Recepción: 13 Julio 2017
Aprobación: 10 Octubre 2017
Resumen: El presente estudio de tipo cualitativo tuvo como objetivo comprender la construcción social de la violencia en adolescentes víctimas de trata con fines delictivos. Se realizaron cuatro historias de vida, las cuales fueron analizadas a través del método hermenéutico dialéctico. Los resultados despliegan tres categorías principales relacionadas con la historia social, la historia familiar y la historia personal. Las adolescentes han sido partícipes de un contexto social y familiar violento, trabajo infantil, violencia familiar, precariedad socioeconómica y violencia de género, de modo que la construcción social de la violencia es un elemento determinante en la vulnerabilidad a la trata.
Palabras clave: Construcción social, Violencia, Víctimas, Trata.
Abstract: This qualitative work aimed to understand the social construction of violence in adolescents victims of trafficking for criminal purposes. Four life histories were made, which were analyzed through the dialectical hermeneutic method. The results show three main categories related to social history, family history and personal history. Adolescents have been participants in a violent social and family context, child labor, family violence, socioeconomic precariousness and gender violence, so that the social construction of violence is a determining factor in vulnerability to trafficking.
Keywords: Social construction, Violence, Victims, Trafficking.
1. INTRODUCCIÓN
A lo largo de la historia de América Latina, encontramos una generalidad en las formas de opresión a quienes se consideraban más débiles o inferiores en relación al poder que se ejercía en Europa desde finales del siglo XV. La esclavitud es una forma de dominación en la cual el sujeto es visto como “mano de obra”, y por tanto manipulado con fines utilitarios.
El uso de personas para el trabajo del campo, la servidumbre forzada e inclusive, la esclavitud sexual, parten de una lógica en la cual dominar al otro, constituye una ganancia económica para quien ejerce el poder, garantizándole una disminución en los costos y realizando una inversión mínima en su manutención.
En la contemporaneidad la trata de personas se ha posicionado como una de las nuevas formas de esclavitud, es una problemática global multicausal, que se relaciona estrechamente con redes internacionales de delincuencia y con la migración, forzada o voluntaria. La comunidad nacional e internacional la califica como una grave violación a los derechos humanos fundamentales. En el Ecuador, sus dinámicas son diversas pues se han detectado casos de trata interna y externa. Esto indica que pese a que en el año 1851 el general José María Urbina expidiese un decreto para liberar a los esclavos, nuevas formas de dominación han continuado operando (HURTADO, 2009: Pág. 23)
La Organización de las Naciones Unidas realizó un estudio cualitativo en 2011 sobre la trata de personas en el Ecuador, donde se explicita la importancia de este país como lugar de origen, tránsito y retorno de distintos flujos migratorios, lo cual se relaciona con el aumento de la incidencia del delito de trata en el país.
En el estudio citado se ha determinado que sólo se registran los casos denunciados, que representan una pequeña parte de toda esta problemática. Adicionalmente, se judicializan principalmente los casos que afectan a niños, niñas y adolescentes, y en algunas ocasiones se confunde la trata con otros delitos como la corrupción de menores, el tráfico de migrantes, la violación sexual, entre otros. Asimismo, las estadísticas oficiales pocas veces están desagregadas en diversas variantes (como sexo, edad, nacionalidad, modalidad de la trata, lugar de explotación, etc.).
Para comprender suficientemente la trata de personas, debemos asociarla directamente a los fenómenos migratorios históricos propios de cada región. En tal sentido, en el Estudio sobre el estado de la Trata de Personas en el Ecuador (ONU, 2011), se registra que entre enero del año 2000 y diciembre del año 2008, el saldo migratorio de personas extranjeras en el Ecuador fue de 1 268512. Según la misma fuente, los países con mayor incidencia en saldos migratorios en Ecuador para esa fecha eran: Colombia, Perú, Estados Unidos, China, España y Cuba, en ese orden.
En cuanto a la población refugiada, Ecuador se ha constituido en América Latina, como el primer país de acogida, especialmente para los refugiados de nacionalidad colombiana. Según el Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (2002), existían asentadas en el Ecuador un 91,6% de personas colombianas en necesidad de protección internacional. En la actualidad no existen datos oficiales relacionados.
