Artículo original
Recepción: 27 Julio 2021
Aprobación: 09 Noviembre 2021
Financiamiento
Fuente: Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
Nº de contrato: PIP 11220150100010CO
Financiamiento
Fuente: Universidad de Buenos Aires
Nº de contrato: UBACyT 20020160100017BA
Descripción del financiamiento: Este trabajo se enmarcó en los proyectos PIP 11220150100010CO (2015-2017) del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina) y UBACyT 20020160100017BA (2017-2019) de la Universidad de Buenos Aires (Argentina)
Resumen: Este artículo propone analizar las iniciativas de integración transfronteriza que emergieron de la valorización turística de la Circumpuna (Argentina, Bolivia y Chile) en las últimas dos décadas. La integración fue liderada por un conjunto heterogéneo de actores locales y subnacionales, quienes buscaron incidir en las prácticas turísticas vigentes. El trabajo se centra en la dimensión espacial de la integración transfronteriza, interrogando acerca del modo en que este proceso crea, refuerza o transforma centralidades y periferias. Se realizó un análisis cualitativo del contenido de diversas fuentes documentales, las cuales fueron complementadas con entrevistas a informantes claves, referentes de las diferentes iniciativas de integración. Se muestra que la integración turística posiciona a la frontera como recurso y espacio de oportunidades para diferentes actores, quienes buscan controlar los flujos turísticos y captar parte de sus beneficios económicos. La integración transfronteriza tensiona con las construcciones Estado-céntricas que aún modelan las fronteras nacionales, pero también delinea una disputa entre las diferentes integraciones posibles, creando nuevas fragmentaciones y diferenciaciones.
Palabras clave: integración, transfronterización, espacialidad.
Abstract: This article proposes an analyzes of the transboundary integration initiatives that emerged from the appraisal of tourism in the Circumpuna sector (Argentina, Bolivia and Chile) in the last two decades. The process of integration was led by a heterogeneous set of local and sub-national stakeholders, who sought to influence current tourism practices. The work focuses on the spatial dimension of transboundary integration, questioning the way in which this process creates, reinforces or transforms centralities and peripheries. A qualitative analysis of the content of various documentary sources was carried out, which were complemented with interviews with key informants, who are representative of the different integration initiatives. It was possible to ascertain that tourist integration positions the border as a resource and space of opportunities for different stakeholders, who seek to control tourist flows and capture some of the associated economic benefits. However, cross-border integration leads to friction with State-centric constructions that still shape national borders, and also underlines a conflict between the different possible forms of integration, creating new forms of fragmentation and differentiation.
Keywords: integration, transboundary, spatiality.
Introducción
La triple frontera circumpuneña o Circumpuna vincula el oeste de la Provincia de Jujuy (Argentina) con el sudoeste del Departamento de Potosí (Bolivia) y con el centro-este de la Región de Antofagasta (Chile). A partir de la década de 1990, esta frontera trinacional se vio intensamente transformada por medio de procesos de valorización turística que posicionaron un conjunto de lugares en el abanico de destinos internacionales: el desierto de Atacama en Chile, el salar de Uyuni en Bolivia y la Quebrada de Humahuaca en Argentina. Esta valorización implicó la llegada creciente de visitantes -en gran medida de carácter internacional-, además de la proliferación de numerosos emprendimientos de servicios turísticos por parte de pobladores de la zona, consolidándose como una de las principales actividades económicas para algunos de los pequeños poblados y localidades, tradicionalmente dedicados a la minería, la cría de animales y el cultivo a pequeña escala. Se fue configurando una movilidad transfronteriza que articuló a los diferentes sectores de la Circumpuna, transformándose en un espacio reticulado por el consumo turístico (Amilhat-Szary y Guyot, 2009).
A partir de la intensificación de los procesos de valorización turística de la Circumpuna, en la década de 2000 se desplegaron diferentes iniciativas de integración transfronteriza que buscaron incidir en el desarrollo de esta actividad. Las iniciativas estuvieron lideradas por un conjunto heterogéneo de actores, gubernamentales y no gubernamentales, especialmente a escala subnacional y local. Este proceso se originó en una etapa de cierta descentralización político-administrativa de las funciones de los Estados nacionales en el sur sudamericano, que favoreció una mayor participación de las administraciones subnacionales en las relaciones exteriores.
