Artículo de investigación e innovación
Recepción: 30 Marzo 2016
Recibido del documento revisado: 22 Agosto 2016
Aprobación: 21 Octubre 2016
DOI: https://doi.org/10.19053/20275137.n14.2017.5819
Resumen: Durante el primer gobierno peronista (1946-1952), la ley de sufragio femenino de 1947 y el liderazgo de Eva Perón acentuaron la movilización y la institucionalización partidaria de las mujeres. En 1949, la creación del Partido Peronista Femenino como una fuerza autónoma fue seguida por la fundación de unidades básicas femeninas independientes y formalmente separadas de las masculinas por reglamentaciones específicas. No obstante, en localidades rurales las fuentes evidencian la existencia de vínculos entre los espacios políticos masculino y femenino, los cuales eran establecidos a partir de reglas informales basadas en una red de vínculos personales vecinales y familiares, de confianza y reciprocidad. A este fenómeno habría contribuído la existencia de fronteras muy difusas entre lo público y lo privado, como parte de la sociabilidad rural. Como la superposición de espacios de actuación social y política entre géneros merece un análisis específico, la propuesta es reflexionar -con un enfoque microhistórico- sobre la relación existente entre ambas ramas del movimiento peronista, a partir del análisis de historias de vida, fotografías, archivos personales, prensa y documentación partidaria.
Palabras clave: Peronismo, espacio público, sociabilidad política, rural, género.
Abstract: After the first Peronist government (1946-1952), the Feminine Suffrage Law of 1947 and the leadership of Eva Perón accentuated the political movilization of women and their institutionalization in the party. In 1949, the creation of the Peronist Feminine Party as an autonomous force was followed by the founding of independent basic feminine units, formally separated from masculine units by specific regulations. Nevertheless, in rural localities, there is evidence of relations between masculine and feminine public spaces, established through informal rules based on personal neighboring and family connections marked by trust and reciprocity. The existance of very diffuse borders between public and private spaces in rural sociability contributed to this phenomenon. This integration of genders in spaces for social and political action deserves a specific analysis. The present study reflects on the relations that existed between the different branches of the Peronist movement, by means of a micro-historical approach based on the analysis of life stories, photographs, personal archives, press and party documents.
Key words: Peronism, Public Space, Political Sociability, Rural, Gender.
Résumé: Pendant le premier gouvernement péroniste (1946-1952), la loi instituant le suffrage féminin en 1947 et le leadership d'Eva Perón accentuent la mobilisation et l'institutionnalisation partisane des femmes. 1949 voit la création du Parti Péroniste Féminin en tant que force autonome, puis d'unités de base féminines indépendantes et formellement séparées des masculines par des réglementations spécifiques. Cependant, dans des localités rurales les sources montrent l'existence des liens unissant les espaces masculin et féminin, selon des règles informelles supportées par un réseau personnel communautaire et familier, de coniance et réciprocité. L'existence de frontières très diffuses entre le public et le privé propres à la sociabilité rurale aurait contribué à ce phénomène. Puisque la superposition d'espaces d'action social et politique entre genres mérite une analyse spécifique, nous voulons réfléchir -dans un cadre microhistorique- à propos des relations existantes entre les deux branches du mouvement péroniste, à partir de l'analyse d'histoires de vie, photographies, archives personnelles, presse et documents relatifs au parti.
Mots-clés: Péronisme, espace public, sociabilité politique, rural, genre.
1. Introducción
El liderazgo de Juan D. Perón incitó la movilización política y la institucionalización partidaria de las mujeres, que viró de organizaciones inorgánicas a la posterior fundación del Partido Peronista Femenino (PPF) en 1949. Luego del reconocimiento de su derecho a voto en 1947, bajo el carisma y la conducción de Eva Perón, la rama femenina se configuré como una fuerza autónoma dentro del Partido Peronista (PP), constituyendo unidades básicas independientes y regidas por reglamentaciones especíicas.
La historiografía sobre el PP demuestra la existencia de una separación formal entre actividades masculinas1. A pesar de los valiosos aportes, poco se sabe sobre los espacios de participación conjunta fuera -o incluso dentro- del partido, en particular en pueblos del interior bonaerense2. Al respecto, podría pensarse en la distancia entre las disposiciones legales o consuetudinarias, por un lado, y las prácticas cotidianas, por otro. ¿Hasta qué punto los discursos de época que enfatizaban la exclusión de las mujeres de ciertos ámbitos y la división por géneros calaron en el mundo femenino de los pueblos del interior bonaerense, donde las concepciones y relaciones sociales eran diferentes a las de las ciudades? Probablemente, reglas informales -basadas en una red de vínculos vecinales y familiares, de confianza y reciprocidad-conectaran los espacios de sociabilidad política masculinos y femeninos. Estos lazos flexibilizaban las fronteras entre lo público y lo privado en el mundo rural3, delineando canales de participación alternativos que les permitieron a las mujeres ejercer una ciudadanía activa, que trascendía el acto electoral. Esta cuestión remite a pensar la sociabilidad política en tanto fenómeno sustentado en espacios sociales donde discurren la producción y los intercambios discursivos, pero también donde se establecen unas relaciones fraternas, emotivas y, en cierta medida, equitativas. En este sentido, su análisis requiere el reconocimiento de la centralidad de la tradición local: los lugares de reunión, formados en la costumbre, donde se comparten ainidades y se difunden ideas y prácticas políticas4.
