Ensayos
Recepción: 30 Mayo 2023
Aprobación: 14 Diciembre 2023
Resumen:
La conceptualización de una imagen deformada en torno al árabe/musulmán es resultado de un proceso enmarañado donde la relación entre el Nosotros occidental y el Otro oriental reviste un carácter hostil y devastador. La dominación del Otro diferente es el cúmulo complicado de procesos históricos donde se entrecruzan las teorías filosóficas y científicas con las recomendaciones religiosas de los misioneros al servicio de la era colonial. El trasfondo histórico basado en las colonizaciones ha cimentado sólidas plataformas para fijar en la memoria colectica occidental una diferencia constante entre el occidental superior frente al otro inferior. Estas bases se alimentan, hoy en día, en nuevas vertientes para seguir marcando brechas entre ambas partes y fosilizar, con mucha fluidez, en la idiosincrasia del occidental la imagen del Otro bárbaro e impotente.
En este ensayo presentamos un breve recorrido diacrónico acerca de la relación entre Occidente y Oriente para exponer algunos hechos pertenecientes a distintos campos, y que han sido aprovechadas para justificar el proceso colonial. Asimismo, intentamos delimitar las nuevas vertientes que avivan la estereotipia inherente al árabe/musulmán y que concretizan la inferioridad del otro oriental, a saber: los medios de comunicación, la industria cinematográfica, la novelística y las traducciones.
Palabras clave: imagen, árabe/musulmán, imaginario, occidental.
Abstract:
The conceptualization of a distorted image around the Arab/Muslim is the result of a tangled process where the relationship between the Western Us and the Eastern Other has a hostile and devastating character. The domination of the Different Other is the complicated accumulation of historical processes where philosophical and scientific theories intertwine with the religious recommendations of missionaries at the service of the colonial era. The historical background based on the colonizations has cemented solid platforms to fix in the Western collective memory a constant difference between the superior Westerner versus the other inferior. These bases are fed, today, in new ways to continue marking gaps between both parties, and fossilize, with great fluidity, in the idiosyncrasy of the Westerner the image of the barbaric and impotent Other.
In this essay we present a brief diachronic journey about the relationship between the West and the East to expose some facts belonging to different fields, and that have been used to justify the colonial process. Likewise, we tried to delimit the new aspects that fuel the stereotype inherent to the Arab/Muslim and that concretize the inferiority of the other Oriental, namely: the media, the film industry, novels and translations.
Keywords: image, arab/muslim, imaginary, western.
Los que desconocen al mundo árabe /musulmán por no haber tenido la oportunidad de visitar a uno de sus países para descubrir la cultura in situ, y los que no se adueñan de una inmunidad intelectual capaz de protegerles de un pensamiento unilateral, subjetivo e idealizado, van a ser presas de un modo de pensar que promueve una imagen estereotipada sobre los árabes /musulmanes. Esta estereotipia se convierte en un trasfondo referencial arraigado en su idiosincrasia, y puede ser semilla de futuras violencias o, al menos, punto de partida para avivar la cultura del odio.
En este ensayo exponemos el trasfondo histórico de esta imagen a través de un breve recorrido diacrónico de diferentes hechos que fueron aprovechados para justificar el proceso colonial, y presentamos algunos componentes esenciales que participan activamente en la consolidación de dicha imagen: los medios de comunicación, la industria cinematográfica, la novelística y las traducciones. Estos componentes se inscriben en el marco de la política del poder blando por ser una nueva conceptualización fraguada en la época postcolonial, y que apuntan a concretizar la misma superioridad del occidental de cara al otro oriental.
Antes de desarrollar los subtemas de este ensayo, me gustaría destacar que asociamos los términos árabe/musulmán en un solo concepto, ya que existe una cierta analogía entre ambos y en la idiosincrasia de muchos occidentales son considerados casi iguales. No obstante, la diferencia es existente, así que con el árabe se alude a una denominación étnico-lingüística y no tiene que confundirse con su convicción religiosa. La lengua árabe es la lengua oficial de 22 países, en su vertiente clásica es la lengua que se enseña en las escuelas y que se utiliza en los documentos, pero en cada país se habla una lengua dialectal derivada de la lengua oficial y se diferencia a nivel del léxico y de la pronunciación dependiéndose de las características culturas, históricas y geográficas de cada país. Al lado del árabe se habla el Amazigh como lengua cooficial en muchos países norteafricanos como Marruecos y Argelia, siendo un componente étnico-lingüístico muy importante de una enorme comunidad autóctona de estos países.
Los árabes no son forzosamente musulmanes, hay un porcentaje de árabes que siguen la religión judía o cristiana como los coptos en Egipto, mientras existe un número de musulmanes que no son árabes y que se concentran en Indonesia, Pakistán, La India, Bangladés y Malasia.
El musulmán es una denominación puramente religiosa y alude al islam, religión monoteísta que cuenta con más de 1’900,000,000 seguidores. Las ramas más destacadas son el Sunimso y el Chiismo, los sunníes o sunnitas son el grupo mayoritario y se caracterizan por su aferramiento a las instrucciones del Profeta Mohamed “que la paz sea con él” y de sus compañeros; mientras los chiitas creen que Ali Ibn Talib, primo y yerno del profeta y uno de sus importantes compañeros, es su principal sucesor, ya que la sucesión del Profeta es un derecho especial de uno de sus familiares.
