porque siempre los hechos de esta naturaleza tienen consecuencias.

Restablecida la paz pública, los hombres de la raza que está en minoría continuaron por algún tiempo unidos, i el porvenir empezó a presentarse de nuevo con colores halagüeños. Mas el resentimiento causado por una destitucion volvió de nuevo á introducir la división. La víctima de esta destitución se proveyó de una imprenta, i empezó una compañía tipográfica contra la Administracion.

Para hacer con suceso la guerra, el caudillo de la oposicion llamó en su apoyo las pretensiones de la clase que está en mayoría, las proclamó con calor, i las adornó con los atavíos de la libertad y la democracia. Así empezó á prepararse la crisis presenta, cuyo término es mui difícil prever; así un ciudadano de la clase de la minoría preparó su ostracismo decretado por esta, i creo que ha preparado para mas tarde su suplicio, que decretará la mayoría á quien se adhirió.

Las pasiones enjendraron oposicion, i con pasiones talionaron los gobernantes. Estos, para reforzarse en el poder, favorecieron extraordinariamente a los hombres mas ricos i notables de la raza de la minoría, i escluyeron de sus favores á la otra clase. El dinero de los bancos, los empleos de lucro i de confianza fueron acordados á ciertas personas; i la sociedad venezolana se encontró perfectamente deslindada en dos clases que la componen, que todavía no se habían presentado luchando ostensiblemente. Un mal paso trae a otros, i el Gobierno i la oposición dieron muchos i mui falsos, hasta llegar a la época en que debiera decidirse la cuestión por medio de la elección del Presidente.

La oposicion i el gobierno redoblaron sus esfuerzos para obtener el triunfo, con el designio de que vinieran al poder hombres que reformase las instituciones de acuerdo con sus exigencias. Mas los partidos no se limitaron á luchar dentro del campo de la legalidad. La oposicion tomó las armas, i trató de hacer valer por medio de ellas sus pretensiones.

El peligro reunió temporalmente á todos los individuos de la clase de la minoría; i como la inteligencia, la fortuna i el valor estaban de su parte, triunfaron en pocos meses de sus adversarios, i la eleccion se hizo en el candidato que aquellos designaron. Se hizo esta eleccion pro la influencia de todo lo mas notable é ilustrado de Venezuela; i el candidato de la oposicion fué juzgado i condenado á muerte.

Este juicio es una mengua para la llamada clase oligarca, i este juicio es el principio de los desaciertos que han traido la crisis actual. Se condenó a muerte al caudillo de la oposicion fundando el fallo en los artículos que habia publicado en el periódico, i calificándolo como reo de rebelion por escritos que no fueron acusados como sediciosos cuando se publicaron, agregando únicamente ciertas circunstancias que no pueden calificarse como criminales.

El error de tal juicio fué reparado por el presidente, i el que esto escribe no dejó de tener alguna parte en esta reparacion, porque oportunamente escribió á Caracas acerca del disparate cometido por el juez, i sabe que sus reflexiones no dejaron de tenerse en cuenta.

La conmutacion de la pena de muerte fulminada contra el caudillo de la oposicion, irritó á la clase aristócrata, i desde luego empezó una oposicion violenta contra el Presidente.

Este, que se habia rodeado de ministros que eran aceptables á la aristocracia, se deshizo de ellos, i buscó los ajentes de la Administracion entre los resentidos por los sucesos de 1835 i 1836, i entre los que se habian adherido manifiestamente o con sus simpatías privadas á la última rebelion.

Creció el furor de la oposicion, i creció con el favor que el Presidente condecia á sus partidarios; i vino á suceder, que los que lo habian elevado formaron una banderia, i él formó otra con los rebeldes perdonados. Entónces, los resentidos de 1835 i 1836 se unieron al Presidente para vengarse de los que los habian proscrito; i ha venido a suceder que la raza que se halla en minoría en Venezuela, está acaudillando á la raza que está en mayoría, que, si triunfa, es probable que degüelle a sus caudillos, igualmente que a sus adversarios.

Los dos bandos pelean hoy sin razón, en mi concepto, i parece que no hai que esperar término á la lucha sino es por la fuerza.

Miéntras la mayoría, por la imprenta i por las elecciones, promovia que se le mantuviese en el derecho de tener participacion en el gobierno, la razón estaba de su parte, i podia haberla hecho valer. Mas desde que los que acaudillan esa mayoría han degollado a los Representantes del pueblo, porque usaban de un derecho que les da la Constitucion que pretenden defender, han perdido la razón i no pueden ya fundarse en otra cosa que la violencia. El atentado del 24 de Enero rompió los títulos de los que se llaman demócratas, i creó en la clase de la minoría el derecho de defenderse, i de buscar el establecimiento de instituciones que garanticen á todos los individuos de una Nación el goce de las ventajas sociales; pues si es cierto que una mayoría tiene el derecho de no dejarse oprimir por una minoría, también lo es que la minoría tiene el derecho de no dejarse degollar por la mayoría.

Esta es, en mi concepto, la cuestion actual. La mayoría se queja de que la minoría la ha oprimido; i para restablecerse en la posicion la que se cree con derecho por las instituciones democráticas, empieza por degollar á los miembros del Cuerpo lejislativo, que pertenecen á la clase que está en minoría.

