Consenso de Enfermedad de Chagass

Recepción: 17 Noviembre 2018
Aprobación: 18 Febrero 2019
Resumen: Acorde al último reporte epidemiológico de la Organización Mundial de la Salud del año 2015, en Argentina existen 1,5 millones de personas infectadas por el Trypanosoma cruzi y alrededor de 370.000 pacientes con distintas manifestaciones de la enfermedad de Chagas. El objetivo de esta revisión es analizar una de las manifestaciones clínicas más graves e invalidantes de esta enfermedad: la miocardiopatía chagásica crónica. Esta patología, que presenta una distribución geográfica dispar en la Argentina, comparte varias características comunes con otras formas etiológicas de insuficiencia cardíaca, aunque su epidemiología, presentación clínica y respuesta al tratamiento médico, eléctrico y quirúrgico le otorgan una distinción particular y en muchos casos, poco conocida. Por tal motivo, existe en la comunidad médica, un creciente interés en alcanzar un mayor conocimiento de esta enfermedad a fin de implementar manejos y decisiones terapéuticas, que si bien demostraron beneficio en otras poblaciones de pacientes con insuficiencia cardíaca, aun no han sido adecuadamente avaladas para su aplicación en insuficiencia cardíaca chagásica. Muchas de las indicaciones e intervenciones se basan en experiencia más que evidencia científica. Es por ello que esta revisión es un desafío oportuno para optimizar el tratamiento y pronóstico de esta población.
Palabras clave: Insuficiencia cardíaca, Enfermedad de Chagas, Cardiopatía chagásica, Miocardiopatía.
Abstract:
According to the last epidemiological report of the World Health Organization in 2015, in Argentina there are 1.5
million people infected with Trypanosoma cruzi and around 370,000 patients with different manifestations of Chagas
disease. The objective of this review is to analyze one of the most serious and invalidating clinical manifestations of
this disease: chronic chagasic myocardiopathy. This pathology, which has a disparate geographical distribution in
Argentina, shares several common characteristics with other etiological forms of heart failure, although its epidemiology,
clinical presentation and response to medical, electrical and surgical treatment give it a particular distinction and in
many cases, little known
For this reason, there is a growing interest in the medical community to achieve greater knowledge of this disease in
order to implement management and therapeutic decisions, which although they have shown benefit in other populations
of patients with heart failure, have not yet been adequately endorsed. for its application in chagasic heart failure.
Many of the indications and interventions are based on experience rather than scientific evidence.
That is why this review is a timely challenge to optimize the treatment and prognosis of this population.
Keywords: Heart failure, Chagas disease, Chagasic heart disease, Chronic chagasic cardiomyopathy.
Resumo: Insuficiência cardíaca na cardiomiopatia chagásica crônica De acordo o último relatório epidemiológico da Organização Mundial da Saúde em 2015, na Argentina existem 1,5 milhão de pessoas infectadas pelo Trypanosoma cruzi e cerca de 370.000 pacientes com manifestações diferentes da doença de Chagas. O objetivo desta revisão é analisar uma das manifestações clínicas mais graves e invalidantes dessa doença: miocardiopatia chagásica crônica. Esta condição, que tem uma distribuição geográfica desigual na Argentina, compartilha várias características comuns com outras formas etiológicos de insuficiência cardíaca, embora sua epidemiologia, apresentação clínica e resposta ao tratamento médico, elétrico e cirúrgico dar uma distinção especial e, em muitos casos, pouco conhecido. Portanto, há na comunidade médica, um crescente interesse na obtenção de uma melhor compreensão da doença, a fim de implementar as decisões de manejo e tratamento, que embora benefício mostrou em outras populações de pacientes com insuficiência cardíaca ainda não foram adequadamente apoiados para sua aplicação na insuficiência cardíaca chagásica. Muitas das indicações e intervenções são baseadas na experiência e não na evidência científica. É por isso que esta revisão é um desafio oportuno para otimizar o tratamento e o prognóstico dessa população.
Palavras-chave: Insuficiência cardíaca, Doença de Chagas, Cardiopatia chagásica, Cardiomiopatia chagásica crônica.
Insuficiencia cardíaca en miocardiopatía chagásica crónica
1. Epidemiología
Guillermo Cursack, Griselda Maidana, Carlos Manfredi
Según estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación
del año 20111, las enfermedades cardiovasculares representan
la primera causa de muerte en la Argentina,
dentro de las cuales la insuficiencia cardíaca (IC) supera
a la cardiopatía isquémica, la enfermedad cerebrovascular
y la hipertensión arterial en número de muertes
por habitante por año.
Acorde al último reporte epidemiológico de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) del año 20152, en
Argentina existen 1,5 millones de personas infectadas
por el Trypanosoma cruzi, especialmente en la zona
del Gran Chaco. En base a estos datos, en Argentina
existirían alrededor de 376.309 pacientes con enfermedad
de Chagas.
Aunque la mayoría de los pacientes infectados residen
en México, América Central y Sudamérica, las corrientes
migratorias mundiales han generado un importante
número de personas infectadas en áreas no endémicas,
especialmente en Europa, Japón, Australia, Canadá y
Estados Unidos, donde se estima que viven 300.000
personas infectadas con el parásito.
Se desconoce con exactitud el número de pacientes
con miocardiopatía chagásica, pero se estima que la
desarrollaran entre el 15 y el 30% de los infectados y
alrededor de un 10% de los cardiópatas evolucionaran
a la forma dilatada, el 5% al 6% evolucionarían a mega
formaciones digestivas, así como a trastornos neurológicos
periféricos, centrales y autonómicos el 3%3,4.
El Registro Argentino de Insuficiencia Cardíaca REARGIC5
incluyó prospectivamente 1257 pacientes de 31
centros en 11 provincias, hospitalizados por insuficiencia
cardíaca aguda entre el año 2013 y 1016.
El análisis etiológico de dicho registro evidenció un porcentaje
bajo de etiología isquémica (37,5%), probablemente
por sub-diagnóstico, al igual que de cardiopatía chagásica (5,2%) a pesar de la inclusión de regiones
endémicas. Entre las explicaciones de estos hallazgos
se pueden citar ciertas limitaciones en el uso de herramientas
diagnósticas, así como una baja indicación de
cinecoronariografía y serología para Chagas (requerida
sólo en el 8% de los casos) durante la internación.
En una revisión publicada en el 20156 que analizó 18
registros argentinos publicados en los últimos 23 años,
la prevalencia de etiología chagásica fue “sorpresivamente”
baja, menor al 10% en comparación con otras
etiologías, teniendo en cuenta que este trabajo incluyó
al registro REMIDA, que incorporó exclusivamente
miocardiopatías dilatadas.
Finalmente, conocer la epidemiología de esta enfermedad
en el país, institución de salud y en el propio consultorio
es fundamental para optimizar el tratamiento
farmacológico y los otros cuidados complementarios
y así, mejorar la calidad de vida de los pacientes y
disminuir la mortalidad.
2. Estratificación de riesgo
Scores de riesgo
La estratificación de riesgo nos permite predecir la evolución
de nuestros pacientes, sobre todo, ante manifestaciones
tempranas de la enfermedad.
El más conocido es el score de Rassi, que combina 6 elementos:
clínicos, diagnósticos y demográficos (Tabla 1).
De acuerdo al valor obtenido, se puede clasificar a los
pacientes en bajo, moderado y alto riesgo1.
La mortalidad a los 5 años es del 2, 18 y 63% para el riesgo
bajo, intermedio y alto.
A los 10 años es del 10, 44 y 84%, respectivamente.
Por otro lado, el score de Sousa, que combina 4 variables,
también estratifica a los pacientes sumando variables en bajo
riesgo (0-2), intermedio (3-4) y alto riesgo (5-6)2:
- Dispersión de QT.
- Función del ventrículo izquierdo.
- Síncope.
- Extrasístoles ventriculares (EV).
Otros predictores de mal pronóstico son: péptidos natriuréticos
elevados, disfunción del ventrículo derecho (VD),
aumento del volumen de la aurícula izquierda (AI), relación
E/e´ elevada, alteraciones permanentes de la repolarización
del ST, alteraciones en el strain rate.
En el estudio BENEFIT3, que incluyó 1896 pacientes, se
aplicó el score de Rassi y se encontró que la relación de las variables con el porcentaje de eventos anuales (muerte,
paro cardio-respiratorio, taquicardia ventricular [TV],
implante de marcapasos o cardiodesfibrilador, accidente
cerebrovascular, embolia, trasplante, nueva IC) fue del 3%
anual en pacientes de bajo riesgo (score 0-2), 6% en riesgo
intermedio (score 3-5) y 9% en riesgo alto (score >5).
Es de destacar que la presencia de disfunción ventricular
o fracción de eyección del ventrículo izquierdo (FEVI)<40% incrementa el riesgo al 63% a 5 años, con una tasa
del 12% anual de eventos, al comparar con los pacientes
sin disfunción ventricular cuyo riesgo baja al 24% a 5 años,
con una tasa anual del 5%. Además, estos porcentajes de
eventos variaron según la región analizada: Colombia y El
Salvador (T cruzi I) 26% (5% anual), Brasil (T cruzi II)
38% (7% anual) y Argentina con Bolivia (T cruzi V y VI)
19% (4% anual)4 (Tabla 2 y Tabla 3).
