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Imágenes, resistencias y rebeldías: Colectivo Cueca Sola Colectivo Cueca Sola: En esta nueva historia y geografía
Tú sabes que no se los llevan a ninguna isla, ¿verdad? Tú sabes que los suben a un barco […] Tú sabes que […] los lanzan al mar y ese mar que tranquilo nos baña se los traga. Y ahí van ellos, con sus tacos altos de cemento desatando sus mordazas, agitando sus brazos con esos pañuelos, bailando la última patita de una cueca no deseada. (Andrés Pérez, La huida)
El epígrafe es un diálogo de La huida de Andrés Pérez: Joaquín describe el destino de los homosexuales durante la dictadura de Ibáñez del Campo al tarareo de un tiqui-tiqui-ti, mientras sostiene en su oído un caracol que le trae el sonido del mar, el mismo que en 1976 devolvió el cuerpo de Marta Ugarte1. La cueca, los pañuelos-mordazas que se agitan y levantan, los tacos altos de cemento, y su destino, el fondo del mar. Pérez, en esta escena actualiza la deuda que hoy, como ayer y en el pasado, tiene el Estado con la memoria y la justicia en este país, la deuda con los derechos humanos. A más de un año de la revuelta del 18 de Octubre, los gestos se replican, sumando nuevas formas que expresan la subjetividad de quien las enuncia, pues “No existe una escala única, para los levantamientos: va desde el más mínimo gesto de retirada hasta el movimiento de protesta más multitudinario” (Didi-Huberman 11). El aquí y ahora de la escena de Pérez en La huida –montada en la bodega central de los Galpones Teatrales– y el espacio en que acontece muestran la pátina del tiempo que ha ido sepultando las huellas de rebeldía.
El documento corresponde a las perfomances del Colectivo Cueca Sola2 publicadas entre septiembre y octubre de 2020, bajo la convocatoria En esta nueva historia y geografía. La necesidad curatorial de su publicación se vincula con el hecho de que estas intervenciones se encuentran en redes sociales, lo que hace efímero y virtual su acceso e, incluso, su existencia. El documento incluye una reseña del colectivo, el listado de las performances y diez imágenes seleccionadas por la memoria y demanda que operan, por el espacio en que ocurre y por el gestus3 que suman en la reinterpretación de la Cueca Sola de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD). Cada imagen corresponde a la publicación del video en redes sociales que en conjunto establecen no solo una topología político-afectiva, sino también un tejido de imágenes e intertextualidades que se actualizan en el presente: las imágenes que de estas cuecas se desprenden, dialogan con la poesía de Stella Díaz Varín y Alicia Genovese, o remiten a la intervención La conquista de América de las Yeguas del Apocalipsis en la Comisión Chilena de Derechos Humanos en 1989, a la corona de jeringas de Lemebel en Nueva York o a movilizaciones sociales como la toma del Liceo Alessandri en 1985, entre muchas otras. Imágenes que actualizan un recuerdo y, al mismo tiempo, desbordan un deseo de futuro.
La cueca es un baile en parejas, en el que el hombre busca conquistar a la mujer; coreográficamente incluye el paseo inicial, donde el hombre la invita a bailar y la sitúa frente a él. Los pañuelos que cada uno porta se agitan en el aire mientras se ejecutan las partes de la danza y a lo largo de la coreografía la mujer avanza y retrocede seguida-cortejada por el varón. La Cueca Sola se baila teniendo a la vista la ausencia del compañero: la danza inicia con la presentación de la mujer enunciando su filiación –“mujer, madre, hija o hermana de…” y la fecha de su desaparición o secuestro– con la persona por/con la que bailarán. La vestimenta rigurosa (blusa blanca y falda negra), con la fotografía prendida al pecho, escinde el cuerpo cromáticamente como reflejo del duelo, pero también de la acción, pues el baile junto con restituir la dignidad y humanizar “la inexistencia de sus familiares” (Ponce y Mura 135), también los sitúa políticamente. En el gesto de señalar la ausencia del otro, se lo presencializa y se lo devuelve a la esfera pública, pues la cueca ya no acontece en la fiesta familiar o en la celebración del 18 de septiembre, sino en un espacio políticamente determinado. La conmemoración pone en juego lo ético, político y estético desde y con el cuerpo que acciona poéticamente, bajo la mirada espectacularizante y el cuerpo convivial4 de los asistentes. La intérprete de la Cueca Sola lleva la fotografía “como segunda piel” (Taylor 35) de su compañero, su propio cuerpo lo lleva inscrito: “Han convertido sus cuerpos en archivos ‘vivos’ –preservando y exhibiendo las imágenes que habían sido el blanco de la supresión militar” (Taylor 36). La coreografía con un acento íntimo busca la presencia de quien en el pasado la debía perseguir-cortejar. Al finalizar, bajo el pañuelo y de cara al público algo se agita como ícono que se cifra políticamente, la danza, en este caso, pone en acto y obra la ausencia que se inscribe y habita en el cuerpo de la persona que baila5. El pañuelo en alto trae la imagen de los pañuelos blancos de las Madres de Plaza de Mayo o una bandera izada, que señala el aquí estamos y persistiremos mientras levantan la pregunta ¿Dónde están? “La pérdida, que en un primer momento nos abate, también puede –gracias a un juego, un gesto, un pensamiento, un deseo– levantar a todo el mundo. Y esta sería la primera fuerza de los levantamientos” (Didi-Huberman 18). Se constituye así, un acontecimiento de lenguaje que reafirma su gestus. El pañuelo, sostenido frente al rostro, se replica en todas las presentaciones del conjunto de la AFDD.