La mayoría dice que se la quiere esclavizar, i que para ello se trama el cambio de las instituciones republicanas; i la minoría ha cometido la indisculpable falta de dar lugar á estas sospechas, con la acojida favorable que le dio al Jeneral Florez. Esta ha sido una debilidad imperdonable; pero comun á los partidos, que por consultar á los apuros del momento, se entregan en manos de quien mas tarde los ha de conducir á la perdicion. Siento que tal debilidad haya tenido lugar entre los hombre de distinguido talento i grande valer, porque es una mengua que Florez haya sido acogido con favor por jente en quien late un corazon americano. Verdad es que contrarios incurrieron en la misma falta, pues el Presiente i los de su séquito también fueron á rendir homenaje al héroe que viaja buscando quien le ayude á ser traidor.

Se verá, pues, que de una i otra parte ha habido errores i faltas, que los errores i las faltas han traido al fin la guerra civil, en que las dos clases en que se divide la poblacion de Venezuela luchan por el poder, i lucharán con un furor de que ha habido ejemplo en las contiendas anteriores.

¿Quiénes son los combatientes? De un lado la raza caucasa, ménos fuerte en número; pero mas poderosa en luces i riqueza. Del otro la raza africana acaudillada por algunos individuos de la otra raza, que serán degollados por los que los siguen el dia que les hayan proporcionado el triunfo. Estos son los hechos, velados hasta hoy en otras apariencias, pero patentes ya para los que examinan la cuestion con conocimiento de aquel pais.

Ahora bien, los hombres que han removido en la raza africana las pasiones democráticas, no pueden permanecer como caudillos de aquella raza. Su color desmiente las pretensiones que sostienen, su color predispone contra ellos á los individuos que les obedecen, su color es una prueba en el proceso de muerte que se sigue en esta contienda, como no tardara en decirlo el tiempo en la secuela de la desastrosa historia.

El hombre que ha dominado en aquel pais tantas situaciones dificiles ¿podrá dominar la presente? Creo que sí; mas para ello es necesario que ponga al abrigo de toda clase de sujestiones perjudiciales, i principal mente contra la que tenga por objeto cambiar las instituciones republicanas. En América no hai más Gobierno posible que la República, ni debe haberlo; porque la República bien establecida es el Gobierno con mas economía i mayores garantías consulta el bienestar de las sociedades, i si algunas monarquías prosperan, es porque han amalgado al trono las instituciones republicanas.

Verdad es que la situacijn presente es mas difícil que toda las que hasta ahora se han presentado. Pero mientras mas difícil sea ella, mayores razones tendrán los que la sufren para buscar los medios de ponerle término. Por consiguiente, si á los que se hallan divididos, si á los que buscan la proscripción de unos i la elevacion de otros, como medio para terminar la contienda, se les presenta algo que pueda reunirlos, es probable que depongan el furor que tan encarnizado se manifiesta, i se reunan en torno de los que los ha de salvar. Los principios son la única áncora de salud; ellos solos no son susceptibles de los diferentes matices que las pasiones dan á los bandos. Manténgase fiel á los principios el caudillo que ha emprendido reparar el ultraje hecho á la representacion nacional con el crimen del 24 de Enero, i el triunfo aunque tardío, será seguro. Las instituciones democráticas pueden conservarse en Venezuela, a pesar de la heterogeneidad de la poblacion.

Los principios están del lado de los que han desconocido los actos de un congreso diezmado por el asesinato, i que delibera bajo la cuchilla de los asesinos. Los principios no reconocen esta especie de legislatura, no admiten la tiranía velada con las formas de la libertad. No puede, pues, reconocerse el derecho de ser obedecido en el bando que acaudilla el Gobierno, i la insurreccion está lejitimada en los que lo han desconocido.

Más los que así se ha puesto en armas, guárdense de dañar su causa con la adopcion de medios reprobados para triunfar, guárdense de aceptar en sus filas á los que, prevaliéndose de lo extravíos de la democracia, los toman como pretesto para proscribir la República. Esto no haría mas que agravar los males, i justificar las violencias iniciadas el 24 de Enero.

Sigamos ahora con Ecuador en sus revueltas infructuosas, desde que un extranjero, engañándolo con las formas constitucionales, estableció en realidad una aristocracia militar, al frente de la cual gobernó á su arbitrio la Nacion.

En aquel país los beneficios del Gobierno republicano no han sido nunca gustados por el pueblo. La masa de la poblacion, de raza indígena, ha continuado en la misma condicion en que se hallaba bajo el Gobierno peninsular, i ninguna participacion ha tenido en los actos del Gobierno democrático, que solo existió en el nombre hasta 1845.

El jefe del Gobierno, rodeado por militares extranjeros, dispuso siempre á su agrado de las elecciones, i dictó las disposiciones legislativas á los representantes en cuya elección habia influido. No se hizo otra cosa que bastardear el Gobierno representativo, i tratar de mantener, bajo la apariencias de la libertad, la realidad de la tiranía.

Algunos ciudadanos jenerosos concibieron desde luego el designio de libertar á su patria de la opresión que sufria, i proporicionarle los beneficios del Gobierno republicano; mas sus esfuerzos terminaron en las catástrofes sangrientas de Quito, en que murió Hall, i de Miñarica, en que fué destruido el ejército popular.

El artero jefe de aquel Gobierno logró seducir al caudillo de la oposicion, i se vió al mismo hombre que había emprendido la defensa de los fueros populares al frente del gobierno, sosteniendo los atentados que habia combatido, i afianzando el poder del guerrero que habia escojido su nombre para matar la decepcion de los celos republicanos.

Gobernó un ecuatoriano por cuatro años; i entretanto que el nombre de este Ecuatoriano llamaba la atención pública i la adormecia en la confianza á los incautos, el astuto extranjero preparaba su vuelta al Gobierno y afianzaba su poder sobre un ejército que le era enteramente devoto.