3. Presentación clínica
La afección cardiovascular en la enfermedad de Chagas
presenta, clínicamente, una fase aguda inicial, la miocarditis
(donde el derrame pleural puede estar presente)
en menos del 1% de los pacientes infectados1,2, seguida
por una fase crónica. En la miocardiopatía chagásica el
daño miocárdico es generalmente un proceso progresivo
y se puede clasificar en etapas (A, B, C y D), de acuerdo
con las recomendaciones internacionales (adaptado a la
enfermedad de Chagas). En la enfermedad de Chagas,
la evolución hacia la IC se produce sin mayores manifestaciones
clínicas. En una primera etapa, los pacientes
tienen un ECG normal permanecen asintomáticos y sin
daño estructural cardíaco por lo que se considera que
tiene la enfermedad en fase indeterminada (etapa A). La
aparición de anormalidades en el ECG implica progresión
de la enfermedad (etapa B) y precede a la aparición
de síntomas de IC (etapas C y D)3 (Tabla 4). La muerte
súbita (MS) puede ser la primera manifestación de la
enfermedad, incluso antes del desarrollo de los síntomas
(en la etapa A o B), o bien puede ocurrir debido a IC
progresiva o accidente cerebrovascular. Desde el punto
de vista anatomopatológico, la afección chagásica se
caracteriza por una miocarditis crónica que involucra
a todas las cámaras y daños al sistema de conducción.
Tabla 4. Estadios en el desarrollo de insuficiencia cardíaca
debido a enf. de Chagas3
Paciente asintomático con ECG anormal (Etapa B)
En este grupo de pacientes, se recomienda realizar un
estudio ecocardiográfico basal. Los hallazgos son muy
variables, detectándose en aproximadamente el 30%
de los casos disfunción ventricular (FEVI <40%). En
la Tabla 5, se describe la prevalencia de ésta en los diferentes
patrones electrocardiográficos4. El objetivo es
identificar la presencia de disfunción ventricular, que
podrían beneficiarse precozmente de fármacos para el
manejo de la cardiopatía.
Tabla 5. Porcentaje de disfunción ventricular izquierda moderada
o grave (FEVI <40%) evaluada ecocardiográficamente, de acuerdo
con el tipo de alteración electrocardiográfica
Paciente sintomático (Etapa C-D)
La sintomatología clínica de la enfermedad en la miocardiopatía
dilatada chagásica no difiere demasiado de
otras cardiopatías dilatadas. Los síntomas y signos más
frecuentes relacionados con la IC son: disnea en especial
clase funcional (CF) II-III según New York Heart
Association(NYHA), edemas bimaleolares, ascitis, hepatomegalia
congestiva, ingurgitación yugular5; menos frecuentes
son los hallazgos de cuadros sincopales y mareos
producto de la lesión del aparato excito-conductor que
genera trastornos de conducción graves y arritmias ventriculares
complejas6. Las palpitaciones son generalmente
producto de arritmias como la extrasistolia ventricular y la
fibrilación auricular, este último es un signo de mal pronóstico
por tres razones: la primera, se relacionada con la
pérdida de la “patada auricular” que favorece la dilatación
cardíaca en forma precoz; la segunda, por aumento de la
probabilidad de tromboembolismo pulmonar, y la tercera
por ser causa de muerte en la miocardiopatía dilatada
chagásica después del shock cardiogénico y la MS7.
4. Aporte de las imágenes cardíacas en
pacientes con enfermedad de Chagas
Cristian Núñez, Moira Álvarez
Las diferentes modalidades de imágenes en cardiología,
tales como la radiografía de tórax, ecocardiografía, medicina
nuclear, tomografía computada, resonancia magnética
cardíaca aportan información valiosa sobre la estructura y
función cardíaca en la enfermedad de Chagas1.
Rol de la ecocardiografía
La ecocardiografía es una de las herramientas no invasivas
diagnóstica más útiles para la evaluación de los pacientes
con enfermedad de Chagas. La evaluación de la función
ventricular es uno de los puntos clave del método, y aporta
datos para orientar el tratamiento y definir el pronóstico2.
En general, la evaluación ecocardiográfica debe ser
realizada de acuerdo a las sugerencias de las Guías de
Cuantificación de Cámaras de la Sociedad Americana de
Ecocardiografía (ASE), con especial énfasis en la morfología
y función de ambos ventrículos como la presencia
de valvulopatias3.
Es razonable realizar al menos un ecocardiograma en
todo paciente con serología positiva para la enfermedad
y repetirlo si se detectan nuevos hallazgos anormales en
el ECG para documentar progresión de la enfermedad4.
Los hallazgos ecocardiográficos más frecuentes en los
pacientes con esta enfermedad, incluyen alteraciones
segmentarias de la motilidad parietal, lo que permite
identificar a individuos con riesgo de empeoramiento
progresivo de la función ventricular5. El aneurisma apical
es una lesión típica en la enfermedad cardíaca por Chagas,
con diferencias en la prevalencia según población
estudiada y la herramienta diagnóstica empleada. Cabe
destacar que el aneurisma también puede localizarse en
la cara inferior e inferolateral (Figuras 1 y 2) y puede
afectar a ambos ventrículos. La disfunción diastólica es
otro hallazgo en pacientes con enfermedad de Chagas
crónico que proporciona información clínica útil para la
estratificación y el pronóstico6.
Figura 1. Aneurismas del ventrículo izquierdo en las paredes
inferior e inferolateral (flechas). Vistas apicales de 2 y 3 cámaras.
AI: aurícula izquierda. VI: ventrículo izquierdo. Ao: aorta.
Figura 2. Aneurisma apical del ventrículo izquierdo (flechas). Vistas
apicales de 4 y 2 cámaras.
AD: aurícula derecha. AI: aurícula izquierda. VD: ventrículo
derecho. VI: ventrículo izquierdo.
Clásicamente, el aneurisma apical se asocia a un sustrato
arrítmico; sin embargo. este hallazgo no parece ser un
factor predictivo independiente de mortalidad7,8. La mayor
parte de los trombos del ventrículo izquierdo (VI) se
producen en el aneurisma apical, las ventanas apical y
subxifoidea son las más útiles para este análisis. También
puede ser de utilidad obtener múltiples proyecciones, a
menudo no convencionales o simplificadas, colocando
el transductor con una ligera angulación para visualizar
mejor el vértice cardíaco (Figura 3)7.
Figura 3. Ecocardiografía bidimensional transtorácica vista apical
cuatro cámaras. Se observa pequeño aneurisma ventricular
izquierdo (izquierda) y un trombo (flecha, derecha). Se emplean
proyecciones no estándares con el objeto de explorar la totalidad
del ápex ventricular izquierdo.
AD: aurícula derecha. AI: aurícula izquierda. VD: ventrículo
derecho. VI: ventrículo izquierdo.
Los pacientes con IC avanzada por enfermedad cardíaca
chagásica pueden frecuentemente presentar: dilatación e
hipocinesia global del VI con baja fracción de eyección o
dilatación biventricular7 (Figura 4). Recientemente se han
introducido también nuevas técnicas ecocardiográficas,
como el Doppler tisular, las técnicas de strain y strain
rate y la ecocardiografía tridimensional, que permiten
un abordaje morfológico y funcional del corazón de
manera más exacta y reproducible3.
Figura 4. Ecocardiograma bidimensional de superficie. Vista apical
de 4 cámaras en paciente con enfermedad cardíaca chagásica
con insuficiencia cardíaca congestiva. Se observa dilatación global,
hipoquinesia global severa y baja fracción de eyección.
AD: aurícula derecha. AI: aurícula izquierda. VD: ventrículo
derecho. VI: ventrículo izquierdo.
Ecocardiografía de strain y speckle tracking
El estudio de la deformación miocárdica basado en el
speckle tracking, el cual no es ángulo dependiente, es
una herramienta nueva que permite indagar información
acerca de la deformación (strain) y la velocidad de la
deformación (strain rate), tanto regional como global
del VI y ventrículo derecho (VD)8,9.
El strain longitudinal global es el método más validado
para la detección de daño subclínico funcional del
VI en pacientes con enfermedad de Chagas crónico
y FEVI normal. También ha sido evaluado como una
variable predictora de progresión de la enfermedad y
tiene una alta correlación con la cantidad de fibrosis
miocárdica evaluada con resonancia magnética nuclear
cardíaca (RMNC)3 (Figura 5). En el contexto de la
enfermedad de Chagas, está por definirse el impacto
clínico de cambios tisulares tempranos evaluados
por estas técnicas ecocardiográficas avanzadas, en
su eventual capacidad de predecir progresión de la
enfermedad9. Otro hallazgo, detectado con speckle
traking en pacientes con enfermedad de Chagas, es la
dispersión electromagnética que se asocia con arritmias
ventriculares y MS10.
Figura 5. Strain longitudinal global de los ventrículos izquierdo.
A. Strain longitudinal anormal en pacientes portador de enfermedad
cardíaca por Chagas con alteración del ECG (BCRD). B.
Strain longitudinal del ventrículo derecho global (-6,5%) y pared
libre (-12,6%) en paciente con enfermedad cardíaca por Chagas
asintomático.
Ecocardiografía tridimensional
La aplicabilidad del eco bidimensional (2D) en el
estudio de la estructura cardíaca, tamaño y dimensiones,
es limitada. Por consiguiente, la exactitud en
el uso de técnicas e imágenes tridimensional (3D),
que se obtienen con transductores especiales para
la adquisición de volúmenes, permite mayor grado
de reconstrucción y geométricas completa de las
cámaras cardíacas10.