El cambio radical en los roles de género –que en la Cueca Sola se manifiesta en que la mujer es quien busca al varón, cargando en su cuerpo no solo su imagen, sino también la resistencia a las políticas de exterminio– presupone aceptar estratégicamente “la lógica del cuerpo-estatal patriarcal” (Taylor 35), para revertirla y mostrar sus contradicciones. En paralelo, tal como dice Taylor, las mujeres de la Plaza estaban “haciendo solo aquello que se supone tenían la obligación de hacer –cuidar y buscar a sus hijos. Pero ¿qué pasa cuando […] se ven forzadas a salir a buscarlos fuera del hogar y confrontar a los poderes?” (35). En Chile, la AFDD movilizó a las mujeres del espacio doméstico y las instaló en el espacio público como cuerpo político que actuó en contra y resistiendo al terrorismo de Estado. Hay que recordar, en este sentido, que “el primer testimonio público de la Cueca Sola se registra en la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo de 1978, en el Teatro Caupolicán” (Gallardo y Medalla 194).
La convocatoria, bajo el título En esta nueva historia y geografía, que hiciera para el pasado 11 de septiembre el Colectivo Cueca Sola en contexto de pandemia y a casi un año de la revuelta fue un impulso para reactivar la memoria y remover las capas de múltiples invisibilidades y olvidos en que se ha cimentado la impunidad y que ha reforzado las leyes de punto final que la justicia transicional impuso desde el enunciado “en la medida de lo posible”6. El llamado se tradujo en 51 performances a lo largo de Chile y algunos lugares en el extranjero, en las que diversas agrupaciones e intérpretes danzaron la Cueca Sola en espacios significativos de memoria, actos éticos y estéticos accionados por los cuerpos danzantes que señalan un lugar y lo vuelven a resignificar7. Rito liminal8 y “gestos simbólicos que ponen en la esfera pública deseos colectivos y construyen de otras maneras su politicidad” (Diéguez 18).
Se configuró, así, un archivo colectivo desde una imagen cultural, donde el gesto particular se convierte en un gestus social que desborda la notación coreográfica citacional, al mismo tiempo que desprivatiza la memoria, pues “a través de sus cuerpos, hacen visible una historia acumulativa de trauma [… y] políticas de violencia” (Taylor 25) impuesta a todo el cuerpo social. Quién puede o está habilitado para rememorar, recordar, actuar o enunciar, cuando las políticas de Estado han promovido que la memoria9 se aloje solo entre quienes sufrieron de manera descarnada la dictadura: el Colectivo Cueca Sola repiensa “la legitimidad discursiva del lazo exclusivamente consanguíneo. Esta mirada afirma la trayectoria de los contenidos de las luchas y de las memorias del dolor [inscribiéndolas] en relatos sociales más extensos” (Gallardo y Medalla 199). Es así como, por ejemplo, el rojo y negro de la vestimenta deriva los colores del duelo hacia la resitencia, la conmemoración hacia la acción.