Pasó el período de mando del Ecuatoriano, i el extranjero volvió a empuñar las riendas del Gobierno, dispuesto á efectuar un cambio absoluto en las instituciones que le asegurase una dominación permanente en el país.

Por sí i ante sí declaró caduca la Constitución que rejia, i anulado el Cuerpo lejislativo, i convocó una Convencion para que sancionase una nueva, cuyo proyecto tenia preparado.

Diéronle gusto sus criaturas por última vez, i se sancionó para el Pueblo ecuatoriano una Constitucion semimonarquica. Quedó por supuesto el extranjero á la cabeza del Gobierno creado, i creyó para siempre asegurada su dominación.

Más, á la sombrea de la escasa libertad que se habia disfrutado en el pais, habian cundido las ideas republicanas, entre algunos habitantes de aquella tierra, i estos emprendieron dar libertad á su patria, i lanzar de ella al extranjero que los oprimia y á los que segundaban. El Jeneral Florez se condujo entonces con moderaciin, i dejando el poder, en virtud de un arreglo hecho con los revolucionarios, salió del pais con condición de no volver á él dentro de dos años. Los que los sostenian dispusieron de las armas, i un nuevo Gobierno puedo entonces constituirse sin grandes dificultades. La Constitución actual asegura á aquel pais el goce de una libertad racional i la práctica de principios del Gobierno democrático representativo.

Desgraciadamente el Gobierno que se estableció no supo usar de su poder con la moderacion debida; i anulado el pacto solemne, en virtud del cual el Jeneral Florez se habia separado del mando, i retirándose del pais, le cerró para siempre las puertas de su patria adoptiva, i le negó la pension que se le habia prometido. Este acto vituperable irritó al guerrero proscrito, quien fue a solicitar los medios de vengarse entre los mismos españoles á quines habia vencido en la guerra de la Independencia.

El Jeneral Florez, que con tanto acierto habia obrado evitando á su patria adoptiva los horrores de la guerra civil, no tuvo buen juicio de sufrir con resignacion patriótica el golpe que le daba el Gobierno del Ecuador, i se perdió para siempre yendo á buscar entre los europeos compañeros i recursos para una venganza que prentendia consumará costa de la independencia u libertad de todas las Repúblicas hispano-americanas. Su loca empresa tuvo el resultado que debía tener; pues no era posible que los intereses del comercio europeo, i los principios del derecho internacional, se sacrificasen por darle gusto á un general ambicioso i á una reina poco cuerda.

Mas el Ecuador ha tenido mucho que sufrir en consecuencia de la empresa de Florez. Ella mantenia vivas las esperanzas de sus partidarios, i en alarma constante al Gobierno contra las conspiraciones a que estas esperanzas debían dar orijen. A esto se agrega la falta de confianza en el Gobierno granadino que, sin fundamentos, ha manifestado el del Ecuador, i que ha contribuido mui poderosamente á mantener aquel pais en una situación insegura.

Así es, pues, el nuevo Gobierno del Ecuador se ha encontrado abrumado por inmensas dificultades, sin los medios suficientes para superarlas. No había estos medios, porque el hombre que durante 16 años tuvo la habilidad de conservarse en el mando, no tuvo ninguna para arreglar la administración civil i de hacienda. El nuevo Gobierno encontró un caos fiscal, en que el despilfarro, el robo i las dilapidaciones eran el sistema; i sin recursos pecuniarios tuvo que levantar ejércitos i prepararse para la defensa exterior, al mismo tiempo que desbaratar las tramas del interior.

En medio de tantas dificultades, se reunió, sin embargo, el Cuerpo lejislativo, i ha sancionado algunas leyes que establecen cierto órden en la administracion civil i fiscal. No son ellas modelos de combinaciones económicas admirables, ni arreglan con la perfeccion debida la administración; pero sí son ensayos benéficos que irán formando en aquel pais los hábitos de la administración legal. Esto es mucho en una tierra en que jamás hubo sombra de administracion, i en que los hábitos de desorden del Jefe de Gobierno eran imitados por sus agentes.

El Ecuador ha podido mantenerse tranquilo hasta ahora, i marchar con el órden constitucional establecido, i esto prueba alguna habilidad en los hombres que lo gobiernan, i disposición en el pueblo para sostener los principios constitucionales.

Si el Ecuador arreglase sus diferencias con Florez i este Jeneral, aceptando una pension honrosa, se retirase a vivir tranquilo en cualquiera pais extranjero, ó en su tierra natal, aquella República podria marchar en paz consolidando las instituciones republicanas, i mejorando con buenas leyes la condición de sus habitantes. Mas, ni el Gobierno del Ecuador da ningun paso para contentar al Jeneral Florez, ni este desiste de su designio de volver á dominar aquel pais procurando alcanzar este resultado por medio de las conspiraciones que fomenta desde el lugar en que reside. De esta manera, el Ecuador se mantiene en una situacion insegura, i su antiguo gobernante continúa dando el escándalo de querer volver á llamarse Jefe de un pueblo que lo rechaza, i que lo rechaza con toda la América; porque ningún pueblo americano veria con indiferencia, gobernando en cualquiera parte del continente, al hombre que viaja en busca de compañeros para traicionar las instituciones republicanas.