Este trabajo centra la atención en la integración transfronteriza que promovió el turismo en la Circumpuna, buscando responder interrogantes en torno a cuáles fueron los actores y escalas implicadas en las iniciativas, cuál fue la participación de las diferentes comunidades y localidades, desde dónde se lideró o diseñó cada una, cuáles fueron las propuestas, significados y representaciones que estas iniciativas proyectaron sobre la frontera, y qué alcances y limitaciones tuvieron.
A diferencia de los estudios sobre integración regional o supranacional que se apoyan en el análisis macro y las escalas nacionales, el abordaje de la integración transfronteriza requiere la consideración de escalas que privilegian las relaciones de proximidad y las perspectivas de quienes habitan, transitan o trabajan cotidianamente en las fronteras. Frecuentemente, los estudios sobre cooperación transfronteriza han centrado su interés en los actores y las instituciones, por lo general vinculados a perspectivas y conceptos de la ciencia política y las relaciones internacionales. Este artículo tomará una parte de sus contribuciones para ponerlas en diálogo con los aportes de las geografías políticas críticas y el campo transdisciplinario de estudios sobre fronteras, para reflexionar sobre la dimensión espacial de los procesos de integración transfronteriza, entendiendo el espacio como partícipe de las relaciones sociales. Considerar la espacialidad de la integración permite preguntarnos desde dónde se definen los proyectos y de qué modo se insertan los diferentes actores situados, pero también cuáles son las espacialidades que proyectan estas iniciativas sobre la Circumpuna, reconociendo las centralidades y periferias que crean y las relaciones de poder que las atraviesan.
El objetivo de este artículo es analizar las espacialidades que producen los procesos de integración transfronteriza a escala subnacional, desplegados a partir del turismo en la Circumpuna en las últimas dos décadas, y examinar los vínculos con otras formas de construcción del espacio, asociadas a las prácticas turísticas dominantes y a los modelos Estado-céntricos. Para ello se examinaron tres elementos centrales: (i) las redes paradiplomáticas creadas a partir de la articulación entre actores situados, (ii) la movilidad turística que se configuró a través de sus propuestas de intervención y (iii) las representaciones espaciales que las acompañaron.
Se argumenta que las espacialidades transfronterizas emergentes de la integración se configuran a partir del interés de los actores locales por incidir en las prácticas turísticas vigentes y ser partícipes de los beneficios económicos que ella genera en la Circumpuna, consolidando la frontera como recurso. Se muestra que la integración transfronteriza tensiona y a la vez dialoga con las construcciones Estado-céntricas que aún modelan los destinos turísticos. De todos modos, se reconocen proyectos alternativos que pugnan por la definición de centralidades y marginalidades, delineado una disputa entre diferentes integraciones posibles. La transfronterización crea nuevas fragmentaciones al interior de la Circumpuna en múltiples sentidos y direcciones, que se articulan con las tradicionales divisiones nacionales vigentes, así como con los entramados que históricamente han modelado cada par fronterizo binacional.
Para alcanzar el objetivo de este trabajo, se diseñó una estrategia metodológica cualitativa que se apoyó en un extenso trabajo de campo desarrollado en el período 2014-2018. Allí se recabó un conjunto amplio de fuentes documentales que incluyó diversos planes estatales de integración multilateral, actas de reuniones multilaterales, informes técnicos de organizaciones no gubernamentales (ONG) y agencias de cooperación, notas periodísticas de medios zonales, documentación digital en portales de internet de operadores privados y ONG, así como materiales impresos de divulgación de ONG, gobiernos locales y operadores privados, todos ellos relativos a diferentes iniciativas de integración. El análisis de contenidos de este corpus fue complementado y puesto en diálogo con la información recabada a través de entrevistas semiestructuradas a informantes claves, referentes de los diferentes proyectos de integración o representantes de sectores estratégicos, tales como funcionarios del área de turismo de los gobiernos locales y subnacionales, funcionarios de relaciones exteriores de gobiernos subnacionales, representantes consulares en las localidades de la zona, representantes de instituciones de integración regional, responsables de ONG, operadores del sector turístico y representantes de asociaciones comunales.