El objetivo de este trabajo es indagar sobre cómo las mujeres encontraron en la participación política canales de comunicación entre el espacio público y el privado, alterando las concepciones culturales de género vigentes, en un territorio históricamente organizado por (y para) la producción agropecuaria exportadora. El estudio del caso está centrado en Pergamino, localidad del interior rural de la provincia de Buenos Aires, especializado en la explotación de cereales (Véase Mapa 1). De acuerdo a los datos del Censo Nacional de Población, contaba en 1947 con 69.609 habitantes, de los cuales el 53,5% vivía en el campo5. Se registraban además, 3.193 explotaciones agropecuarias, que en su mayoría eran operadas por arrendatarios.
En años en que se intensificaba el éxodo en la mayoría de las localidades bonaerenses, persistía una identidad rural en la comunidad pergaminense que articulaba el entorno agrícola con las relaciones sociales, económicas y culturales pueblo6. A mediados de 1940, Pergamino ofrecía una intensa actividad de agremiación y cooperación entre los agricultores, que llamaba la atención por su volumen de integrantes y por la vasta difusión de actividades. Como parte de la zona norte, no solo había sido protagonista de los primeros reclamos agrarios, sino que logró mantener vivo el espíritu combativo7.
Consideramos que el espacio local resulta un ámbito privilegiado para el microanálisis. Al posibilitar la recolección de mayor caudal de información sobre los mismos individuos, permite dar explicaciones más holistas de la acción humana, exponiendo los intersticios y contradicciones. A partir de este enfoque8 examinaremos fotografías, archivos personales, documentación partidaria y prensa local, como fuentes para comprender la formación y vinculación del PPF con su par masculino en esta localidad agraria bonaerense.
En 1946, el peronismo se afirmó allí con rapidez y se destacó Diego García, un activo sindicalista que llegó a ser senador provincial en ese mismo año e intendente entre 1948 y la intervención comunal de 19539. Durante el mandato, su familia adquirió protagonismo en la política lugarena, em especial sus hijas Yolanda y Nélida, quienes colaboraron en la fundación del PPF local en 1950, liderando la primer Unidad Básica, La reconstrucción de la trayectoria política de la familia García -entre 1946 y 1953- aporta indicios para pensar el compromiso partidario y la gestión pública entrelazados con los vínculos de parentesco y la vida cotidiana, donde el hogar se convirtió en un espacio de militancia peronista10. Contribuye al análisis de la sociabilidad rural, atravesada por dimensiones afectivas y emotivas que determinaban la formación de los lazos familiares, los cuales conllevaban lealtades y fidelidades interrelacionadas con el nivel más abstracto de las instituciones políticas11.
2. El peronismo y las mujeres
En octubre de 1945, la presencia activa de los trabajadores en las calles de los grandes centros urbanos puso de manifiesto el surgimiento del peronismo como un movimiento de masas. En los pueblos del interior bonaerense, aunque a veces más leve y tardíamente, también se sintieron los efectos de la movilización. En ellos, con la mirada puesta en Juan D. Perón, el liderazgo de figuras de «tercera linea» abrió las puertas a la incorporación de un elenco de dirigentes que, desde la militancia partidaria, la trayectoria gremial, el compromiso social y la práctica de gobierno se convirtieron en relevantes actores colectivos.
Con el objetivo de participar en las elecciones de febrero de 1946, comenzaron las tareas organizativas de las fuerzas peronistas. En la configuración inicial de los cuadros dirigentes bonaerenses tuvieron gran peso iguras provenientes de la Unión Cívica Radical-Junta Renovadora y del Partido Laborista (cuya columna vertebral estaba integrada por organizaciones gremiales) y, en menor medida, del conservadorismo. Con fuertes matices faccionalistas, el encuadramiento no se produjo rápidamente12.
A poco tiempo de obtener el triunfo, la coalición electoral que apoyó a Juan D. Perón -en el orden nacional-y Domingo Mercante -en la provincia de Buenos Aires-, se vio fuertemente convulsionada por luchas internas entre los hombres del laborismo y los de la Unión Cívica Radical-Junta Renovadora. Entonces, el 23 de mayo de ese mismo año Perón declaró caducas las autoridades partidarias y las instó a la conformación de un nuevo partido político: Partido Único de la Revolución Nacional (PURN). Inmediatamente el intento unificador enfrentó un obstáculo: el estallido de un conflicto entre laboristas y renovadores alrededor de la afiliación partidaria. Los laboristas pretendían que la misma se hiciera en los gremios, en tanto que los radicales renovadores defendían la inscripción en las estructuras partidarias. Con el ánimo de disciplinar a la dirigencia sindical y aumentar la autonomía relativa del régimen, Perón desplazó a los cuadros sindicales de origen laborista y cooptó la Confederación General del Trabajo (CGT). Pero pronto se hizo evidente que el PURN no resultaba ser la estructura más apropiada para canalizar las diferentes tendencias existentes dentro del peronismo. La denominación debía ser más aglutinante y era preciso encauzar a los reacios. Entonces, el 14 de enero de 1947 un comunicado del PURN justificó la nueva designación del Partido Peronista (PP) y difundió las máximas autoridades de la nueva agrupación. En los meses subsiguientes, el PP fue sentando las bases para su estructuración, entre ellas las elecciones internas para elegir autoridades partidarias y delegados al Congreso que se encargaría de la elaboración de la Carta Orgánica y de la Declaración de Principios. A su vez, en aras de la centralización, gran cantidad de distritos fue intervenida desde las altas esferas partidarias.