La animadversión entre sunníes y chiitas es histórica y se destaca por la tremenda rivalidad sobre el liderazgo político y espiritual, cosa que sigue extendiéndose hasta hoy en día entre dos potencias del Medio Oriente: Arabia Saudí que defiende el polo sunnita e Irán que aboga por la rama chiita. Las dos potencias acaban de normalizar sus relaciones en 2023 después de numerosas confrontaciones geopolíticas que datan de 1979, cuando Irán se convirtió en una república islámica. Ambos países iniciaron una especie de “Guerra Fría” para imponer su poder en la zona, amén de involucrarse en guerras por delegación en distintas ocasiones, como la Guerra Civil Siria y la Guerra Civil Yemení, entre otras.
La mayor parte de los musulmanes se encuentra en países no árabes como Indonesia, Pakistán, India y Bangladés. Además, el hecho de proclamarse país musulmán no significa que se aplique la ley islámica Sharia por completo, la mayoría de los países opta por un sistema legal mixto que combina entre la ley islámica y la ley positiva humana. No obstante, existen países cuyo sistema legal se nutre única y exclusivamente de la ley islámica, como Afganistán e Irán, aunque,en cambio, el islam es la religión mayoritaria en Turquía, un país cuya ley se basa en el laicismo establecido por Kemal Ataturk a partir de 1937.
A pesar de las diferencias ya mencionadas, en este texto mantendremos unidos los dos términostexto, puesto que lo que nos interesa es destacar los estereotipos que afectan al otro oriental de modo general.
La imagen del árabe/musulmán en el imaginario colectivo occidental está generalmente vinculada a representaciones estereotipadas promovidas de manera consciente o inconsciente, por diferentes vertientes. Hoy en día se habla de los valores que aspiran a afianzar lo que humanamente se considera “común” a pesar de las discrepancias étnicas y religiosas, y con vista a superar lo que históricamente derramó mucha sangre, logrando establecer las bases de la paz y de la convivencia. La Guerra Fría y la revolución tecnológica han obligado a pasar de un choque bélico a una etapa menos violenta, donde el enfrentamiento sigue siendo vigente, pero de modo implícito y multi-sistemático. No obstante, el egocentrismo occidental basado en la superioridad unilateral étnica y religiosa se construyó, paralelamente, con la conceptualización de una imagen esperpéntica y deformada sobre el otro. Las exploraciones geográficas de los siglos XV y XVI plantearon la relación entre lo descubierto realmente y las extrañas concepciones sobre el hombre diferente, documentadas en una serie de manuscritos donde se hablaba de cosas insólitas, como la existencia de “islas remotas habitadas por caníbales y hombres con colas” (Leach, citado en Marcho y AlHusaini. 2001, p. 18). De igual modo, los misioneros que, en nombre de la religión cristiana, se presentaban como mensajeros de la civilización y el desarrollo, estaban al tanto de la relación intrínseca entre la evangelización y la colonización, ya que el discurso religioso con toda su carga convincente tuvo un gran impacto sobre los pueblos colonizados. El misionero inglés David Livingston (1813-1873) informó, cuando hablaba con uno de sus compañeros que:
Llegamos a estos países como miembros de una raza superior y militantes de un gobierno que anhela desarrollar las partes más decadentes en la humanidad. Somos dueños de una religión sagrada y pacífica. Gracias a nuestra disciplina determinada y a nuestros afanes sagaces y tolerantes, podemos ser líderes de paz para un sexo que todavía está excitado e impotente (Leclerc, citado en Marcho y Alhusaini, 2001, p. 20).
Conforme con las teorías científicas y filosóficas que proliferaron desde la Edad Media, el sistema occidental se autoproclamó portador de un mensaje civilizador para pueblos calificados de salvajes y perezosos, incapaces de producir y explotar las riquezas naturales, cosa que justificó las colonizaciones so pretexto de destacar el valor del trabajo y sobre todo de atribuirse una identidad racional y pensadora frente al otro diferente e impotente. A partir del siglo décimo-noveno estas teorías, en nombre de la ciencia, institucionalizaron un sistema de segregación racial para proyectar juicios preconcebidos sobre el otro, a saber, el despotismo, el subdesarrollo, el irracionalismo. En este sentido, el pensador socialista Enrique San Simón (1760 – 1825) compara los europeos con el linaje de Abel y los pueblos de color con la dinastía de Caín: “¡Mira, estos africanos cuán sangrientos son, observa la estupidez de los asiáticos!” (Poliakov, 1974, p. 221). La superioridad de una raza en detrimento de otra fue también el objeto del planteamiento crítico del filósofo e historiador francés Ernest Renán (1823-1892) quien consideró que la raza aria está por encima de todas las razas considerando que
en contra de una raza semítica rápidamente deteriorada, que permite a la raza aria encabezar, individualmente, los destinos de la humanidad; mayormente cuando el proceso de la civilización ha sido reconocido por las leyes generales, y cuando la desigualdad entre las razas ha sido ratificada (Renán, 1848, p. 142).
Y para dar cierta credibilidad a sus juicios, hizo alusión a la situación a la que llegaron los musulmanes en su época y subrayó que “en nuestra época, todo intelectual puede observar claramente que la inferioridad actual de los musulmanes, la decadencia del estado y la carencia cultural de las razas son resultados de haber recibido, única y exclusivamente, su cultura y educación de la religión islámica.” (Renán, 1883, p. 2). A partir de estas tesis, los orientalistas de esta índole quieren que el otro inferior se rinda a la lógica occidental sometiéndose a sus valores y a sus símbolos, y en caso de no aceptar estas alternativas preconcebidas serían incapaces de asimilar la civilización y el saber en todos sus sentidos.