El recorte espacio-temporal del estudio fue delimitado considerando las entidades subnacionales limítrofes (Provincia de Jujuy, Región de Antofagasta y Departamento de Potosí) y el alcance de los procesos de valorización turística que se desplegaron en la zona desde finales de la década de 1990. Esta delimitación fue precisada en relación con el procesamiento de la información recabada, que permitió la identificación y delimitación de las iniciativas de integración transfronteriza y el reconocimiento de sus características centrales, a partir de: la pertenencia institucional y nivel de actuación de los actores involucrados, las localidades desde donde emanaron los proyectos y aquellas participantes o implicadas en las propuestas, los períodos de vigencia, los objetivos, las propuestas de intervención y las representaciones visuales y textuales que las acompañaron.
A continuación, se presenta, en primer lugar, una construcción teórico-conceptual para pensar las relaciones entre transfronterización, integración, y espacialidad en relación con el abordaje de los procesos de estudio. Seguidamente, se examinan las redes paradiplomáticas que la integración turística ha delineado en la Circumpuna en las últimas dos décadas con el fin de reconocer el modo en que los objetivos y estrategias se vinculan con la participación diferencial de los diversos actores y localidades. En tercer lugar, se examinan las propuestas de intervención de estos proyectos para reconocer las formas de movilidad transfronteriza que proyectan y las representaciones espaciales que crean. Por último, se presenta un análisis de los alcances y limitaciones de la integración turística para los diferentes sectores de la Circumpuna, en diálogo con las formas de relacionamiento histórico y con las particularidades que asume cada par fronterizo binacional.
Reflexiones teórico-conceptuales en torno a la transfronterización, la integración y la espacialidad
Las nociones de transfronterizo, transfrontera, transfrontericidad o transfronterización son relativamente nuevas y adquieren cada vez mayor visibilidad en los estudios actuales, aunque sus sentidos aún están siendo construidos y repensados. Para Tapia Ladino (2017), lo transfronterizo se constituye desde abajo, por las personas que habitan el territorio, a partir de “la interacción que producen las movilidades de las personas en sus constantes y continuos cruces y así como por el despliegue de una serie de prácticas sociales que tienen a la frontera como referente y como recurso” (p. 61). La producción de espacios transfronterizos resulta, siguiendo a Durand (2015), de la interacción y el fortalecimiento de lazos sociales, la disminución de barreras y el desarrollo de formas de cooperación entre sistemas territoriales distintos, lo que engendra nuevas racionalidades y prácticas espaciales.
La transfronterización se expresa en un conjunto de prácticas socioespaciales que tienen a la frontera como centro. Es por ello que la frontera no se destruye, elimina o desaparece, sino que es apropiada y resignificada. Como sostiene Tapia Ladino (2017), los “intercambios se dinamizan por la existencia de la frontera, gracias a ella y en ocasiones a pesar de ella, de modo que es la frontera, en su expresión territorial, la que actúa como referencia para dichos vínculos” (p. 72).
Una parte de estos procesos de transfronterización se vincula con las redes de actores locales y subnacionales, estatales y no estatales, a cada lado del límite internacional, que definen un conjunto de instrumentos o mecanismos de articulación, con mayor o menor grado de institucionalidad, para trabajar mancomunadamente en pos de la mejora de aspectos económicos o sociales de la población. La literatura académica, principalmente desde la ciencia política y las relaciones internacionales, viene dando cuenta de estos mecanismos a través del concepto de cooperación transfronteriza (Celata, Coletti y Sanna, 2013; Rhi Sausi y Oddone, 2009). Esta es pensada en diálogo con el concepto de paradiplomacia, diplomacia descentralizada o pluralismo diplomático, a través de los cuales se da cuenta de la participación de una amplia variedad de actores estatales y no estatales, a escala subnacional y local, en las relaciones exteriores (Cornago, 2016; Ovando Santana, 2013).
