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Luis Juan Guerrero en la Facultad de Paraná: renovación filosófica y pedagogíamoderna (1929-1930)
Ricardo Ibarlucía
Ricardo Ibarlucía
Luis Juan Guerrero en la Facultad de Paraná: renovación filosófica y pedagogíamoderna (1929-1930)
Luis Juan Guerrero at the Faculty of Paraná:Philosophical renewal and modern pedagogy (1929-1930)
Tópicos, núm. 35, pp. 29-48, , 2018
Asociación Revista de Filosofía de Santa Fe
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Resumen: El presente artículo reconstruye la acción del filósofo argentino Luis Juan Guerrero (1899-1957) como Delegado Interventor en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional del Litoral durante la segunda presidencia de Hipólito Yrigoyen. Analiza su proyecto académico y su política institucional, focalizando especialmente en la renovación de la Sección de Filosofía y la creación del Instituto de Pedagogía. Elenfrentamiento entre el “normalismo” predominante en la comunidad docente de Paraná y el ideario del Movimiento de la Reforma Universitaria de 1918, personificado por Guerrero y sus colaboradores, es estudiado dentro del contexto históricodel antiyrigoyenismodel gobierno provincial de Entre Ríos.

Palabras clave: Universidad Nacional del LitoralUniversidad Nacional del Litoral,Facultad de Ciencias de la EducaciónFacultad de Ciencias de la Educación,Sección de FilosofíaSección de Filosofía,Escuela NormalEscuela Normal,Instituto de PedagogíaInstituto de Pedagogía.

Abstract: This paper reconstructs the action of the Argentine philosopher Luis Juan Guerrero (1899-1957) as Delegate Controller at the Faculty of Education Sciences of the National University of the Litoral during the second presidency of Hipólito Yrigoyen. It analyzes his academic project and his institutional policy, focusing especially on the renovation of the Section of Philosophy and the creation of the Institute of Pedagogy. The confrontation between the “normalism” prevailing in the teaching community of Paraná and the ideology of the University Reform Movement, personified by Guerrero and his collaborators, is studied within the historical context of the anti-yrigoyenism of the provincial government of Entre Ríos.

Keywords: National University of the Litoral, Faculty of Education Sciences, Section of Philosophy, Normal School, Institute of Pedagogy.

Carátula del artículo

ARTICULOS ORIGINALES

Luis Juan Guerrero en la Facultad de Paraná: renovación filosófica y pedagogíamoderna (1929-1930)

Luis Juan Guerrero at the Faculty of Paraná:Philosophical renewal and modern pedagogy (1929-1930)

Ricardo Ibarlucía
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
Tópicos, núm. 35, pp. 29-48, 2018
Asociación Revista de Filosofía de Santa Fe

Introducción

En los primeros días de marzo de 1928, al cabo de cinco años de ausencia, Luis Juan Guerrero regresó a la Argentina envuelto en el halo de prestigio que le otorgaba ser el primer filósofo nacido en el país que había realizado su Doctorado en Filosofía en Europa. Resuelto a dedicarse por entero a la docencia universitaria, a fines de abril de 1928 escribió al 1 decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de La Plata, Ricardo Levene,pidiendo autorización para impartir un “curso libre” de seis lecciones sobre “Problemas filosóficos de la vida del espíritu” . Paralelamente, dirigió una nota al decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Emilio Ravignani, ofreciendo un curso de las mismas características sobre “Metafísica del conocimiento en la filosofía contemporánea” . En ambas solicitudes,consignaba que había sido alumno de la “Sección Filosofía” de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde había rendido los exámenes correspondientes en los años 1918 y 1919”, y que con posterioridad había dejado la Argentina “a fin de participar en la vida filosófica de los principales países del viejo continente” .

Adjuntaba la copia certificada de su diploma de la Universidad de Zúrich y un ejemplar de su tesis doctoral, Die Entstehung einer allgemeinen Wertlehre in der Philosophie der Gegenwart (El surgimiento de una concepción general del valor en la filosofía de la actualidad), defendida en 1925 y publicada en 1927 . Refería que había “seguido cursos y realizado seminarios y trabajos de investigación con Heinrich Maier, Johann B. Rieffert y Max Dessoir en la Universidad de Berlín, con Paul Natorp, Nicolai Hartman y Martin Heidegger en la de Marburgo, así como, más tarde, -durante tres períodos escolares- en la Universidad de Zúrich bajo la dirección del psicólogo Gottlob Friedrich Lipps, el filósofo Willy Freytag y el historiador del arte Enrique Wölfflin” .Consignaba haber participadode “reuniones de índole filosófica en Francia, Bélgica, Austria, Italia y España”, dictado“algunas conferencias”, asistido a“congresos de Psicología, Estética y asambleas de la Sociedad Kantiana”, y llevado a cabo tareas “relacionadas con la docencia de la Filosofía en Universidades alemanas” . Por último, Guerrero ofrecía una sucinta explicación de su retorno a la Argentina: “graves contratiempos de índole privada”, probablemente vinculados con la salud de su padre, habían puesto “un fin prematuro a estas actividades” y determinadosu “regreso precipitado”.

Guerrero dictó suscursos sobre “Problemas filosóficos de la vida del espíritu” y “Metafísica del conocimiento en la filosofía contemporánea” entre mayo y julio de 1928, concitando gran interés en los medios culturales porteños y platenses por su solvencia para ofrecer una lectura de primera mano de los filósofos alemanes más recientes,yen particular de Martin Heidegger, cuya obra Sein und Zeit se había publicado en el Jahrbuch für Philosophie und phänomenologische Forschunghacía apenas un año . A fines de agosto,brindó una conferencia sobre “La doble raíz de la filosofía contemporánea” en la Facultad de Ciencias Económicas, Comerciales y Políticas de la Universidad Nacional del Litoral . Posteriormente,rindió con éxito las “pruebas de competencia” de un concurso de oposición “para proveer cinco cursos de Filosofía en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario”. En la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, se inscribió al concurso de profesor suplente de Ética y fue nombrado Director de Trabajos Prácticos en Filosofía con carácter interino .En la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, ganó el concurso de profesor suplente de Gnoseología y Metafísica,impartió un nuevo “curso libre”, esta vez sobre “Direcciones estéticas en la filosofía actual”, y fue designado, a principios de 1929, profesor titular interino de la cátedra deEstética .