La Carta Orgánica del PP, aprobada en 1947, colocó el fundamento para la fundación de las Unidades Básicas (UB), organismos primarios del partido13. De acuerdo a la normativa, sus funciones primordiales eran la afiliación partidaria y el proselitismo, para lo cual se alentaba la organización de centros culturales y de asistencia social. Como espacios de movilización y encuadramiento, desarrollaron una considerable actividad política y cultural (reuniones, mítines, celebraciones, atención de reclamos de los ailiados, organización de campanas electorales, agasajos, control de la afiliación, cursos de adoctrinamiento, etc.).
Hasta 1951, la política bonaerense estuvo signada por componentes pluralistas y participativos dentro del peronismo y cierto acercamiento entre el oficialismo y la oposición. A nivel local, el dinamismo y el faccionalismo solo fueron interceptados por intervenciones provinciales o nacionales puntuales, en los casos de debilidad electoral o severas trabas organizativas. Pero a partir de 1951, y en especial a partir de la asunción de Carlos Aloé como gobernador en 1952, el margen de autonomía de las organizaciones partidarias peronistas locales se redujo. Un estilo político más centralizado e influenciado por la CGT (Confederación General del Trabajo) dominó los espacios de lucha por controlar los recursos partidarios. El recambio de la dirigencia, la pérdida de atribuciones de las UB y la merma de la vitalidad política son sintomáticos de este nuevo periodo. Las tendencias verticalistas predominaron en la escena pública, la disciplina partidaria se volvió más rígida y se agudizó el antagonismo entre el oficialismo y la oposición14. La creciente polarización política se retroalimentó con el cuestionamiento a la figura de Domingo Mercante y los efectos de la muerte de Eva Duarte de Perón. Ocurrido el 26 de julio de 1952, el fallecimiento tuvo un gran impacto político, teniendo en cuenta la identificación de la esposa del presidente con la justicia social y la sanción del voto femenino.
En 1947, la Ley 13.010 otorgó a las mujeres la facultad de elegir y ser elegidas, marcando un cambio en las formas de participación política femenina. En este nuevo escenario, la figura de Eva Perón se convirtió en el referente femenino por excelencia e instó a gran cantidad de mujeres a sumarse al quehacer político activo. Para ellas, el PPF fue el primer canal de incorporación masiva y sistemática a la política. La estructura inicial del partido fue centralizada, a partir de una táctica de penetración territorial y fundada en el principio de obediencia a su líder, Eva Perón. Su autonomía y su independencia respecto al PP masculino lo llevó a contar con organizaciones políticas y celulares propias y diferenciadas15. En la provincia de Buenos Aires, los inicios del PPF contaron con el respaldo de la esposa del gobernador Mercante, Elena Caporale, quien desarrolló en simultáneo una relevante acción social y política16.
En pos de la institucionalización partidaria femenina, la presidencia del PPF nombró una delegada por provincia (en Buenos Aires fue Catalina Allen) o territorio y subdelegadas a nivel municipal para censar a las mujeres partidarias o simpatizantes y procurar la obtención de las libretas cívicas habilitantes al voto, al tiempo que impulsó la instalación de Unidades Básicas Femeninas (UBF). Las subdelegadas censistas eran seleccionadas por Eva Perón en base a una terna propuesta por la delegada y luego de una exhaustiva evaluación de su entorno familiar y sus antecedentes. De acuerdo a las indicaciones, debía designarse al menos una por localidad y se requerían estudios primarios y determinadas cualidades, tales como lealtad, disciplina y simpatía. La primera circular del PPF, de octubre de 1949, señalaba que las subdelegadas se encargaban de un territorio para censar y de la búsqueda de un lugar adecuado para instalar una UBF17. Ante la proximidad de las elecciones de 1951, las directivas superiores instituyeron las funciones de las subdelegadas: conocimiento del elector («trabar relación»), educación política, publicidad y propaganda; y en una segunda etapa, la preparación del acto comicial, la cual comprendía el servicio de informaciones, la coordinación, el transporte y el abastecimiento. Abocadas a la capacitación y a la asistencia social, se comprometían a estudiar el Manual del Peronista, donde iguraban los postulados básicos para la formación y puesta en marcha de las UBF18.
Un cálculo estimativo indicaría que en Buenos Aires hubo mil UBF, cuyo accionar político debía someterse a un disciplinado esquema funcional (actuaciones, afiliación, información y adoctrinamiento)19 y estaba bajo el control de la Secretaría de Inspección20. Se sabe que funcionaban en petits hoteles, casas de dos o tres habitaciones o incluso en una habitación o garaje. En el caso de que fueran instaladas en una casa, debían estar separadas de la familia, en especial de los integrantes masculinos. Se ha señalado que el ingreso de los varones a los locales estaba prohibido. Con esta directiva se pretendía salvaguardar la reputación de las mujeres, su «honra», tanto como evitar la inluencia masculina en la formación partidaria femenina. El ingreso de las mujeres al mundo político -pensado como ámbito «masculino», «masculinizante»- supuso su salida del espacio privado, lugar que les fuera asignado desde el sistema de género.