Creo que nuestra lejislacion tributaria i administrativa puede adoptarse allá, como acá, con las mismas ventajas, i que con su Gobierno puede hacer un gran bien al país, transplantando á él muchas de las mejores introducidas en la Nueva Granada, á favor de los conocimientos que nos ha proporcionado la práctica del Gobierno constitucional. El Gobierno granadino participa de esta creencia, i su apoyo moral estará siempre en favor de todo lo que pueda contribuir á mejorar la condición del pueblo ecuatoriano, i asegurar su integridad é independencia, ¡Quiera el Cielo que el Gobierno ecuatoriano se penetre de la sinceridad de estos sentimientos, i que saque de ellos el fruto que pueden producir cultivándolos!

No sé si en la reseña rápida que acabo de hacer de los principales sucesos que han señalado de los principales sucesos que han señalado la carrera política de Venezuela y el Ecuador, he juzgado con acierto los hombres i las cosas. Naturalmente debo haber cometido errores; no puede ser de otra manera cuando son ellos el patrimonio aun del discernimiento mas claro, i de la mas penetrante inteligencia. Sea lo que fuere, creo que las reflexiones consignadas en este escrito puede ser de alguna utilidad a los Colombianos, i por eso las publico. Por la misma razón doi a luz las que siguen, que se refieren principalmente a mi país.

Bogotá, esta capital enclavada en el corazon de los Andes, presenció los últimos esfuerzos del Gobierno de Colombia para mantener la integridad de la gran República, á cuyo nombre están asociadas las glorias de los mas notables guerreros que ha visto el continente americano. Aquí, al disolverse la famosa i anómala República, una catástrofe sangrienta entronizó por algunos meses la dictadura de un extranjero, que rodeado, como Florez, de valientes militares, pretendió, como él en el Ecuador, establecer su dominacion en la Nueva Granada. La sumision siguió á la catástrofe; mas en pocos meses la reaccion excitada por aquel escándalo, dio en tierra con los usurpadores, los lanzó del pais, i trajo consigo el establecimiento del Gobierno constitucional de 1832.

Proscrito viajaba en pais extranjero el granadino que habia gobernado á Colombia como Vicepresidente; i su patria lo llamó, para que viniese á ponerse al frente del Gobierno que acababa de crear. Yo hago una reseña de los sucesos políticos sin tocar con las personas; i aunque la memoria de mi amistad por el hombre ilustre que ya no existe, me induciría á consagrar pájinas en su elojio, nada diré de este personaje, ni tampoco de los otros hombres beneméritos, que en la época colombiana trabajaron por asegurar la libertad de su patria.

La primera administracion constitucional de la Nueva Granada se dedicó con patriótico tezon a plantear las instituciones que acababa de dar la Convención.

La Constitucion, bastante democrática, concedió al pueblo, por medio del sufragio, una gran participación en el Gobierno; mas arregló las relaciones entre los poderes públicos de una manera errónea; i no concediendo a Ministerio la facultad de proponer las leyes, privaba al Poder Ejecutivo de una intervención fructuosa en la confeccion de ellas, i al país de sistema i órden que naturalmente debe haber en una legislación preparada por los Ministros. La habilidad del Ministerio pudo solamente manifestarse por esta razón en las tareas administrativas; i en efecto, injusto seria el que negase á sus miembros una inteligente laboriosidad, i un espíritu de economía, que á veces llegó a rayar en mezquindad.

La administracion de hacienda se arregló, sino con la perfeccion que brilla en nuestro sistema actual, al menos de una manera menos mala que la antes conocida. Los conocimientos no habían hecho los adelantes á que debemos las mejoras actuales, i apenas pudo combinarse por nuestras capacidades fiscales una cosa parecida á la instruccion que dio el Gobierno español para el arreglo de la contabilidad en 1784, que jamás habia podido plantearse en la Nueva Granada. Esta instruccion era mejor que todo lo que aquí se habia conocido; i la Administracion logró plantearla en poco tiempo, gracias á la perseverante constancia que distinguia al Jefe que estaba á la cabeza de la Hacienda.

En la Administracion i en las Camaras legislativas figuraron en aquel tiempo los hombres mas liberales de Colombia; i es de estrañars que no se emprendiera entonces ninguna reforma vital que pusiese al pais en el camino para alcanzar la prosperidad que le prometen los principios. Solamente logró en aquel tiempo la abolición de la alcábala interna; i esto después de una lucha obstinada i de sérios disgustos con el Jefe de la Nacion.

Los hombres del Gobierno, que hacian profesion de los principios republicanos, querían que la Republica fuese en realidad con las instituciones monárquicas; i por una rara contradicción con las ideas de progreso que proclamaban, se esforzaban por conservar las rutinas coloniales. En la época la decision i e las resoluciones atrevidas, cuando el recuerdo de los males pasados inspira el valor para emprender buscar el bien en nuevas medidas, la Nueva Granada tuvo un Gobierno estacionario, que supo sacar todo el provecho posible de lo que existía, pero no le proporcionó algo mejor para el porvenir.

Fresca la memoria de los disturbios colombianos, humeando todavía la sangre de las víctimas inmoladas por la discordia, las animosidades nos dividian; i desgraciadamente los gobernantes, que habian sido hombres de partido, no supieron sobreponerse a las exigencias del que los había elevado.

La imprenta reveló desde luego el estado de los ánimos, i se empeño por medio de ella una lucha que escandeció las pasiones hasta la fiebre de la exaltación. Conspiraron algunos granadinos, acaudillados por un antiguo Jeneral colombiano, para destruir el Gobierno constitucional: la conspiracion fue descubierta i juzgados sus autores: i la plaza de Bogotá se manchó con la sangre de 17 individuos, que espiraron en el patíbulo de un crímen político. Mas tarde murió el caudillo de una manera que es mejor pasar en silencio.