Estas performances, su materialidad, ponen en tensión la relación entre realidad y arte, entre ética y estética (Fischer-Lichte 23-46), pues aunque el objetivo de la convocatoria fuera fundamentalmente conmemorativo y que los espacios en que acontecieron tenían una carga simbólica y política –muchos de ellos memoriales levantados en centros de tortura–, recrean y resignifican desde el propio cuerpo de las intérpretes ese deseo de justicia, instalando nuevas imágenes y realidades desde la pasión de actuar, de “actuar contra”, que dilata el tiempo y el espacio de su acontecimiento, que pone en escena las viejas y nuevas injusticias, pregnadas en la mirada del espectador virtual. Si bien no podemos acceder a su aquí y ahora y que a pesar de que la experiencia que supone el contemplar directamente una performance de este tipo se pierde en la mediación audiovisual10, en estos registros se actualiza los recuerdos e imágenes del espectador, que más de una vez ha participado o ha sido testigo de intervenciones callejeras y movilizaciones, sobre todo desde la revuelta del 18 de Octubre, en que distintas subjetividades –con sus demandas y estéticas– se expresaron en las calles. La imágenes de este archivo virtual nos obligan a posicionarnos, porque la pregunta por el cuerpo de la Cueca Sola apela también a nuestro propio cuerpo sustraído del espacio público en estos tiempos. Estas intervenciones, situadas en un espacio liminal, conmemoran a los que ya no están y denuncian el terrorismo de Estado de ayer y de hoy, abrir y dilatar la memoria e instalar una demanda fundamental por justicia y en contra de la violencia. La conciencia escénica de las intervenciones (elección del espacio, vestimenta, textos, gestos) se traduce en el cómo, dónde, cuándo, por qué y por quién se enuncia y danza. El cuerpo y el movimiento replican la notación original y la desbordan, desplazando –en un ir y venir– las performances desde lo político a lo estético. Las imágenes que erigen los cuerpos, los diversos cuerpos, llevan la “marca del levantamiento gestual, psíquico o atmosférico” (Didi-Huberman 24), porque algo se agita bajo las superficies y los cuerpos tienden, en su movimiento, hacia la libertad en contra de la inmovilidad y homogeneidad del discplinamiento corporal, ritualizando y, a veces, teatralizando el espacio de su ocurrencia: el río Mapocho que en los días del golpe llevara los cuerpos de los NN, la Estación Baquedano del metro que fue un enclave de carabineros y centro de tortura durante la revuelta del 18 de Octubre –según el testimonio de quienes estuvieron detenidos allí–, el desierto y el mar que se pliegan sobre sí mismos y que acogieron los cuerpos de tantos, los memoriales y puentes que conectan la discontinuidad del paisaje y los límites de los territorios. Sujetos-bailarines, que se movilizan lejos de los “modos y espacios de circulación preasignados”, para “reclamar espacios para la movilidad” (Lepecki s.n.), reapropiación y reinvención de un modo de moverse políticamente.
Se retorna al gesto de la cueca de 1978 como práctica y acción intersubjetiva, que erige un gestus que señala un aquí estoy pese a todo, signo de habitar el propio cuerpo que se resiste a los sistemas de sustracción, disciplinamiento y control del movimiento y del discurso. Esta cueca-acción intersubjetiva ha sido “aprendida, ensayada, alimentada y sobre todo experimentada y practicada. Una vez más y una vez más, y en cada repetición, mediante cada repetición, renovada” (Lepecki s/n), como una manera de habitar espacios y en ese movimiento configurar esa nueva geografía que abre y dilata los límites, que converge al tiempo que distancia. Los cuerpos que performan la cueca ejecutan la notación original, introduciendo movimientos que suman en su acontecer efímero otras maneras de situarse políticamente: “Los gestos están relacionados con una antropología dinámica de las formas corporales, y, así, las ‘fórmulas de pathos’ son una forma, visual y temporal al mismo tiempo, de interrogar al inconsciente en acción en la danza infinita de nuestros movimientos expresivos” (Didi-Huberman 29). De este modo, la lógica iterativa en la Cueca Sola desde 1978 aparece en las performances de 2020 inscribiendo la diferencia que construye una lógica de la alteridad y la repetición, donde cada gesto interpretativo suma y actualiza la memoria ritual y estéticamente, se dilata y abre hacia otras faltas y ausencias: la actualización de ese pasado resistente es también la visibilización del presente. Su enunciado contendrá el gestus que lo hace particular y en su diferencia apunta hacia los deseos que “necesitan la fuerza de nuestros recuerdos, a condición de darles una forma, la que no olvida de dónde viene y que, gracias a eso, es capaz de reinventar todas las formas posibles” (Didi-Huberman 15).
En la Cueca Sola, “se demanda la aparición de un cuerpo, de miles de cuerpos, cada uno con un nombre propio” (Barros 6). Se presencializa el cuerpo en la danza y al hacerlo “aparece otro cuerpo, el cuerpo que hace la pregunta, el cuerpo individual y colectivo […] La pregunta desborda la persona gramatical” (7) para configurar un cuerpo político: “La pregunta ‘¿Dónde están?’ adquiere, entonces, un nuevo cariz y recupera su contingencia, lo cual se expresa en las intervenciones del colectivo Cueca Sola y su presencia (dialogante con otros cuerpos) en las movilizaciones actuales” (Gallardo y Medalla 199). Señalamiento del espacio y accionar del cuerpo que baila por el otro, otro que es el sí mismo habitado y que habita en otros. Deixis corporal que transfigura el presente y señala con el gesto aquellas imágenes a las que asistimos en la resistencia y que permite apropiarse del propio cuerpo como una suma de rebeliones sucesivas: cada cueca, un nombre; cada nombre, una filiación; cada sujeto, un colectivo.