El Ecuador establece tres elementos constitutivos de la trata de personas, a saber la acción que incluye la captación, el transporte, el traslado, acogida o recepción; los medios que incluyen la amenaza o el uso de la fuerza, la coacción, el rapto, el fraude, el engaño, el abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión de pagos o beneficios a una persona que tenga autoridad sobre la víctima y por último la finalidad de explotación, que incluye la prostitución, la explotación sexual, los trabajos forzados, la esclavitud o prácticas análogas a ella y la extracción de órganos. (ONU, 2011: Pág. 11).
Cuando la trata tiene fines delictivos, las víctimas son utilizadas por grupos criminales para realizar actividades como el robo, sicariato, lavado de dinero y/o el transporte o venta de estupefacientes. Las principales víctimas suelen ser niñas, niños, adolescentes mujeres embarazadas o personas de la tercera edad, quienes, en última instancia son realmente las expuestas y ponen en peligro su libertad e integridad física (PICARELLI, 2006: Pág. 4).
Pese a que ha existido un creciente interés por el fenómeno de la trata, existe un vasto campo de estudios que ha sido poco explorado y que se relaciona con la participación de la víctima en la violencia que la implica y somete. Es así como, por la complejidad del fenómeno, resulta necesario hacer énfasis en la explotación desde una perspectiva intergeneracional, misma que implica asumir que las figuras importantes que transmiten la vivencia familiar, contribuyen a la construcción que el sujeto realiza de la violencia, las formas de aproximación a ésta y los límites que es capaz de tolerar.
Esta llamada construcción social parte de la idea de realidad como una cualidad propia de los fenómenos que se reconocen como independientes de la voluntad del individuo, es decir, fuera o más allá de él. Es así como los fenómenos de la realidad se presentan dispuestos de antemano en pautas que parecen independientes de la aprehensión del sujeto y que se le imponen.
Así, la sociedad se entiende en términos de un continuo proceso dialéctico según BERGER y LUCKMANN (2001), donde el sujeto internaliza como realidad objetiva su propio ser y el mundo social en que se encuentra, externalizando así el modo en que percibe dicha realidad. De tal modo, estar en sociedad significa participar en su dialéctica.
El sujeto entonces, construye realidades sobre los fenómenos a partir de su subjetividad, y es así como delinea la vivencia de la violencia al entenderla, vivirla e interpretarla desde una comprensión establecida a nivel social y familiar.
La historia de vida de cada sujeto representa en esta investigación la forma predilecta de aproximación al modo en que han construido la violencia, situación que se relaciona directamente con la vivencia de la trata y también con la capacidad posterior de reorientar el sentido de sus vidas.
Así, la pregunta de investigación está dirigida a comprender la construcción social de la violencia en víctimas de trata con fines delictivos, en función de identificar los elementos y consecuencias psíquicas de dicha construcción.
2. MÉTODO
2.1 Participantes
Para la elección de las informantes claves se realizó un acercamiento intencional a cuatro jóvenes, con edades comprendidas entre 15 y 17 años de edad, dos de ellas de nacionalidad ecuatoriana y las otras dos, de nacionalidad colombiana, todas usuarias de un programa de acogimiento institucional al que fueron remitidas por organismos del Estado, debido a su condición de víctimas de trata con fines delictivos por parte de grupos armados, habiendo sido explotadas laboralmente en la venta de drogas, espionaje y enfrentamientos armados. En todos los casos existió trata interna y externa, a partir de la movilización de las adolescentes entre Ecuador y Colombia.
2.2. Procedimiento para la recolección de los datos
Para la recolección de los datos se utilizaron las historias de vida, instrumento que se focaliza en el relato de la experiencia personal de cada informante, de este modo tiene el carácter de una historia oral con enfoque biográfico. Según Martínez (2006), el método consiste en que el informante relate su vida al investigador, quien de ese discurso autobiográfico extrae información para la construcción de los datos de su trabajo sobre un tema específico. De manera que la historia de vida no pueda esquematizarse en un patrón fijo, sino que deba adaptarse a cada caso específico, a cada vida y a cada objeto de estudio.
