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Gantús, Fausta., y Alicia Salmerón, coords. Prensa y elecciones. Formas de hacer política en el México del siglo XIX. México: Instituto Mora-CONACYT-IFE, 2014.
Elisa Cárdenas Ayala
Elisa Cárdenas Ayala
Gantús, Fausta., y Alicia Salmerón, coords. Prensa y elecciones. Formas de hacer política en el México del siglo XIX. México: Instituto Mora-CONACYT-IFE, 2014.
Historia y MEMORIA, núm. 14, pp. 387-393, , 2017
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC)
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Reseña

Gantús, Fausta., y Alicia Salmerón, coords. Prensa y elecciones. Formas de hacer política en el México del siglo XIX. México: Instituto Mora-CONACYT-IFE, 2014.

Elisa Cárdenas Ayala
Universidad de Guadalajara, Mexico
Historia y MEMORIA, núm. 14, pp. 387-393, 2017
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC)

Desde 2011, Fausta Gantús y Alicia Salmerón coordinan un proyecto ambicioso, en torno a la temática «Hacia una historia de las prácticas electorales en México, siglo XIX», que contribuye desde sus primeros frutos a renovar la historia política mexicana del siglo XIX. En este proyecto, con sede en el Instituto Mora, en la Ciudad de México, convergen historiadores de instituciones y generaciones diversas, especializados en el estudio de múltiples espacios y momentos del siglo XIX mexicano. Hasta ahora, entre los resultados de dicho proyecto, han visto la luz ya dos libros, de un total de cinco proyectados: Prensa y elecciones. Formas de hacer política en el México del siglo XIX y Elecciones en el México del siglo XIX. Las Fuentes1. Estas obras resultan de un esfuerzo de reflexión colectiva intergeneracional, apoyado en la existencia de un seminario de investigación, con pautas comunes para el trabajo, mismas que se reconocen en los libros, más allá de la diversidad de autores y de las diferencias en la profundidad de los análisis que, como en la mayoría de las obras colectivas, también en estas están presentes. Las más visibles de esas pautas son: revisión de los estudios previamente existentes, reconstrucción sistemática de los marcos legales generales y particulares (algo particularmente valioso) y elaboración de estudios de caso a escala local o regional. En las páginas siguientes, centro mi reflexión en el primero de los dos libros citados, Prensa y elecciones, que reúne capítulos de Edwin Alcántara Machuca, Regina Tapia, Julián Camacho, María Eugenia Ponce Alcocer, Fausta Gantús, Alicia Salmerón, Marisa Pérez Domínguez, Gabriela Guerrero y una presentación de Marco Antonio Banos. Los capítulos, que presentan estudios de caso centrados en la Ciudad de México -salvo en el caso del texto de Marisa Pérez Domínguez, interesado por el estado de Yucatán-, recorren la segunda mitad del siglo XIX para llegar hasta el año de 1910, y están precedidos por una reflexión general, firmada por las coordinadoras de la obra.

Descorrer un velo

Durante mucho tiempo, las elecciones han sido un espacio poco atendido por los historiadores, ignorado cuando no despreciado, considerado uniformemente como un juego de la política donde poco se juega. Una «leyenda negra» -escribía Antonio Annino en 1995- afectaba a la mirada histórica sobre el conjunto de Hispanoamérica en torno a la historia de las elecciones, parangonándola con aquella que afectara el estudio del imperio espanol en América2.

Si quizás no una leyenda negra, sin duda un velo de sombra cubrió durante largas décadas el estudio de los procesos electorales hasta que el interés por lo sucedido en Cádiz en un lejano 1808-1812 vino a romper esa inercia. Una serie de trabajos interesados por lo sucedido en esa experiencia electoral a gran escala que fue la gaditana, intensificados por la coyuntura conmemorativa del bicentenario de la reunión de las Cortes y la promulgación de la Constitución, han subrayado la importancia de este episodio en la vida política del mundo atlántico y puesto en evidencia que el terreno historiográfico de lo electoral empieza apenas a ser desbrozado y tendrá que ser recorrido en varios sentidos si se quiere profundizar en el conocimiento de aspectos fundamentales de una práctica y un modelo cuya relevancia para las construcciones nacionales decimonónicas está fuera de duda3. Y sin embargo el impulso historiográfico al tema electoral que significan los estudios sobre el caso gaditano, con todo y su relevancia, quizás no baste para romper con la inercia de considerar que en la historia de las construcciones nacionales hispanoamericanas las elecciones constituyen procesos poco relevantes.