En una ocasión, Eva le entregó a Juan D. Perón un carnet de afiliado honorario, «el único que ha de otorgarse a un hombre»21. Este gesto, que podría ser interpretado como signo de diferenciación entre ambas alas del partido, no era refrendado en el discurso público de Eva Duarte22. En él se enfatizaba la unidad y el aporte de los valores femeninos (como la perseverancia, la comprensión, el desinterés y el amor) a la persecución de los ideales de Perón y del movimiento como un todo: «sobre los hombres y mujeres está el movimiento...»23, «debemos actuar en estrecha colaboración con los hombres, animadas por el mismo ideal y constituyendo dos fuerzas paralelas que se complementan»24. Por otra parte, desde la conducción se bregaba por impedir el surgimiento de liderazgos alternativos: las «UB deben ser centros de fervor peronista(...) ninguna mujer puede hablar de caudillos o caudillas(...) la mujer peronista no tiene ni puede tener otro conductor que Perón»25, recomendando «no caer en las viejas politiquerías»26. El discurso de Eva Perón mantuvo el verticalismo del partido justicialista al tiempo que reaseguró la lealtad femenina desactivando potenciales conlictos internos.
3. Claves y enclaves del peronismo en Pergamino
En Pergamino, los inicios del PP estuvieron acompañados por el intenso conlicto entre el laborismo dividido y el radicalismo renovador27. Como los laboristas gozaban de preponderancia numérica y estaban divididos en su interior, la tendencia centralista encarada por Perón ganó adeptos. Frente a tal estado de cosas, y en vísperas de las elecciones internas de septiembre de 1947, las autoridades provinciales intervinieron al novel partido local. Tres listas se presentaron en las primeras elecciones internas del peronismo local. El triunfo correspondió al radicalismo renovador, de la mano de su representante Miguel O'Brien, apoyado por las alianzas con el Comité Intersindical Peronista (cuyos líderes eran los militantes obreros Miguel Giuliano y Miguel Mussachio).
Mientras que las listas de Diego García y Juan Samuel Altube, delegados del laborismo dividido, resultaron perdedoras.
Se avecinaban las elecciones nacionales de 1948 y con estas las luchas por la integración de las listas. Para frenar la dispersión partidaria, el oficialismo provincial designó a Diego García candidato a intendente, una figura con importante presencia pública a nivel local desde octubre de 1945 que había entablado estrechos vínculos con Eva Perón y Domingo Mercante. Su trayectoria sindical, nacida de su experiencia como mozo28 le permitió ganar visibilidad a nivel provincial y le allanó el camino para acceder como senador a la Legislatura provincial (1946-1947). Si bien triunfó en las elecciones municipales de 1948 con el 49% de los votos, no logró la unificación. Lo atestigua la apertura, en 1949, de al menos siete UB que respondían a distintas fracciones en permanente disputa y que no lograron ser encuadradas tras el predominio de García en las elecciones internas de septiembre de 1949 (Véase Mapa 2). Por lo visto, las UB no eran círculos cerrados, sino redes políticas altamente participativas y articuladas con otras organizaciones de la sociedad civil, en las cuales fue notable la presencia de sindicalistas y empleados estatales29.
Al igual que en el plano nacional, a partir de 1951, las directivas superiores reconiguraron el funcionamiento de las organizaciones partidarias locales y redujeron su margen de autonomía30. En la provincia de Buenos Aires, la centralización y la polarización política se pueden resumir con la caída del gobernador Domingo Mercante31 y, dentro de Pergamino, con el ascenso político del sindicalista Miguel Musacchio. Encabezados por este, líderes estrechamente vinculados a la central obrera comenzaron a desgastar y a desplazar al círculo liderado por García. Este, quien a pesar de su procedencia sindical se había integrado con «viejos» líderes políticos, por un tiempo más, retuvo el liderazgo del PP y logró la reelección como intendente en 1951. Pero su legitimidad no fue la misma que aquella que había disfrutado en su primera gestión. Su autoridad fue cuestionada por las esferas partidaria y gremial, hasta el punto que en febrero de 1953, y tras un prolongado conflicto con empleados municipales, la comuna fue intervenida por el Poder Ejecutivo provincial32.
Tras el pleito que dio lugar a cesantías, huelgas, intervención del sindicato, agresiones, intrigas políticas, polarización de la opinión pública, se descubrió una aguda división dentro del partido Peronista local que reflejaba lo acaecido a nivel nacional y provincial: una línea que respondía a la CGT y la otra a legisladores e intendentes de los pueblos. La insistencia de la primera por ampliar su capacidad de iniciativa constituyó un desafío para las aspiraciones de García. Este desafío era tanto más serio porque provenía del sindicalismo, sector vertebral del peronismo. García consideraba que solo un Estado con suficiente autonomia respecto de los intereses sectoriales podría terciar en lós conflictos. Pero sus pretensiones, en franca colisión con intereses cegetistas y provinciales, determinaron el final de su hora política. De modo que su alejamiento estuvo relacionado con el abrupto desplazamiento de Mercante, quien tras de sí habría arrastrado a un conjunto de dirigentes que se pensaban cercanos al gobernador. El desenlace fue un cambio en la conducción del peronismo local y el desmoronamiento de la hegemonía política de la familia García.