El volumen por ecografía 3D puede obtenerse en un
solo latido o por la unión de volúmenes menores de
latidos consecutivos. La ecocardiografía 3D tiene ventajas
significativas sobre el ecocardiograma 2D, en la
visualización completa del VI, facilita la medición de
los volúmenes y FEVI como también, se aplica para
el estudio de la aurícula izquierda (AI) y del VD, pudiendo
ayudar en la detección de pequeños aneurismas
del VI7,11. Los resultados obtenidos por ecocardiografía
3D han sido bien validados al compararlos con otras
técnicas de imágenes 3D como RMNC7,9,11. Al igual
que el estudio de otros tipos de miocardiopatías, esta
técnica tridimensional puede ser utilizada en pacientes
con enfermedad cardíaca por Chagas para evaluar el
tamaño y función ventricular (Figura 6), principalmente
obtener información del VD13.
Figura 6. Estudio por ecocardiografía 3D. Evaluación de volumen
y fracción de eyección del ventrículo derecho mediante ecocardiografía
3D en tiempo real. El software muestra tres planos: sagital
(A), coronal (B) y cuatro cámaras (C). En D, se muestra la reconstrucción
del ventrículo derecho en 3 dimensiones.
Estudio del ventrículo derecho
La compleja disposición geométrica y anatomía del
VD, caracterizado por sus paredes más delgadas, prominentes
trabeculaciones y banda moderadora hace el
análisis ecocardiográfico más dificultoso en una vista
única biplano, como mayor dificultad en efectuar cálculos
de volúmenes con ecografía 2D. Por consiguiente,
al contrario del VI, no se recomienda el cálculo de la
fracción de eyección del VD (FEVD) por ecografía 2D.
La aplicación de 3D puede ser una herramienta prometedora,
que permitan la determinación de la FEVD en la
práctica clínica12,13. Las guías de la ASE14 recomiendan
una serie de parámetros de utilidad clínica a la hora de
valorar el VD y tienen buena correlación con la función
sistólica global del mismo como: la excursión sistólica
del plano del anillo tricúspide (TAPSE: tricuspid annular
plane systolic excursion), la velocidad sistólica
del Doppler tisular del anillo tricuspídeo (S’), cambio
del área de fracción de acortamiento (diferencia entre
las áreas del VD al final de la diástole y de la sístole,
dividido por el área diastólica multiplicado por 100),
y el índice de eficiencia miocárdica del VD (índice de
Tei, que expresa tanto la función sistólica como diastólica
del VD)13,14. La ecocardiografía speckle-tracking
ha permitido el análisis del strain del VD, una medida
de la deformación miocárdica, que ha demostrado una
mayor precisión para la detección de la disfunción sistólica
del VD (Figura 5 B)15, especialmente disfunción
incipiente, antes que se torne clínicamente importante.
El deterioro del VD es un hallazgo frecuente, demostrado
incluso en las primeras etapas de la enfermedad.
Seguramente, como en otras patologías, la presencia
de áreas de fibrosis desencadenada, por la miocarditis
crónica que origina la enfermedad de Chagas, debe tener
correlación con la función ventricular y quizás también
con el riesgo de arritmias, por lo tanto, la capacidad de
detectar fibrosis en la enfermedad de Chagas, tanto en
el VI como en el VD es relevante16.
Resonancia magnética nuclear cardíaca
La RMNC ha demostrado ser un estudio de imágenes
no invasivo de gran versatilidad, debido a su excelente
resolución espacial y a su capacidad de caracterización
tisular de edema y fibrosis, brinda información fisiopatológica
de la enfermedad17. Se utilizan diferentes
secuencias de RMNC para evaluar anatomía, función y
caracterización tisular. Secuencias de cine que permite con gran exactitud determinar la severidad y extensión
del compromiso biventricular, el cálculo preciso de los
volúmenes, FEVI y la evaluación de anormalidades
de motilidad parietal, el adelgazamiento parietal, la
presencia de aneurisma, detección de trombos intracavitarios
(Figura 7). Secuencias de T2 (tiempo de
relajación transversal) sin contraste permite la evaluación
de edema miocárdico en cualquiera de las etapas
de la enfermedad con muy buena correlación con
el estudio tradicional de realce tardío con gadolinio
(LGE)18. Las imágenes de realce tardío se obtienen
en secuencia inversión recuperación (T1: tiempo de
relajación longitudinal), aproximadamente 10 minutos
posteriores a la administración del contraste (Figura 8).
Diferentes patrones de distribución del realce tardío
han sido identificados en pacientes con enfermedad
cardíaca chagásica, subendocárdicos y transmurales
(ambos difíciles de diferenciar de patrones de infarto
miocárdico previo), intramiocárdicos o subepicárdicos.
El realce tardío tiende más comúnmente a mostrar los
compromisos de los segmentos basal ínfero lateral y
ápex (Figura 9).
Figura 7. Resonancia magnética nuclear cardíaca: secuencias de
cine. Paciente con miocardiopatía chagásica. A. Vista de cuatro
cámaras: dilatación del ventrículo izquierdo con severa disminución
de la función sistólica, adelgazamiento parietal a nivel de la pared
lateral en el segmento basal. B. Vista tres cámaras: se evidencia
claramente aneurisma a nivel de la pared inferolateral en el segmento
basal.
Figura 8. Resonancia magnética nuclear cardíaca, eje corto. A.
Secuencia de cine, donde se evidencia adelgazamiento parietal
del segmento inferolateral. B. Secuencia de realce tardío donde se
evidencia fibrosis en la región adelgazada.
Figura 9. Resonancia magnética nuclear cardíaca, 2 cámaras, secuencias
de realce tardío a nivel de la pared inferior intramiocárdica
(fibrosis). Se correlaciona con las imágenes de strain, en un paciente
con serología positiva para enfermedad de Chagas, con ECG normal
y ecocardiograma bidimensional con función sistólica conservada.
En pacientes con enfermedad chagásica con serología
positiva a pesar de ECG y ecocardiograma normales,
la fibrosis miocárdica puede encontrarse hasta en un hasta 20%19 .Es importante destacar, que la presencia
y extensión de la fibrosis tiene buena correlación con
la CF según la NYHA, y con la posibilidad de arritmias
ventriculares, en especial cuando el patrón de realce
tardío es transmural y abarca 2 ó más segmentos
contiguos20,21. Además, el grado de fibrosis se correlaciona
en forma inversa con la función sistólica del
VI22. Por ello, la evaluación del grado de fibrosis con
realce tardío ha mostrado ser un excelente marcador
de severidad de la enfermedad. La RMNC es una
excelente modalidad para estratificación de riesgo y
pronóstico en la enfermedad chagásica, pero aún no
se encuentra disponible en la mayoría de las regiones
rurales en donde la enfermedad es endémica.
Si bien actualmente los estudios de RMNC están contraindicados
en pacientes portadores de dispositivos
cardíacos tales como cardiodesfibriladores, resincronizadores
o marcapasos convencionales, las nuevas
tecnologías de estos dispositivos permitirán acceder
a esta posibilidad.
Conclusiones
En este resumen detallamos el rol de las diferentes modalidades
de imágenes, encontrándose en primer lugar,
la ecocardiografía (Figura 10), por su disponibilidad y
costo, y en segundo lugar la RMC, aportando ambos
métodos información no sólo diagnóstica sino también
pronóstica, lo que resulta útil para la estratificación
de riego en esta enfermedad.
Figura 10. Parámetros y hallazgos ecocardiográficos de utilidad
en la enfermedad de Chagas.
VD: ventrículo derecho. VI: ventrículo izquierdo. IM: insuficiencia
mitral. IT: insuficiencia tricuspídea.
5. Tratamiento de insuficiencia cardíaca en
miocardiopatía chagásica
Juan Pablo Escalante, María Cecilia Moris,
Daniela García Brasca
La insuficiencia cardíaca crónica es un síndrome clínico,
caracterizado por un proceso fisiopatológico
complejo, con mala adaptación de distintos mecanismos
neurohumorales. En este escenario, la activación
crónica del sistema renina-angiotensina-aldosterona
(SRAA) y sistema nervioso simpático resultan deletéreos,
mientras que la activación de mediadores
contrarreguladores como el de péptidos natriuréticos
resulta insuficiente. Diagnosticada y librada a su
evolución natural, la mortalidad de la IC a los 5 años
es aproximadamente del 60%. En la miocardiopatía
chagásica (MC), las respuestas hemodinámicas y
neurohormonales no difieren respecto a otras miocardiopatías.
Esta fisiopatología en común sugiere que los
tratamientos que han demostrado ser efectivos en los
estudios de IC deberían serlo en la MC. Sin embargo,
la MC tiene ciertas características diferentes, como
la disautonomía, arritmias ventriculares frecuentes y
varias formas de trastornos de conducción, que incluyen:
bradicardia sinusal, bloqueo aurículo-ventricular
y en particular, bloqueo completo de rama derecha.
Por estas características eléctricas, la respuesta de los
pacientes a las drogas habitualmente prescriptas en
IC podría ser diferente. Esta percepción clínica suele
ser la causa por la que, en algunos casos, se indica un
tratamiento médico subóptimo y en otros, existe una
falta de prescripción de drogas que han mostrado su
eficacia en pacientes con IC de otras etiologías.