2.3. Método para la interpretación de los resultados
Para la interpretación de los datos recabados a partir de las historias de vida, se utilizó el método hermenéutico-dialéctico, que consiste en la interpretación de los discursos o diálogos de las personas individualmente. Para MARTÍNEZ (1998) el método hermenéutico es aquel que consciente o inconscientemente todo investigador usa en cualquier momento, ya que la dinámica mental humana naturalmente busca observar y otorgar significados. La interpretación se realiza estudiando el sentido que brinda el sujeto a sus palabras, acciones e historia. CASILIMAS (1999) explica que debe describirse la experiencia sin acudir a explicaciones casuales. El mismo autor asigna los siguientes pasos para el proceso metodológico, mismos que se llevaron a cabo en la presente investigación: intuición, análisis, descripción, observación, exploración en la conciencia, suspensión de las creencias e interpretación de los significados ocultos o encubiertos.
2.4 Categorización
Las verdaderas categorías que conceptualizan a la realidad deben emerger del estudio de la información que se recoja, al realizar este proceso, cuando se analicen, comparen y contrasten (MARTÍNEZ, 2006: Pág. 43).
En el presente estudio, el proceso se realizó de esta manera:
-Se transcribió detalladamente la información recogida en las historias de vida de las participantes, colocando nombres ficticios a cada relato de las participantes, permitiendo identificarlas de manera diferenciada.
-Luego se transformó el texto a categorías más simples; tomando en cuenta las ideas convergentes y divergentes determinantes de la realidad de las participantes y convirtiéndolas en unidades temáticas que expresan una idea o un concepto central.
-Las categorías presentes dentro de las historias de vida fueron seleccionadas a través de un análisis interactivo, realizado por el grupo investigador.
3. RESULTADOS
En el presente estudio, a partir del análisis de las historias de vida de las participantes, se pudieron evidenciar tres elementos relacionados a la construcción de la violencia, a saber: la historia social, la historia familiar y la historia personal; los cuales se aproximan entre sí a partir de significados que se evidencian en la narrativa de las adolescentes, vinculándose a las situaciones de riesgo a las que fueron sometidas durante la trata con fines delictivos.
3.1 Historia Social
3.1.1. Contexto social violento
Las adolescentes historiadas vivieron en un entorno de violencia social, sometidas a situaciones de estrés en donde se han visto amenazadas sus vidas y las de sus familias. Esta violencia en principio es cotidiana, naturalizada, dirigida a todos por igual; aquellos que viven en una zona determinada están constantemente expuestos a posibles agresiones e incluso a la muerte: “Mi barrio Panorama es zona roja ya que por la noche salen muchas pandillas y disparan a todo el que esté fuera de su casa por ende hay toque de queda en mi barrio” (Participante 1). Así, las informantes son, desde niñas, partícipes de un contexto donde impera el temor, donde todos ocupan el lugar de víctimas, y donde todos son igualmente vulnerables.
3.1.2 El trabajo infantil como forma temprana de sometimiento
Las jóvenes que participaron como sujetos de investigación estuvieron sometidas a situaciones de trabajo infantil, lo que fundamentalmente se asocia a la compleja situación socioeconómica de sus familias: “Trabajaba junto a mi abuela vendiendo minutos y refrescos en las fiestas de mi barrio” (Participante Nro. 4).
Estos antecedentes de trabajo infantil someten a las niñas a la vida de calle y demarcan la vía a través de la cual posteriormente son manipuladas por los grupos armados para la comercialización de drogas, por lo cual recibían remuneraciones económicas. Esta dinámica las ataba más a los tratantes y no les permitía desvincularse de la situación de violencia. La participante Nro. 3 explica al respecto: “Nos poníamos en fila y recibíamos un paquete de diferentes drogas, la orden era de distribuir a todos los barrios que les corresponde a ellos, luego de trabajar regresaba a la corporación a la madrugada y nadie se daba cuenta de mis frecuentes salidas”.
3.1.3 De la venta al consumo de drogas
Las jóvenes participantes de la investigación fueron obligadas a vender drogas por parte de sus parejas, amigos y otros individuos pertenecientes a grupos armados. Todos estos personajes de su historia de vida, guardan cercanía a sus domicilios, familias y grupos sociales que frecuentaban. La posibilidad del consumo de drogas, además de su distribución, estuvo presente desde edades tempranas como modo de relación y pertenencia a un grupo, pero también como un medio de separación temporal de la realidad violenta y sus estragos psicológicos: “Me llevaron a Medellín donde viví las experiencias más violentas y trágicas que nunca pensé vivirlas, he consumido algunas clases de drogas por la ansiedad y depresión que sentía en aquellos momentos.” (Participante Nro. 2).En las historias de vida realizadas se evidencia el inicio temprano del consumo de estupefacientes, relacionado con la vida en calle. Esto se enlaza en cada historia de vida con el forzamiento posterior de las jóvenes a la distribución de estos tóxicos fuera del territorio nacional, desde Colombia hacia el Ecuador, o viceversa (trata externa); así como también a nivel interprovincial, entre departamentos, o cantones (trata interna).