4. Unidades Básicas Femeninas
En 1946, en Pergamino, la creación de los centros cívicos femeninos puso de manifiesto la intensificación de la participación política femenina. Los agasajos a las afiliadas del «Comité femenino María Eva Duarte de Perón» eran reiteradamente registrados por el periódico La Opinión, que en ocasiones, incluía registros fotográficos de estos mítines femeninos33. Estos espacios acompañaban a la organización local del peronismo masculino y potenciaron el protagonismo de las esposas de líderes de la UCR-JR34, tal como ocurriera con Myrtha Pinto Alvarez de Ball Lima, delegada en la primera asamblea del PPF, en julio de 194935. Su informalidad y falta de institucionalización u organicidad supuso que una vez conformado el PPF, los centros cívicos fueran disueltos o incorporados a la nueva estructura política36.
La primera UBF de Pergamino fue fundada el 26 de junio de 1950. Nélida García fue la subdelegada censista, en tanto que Teresa Noemí Riande, la secretaria, y Yolanda García, la pro-secretaria. A lo largo de 1951, fueron inauguradas otras seis UBF, una ubicada en el campo (en Mariano Benítez)37. En el acto de apertura de la primera, que oficiara Catalina Allen, las crónicas periodísticas y las fotografías dan cuenta de una amplia concurrencia masculina38. De acuerdo con los registros, la mayor parte de las autoridades de las mismas eran mujeres solteras y en varios casos mantenían vínculos familiares (como las hermanas Resa, García y Lanzone). En sintonía con lo que se sabe sobre las UBF, la prensa demuestra el activismo partidario local, el cual estaba destinado a las mujeres y a sus hijos (cursos de corte y confección, tejido, bordado, taquigrafía y preparación escolar; colocación de vacunas, etc.)39. Concentraciones, reuniones doctrinarias, homenajes, asistencia social que el diario local publicaba y visitas a casas en búsqueda de adherentes, complementaban el accionar cotidiano.
La apertura de sedes partidarias fue acompañada de una multiplicación de tensiones. Las fuentes hacen sospechar un trasfondo conlictivo, signado por el faccionalismo y la disputa por el liderazgo. Por ejemplo, en noviembre de 1950 una declaración de la única UBF existente hasta entonces, en abierta condena a «personas inescrupulosas», especificaba que las ailiaciones no tenían costo alguno y que carecían de valor las otorgadas por el «Centro Femenino de Cultura y Educación Peronista»40.
Las elecciones generales de noviembre de 1951 fueron, sin duda, un hito insoslayable en el proceso de identificación entre el peronismo y las mujeres. En Pergamino, con un padrón de 17.670 electoras y 64 mesas, las mujeres pergaminenses ejercieron por primera vez sus derechos cívicos41. El peronismo, al igual que el Partido Socialista y el Partido Comunista, incluyó múltiples candidatas entre sus filas, evidenciando una significativa integración de la presencia femenina a nivel local42. En el balance que realiza La Opinión, destacando los avatares del triunfo peronista, se señala que «en los comicios femeninos el partido gobernante local (el peronismo) logró en todas las listas su mayor ventaja»43. Los resultados electorales sugieren el éxito de las políticas de reclutamiento femenino desde las UBF.
La muerte de Eva Perón en 1952 causó un quiebre institucional del PPF, lo cual se conjugó con la pérdida de atribuciones y de la vitalidad política de las unidades básicas masculinas a partir de 1951, año en el que la centralización y el influjo de la CGT subyugaron los espacios de lucha por controlar los recursos partidarios. Estos hechos obligaron a reacomodamientos por parte de líderes subalternos y, por ende, habrían incidido también en los vínculos entre hombres y mujeres dentro del peronismo. Ilustrativamente -según expresa la prensa local-, en abril de 1952, la recientemente electa diputada provincial Telma Gómez decidió no embanderarse con ninguno de los sectores en que estaba dividido el PP local y provincial44.
5. Los García,una familia peronista
Si en la esfera pública se manifiestan los compromisos con la colectividad, es donde se producen y discuten las normas de convivencia en las sociedades modernas45, ¿cómo se convierte una familia en un ámbito de militancia? ¿De qué manera la politización del hogar que propuso el peronismo conectó el espacio público con la vida privada?46. El compromiso de la familia de Diego García con el peronismo pergaminense atestigua, por un lado, la intersección de los espacios de acción política masculino y femenino, más allá de las normativas partidarias. Por otro, evidencia la relevancia de la red de relaciones interpersonales y familiares, de confianza y reciprocidad que regían la cotidianeidad; en tanto aspectos primordiales de la construcción del sentido social y simbólico del territorio rural a mediados del siglo XX47.
En este estudio de caso, el parentesco constituye, un vehículo de relaciones y solidaridad social que potencia otros principios de cooperación, al tiempo que comprende una compleja trama de interacciones y transacciones que incluye el discurso sobre el poder, el género, el trabajo y la lealtad entre generaciones. Particularmente, contribuye a la producción y reproducción de las concepciones culturales de identidad, ideología política y valores morales48. En este sentido, el testimonio de Yolanda García, «custodia de la memoria familiar», permite acceder a través de sus recuerdos a sus concepciones y experiencias, las de sus padres y hermanos, lo cual multiplica las posibilidades de aprehender los matices y las complejidades del estudio de sus prácticas políticas cotidianas49.