Despues de la cruenta espiacion de aquel atentado, la contienda tipográfica continuó con mayor empeño, i á las dificultades que ella debía traer consigo, se agregaron también las desaveniencias internacionales, que produjeron el bloqueo de algunos de nuestros puertos, interrumpieron nuestro comercio, i tuvieron los ánimos en inquietud.

En medio de estos embarazos, aquella administracion tiene el mérito de haber observado estrictamente las leyes, de haber fomentado mui eficazmente la instruccion primaria, i de haber conservado la paz pública.

Este último fue causa de los demás de que gozo el país durante aquella Administracion, i a él se deben los progresos que entonces hizo, que no podian ser grandes bajo la influencia de las leyes que existian.

Durante el período de aquella Adminsitracion, caducó el tratado hecho con los Estados Unidos; i estableciendo nuestras leyes de aduana derechos diferenciales sobre lo que se importase en buque no estuviesen asimilados á los nacionales, quedó la Nacion inglesa en posésion del monopolio de nuestro comercio. Propúsose que se derogase la disposicion que establecia el derecho diferencial para evitar los males que a este error de nuestra lejislacion ha causado, i la Administracion se opuso á esta medida; falta que han cometido también las siguientes, hasta que la presenta la ha borrado consagrando en la tarifa los principios del comercio libre.

Las épocas de elecciones son siempre tempestuosas en los paises rejidos por un Gobierno representativo. La del fin del período de la primera Administracion le fue en sumo grado; porque el Presidente señaló el individuo en quien deseaba recayesen los votos para que le sucediera, i esto dio motivo a que la oposición hiciera esfuerzos de toda clase para triunfar.

Triunfó en efecto, i el pais vino á ser rejido por el hombre á quien ella habia proporcionado los votos. Yo no quiero estenderme en juzgar la Administracion del segundo período en todos sus actos, porque soi siempre mas severo con mis amigos que participan de la indulgencia de mis principios, y desconfío del juicio que formo de los que me han hecho mal.

Echemos, pues, un velo sobre los hechos de la segunda i tercera Administracion; dejaremos á la historia que los juzgue, i solo mencionaremos lo que se necesita para enlazar con lo pasado las ideas del tiempo presente.

Desde luego es preciso advertir que el statu quo fue el sistema en los dos períodos á que aludimos, i que solo en la educacion se hicieron algunas reformas de importancia

Mas sí hai dos hechos sumamente notables de que aquellas Administraciones deben responder, i que como ahora están produciendo todavía malos efectos, debemos tomarlos en cuenta con imparcialidad i en la calma de la razon, para ver como arreglamos las cosas, de manera que cese el mal, o sea el menor posible. La cuestion Obando i la cuestión Jesuitas, he aquí las dos cosa graves en que me voi a ocupar. No es mi ánimo acriminar á los que exhumaron los huesos del Mariscal Sucre, en medio de una contienda para indagar el crímen que los sepultó en Berruecos, ni interpretar las intenciones de los que, contra el tenor de las disposiciones legales, trajeron á este pais la funesta Compañía de Jesús. Error hubo en entablar un juicio por un delito político olvidado por una amnistía, i error hubo en traer para moralizar el país, una sociedad que con su sistema de educacion, con sus máximas perniciosas, quebranta las facultades nobles del individuo, sofoca las afecciones jenerosas, i erije en sistema el espionaje i el chisme, i en deber la obediencia pasiva, convirtiendo al hombre en cadáver.

Perdonemos el error a los hombres que lo cometieron, que mucho tenemos que perdonarnos mutuamente todos los que alternativamente hemos tenido el poder en las manos en medio de nuestras deplorables contiendas. Lo que importa es que los hechos, fruto de aquellos errores, no tengan consecuencias funestas para el porvenir. Los hombres mismos que los cometieron deben cooperar a remediarlos.

Hoi se halla desterrado en pais extranjero el granadino á quien se ha perseguido por el delito cometido en la persona del Jeneral Sucre. Sus acusadores han publicado libros, que se han circulado por todas partes, con las pruebas que apoyan su acusacion. El acusado ha respondido en otros libros; i la prensa periódica de todas las Repúblicas hispano-americanas ha examinado el pro i el contra de la cuestion durante diez i nueva años. ¿Quién no ha formado ya su juicio sobre esta causa debatida con tanto interés por una i otra parte ¿A quién hace variar de opinion la sentencia favorable o adversa que pronuncie el tribunal? A nadie.

Seria, pues, este un juicio sin resultado moral sobre la opinion, sin provecho ninguno para la justicia; porque ¿cuál ventaja, en caso de una condenacion, de que al cabo de diez i nueve años de haberse cometido un homicidio, después de una espiacion dolorosa en la tierra propia i en la estraña, no solo en los culpables sino en los inocentes, de aplique á un hombre la pena homicidas? Yo no lo veo, i veo sí la ventaja de olvidar un crímen que se cometió por fanatismo político porque se creía que el hombre que fue la víctima seria un obstáculo para una transformación política que se estaba efectuando, i en que ninguna parte han tenido las animosidades privadas, ni el deseo de robarle, ni ninguna otra cosa que dé á este atentado el carácter de un delito comun.

Si se desea realizar la pretension de traer á juicio ante los tribunales granadinos este hecho ¿cuál es el resultado que él puede tener? Para los acusadores, la satisfaccion del deseo de calificar como criminal al acusado; para este i sus defensores, el deseo de desmentir á aquellos.