El egocentrismo occidental y la superioridad racial fueron afianzados por la teoría de Charles Darwin (1809-1882) padre de la Teoría de la Evolución y la Ascendencia quien defendió el liderazgo de la raza blanca para lograr la perfección, la felicidad y el distanciamiento de las demás razas, con miras a protegerse de la degradación racial. Esta teoría se empleó, por ser una pretendida veracidad científica, para fortalecer los objetivos imperialistas e hizo aparecer los primeros indicios del nacismo alemán y la ideología sionista. El darwinismo social sostiene que los fuertes multiplican el poder y la riqueza, mientras los débiles los disminuyen, lo que abrió el camino a muchas interpretaciones para elucidar estos conceptos. La apertura de los mercados y el incentivo de la competencia en el seno del capitalismo es fruto de estas interpretaciones. Otras, en cambio, dieron lugar a la lucha entre grupos étnicos o naciones, cosa que avivó la cultura del odio cristalizada en el racismo y la discriminación, e incluso en la aparición de los planes imperialistas y en los genocidios. El imperialismo se ubica en el siglo XIX y se extendió hasta el siglo XX basándose en estas teorías donde los países industrializados ejercen su dominación sobre los países africanos y asiáticos con toda legitimidad.
En su libro “Orientalismo”, Edward Said (1990) define este término como un estilo de pensamiento basado en la distinción ontológica y epistemológica que se establece entre Oriente y Occidente. En tal sentido, numerosos escritores han aceptado esta diferencia esencial entre ellos para confeccionar teorías, novelas, descripciones sociales e informes políticos relacionados con Oriente, su gente, sus costumbres, su «mentalidad» o su destino.
El objetivo del orientalismo varía según el contexto histórico y sociocultural. En una etapa se quería estudiar el otro musulmán, siendo una religión diferente cuyos seguidores aumentan vertiginosamente, para afianzar la identidad propia y cuidarse del otro “amenazante”, sobre todo durante la época del esplendor del imperio otomano. En otras etapas se buscaba destacar el aspecto exótico del otro caracterizado por una cultura que reúne “lo bárbaro con lo sensual” y que se manifestaba, según estos estudios orientalistas, en el harén, el baile oriental, el machismo, el desierto, la tienda, el camello, etc. Los estudios orientalistas propiciaron el camino para las colonizaciones que iniciaron a finales del siglo XIX y se prolongaron hasta mediados del siglo XX, que sirvieron no solo para apoderarse de las riquezas de los países árabes, africanos y asiáticos, sino para implantar nuevos sistemas políticos, económicos y hasta epistemológicos para garantizar su dependencia después del proceso de las liberaciones.
El orientalismo no se contentó con las ideas de los liberales burgueses, sino que se identificó también con los teóricos de las ideologías marxistas que también defendieron el egocentrismo occidental y apoyaron las colonizaciones. En este contexto, Karl Marx (1818-1883) consideró que la dominación británica en la India fue un factor de progreso económico y político, ya que “Inglaterra tiene una doble misión en la India, la primera es destructiva y la segunda es generativa, erradicar la antigua sociedad asiática y establecer las bases materiales de la sociedad occidental en Asia.” (Godelier, 1970, p. 178)
El discurso de Engels, discípulo de Marx, se inscribió en el mismo marco, puesto que apoyó enérgicamente la colonización francesa en Argelia, y dio muestras de admiración de cara a la detención del líder de la resistencia argelina el Emir Abdelkader cuando corroboró que “ la conquista de Argelia es un acontecimiento importante que ayuda al progreso y a la civilización […] y gracias a esta conquista el burgués moderno es portador de la civilización, la industria, el orden y las luces al feudal o a los bandidos, y a la barbaridad de la sociedad.” (Godelier, 1970, p. 178) Su admiración llegó a sus extremos cuando aconsejó al ejército británico que sacara provecho de la experiencia francesa y que emprendiera el mismo procedimiento de genocidio en la India.
Después de la Revolución Bolchevique, el marxismo de Lenin y Stalin enarboló, teóricamente, la bandera del nacionalismo, pero en la realidad apoyó la solución política de las colonizaciones mediante la autodeterminación de los pueblos vinculada a los altos intereses de dicha revolución.
Se nota, entonces, que el marxismo siguió los mimos pasos del orientalismo liberal, e incentivó la expansión del imperialismo occidental en detrimento de las sociedades orientales, hecho que afirma la unanimidad de Occidente en torno a su egocentrismo, a pesar de la multiplicidad de sus ideologías y la visión unilateral en relación con el otro inferior.
El proceso de modernización entablado por las fuerzas coloniales, y que comenzó en el siglo XIX, constituyó uno de los canales muy trascendentales para alienar las élites fascinadas por el paradigma occidental. Este proceso asentó sus bases de conexión a través de una serie de procedimientos que se cristalizaron en las campañas de evangelización, las escuelas de misión y las becas suministradas a las élites con el objetivo de enraizar la cultura occidental y crear una bipolarización ideológica en las culturas orientales. Por lo tanto, los nuevos progresistas comenzaron a constituir su pensamiento partiendo de un ángulo unilateral que se identifica tan solo con la cultura occidental y sus lenguas, haciendo que este proceso denigrara el patrimonio local y se considerara como “obstáculo” ante el desarrollo.