En general, el manejo de estos pacientes tiene muchos
puntos en común con el de otras cardiopatías.
El tratamiento se apoya en medidas generales, manejo
farmacológico y uso de dispositivos.
En ocasiones, se aplican estrategias no validadas
específicamente para esta etiología debido al escaso
número de pacientes con esta patología que fueron
incluidos en los actuales estudios clínicos. Por este
motivo, las recomendaciones casi exclusivamente se
basan en evidencias provenientes de estudios clínicos
pequeños o en la opinión de expertos.
Los objetivos del tratamiento son disminuir la mortalidad,
evitar la hospitalización, aliviar los síntomas,
intervenir y controlar la causa de la descompensación,
evitar la progresión de la enfermedad y educar al paciente
para su autocuidado.
Recomendaciones generales
En el paciente con MC son extrapolables las recomendaciones
generales a todo paciente con IC1. El tratamiento
se debe comenzar evitando factores que contribuyan al
empeoramiento de la IC y tratando las comorbilidades
asociadas2.
1. Dieta: se debe tratar de mantener un peso ideal,
la obesidad debe ser corregida. Se cree que puede
existir una asociación entre la dieta hiperlipídica y
la MC por un efecto de lipotoxicidad y el rol del
tejido adiposo en la patogenia de la enfermedad de
Chagas3. Se debe evitar la ingesta inadecuada de
cloruro de sodio. Aliviar los síntomas de disfagia y
constipación4.
2. Controlar la retención hídrica y realizar un manejo
adecuado del sodio (Na+) en la dieta: se sugiere una
dieta baja en Na+: 3-4 g/día de Na+ en enfermedad
cardíaca leve a moderada y ≤2 g/día en la enfermedad
cardíaca severa.
Se aconseja control diario del peso basal (en ayunas,
con ropa interior antes del diurético y luego
de orinar). Variaciones mayores a un 1 kg/día son
indicadores de retención de líquido y probable empeoramiento
de la IC.
En pacientes con IC severa con hipervolemia y/o
hiponatremia se podría requerir restricción hídrica
(se aconseja menos de 2 litros de líquido en 24 hrs).
3. Control de factores agravantes: el consumo de alcohol
y antiinflamatorios no esteroides debe evitarse.
Se sugiere tratar adecuadamente la hipertensión arterial,
arritmias cardíacas, anemia, diabetes. Manejo
adecuado de las comorbilidades asociadas. Control
de la función tiroidea y la enfermedad coronaria.
4. Recomendaciones individualizadas de reposo y
actividad física. Existen muy pocos estudios que
hayan evaluado específicamente la actividad física
en pacientes con Chagas, ya que estos pacientes son
excluidos en los grandes trabajos sobre ejercicio e
IC5. El primer estudio en evaluar el efecto del ejercicio
en pacientes con MC mostró que la capacidad
funcional, síntomas clínicos y algunos parámetros
de calidad de vida relacionada con la enfermedad
(vitalidad, aspectos emocionales y salud mental)
mejoraron luego de un seguimiento de 3 meses6. Otro
estudio clínico demostró mejoría en el consumo pico
de oxígeno (VO2 pico), la oximetría de pulso (O2
pulso) y el umbral anaeróbico del consumo de oxigeno
(VO2 AT) luego de 6 meses de entrenamiento
físico7. Actualmente, está en marcha un estudio para
evaluar los efectos del ejercicio (PEACH study)8 en
esta población de pacientes.
El ejercicio, además, incrementa el flujo sanguíneo a
los músculos y ha demostrado mejoría en la función
vasodilatadora a través del incremento en la liberación de óxido nítrico (ON) por lo que en muchos
centros indican rehabilitación a pacientes en los que
se detecta disfunción endotelial9.
5. Vacunación anual contra virus de influenza y vacuna
antineumocóccica: se incorpora un sistema secuencial
de administración. Se comenzará con vacuna 13
valente, para continuar con un intervalo de 1 año con
vacuna antineumocóccica polisacárida 23 valente.
Aquellas personas que hayan recibido vacuna antineumocóccica
23 valente, habiendo pasado un año
podrán recibir la vacuna conjugada 13 valente, para
completar el esquema secuencial10,11.
Tratamiento farmacológico
Los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina
(IECA), o antagonistas de los receptores de
angiotensina II (ARAII), o inhibidores duales (sacubitril-
valsartan), los beta bloqueantes (BB) y los antagonistas
de los receptores mineralocorticoideos (ARM)
son los fármacos recomendados en los pacientes con
IC y disfunción ventricular por beneficio demostrado
en morbi-mortalidad.
El SRAA constituye uno de los ejes de la fisiología
cardiovascular. Los IECA, con más de 30 años de vigencia,
fueron los primeros en demostrar reducción de
la mortalidad en pacientes con IC, con una disminución
del 16% del riesgo de muerte12, tanto en disfunción ventricular
izquierda sintomática como asintomática. Los
ARAII demostraron que disminuyen morbimortalidad
en forma similar o levemente inferior a los IECA13,14.
Se usan cuando los IECA están contraindicados o no se
toleran. Para ambos grupos de drogas se recomienda comenzar
con la dosis más baja y titular según respuesta.
Los estudios con antagonistas de los receptores mineralocorticoideos,
han dado suficiente y consistente
evidencia sobre su eficacia en un amplio espectro
de pacientes con IC, CF II a IV según NYHA15,16. Se
recomiendan como una de las primeras opciones en
el tratamiento de IC y existe consenso en comenzar y
combinar precozmente con IECA o ARAII.
En un estudio pequeño, simple ciego con captopril en
pacientes con MC, se demostró que a las 6 semanas de
tratamiento, el captopril tenía efectos beneficiosos al
reducir la frecuencia cardíaca y la incidencia de arritmias
ventriculares17. Se ha evidenciado el beneficio
de este grupo farmacológico, y de los antagonistas de
mineralocorticoides, no sólo en la disfunción sistólica
y diastólica sino también, en la mejoría de la CF y en
el descenso de los valores de BNP18,19.
Recientemente, sacubitril-valsartan demostró, en el
estudio PARADIGM-HF, una superioridad significativa
frente a enalapril en la disminución de la morbimortalidad
en pacientes con IC y fracción de eyección
reducida20. Actualmente, se recomienda reemplazar
los IECA o ARAII en aquellos pacientes con síntomas
persistentes pesar del tratamiento médico habitual.
En un subanálisis reciente de los pacientes de Latinoamérica
(n: 2552) aleatorizados a los estudios PARADIGM-
HF y ATMOSPHERE (aliskiren en pacientes con
IC), la MC estuvo presente en 195 pacientes.
Los pacientes eran más jóvenes y con menos comorbilidades
en relación a otras etiologías, sin embargo la
combinación de muerte cardiovascular y hospitalización
por IC fue más frecuente.
Los BB han estado contraindicados en sus comienzos
por el riesgo de bradiarritmias y alteraciones en la conducción
aurículo-ventricular. Sin embargo, diferentes
estudios han demostrado su seguridad y eficacia22.
Los efectos en el sistema adrenérgico parecen ser una
estrategia para reducir la MS cardíaca23,24. Un análisis
retrospectivo del estudio REMADHE22 (estudio prospectivo,
aleatorizado, controlado a largo plazo que
utiliza educación repetitiva a intervalos de seis meses
y monitoreo de la adherencia en pacientes ambulatorios
con IC) encontró que los pacientes con MC que recibieron
BB, tuvieron mejor sobrevida que aquellos que
no recibieron BB. Por otra parte, cuando se analizó a
todos los pacientes que recibieron BB, la sobrevida de
los pacientes con MC fue similar a la de pacientes con
otras etiologías. Por lo tanto, los BB se recomiendan
en todos los pacientes con IC, salvo contraindicación
o intolerancia.
En pacientes sintomáticos a pesar del tratamiento, los
diuréticos mejoran los síntomas de congestión y la calidad
de vida, si bien no hay evidencia de impacto en
la mortalidad, su utilidad estaría justificada en aquellos
pacientes con signos de congestión persistente a pesar
del tratamiento médico habitual.
Ivabradina y digitálicos: deben utilizarse con precaución,
dada la alta frecuencia de bradiarritmias.
Ivabradina debe considerarse para reducir el riesgo de
hospitalización por ICA y muerte cardiovascular en
pacientes sintomáticos con fracción de eyección <35%,
en ritmo sinusal y con frecuencia cardíaca >70 latidos
por minuto, a pesar del tratamiento con BB en dosis
recomendadas, o en aquellos pacientes que no toleran
o tienen contraindicación para los mismos25.
El tratamiento anticoagulante en MC está indicado en
los pacientes con fibrilación auricular (FA) y CHADSVASC
≥2 ó en aquellos con un evento tromboembólico
previo o trombo intraventricular detectado por ecocardiograma.
Una recomendación adicional incluye
la presencia de aneurisma apical, un factor de riesgo
independiente para accidente cerebrovascular en MC;
sin embargo, es controvertida la indicación sin la presencia
de trombo y su uso debe ser individualizado26.
En conclusión, la MC tiene una naturaleza progresiva
con peor pronóstico en relación a otras etiologías. La
detección oportuna y el inicio precoz del tratamiento
tendría implicancias en el curso natural de la enfermedad.