Hacia mediados de 1928, retomando su actividad como militante de la Reforma Universitaria, Guerrero se vinculó con Gabriel del Mazo y otros graduados de Buenos Aires, La Plata y Córdoba, que buscaban concertar esfuerzos para afrontar “el problema de la escuela argentina en general, y en particular el problema de nuestra universidad” en la nueva etapa política que se abría con la vuelta de Hipólito Yrigoyen a la presidencia de la Nación .El grupo celebró una reunión preliminar en el restaurante Conte, situado en la calle Cangallo al 900, a la vuelta del Pasaje Carabelas, y resolvió organizar un segundo encuentro, en el estudio de abogacía de Florencio Sanguinetti, “una vez que el Dr. Taborda hubiera conversado con los amigos de Córdoba y el Dr. Guerrero hubiera hecho lo propio con los de La Plata y ambos hubieran comunicado los resultados” . Fueron invitados a participar Julio V. González, Emilio E. Biagosch, Diego R. May Zubiría, Nicolás Romano, Jorge Lascano, Juan A. Uslenghi y Guillermo Watson. Se formaron “comisiones especiales” para informar sobre la situación de las distintas universidades y se avanzó en la elaboración de un programa concreto de acción, que buscó llevar a la práctica las ideas reformistas en la Universidad Nacional del Litoral, a través de la designación, en los primeros meses de 1929, de Del Mazo como Delegado-Interventor de la Facultad de Química Industrial y Agrícola y Guerrero de la Facultad de Ciencias Económicas y Educacionales.

Acomienzos de noviembre de 1928, luego de un largo conflictoen la Facultad de Medicina de Rosario, el gobiernode YrigoyendecretólaIntervención Federal dela Universidad Nacional del Litoral,justificando la medida en la necesidad de que sus organismos docentes respondiesen “al concepto de ejemplificación ética y científica” que había determinado su creación en 1919, al calor de la Reforma Universitaria .Roque A. Izzo fue designado Rector Interventor con amplias potestades y, en los primeros días de abril de 1929, por recomendación de la Federación Universitaria Argentina, Guerrero fue elegido para desempeñar, en la provincia de Entre Ríos, el cargo de Delegado Interventor de la Facultad de Ciencias Económicas y de la Educación, conocida como Facultad de Ciencias de la Educación o, simple-mente, comoFacultad de Paraná, en razón del nombre equivocado que había recibido en la ley de creación aprobada por el Congreso de la Nación en 1922 . El nombramiento de Guerrero estaba avalado por su militancia libertaria en la Liga de Educación Racionalistay su desempeño como Secretario del Colegio Nacional de La Plata durante el rectorado de Taborda, breve período en el que había impulsado novedosas ideas pedagógicas, como la creación de laCompañía Teatral Estudiantil, el Taller de Educación Estética y la peculiar “Exposición del mal gusto”, destinada a exhibir dibujos, fotografíasy maquetas de todas las obras deplorables de la ciudad .

Promediando abril de 1929, con treinta años recién cumplidos, Guerrero tomó posesión del cargo y se abocóde inmediato a una “notable acción reformista”, como habría de destacarCarlos Cossio en un artículo de la revista Nosotros,entendiendo que su gestión como Delegado Interventorera un ejemplo del“sentido concreto” que por fin se estaba dandoal “postulado inicial” de la Reforma de 1918: “la educación filosófica es la cultura integral que se debe hacer dentro de la Universidad para hacerla más del estudiante y más social en forma idealista y nacionalista” . Gran parte de la actividad de Guerrero ha quedado documentada en el Boletín de la UniversidadNacional del Litoral, así como en dos legajos de tapas amarillentas y con manchas de humedadque se han conservado entre sus papeles personales. Esta Memoria, según reza el título de una de las carpetas, contiene originales y copias mecanografiadas de “Ordenanzas de carácter general que irían agregadas a la Memoria” -publicadas en su totalidad en el Boletín- y un “Apéndice” con fotografías delafachada y el interior del edificio de la Facultad de Ciencias de la Educación y la Escuela Normal Anexasobre la vereda Norte de la esquina de las calles Corrientes y Urquiza.

En las páginas siguientes, mi propósito es reconstruir, a partir de estas fuentes y otros documentos contextuales, la gestión normalizadora que Guerrero llevó adelante,como Delegado Interventor de la Facultad de Paraná, hasta el 6 de septiembre de 1930, fecha del golpe de Estado que derrocó a Yrigoyen y condujo al cierre de esta casa de estudios. En la primera parte, examinaréel proyecto de universidadque aspiraba a implementar Guerrero, concentrándome en la reforma del plan de estudios y la renovación del plantel docente, en particular de la Sección de Filosofía, a la que se incorporaron jóvenes filósofos familiarizados con las corrientes de pensamiento europeas (espiritualistas, vitalistas, neoidealistas)que reaccionaban contra el positivismo decimonónico. La segunda parte estará dedicada a analizarsu construcción institucional y,sobre todo,la renovación pedagógica impulsada en la Escuela Normal Anexa a través de la creación del Instituto de Pedagogía. Para concluir,me referiré a los obstáculos con los que tropezó la actuación de Guerrero, dando cuentade su enfrentamiento con el normalismo paranaense y la dirigencia política provincial, alineada con el radicalismo antipersonalista que apoyó la sublevación militar con la que se quebrantó por primera vez el orden constitucional en la Argentina.

La universidad como “Escuela del Saber”

Con el mismo ímpetu reformista que había demostrado como Secretario del Colegio Nacional de La Plata, Guerrero tomó desde el principio decisiones tan profundas como controvertidas. Resuelto a sanear administrativamente la Facultad de Paraná, cesanteó personal docente y no docente sobre el que pesaban graves denuncias de mal desempeño y modificó el presupuesto en pos de otorgar becas de estudio o eximir a los estudiantes más necesitados del pago de los derechos arancelarios . Ordenó la terminación del nuevo edificio de la Facultad y la Escuela Anexa, proyectado por el Ministerio de Obras Públicas de La Nación en 1927, equipó las dependencias con mobiliario y material didáctico y encomendómás tarde su ornamentación al artista español Fernando Arranz, que construyó la fuente de agua y los murales de cerámica con vistas de Paraná y otros paisajes de la Argentina . En el plano académico, sus primeras medidas estuvieron orientadas a desarrollar la investigación a través del Doctorado en Filosofía y reestructurar los Profesorados en Enseñanza Secundaria, Normal y Especial en cinco “secciones” o carreras: Filosofía y Pedagogía, Historia y Geografía, Letras, Lenguas Vivas (Inglés) y Matemática, distribuyendo las asignaturas en dos ciclos: “Materias permanentes (o anuales)” y “Materias rotativas (o bianuales)” .