El colectivo es una agrupación compuesta por mujeres y activistas de la disidencia sexual, cuyas edades oscilan entre los quince y los sesenta años, que desarrolla desde 2013 una práctica artística y de memoria en Chile. Utiliza recursos de la danza y de la performance para construir un discurso que interpela las políticas de memoria y derechos humanos promovidas durante la posdictadura. Forma parte del movimiento actual por los derechos humanos y del movimiento feminista, en tanto busca instalar la pregunta por la vida, su integridad y el despliegue de sus múltiples posibilidades. Las principales consignas que articulan este colectivo son la desprivatización de las memorias y la ampliación de la denuncia contra la violencia del terrorismo de Estado, a través de la visibilización de otras violencias estructurales, tales como las que se ejercen sobre los cuerpos por razones de género, clase y etnia.
Este colectivo retoma y resignifica la Cueca Sola, variante del baile tradicional chileno, creada por mujeres de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos en 1978, y utilizada como una herramienta de denuncia y resistencia contra la dictadura.
La idea que dio lugar a la creación del Colectivo Cueca Sola surgió en el marco de la filmación de la película de la realizadora chilena, Paula Godoy Huerta, Aún tenemos patria, quien buscó registrar una intervención urbana que sintetizara las contradicciones del Chile posdictatorial. Desde este impulso, a partir de 2013, un grupo de mujeres acompañadas por Violeta Zúñiga, integrante de la AFDD e histórica bailarina de la cueca, deciden interrumpir la masiva celebración de las Fiestas Patrias en el Estadio Nacional, bailando en el frontis de este emblemático lugar. Este hito se repitió año a año hasta que, en el marco de la preparación del 8 de marzo de 2016, las activistas realizaron un llamado abierto a participar de una creación colectiva y a constituir formalmente una organización:
Somos Colectivo Cueca Sola, un grupo amorosamente decidido a mantener viva la memoria histórica, porque reivindicamos la memoria como una construcción colectiva y social. Bailamos la Cueca Sola para desprivatizar la memoria, porque las que bailaron antes que nosotras nos enseñaron una forma transgresora, revolucionaria […] La danza como herramienta de lucha tensiona las prácticas e imaginarios políticos: los abre a otras preguntas y esferas, los complejiza, los enriquece, los desestructura. No se equivoque nadie. No solo estamos familiares y amigos y amigas. Estamos todxs aquellxs que se han conmovido con la historia de nuestro pueblo [...] En nuestro gesto está […] la rebeldía de Lemebel y de las Yeguas; la cueca popular y resistente y la memoria de la subversión del espacio público: tomarnos las calles por asalto.
De este modo, se constituye una colectividad política organizada, que a la fecha ha realizado aproximadamente ochenta intervenciones performáticas en la ciudad de Santiago, en regiones y fuera de Chile. Este grupo, busca resignificar esta herramienta histórica de lucha –ubicada en el cruce de los movimientos de mujeres y feministas, del movimiento de derechos humanos y del movimiento popular de resistencia antidictatorial–, a través de distintos recursos corporales, indumentarias, textos y música, y explorando en antiguas y nuevas gestualidades y expresividades de la memoria.
El colectivo trabaja sobre una “política de la insistencia” (Barros, 2018), en un contexto de olvido e impunidad. Dicha política consiste en la repetición ritual de la denuncia por la desaparición y la violencia, que se actualiza en múltiples variaciones de la Cueca Sola, que son producto de una experimentación teórica y práctica. Las activistas proponen recuperar la sobriedad de la Cueca Sola, entendida como un gesto radical de protesta, que permitió articular voces y cuerpos diversos en una enunciación política. Estas voces heterogéneas y disidentes expresan múltiples formas de interrogar las políticas de impunidad e incluyen problemáticas provenientes de las experiencias y afectos ligados al malestar en el contexto neoliberal, así como nuevas preguntas y demandas que emanan desde los movimientos sociales y que interpelan tanto al Estado como a la propia izquierda y a los organismos tradicionales de derechos humanos.
Colectivo Cueca Sola en colaboración con Prensa Opal convocan a cómplices danzantes de todos los territorios para trazar una geografía afectiva de nuestras memorias y resistencias.
Habitamos un tiempo de múltiples violencias políticas, avaladas y reproducidas por el Estado: la continua impunidad frente a los crímenes de lesa humanidad y la falta de justicia radical para las familias de las víctimas de violaciones a los derechos humanos; la convivencia cotidiana con nuestros agresores, que demasiadas veces termina en feminicidios insoportables; el recrudecimiento del neoliberalismo y sus políticas de hambre, pobreza y precarización; confinamientos obligatorios y racismos flagrantes, impuestos por la militarización y el extractivismo.
Habitamos este tiempo memoriando, reviviendo ollas comunes y no olvidando el calor y cercanía de nuestros cuerpos y de otros cuerpos, ocupando las calles y las historias.
Habitamos desde las casas una nueva y conocida primera línea contra la crudeza del neoliberalismo. Antigua geografía de resistencias, territorios y afectos que se nutre de las trayectorias de numerosos activismos del cuerpo, que pusieron en el centro la vida, su defensa y también sus imaginaciones y posibilidades […].