El paso a la modernidad transcurrió también mediante el asentamiento de un sistema laico, al considerar que el poder religioso se basa en el absolutismo y que “no hay verdadera ciudadanía, ni tolerancia y justicia, ni igualad y seguridad y libertad, ni ciencia y filosofía, ni progreso en el interior sin separar el poder cívico del poder religioso.” (Antoine, 1903, p. 160)
De hecho, y en vez de averiguar las raíces de los conflictos entre las sociedades, se contentaron con reducir el problema en el espíritu religioso, considerándolo el origen de la decadencia de las naciones dado que “cuanto más se debilite el poder religioso más estará la nación en buen estado; y cuanto más se debilite el valor de la nación más se reforzará el valor de la religión” (Chmail, 1910, p. 51)
La imposición de la religión por las fuerzas coloniales no se contentó tan solo con las predicaciones de los misioneros y la construcción de las iglesias, sino que ensayaron muchas alternativas. En Marruecos, por ejemplo, el colonizador francés procuró dividir, a través del denominado dahir (decreto) beréber, el país en dos zonas jurídicamente distintas: una zona urbana donde se mantiene la religión y una zona beréber donde se aplica la ley de las tribus. El objetivo principal era la división del pueblo; “divide y vencerás”, y sobre todo mitigar el fervor religioso en estas zonas conocidas por su aferramiento a la religión islámica. Se procuraba también luchar contra la lengua árabe siendo un elemento identitario muy trascendental, puesto que es la lengua del Corán, libro sagrado de los musulmanes, y está asociada de modo indisoluble con la religión. A cambio, se implantó la lengua francesa en el sistema administrativo y escolar, procedimiento que sigue vigente hasta nuestros días y creando vehementes polémicas acerca de la pluralidad lingüística en el sistema educativo marroquí y en la sociedad en general.
La exclusión del poder religioso es un pretexto para justificar la marginalización de los ciudadanos y fundamentar el proceso de la modernización laica bajo la dominación cultural occidental, cosa que allana el camino a la escisión de la sociedad en una categoría identificada con el modelo occidental y una categoría conservadora, que en caso de rebelarse contra el otro ajeno, se calificaría de bárbara o ilegítima. En realidad, “el fracaso de la modernidad no reside en el factor religioso sino en la manera de modernización vinculada esencialmente a las políticas calcadas de los conceptos de Occidente” (Marcho y Alhusaini, 2001, p. 77) que se basan en la reproducción de la modernidad ajena para adaptarse con sus culturas y sus símbolos. La penetración de la modernidad en Oriente dio lugar a un grupo aferrado a la cultura ajena y fascinado por sus ideologías y otro grupo propenso al fanatismo religioso; mientras tanto y en el marco de la globalización, el sistema mundial está, hoy en día, imponiendo un modelo casi idéntico en las diferentes partes del mundo y que promueve, entre muchos paradigmas, la cultura del consumo, lo que incentiva a crear personas prisioneras de las deudas o inmigrantes que arriesgan sus vidas en busca de un futuro mejor.
El nuevo orden mundial que se anunció tras la desintegración del bloque soviético dio lugar a la hegemonía del sistema capitalista celebrada en el libro de Fukuyama El Fin de la Historia, que consideró que el liberalismo es el paradigma ideal y el único puente hacia el mundo desarrollado. No obstante, el paso de las colonizaciones y los enfrentamientos bélicos a las alternativas diplomáticas no ha llegado a eliminar los choques que han revestido nuevos aspectos ideológicos para afianzar la superioridad occidental en detrimento del otro inferior.
La globalización, en términos sencillos y genéricos, abarca los procesos que facilitan y aceleran los flujos y transacciones financieros internacionales, el progreso tecnológico, el intercambio político, ambiental y cultural. Esta nueva versión de la modernidad ha otorgado a Occidente re-moldear la dependencia intelectual e ideológica del otro, e imponer mediante la revolución tecnológica nuevas vías de exploración a nivel epistemológico e ideológico que han permitido fosilizar las mismas convicciones de antaño, pero esta vez mediante las herramientas del poder blando.
La globalización es fruto de una nueva era en las relaciones internacionales, donde se impuso un sistema unipolar caracterizado por la hegemonía de EE.UU. después de la desintegración de la Unión Soviética y la caída del Muro de Berlín, a principios de la década de los noventa. En medio de esta nueva era, los países que se inscriben en el marco de este otro inferior tuvieron que hallar alternativas y nuevas alianzas para enfrentar los nuevos desafíos. A modo de ejemplo, los países de América Latina se vieron afectados por estos cambios y tuvieron que protegerse mediante agrupaciones regionales que aspiraban a fortalecer sus economías y defender sus intereses comunes, mayormente ante la liberalización económica y la supremacía del modelo estadounidense. No obstante, las alianzas en América Latina incluyeron y siguen incluyendo dos ideologías diferentes: el agrupamiento de EE.UU. con países de tendencia capitalista y neoliberal, y agrupamiento de países de tendencia socialista y antiimperialista. Por cierto, América Latina forma parte de este Otro descubierto en 1492 por los españoles que llegaron a esas tierras para escribir una historia impregnada por la sangre de los autóctonos y aniquilar su identidad y su civilización. Los misioneros tenían como principal objetivo predicar y hacer llegar la religión al nuevo mundo, pero uno de ellos, me refiero a dominico Fray Bartolomé de las Casas, fue testigo ocular del genocidio perpetrado por los conquistadores y documentó las atrocidades en su libro “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”. Se nota, pues, que este pensamiento basado en la “superioridad” del occidental es histórico y se caracterizaba por su violencia; en nuestros días este pensamiento ha cambiado de estrategias para mantener su dominación con otras maneras, revistiendo en cada época múltiples facetas según el contexto político, económico y sociocultural.