El primer ciclo del Profesorado en Filosofía y Pedagogía (1º y 2º año) pasó a comprender,como “Materias permanentes” del año inicial, Introducción a los Estudios Filosóficos, Introducción a los Estudios Históricos y un curso deidioma extranjero (francés, inglés o alemán) y, como materias del segundo año, Introducción a los Estudios Literarios, Pedagogía y un nivel superior del idioma extranjero elegido . Las “Materias rotativas” del primer ciclo fueron a su vez reorganizadas en dos bloques con carácter correlativo: en el primer bloque, Psicología I (Elementos de la vida psíquica), Lógica I (Lógica formal), Historia de la Filosofía I (Filosofía griega) y unseminario de Psicología o de Lógica;en el segundo bloque,Psicología II (Estructuras de la vida psíquica), Lógica II (Lógica de las ciencias), Historia de la Filosofía II (Filosofía Medioeval y Moderna prekantiana) y un seminario de Lógica o Psicología . El segundo ciclo (3º y 4º año) comprendía Didáctica General (con observación y práctica de la enseñanza) y Didáctica Especial (con observación y práctica de la enseñanza) como “Materias permanentes” y dos secuencias de “Materias rotativas”: por una parte,Historia de la Filosofía III (Filosofía Moderna postkantiana), Gnoseología y Metafísica, Estética, Sociología, un seminario de Filosofía y uno de Pedagogía; por la otra, Historia de la Filosofía IV (Filosofía Contemporánea),Epistemología, Ética, Organización, Historia de la Educa-ción y un seminario de Filosofía .

Entre agosto y septiembrede 1929, Guerrero llamó a concurso las cátedras y conformó los jurados encargados de “dictaminar sobre los títulos, méritos y pruebas” de los candidatos a ocupar los cargos de profesores titulares y suplentes .Para las asignaturas de filosofía, convocó a Alejandro Korn, Alfredo Franceschi, Francisco Romero, Alberto J. Rodríguez y Juan Manto-vani .Evaluando la competencia de los concursantes no sólo sobre la base del grado universitario y la antigüedad en el ejercicio de la docencia, sino también de “las obras, estudios o especialización en la materia”, conforme a lo estipula-do en los estatutos de la Universidad Nacional del Litoral, el jurado recomendó “por unanimidad” como profesor titular de Introducción a los Estudios Filosóficos y de Ética y Estética a Homero M. Guglielmini, de Lógica y Gnoseología y Metafísica a Vicente Fatone y de Historia de la Filosofía (III y IV) a Ángel Vasallo . A la vez dispuso la realización de “pruebas de competencia” para las cátedras de Psicología e Historia de la Filosofía I y II, consistentes en la elaboración de trabajos monográficos sobre “Interpretación de los fenómenos psíquicos: historia y crítica”, en el primer caso,y sobre “El problema de la naturaleza en el Timeo de Platón y en De rerum natura de Lucrecio Caro”, en el segundo . A finales de noviembre, reunido en la sede de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, el jurado deliberó sobre los escritos presentados y propuso a Vasallo como profesor titular dePsicología,declarando desierto el concurso de Historia de la Filosofía (I y II), cuyo dictado en forma interina quedó a cargo de Juan Ramón César .

Korn, Romero, Mantovani y José Rezzano, figura descollante del magisterio,docente de la Escuela Normal de Profesores “Mariano Acosta” y delegado de la Liga Internacional para la Nueva Educación , integraron el tribunal del concurso de Pedagogía, Didáctica General, Historia de la Educa-ción y Organización Escolar . El jurado del concurso de las cátedras de Filología y Lingüística, que obtuvo Joaquín A. Romero, estuvo conformado por el español Amado Alonso, el dominicano Pedro Henríquez Ureña y el uruguayo Carmelo M. Bonet . El ingeniero José Babini, profesor de la Facultad de Química Industrial de la Universidad Nacional del Litoral y presidente de la Sociedad Científica de Santa Fe, fue evaluador de las secciones de Matemáticas y Geografía . Emilio Ravignani, Ricardo Levene, Mariano de Vedia y Mitre, Carlos Heras y Juan Cánter suscribieron un elogioso dictamen a favor de José Luis Busaniche, miembro de la Junta de Historia y Numismática Americana y de la Societé des Américanistes de París, recomendando su designación como profesor suplente de Historia Argentina en razón del “conocimiento de los problemas parciales y totales de esta disciplina” demostrado en sus trabajos, publicados y en prensa, sobre Estanislao López y el federalismo del Litoral, Rosas en la historia de Santa Fe y la Convención Nacional de 1828 .

Los nombres de los jurados y profesores concursados revelan no sólo la impronta reformista que Guerrero quiso darle desde un principio a su gestión como Delegado Interventor, sino también su mundo de relaciones académicas y personales. La presencia de Babini, discípulo del matemático español Julio Rey Pastor, y de las principales figuras de la llamada “Nueva Escuela Histórica” hablaba de su intención de impulsar una actualización teórico-metodológica en el campo de las humanidades. Juan Mantovani, suplente de Ciencias de la Educación en la Universidad de La Plata y titular de Pedagogía, Piscología y Lógica en la Escuela Normal de Profesores de Buenos Aires, era un referente indiscutido de la modernización pedagógica. Henríquez Ureña, Alonso y Bonet, docentes de gran predicamento en las universidades de Buenos Aires y La Plata, personificaban las nuevas corrientes de la filología, la lingüística y la teoría literaria.Junto a la figura tutelar de Korn, la renovación filosófica estaba representada por Romero, profesor suplente de Gnoseología y Metafísica en Buenos Aires y La Plata, así como por Franceschi y Rodríguez, el primero introductor de la epistemología y la lógica simbólica en la Argentina y el segundo autor de notables trabajos sobre la filosofía jurídica neokantiana, particularmente sobre Rudolf Stammler . Fatone, Vasallo y Guglielminihabían publicado sus primeros ensayos en la revista Inicial, nacida del corazón mismo de la Reforma Universitaria, en la que también habían colaboradoCarlos Cossio, Miguel Ángel Virasoro, Carlos Astrada, Alberto M. Etkin y Julio V. González.

En la matriz filosófica deInicialse combinaban el vitalismo de Ortega y Gasset, el intuicionismo de Henri Bergson, la estética de Benedetto Croce, el neokantismo y el pesimismo de Oswald Spengler .Guglielmini, ex presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y miembro de la mesa directiva del Partido Unión Reformista de Centro Izquierda ,había tomado a su cargo la edición de la revista en abril de 1925, tras el alejamiento de Alfredo Brandán Caraffa, uno de los cofundadores. Bajo su dirección, la publicaciónpasó de una abierta simpatía por el fascismo italiano a la adhesión a posturas latinoamericanistas, indige-nistas y socialistas, que en algunos casos reivindicaban la Revolución rusa.En 1929, cuando Guglielmini fue convocado por Guerrero para ocupar el cargo de profesor titular interino de Introducción a los Estudios Filosóficos, Ética y Estética en la Facultad de Ciencias Económicas y Educacionales, acreditabaun libro sobre el teatro de Luigi Pirandello, junto con una docena de artículos sobre Nietzsche, el jazz, el “estetismo” de Croce,Henri de Montherlant, Hermann Graf Keyserling y José Ingenieros, que serían recopilados en Alma en vida (1930). Políticamente, se hallabapróximo al yrigoyenismo, cuyo derrumbe, sin embargo, habría de saludar como cumplimiento del “vaticinio catastrófico” que había realizadoInicial,sin que fuese en su momento tomado con seriedad: “El 6 de septiembre fue un verdaderobautismo, la muche-dumbre argentina pasó por la prueba lustral del peligro, y el peligro es, en definitiva, el que organiza las decisivas selecciones en los pueblos” .