Frente a este 11 de septiembre, a 47 años del golpe de Estado y con el recuerdo tibio de los 50 años del triunfo de la Unidad Popular, les invitamos a marcar con nosotres este mapa común con nuevas cuecas solas, a dar cuerpo y sonido a las memorias que lo habitan, a desprivatizar la expresión del recuerdo, rescatando el gesto insolente de la revuelta y ocupando las redes virtuales como espejo de los tejidos que hemos creado entre cuerpos y territorios.
Convocamos a un rito colectivo y descentralizado de protesta, a poner nuestros cuerpos para conmemorar este 11 en resistencia.
Por mi amigx que está preso porque ha dicho lo que piensa. Por todos los corazones que nos arrebataron.
Danza: Constanza Díaz Alfaro, baila por Marta Ugarte • Canto: Millantu Hilbert Díaz
“Ella estaba parida tristemente / sobre una ola, también recién parida. / Y era su sustancia, de amortiguado rostro redivivo, / como la mano empuñada de rojo. / Y perennemente sola como el signo en su frente”. (Stella Díaz Varín)
Colectivo Cueca SolaGesto: Constanza, en la orilla del mar, descalza, despliega su cueca sola dejando huellas en la arena mojada, que luego las olas hacen desaparecer. Con la fotografía de Marta Ugarte en el pecho, trae la imagen de los cuerpos desaparecidos que fueron arrojados al mar, atados a rieles de ferrocarril. La huella, que señala su presencia y su memoria, reaparece en la porfía de la danza, las huellas desaparecen y reaparecen con el retiro de la ola y como la memoria se activa en cada vuelta, escobillado o zapateo. El pañuelo rojo y un clavel configuran la imagen del duelo, la resistencia y la memoria que insiste. El pañuelo con movimientos firmes y dirigidos hacia abajo y el cuerpo encuclillado interrogan al mar, “dónde te tienen”, las olas en su susurro son el testigo que responde. El homenaje a Marta Ugarte, primera víctima confirmada del secuestro y desaparición de personas en el año 1976, finaliza con el gesto de levantar el pañuelo y el clavel enfrentando las olas y de espaldas a la cámara, depositando el clavel en el agua como un mensaje a todos aquellos que allí permanecen.
Danza: Francisca Fernández Droguett, baila por Claudia López (asesinada en 1998)
“Los pies enraizados nos trasladan al pasado... / en este lugar sin tiempo / (o con todos los tiempos posibles) / nos reencontramos.” (Aylin Ñancucheo)
Colectivo Cueca SolaGesto: al ritmo de la percusión Francisca rodea el muro del estadio, como si fuera el paseo inicial. El muro, recién pintado deja ver el rayado “El Estado opresor es un macho violador”. La sombra de la intérprete sobre el muro opera metonímicamente como la presencia de las diez mil mujeres que participaron en la performance de lastesis11 el 4 de diciembre de 2019. Atrás se ven los camarines donde estuvieron detenidas las mujeres después del golpe. Al llegar al frontis da inicio a la cueca, sus movimientos y posición corporal erguida y desafiante, junto a la percusión, recuerda al tinku. Gira sobre sí misma desplegando la pollera ancha en cada vuelta como correlato de la danza guerrera. El cuerpo alerta y el gesto de taparse un ojo y la boca, nos trae las imágenes de la revuelta12.
Texto y danza: Michele Botto, baila por los estudiantes
“Marchando les estudiantes / Incitan su bulería, / Demostrando con bravía / Su fuerza y su portento / Batallan al león cruento; / Y con rigor secundario, / Vencen cualquier carcelario / Que se imponga en su viento.”
Colectivo Cueca SolaGesto: Michele baila por los secundarios y su historia de rebeldías. En su baile convoca y reclama el levantamiento de aquellos que en julio de 1985 se tomaron el liceo bajo la consigna “Seguridad para estudiar, libertad para vivir”13. El despliegue dancístico replica en el frontis del establecimiento la ondulación de la bandera que hace 35 años los secundarios extendieron en la fachada, como signo inequívoco de apropiación. El pañuelo, algunas veces mordaza y venda, otras máscara que protege o signo de deseo, se retrae o despliega como extensión del cuerpo del intérprete, marca hitos e ideas en esta performance en la que el gesto se proyecta al infinito y señala el arriba –donde alguna vez se ubicaron los secundarios con su bandera– y el gesto hacia sí mismo en los pequeños movimientos centrados en el eje corporal. Lleva en el pecho la imagen de un encapuchado que resuena las voces de los estudiantes –los de la toma, la primera línea y los pingüinos– y la canción de Violeta Parra, porque el león es un “sanguinario en toda generación”.