Otros trabajos han articulado estas contribuciones con perspectivas geográficas para examinar su relación con la producción del espacio, la construcción de fronteras, los proyectos territoriales, los imaginarios espaciales y la creación de regiones transfronterizas (Durand, 2015; Kramsch, 2012; Sohn, 2014; Reitel, 2013). Siguiendo algunas de estas propuestas, se parte aquí del concepto de integración transfronteriza, concebido como una fuerza impulsora en la producción de espacios transfronterizos, en la medida en que estimula contactos estrechos, permite forjar vínculos entre territorios y genera cambios a través de los flujos y las asociaciones que allí se producen (Durand, 2015). La integración se articula permanentemente con otras múltiples prácticas transfronterizas, asociadas a la movilidad, el comercio, la migración, el trabajo, las ferias o las festividades.
La integración transfronteriza no remite a un mecanismo que restablece continuidades preexistentes ni implica el retorno a un estado anterior, idealizado. La integración construye nuevos espacios relacionales, los cuales dialogan con las vinculaciones históricas que han forjado los diferentes pobladores de las fronteras, así como con las construcciones nacionales que han producido efectos de reorientación hacia las áreas centrales de cada país. Como práctica de transfronterización, la integración no es lineal ni continua, sino que forma parte de un proceso complejo y cambiante que se desarrolla siguiendo diferentes ritmos y escalas ‒temporales y geográficas‒ diversas (Durand, 2015).
La integración frecuentemente se asocia a la noción de proyecto. Para Rojas Aravena, Altmann Borbón y Beirute Brealey (2012), aquella remite a un proyecto político estratégico que requiere “pensar y sentir de manera compartida, para construir una voz común en áreas sustantivas que permitan alcanzar las metas propuestas” (p. 6). Los proyectos de integración transfronteriza contienen una visión común acera del futuro que indica la convergencia de intereses e incluye una declaración de objetivos, una proyección en el espacio y alguna forma de institucionalización (Reitel, 2013). Esta visión compartida se vincula frecuentemente a la búsqueda del desarrollo económico y social, en especial para los gobiernos locales que se han convertido en promotores de las relaciones transfronterizas, con el fin de mejorar sus economías (Coletti y Oddone, 2016). El turismo ha sido uno de los ejes de trabajo más frecuentes en este tipo de iniciativas en el ámbito sudamericano, anclado en la idea de su contribución al desarrollo local.
Esta forma de integración puede asimismo promover la movilización de la frontera como un objeto de reconocimiento territorial y simbólico, construyendo una visión compartida y una identidad territorial que trasciende el límite interestatal (Sohn, 2014). Esta identidad compartida ocasionalmente surge del sentimiento de abandono o relegación de sus respectivos centros nacionales, como una forma de alienación territorial (Ovando Santana y González Miranda, 2018).
Como propone Kramsch (2012), lo transfronterizo implica negociación, resistencia y transformación del significado de lo político. De todos modos, los sentidos de esta contestación o resistencia no son simples ni lineales. Las proyecciones a futuro pueden no ser compartidas por todos los actores, o definir para cada uno de ellos una participación desigual. En este sentido, lejos de ser armónica y siempre virtuosa, la integración se constituye y es atravesada por relaciones de poder, conflictos, competencias y disputas por el control, apropiación, regulación o transformación de la realidad.
El estudio de la dimensión espacial de la integración permite resituar la frontera en los estudios geográficos, cuestionando los abordajes del espacio como algo estático, atemporal, inmóvil o sin cambios. Siguiendo a Soja (1985), la espacialidad es socialmente producida y a la vez es productora de las relaciones sociales, en una dialéctica socioespacial. El concepto también posibilita recuperar la dimensión simbólica como una forma de apropiación y de construcción social del espacio, siendo la espacialidad producto de una convención histórico-cultural que la proyecta, una representación colectiva cuyo significado o valor es socialmente dado (Núñez, Arenas y Sabatini, 2013).
El concepto de espacialidad enfatiza en el carácter no acabado del espacio, como un ejercicio o práctica que se está ejecutando continuamente. Para Soja (1985), la espacialidad es permanentemente reproducida y reforzada, presentando una apariencia de estabilidad pero que, al reproducirse, se presenta como una fuente continua de lucha y conflicto. Doreen Massey (1999) reconoce la espacialidad como el motor del cambio social, donde coexisten diferentes trayectorias y una pluralidad de voces, que habilitan lo múltiple, inesperado, lo nuevo o diferente.