La globalización ha hecho duraderas las desigualdades fruto de la colonización efectiva, y ha engendrado una visión eurocéntrica que consolida la idea de “la superioridad europea” de cara al otro diferente. En este sentido, el sociólogo peruano Aníbal Quijano (2007) sostiene que la matriz colonial del poder produjo una discriminación social eventualmente codificada como “racial”, “étnica”, “antropológica” o “nacional” según contextos históricos, sociales y geográficos específicos. Esta situación hizo que apareciera un pensamiento decolonial que, siendo una especie de desobediencia epistémica, aspira a cuestionar las teorías que corroboran el poder europeo, e incluso refutarlas e intentar desvelar sus verdaderos intereses en la consolidación de sus convicciones de superioridad.
La modernidad que se asocia con la colonialidad es un asunto polémico y está estrictamente criticado por el pensamiento decolonial, que apunta a repensar y fuera del legado teórico cimentado por el pensamiento eurocéntrico. En este marco, el semiólogo argentino Walter Mignolo sustenta que la dicotomía colonialidad y modernidad van estrechamente juntos por las razones siguientes:
El mundo moderno/colonial (y la matriz colonial de poder) se origina en el siglo XVI, y el descubrimiento/ invención de América es el componente colonial de la modernidad cuya cara visible es el Renacimiento europeo.
La Ilustración y la Revolución Industrial son momentos históricos derivados que consisten en la transformación de la matriz colonial del poder.
La modernidad es el nombre del proceso histórico en el que Europa inició el camino hacia la hegemonía. Su lado oscuro es la colonialidad.
El capitalismo, tal como lo conocemos, está en la esencia de la noción de la modernidad y su lado oscuro, la colonialidad.
El capitalismo y la modernidad/colonialidad tuvieron un segundo momento histórico de transformación después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos se apropió del liderazgo imperial del que antes había gozado, en distintas épocas, España e Inglaterra.” (Mignolo, 2005, p. 18)
El pensamiento decolonial conoce su auge en Latinoamérica, sin embargo, existen estudios afro-céntricos que tienen como objetivo resaltar la trascendencia de los africanos y de la raza negra y liberar los estudios africanos de los sedimentos coloniales, entre las figuras destacadas en estos estudios citamos: Cheikh Anta Diop, Théophile Obenga, Molefi Kete Asante, entre otros.A continuación, elucidamos los nuevos aspectos que manifiestan, hoy en día, la imagen estereotipada del árabe /musulmán mediante los medios de comunicación, la industria cinematográfica y el mundo de la novelística y las traducciones.
Los medios de comunicación y la consolidación de una imagen estereotipada
Los medios de comunicación representan, para gran parte de la población, la única vía de informarse sobre el otro. Su rol es fundamental en aportar conocimientos a un público propenso a creer, a ciegas, en la prensa en general, y en las noticias televisivas en particular, debido al impacto emocional que transmite la cultura de la imagen. La imparcialidad de la prensa siempre es discutible y se somete a muchos criterios relacionados con la libertad de expresión, la línea editorial y las leyes del mercado que aspiran a captar la audiencia y, al mismo tiempo, a conseguir recursos financieros. En este marco entran en juego el uso de técnicas formales, capaces de llamar la atención del espectador impregnando en su mente de lo que se ve en la pantalla y lo que se dice en el comentario, mientras tanto, el contenido focaliza algunos de sus temas en la presentación de los estereotipos, los escándalos, las propagandas, etc.
En nuestra era, donde la globalización impone su ritmo vertiginoso, el espectador/cliente busca noticias e informaciones muy breves, cosa que da más espacio y prioridad tanto a los titulares en la prensa escrita como a la imagen en la tele y en la prensa virtual. Se puede confirmar que las noticias relativas al mundo árabe /musulmán aparecen, muy a menudo, en la prensa occidental y giran en torno a temas consumidos, tales como el machismo, la poligamia, las costumbres insólitas, los conflictos bélicos, etc., pero la dosis de esta presencia se acrecienta cuando un musulmán se implica en un escándalo. Cabe recordar que los acontecimientos del 11 de septiembre marcaron una etapa articulatoria, ya que la imagen se hace cada vez más negativa y polarizada (Van Dijk, 2008). En este sentido, se nota que en las noticias que salieron el mismo día o poco después había una predisposición a acusar a los árabes/ musulmanes, veamos a continuación algunas citas:
“El ataque, no reivindicado todavía de forma creíble por ningún grupo, pero con el sello inconfundible del conflicto árabe-israelí, fue perpetrado con cuatro aviones de pasajeros secuestrados por terroristas suicidas y lanzados después contra los objetivos”El país, 11/09/2001
“La prédiction de Samuel Huntington : le début d’une grande guerre”‘Les attaques-suicides menées contre l’Occident, son coeur financier (Wall Street) et militaire (le Pentagone) ne sont qu’un début’‘Le terrorisme islamiste, thriller effrayant’Le Monde 13/09/2001
Por su parte, la causa palestina ocupa un espacio muy importante en los medios informativos occidentales que, generalmente, promueven una imagen negativa sobre los palestinos y expresan su parcialidad a favor de Israel sin ninguna reticencia. He aquí algunos ejemplos de dicha parcialidad:
“Los terroristas de Hamas no reconocen al Estado de Israel y quieren destruirlo, además boicotea siempre los planes de paz de Israel con la Autoridad Autónoma Palestina. En esta agresión de los terroristas de Hamas -que ni siquiera atacan objetivos militares, sino civiles- no es moralmente válido ni razonable –ni poner como excusa la paz- pedirle a Israel que no responda para que la “comunidad internacional” se encargue… ¿Se encargue de qué?”La razón “El Perú” 16/05/2021
“Los videos de una argentina en Israel: terror a las sirenas y su vida en un búnker…Carolina Guttelsohn tiene 21 años, es de Tigre y viajó a hacer una pasantía en Tel Aviv. “Sentís desesperación”, cuenta.”El Clarín “Argentina” 24/05/2021
Entre los temas que se abordan frecuentemente en la prensa occidental, figura el vestuario que se asocia con la religión y que sigue suscitando mucha polémica, puesto que se considera como símbolo de atraso e incluso de violencia. Es de subrayar que la forma de llevarse el velo difiere de un país a otro y que incluso en la jurisprudencia islámica existe una discrepancia en el aspecto morfológico inherente al velo islámico.