En el caso mexicano, se trataba de una inercia historiográfica fuertemente marcada por un imaginario político asociado a la experiencia de varias generaciones para las cuales el concepto democracia y las elecciones, formando parte de un mismo sistema político, parecían vivir vidas paralelas. Frente a ese panorama de desinterés generalizado por los temas electorales en perspectiva histórica, contrasta el trabajo solitario de François-Xavier Guerra sobre las elecciones legislativas federales de 1912, publicado en 1974, cuya tardía traducción al espanol es sintomática del escaso interés de la academia mexicana por el tema4. Como en otros aspectos, la experiencia del siglo XX mexicano marcó la lectura de la historia del XIX: si las elecciones parecían una práctica poco menos que decorativa en el XX, ¿por qué habrían sido algo más en el XIX? Esto a pesar de que en torno notoriamente al año de 1988 y al 2000 los temas electorales ocuparon un lugar importante en la agenda del análisis de la sociedad mexicana desde otras disciplinas, como la sociología o la politología, antes de perder peso también en sus respectivos campos probablemente acusando el impacto del descrédito de los procesos electorales en el presente. Pero, desde una perspectiva histórica, si las elecciones no son el espacio, la práctica a través de la cual el relevo del poder se decide, ¿entonces qué han sido?, ¿qué función han cumplido dentro del sistema político y en su relación con la sociedad?

Una encrucijada historiográfica

El desencanto actual generalizado ante las cuestiones electorales nubla el interés por lo que han significado a lo largo de una historia de más de dos siglos de construcción institucional. Con ese desencanto como parte de su contexto apareció Prensa y elecciones. Es una cualidad no menor y debe subrayarse el esfuerzo realizado por este equipo en cierto sentido a contracorriente para explorar la historia electoral mexicana y reivindicar para ella un lugar no marginal en la historia política. Esa es eje mayor trabajado por los autores, pero no el único, sino que el trabajo parte de lo que podemos considerar una encrucijada historiográfica, en la medida en que este libro es un esfuerzo colectivo que entreteje la historia de lo electoral (sus protagonistas, sus testigos, sus espectadores), con el hilo de otra historia cuyas profundidades empiezan apenas a ser entrevistas: la historia de la prensa.

Para la historia contemporánea -en la que sirve recurrentemente de fuente denostada y privilegiada- la prensa es una inmensa y engañosa ciénega: se han escrito miles de páginas sobre cuestiones relativas a ella y pocas que busquen interrogarla en profundidad y con ello correr el riesgo de empantanarse. En profundidad, es decir: como actor de los procesos políticos con múltiples aristas y facetas; como arena de lucha, como testigo de su tiempo, como fuente de los estereotipos que sobre ella misma dominan nuestras representaciones. Así que, como se ve, este libro se sitúa en una compleja encrucijada, en un nudo de estereotipos.

Desanudando, a partir de un conjunto de casos que permiten seguir prácticamente sin interrupción casi el primer siglo de construcción republicana en México, desanudando con parsimonia estereotipos y lugares comunes de la política y la historiografía, Prensa y elecciones ofrece un conjunto de miradores, en su mayoría novedosos, sobre las formas de hacer política en el México del siglo XIX, como bien anuncia su subtítulo.

A través de ocho capítulos -algunos elaborados por muy jóvenes historiadores y esa es una de las virtudes del libro-, Prensa y elecciones invita a reflexionar sobre la construcción del espacio público mexicano en distintos contextos y a seguir la transformación de sus actores, para constatar cómo lo público se fue constituyendo en un escenario y lo político en un tejido relacional cada vez más complejo. El conjunto mueve a considerar cómo, en la práctica, fue surgiendo en México un espacio de discusión sobre el bien común (y sobre el mal común) como algo que legítimamente concierne a muchos más que a quienes conforman las cúpulas gobernantes, y cómo diversos actores fueron encontrando que la democracia podía -para algunos-, debía -para otros- ser el modelo de gobierno. Es decir, contribuye a mostrar que la idea de democracia se fue abriendo camino en el pensamiento político del siglo, lejos de haberse impuesto como una evidencia de forma simultánea a todos los actores.

Así, el libro explora, a través de la relación entre prensa y procesos electorales, un conjunto de relaciones conflictivas: de sujetos y facciones con el concepto de «soberanía popular» o el principio político moderno de la representación; de individuos -y de una sociedad entera en mutación- con los códigos de honor y la moral política de su tiempo en plena transformación; así como de distintas regiones del país con el centro.

La obra abre diversas ventanas para entender de qué forma, por qué mecanismos el voto ciudadano, los partidos políticos, la soberanía popular y la representación fueron instalándose en el corazón del sistema político mexicano y el papel, no siempre civilista, jugado por la prensa. Queda claro así no solo que los periódicos fueron actores con intereses electorales específicos y explícitos, en tiempos de paz, sino que cuando hubo guerra -y eso fue bastante común- hubo un frente impreso de la guerra. Algo que pone en evidencia, si evidencia se precisa, que entre política y guerra son más los puentes, las continuidades, que las rupturas.