Distintas estrategias para la detección e intervención
temprana de la MC están en desarrollo. Dentro
de ellas encontramos importantes avances en el uso
de RMNC para diagnóstico precoz. Recientemente, se
observó que existe una asociación significativa entre grado de LGE (realce tardío con gadolinio), T2W
(hiperintensidad miocárdica en T2) y MEGE (realce
temprano con gadolinio en T1) con la severidad de
las fases clínicas (p <0,001), CF (p <0,001), FEVI (p
<0,001) y el volumen de fin de diástole (p <0,001)27.
La RMNC es la técnica más sensible actualmente para
el diagnóstico precoz, identificando y cuantificando elgrado de fibrosis en la MC, siendo un indicador precoz
de daño miocárdico en la fase indeterminada, antes de la
aparición de otras manifestaciones. La historia natural
de la fase indeterminada es que un tercio evolucionará
a la fase cardíaca, mientras que el resto permanecerá
como una condición benigna.
La presencia de criterios positivos de T2W y MEGE
tiene valor pronóstico para identificar la población que
evolucionara a disfunción cardíaca.
Respecto al ecocardiograma, con el advenimiento de
técnicas como el strain miocárdico y speckle tracking,
se ha podido identificar pacientes con enfermedad de
Chagas, sin miocardiopatía pero con riesgo de progresión
a la misma.
Estudios que han comparado pacientes con enfermedad
de Chagas sin compromiso miocárdico y controles
sanos, encontraron que el strain 2D longitudinal en
la pared inferior, inferoseptal y apical era menor que
en pacientes con Chagas versus controles sanos28,29.
También el strain 2D radial se encontraba disminuido
en varios segmentos del ventrículo izquierdo, aunque
de forma incaracterística. Por el contrario, el strain
global circunferencial no variaba. Respecto al strain del ventrículo derecho, la información es un poco controvertida.
Estos datos sugieren disfunción incipiente
del VI, y quizás el strain miocárdico podría utilizarse
para evaluar el riesgo de progresión de enfermedad en
estos pacientes.
Esta identificación precoz de la disfunción ventricular,
lograda con las nuevas técnicas de imágenes junto con
la evaluación seriada de biomarcadores, aún no evaluados
en estudios clínicos, nos permitirían detectar una
población de riesgo, en la cual podríamos implementar
terapias anti remodelantes y anti arrítmica en forma
precoz e independiente de la presencia de síntomas o
caída de la FEVI. Esta conducta intervencionista precoz
podría eventualmente evitar la progresión a una miocardiopatía
chagásica. Debemos reconocer sin embargo,
que si bien entusiasma la idea de un inicio terapéutico
precoz en este tipo de pacientes, nos falta aún evidencia
sólida que apoye esta desafiante idea.
6. Dispositivos de monitoreo hemodinámicos implantables
Lilia Luz Lobo Márquez
Grandes estudios clínicos y recientes registros han demostrado
que la mayoría de las hospitalizaciones por
IC ocurren por congestión más que por bajo gasto1,2.
Si bien sabemos que la congestión es un mecanismo
compensador en respuesta a un deterioro cardíaco, datos
recientes sugieren que en realidad el incremento de las
presiones de llenado ventricular izquierdo contribuye
a la progresión de la falla cardíaca3. Las presiones
elevadas de fin de diástole del VI aumentan el estrés
parietal, cambian la geometría ventricular, alteran el
drenaje venoso hacia venas coronarias y atrio derecho,
contribuyendo al empeoramiento de la función
diastólica; existe una reposición de los músculos papilares
generando insuficiencia mitral (IM) funcional
e isquemia subendocárdica que gatilla muerte celular
por apoptosis y/o necrosis4-7. Un importante número
de estudios demostraron que pacientes con IC, elevan
troponina independiente de la presencia de enfermedad
arterial coronaria. En este sentido, resulta interesante,
la evidencia de niveles anormales de troponina T en
un 50% de pacientes ambulatorios con IC avanzada8.
Podríamos pensar que la etiología de una miocardiopatía,
en este caso chagásica, no escapa a esta concepción
fisiopatológica. Si bien sabemos que estos pacientes,
poseen un sustrato altamente vulnerable a arritmias
ventriculares y trastornos de conducción, no sabemos
si ese sustrato ventricular podría definir un determinado
patrón de descompensación clínica y/o hemodinámica
(HMD) que identifique a la miocardiopatía chagásica.
Por lo explicado es que independiente de la etiología,
nuestra preocupación es prevenir la aparición de
congestión, diagnosticar precozmente su presencia e
intervenir rápidamente en su progresión, aún en ausencia
de síntomas. Nuestro objetivo es intentar evitar
una cascada de eventos desfavorables que terminan
afectando la evolución y pronóstico de pacientes con
falla cardíaca. Si bien reconocemos que los perfiles
clínicos (A-B-L-C) resultan útiles para la identificación
de determinados perfiles hemodinámicos (clases
hemodinámicas de Forrester/Stevenson I-II-III-IV)9-11,
varios estudios demuestran que pacientes con falla miocárdica
severa registran hospitalizaciones reiteradas aún
cuando inicialmente, no presentaban síntomas clínicos
de congestión. Esta dificultad diagnóstica de la congestión
clínica, aún en manos experimentadas, radica no
sólo en la baja sensibilidad de los signos y síntomas
(criterios mayores y menores de Framingham), sino
también en lo tardío de la presentación clínica con respecto
a los cambios hemodinámicos (congestión clínica
versus congestión HMD)11,12. Una explicación de esta
disociación es que en la falla cardíaca crónica, existen
múltiples mecanismos compensadores que reducen la
exactitud y precisión de los hallazgos clínicos usuales:
aumento de drenaje linfático, hipertensión pulmonar,
engrosamiento membrana alveolo capilar. A esta dificultad
diagnóstica debemos sumar la coexistencia de
enfermedades crónicas asociadas (comorbilidades) que
enmascaran y confunden los signos y síntomas de una
IC descompensada13,14. Como contrapartida, la ganancia
de peso sumada a niveles de BNP por arriba del 50% del
valor previo conocido en peso seco (nivel en euvolemia)
serían elementos diagnósticos útiles para sospechar
descompensaciones tempranas, aún en ausencia de
hallazgos clínicos15-18. El otro método complementario
aplicable en este contexto, es la ecocardiografía
Doppler. Podríamos considerar este método como una
variante no invasiva del catéter de Swan Ganz, ya que
nos permite conocer datos de volúmenes, de FEVI,
gasto cardíaco (GC), presión capilar pulmonar (PCP),
presión media de aurícula derecha, presión sistólica
de arteria pulmonar (PSAP) y resistencia vascular
pulmonar (RVP)19,20.
Congestión clínica vs congestión HMD
La congestión clínica refiere al conjunto de signos y
síntomas que resultan de un incremento de las presiones
de llenado del VI. Incluye a la congestión cardiopulmonar
y a la congestión sistémica. La congestión HMD
refiere a un estado de sobrecarga de volumen que lleva
a un incremento de presiones de llenado del VI. Puede
existir sin manifestación clínica. Precede a la congestión
cardiopulmonar por varios días. Suele persistir a pesar
de una resolución aparente de la congestión clínica. La
intervención precoz a nivel de la congestión HMD podría
prevenir el desarrollo de la congestión clínica la cual
requiere hospitalización y contribuye a la progresión
de la IC13,14. En etapas asintomáticas de la IC, conocer
la existencia de la congestión HMD, nos alerta sobre
la importancia de su detección e intervención precoz.
Recientemente, se demostró la utilidad de nuevos dispositivos
ambulatorios de monitoreo HMD implantables.
Sensores implantados en la arteria pulmonar (los más
difundidos en la actualidad) y aurícula izquierda, tienen
la capacidad de trasmitir vía wireless datos HMD que
se capturan en forma electrónica y permiten no sólo el conocimiento HMD, sino que además, nos dan la posibilidad
de un manejo terapéutico inmediato, intervenciones
en tiempo real, intervenciones pro activas, que intentan
evitar una eventual descompensación. Estas estrategias
preventivas se oponen a las actuales estrategias intervencionistas,
las cuales son reactivas, tardías y probablemente
poco efectivas, ya que se limitan sólo a responder
frente a una descompensación clínica ya establecida21-24.
Por otro lado, cuando se suman nuevas tecnologías a
las actuales terapias eléctricas (cardiodesfibrilador automático
implantable [CDI]/terapia de resincronización
cardíaca [TRC]) para la IC, estos dispositivos tiene una
función adicional que permite la medición del volumen
mediante el cálculo de la impedancia transtorácica. Este
dato se relaciona inversamente con los valores de PCP.
Es así, que cada vez que las presiones de llenado del VI
se elevan y aumenta la PCP, disminuye la impedancia
transtorácica, advirtiéndonos que estamos frente a una
descompensación HMD independiente de la presencia
de signos y/o síntomas clínicos de IC aguda. Cuando se
realiza la interrogación del dispositivo, el equipo implantado
podrá entonces, brindar datos no sólo de importancia
electrofisiológica sino también hemodinámica25. Los
nuevos dispositivos de monitoreo implantable, brindan
además la posibilidad de telemonitoreo, es decir trasmisión
de datos a distancia26,27. Un reciente metaanálisis
de monitoreo remoto demuestra en pacientes con IC
crónica, descenso de la mortalidad y de frecuencia de
hospitalizaciones28. Debemos aceptar que los sistemas de
monitoreo serán cada vez más inteligentes. En un futuro
cercano, es probable que se comercialicen dispositivos
implantables cada vez más pequeños que aporten a
pacientes y médicos información por vía inalámbrica,
utilizando interfaces que permitan la conexión a través
de ordenadores o dispositivos móviles. Los pacientes
estarán cada vez más involucrados en monitorear su
condición. Las nuevas tecnologías generarán un cambio
en nuestra actual metodología de trabajo11. No podemos
afirmar a la fecha que los pacientes con miocardiopatía
chagásica podrían beneficiarse con este tipo de tecnología
aplicada a diagnóstico y monitoreo. Lo que seguramente
sí podemos afirmar es que un adecuado manejo clínico,
la optimización de terapias no farmacológicas, farmacológicas
y eléctricas, sumadas a un manejo especializado
y personalizado; son las intervenciones más efectivas
para optimizar resultados en cualquier tipo de IC crónica.