Baila: Daniela Guzmán • Cámara: Marcela García
“tengo el trauma del viajero / si me quedo en la ciudad me angustio / si me voy / tengo miedo de no poder volver […] / Partir / es siempre partirse en dos” (Cristina Peri Rossi, Estado de exilio, 2003)
Colectivo Cueca SolaGesto: Daniela deconstruye la cueca emplazada en un puente que une y limita dos territorios. La pasarela se erige en un lugar de tránsito que le da continuidad al paisaje. Deposita sobre el piso un aguayo andino, un pandero, una maraca y un pañuelo, como un intento de fijar y anclarse en un territorio. La cámara se centra en el movimiento de sus pies como correlato del caminar eterno que implica el exilio. El viento, cuyo sonido lo envuelve todo, fragiliza el cuerpo en un equilibrio precario e inestable. La intérprete sigue la danza desde el suelo, con los pies en altura como imagen que tensiona la fijeza identitaria y el desarraigo.
Danzan: Guerrilla Marica, bailan “Cueca maricona por nuestrxs muertxs” • Cámara: Fran Soto • Letra, composición y arreglos Cueca Marika: Luis Contreras, Salvador Corvalán, Joaquín Mardones Collío • Textos: Mateo • Edición: Guerrilla Marika
“Las colas no tenemos ruinas donde profanen nuestras tumbas […] Bajo la tierra, más tierra / Bajo mis uñas, la piel de mi agresor. // Esa es la piel que molesta / NO somos de cuerpos equivocados / Somos de cuerpos trans-gredidos […] Nuestro carnaval, Marika y disidente, será un cóndor que desde lo alto huela la muerte, dueño del viento en contra.”
Colectivo Cueca SolaGesto: la imagen abre con el sonido del río y un pandero, en off se escucha el texto encabeza este párrafo, una declaración de principios que les impulsa a bailar. Vestidxs de negro en distintas telas –gruesas, satinadas, lentejuelas, tejidos andinos– y vestuarios, cada intérprete tiene su lugar de enunciación que converge en la demanda por justicia. Llevan como “segunda piel” la imagen de Nicole Saavedra que representa un caso emblemático de lesbofobia. Depositan una rosa roja sobre un pequeño altar, para luego en ruedo comenzar a bailar, carnavalesca y gozosamente, la Cueca Marica. Irrumpe el deseo de futuro y lo erótico en la diversidad cruzada por las violencias y opresiones sistémicas, al tiempo que se visibilizan las estrategias corporales para enfrentarlas: el cuerpo de la primera línea o del escudo de la guerrilla, el cuerpo de la travesti coronado por una diadema de jeringas en homenaje a Lemebel, los movimientos de repliegue y expansión del baile de las cholas. Se recrea en cada gesto la cueca, poniendo en obra las diversas formas de descolonizar el cuerpo, ampliar el espacio de movimiento y la subversión en los modos de moverse políticamente “nunca silente”. El último gesto, es depositar las flores en el cauce del río. La cueca “no deseada” de Andrés Pérez en La huida se traduce en el gesto metonímico de las rosas cuyo destino es el mar, imagen de todos los cuerpos y corazones arrebatados: la ofrenda por “nuestrxs muertxs, nuestrxs mutiladxs, nuestrxs atropelladxs, nuestrxs lanzadxs al mar, al río, a la rabia”.
Danza: Rayén Pojomovsky y Matilde Lucero Pojomovsky, bailan por Esther Cabrera (asesinada en la Operación Albania, 1987)
“El sueño que fue de ustedes, aun sigue siendo nuestro.”
¡Arriba las que luchan!
Colectivo Cueca SolaGesto: La cámara muestra un portón y un muro de piedra, entran por los costados Rayén y Matilde, una de negro de rojo la otra, mientras se escucha el brindis del nunca más de la cueca. Inician sus movimientos cada una de frente a la cámara. Aunque bailan acompañadas la una de la otra como espejo, cada una performa a su modo. Bailan por Esther Cabrera14 y por la memoria de los ochenta, evocan esos años de resistencia en los que, en la lucha contra la dictadura, se pusieron en tensión los discursos generacionales, la épica tradicional y los afectos visibles del cuerpo. Frente a la épica totalizante surge el gesto amoroso y una genealogía de mujeres: Esther, Rayén y Matilde. Mientras Rayén despliega sus movimientos con fuerza dirigiendo en círculos el pañuelo con su brazo extendido hacia abajo, Matilde lo hace sobre su cabeza buscando el cielo con movimientos suaves e infantiles, salta extendiendo su pie hacia atrás como si fuera una pirueta de ballet. Esta performance no solo pone en obra la memoria y la ausencia, sino también el deseo de futuro.