La controversia acerca de un vestuario distinto cuestiona la aceptación del otro en muchas sociedades que pretenden adoptar la igualdad como valor insoslayable. A continuación, exponemos algunos ejemplos:
‘Une candidate voilée: ça vous choque? Une candidate LREM à l’élection départementale à Montpellier a posé voilée pour son affiche de campagne divisant ainsi le parti. Est-ce que ça vous choque?’Le Figaro 12/05/2021
‘Avanza en Europa el veto al velo islámico integral: ¿Está permitido en España?’20minutos 15/03/2021
Cuando el autor de un crimen es musulmán, la mayoría de los medios de comunicación se precipita en mencionar la religión para que se impregne en la mente del receptor una nefasta imagen sobre el islam. Algunos medios que carecen de profesionalidad asocian, explícitamente, el islam con el terrorismo y adoptan una postura hostil para con los musulmanes, lo que participa con estos conceptos tergiversados en la propagación de la violencia y en la consolidación de la cultura del odio. En este rumbo, presentamos dos ejemplos:
“La policía británica relaciona el asesinato del diputado conservador David Amess con el terrorismo islámico. Así lo reconoció este sábado Dean Haydon, subcomisario de la unidad contraterrorista de Scotland Yard, que aseguró que los primeros indicios de la investigación revelan “una potencial motivación vinculada con el extremismo islamista”.El Mundo 17/10/2021
“Hay una opinión sobre el asesinato del soldado británico Lee Rigby en una calle del sur de Londres: horripilante. Pero hay dos opiniones sobre su trascendencia. Una es que se trató de un acto de locos motivado por una idea pervertida del Islam”La tercera “Chile” 16/06/2013
La responsabilidad moral de los medios de comunicación reside en buscar las noticias, transmitirlas con neutralidad y presentar el hecho y la opinión, pero muchos de estos medios no alcanzan este nivel de profesionalismo, más bien se convierten en portavoces de una línea editorial determinada y ponen sus plumas al servicio del poder del dinero.
La industria cinematográfica como herramienta para afianzar clichés
Las imágenes estereotipadas acerca del árabe/musulmán están muy presentes en la industria cinematográfica occidental, mayormente en Hollywood, debido al público masivo que sigue sus producciones. Las tramas cautivadoras de los guiones y los efectos de ilusionismo del aspecto técnico llegan a construir en el imaginario colectivo de los pueblos una imagen imborrable que goza de mucha credibilidad. Dicha industria abarca también las películas infantiles destinadas a un público susceptible de consolidar imágenes estereotipadas sobre el otro ajeno, y afianzar sus escepticismos acerca de Oriente, siendo un mundo distinto que siempre suscita la curiosidad de Occidente.
Federico Fellini, director de cine italiano, presentó en 1921 y en 1926 su saga “El Jeque Blanco”, películas que dibujan la imagen estereotipada del árabe bárbaro y violento “donde las mujeres son o bailarinas del vientre o no tienen ninguna personalidad y están completamente sometidas a los hombres. Los jeques, además, se muestran bárbaros, pero también a veces seductores, a veces secuestradores de mujeres rubias occidentales.” (Martel, 2014, p. 113)
En los años noventa, apareció la película infantil Aladino para plasmar en el imaginario de los pequeños la misma imagen negativa sobre los árabes, imagen que formalmente dibuja un ser humano feo y estéticamente inaceptable, que reduce su espacio al desierto y en las tiendas de los nómadas, y su comportamiento en la astucia y la bellaquería. En una época tardía, precisamente después de los acontecimientos del 11 de septiembre, la imagen del árabe/musulmán ha pasado del paradigma del malvado a la figura del terrorista, sediento de sangre.
En algunas ocasiones, la producción cinematográfica excedió todos los límites al tomar un rumbo blasfematorio para con los íconos del islam, como es el caso de la película “la inocencia de los musulmanes” que siguió la misma línea anti-islámica de las caricaturas danesas.
Durante este periodo el cine estadounidense arrojaba luz sobre el “fanatismo religioso”, pero la imagen negativa no se limita a un tiempo determinado y abarca otros vicios que se consideran como “señas de identidad” de los árabes. “En innumerables películas, Hollywood afirma tener la respuesta: los árabes son asesinos despiadados, sórdidos violadores, fanáticos religiosos, idiotas del petrodólar y maltratadores de mujeres.” (Shaheen, 2003, p. 172).