3.2. Historia Familiar
3.2.1. Violencia como transmisora de patrones de dominación
En las adolescentes historiadas se observa la presencia de violencia desde la primera infancia, existiendo especiales formas de violencia de género e intrafamiliar, pues provienen de hogares en los cuales a las mujeres se les impide el libre ejercicio de sus derechos y donde los mismos son vulnerados. Igualmente, en las familias, la resolución de problemáticas adopta siempre formas violentas, no sólo a nivel psicológico, sino también físico. La participante Nro. 1 expresa: “En año nuevo escuché unos gritos que venían del cuarto de mi madre, me acerqué a ver lo que sucedía y vi a mi padrastro pegando a mi madre con un palo”. La violencia forma parte de las narrativas familiares, del modo en que se construye el mundo, las relaciones e inclusive el amor: “Mi madre me había comentado que mi padre intentó apuñalarla con una tijera en el cuello” (Participante Nro. 2). Esto signa la naturalización de la violencia que realizan las jóvenes participantes y la atribución positiva que puede presentar un sujeto en posición de agresor, por mantener también un vínculo afectivo con los agredidos.
3.2.2. Fracaso escolar en un contexto familiar violento
Los sujetos de investigación han tenido a lo largo de su historia de vida dificultades académicas como bajas calificaciones, cursos repetidos o perdidos, evasiones en la institución educativa y abandono escolar. Esta desvinculación de lo académico se observa también en la historia familiar y guarda relación con la de privación cultural, las carencias económicas y afectivas vividas por las participantes; así como las situaciones violentas a las que han sido sometidas. Las participantes sustituían la vida escolar por la vida de calle, lo cual derivaba comúnmente en nuevas agresiones por parte de sus padres. “Yo tenía la costumbre de salir de mi casa o escaparme del colegio para irme a vender cosas con mis amigos.” (Participante Nro. 2).El empuje hacia la vida de calle surge a partir de un malestar con la vivencia de hogar y de una construcción del futuro poco asociada a la vida profesional, y más bien, relacionada a la precariedad de los vínculos familiares y sociales que ya les eran conocidos.
3.3. Historia Personal
3.3.1. Las mentiras como defensa
Los sujetos de investigación explican su uso de las mentiras, como elemento que les genera beneficios específicos ante las autoridades y sus familiares; y que de igual modo, les salva de no caer en situaciones de mayor violencia o sometimiento, así como de ser capturadas por organismos de regulación de las actividades ilícitas de las que han sido parte. La participante Nro. 1 explica que, al llegar al nuevo país se vio en la necesidad de mentir: “Por la mañana me dirigí donde los policías para solicitar ayuda y les mencioné que soy de Pasto y que no tengo familia”. (Participante Nro. 3).
Las mentiras constituyen también una defensa, una forma pasiva de violentar al otro que les somete, les agrede, les apresa y les humilla. Son parte de la construcción de su identidad y funcionan como soporte de la misma y como modo de protección ante unas relaciones interpersonales avasallantes.
3.3.2. Parejas violentas
Las participantes expresan en sus elecciones de pareja, el sometimiento al que han estado expuestas dentro de sus hogares, en tal sentido la elección de pareja se estructura como una repetición de un patrón de sometimiento previo e instaurado como natural.
En las historias de vida se evidencia el modo en que las relaciones de pareja son, en primera instancia, utilizadas como una vía para liberarse de la pobreza y de la violencia familiar. Sin embargo, con el transcurrir de las relaciones de pareja, las adolescentes caen presas de nuevas formas de agresividad y dominación. Es así como su construcción del amor se enlaza a la aceptación de la violencia como expresión del mismo: “Yo hacía lo que él me decía porque lo quería”, dice la participante Nro. 3 en referencia a su pareja sentimental, quien a su vez era el individuo tratante. Para estas jóvenes es imperiosa la necesidad de exponerse y admitir la violencia de otros, a cambio de ser amadas y protegidas: “Mi hija tiene suerte de tener un padre que le de todo lo que necesita, aunque sea mafioso”, expresa la misma participante. Es significativa la construcción del padre como amoroso, y también violento en la misma participante, elemento que se observa en las cuatro historias de vida y que comporta un hallazgo significativo dentro de la investigación.