A través del concepto de espacialidad transfronteriza se busca evidenciar la formación de múltiples entramados relacionales, articulando cada lado del límite interestatal, que se materializan o simbolizan de diversas formas y que participan en la redefinición permanente de la frontera. La espacialidad transfronteriza no implica atravesar una frontera como si esta fuese un objeto localizado e inmovilizado. Al contrario, una espacialidad transfronteriza produce la frontera, la mueve y altera, ya que las relaciones que la constituyen están siendo reproducidas y transformadas. A través de este concepto es posible reconocer el modo en que la integración reconstruye material y simbólicamente la frontera y las relaciones de poder que la atraviesan, priorizando ciertos vínculos por sobre otros, configurando redes, definiendo centros de comando, generando inclusiones y exclusiones, definiendo centralidades y periferias.
Para visualizar la dimensión espacial de la integración y operacionalizar el concepto de espacialidad, se analizarán tres elementos: las redes paradiplomáticas, la movilidad transfronteriza y las representaciones espaciales. El primero refiere a los entramados que se crean entre actores situados, que se reúnen y trabajan con fines cooperativos, a través de mecanismos diversos y con grados de institucionalización también variables. Rhi Sausi y Oddone (2009) señalan que la gobernanza reticular se vincula con la gestión de las redes, sobre la base de la descentralización, la subsidiariedad y la autonomía. En estas redes, algunos sitios se posicionarán como nodos de comando y control, desde donde los actores con mayor capacidad de agencia podrán dar forma a estas estructuras. Opera una selectividad espacial, esto es, una clasificación de elementos que permanecen articulados y otros que quedan al margen (Blanco, 2007).
El segundo elemento refiere a la movilidad transfronteriza, que comprende las diferentes formas de transitar, detenerse, experimentar y consumir la frontera interestatal en el marco de un viaje turístico. Puede pensarse como una estrategia de diferentes actores sociales para ocupar, controlar o apropiarse de lugares, para sostener o crear vínculos sociales (Benedetti y Salizzi, 2011). A través de sus propuestas de intervención, las iniciativas de integración buscan incidir en estas movilidades, definiendo localidades y corredores con mayor relevancia y contribuyendo a producir o reforzar centralidades y periferias.
En relación al tercer elemento, las iniciativas de integración producen representaciones espaciales, a partir de los materiales de difusión que se diseñan como parte de los proyectos. Estos dispositivos proponen ideas, imágenes y sentidos sobre la frontera y las relaciones transfronterizas. En ellos se pone en juego cierto sentido común geográfico que comprende supuestos y conocimientos que se recuperan, se activan, se transforman y se reproducen (Lois y Hollman, 2013). En tanto imaginarios geográficos, las representaciones son de esencia inmaterial, pero se materializan (Hiernaux y Lindón, 2012) y participan en la transformación del espacio, ya que orientan o modelan las formas de planificar y accionar sobre aquel.
Redes paradiplomáticas en el desarrollo turístico de la Circumpuna
Las iniciativas de integración que emergieron en la Circumpuna a partir del turismo comenzaron a delinearse, de manera gradual, a finales de la década de 1990. Una de las primeras iniciativas puede rastrearse en el programa de “Fortalecimiento de los vínculos comerciales, turísticos y culturales de la Región Noroeste Argentino (NOA) con los países vecinos”, elaborado en 1998 por la Casa de Salta y el NOA, radicada en la ciudad de Antofagasta (Consejo Federal de Inversiones, 1998). Desde entonces, se sucedieron diversos encuentros, ferias, reuniones, planes, programas y acuerdos, con mayor intensidad desde mediados de la década de 2000, en coincidencia con la intensificación de los procesos de valorización turística.