Guerrero, que habría de versepultada su gestión reformista en Paraná por el golpe de Estado de José Félix Uriburu, le dio la bienvenida a Guglielmini en una ceremonia realizada, en el Salón de Actos de la Facultad de Ciencias Económicas y Educacionales, el 16 de mayo de 1929. En su clase inaugural, titulada “La actitud filosófica” y recopilada al año siguiente en Alma y estilo, Guglielmini invocó a Ortega y Gasset, vocero de un nuevo “renacimiento humanista”, para sostener que Kant se encontraba en el “origen especulativo” del positivismo, que “pretendió desproblematizar lo espiritual” y olvidó que “la suprema finalidad de la filosofía y su última instancia residen en la resolución del problema de nuestra vida” .Al presentar su conferencia y la de Joaquín A. Romero, nuevo profesor titular interino de Lingüística General y Gramática Histórica, Guerrero dio lectura a un breve discurso en el que expuso su propia idea de la universidad y explicó el objeto de su misión como funcionario de la Intervención Federal:

La Facultad de Ciencias de la Educación está hoy de fiesta. Fiesta del trabajo. Celebramos la incorporación a esta alta Casa de Estudios, de dos nuevos profesores, que son ya hoy dos altos valores de la actual renovación de la cultura argentina, y que serán muy pronto, estoy seguro de ello, dos jóvenes maestros que desde las aulas del Paraná difundirán la buena nueva hacia las cuatro direcciones cardinales de nuestra patria.

¿Puede pedirse para una casa de estudios fiesta más augural que la incorporación de dos nuevos profesores e investigadores, cuando por añadidura vienen llenos de fibra argentina y pletóricos de juventud?

Las viejas universidades medioevales, lo sabéis vosotros, se volcaban por entero cuando a su dintorno llegaba un nuevo maestro. En interminables cabalgatas salían profesores y estudiantes a recibirlos llenos de palmas. Lucían todos ellos sus uniformes más vistosos y llevaban los estandartes de mayor estima. Entre fanfarrias y vítores llegaba el Magister hasta el centro de la Universidad, que era el centro mismo de toda la ciudad y que en esos momentos parecía convertirse majestuosamente en el centro de una ideal República de las letras. Ante el rector prestaba solemne juramento, y a su vez los estudiantes proclamaban bien en alto la confianza ilimitada que desde ese instante depositaban en el nuevo guía que habría de conducirlos por los caminos del espíritu.

Muchas veces he contemplado, en las viejas Galerías de Europa, las representaciones históricas de aquellas lejanas ceremonias. Y confieso ingenuamente que ante uno cualquiera de esos cuadros he sentido que mi corazón comprendía más cabalmente lo que la Universidad ha sido y lo que la Universidad debe ser para merecer de nuevo este máximo calificativo de Universitas, que es el Universo del saber, no la triste y mezquina realidad que tantas veces tenemos ante nuestros ojos de profesores sin entusiasmo y de estudiantes sin amor al trabajo, cubiertos todos por la misma opaca burocracia del presupuesto.

Confieso también que en una tradicional Universidad del viejo Continente, cuando sentía añoranzas de mi patria, me iba a recoger en uno de los sillones del Salón de actos, no más grande que éste ni más lujoso, pero cuyas paredes pintadas por entero al fresco mostraban seis grandes escenas de la llegada, precisamente, de un nuevo maestro a la centenaria Casa de Estudios, de un profesor que, según nos cuenta la historia, había padecido persecuciones políticas en otras universidades por el sentido renovador de su cultura, hasta que luego, incorporado al ámbito académico en medio de tanta solemnidad, habría de escribir una de las páginas más brillantes en Historia de esa Casa y habría de llegar a ser uno de los nombres más ilustres en la cultura de su país.

Pero es que entonces, señores, “Maestro” se llamaba, no al que transmitía un conocimiento determinado, al que inculcaba una particular idea, sino pura y simplemente al que asimilaba “magistralmente” el saber, al que asimilándolo con tanta hondura y altura se convertía en una personificación de la Ciencia, en una encarnación de la Sabiduría.

Y discípulo no era entonces el que aprendía tales o cuales lecciones, leía libros o rendía exámenes, no era ni siquiera el que seguí las enseñanzas del Maestro, sino el que tomaba ejemplo de esa postura vital, el que adoptaba pareja actitud ante el Saber y la Vida.

Podía existir concordancia entre las ideas del Maestro y las del discípulo, pero no era jamás la influencia directa y autoritaria del primero sobre el segundo, no era nunca la subordinación espiritual del joven ante el Profesor, sino la postura análoga, la visión común, la actitud ejemplar que el discípulo procuraba asimilarse.

Ambos eran pues igualmente estudiantes, ambos bebían en la misma fuente de la eterna Sabiduría.

Pero todoesto, señores, no pasaría de ser una amable leyenda si en nuestros días se hubiera perdido por completo el culto por la Escuela del Saber y por el Maestro, cuya postura es ese ejemplo viviente para las nuevas generaciones.

¿Pero es que hemos perdido esa tradición como tantas otras? ¿Nuestra época de maquinismo ha acabo ya de triturar los valores humanos, ha apagado todos los rescoldos de la libre personalidad del hombre? Quizás todavía no.

Aún en mis años he presenciado que otra escena de igual significado que aquellas que conmovieron mi espíritu al repasar las hojas o las estampas de las viejas tradiciones universitarias. He visto ante mis propios ojos desfilar a centenares de estudiantes europeos, uniformados según sus usos académicos, acudiendo a la llegada a la ciudad del nuevo maestro. Y he visto al joven profesor entre la doble fila de sus alumnos, que parecían presentarle armas, subir a la tribuna a pronunciar su lección inaugural, mientras millares de personas, toda la ciudad, todos los pueblos cercanos, escuchaban llenos de unción y mientras los padres y las madres de los alumnos (venidos quién sabe de qué distancias de exprofeso para asistir a esa ceremonia) lloraban de emoción porque presentían un nuevo y más alto destino para el hijo de las entrañas, y mientras los chiquillos de todas esas gentes contemplaban atónitos la escena y aprendían así -en ejemplar lección de cosas- a reverenciar el Saber por encima de los otros halagos de este mundo, aprendían así, desde los años más tiernos, que la consagración al espíritu vale más, infinitamente más que el éxito mundano, que el dinero y los negocios, que los triunfos políticos o la nombradía profesional.