Sencillo seria esto, si se tratase de un reo comun i de un delinto sin trascendencia. Allá pasarían las escenas de la acusación i de la defensa en el recinto oscuro de un tribunal, i pasarían desapercibidas i sin ajitar á nadie. Pero no es este el caso. Se trata de la causa más célebre de América, se trata de la causa de un hombre en que tomará parte la Nacion entera divida en dos bandos. ¿Para qué? Para causarnos males, i nada mas. Es, pues, preciso no tratar de satisfacer ní a los que creen inocente al acusado, ni á los que lo creen culpable; i que, inaccesible á los deseos de los unos i de los otros, i consultando el bien de la patria únicamente, destruyamos de un solo golpe estas esperanzas, que no pueden realizarse de acuerdo con los interese del pais.

Sé yo que esta opinion no puede contentar ni al acusado del a muerte del Jeneral Sucre, ni tal vez á los que lo creen autor de ella. Pero yo no veo sino el bien de mi patria, i este bien lo encuentro en un olvido jeneroso de aquel crimen por medio de una amnistía que comprenda todos los delitos comunes i políticos cometidos hasta 31 de diciembre de 1830. Esta amnistía echará un velo sobre aquel atentado, i cesarán los huesos del mariscal Sucre de servir de bandera para las discordias intestinas.

Esta medida seguida del restablecimiento en su grado con la pension correspondiente al Jeneral acusado, terminaria los males que la cuestion está causando, i el acusado deberia permanecer como desterrarlo político mientras las circunstancias hiciesen peligrosa su presencia en el pais.

Así me parece que puede resolverse con ventaja esta cuestion. ¡Pluguise al Cielo que la de los Jesuitas tuviera una solucion tan fácil!

Que considero de suma i trascendente importancia este negocio, lo prueba mas suficientemente el haberme separado de la Administracion por haber esta contrariado abiertamente en las Cámaras lejislativa á la Compañía de Jesus. He sentido tener que obrar de este modo; porque prestaba con el mayor gusto mi cooperacion al Presidente de la Republica en la realizacion de importantes i liberales mejoras que ha concebido i promovido con empeño. Lamento que haya dado aquel paso, i aunque me veo obligado a censurarlo, no por eso me enrolo en las filas de la oposición sistemática.

No se crea tampoco que yo voi a pedir que se lancen los rayos con la proscripcion contra los padres Jesuitas; pues aunque condeno si perjudicial instituto, la proscripcion de los individuos no está de acuerdo con mis principios de tolerancia. Creo que deben tolerarse estos individuos; mas creo tambien que su instituto debe suprimirse, porque los principios de tolerancia no pueden estender á conceder el favor del Gobierno i de las leyes para que obre como corporacion publica una sociedad que por sus estatutos está destinada a crear en las naciones malos ciudadanos, i destruir en los individuos los sentimientos buenos i jenerosos.

Perentoriamente se ha demostrado por un Representante en una de las Cámaras legislativas, que es ilegal la existencia de la Compañía de Jesus en la Nueva Granada; porque, si es cierto que los Jesuitas como individuos pueden venir á este pais, es tambien cierto que el restablecimiento de una órden relijiosa no puede hacerse en la Nueva Granada sin una lei espresa del Congreso. ¿En donde está la lei? I si ella no existe, ¿con qué derecho se han fundado conventos, i se reciben en ellos novicios, i se dan lecciones de jesuitismo, que todo el mundo sabe lo que significan?

Creo que están infringiendo las leyes con este hecho, que esta infraccion debe cesar declarando suprimidos esos conventos, que se han planteado subrepticiamente bajo el nombre de colejios de misiones, i que los padres de la Compañía pueden quedarse viviendo en la Nueva Granada sin formar comunidad.

He dicho que la influencia de los Jesuitas es perjudicial en la sociedad, porque su sistema de educación es vicioso i absurdo. El niño en quien se revela una inteligencia precoz, en quien se descubre una enerjia moral que promete mucho, es un mártir en sus manos. En lugar de cultivar en él esas cualidades nobles, i de formarle el carácter de acuerdo con ellas, emplean toda la especie de recursos para quebrantar su alma, para limitar sus ideas al círculo estrecho que indican sus estatutos, i para reducir a un cadáver el ser independiente, que en vano lucha con noble altivez contra aquellos seres frios, que por haber abjurado de todos los vínculos que los ligaban á la sociedad jamás podrán formar miembros útiles de esa misma sociedad. Aquellas caras impasibles, aquellos ojos amaestrados á un mirar apagado ¿revelan por ventura otra cosa que el egoismo, la hipocresía i el hábito de ocultar toda especie de sentimientos? Con estos maestros es que se forma el hombre que recibe su educación de los Jesuitas. De sus labios oye constantemente que el hombre debe abstraerse de todo en este mundo, i si se consagra a su instituto, renuncia a su padre, a sus hermanos, i no conserva ninguna relación sino con los que se visten del mismo traje que él. Yo no hall que estos sean los hombres que pueden nutrir i cultivar las virtudes sociales, ni que tales maestros puedan crear ciudadanos útiles a la Nacion.

Me parece, pues, que el Gobierno, lejos de conceder ningún favor a la Compañía de Jesus, i limitándose a tolerar sus individuos, debiera hacer cesar sus establecimientos ilegales, i zanjar de ésta manera una cuestión que nos trae divididos, i causa ajitaciones i disgustos,

No creo que en nuestro actual estado haya otra cosa que nos embarace para seguir ocupándonos unidos en adelantar las mejoras empezadas.