Danza: Taller Colectivo Cueca Sola Punta Arenas, bailan por Susana Estrella Obando Coñué (asesinada en 1988)
Colectivo Cueca SolaGesto: el colectivo hace su performance en el mismo lugar donde se encontró el cuerpo de Susana, luego de se detenida por la Central Nacional de Informaciones (CNI). Escuchamos el brindis que da inicio a la Cueca Sola de AFDD, mientras una de las participantes escribe el nombre en la Arena. Gesto efímero que porfía para que jamás en Chile esto se vuelva a vivir. El viento hace flamear los pañuelos rojos que tres de ellas sostienen a la altura del pecho, configurando un semicírculo en el que baila la intérprete. Desplazamientos pequeños e íntimos refieren a lo interior que se abre hacia lo exterior y, en un gesto que se repite una y otra vez, sostiene el pañuelo sobre el pecho para luego ofrendarlo al mundo fuera de cámara, operando metonímicamente como el cuerpo de Susana, como la “prenda querida”. Finalmente, escuchamos al colectivo gritar con los pañuelos empuñados “Bailamos, bailamos, bailamos”, la imagen es el principio de la acción.
Danza: Gabriela y Macarena, bailan por Joyce Tello, Fahime Díaz, Jetsabel Godoy, Ruth Mendoza, Edith Lázaro, víctimas en Arica de la violencia femicida
“He venido al desierto para irme de tu amor, / que el desierto es más tierno y la espina besa mejor. / He venido a las alturas con mis amigas a bailar, / que tu violencia sin sentido nunca nos podrá callar.”
Colectivo Cueca SolaGesto: la cámara muestra la inmensidad del desierto, al cuadro entran las dos intérpretes. La imagen baja y vemos sobre el suelo una cita a la instalación de Elina Chauvet Zapatos rojos15, objetos que representan a una individualidad pero también a todas las mujeres. Una de ellas, toma un par y empieza a taconear sobre el suelo. Este sonido acompañará la cueca que la otra performa en el desierto. Al desplegar sus piernas, escarba y busca en la tierra, levantando el polvo que vela e invisibiliza la violencia en contra de las mujeres. El pañuelo negro dirigido hacia abajo insiste en traer a las ausentes: las de Ciudad Juárez, Alto Hospicio y todas las víctimas de feminicidio. El último gesto es depositar el pañuelo morado con la leyenda “Ni una menos”16 sobre la tierra.
Danza: Valentina Pavez, baila por Cristián Valdebenito y “por todas los corazones que nos arrebataron”.
“Volveremos multitud sin número / Vendremos por todos los caminos / Vendremos estrechándonos las manos.” (Louise Michel)
Volveremos, ven-seremos / y será hermoso.
Colectivo Cueca SolaGesto: la cámara gira en 360º y recorre la plazoleta de ingreso a la estación, se ven los muros recién pintados y el piso escombroso, huella de la lucha entre la primera línea y carabineros que tuvo un cuartel de tortura ahí, según los testimonios de los detenidos, durante la revuelta. La cámara se posa en Valentina, sentada en el Jardín de la Resistencia plantado como huella viva del 18 de Octubre. Con movimientos iniciales contenidos y centrados en sí misma, hace la primera vuelta sentada rodeando su cabeza con el pañuelo y desplegando el manto rojo que lleva sobre la falda, como si fuera un pájaro que despierta a la vida. El movimiento de las telas amplían el espacio y el cuerpo se repliega y expande, tal como la memoria, en una danza amorosa que va de un costado a otro de abajo hacia arriba, del centro hacia fuera, como imagen del cuerpo que resiste y avanza. Al finalizar, Valentina alza ambas telas extendiendo su mano hacia el otro y mira hacia arriba, porque será hermoso. La cámara avanza hacia su rostro y se dirige luego a la imagen de Cristián Valdebenito adherida al árbol.
Danza: Susana Allende Leal • Percusión: makarymusico • Registro: Daniel López Góngora
“Compañeros caídos, nadie de nosotros podrá reemplazarlos. Ni siquiera lo intentaremos. Seremos continuidad en esta larga lucha, avanzaremos en acción y pensamiento hasta derrotar a nuestros enconados enemigos.” (J. Nehgme)
Colectivo Cueca SolaGesto: Dos encapuchados caminan junto al mural en memoria de Nehgme17 emplazado donde fue acribillado en 1989. Al estilo de la BRP, vemos banderas, puños, bocas y ojos que nos remiten a la resistencia de ayer y hoy. Escuchamos los pasos como antecedente a la cueca que vendrá, se sitúan frente a la imagen de Jecar, es de noche y el espacio se inunda de sirenas y sonidos de autos. La intérprete de espaldas a la cámara baja a la calle y ejecuta un par de pasos que dan el ritmo y el tono de una danza brava. Se saca el sobretodo y lo manipula como si fuera un arma, para luego depositarlo en la calle como si fuera un cuerpo. La percusión acompaña los desplazamientos de la intérprete, firmes, tensos y definidos que ejecuta algunos pasos de una cueca ofensiva, que avanza sin respiro. Un cuerpo que resiste y cae junto al sobretodo, vuelve a levantarse, para mostrar desafiante la fotografía de Jecar al espacio fuera de cámara, apelando y azuzando, en señal de que aquí
estuvimos y aquí estamos. Toma el pañuelo rojo de su bolsillo para ejecutar la última vuelta de la cueca, para, finalmente, arrodillarse y tensarlo con ambas manos sobre su cabeza en estado de permanente resistencia.