Y aún en países de honda vida democrática (poco afectos a conservar las antiguas tradiciones), y aún en nuestro propio continente americano y en el país que llamamos del dólar (donde parecerían haberse quebrado para siempre esos resabios de otras épocas) he presenciado lleno de recogimiento esos actos de incorporación de los nuevos docentes universitarios, esos actos que, junto a los de colación de los nuevos egresados, son los más significativos y los más poblados de augurios que puede realizar una casa de enseñanza.

Sólo entre nosotros -hay que decirlo con amargura- no sentimos este culto por el saber ni por el Maestro de la cultura.

Sin embargo, quizás existía de antiguo. Por lo menos así nos aseguraron siempre nuestros abuelos. Así nos lo relatan las crónicas de la época. Ejemplo de ellos el maestro Sarmiento, cuyo espíritu preside esta reunión.

Había maestros. Había discípulos. Pero nosotros, los huérfanos de nuestra actual generación, no hemos sentido en carne propia ese material afecto que debe provocar la institución universitaria.

Por eso, el movimiento estudiantil de 1918 resultó un nuevo despertar, pareció ser el comienzo de una nueva Universidad. Y todo ello en medio de una época ya hoy histórica para la vida institucional y social del país.

Pareció entonces que se transformarían todas las relaciones entre maestros y educandos al conjuro de los nuevos, de los eternos ideales.

A ese estado de espíritu respondió, como vosotros bien lo sabéis, la fundación de la Universidad del Litoral, que debía ser otro foco más de la cultura nacional, pero también y sobre todo hogar que tenía que ser edificado sobre bases nuevas, de acuerdo a las exigencias del espíritu de nuestro tiempo.

Pero pronto llegaron los años turbios. Litoral. Córdoba. La Plata. Buenos Aires. Cayó el pulso vital de la Universidad Argentina. ¿Es que eran desmedidas las esperanzas que habíamos cifrado en su pronto engrandecimiento? ¿Es que los profesores se apoltronaron, o los estudiantes perdieron la fe en sus conquistas? No es este el lugar ni el momento para dirimir tal asunto.

La Intervención Nacional -de la que me honro en formar parte- ha venido a la Universidad del Litoral a realizar una labor de revisión y renovación. No sólo delos procedimientos directivos y administrativos seguidos hasta ahora, sino también de las orientaciones pedagógicas y culturales de la Universidad, lo que significa en primer lugar una revisión de los Planes de Estudios, del concepto y la finalidad de la enseñanza, y tiene que ser luego una consiguiente renovación de los valores personales que la integran, para que nuevos espíritus impulsen la nueva enseñanza.

El primer acto de esta índole estamos celebrándolo hoy con la incorporación de los profesores Romero y Guglielmini.

No creo necesario hacer el elogio de rigor en estas circunstancias. La capacidad amplia y la honda dedicación que estoy seguro han de demostrar en sus clases y seminarios, hará de ellos muy pronto maestros llenos de afectos y figuras de particular relieve dentro de nuestra vida universitaria .

El Instituto de Pedagogía

Entre las muchas medidas innovadoras que tomó Guerrero, cabe mencionar la resolución fechada el 13 de septiembre de 1929, tendiente desarrollar la “Extensión Universitaria”, uno de los valores más preciados del reformismo. Argumentando que la Facultad de Ciencias de la Educación debía “promover por todos los medios a su alcance las manifestaciones de la cultura, dentro y fuera del ambiente universitario”, Guerrero creó la “Asociación de Cultura Artística de Paraná”, destinada a “fomentar el gusto y sentimiento artísticos, mediante la organización de conferencias especiales, exposiciones, actos musicales y reuniones literarias”. La comisión organizadora quedó integrada por profesores de la casa y reconocidas personalidades del Litoral: Guglielmini, Hugo Calzetti, la profesora de “Lenguas Vivas” María Inés Álvarez , la maestra uruguaya María del Carmen Rodríguez , el epidemiólogo Francisco D. Medus, miembro de la Asociación Médica Argentina, yCasimiro Olmos, profesor de Geografía y ex decano de la Facultad .

Al mismo tiempo, Guerrero ordenó crear el Instituto Bibliográfico, designando como su director primero a Joaquín A. Romero y luego, a partir de 1930, a José Babini . Entre los principales objetivos de este instituto, secontaban la “adquisición de obras”, el acrecentamiento del “material de revistas nacionales y extranjeras”, “la traducción de trabajos destinados a clases y seminarios”, la organización de un “archivo de publicaciones”, la edición de los Anales de la Facultad y la publicación de un “Boletín bibliográfico” . A través de otras resoluciones, Guerrero puso fin al ausentismo docente, fijó criterios para el funcionamiento de las mesas examinadoras, estableció “el contenido y la correlación” de las asignaturas de carácter didáctico y ordenóa los profesores titulares, suplentes o interinos presentar programas de los cursos escritos a máquina, exigiendo quetuvieran “forma analítica”, se correspondieran en su integridad con el dictado y fueran “tan explícitos como convenga para demostrar el sistema y distribución” de los temas, indicando claramente las obras de lectura obligatoria y las de consulta . Impulsó la apertura de una Escuela Nocturna a instancias del Consejo Nacional de Educación , reglamentó los estudios de idiomas extranjeros (francés, inglés y alemán) orientados a la lectura y la traducción de obras científicas y dio satisfacción a demandas del movimiento estudiantil, desdela adscripción de los graduados a una cátedra hasta la “agremiación obligatoria” que debía garantizar la participación de todo el claustro de alumnos en las elecciones del Centro de Estudiantes y de las autoridades de la Facultad.

El 11 de octubre de 1929, Guerrero organizó, por primera vez en la historia de la Facultad, la celebracióndel acto de colación de grados. Amenizada por un quinteto de cuerdas, que interpretó obras de Haydn, Grieg, Beethoven y Mozart, la entrega de diplomas tuvo como oradores principales al Delegado Interventor, José Babini, y a un representante de los graduados . Tras subrayar la importancia institucional de la entrega de diplomas y rendir homenaje a dos egresados recientemente fallecidos, Guerrero formuló una breve reflexión sobre el origen y el significado histórico de esta ceremonia en la Antigua Grecia:

De antiguo compartían maestros y discípulos en las Escuelas del Saber el pan de todos los días. La enseñanza peripatética bajo las frondosas alamedas de la antigüedad o en los austeros claustros conventuales, alternaba plácidamente con todos los restantes menesteres de nuestra humana existencia. Porque solo así puede lograrse la formación de ese núcleo unitario de vivencias que constituyen nuestra personalidad.

