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Ríos, Jerónimo: Breve historia del conflicto armado en Colombia.Madrid: La Catarata, 200 pp., 2016, 200 pp.
Egoitz Gago Antón
Egoitz Gago Antón
Ríos, Jerónimo: Breve historia del conflicto armado en Colombia.Madrid: La Catarata, 200 pp., 2016, 200 pp.
Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, vol. 19, núm. 38, pp. 587-591, 2017
Universidad de Sevilla
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DEBATES Y RESEÑAS:

Ríos, Jerónimo: Breve historia del conflicto armado en Colombia.Madrid: La Catarata, 200 pp., 2016, 200 pp.

Egoitz Gago Antón
Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, Colombia
Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, vol. 19, núm. 38, pp. 587-591, 2017
Universidad de Sevilla

Normalmente, los escritos sobre el conflicto colombiano o la política colombiana presentan un estado de querer ir más allá de lo factual, de lo objetivo. Los académicos colombianos, con las notables excepciones como las de Orlando Fals Borda o Jorge Orlando Melo entre otros, pecan de un cierto wishful thinking, o deseo de ser. Solo hace falta leer las obras de reputados académicos como Alfredo Molano, o la casi totalidad de la producción del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales –IEPRI de la Universidad Nacional– para percibir que se trabaja sobre un sentimiento de lo deseable para Colombia. Este hecho no resulta extraño en las diferentes disciplinas académicas cuando se tratan temas controvertidos de la historia de las distintas comunidades políticas. Sin ir más lejos, sólo hace falta observar el trabajo realizado por los intelectuales ingleses sobre la Guerra Civil española y sus consecuencias para dar cuenta de cómo, de manera clamorosa, superan al trabajo realizado por los propios historiadores españoles.

Este hecho no es necesariamente negativo, el sentimiento de superación de un hecho doloroso o el deseo de construir un país mejor es algo entendible, e incluso esperable, dentro del trabajo del académico. Sin embargo, hay que saber separar este deseo de la realidad.

Es necesario para el trabajo riguroso de la academia contar con obras y trabajos que presenten los hechos sociales de forma directa y objetiva, sin deseos internos. Como dice el viejo dicho, la primera parte de la solución de un problema es reconocer su existencia. El trabajo de Jerónimo Ríos cumple la dolorosa tarea de presentarnos un episodio difícil de la historia de Colombia, presente durante casi todo su periodo de existencia, resaltando los problemas y dificultades inherentes acontecidos en el último medio siglo. Con una alta rigurosidad, con gran cantidad de datos y dando propuestas de cómo superar esos problemas, la obra del profesor Ríos se sitúa dentro de la necesidad, más allá de la mera recomendación.

Es importante recalcar los orígenes de la obra. Aunque a primera vista pueda parecer un ejercicio de divulgación, el libro parte de una excelente tesis doctoral, defendida ante un estricto tribunal de la Universidad Complutense de Madrid. Dicha tesis obtuvo, como no podía ser de otra forma, Sobresaliente Cum Laude por unanimidad. Y es que el trabajo realizaba un análisis brillante del conflicto armado colombiano con base en geografías de la violencia, desarrollando todo un ejercicio realmente esclarecedor con el que entender los devenires de la violencia política en el país. He tenido el placer de leer ambos trabajos – la tesis y el libro - y es importante resaltar de qué modo este libro es un digno heredero de aquel trabajo académico. Es difícil, por lo tanto, realizar un ejercicio de revisión rigurosa con un trabajo tan completo.

El libro se divide en cuatro capítulos (más introducción y conclusiones) que, a su vez, se separan en dos grandes partes: una perspectiva histórica desde el punto de vista político y una descripción de la evolución de los distintos grupos armados presentes en Colombia, diferenciados por su naturaleza guerrillera o paramilitar.

El primer capítulo, titulado “Génesis y evolución del conflicto armado en Colombia. 1946-1998”, nos presenta las muy diversas causas del conflicto. Si bien el profesor Ríos elige la fecha de 1946 para comenzar su análisis, basada en el consenso alrededor del comienzo del terrible periodo conocido como “La Violencia”, dedica algunas páginas para explicar que el fenómeno violento no es nuevo. Tal vez predomina una apreciación más politológica en esas causas, como son los desajustes provenientes del proceso de modernidad en Colombia, si bien estas limitaciones, quizás únicamente apreciadas por un politólogo, sólo se entienden si conceptualizamos la obra por lo que no es: un profundo y detallado estudio de todas las formas de violencia en Colombia.

Asimismo, este primer capítulo explora esa época de La Violencia y propone un entretenido ejercicio que se va a ir dando durante todo el libro: explorar dicha violencia con base en análisis espaciales de acuerdo a la naturaleza de las acciones y los grupos armados. Una gran parte del capítulo trata del nacimiento de las FARC y los movimientos guerrilleros de izquierdas, así como su colusión con el fenómeno del narcotráfico en los noventa, en un periodo tan de moda en la cultura popular. El capítulo termina con las negociaciones del Caguán y la aparición de los grupos paramilitares, que marcan, como muy sabiamente presenta el profesor Ríos, un antes y un después en las dinámicas del conflicto colombiano.

El segundo capítulo, titulado “Continuidades y rupturas del conflicto armado colombiano. 1998-2016” trata con esas nuevas dinámicas que van a marcar el devenir político del país. Por un lado, el cambio en la gestión política del conflicto armado tras la llegada de Álvaro Uribe Vélez al poder, en el año 2002, y su correspondiente “Política de Seguridad Democrática”. Todo un proceso de intensa militarización sustentada en una fuerte ayuda económica por parte de los Estados Unidos en forma del llamado “Plan Colombia”. Aquí, el autor presenta dos conceptos claves para entender la obra: narcotización y periferialización del conflicto armado.