Hacer una buena medicina, independiente de la etiología
de la enfermedad, del medio donde nos encontremos y
de la tecnología que dispongamos, permitirá a nuestros
pacientes alcanzar grandes beneficios, no sólo una mayor
calidad de vida, sino eventualmente una mayor sobrevida.
7. Insuficiencia cardíaca avanzada
Clara María Huerta
Se define como insuficiencia cardíaca avanzada al cuadro
clínico caracterizado por la persistencia de síntomas
en CF III-IV de la NYHA, a pesar del tratamiento
médico completo y optimizado (diuréticos, BB, IECA/
ARAII y ARM) en un paciente con deterioro severo de
la función ventricular izquierda. (definición 2007)1. En
la nueva definición 2018, se plantea que los pacientes
con IC avanzada requieren terapias avanzadas que van
desde el tratamiento médico completo, terapia con dispositivos,
asistencias a largo plazo, trasplante cardíaco
o terapia paliativa2. A lo citado en la definición previa
se añaden nuevos criterios diagnósticos, como visita
no planeada que requiere diuréticos endovenosos, la
utilización de inotrópicos en hospital de día, arritmias
malignas. Se destaca la relevancia de las comorbilidades
para la toma de decisiones; como así también la importancia
de la sintomatología y variables pronósticas
añadidas a la fracción de eyección (variables clínicas,
imagenológicas, de laboratorio, escalas de riesgo ). Se
recomienda, basado en estos criterios, un adecuado y
temprano reconocimiento de estos pacientes para poder
derivar a tiempo a equipos expertos en el tema2.
Nuevos tratamientos farmacológicos
El sacubitrilo/valsartán está recomendado como sustituto
de un IECA para reducir adicionalmente el riesgo
de hospitalización por IC y muerte de los pacientes ambulatorios
con IC-FEr (fracción de eyección reducida)
que permanecen sintomáticos a pesar del tratamiento
con un IECA, un BB y un ARM, indicación IB. Un
subanálisis del PARADIGM-HF evidencia mejoría en
el subgrupo de pacientes chagásicos3.
Se debe considerar la ivabradina para reducir el riesgo
de hospitalización por IC y muerte cardiovascular de
los pacientes sintomáticos con FEVI ≤35%, con ritmo
sinusal y con una frecuencia cardíaca ≥70 lpm a pesar
del tratamiento con dosis de BB basadas en la evidencia
(o la dosis máxima tolerada), IECA (o ARAII) y ARM
(o ARAII): indicación IIaB4,5; y en pacientes con el
mismo fenotipo que no toleran o tienen contraindicados
los BB. Estos pacientes también deben ser tratados con
IECA (o ARAII) y ARM (o ARAII): indicación IIaC4,5.
Se publicó un estudio en donde analizaron 2552 pacientes
latinoamericanos que fueron incluidos en los
ensayos PARADIGM-HF y ATMOPHERE y se diferenciaron
tres cohortes en función de tipo de miocardiopatía
que presentaban: chagásica, miocardiopatía
isquémica y no isquémica.
Los objetivos fueron un compuesto de muerte cardiovascular
o primera hospitalización por IC, así como la
muerte por cualquier causa. En este estudio los autores
concluyeron, a pesar que los pacientes con miocardiopatía
chagásica eran más jóvenes y presentaban menor
tasa de comorbilidades, que continuaban padeciendo
una peor calidad de vida y mayores tasas de hospitalización
y mortalidad en comparación con otros tipos
de etiologías6.
Tratamiento con dispositivos
El cardiodesfibrilador automático implantable (CDI)
está indicado para reducir el riesgo de MS y mortalidad
por todas las causas.
En prevención secundaria para los pacientes que se
han recuperado de una arritmia ventricular causante de
inestabilidad hemodinámica y tienen una esperanza de
vida >1 año en buen estado funcional. Indicación IA4,5.
En prevención primaria para pacientes con IC sintomática
(CFII-III-NYHA) y FEVI ≤35% pese a recibir
tratamiento médico óptimo (TMO) ≥3 meses, siempre
que su esperanza de vida sea significativamente >1
año en buen estado funcional, y que además tengan:
miocardiopatía dilatada. Indicación IB4,5.
Resincronizador
Se recomienda la terapia de resincronización cardíaca
(TRC) para pacientes sintomáticos con IC en ritmo
sinusal con QRS ≥150 mseg y morfología de QRS de
bloqueo de rama izquierda (BRI), con FEVI ≤35% a
pesar de recibir TMO, a efectos de mejorar los síntomas
y reducir la morbimortalidad. Indicación IA5.
Se debe considerar la TRC para pacientes sintomáticos
con IC en ritmo sinusal con QRS ≥150 mseg y morfología
QRS sin BRI, con FEVI ≤35% a pesar de recibir TMO, a efectos de mejorar los síntomas y reducir la
morbimortalidad. Indicación IIaB5.
Se recomienda la TRC para pacientes sintomáticos
con IC en ritmo sinusal con QRS de 130-149 mseg y
morfología QRS de BRI, con FEVI ≤35% a pesar de
recibir TMO, a efectos de mejorar los síntomas y reducir
la morbimortalidad. Indicación IB4,5.
Se puede considerar la TRC para pacientes con IC sintomáticos
en ritmo sinusal con QRS de 130-149 mseg
y morfología del QRS sin BRI, con FEVI ≤35% a pesar
de recibir TMO, a efectos de mejorar los síntomas y
reducir la morbimortalidad. Indicación IIbB.
Se recomienda la TRC, en lugar de marcapasos en el
VD, para pacientes con IC-FEr, independientemente
de la CF de la NYHA, que tienen una indicación para
marcapasos ventricular y bloqueo aurículo-ventricular
(BAV) de alto grado, a efectos de reducir la mortalidad.
Esto incluye a los pacientes con fibrilación auricular
(FA). Indicación IA4,5.
Se debe considerar la TRC para pacientes con FEVI
≤35% y CF III/IV-NYHA pese al TMO, a efectos de
mejorar los síntomas y reducir la morbimortalidad si el
paciente está en FA y tiene una duración del QRS ≥130
mseg, siempre que se disponga de captura biventricular
o se espera que el paciente vuelva a ritmo sinusal.
Indicación IIaB4,5.
Se puede considerar la TRC para los pacientes con ICFEr
que tienen un marcapasos convencional o un CDI
y después sufren un empeoramiento de la IC pese al
TMO y tienen un porcentaje alto de estimulación del
VD. Esto no es aplicable a los pacientes con IC estable.
Indicación IIbB4,5.
La TRC está contraindicada para los pacientes con QRS <130 mseg, IIIA.
Se debe evaluar en estos pacientes la necesidad de
dispositivos de asistencia ventricular y/o trasplante
cardíaco5.
8. Cardiodesfibrilador implantable en la
cardiopatía chagásica
Luis Aguinaga
La miocardiopatía dilatada es la manifestación más
grave e importante de la enfermedad de Chagas crónica
y se caracteriza por presentar insuficiencia cardíaca,
arritmias ventriculares, trastornos de conducción,
trombosis y MS1.
En el mundo hay aproximadamente entre 8 y 10 millones
de personas infectadas, principalmente en América
Latina donde la enfermedad es endémica. En las últimas
décadas, el perfil epidemiológico ha cambiado debido
a los movimientos migratorios, que han globalizado la
enfermedad1.
Se estima que la MS es responsable de alrededor del
55-65% de las muertes en esta patología y no siempre
se encuentra asociada con marcadores clásicos de mortalidad,
como el deterioro de la función ventricular2.
Estratificación del riesgo en prevención primaria
de muerte súbita
Los pacientes con miocardiopatía chagásica componen un
grupo heterogéneo con distinta evolución clínica, donde se
observó una mortalidad total del 0,5% en pacientes sin alteraciones
del ECG, del 2,8% en aquellos con alteraciones
sólo en el ECG y del 14% en los que presentaban signos
de disfunción ventricular asintomática. En pacientes en
fase dilatada con insuficiencia cardíaca congestiva, se
encontró una mortalidad del 50% en el primer año y del
44% de MS por TV y/o fibrilación ventricular (FV) como
causas más frecuentes3-5.
En esta patología se observan frecuentemente pacientes
que presentan arritmias ventriculares sostenidas o episodios
de MS reanimada, los cuales no tienen evidencias de
disfunción ventricular. En series que analizaron predictores
de mortalidad total en pacientes con dichas características,
el 15-28% no presentaban disfunción ventricular6,7.
Existe un desafío en identificar a los pacientes sin evidencia
clínica de disfunción ventricular, con presencia
de ECG anormales por trastornos intraventriculares de la
conducción con o sin arritmia ventricular compleja, que
aún no han sufrido eventos que justifiquen la prevención
secundaria.