Las diferentes iniciativas conciben el turismo como promotor del desarrollo para las localidades y comunidades de la Circumpuna. Esta visión se consolidó luego del auge del neoliberalismo, el retroceso del Estado y la primacía del capital extranjero en torno a la década de 1990, que provocaron la ruptura de circuitos de comercialización tradicionales y generaron importantes desigualdades socioeconómicas, afectando principalmente a los ámbitos rurales de esta triple frontera (Cowan Ros, 2005; Galaz, 2014). En este escenario, distintas propuestas de intervención buscaron promover y legitimar la presencia del turismo en las comunidades locales por medio de estrategias discursivas ligadas a la contribución económica y a la diversidad cultural y ambiental (Bolados García, 2012). El turismo se constituyó en la principal actividad económica para numerosas localidades y comunidades de la Circumpuna.1 Si bien una gran parte de los beneficios se concentró en las localidades más grandes o con mayores servicios, diversas localidades pequeñas o comunidades rurales han desarrollado iniciativas para captar los flujos turísticos crecientes y retener parte de sus beneficios económicos (Carrillo y Colque, 2013; Galaz, 2014; Nielsen, Calcina y Quispe, 2003).
En un contexto de creciente descentralización político-administrativa de los Estados nacionales en el sur sudamericano, las entidades subnacionales y locales se constituyeron como responsables del desarrollo económico de sus poblaciones, las cuales comenzaron a competir en el nuevo contexto global por atraer capital, mercados y tecnologías (Boisier, 2004; Carrizo y Velut, 2010). También el sector empresarial, las ONG, los organismos de créditos y las agencias de cooperación internacionales pasaron a tener un papel central en las estrategias de desarrollo, incidiendo en diferentes sectores de la Circumpuna (Arellano López y Petras, 1994; Manzanal, 2000). Asimismo, en esta etapa se expandieron nuevas formas de paradiplomacia a través de la articulación entre algunas de las capitales subnacionales, así como como entre el sector empresarial de la zona, por ejemplo, a través de la Zona de Integración del Centro Oeste Sudamericano (ZICOSUR), además de la institucionalización de los Comité de Integración y de Frontera en los tres pares fronterizos binacionales (Calleja y Safarov, 2009; Karasik, 2003).
En este marco puede comprenderse la proliferación de las iniciativas de integración turística transfronteriza en la Circumpuna, con miras a propender al desarrollo de las localidades y comunidades de la zona. Allí se relevaron algo más de 20 iniciativas en las últimas dos décadas, algunas correspondientes a proyectos específicamente turísticos y otras vinculadas a proyectos con diversos ejes productivos, en los que el turismo adquiere un papel preponderante. Estas iniciativas han sido promovidas principalmente desde abajo, a escala local o subnacional. La inexistencia de organismos supranacionales que reúnan a estos tres países y definan programas y políticas de articulación, de manera efectiva y sostenida en el tiempo, ha limitado la elaboración de propuestas de integración turística desde arriba, como ha ocurrido de manera incipiente en el área platina a través del Mercosur. Como analizaron Ovando Santana y González Miranda (2014), estas relaciones transfronterizas responden a proyectos regionales propios, sin un marco general de integración supranacional que lo facilite, o incluso en contextos diplomáticos conflictivos.
La integración transfronteriza que promovió el turismo en la Circumpuna es compleja, ya que comprende una amplia variedad de actores, escalas y mecanismos institucionales, que se imbrican y superponen de maneras diversas. Algunos proyectos surgieron de articulaciones entre los Estados subnacionales, como el Seminario Internacional de Turismo e Integración, organizado por la Unidad Regional de Asuntos Internacionales de Antofagasta, junto con las provincias del norte argentino, en 2016 y 2017. Varias iniciativas surgieron de mecanismos mixtos que combinaron la participación de actores de diferentes niveles administrativos y estatales y no estatales. Por ejemplo, los Estados subnacionales, junto con el empresariado regional, definieron acciones mancomunadas en la Comisión de Turismo de la ZICOSUR a partir del 2006. También los Comités de Integración y Frontera de los tres pares binacionales comenzaron a trabajar en proyectos de integración turística entre los años 2004 y 2005, a través de la articulación de funcionarios nacionales, subnacionales y locales, junto con la sociedad civil. Un gran número de iniciativas responde a la cooperación entre gobiernos locales, así como entre comunidades rurales e indígenas, con el apoyo frecuente de ONG y agencias internacionales de cooperación. Entre ellos, el “Proyecto de desarrollo de un circuito de turismo rural en comunidades indígenas de los Andes” en 2003, la iniciativa Fronteras Turísticas en 2008, el Encuentro de Frontera de Directores de Turismo y Cultura en 2012 o la Red Intermunicipal de Frontera en 2013, entre otros. Más recientemente, el sector empresarial también ha elaborado algunos mecanismos de articulación transfronteriza, principalmente a través de los prestadores de servicios turísticos que se han reunido en torno al movimiento denominado Integración Turística Andina desde el 2013 y la Feria Internacional Andina de Turismo, desde el 2015.