Entre la vieja estereotipia del árabe que vive en el desierto con los camellos y el árabe adinerado con el turbante en la cabeza, su comportamiento es casi siempre perjudicial y se asocia, recurrentemente, con la maldad; en este contexto, Edward Said sostiene que
en el cine y en la televisión, el árabe se asocia con la lascivia o con una deshonestidad sanguinaria. Aparece como un degenerado hipersexual, bastante capaz, es cierto, de tramar intrigas tortuosas, pero esencialmente sádico, traidor y vil. Comerciante de esclavos, camellero, traficante, canalla subido de tono: estos son algunos de los papeles tradicionales que los árabes desempeñan en el cine. El líder árabe (líder de indeseables, piratas e «indígenas» insurgentes) se puede ver con frecuencia chillando al héroe y a la rubia occidentales capturados (Said, 1990, p. 338)
La imagen estereotipada en el cine manipula las orientaciones del público de manera que nos guía, intencionadamente, hacia la adopción de una postura determinada. La naturaleza del rol presentado por los actores delimita nuestra identificación con “el bueno” y con “el oprimido”, y en contrapartida nos lleva a odiar “el malo” y “el bárbaro”. En cambio, se da el privilegio al hombre “blanco” para desempeñar el rol del noble, deseado tanto por las chicas de su raza como por las chicas árabes. La necesidad de fraguar una tendencia maniqueísta no se limita solo a distorsionar la imagen del árabe/musulmán, sino que lo sobrepasa a buscar al otro distinto, sea quien sea; a veces el otro es el hispano que, frecuentemente, es el mafioso, a veces es el indio representado como atrasado y astuto, y otras veces es el oriental en general.
Para acrecentar la vehemencia de la islamofobia y justificar la intervención estadounidense en Iraq, Hollywood consagró una serie de películas donde figura el árabe/musulmán como asesino y terrorista, que merece ser domado y liberado de los “perversos” por parte del estadounidense que, supuestamente, aspira a establecer un régimen democrático y acabar con los ejes del mal”. Entre las películas que tratan sobre la islamofobia encontramos: Leones por corderos (2007), El Francotirador (2014), Gracias por tu servicio (2017), entre otras.Existen muy pocas películas que han presentado el árabe de forma positiva, sin embargo, en esta positividad, viene siempre en un rango inferior en comparación con el blanco y, frecuentemente, se hace alusión a un detalle donde el árabe aparece como escandaloso o traidor.
La novelística y las traducciones al servicio de la estereotipia
Las mil y una noches fue traducida al francés por Antoine Galland en 1704 antes de ser traducida a otras lenguas europeas, dichas traducciones constituyeron el puente que había permitido descubrir el mundo oriental y conocer algunas características de su cultura, de tal forma que esta obra se ha convertido en símbolo de un mundo mítico y mágico. Para el escritor español Juan Goytisolo, “Las mil y una noches es la semilla de la literatura universal” (El País, 2004) ya que algunos novelistas intentaron imitar su estilo y muchos escribieron sus propias versiones, como es el caso del escritor escocés Robert Louis Stevenson, en su obra Las nuevas noches árabes; el Nobel peruano Mario Vargas Llosa y el escritor argentino Jorge Luis Borges.
Los orientalistas han procurado también traducir el Noble Corán, pero muchos de ellos desde una perspectiva subjetiva y parcial que no respeta las peculiaridades del islam. Dicha parcialidad se nota, por ejemplo, en la versión de Ortiz de la Puebla, cuando pretendió, en la portada, que El Corán se llama también “Biblia Mahometana” atribuyendo así el libro sagrado de los musulmanes al Profeta del islam Mohamed, y no a la revelación de Dios. En otra versión un traductor anónimo, ya que solo aparecen siglas de su nombre J.C.P. R., no se limita a tergiversar el contenido del Corán, sino que interviene con sus notas a pie de página para atacar directamente al islam: “este pasaje […] es uno de tantos anacronismos que se advierten en el Corán y que prueban la gran ignorancia del profeta árabe” (Citado por Abdullatif Mohamed, 2019).
Después de la independencia de las colonias españolas de ultramar, se ha puesto el foco de atención en las colonias africanas, especialmente en Marruecos, que sigue siendo un lugar exótico y lleno de misterios para muchos novelistas. La aproximación colonial de la literatura española ha tenido como objetivo consolidar una pretendida superioridad del occidental frente al otro inferior que somete a procesos de la animalización y la cosificación. La imagen caricaturesca de la mujer marroquí en la novelística española es objeto de estudio de la investigadora española Yasmina Romero Morales, quien subraya que la Mora-Bestia es la imagen genérica que aparece en casi todas las obras que han tratado este tema.
En este contexto, algunas obras ejemplifican la naturaleza del trabajo que ejerce la mujer marroquí y que abarca las faenas caseras y las tareas duras que, normalmente, necesitan un esfuerzo colosal. “Así que ellas son las que realizan todas las tareas agrícolas, incluidas las más pesadas que tanto sorprenden al ojo extranjero. Cuidan el ganado o hacen ellas mismas las veces de ganado, transportan agua en los cántaros”. (Villadefrancos, 1953, citado por Romero Morales, 2018, p. 150). La descripción exótica toma un rumbo surrealista cuando las mujeres son narradas como animales, se dice de ellas que son “animales acorralados”, “pobres salvajes criaturas” (ibid). La animalización en la literatura colonial tiene como objetivo acentuar la otredad y afianzar la diferencia entre el humano y el “no-humano” para justificar el colonialismo y consagrar la pretendida superioridad del otro occidental. No obstante, la brutalidad del colonizador tiende a modificar su propio comportamiento que llega a igualar a las bestias como indica el escritor francés Aimé Césaire cuando dice que “él mismo se convierte en bestia” (ibid, 152).