El peronismo transformó el destino de la familia García. La trayectoria paterna -sindicalista primero y política después- marca el relato de Yolanda, sexta hija de Diego García y Esperanza Moreno Ruiz, nacida en Banfield pero criada en Pergamino. Ella y sus hermanos vivieron en un hogar comprometido con la militancia (radical primero, y laborista y peronista después), cuya causa adoptaron como propia al crecer: «Acá todos sentíamos la misma pasión»50 airma, mientras considera que con su familia «nació» El peronismo local. En sus recuerdos, ser peronista de la primera hora resultó una experiencia contradictoria:
Sufrimos mucho, porque hubo una persecución tan grande del peronismo... porque era peor que ser fascista, comunista(...) padecimos mucho(...) pero la verdad es que gozamos también por una razón sencilla(.) yo digo siempre(.) porque el dinero no entraba, era todo de corazón (...) se hacía por amor al partido.
Sus dichos evidencian el estigma que envolvía a quienes suscribieron inicialmente a las ideas peronistas, marca que más adelante fue convertida en fuente de legitimidad del movimiento51.
El protagonismo de la familia García y su explícita adhesión al incipiente justicialismo puede advertirse tempranamente. El 27 de agosto de 1944, García presidió la comisión organizadora de la visita del entonces vice-presidente, ministro de Guerra y secretario de Trabajo y Previsión, Juan D. Perón. En aquella ocasión, de alta relevancia simbólica para un pueblo, varios actos agasajaron la visita oficial. En uno de ellos Nélida y Yolanda García (con 18 y 16 años, respectivamente) entregaron al coronel Juan D. Perón una espada con empunadura de oro, la espada de la justicia social52. Al almuerzo que se realizó ese mismo día en la Escuela N° 1 asistió toda la familia.
A fines de 1945, García integró la lista del Partido Laborista como candidato a senador provincial. Su escalada política, asegura su hija, no cambió la forma de conducirse de la familia: «no hicimos que hubiera diferencia». Su bajo peril se manifestó en el rechazo que hiciera su esposa a una importante tienda de Pergamino, que les ofreció tapados de piel-para ella y sus hijas- para asistir a la ceremonia de asunción en la Legislatura.
En esos años, García obtuvo apoyo activo de su familia en dos lugares clave: por un lado, lo encontraba casi todas las tardes en el comité (luego UB) y, por otro, en su hogar. Todos militaban: Yolanda, Nélida (a quien apodaban Titina) y Antonio (el hijo menor) estaban más involucrados. Los otros tres hermanos, ya casados, solo asistían a las reuniones y a los actos proselitistas más importantes, al igual que sus maridos y esposas. Incluso, solían participar los hijos pequeños. Cuenta Yolanda que un sobrino, siendo un niño, protagonizó dos anécdotas: una, increpando a los periodistas del diario La Opinión durante un acto en la calle Merced por no realizar la cobertura periodística de las acciones proselitistas; otra, se salvó cuando el local partidario fuera baleado por cuatro o cinco personas de filiación socialista53. Estos recuerdos no solo destacan la pervivencia de las formas violentas de la política, además, enfatizan el carácter mixto de la juventud que apoyaba al peronismo en Pergamino. Todas las tardes, dice, «charlaban de política con otras jóvenes, intercambiaban ideas, mientras los muchachos eran los encargados de pegar carteles, hacer pintadas y repartir volantes».
Cuando García visitaba a Eva Perón en Buenos Aires, su esposa Esperanza y su hija Titina lo acompañaban con frecuencia. Yolanda también asistía a algunos de esos encuentros, previos a la formación del PPF. Recuerda a Evita como una persona irme aunque comprensiva y muy inteligente, que se preocupaba por los detalles más pequeños. Su «comprensión de los problemas de los más pobres», señala, explica que en las casas pergaminenses hubiera más imágenes de Eva Duarte y Juan Perón que estampas religiosas. En sus palabras, Evita celebraba la lealtad de García para con Perón.
Cuando finalizó su mandato como senador, García resultó electo intendente de Pergamino. Durante toda su gestión pública, su domicilio particular se convirtió en una sede más del partido, era -en palabras de su hija- «una romería de gente(...) (pero) estábamos bien porque éramos todos peronistas». No siempre era Diego quien atendía las consultas. Esperanza, de acuerdo a lo recordado por Yolanda, nunca iba al comité, pero sí asistía junto a su marido a los actos públicos y desde la gestión cotidiana. Allí recibía múltiples pedidos de trabajo que transmitía a su esposo cuando este regresaba a la casa. Yolanda destaca que su padre otorgó varios nombramientos -en el correo, la Municipalidad, las escuelas, el banco- y que la gente agradecida le obsequiaba adornos de plata. Muchas de estas personas conseguían empleo gracias a la de Esperanza. Su rol de consejera, de primera asesora de García, es resumido por su hija: «Siempre el que está afuera, ve más que el que está ahí(...) y hubo tantas traiciones(...)»54.