Pero en algunos casos el ritmo cuotidiano no cobraba una nota más aguda: eran los alumnos que llegaban o se graduaban, era un maestro que se incorporaba o marchaba del claustro. El paseo por los jardines se volvía entonces más acelerado, la lección -primera o última- cobraba un brillo esplendente y luego, a la hora del crepúsculo, sentados todos alrededor de la mesa, repartíanse los panes de la merienda, los vinos del espíritu y los corazones llenos de afecto.

Una de esas colaciones era particularmente grata: aquella en que los graduandos por última vez se inclinaban a compartir el alimento y la bebida, el cuerpo y el espíritu de la escuela, para marchar después a sus hogares, a países lejanos, a la conquista del mundo.

El tiempo ha ido disolviendo ese ámbito de plenitud humana, disgregando los cuerpos y hasta las tradiciones. El pan de aquella colación de graduandos se ha pulverizado. El vino se ha evaporado. El murmullo de las alamedas se ha convertido en esta música y estos coros. Pero nos queda intacto, de aquella ceremonia, el espíritu, fresco y alerta como el primer día. Ese espíritu que vive en todos nosotros, dispuestos a escuchar la última lección del maestro antes de que suene la hora de la partida .

En lo que concierne a la Escuela Normal Anexa, Guerrero no disimuló su propósito de impulsar una reforma pedagógica profunda. El 17 de agosto de 1929, al presentar en el Salón de Actos de la Facultad a Hugo Calzetti como Director y Clotilde Luder como Regente de la Escuela de Aplicación, brindó un discurso que no fue bien interpretado por gran parte de la comunidad docente de Paraná. Tras recordar que, por espacio de medio siglo, esta primera Escuela Normal argentina, creada por Domingo Faustino Sarmiento, estuvo en las “manos beneméritas” de José María Torres, Alejandro Carbó y Maximio S. Victoria, sostuvo quelas nuevas autoridades no venían sino a dar continuidad a aquella “cruzada de normalismo” que, surgida de Paraná, había terminado “por conquistar a todo el país y aún a todo este hemisferio septentrional”. Venían a “prolongar esa magnífica jornada bajo los nuevos impulsos del espíritu” de la época y a proseguir su tarea:

Vale decir: a evitar todo estancamiento directivo o docente. A corregir todas las desviaciones que, con el transcurso de los acontecimientos, se hallan introducidas en aquellas aspiraciones máximas de nuestros mayores. A levantar una vez más la bandera de la siempre renovada educación argentina, que otrora flameara en lo más alto de este hogar del magisterio nacional.

En tal sentido, esa tarea de continuación es también tarea de progreso. Y esta obra de progreso es asimismo obra de superación.

La más grande ofrenda a nuestros mayores consistirá en trasponer todos los moldes viejos y todos los amaneramientos y todos los conformismos caducos, en marcha siempre adelante, sobre todo en una hora de honda crisis pedagógica como la actual, hacia nuevos horizontes, hasta una escuela cada vez más pura, más grande, más hermosa .

Conestaspalabras, Guerrero entraba de lleno en la disputa que enfrentaba a dos importantes grupos desde la creación de la Facultad: la comunidad docente de Paraná, fuertemente identificada con latradición normalista de la Escuela,y los partidarios de la Reforma Universitaria, que criticaban el modelo educativo positivista y adherían a las corrientes pedagógicas más actuales . Estos últimos reconocían como su mentor a Juan Mantovani, defensor de la “escuela activa”,que perseguía una síntesis de las teorías de Ortega y Gasset, Adolphe Ferrière, John Dewey, Maria Montessori y George Kerschensteiner. Calzetti, aunque se alineaba entonces con Mantovani, se encontraba más próximo de la Jugendkultur de Gustav Wynecken y del “actualismo” pedagógico de Giovanni Gentile . Desde su punto de vista, la pedagogía clásica o “ptolomeica” -como la había llamado al asumir en la Facultad como profesor titular interino de Didáctica-giraba en torno de una “didáctica máxima”, que buscaba “la adaptación al medio”, “la obediencia ciega a los dogmas del magister” y “la subordinación de la escuela a la sociedad” .La pedagogía moderna o “copernicana” oponía a ella una “didáctica mínima” pero “integral”,cuyosprincipios esenciales eran “la superación del ambiente”, “la libertad del educando” y “la autonomía de la escuela” .

Un mes más tarde, confiando en la aplicación de estas ideas modernizadoras, Guerrero designó también a Calzetti director del Instituto de Pedagogía, creado con el propósito de desarrollar “experiencias y ensayos pedagógicos entre los alumnos de la Facultad y la Escuela Normal Anexa y de otros establecimientos de enseñanza”, “aplicar y ensayar distintas clases de ‘tests’”, “disponer la realización de exposiciones de carácter artístico y cultural, audiciones musicales, recitales poéticos, etc., adaptados al interés juvenil”, “organizar y dirigir bibliotecas infantiles y de aula”, proyectar la “cinemato-grafía escolar” y promover visitas a “museos y exposiciones”, “excursiones y viajes de carácter educativo” . Además de estas actividades, el instituto debía celebrar con regularidad “clases, conferencias y cursos, a cargo de profesores argentinos y extranjeros”, programar “ciclos pedagógicos para los maestros del Litoral” tanto como “congresos y asambleas” de profesores y maestros, ocuparse de la adquisición de “publicacionesde carácter general o especial”, promover “la traducción y difusión de obras y trabajos de importancia actual” y editar un “Boletín periódico” .

El primer número del Boletín del Instituto de Pedagogía, dirigido por Calzetti, apareció en mayo de 1930 . En sus páginas iniciales, trasuna nota sobre la “Finalidad” de la publicación, seguida de la “Resolución creando el Instituto de Pedagogía” firmada por Guerrero y la descripción de las “Secciones que lo componen”, se reproducía una entrevista a Mantovani, aparecida originalmente en el diario El Sol de Madrid . Mantovani aducía en ella que el normalismo, más allá de la vasta contribución de muchos “maestros auténticos” al desarrollo de la instrucción pública de la Argentina, prolongaba las ideas educativasdel pensamiento positivista del siglo XIX, superado por las corrientes de la filosofía y la pedagogía más actuales. En su apogeo, afirmaba Mantovani, el normalismo representó el “imperialismo del método” y, con el correr de los años, degeneró “en un artificio, en un dogmatismo y en una ingenuidad: la de un rígido tecnicismo didáctico”, que sofoca “las fuerzas creadoras” del niño y del maestro, convirtiéndolos en máquinas que marchan “sobre rieles preestablecidos e inmutables”.