La postura de Aimé Césaire no es nada una reacción exagerada, ya que dicha brutalidad se ve reflejada, por ejemplo, en el fluir de la narración literaria de un hecho habitual “las novias españolas pidieran a los soldados durante la guerra contra Marruecos que les trajeran de recuerdo la oreja de un moro” (Goytisolo, 2005, citado por Romero Morales, 2018). La animalización del otro oriental en este tipo de novelas va en congruencia con las escrituras de los misioneros que tienden a justificar la inferioridad del árabe/musulmán para resaltar su propia cultura y consolidar su dominación.
En la literatura del viaje, los escritores se impactan por lo que es, supuestamente, exótico, inhabitual y extraordinario para los occidentales y dejan sus huellas documentadas de modo espontáneo o profesional. En este tipo de obras los autores pueden ser militares, turistas, empleados e incluso novelistas profesionales atraídos por una cultura distinta que despierta en ellos el afán de escribir para compartir con el lector experiencias inéditas. En este sentido, la periodista suiza Isabel Eberhardt, fascinada al principio por el viaje, y luego afincada definitivamente en Argelia, expresó su aferramiento a una cultura distinta relativa al mundo del desierto y a los hábitos orientales en su libro País de arena.
Estos detalles etnográficos aparecen también en los textos del militar y espía Joaquín Gatell y Folch quien, aparte de escribir informaciones de carácter militar, se interesó por “el desarrollo de los acontecimientos para dar información detallada sobre múltiples temas: tiendas de campaña y sus clases, uniformes, ceremonias fúnebres, tipos de guardias en el campamento, ejecuciones, comida, reflexiones sobre el poder, sueldos, sistema penitenciario” (Marín, 1996:98). Para Marín (1996), el mismísimo Gatell y Folch, afianzó la misma idea colonial cuando consideró que “el marroquí no está civilizado, por tanto, carece de “las virtudes” que acompañan a ese estado superior de la sociedad” (p. 111)
Se puede deducir que la literatura colonial iba en congruencia con la política del país que representaba, ya que sus intelectuales se implicaban en la justificación de la colonización, dando rienda suelta a su inmensa imaginación para esbozar una imagen ficticia sobre el otro oriental. Por su parte, las traducciones no fueron neutras, puesto que focalizaban su atención en lo exótico, y, a veces, presentaban solamente la mitad de la verdad partiendo de una perspectiva estrictamente unilateral.
Dada esta imagen estereotipada, que participa en el crecimiento de la cultura del repudio y la intolerancia, la gente va construyendo ideas falsas sobre el árabe/musulmán en particular y el otro diferente en general. Por lo tanto, eso explica el racismo que afecta algunas personas de la comunidad árabe y musulmana que, a veces, se traducen en enfrentamientos o incluso en crímenes y homicidios.
De hecho, las iniciativas que se inscriben en el marco de la diplomacia cultural y que apuntan a dar a conocer la cultura propia y descubrir la cultura ajena quedan insuficientes, se necesita un trabajo muy perseverante por parte de los árabes/musulmanes para enfrentar estos estereotipos y promocionar la verdadera imagen que se basa en una historia resplandeciente.
A modo de conclusión, tenemos que subrayar que la estereotipia es un fenómeno que promueve una imagen errónea y muy estrecha, que afecta no solamente a los árabes, sino a muchos pueblos de oriente. Dicho fenómeno hace reducir, por ejemplo, España a clichés como el flamenco y la tauromaquia, o México al mariachi y los sombreros, pero la historia y la cultura de ambos países son muy remotas y engloban muchos aspectos que emanan de una diversidad multipolar, que van más allá de meros estereotipos de una cultura.
Hoy en día, la tecnología ha facilitado el acceso a la información, así que se puede descubrir el legado arabe-musulmán con una simple búsqueda en la red, para ver que entre los árabes existían y siguen existiendo científicos, filósofos, inventores, matemáticos, artistas. Finalmente, y a modo de cierre, comparto algunos nombres de inventos y hallazgos árabes indispensables para la humanidad:
La primera universidad en el mundo fue fundada en Marruecos por una mujer que se llama Fátima Al Fihriya en 859 D.C.
Los algoritmos matemáticos y el sistema numérico arábigo utilizado hasta la actualidad por Occidente son invenciones de Mohamed Ibn Musa Al Jawarizmi.
El cheque que manifiesta una de las transacciones bancarias muy frecuentes como alternativa para evitar de transportar cantidades de dinero o de oro, es resultado de las operaciones de compraventa de los árabes de antaño.
Los instrumentos quirúrgicos fueron ideados por el cirujano musulmán AlZahrawi tales como: el bisturí, las sierras de hueso, las pinzas, las tijeras finas para la cirugía ocular…
Los procesos más importantes en la química como la destilación, la purificación, la oxidación, la evaporización y la filtración son invenciones del gran científico Jabir Ibn Hayyan.
El inventor de las baterías de iones basadas en litio es Rachid el Yazami, un científico marroquí.
Referencias
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Notas de autor