De buena fé hemos emprendido destruir las instituciones monárquicas que heredamos de los Españoles i sostituirlas con leyes en armonía con la democracia; i desde que e

Esto se ha hecho, el pueblo contento i lleno de esperanzas, piensa solo en trabajar para gozar, i es inaccesible a las sugestiones de la rebelión.

El estado del pais es lisonjero, i promete un porvenir dichos para la Nueva Granada, si lo gobernantes siguen modelando su conducta con los principios de justicia, imparcialidad i tolerancia que generalmente han presidido en los actos de la presente administración.

Hoy tal vez no se aprecia la magnitud de los bienes que el pais ha recibido durante el actual periodo. Mas los resultados publicarán bien pronto la importancia de la estension dada al cultivo i exportacion del tabaco, del establecimiento de la navegación por vapor, de la apertura del canal de Cartajena, del arreglo del sistema monetario, de la reforma de la tarifa de la disminución del impuesto sobre los metales preciosos i su libre comercios, de la secularizacion del diezmo, de la libertad de cultos, de la franquicia del Istmo, i del orden introducido en la administracion de la hacienda i en la confeccion del Presupuesto nacional. Basta enumerar este conjunto de medidas, para honrar debidamente a los hombres que las concibieron i tuvieron valor en dictarlas.

La Nueva Granada se presenta en America como un modelo digno de imitarse, debido a la conducta fiel á los principios que ha seguido su Gobierno. Sigan por el mismo camino los que empuñen después el baston del mando, i la administracion será fácil para ellos, al mismo tiempo que será provechosa para la Nueva Granada.

Repasémos la historia de los años anteriores, i busquemos en ella la causa de las desgracias que hemos sufrido. La hallaremos en haber cometido la falta de no guiarnos por los principios, en las condescendencias con el espíritu de partido, Esto ha hecho que en este país, en lugar de un Gobierno alternativo, haya habido una proscricion alternativa de los partidos, i una lucha constante de los vencidos contra vencedores. No es esto lo que conviene, ni es de esta manera que se puede andar por el camino de la prosperidad.

Discutamos con calma las cuestiones que nos interesan, sin acriminaciones ni recriminaciones, sin calumniar las intenciones imputándoles designios siniestros. Un partido calumniado hace muchas veces por venganza lo que no ha pensado hacer por inclinacion. El que imputa conspiraciones da el primer paso para tramarlas. Estas calumnias, etas imputaciones prueban falta de razon para defenderse; son sugestiones del miedo, i el miedo es mui mal consejero. Debiera el Gobierno influir en que los que lo defienden no echaran mano de estar razones, si es que merecen tal nombre.

Confio en que estas reflexiones serán atendidas por el patriotismo, i examinadas con imparcialidad por mis conciudadanos. Su publicacion debe ser de alguna utilidad en estas circunstancias.

La guerra diezma la poblacion i destruye la riqueza en Venezuela; el Ecuador inseguro teme á cada momento oscilaciones peligrosas; la Nueva Granada se ocupa de elegir el hombre que nos haya de gobernar. Esta consideracion basta para que comprendamos lo delicado de nuestra situacion. Neutralidad absoluta con Venezuela, buenos consejos al Ecuador, i cordura en el manejo de los negocios internos, son las tres cosas que deben marcar nuestra política en las circunstancias presentes.

Bogotá 1º de mayo de 1848. Imprenta de J. A. Cualla.