3.3.3. La trata como consecuencia
En la historia personal de las adolescentes que formaron parte de la investigación existen elementos que las colocan en posición de mayor vulnerabilidad ante la trata, y que están relacionados con su contexto familiar, las condiciones socioeconómicas en las que han vivido, así como su construcción de sí mismas ante la violencia.
Puede entonces decirse que la trata es una de las consecuencias posibles de la victimización del sujeto. El lugar de víctima y el sometimiento del otro resulta una opción forzada de vida, para estas adolescentes. De ahí que todas ellas, en sus discursos, hagan referencia a ésta, como su única opción: “Me tocó pues…me tocó así” (Participante Nro. 1), “Tenía que ponerme en eso” (Participante Nro. 2), “En mi familia no estaba fácil, hay veces que es mejor independizarse como sea” (Participante Nro. 3).
El “como sea”, da lugar a la violencia del otro como posible, lo cual resulta paradójico puesto que la barrera al caos familiar y social, es operada justamente por personajes que someten a las adolescentes, a otras formas de vida también caóticas.
4. DISCUSIÓN
Se realizaron cuatro historias de vida y se analizaron a través del método hermenéutico dialéctico. Los resultados despliegan tres categorías principales relacionadas con la historia social, la historia familiar y la historia personal. Las adolescentes han sido partícipes de un contexto social y familiar violento, trabajo infantil, violencia familiar, precariedad socioeconómica y violencia de género, de modo que la construcción social de la violencia es un elemento determinante en la vulnerabilidad a la trata. Esta construcción social de la violencia se relaciona con la visión naturalizada de la primacía del hombre en la sociedad, y también, en estos casos, con la vulnerabilidad de las niñas y mujeres frente a esta figura. En un estudio realizado por VERA, PALACIO, MAYA y HOLGADO (2015), titulado identidad social y procesos de adaptación de niños víctimas de violencia política en Colombia, se afirma que dentro de las principales consecuencias sociales se encuentra la violación reiterada a los derechos humanos de la población infantil, la cual se estima en un 54% del total de la población desplazada. Una de las problemáticas principales señaladas en relación a la infancia en Colombia, se asocia precisamente a la exposición al trabajo forzado, siendo una de estas formas la de la trata.
Asociamos también la victimización de las jóvenes entrevistadas a la exposición de la que son objeto por el hecho de ser mujeres, dentro de un sistema patriarcal. A este respecto, SALAS (2016) explicita que el sistema patriarcal como tal rige todas las dimensiones de la vida subjetiva y social de los seres humanos, su alcance se concreta en el tipo de relaciones desiguales de poder y acceso al mismo; socava vidas por la violación u omisión de derechos humanos y, además, bajo una organización de exclusión y violencia generalizada espera y exige comportamientos dirigidos a juzgar, bajo parámetros verticales, no sólo por género, sino también por edad, clase social o etnia. No obstante es importante destacar el hecho de que en la presente investigación, aunque la visión de género es transversal, no es el único elemento que entra en juego en nuestro análisis, y que más bien planteamos un enfoque construccionista de la problemática expresada, a saber, que las adolescentes víctimas de violencia bajo la modalidad de trata, han sido vulnerables a esta forma de dominación debido a múltiples factores, entre ellos la violencia intrafamiliar, las condiciones socioeconómicas y la impunidad social contra quienes cometen el crimen de la trata, en este caso con fines delictivos.
Entre estos elementos, es destacable la pobreza y el consecuente trabajo infantil constituye una categoría de análisis significativa en la posibilidad de trata, debido a la conexión entre el delito y la vida de calle, elemento que en los casos estudiados, ya estaba presente desde antes. Las jóvenes iniciaron su contacto con los códigos de comportamiento, el lenguaje y la violencia propios de la calle a temprana edad, empujadas por las vivencias de violencia en el hogar. A este respecto según reporta el Observatorio Social del Ecuador (2016), el 44% de los niños y niñas de entre 5 y 17 años había sido objeto de respuestas violentas por parte de sus padres en el hogar ante el cometimiento de alguna falta o no obediencia. Esto implica un incremento de 9 puntos porcentuales en el indicador, comparado con el 2000, y un estancamiento respecto al 2004. Coincidimos así con FRAGOZA (2012), cuando plantea que el trabajo infantil debe estudiarse no sólo en relación a los efectos que la actividad laboral genera en los niños trabajadores, sino también al contexto social y familiar en que tal actividad se lleva a cabo.