El primero describe la cada vez mayor dependencia de las organizaciones ilegales en el negocio del narcotráfico para sustentar sus acciones, lo cual, unido a la presión militar del Estado, lleva a lo segundo, es decir, un paulatino desplazamiento de dichas organizaciones hacia la periferia del país, asegurando sobre todo los cultivos ilícitos. Es en este momento donde el autor lanza una de sus ideas más provocadoras: En contra de lo expuesto en la mayoría de obras al respecto, el Ríos niega el éxito de la Política de Seguridad Democrática en términos de debilitamiento de los grupos guerrilleros. Todo lo contrario, a cambio propone, con la presentación de un análisis (geo)politológico, un estimulante ejercicio de reflexión que presenta las acciones armadas del Estado colombiano como mera instauración del poder en el centro del país, a cambio de ignorar, de manera manifiesta, una periferia territorial que se “entrega” a los grupos armados.

En este momento se aprecia la intención del autor en presentar la seguridad democrática como un ejercicio de percepción social más que un ejercicio de pacificación. Este ejercicio se complementaría, de acuerdo con Ríos, con la maniobra de desmovilización de los grupos paramilitares, que no sería más que un lavado de cara de las antiguas milicias del narcotráfico.

El país que hereda el presidente Juan Manuel Santos es muy diferente a lo presentado por los medios o la academia Colombia. El doctor Ríos no tiene reparos en denominarlo crudamente como un Estado polarizado y dividido en sus realidades con respecto a la violencia que sufre y produce el conflicto armado. Así, es en este ambiente donde se da la posibilidad de dialogo con la guerrilla más antigua de América Latina como son las FARC. La parte final del capítulo explica los devenires de esa negociación y cómo desemboca en los acuerdos de La Habana de 2016, punto final de la revisión histórica realizada en el libro.

El tercer y el cuarto capítulo forman la segunda parte del libro, dedicada a la descripción de los distintos grupos armados en Colombia. Estos capítulos se titulan “La evolución del activismo guerrillero. 1998-2016” y “La evolución de los grupos paramilitares. 1978-2016”. Ambos levantan preguntas profundas que el texto no responde de manera convincente. ¿De dónde surgen los grupos guerrilleros? ¿Por qué Colombia es diferente a otros contextos donde los grupos guerrilleros surgen en grupos de intelectuales urbanos? ¿Cuál es el origen de los grupos paramilitares? ¿Qué relación tienen los mismos con la industria del narcotráfico? Si bien son preguntas intrigantes que desean ser resueltas en profundidad y seriedad, el texto deja claro que no es el sitio para hacerlo.

El autor hace una revisión de su historia en los últimos años, centrándose principalmente en su estrategia política. El caso de los grupos guerrilleros es paradigmático, ya que el autor se centra en los mencionados procesos de periferialización y narcotización experimentado por las guerrillas, dejando entrever una creciente dependencia de éstas respecto de la industria del narcotráfico. Por ejemplo, si en un comienzo, tanto las FARC como el ELN se especializaron en el cobro del “gramaje” (tasa a la recolección de la hoja de coca), en los últimos años llegaría no solo a la elaboración de pasta base de coca sino, en algunos casos, al procesamiento y distribución. De hecho, para muchos autores esto convierte a las guerrillas, directamente, en organizaciones narcotraficantes.

No ocurre lo mismo con las estructuras paramilitares, que el autor identifica, sin género de dudas, con el narcotráfico, y con una impronta distinta a la de las guerrillas tanto en su naturaleza como en su evolución. No obstante, en algunos lugares del país esto condujo a una paradójica repartición del territorio entre guerrillas y paramilitares. En otros, como la Costa Caribe o el Magdalena Medio, se dio la forma más sangrienta de conflicto, por medio de una guerra abierta entre organizaciones ilegales por el control de los enclaves cocaleros y las rutas del narcotráfico.

El autor presenta estos episodios de manera brillante, siempre enmarcados en un denominador común: la incapacidad o la poca voluntad del Estado en solventar estos episodios de violencia que tenían como consecuencia una brutal opresión sobre la población civil. Los dos tipos de organizaciones, sin embargo, tienen un final muy distinto. Mientras las FARC firman un Acuerdo de Paz con una disidencia mínima y el ELN comienza diálogos con el Gobierno, los grupos paramilitares se acogen a una controvertida Ley de Justicia y Paz para ser traicionados por el gobierno más tarde. La consecuencia directa de este hecho, presentada por el autor en el capítulo cuarto es también clara: la aparición de renovados grupos armados ilegales que carecen de mensaje político y que basan su actividad en la extorsión y el narcotráfico, vulgarmente denominados como bandas criminales o bacrim.

Finalmente, el autor lanza algunas ideas que es muy interesante tener en cuenta. Describe el periodo de firma del Acuerdo y el resultado negativo del plebiscito convocado para la ratificación del mismo, lo cual condujo a una convulsa renegociación del mismo. Si bien la situación parecía difícil, el doctor Ríos ya la calificaba de irreversible, destacando la importancia que va a tener el territorio verdaderamente golpeado por el conflicto.

En resumen, la obra del profesor Jerónimo Ríos es necesaria para entender el conflicto colombiano y sus diversos episodios de violencia directa. Hace un ejercicio de poner en su sitio los diversos factores presentes en un asunto tan complejo y, sobre todo, lanza un aviso importante a la literatura académica sobre el tema: más allá del deseo, hay que reconocer un problema objetivo para solucionarlo. Colombia tiene un problema como es la violencia; un problema que sólo se soluciona con paciencia, autocrítica y trabajo riguroso, como el presentado en este libro.

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