Notas

1 (azuluaga@eafit.edu.co). Patricia Cardona Z. Doctora en Historia (Universidad de los Andes), profesora titular, miembro del grupo de Investigación Filosofía, hermenéutica y narrativas, Departamento de Humanidades, Universidad EAFIT, Medellín-Colombia. Texto derivado de la Investigación La polémica por la Independencia: José María Quijano Otero y Miquel Antonio Caro con el apoyo de la Universidad EAFIT.
2 La colección completa del Diario Político puede consultarse en formato digital en http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/diario-politico/indice.htm (acceso 8 de junio de 2016).
3 Veáse: Silva, Renán, Los ilustrados de Nueva Granada 1760-1808. Genealogía de una comunicad de interpretación, Medellín, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Banco de la República.
4 Díaz Piedrahita, Santiago, Arboleda Luis Carlos, Francisco José de Caldas, Bogotá, Molinos Vásquez Editores, Colciencias, 1993.
5 Hampe Martínez, Teodoro, “El quiteño compañero de Humboldt”. En Revista de Indias, Vol. LXII, Núm. 226, 2002, pp. 711-720.
6 Biblioteca Nacional de Colombia (BNC) Fondo Pineda 9 pieza 1 A solicitud de Don Bruno Espinosa de los Monteros impresor Real de esta Ciudad ha concedido licencia el Superior Gobierno para que se imprima un nuevo papel periódico, cuyo plan y aviso se me ha entregado por secretaría con orden de que lo publique en los términos siguientes, Bogotá, 1807.
7 Kant Emmanuel, “¿Qué es la Ilustración?, en: Filosofía de la historia, México, Fondo de Cultura Económica, 1998, pp. 25-38.
8 BNC, Fondo Pineda 9 pieza 1 A solicitud de Don Bruno Espinosa, Óp. Cit.
9 Nieto Olarte, Mauricio, Orden natural y orden social. Ciencia y política en el Semanario del Nuevo Reino de Granada, Madrid, Consejos Superior de Investigaciones Científicas CSIC, 2007.
10 Martínez Garnica, Armando, “José Joaquín Camacho y su influencia en la constitución de la provincia de Tunja”, en: Revista Historia y Memoria, UPTCM No 5, 2012, pp. 49-72.
11 Camacho, Joaquín, “Relación territorial de la provincia de Pamplona”, en Semanario del Nuevo Reino de Granada, 2 a 16 de abril de 1809.
12 BNC, Fondo Quijano 9, pieza 1 Camacho, Joaquín, “Memoria segunda sobre las causas y curación de los cotos que ganó el premio propuesto en el Numero 30, año de 1808 de este periódico”, en: Continuación del Semanario del Nuevo Reino de Granada, Santa fe de Bogotá, 1810.
13 Ibíd., p. 1.
14 Anderson, Beneditc, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo. México, Fondo de Cultura Económica, 2006.
15 De Caldas, Francisco J., “Nota del editor”, en: Semanario del Nuevo Reino de Granada, tomo II. Bogotá, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, Editorial Kelly, 1942, p. 19.
16 Blair, Hugo, Lecciones sobre la retórica y las bellas letras. Las tradujo del inglés Don José Luis Munárriz, Madrid Imprenta del Real, 1804, tomo III, p. 266.
17 De Caldas, Francisco José, “Nuevo plan del Semanario para el año de 1810” en http://www.bdigital.unal.edu.co/112/1/nuevo_plan_del_semanario_de_1810.pdf junio 1 de 2016
18 “Prospecto”, Diario Político de Santafé No. 1, Agosto 27 de 1810, p, 1.
19 Ibíd.
20 “Nota de los editores”, en: Diario Político de Santafé, No 3, Agosto 31 de 1810, p. 12.
21 “Prospecto, Diario Político, Óp., Cit., p.1.
22 Diccionario de la Real Academia, Madrid, Imprenta del Real, 1817, p. 322.
23 Prospecto”, Diario Político de Santafé, Óp. Cit., p. 2.
24 Martinez Garnica, Armando, Gutiérrez Daniel, Isidro Vanegas (comp.), José Joaquín Camacho: de lector ilustrado a publicista republicano (1807-1815), Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2011.
25 “Nota”, Diario político de Santafé, No IV, septiembre 4 de 1810, p. 16.
26 “Nota de los editores”, Diario político de Santafé No. 19, Octubre 23 de 1810, p. 76.
27 “Aviso”, Diario Político de Santafé, No. 46, Febrero 1 de 1811, p. 180.
28 Según el Diccionario de la lengua en su edición de 1817 un Prospecto se definía como “La exposición o anuncio breve que se hace al público sobre alguna obra o escrito” (p. 710). Esa palabra no aparecía en el Diccionario de Autoridades publicado entre 1726 y 1739 .
29 Según el Diccionario de la lengua en su edición de 1817 un Prospecto se definía como “La exposición o anuncio breve que se hace al público sobre alguna obra o escrito” (p. 710. Esa palabra no aparecía en el Diccionario de Autoridades publicado entre 1726 y 1739 (Nota del transcriptor)
30 * Don José María Durán fue la victima ilustrada que sacrificó el despotismo y la barbarie en ese tiempo de opresión. Todavía resuenan en nuestros oídos los lamentos de este joven inocente y virtuoso: todavía se estremecen nuestros corazones al considerarlo tendido sobre la cama que inventó la crueldad. Todavía existe en la cárcel este instrumento de nuestra opresión. ¡Cómo ha escapada a nuestra vigilancia despedazarla o reducirla a cenizas! Esperemos que la humanidad de nuestro Supremo Gobierno la haga quemar a los ojos del Pueblo, y que sancione para siempre la abolición del tormento, y que se arranque de los códigos esa ley bárbara y cruel que degrada a la humanidad.
31 * Cuando el Gobierno sepa quién es esta Amazona formidable debe decretarla una banda de honor para premiar el mérito y el valor, También se distinguieron Doña Josefa Baraya, dona Petronila Lozano, Doña Gabriela Barriga, Doña Melchora Nieto y otras muchas que sería largo referir.
32 ** Deseamos que el mundo entero vea esa pieza, por esto abrimos una suscripción de amigos de la Patria para imprimirla. Deseamos también que la acompañen otras producciones de Herrera y algunos votos de esa farsa que se llamó la Junta el 10 de Septiembre de 1809. Estimamos que en 2 pesos por suscripción basta para hacer esta justicia a nuestros sabios y nuestros valerosos escritores, todos lo que quisieren hacer este servicio a la libertad y a las letras hablen con Don Francisco Caldas, uno de los Editores de este Diario
-1 Biblioteca Nacional de Colombia (Bogotá), Fondo Pineda 30, pieza 11. Florentino González, Ensayo sobre la situación actual de los Estados colombianos, Bogotá, Imprenta de J. A. Cualla, 1848, P. 33. Se conserva la ortografía por una razón fundamental, en Colombia la división ideológica también se expresó en el uso ortográfico, la adscripción partidista (liberal o conservador) se envidencia en el uso, por ejemplo, de J o G, I o Y, los liberales escribía jeografía y la conjunción y con i latina, estos usos hunden sus raíces en los debates sobre la hispanidad y la influencia francés e inglesa en el pensamiento colombiano, veáse: Iván Padilla Chassing. El debate de la hispanidad en Colombia en el siglo XIX, Lectura de la historia de la literatura por José María Vergara y Vergara, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2008. Sobre las relaciones entre poder y gramática veáse: Malcom Deas, Del poder y la gramática y otros ensayos sobre historia, política y literatura colombianas, Bogotá, Taurus, 2006


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