Su vida cotidiana estaba signada por el lenguaje partidario, que el peronismo había impuesto a partir de la multiplicación de sus mensajes en los medios públicos y a través de la formación partidaria y cultural. Cuando desayunaban, almorzaban o cenaban, se hablaba de política, se comentaban problemas o pedidos y García escuchaba la opinión de sus hijos. Sin embargo, el consejo y la contención familiares, así como el respaldo de sus correligionarios, no pudieron sustentarlo luego de la muerte de Eva Perón en 1952. El avance de la CGT -la «guerra» en palabras de Yolanda- liderado por Musacchio culminó con una huelga que García resistió por un tiempo, pero en enero de 1953 fue desplazado por la intervención comunal. A partir de entonces, se dedicó a la actividad privada. Sus hijos y un amigo le compraron una camioneta con la que comenzó a repartir embutidos, y su hija Titina, tras renunciar a su cargo de secretaria privada en la Municipalidad, abrió una fiambrería en el garaje de la casa familiar. Yolanda dice que su padre mantuvo su identidad peronista pero culminó su actuación partidaria: «para nosotros se terminó la política en ese momento, pero las ideas fueron igual o más grandes».
6. De la Unidad Básica a la casa
Nélida (Titina) y Yolanda García participaron casi tan activamente como su padre en la construcción del peronismo local. Identificadas con la causa justicialista de Juan D. Perón y con la misión que Eva Perón reservaba a las mujeres en el partido, las hermanas menores de la familia asumieron el compromiso de liderar la creación del ala femenina en Pergamino. De acuerdo a Yolanda, ellas nunca tuvieron ambición política. Su hermana -soltera y de 24 años- fue designada subdelegada censista de la primera UBF pergaminense. Ella afirma que la orden provino de Elena Caporale de Mercante y que los cargos se ejercían ad-honorem. Como se ha señalado, Yolanda integraba la comisión directiva como pro-secretaria y Teresa Noemí Riande era la secretaria. En palabras de Yolanda, «Tota» Riande era una mujer muy preparada, había estudiado dos o tres años la carrera de Medicina. Agrega que fue sincera con ellas desde un principio: «(les dijo) yo sé que ustedes no tienen ambiciones... yo quiero llegar a diputada» (accedió a dicho cargo en 1965). Otras pergaminenses que trabajaron en esta primera UBF fueron Aurora Campagno, Zuny Tuero, Elsa Vidueira y «Vita» Marina55.
Al acto de inauguración de la central local, sito en la calle Rivadavia 701, asistió Catalina Allen (Véase Imagen 2)56. Las fotografías conservadas por Yolanda exhiben la amplia concurrencia de varones, mujeres y niños, dispuestos frente al palco. Allí brindaron discursos el intendente Diego García, Catalina Allen y Nélida García. En las mismas imágenes puede observarse la presencia de todas las mujeres de la familia García y de los pequeños nietos del intendente sosteniendo estampas de Eva Perón, así como la ornamentación del local, adornado con grandes imágenes de Perón y Evita, el escudo nacional y el justicialista. En su interior, la única figura masculina es la de Diego García. Finalizado el acto inaugural, la familia García ofreció un almuerzo a la delegada provincial y su comitiva en su propia vivienda (Véase Imagen 3). Cuenta Yolanda que un acompañante de Allen consultó a su hermana mayor (Pocha) si Titina tomaba clases de declamación, por el fervor puesto en el discurso. Señala, además, que Evita hizo reproducir parte del mismo en Radio Belgrano.
La UBF funcionaba de 8 a 21 hs. De lunes a sábado. El alquiler de esta sede, de acuerdo a los recuerdos de su hija, era abonado por el propio Diego García. Asimismo ella recuerda la indicación que prohibía la entrada de varones al local, pero desconoce si era una norma escrita. Aún así, su padre tenía «autorización (de Evita) para entrar, aunque -aclara- él no iba muy seguido(...) porque ya después cuando llegábamos nosotras le contábamos las cosas(...)».
Las hermanas García cumplían simultáneamente su labor como militantes y como trabajadoras. Titina, afirma su hermana, nunca llegaba tarde a su trabajo aunque, como hija del intendente, podría haberlo hecho. A su salida, se dirigía a la UBF y de allí a su casa. Yolanda trabajaba en la Escuela Profesional N° 1 como secretaria, de 17 a 21 hs. Partía luego del almuerzo a la UBF, y de allí al trabajo.
Rememora Yolanda que, en los primeros tiempos, la labor era intensa. En cumplimiento de las directivas partidarias, las militantes emprendieron fervorosamente la afiliación: «salíamos todos los días a recorrer casa por casa, afiliando. Casi ninguna se negaba. Alguna nos decía "vengan otro día, porque está mi marido y no quiere que me afilie"». El procedimiento incluía la entrega de carnets y el llenado de cuatro planillas con datos (tres de las cuales eran enviadas a Buenos Aires). La labor también se desempeñaba en el campo, puntualmente en escuelas, delegaciones municipales o en casas particulares «de algún peronista». Las fotografías ilustran la tarea de censar, ya que muestran a las integrantes de la comisión directiva y sus colaboradoras vestidas con guardapolvos57, inscribiendo con máquinas de escribir y entregando cédulas en zonas rurales (Véase Imagen 4). En las mismas, también se observa con asiduidad a Esperanza Moreno y Diego García, quienes -corrobora Yolanda- las acompañaban en las recorridas por las localidades de la campaña, tales como Mariano Benítez, Anchorena de Urquiza, Acevedo, El Socorro y La Violeta. La visita a esta última localidad, «humilde pueblito, perdido en el último rincón de Pergamino», es conirmada en un discurso de Titina58.