La prevención primaria representa sólo el 9% de los
implantes de cardiodesfibriladores en la enfermedad de
Chagas. Esto es reflejo de la difícil estratificación de riesgo
en este grupo de pacientes7.
Se han publicado distintos scores de riego de MS en
prevención primaria para pacientes con miocardiopatía
chagásica que incluyeron las siguientes variables:
Dispersión del intervalo QT (3 puntos), síncope (2 puntos),
extrasístoles ventriculares (1 punto), disfunción severa del
ventrículo izquierdo (1 punto).
Se calcularon las puntuaciones de riesgo para cada paciente
y se definieron tres grupos: bajo riesgo (0 a 2 puntos),
intermedio (3 a 4 puntos) y de alto riesgo (5 puntos). Las
tasas de mortalidad de los tres grupos fueron: 1,5%, 25%
y 51%, respectivamente8.
La principal limitación en la utilización de puntajes
reportados es que ninguno de ellos utilizó el estudio
electrofisiológico en casos de alto riesgo, para decidir el
implante de un CDI, por lo cual la toma de decisiones
clínicas basadas en la utilización de scores es acotada8.
Durante muchos años se emplearon distintos tipos de
drogas antiarrítmicas (fundamentalmente amiodarona)
con el propósito de prevenir un nuevo episodio arrítmico.
Sin embargo, la introducción del CDI se considera hoy el
avance más importante en el tratamiento de la recurrencia9.
Es difícil homologar directamente las indicaciones de las
guías internacionales a esta patología, ya que no se reclutaron
pacientes chagásicos en los ensayos aleatorizados,
por lo cual la indicación de CDI en prevención primaria,
definida sólo por variables de función ventricular continúa
siendo controversial.
En estudios que han comparado poblaciones de pacientes
isquémicos e idiopáticos versus chagásicos con CDI, este
último grupo presentaba un mayor número de terapias
apropiadas, un menor tiempo a la primera descarga del
dispositivo y mayor mortalidad10,11.
Las guías internacionales sugieren para la prevención primaria
de MS en las cardiopatías isquémica y no isquémica,
el implante de cardiodesfibrilador en pacientes con insuficiencia
cardíaca y fracción de eyección ≤35%. Indicando
como IIa para enfermedad de Chagas12,13. Sin embargo, un
número significativo de pacientes en riesgo de MS podrían
no estar incluidos, ya que en estudios epidemiológicos,
se ha observado que en la enfermedad de Chagas, estos
pacientes podrían presentar eventos arrítmicos con función
ventricular no tan deteriorada.
Hasta la actualidad, sólo se ha diseñado un estudio aleatorizado
multicéntrico que se encuentra en ejecución y del
cual esperamos surjan datos que nos ayuden a la toma de
decisiones en prevención primaria de MS14.
A pesar de las consideraciones expuestas y en vista de
la escasa evidencia, podríamos concluir que no podemos
identificar claramente al paciente en riesgo; pero si sabemos
que el deterioro de la función ventricular, la TV no
sostenida y el síncope son marcadores de mala evolución
en esta patología. De acuerdo a ello se pueden plantear
las siguientes indicaciones:
- Indicaciones para el implante de un cardiodesfibrilador
en la prevención primaria de muerte súbita en
pacientes con cardiopatía chagásica
El implante de un CDI es razonable en pacientes con
síncope y con disfunción ventricular severa independiente
de su CF o con inducción de TV sostenida en el
estudio electrofisiológico. Clase IIa.
- Indicaciones para el implante de un cardiodesfibrilador
en la prevención secundaria de muerte súbita
en pacientes con cardiopatía chagásica
Se indica el implante de un CDI en los pacientes sobrevivientes
de un paro cardíaco secundario a FV o TV,
independientemente de la fracción de eyección. Clase I.
9. Trasplante cardíaco en enfermedad
de Chagas
Juan Pablo Címbaro Canella, María Josefina Blanchet,
María Lorena Coronel, Eduardo R. Perna
En el pasado se ha generado controversia respecto a la
utilidad del trasplante cardíaco (TC) en pacientes con
IC y enfermedad de Chagas, por tratarse de una enfermedad
infecciosa incurable y con riesgo de reactivación.
Ciertos aspectos como la patogénesis de la enfermedad,
la falta de indicaciones específicas y de un adecuado
esquema inmunosupresor, la alta tasa de neoplasias
observadas principalmente en el pasado, el temor a la
reactivación de la infección por el Trypanosoma cruzi (T cruzi) y los resultados en el seguimiento a largo
plazo la han convertido durante muchos años en una
contraindicación para el TC.
Esta situación se modificó en la década del 80, estableciéndose
en América del Sur la viabilidad del TC
en sujetos con cardiopatía chagásica (CCh), el cual fue
realizado por primera vez en Brasil en el año 1985,
desde entonces la experiencia y evidencia acumulada
ha ido en aumento. Actualmente, la CCh constituye la
tercera indicación más frecuente de TC1,2. El objetivo
de este capítulo es revisar la evidencia actual que demuestra
que el TC es seguro y eficaz en pacientes con
estadio terminal de IC por CCh.
Evaluación de riesgo e indicación de trasplante
cardíaco en cardiopatía chagásica
El pronóstico de pacientes con IC crónica por miocardiopatía
chagásica es peor que el observado en pacientes
con otras etiologías3,4, con una mortalidad al año de
hasta 22%5 y a 5 años de 32%, y con una mayor tasa
de admisión hospitalaria no planeada que los pacientes
no chagasicos6.
Los pacientes con IC con una probabilidad de muerte
anual ≥70% son usualmente considerados para TC, las
variables utilizadas habitualmente para predecir mortalidad
en IC crónica no han sido lo suficientemente
evaluadas en pacientes con CCh. En 104 pacientes con
CCh se halló que la presencia de CF IV de la NYHA
y deterioro de la FEVI se asoció a una supervivencia
anual del 20%, mientras que aquellos con un consumo
máximo de oxígeno en el test de ejercicio cardiopulmonar<10 ml.kg-1.min-1 tuvieron una probabilidad de
supervivencia al año del 0%7. Pacientes que presentaron
los siguientes factores de riesgo independientes de mortalidad:
ausencia de tratamiento con BB, hiponatremia,
FEVI <31%, CF IV de la NYHA y el uso de digoxina,
tuvieron una supervivencia al año de seguimiento del
23%5. También, se ha diseñado un score de riesgo con
variables clínicas, electrocardiográficas y radiológicas
para predecir la mortalidad a 10 años en pacientes
chagásicos8.
La enfermedad de Chagas como etiología de IC es un
predictor independiente de mortalidad en pacientes
incluidos en lista de espera de TC, aquellos con CCh
tienen un peor pronóstico comparados con otras etiologías,
con una supervivencia del 50%, 25% y 0% a
los 2, 4 y 8 meses, respectivamente9. Es por ello que,
teniendo en cuenta que la mortalidad perioperatoria
por fallo agudo del injerto luego del TC en centros con
alto porcentaje de pacientes con CCh es del 19%10, se
recomienda el TC en este grupo de pacientes dado que
presentan una probabilidad de supervivencia anual<30%. Se resumen los potenciales indicadores para
TC en CCh en la Tabla 6. Actualmente, se encuentran
establecidas las indicaciones de TC en pacientes con
enfermedad de Chagas2,11 (Tabla 7).
Tabla 6. Indicaciones potenciales de trasplante cardíaco en IC
terminal con cardiopatía chagásica
Tabla 7. Recomendaciones y nivel de evidencia de trasplante
cardíaco en cardiopatía chagásica
Evaluación de trasplante
El diagnostico de enfermedad de Chagas se basa en la
detección de anticuerpos contra antígenos del T cruzi.
Todos los pacientes que se encuentren en evaluación
para TC, con cardiomiopatía de causa no isquémica,
nacidos en países donde la enfermedad de Chagas es
endémica deben realizarse pesquisa serológica12. En
nuestro país la evaluación se aplica a todos los pacientes
evaluados. Se deben utilizar al menos dos pruebas,
generalmente por inmunofluorecencia indirecta (IFI) y
ensayo por inmunoabsorción ligado a enzimas (ELISA).
Ambas pruebas tienen alta sensibilidad y especificidad
para confirmar el diagnóstico. Cuando los resultados
son discordantes un tercer método puede ser utilizado.
Potenciales donantes deben ser evaluados y la presencia
de enfermedad de Chagas es una contraindicación para
donación cardíaca2,13.
La evaluación para TC del paciente con IC y CCh sigue
las mismas directrices que en pacientes no chagásicos,
con algunas particularidades a tener en cuenta:
- Hipertensión pulmonar. La presentación clínica más
frecuente del paciente con CCh es la IC biventricular
con predominio de los síntomas relacionados con
disfunción del ventrículo derecho. En general estos
pacientes presentan valores menores de resistencia
vascular pulmonar, presiones pulmonares y de gradiente
transpulmonar (GTP), la hipertensión pulmonar es una
entidad poco habitual en el paciente chagásico con
menor probabilidad de fallo de ventrículo derecho en
el posoperatorio del TC14.