La construcción de la violencia es un hecho transgeneracional, por lo cual las situaciones a las que han estado expuestos los distintos miembros de una familia desde niños y niñas, contribuirá de manera fundamental, a los procesos de enseñanza y aprendizaje, transmisión y reproducción de patrones y normas violentas, en las futuras y distintas generaciones.
En relación con esta transmisión, nuestro estudio se enlaza con una investigación realizada por PULIDO, CASTRO, PEÑA y ARIZA (2013), acerca de las Pautas, creencias y prácticas de crianza relacionadas con el castigo y su transmisión generacional, se afirma que en Colombia, el castigo es una práctica de crianza utilizada de manera diferente según la estructura familiar, cuyas formas de relacionarse difieren según cada región, y según la zona (rural o urbana) y que, el uso de éstas prácticas se relaciona con baja autoestima y percepción negativa de sí mismo por parte del niño o niña, así como con comportamientos y conductas antisociales en la infancia, la adolescencia y la adultez.
La importancia de algunas características familiares, tales como la violencia intrafamiliar o la carencia de afecto y normas, como factores de riesgo en relación con la violencia y victimización ha sido señalada en trabajos previos (PENADO y RODICIO- GARCÍA, 2017; SARASUA, ECHEBURÚA y CORRAL, 2007; CARRASCOSA Y CAVA, 2015). Los resultados de esta investigación sugieren también la importancia específica que la falta de comunicación adecuada entre padres e hijos puede tener como un posible factor de riesgo para la victimización de los hijos.
La construcción social de la violencia parte de su naturalización y los procesos que participan en su configuración son principalmente inconscientes, relacionados con la historización que realiza un sujeto de su propio devenir. Por esta razón, las adolescentes víctimas de trata son también participantes directas de las situaciones que las colocan en posición de ser tratadas.
La construcción social de la violencia, se relaciona de este modo, con la manera en el que el yo propio fue cimentado, con la estructura de la identidad y de la autoimagen en las jóvenes historizadas. Estudios como el de VERA et. al (2015), sostienen que la identidad social puede favorecer los procesos de adaptación de la población, y que, en los niños es importante atender a este proceso, pues la pertenencia a un grupo minoritario puede tener unas implicaciones desfavorables en la construcción de su identidad y en las relaciones intergrupales. De hecho, es relevante tener en cuenta los entornos que impactan en la vida de los niños y el valor de las relaciones en el proceso de adaptación.
Los resultados sobre la construcción de la violencia en el presente estudioarrojanque las niñas y jóvenes pueden identificarse a un grupo de personas específico con los cuales se comparten códigos sociales, transacciones y formas de relación; pero esta identificación comporta un forzamiento precisamente porque derivan de una historia de vida donde la violencia fue naturalizada. También se evidencia en las participantes la exaltación de características positivas en quienes detentan la violencia. El concepto positivo del grupo de pertenencia, la construcción de la violencia como un modo de relación necesario y como un elemento de poder familiar y social, catalogado como deseable, aumenta entonces el riesgo de victimización. Puede entonces decirse que la trata es una de las consecuencias posibles de la victimización del sujeto. El lugar de víctima y el sometimiento del otro resulta una opción forzada de vida, para estas adolescentes.
Consideramos que pese a tratarse de un estudio cualitativo con una muestra muy específica y seleccionada de forma intencional, la presente investigación aporta resultados interesantes sobre la construcción de la violencia en jóvenes victimizadas en contextos violentos y la relación de tal construcción a la vulnerabilidad ante la trata. En este sentido, se aportan datos que sugieren la necesidad de vincular la historia familiar, los factores psicosociales y la construcción de la violencia, a la situación de trata, aunque ésta última surja en un momento específico de la historia vida de las jóvenes. Es decir, asumimos que la vulnerabilidad a la trata es un elemento más dentro de la configuración de una repetición de situaciones de violencia donde su visión del mundo es fundamental.
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