A lo largo de 1951, se fundaron seis nuevas UBF, las que -según señala Yolanda- no realizaban tareas conjuntas y operaban con autonomía. Agrega que conoció a muchas de sus integrantes, por ejemplo, a las hermanas Resa, que eran «muy peronistas». Las motivaciones que inspiraban el compromiso militante eran múltiples, tal como lo demuestran las disímiles trayectorias de Teresa Riande y Titina García59: «Es como ahora -destaca- cuando abren dos o tres unidades del mismo partido (...) son del mismo partido pero a lo mejor buscan otras aspiraciones (...)».
Yolanda recuerda que, luego de las elecciones, decayó el dinamismo de la UBF que presidía su hermana, pues la comisión directiva priorizaba las actividades previas, asociadas a la educación cívica femenina y a la afiliación, las cuales no generaban obligación de participación permanente. Es probable que las dirigentes no se hayan adaptado a la nueva situación partidaria post electoral y que su falta de proyección política no se ajustara a la institucionalización del PPF, que requería nuevas formas de liderazgo60. De hecho, otra UBF, situada en el mismo local que la de las hermanas García, fue inaugurada el 20 de julio de 1951.
A su vez, el fin de la militancia de Yolanda coincidió -o se anticipó- a la declinación del poder de García como líder del peronismo local. Cuando la comuna fue intervenida en 1953, Titina renunció a su cargo como signo de respaldo a su padre. Yolanda y su hermano Antonio -quien trabajaba en el correo y aún no se había casado- se convirtieron en los proveedores económicos del hogar. En la casa de los García, la lealtad al padre, a Perón y a Evita atravesaba las jerarquías de género. La activa participación política de las hermanas menores y su soltería contaban con el beneplácito de Diego y Esperanza. Desaiantes y dinámicas, Titina y Yolanda se identificaron con el discurso peronista y constituyen un ejemplo de su efectividad.
7. Conclusiones
A lo largo de estas páginas se ha examinado el modo en que la acción política femenina vinculó los espacios público y privado en pueblos del interior bonaerense, para abordar una temática exiguamente explorada: los lazos entre las ramas masculina y femenina del Partido Peronista. En esta dirección, la reconstrucción de la trayectoria política -entre 1946 y 1953- de la familia del intendente de Pergamino Diego García, y en particular de sus hijas Yolanda y Nélida, resulta sugerente para reflexionar sobre los cruces entre el compromiso partidario, la gestión pública, el parentesco y la vida cotidiana.
La historia familiar se entrelaza con la construcción del peronismo en Pergamino. En esta localidad rural del norte bonaerense, la participación partidaria fue alentada por el proyecto político de Juan Domingo y Eva Perón. Diego García se convirtió en el referente local del naciente peronismo y su familia secundó su pasaje del sindicalismo al liderazgo partidario. Durante su corta carrera política García, su esposa, hijos e hijas transitaron espacios altamente politizados: el sindicato, los comités y luego las Unidades Básicas masculinas y femeninas. A estos lugares convencionales de la política, se sumó el hogar como un sitio de militancia peronista. Allí, el rol de Esperanza como consejera (como colaboradora y receptora de los pedidos vecinales) superó la institucionalidad formal y el verticalismo del partido. Así, complementariamente ejerció La dirección de la estructura doméstica y actuó como una suerte de agente partidaria. En este sentido, puede deducirse que la acción y el lenguaje partidarios excedían los límites de lo considerado como público y se integraban a la vida cotidiana de los García.
Las hermanas García trabajaron en la UBF junto a otras mujeres, y con su intensa labor contribuyeron a su expansión territorial, tanto en la ciudad como en la campana. El rol protagónico de Titina (Nélida) en la configuración del PPF pergaminense es destacado por el relato de su hermana, la prensa local y las fotografías que se conservan. Mas su experiencia como líder del movimiento femenino en Pergamino se truncó -sin muchas explicaciones- alrededor de julio de 1951 cuando su lugar en la candidatura a diputada provincial fuera ocupado por Telma Gómez. El resto de las hermanas García y cunadas también militaban -aunque sin tanta dedicación- junto a sus pequeños.
En la vida diaria de estas mujeres, el trabajo (Yolanda en la escuela profesional, Titina en el Municipio) y la casa constituían nexos con el partido. En las interacciones sociales concretas, desaiando las prescripciones del sistema de género, se involucraron activamente en la política partidaria. En su cotidianeidad, conectaban las charlas familiares con las laborales y las partidarias, como lo atestigua Yolanda. En ese diálogo constante, el padre escuchaba sus apreciaciones y solía aceptar sus recomendaciones, por lo cual convirtió a su familia en su círculo de confianza partidario.
A través de los recuerdos de Yolanda, hemos incorporado la perspectiva de los propios actores, su propia reflexión sobre sus prácticas y los significados que les otorgan. En los intersticios de la memoria, encontramos los mandatos de género: la lealtad por el padre primaba sobre la vocación peronista y el resto de los lazos construidos en el período. De modo que el reto al sistema de género se atenúa si se tiene en cuenta la presencia vigilante de padres, maridos y hermanos en toda la actividad extra-hogareña. Así, las reflexiones preliminares que este estudio de caso ha inspirado resultan sugerentes para comenzar a pensar sobre las representaciones sociales que subyacen tras las prácticas políticas, las conexiones entre los espacios femeninos y masculinos de militancia peronista en los pueblos del interior bonaerense, en tiempos en que el arraigo del partido se entrelaza con el reconocimiento del derecho de sufragio de las mujeres y su primera participación electoral.
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