En un pueblo nuevo como la Argentina, con un afluencia constante de inmigrantes de orígenes tan distintos, Mantovani se mostraba partidario de una “escuela primaria formativa, no meramente informativa”, capazno sólo de resolver el problema del analfabetismo, sino también el de la integración nacional, llevando “a la conciencia del niño ese cúmulo de ideas, sentimientos y creencias que constituyen la base estable de la organización social” . En cuanto a la Reforma de 1918, sostenía que, además de su significado social e institucional,encerraba “un gran contenido pedagógico”, que expresaba el esfuerzo por “convertir la vida universitaria en actividades espontáneas, reflexivas e integrales de la juventud”: a la inversa de la vieja universidad, “que negaba personalidad al estudiante, constantemente sometido a las imposiciones dogmáticas de la cátedra”, el movimiento reformistahabía aspirado a “dar a cada joven la libertad suficiente para que en la investigación y en el estudio” pudiera manifestar “las fuerzas originales de su mentalidad” y transformarse en “un ser activo, creador de su cultura, no mero receptor de la elaborada por otros, o simple imitador de la ajena” .

En el siguiente texto del Boletín del Instituto de Pedagogía, Calzetti exponía los lineamientos fundamentales de “La reforma de la Escuela Normal” propuesta al Delegado Interventor de la Facultad . El proyecto partía de “la necesidad de convertir lavieja Escuela Normal -baluarte del fenecido positivismo pedagógico de la pasada centuria- en una nueva Escuela de Pedagogía, órgano universitario que permita ir realizando las admirables conquistas de la técnica educativa de nuestra época” . Citando a Ortega y Gasset, Wynecken y Ellen Kelly, Calzetti sostenía que la transformación del establecimiento buscaba no sólo jerarquizar a los miembros de suclaustro docente y sus estudiantes, confiriendo a la carrera docente una “categoría universitaria” como en los países culturalmente más avanzados, sino también dar respuesta a la exigencia de los nuevos tiempos, brindando al educador una formaciónhumanista que lo hiciera apto “para comprender -y sentir- las palpitaciones de la hora que vive” . Así, luego deexaminar los problemas específicos dela Escuela Normal y a la luz de las modernas orientaciones pedagógicas, Calzetti manifestaba su intención de entrelazar en su proyecto de reforma dos grandes directrices que, hasta el momento, habían marchado separadas: “una biológica e individual, que reconoce en la edad juvenil la existencia de caracteres propios: otra deontológica o social, que asigna a la obra de laeducación un valor de superación de las condiciones vitales contemporáneas del organismo de la sociedad” .

Trazando el “cuadro ideal de un sistema perfecto de educación”, Calzetti afirmaba que, para promover “el desarrollo integral y armónico de la personalidad juvenil” en un “régimen de libertad”, la escuela nueva debería gozar de “autonomía económica y espiritual” y ser un verdadero “laboratorio de pedagogía”, en el que se ensayasen métodos teóricos y prácticos de enseñanza . En el plano organizativo, tendría que“ser un internado” y “estar ubicada en la campaña, no lejos de las ciudades”, conformando “una verdadera comunidad juvenil”, donde los niños ya no fueran objetos pasivos de una enseñanza concebida como instrucción en determinadas áreas del conocimiento,sino sujetos activos de un proceso formativo integral, basado en las cuatro dimensiones de la personalidad humana: la educación intelectual, la educación estética, la educación manual y física y la educación moral y social . Para aspirar a la realización de este ideal educativo, afirmaba Calzetti, la Escuela Normal debería tener ante todo un nombre adecuado: “la escuela encargada de hacer docentes es una escuela de maestros, un Teacher’s College: una escuela de pedagogía” . La primera reforma, por tanto, sería darle a la educación impartida “una orientación filosófica”, sin reducir la pedagogía a la filosofía, como Giovanni Gentile, sino partiendo de la idea de que la pedagogía es principalmente una técnica que “tiene como punto de partida la psicología y como meta la ética” .

A este cambio de perspectiva debería seguir la implementación de una “didáctica mínima”, que redujera la pedagogía normativa a su mínima expresión y favoreciera la “integralidad” del proceso educativo, entendida “no como una suma de las diversas aptitudes que radican en el ser humano, sino como un complejo homogéneo de todas ellas” . Con este propósito, la educación tendría que apuntar a la “polibifurcación progresiva de las disciplinas”, el “estudio relacionado de las materias”, “el orden genético en la presentación de los contenidos”, “la enseñanza de lenguas extranjeras”, la potenciación recíproca delos saberes adquiridos en las diversas asignaturas, la introducción del “autogobierno escolar” como parte de la educación moral,la sustitución del examen por “una serie de pruebas capaces de demostrar el grado de adelanto alcanzado por el educando”, la promoción de la autoenseñanza y la complementación entre el hogar y la escuela . A continuación, se presentaba el “Nuevo plan de estudios” y el “Nuevo Reglamento” del Instituto de Pedagogía, donde se definía su finalidad, organización académica y administrativa,funciones del Director y del Regente, del claustro de profesores, del Centro de Estudiantes y de la Asociación de Padres, las condiciones de ingreso y promoción, el régimen de asistencias, licencias y nombramiento de personal .

El fin de la Intervención Federal

La reforma de la Escuela Normal generó una gran resistencia. En una provincia dominada por la Unión Cívica Radical Antipersonalista, abiertamente hostil al gobierno Nacional, no sólo debió enfrentar la oposición de una parte considerable de la comunidad educativa paranaense, sino también el hostigamiento de la dirigencia política entrerriana, que consideraba ilegal la Intervención. Un sector del normalismo encabezado por Maximio S. Victoria, aunque en un principio había apoyado la incorporación de la Escuela a la Facultad de Ciencias de la Educación por entender que representaba una jerarquización de la actividad docente, rechazaba con tenacidad la creación del Instituto Pedagógico y las ideas reformistas de Guerrero . Por su parte, El Diario de Paraná, órgano oficioso del régimen provincial de Eduardo Laurencena, lanzó una campaña contra la “gestión del irigoyenismo” en la Facultad, acusándola de funcionar como un “tribunal inquisidor”, que amañaba los concursos para desplazar a los profesores de Paraná y poner en su lugar a jóvenes porteños que carecían de antecedentes.