Las iniciativas de integración han definido una variedad de mecanismos institucionales o dispositivos mediante los cuales se acuerda o expresa la voluntad de integración, los lineamientos generales y las políticas que guiaron cada proceso. Los mecanismos utilizados, tales como planes, acuerdos, convenios, asociaciones, comisiones, ferias, encuentros y redes, comprenden diferentes formatos y niveles de institucionalidad, así como distintos horizontes temporales. Algunas iniciativas fueron puntuales o de corta duración, mientras que otras se constituyeron como formas relativamente estables de coordinación y seguimiento para proyectarse en el largo plazo.
Cada una de las iniciativas estableció objetivos, estrategias y propuestas diferentes, aunque todas ellas dieron cuenta del impulso integracionista que promovió el turismo en la Circumpuna. En general, las propuestas se vincularon a mejoras de la infraestructura de circulación transfronteriza, la agilización o facilitación del cruce y los servicios de transporte (Sicra, 2011; ZICOSUR, 2006-2012). También refirieron a la necesidad de armonizar la fiscalización de los servicios turísticos y la legislación, así como realizar diagnósticos conjuntos e intercambiar experiencias y modalidades de trabajo (Comité de Integración La Quiaca-Villazón, 2004-2013, 2014-2017). Asimismo, buscaron coordinar acciones de promoción, desarrollar nuevos emprendimientos, productos y servicios turísticos en forma conjunta, además de organizar eventos para un mejor conocimiento de los atractivos, experiencias y operadores de los países vecinos, con el fin de desarrollar vínculos comerciales y culturales, crear nuevos circuitos y diseñar mapas turísticos integrados (Comité de Frontera Bolivia-Chile, 2005-2011, 2017; Comité de Integración La Quiaca-Villazón, 2004-2013, 2014-2017; El Tribuno, 2 de julio de 2016; Nueva Gestión, 2012; ZICOSUR, 2006-2012).2
A partir del análisis de las iniciativas de integración turística fue posible reconstruir las redes paradiplomáticas que pusieron en diálogo a diferentes localidades, a partir de la agencia de múltiples actores situados a cada lado del límite interestatal. En la Figura 1 se muestran las localidades que han conformado las diferentes redes, así como los principales centros y poblados turísticos de la Circumpuna.
A partir del análisis de las localidades que conforman estas redes, se observa que los centros turísticos consolidados en la Circumpuna, como San Pedro de Atacama, Uyuni y Tilcara, no tienen una participación central en las iniciativas de integración, mientras que solo Purmamarca ha mostrado un mayor involucramiento en algunas de las iniciativas. En la misma línea, tampoco participan de las redes paradiplomáticas las numerosas comunidades que actualmente forman parte de las excursiones turísticas más promocionadas en los alrededores de San Pedro de Atacama, como Toconao, Socaire, Coyo o Machuka, o las comunidades del entorno del salar de Uyuni y la Reserva Avaroa, que han desarrollado numerosos emprendimientos turísticos y reciben una cantidad considerable de visitantes, como San Cristóbal, San Juan, Laguna Colorada, Llica o Tahua, como se pudo apreciar en la Figura 1.
En cambio, las localidades que tuvieron un papel activo en las redes paradiplomáticas fueron aquellas que no cuentan con un papel destacado en las formas de consumo turístico actuales. Entre ellas, las comunidades de la puna jujeña como Cusi Cusi, Ciénaga de Paicone, Abra Pampa, Santa Catalina, Mina Pirquitas, Lagunillas de Farallón o San Francisco de Alfarcito; también de la región de los Lípez en Potosí, como Quetena Chico, Río Mojón, Río Seco, San Antonio de Esmoruco o San Pablo Lípez; y del altiplano chileno, como Ollagüe.