Ya situados en esa encrucijada, los textos reunidos en Prensa y elecciones contribuyen a minar a golpe de matices algunos mitos de la historia política (ilustran por ejemplo la diversidad y aún la conflictividad interna del liberalismo) y ofrecen elementos de respuesta para la pregunta, sin duda de actualidad, sobre cuáles son los lugares de la acción política, una vez que queda claro que esta no es exclusiva de aquellos que solemos agrupar bajo la etiqueta «clase política».

Es posible constatar en los distintos capítulos, la diversidad de mecanismos de articulación, a veces existentes, a veces en proceso de creación, entre sistema electoral y sistema político, entre ambos y sociedades concretas, a través de la exploración de una diversidad de elementos, como la relación de los candidatos con los partidos, de los candidatos y de los partidos con los electores, la transformación de la idea misma de lo que debe ser un candidato, o un programa electoral, entre otros; o bien adentrarse en el cruce entre moral y política, vida privada y vida pública o en las transformaciones de la conciencia ciudadana con relación a la valía del propio sufragio. El libro ofrece así acercamientos a la dimensión individual y la dimensión colectiva de la política.

Asimismo la obra abre la posibilidad de reflexionar a partir de algunas paradojas presentes en nuestra concepción generalizada sobre la prensa como espacio de construcción de la vida cívica, cuando la pone en evidencia no solo como lugar de acción político-electoral, sino igualmente como espacio en relación estrecha y pluridireccional con la acción violenta.

Entre esas paradojas sobre la prensa como lugar de acción política, vale la pena destacar, para terminar, una específica, en la que convergen, al menos, los estereotipos de lo salvaje y lo civilizado, las tensiones entre el honor militar y el valor cívico, el tema electoral y el del uso electoral de la prensa: Ramón Corona, gobernador de Jalisco en tiempos en que se construía el poder nacional de Porfirio Díaz, porfirista convencido y también en algún momento presidenciable; impulsor, según muestra Fausta Gantús, del uso político-electoral de la prensa, héroe de la batalla de la Mojonera, en la que venció a las «hordas» acaudilladas por Manuel Lozada, el «tigre de Álica», a las puertas mismas de Guadalajara, acto por el cual esta ciudad que sus élites representaban como «culta» se vio librada de aquellos a quienes se tildaba entonces de «salvajes», murió a puñaladas, a manos de Primitivo Ron, en el año de 1889, víctima -de acuerdo con la interpretación hasta ahora no comprobada que del suceso han hecho varias generaciones de tapatíos y no pocos historiadores- del reeleccionismo porfirista.

Como este libro muestra, no tiene sentido estudiar en términos de «progreso» la relación compleja entre prensa y poder político, prensa y elecciones, violencia y poder político, violencia y prensa, puesto que se trata de una relación de múltiples caras y que no se mueve solo en el sentido de las manecillas del reloj. Prensa y elecciones explora esa complejidad en parte y anuncia la llegada de otros volúmenes que forman parte de un mismo proyecto: al ya citado sobre fuentes para el estudio de la historia electoral, deberán seguir uno sobre prácticas electorales, otro sobre elecciones y violencia y uno más sobre casos internacionales. Un proyecto ambicioso, cuyos primeros frutos son sin duda prometedores. Quedamos a la espera de las siguientes entregas.

Material suplementario
Notas
Notas
1 Fausta Gantús, coord. Elecciones en el México del siglo XIX. Las Fuentes (México: Instituto Mora- CONACYT, 2015).
Notas
2 Antonio Annino, coord. Historia de las elecciones en Iberoamérica, siglo XIX (México: Fondo de Cultura Económica, 1995).
Notas
3 Son fundamentales los trabajos del propio Annino; además del citado arriba, puede verse: «Voto, tierra, soberanía: Cádiz y el origen del municipalismo mexicano,» en Revoluciones hispánicas: independencias americanas y liberalismo espahol, coord. François-Xavier Guerra (Madrid: Universidad Complutense, 1995), 269-292; «El voto y el siglo XIX desconocido», Istor. Revista de historia internacional, año V, n° 17 (2004): 43-59. También: Alfredo Ávila, En nombre de la nación. La formación del gobierno representativo en México, 1808-1824 (México: Taurus, 2002).
Notas
4 François-Xavier Guerra, «Les élections législatives de la révolution Mexicaine, 1912,» Mélanges de la Casa de Velázquez X, (1974), 421-456. Sobre las huellas de este trabajo exploré tres procesos electorales a escala del estado de Jalisco, en Le laboratoire démocratique: le Mexique en révolution: 1908-1913 (Paris: Les Publications de La Sorbonne - CEMCA, 2001), 381- 416.
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