- Evaluación ventricular. La ecocardiografía ha demostrado
su utilidad para el análisis segmentario y de
la contractilidad ventricular, evaluación de la función
sistólica y diastólica y la detección de aneurismas y
trombos ventriculares en pacientes con CCh15, a pesar
de ser un método no invasivo y de fácil realización
presenta limitaciones para la evaluación del ventrículo
derecho. La resonancia magnética nuclear presenta
ventajas, el aneurisma apical muchas veces de difícil
visualización con el ecocardiograma puede ser mejor
definido con este método. También permite cuantificar
la presencia de fibrosis ventricular, con implicancias
pronósticas en la CCh16.
- Evaluación del tracto gastrointestinal. El megaesófago
y/o megacolon se presentan hasta en el 15-20%
de los receptores de TC con enfermedad de Chagas,
y de acuerdo a su gravedad aumentan los riesgos de
complicaciones en el posoperatorio17,18. Se debe realizar
una evaluación individualizada en la pesquisa
de megaesófago, la realización de radiografía seriada
esófago-gástrica, endoscopia digestiva y el examen
manométrico están indicados. Puede constituir una
causa de malnutrición proteico-calórica y comorbilidad
seria, constituyendo una contraindicación relativa. Con
respecto al megacolon, los métodos diagnósticos más
utilizados son la radiografía de colon por enema y la
endoscopia digestiva baja. En esta situación, el riesgo
aumenta por la posibilidad de perforación intestinal,
fecaloma o vólvulo de sigmoides en el período posoperatorio.
Se debe considerar el tratamiento médico
conservador o la estrategia quirúrgica y ambas complicaciones
pueden ser contraindicaciones para el TC,
dependiendo de su gravedad.
Inmunosupresión
La terapia inmunosupresora convencional, en la mayoría
de los centros, para los pacientes chagásicos consiste en el
triple esquema: esteroides, anticalcineurínicos y antiproliferativos19.
En etapas iniciales del TC en CCh, los esquemas
empleados incluían altas dosis de esteroides, ciclosporina
y azatioprina, logrando baja incidencia de rechazo,
con una aceptable tasa de reactivación de la enfermedad
y de mayor incidencia de neoplasias, con una sobrevida
superior a otras etiologías como isquémica e idiopática.
Esta mejor evolución pudo vincularse con el tratamiento
antiparasitario efectivo con benznidazol, baja incidencia
de rechazo agudo y crónico. La menor tasa de enfermedad
vascular del injerto (EVI) observada se relacionó a menor
presencia de factores de riesgo en la población chagásica
comparados con los isquemicos20. En la década del 90,
Fiorelli y col. compararon dos protocolos de tratamiento:
una fase inicial que incluyó 10 pacientes con una dosis de
ciclosporina entre 5 y 10 mg/kg/día (dosis media de 6,70 ±
1,77 mg/kg/día) con el objetivo de lograr un nivel de 700
a 1200 ng/mL en el primer trimestre y luego 500 a 700
ng/mL, y una segunda fase que evaluó 49 pacientes donde
la dosis de ciclosporina fue reducida a 3-5 mg/kg/día, intentando
lograr niveles entre 200 y 300 ng/mL durante el
primer trimestre y entre 100 y 150 ng/mL posteriormente,
lográndose una dosis media significativamente menor
(2,79 ± 1,02 mg/kg/día). Con dosis medias utilizadas de
azatioprina y esteroides similares entre ambos grupos. El
porcentaje de reactivaciones fue mayor en el primer grupo
(2,3 por paciente vs 0,25 por paciente) y la sobrevida
fue superior en el grupo de dosis menor de ciclosporina
(p<0,05). Sin diferencias en la incidencia de rechazo entre
los dos grupos. La tasa de neoplasias fue mayor en el primer
grupo. Estos hallazgos sugieren que dosis menores de
ciclosporina se asocian a menor incidencia de reactivación
y neoplasias con mejoría en la sobrevida21. Finalmente se
introdujo el micofenolato mofetilo (MMF), reemplazando
a azatioprina, apreciándose un incremento en los episodios
de reactivación. Bacal y col. evidenciaron en 39 pacientes
que el uso de MMF, comparado con azatioprina, se asoció
a un incremento de la tasa de reactivación a dos años de
seguimiento (p<0,0001, hazard ratio 6,06), sin diferencias
en los episodios de rechazo22. Otros estudios retrospectivos
basados en protocolos con MMF muestran hallazgos similares23,24.
Sin embargo, en situaciones de rechazo severo o
persistente se sugiere reemplazar azatioprina por MMF, y
en relación a la terapia con esteroides está recomendada
la discontinuación luego del sexto mes, a fin de lograr
una menor carga imunosupresora14. No existe suficiente
evidencia para pacientes chagásicos en relación al uso de los inhibidores de la mTOR, metotrexato y/o terapias de
inducción, por lo que podrían usarse según protocolos de
cada centro. Como concepto general: considerar el empleo
del menor grado de inmunosupresión a fin de evitar
reactivaciones y neoplasias, con esquemas personalizados
en función del riesgo individual (co-morbilidades, sensibilizados,
etc.) (Tabla 8).
Tabla 8. Recomendaciones y nivel de evidencia del uso de
inmunosupresión en trasplante cardíaco en cardiopatía
chagásica14
Reactivación
El tratamiento inmunosupresor incrementa riesgo de
reactivación de la infección por T cruzi. La incidencia
luego del TC varía del 21-45%25,26, con una mortalidad
de alrededor del 0,9%6. El diagnóstico se basa
en la presencia de signos y síntomas clínicos y/o en
la evidencia de parásitos en sangre, médula ósea u
otros tejidos. Usualmente, se manifiesta con fiebre,
pancitopenia, nódulos subcutáneos, paniculitis y más
raramente como meningoencefalitis. La miocarditis
puede presentarse con insuficiencia cardíaca, bloqueo
AV de alto grado, shock cardiogénico en casos severos;
siendo difícil el diagnóstico diferencial con rechazo
agudo y en ocasiones un error diagnóstico puede llevar
al empeoramiento del cuadro, intensificando el tratamiento
inmunosupresor14,27. El objetivo del monitoreo
es identificar cualquier señal de reactivación, antes del
establecimiento de síntomas cardíacos y extracardíacos.
El diagnóstico de reactivación se confirma cuando las
formas de tripomastigote se detectan mediante un examen
microscópico directo de sangre periférica teñida
con Giemsa o frotis de líquido cefalorraquídeo, o en
presencia de amastigotes (forma latente intracelular)
en muestras de tejidos. Otra técnica utilizada es la de
inmunohistoquímica en muestras de piel, miocardio,
médula ósea o cerebro2. Estos procedimientos presentan
una baja sensibilidad, de allí que en la actualidad la
reacción en cadena de la polimerasa (PCR) en sangre
y tejido se ha convertido en la herramienta de elección
para detectar infecciones tempranas, con resultados
positivos días o semanas antes de que se detecten los
tripomastigotes circulantes y las manifestaciones clínicas28,29.
Valoración y cronograma de control post TC
1. Evaluación clínica: presencia de síntomas y signos
(fiebre, lesiones cutáneas, disnea, fatiga).
2. Electrocardiograma.
3. Ecocardiograma Doppler.
4. Test de laboratorio: PCR en sangre y examen microscópico
de biopsia endomiocárdica (BEM).
Control post TC:
- Semana 1 a 6: control semanal.
- Semana 7 a 12: control quincenal.
- Mes 3 a 6: control mensual.
- Mes 6 a 12: control bimestral.
- Luego del 1er año: control trimestral con BEM
anual.
Tratamiento de la reactivación
Ante el diagnóstico de reactivación se debe iniciar
tratamiento etiológico inmediatamente. El benznidazol
(derivado nitroimidazólico) es el medicamento
recomendado como tratamiento de primera línea2.
La dosis recomendada es de 5 mg/kg/día dividida en
dos o tres tomas durante 60 días. El efecto colateral
más frecuente es la dermatitis urticariforme (30-60%)
con buena respuesta a antihistamínicos. Otros menos
frecuentes incluyen la polineuropatía y anorexia. La
leucopenia significativa y agranulocitosis son raras,
pero determinan la interrupción del tratamiento.
Por ello es mandatorio el monitoreo de laboratorio
(hemograma, función renal y hepática). Alopurinol
a la dosis de 600 mg/día durante 60 días para lesiones
cutáneas, y 900 mg/día por 60 días en casos de
miocarditis es una alternativa en casos de reacciones
adversas al benznidazol aunque sus beneficios aún
requieran confirmación en mayor número de pacientes30.
El tratamiento actualmente disponible no actúa
a nivel intracelular, por lo que el parasito en su forma
de amastigote permanece latente con un constante
riesgo de reactivación, requiriendo continuar con la
vigilancia. No esta recomendado el tratamiento anti
tripanosomicida de manera profiláctico.
Supervivencia
En un análisis multicéntrico de 117 pacientes con CCh
sometidos a TC en Brasil, la probabilidad de supervivencia
a los 6 meses, 1 y 10 años fue del: 76%, 71%
y 46%, respectivamente; evidenciando también una
menor mortalidad en comparación con las etiologías
isquémicas e idiopáticas20, atribuyendo este hallazgo a
una edad menor de los receptores y a una baja tasa de
reactivación. Sin embargo, esta supervivencia fue menor
a la reportada por el registro ISHLT19.
En una serie más reciente de tan solo 11 pacientes
sometidos a TC en Estados Unidos, se reportó una
supervivencia a 6 meses del 82%27.
Insuficiencia cardíaca en miocardiopatía chagásica crónica
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