En el curso de los meses siguientes, explotandoel deterioro progresivo de la imagen del gobierno de Yrigoyen, al que los más influyentesperiódicos nacionalescalificabande despótico, inepto y corrupto, El Diario llamó a los estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Educación, que hasta ese momento habían asistido “indiferentes al proceso de descomposición”,arebelarse de una vez por todas contra el “régimen de concupiscencia” implantado por los “advenedizos y usurpadores” y“evitar el desprestigio definitivo e insalvable de la educación superior” . Guerrero fueacusado de haber desarrollado un “largo trabajo subversivo”, que alentó las prácticas comiteriles, y sembró la “anarquía”,conduciendo a la Facultad a un “estado de desquicio”, mientras que el Director de la Escuela Normal, blanco predilecto de los ataques del normalismo, fue responsabilizado, entre otras cosas, de instaurar en el Departamento de Primaria un mecanismo de promoción “inadecuado, injusto y absurdo”, justa y razonablemente rechazado por “los padres de familia que envían a sus hijos a la escuela para que se instruyan y eduquen, y no para que sean tomados como sujetos de una experiencia presuntuosa, con olvido de las finalidades que el Estado se propone al crear y mantener establecimientos donde se desbaste la noble y sagrada arcilla infantil” . Golpeado por las críticas, Calzetti se vio forzado a pedir licenciaen junio de 1930 y renunció, dos meses después, siendo reemplazado por Antonio Serrano, fundador del Museo Escolar Central de Paraná y profesor de Prehistoria y Arqueología Americana .

José Babini era uno de los pocos profesores locales que “veía con buenos ojos” la Intervención Federal, a la que había respaldado no sólo integrando los jurados de los concursos docentes, sino también brindando, en octubre de 1929, un discurso en el primer acto de colación de grados en el que tomó como tema “la posibilidad del docente de iniciarse en la investigación científica” .Evocando años más tarde el clima de tensión que se vivía en la Facultad de Paraná, Babini diría que el creciente malestar político contra Yrigoyen vino a conjugarse con “la falta de simpatía que traía aparejada la tendencia filosófica de Guerrero, que se encontró con la oposición de los positivistas y de los científicos”, cuyo desconocimiento de las nuevas corrientes de pensamiento era absoluto . Guerrero había renovado la Sección de Filosofía, incorporando“tres figuras nuevas, dos de las cuales fueron de lo más importante de la filosofía argentina: Vicente Fatone, Ángel Vasallo y Homero Guglielmini” . En su clase inaugural sobre “La idea del tiempo en la teoría del conocimiento”, el primero de ellos había puesto su curso bajo la “advocación” de Alejandro Korn, señalando que la sola articulación de su nombre en esa casa de estudios significaba “una integral declaración de propósitos”, lo que sin duda no había caído bien a “los oídos positivistas” .

A finales de junio de 1930, mientras la Intervención de la Facultad de Ciencias de la Educación era jaqueada por las críticas del normalismo y las denuncias de la prensa antiyrigoyenista,Guerrero convocó a elecciones de autoridades, con el propósito de completar la tarea de normalización. En primer término, se eligieron los miembros de la Comisión Directiva del Centro de Estudiantes (presidente, vicepresidente, secretario, tesorero y cinco voca-les) .Una vez constituido el Centro, tuvo lugar el “comicio primario” del claustro estudiantil, del que surgieron doce electores: cuatro de segundo año, cinco de tercero, dos de cuarto y de los cursos de correlación y uno de los cursos doctorales .Para finalizar, se celebró el “comicio mixto”, en el que sufragaron, además de los representantes estudiantiles, un total de veinticinco profesores .En una votación pareja, que los estudiantes inclinaron a favor de los candidatos reformistas, Babini fue ungido decano, mientras que José Imbelloni y Casimiro Olmos resultaron electos delegados al Consejo Superior y Celia O. de Montoya, José Adam Blanda, Joaquín Frengüelli, Francisco Pingsdorf, Vicente Fatone, José Serrano, Ángel Vasallo, Joaquín A. Romero y Homero M. Guglielmini fueron nombrados Consejeros .Buscando impugnar todo el proceso eleccionario, la oposición denunció una supuesta coacción ejercida sobre el estudiantado por “agentes políticos” que respondían al Delegado Interventor .

Yrigoyen fue derrocado apenas un mes y medio después.Sin margen político para cumplir en tiempo y forma con la transición, Guerrero atinó a entregar el gobierno de la Facultad al decano electo el 6 de septiembre de 1930 por la tarde, “mientras aún volaban sobre Buenos Aires los últimos aviones rebeldes” que habíanparticipado del alzamientodel general José Félix Uriburu, recordaría Babini .Luego del golpe de Estado, El Diario publicó un extenso “Memorial”, elevado por un grupo de profesores de Paraná al Consejo Superior de la Universidad Nacional del Litoral, en el que se enumeraban las arbitrarie-dades que,en su opinión, había cometido el Delegado Interventor, a quien atribuían haber declarado públicamente, al asumir su cargo, que los docentes locales se habían “apoltronado en el panorama gris del presupuesto” y que era necesario “renovar valores” . El documento cuestionaba la modificación del plan de estudios y los criterios de los concursos (particularmente,los ganados por Guglielmini, Vasallo, Fatone, Calzetti, Riquelme, Serrano y Juan Ramón)ydenunciaba, sin ofrecer pruebas,no sólo maniobras fraudulentas en las elecciones deautoridades de la Facultad, sino también mala administración del presupuesto y gastos superfluos en materia de “una supuesta extensión Universitaria” . A manera de conclusión, solicitaba “la anulación de toda la obra realizada por la Intervención Federal en esta Facultad para retrotraer las cosas al momento de la llegada de dicha intervención, por tratarse de una obra ilegal, violenta y atentatoria a derechos bien adquiridos por el profesorado antiguo de la casa” .

Tildado de ser el “único funcionario yrigoyenista no depuesto”, Babini sólo pudo resistir por unos meses los embates de las autoridades de la provincia de Entre Ríos, aliadas del movimiento revolucionario . Dando satisfacción a sus demandas, el gobierno provisional de Uriburu declaró, a comienzos de 1931, una nueva Intervención, que recayó exclusivamente sobre la Facultad de Paraná. La tarea fueencomendada a Maximio S. Victoria, “que entró como general victorioso” . 1 Exoneró a los profesores concursados, disolvió el Instituto de Pedagogía y anuló el convenio por el cualla Escuela Normal se había incorporado a la Facultad, creando en su reemplazo la Escuela Normal Superior “José María Torres”, que buscaba emular el modelo de laÉcole Normale Supérieure de París. En 1932, bajo la presidencia de Agustín P. Justo, un artículo de la Ley de Presupuesto dispuso finalmente la supresión de la Facultad de la Ciencias Económicas y Educacionales, que sólo volvió a abrir sus puertas en 1951,como “Sección de Ciencias de la Educación”, en un marco normativo que desestimaba los principios de la Reforma Universitaria que Guerrero había intentado poner en práctica .

Material suplementario
Referencias
1 Roque A. Izzo, “Aprobación del plan de estudios proyectado para la Facultad de Ciencias Económicas y Educacionales” (Santa Fe, 17 de junio de 1929) , BUNL, III:
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