Brindis
Yo brindo por la verdad, la justicia y la razón,
porque no exista opresión, ni tanta desigualdad.
Con coraje y dignidad, de este mal hay que salir,
vamos a reconstruir y con cimientos bien firmes,
para que jamás en Chile esto se vuelva a vivir.
Cueca Sola
En un tiempo fui dichosa
apacibles eran mis días,
mas llegó la desventura
perdí lo que más quería.
Me pregunto constante,
¿dónde te tienen?
Y nadie me responde,
y tú no vienes.
Y tú no vienes, mi alma,
larga es la ausencia,
y por toda la tierra
pido conciencia.
Sin ti, prenda querida,
triste es la vida.
(Gala Torres)
Danza: Constanza Díaz Alfaro, baila por Marta Ugarte • Canto: Millantu Hilbert Díaz
“Ella estaba parida tristemente / sobre una ola, también recién parida. / Y era su sustancia, de amortiguado rostro redivivo, / como la mano empuñada de rojo. / Y perennemente sola como el signo en su frente”. (Stella Díaz Varín)
Colectivo Cueca SolaDanza: Francisca Fernández Droguett, baila por Claudia López (asesinada en 1998)
“Los pies enraizados nos trasladan al pasado... / en este lugar sin tiempo / (o con todos los tiempos posibles) / nos reencontramos.” (Aylin Ñancucheo)
Colectivo Cueca SolaTexto y danza: Michele Botto, baila por los estudiantes
“Marchando les estudiantes / Incitan su bulería, / Demostrando con bravía / Su fuerza y su portento / Batallan al león cruento; / Y con rigor secundario, / Vencen cualquier carcelario / Que se imponga en su viento.”
Colectivo Cueca SolaBaila: Daniela Guzmán • Cámara: Marcela García
“tengo el trauma del viajero / si me quedo en la ciudad me angustio / si me voy / tengo miedo de no poder volver […] / Partir / es siempre partirse en dos” (Cristina Peri Rossi, Estado de exilio, 2003)
Colectivo Cueca SolaDanzan: Guerrilla Marica, bailan “Cueca maricona por nuestrxs muertxs” • Cámara: Fran Soto • Letra, composición y arreglos Cueca Marika: Luis Contreras, Salvador Corvalán, Joaquín Mardones Collío • Textos: Mateo • Edición: Guerrilla Marika
“Las colas no tenemos ruinas donde profanen nuestras tumbas […] Bajo la tierra, más tierra / Bajo mis uñas, la piel de mi agresor. // Esa es la piel que molesta / NO somos de cuerpos equivocados / Somos de cuerpos trans-gredidos […] Nuestro carnaval, Marika y disidente, será un cóndor que desde lo alto huela la muerte, dueño del viento en contra.”
Colectivo Cueca SolaDanza: Rayén Pojomovsky y Matilde Lucero Pojomovsky, bailan por Esther Cabrera (asesinada en la Operación Albania, 1987)
“El sueño que fue de ustedes, aun sigue siendo nuestro.”
¡Arriba las que luchan!
Colectivo Cueca SolaDanza: Taller Colectivo Cueca Sola Punta Arenas, bailan por Susana Estrella Obando Coñué (asesinada en 1988)
Colectivo Cueca SolaDanza: Gabriela y Macarena, bailan por Joyce Tello, Fahime Díaz, Jetsabel Godoy, Ruth Mendoza, Edith Lázaro, víctimas en Arica de la violencia femicida
“He venido al desierto para irme de tu amor, / que el desierto es más tierno y la espina besa mejor. / He venido a las alturas con mis amigas a bailar, / que tu violencia sin sentido nunca nos podrá callar.”
Colectivo Cueca SolaDanza: Valentina Pavez, baila por Cristián Valdebenito y “por todas los corazones que nos arrebataron”.
“Volveremos multitud sin número / Vendremos por todos los caminos / Vendremos estrechándonos las manos.” (Louise Michel)
Volveremos, ven-seremos / y será hermoso.
Colectivo Cueca SolaDanza: Susana Allende Leal • Percusión: makarymusico • Registro: Daniel López Góngora
“Compañeros caídos, nadie de nosotros podrá reemplazarlos. Ni siquiera lo intentaremos. Seremos continuidad en esta larga lucha, avanzaremos en acción y pensamiento hasta derrotar a nuestros enconados enemigos.” (J. Nehgme)
Colectivo Cueca Sola