En función del análisis precedente, es posible señalar que la integración transfronteriza se consolidó como una estrategia de diferentes actores para insertarse en las lógicas turísticas y poder ser partícipes de los beneficios económicos que genera la actividad, en particular para las localidades y comunidades más pequeñas, reforzando así la idea de frontera como recurso y oportunidad (Sohn, 2014; Tapia Ladino, 2017).
La intención de captar o reforzar los beneficios económicos que generan las prácticas turísticas se ubica en el origen de las diferentes iniciativas de integración y se traduce también en las propuestas de intervención que estos proyectos generan por medio de la definición de formas de transitar, experimentar, visualizar y consumir la triple frontera a partir del turismo.
Movilidad transfronteriza y representaciones espaciales como formas de intervención
Las iniciativas de integración transfronteriza han elaborado diferentes propuestas de intervención que buscaron plasmar las decisiones o lineamientos acordados para incidir en las prácticas turísticas de la Circumpuna. Estas propuestas funcionan como proyecciones que recrean una espacialidad imaginada y deseada. Prokkola (2011) señala, para el ámbito europeo, que el turismo puede contribuir a una vinculación funcional mediante infraestructura, accesibilidad o creación de rutas que incrementen la competitividad, pero también al fortalecimiento de los procesos de construcción de significados, identidades e imágenes homogéneas en torno a una región transfronteriza. Ambos elementos pueden rastrearse en las propuestas de intervención de la Circumpuna.
En primer lugar, gran parte de las iniciativas buscaron incidir en las formas de movilidad transfronteriza que consolidó el turismo, a través de la jerarquización de ciertas rutas o corredores, vinculando a las localidades que formaron parte de cada proyecto. En la definición de estas movilidades pueden identificarse tres estrategias generales. Una de ellas consistió en promover la articulación de los principales centros turísticos consolidados a través de corredores que potencien su posicionamiento, generando actividades de promoción conjunta para incrementar el número de visitantes e intercambiar flujos en las localidades y rutas que actualmente concentran una mayor cantidad de servicios y atractivos. Ello se observó, principalmente, en los proyectos liderados desde las capitales subnacionales y por el sector empresarial. Por ejemplo, la Feria Internacional Andina de Turismo, creada en 2015, tenía entre sus objetivos integrar al sector empresarial turístico de las ciudades más representativas y buscaba articular los principales destinos en un corredor andino (El Tribuno, 21 de agosto de 2015).3
Otra de las estrategias consistió en incorporar nuevos actores y localidades a los corredores turísticos ya consolidados, desarrollando nuevos emprendimientos, servicios o productos que permitiesen atraer a los actuales visitantes de la zona y captar una parte de los recursos económicos que genera la actividad. Ello se observó más frecuentemente entre los proyectos de los gobiernos locales y de comunidades indígenas y campesinas que promovieron diferentes ONG. Por ejemplo, en 2013, la Red Intermunicipal de Frontera congregó a municipios con menor y mayor desarrollo turístico, como Humahuaca, Abra Pampa, La Quiaca, Villazón, Cotagaita y Tupiza, con el objetivo de fortalecer la cooperación y la solidaridad entre jurisdicciones y alcanzar un mayor poder de negociación ante el Estado y el sector privado, diseñando un Circuito Turístico de Frontera entre Argentina y Bolivia (Red Intermunicipal de Frontera, 2013).
Una tercera estrategia, aunque menos frecuente, se orientó a la creación de nuevos centros y nuevos corredores turísticos, alternativos a los ya consolidados, para reorientar los beneficios económicos hacia ámbitos donde la actividad turística no tiene un importante despliegue. Por ejemplo, el Encuentro de Integración Binacional Lípez-Cuenca del Río Grande de San Juan, que organizó la ONG Fundandes en 2009, promovió el diseño de lo que se denominó como Corredor Ecoturístico Binacional. Este incorporaba pequeños poblados y comunidades del norte jujeño y el sur potosino, actualmente no incluidos en los circuitos consolidados, como Cusi Cusi, Lagunillas del Farallón, Ciénega de Paicone, Mina Pirquitas, San Antonio de Esmoruco, Río Mojón o Río Chilenas, demandando a las autoridades nacionales la apertura de un nuevo paso fronterizo, con el fin de obtener una mayor regulación y control de las prácticas turísticas de la zona (Fundandes, 2009).
Además de intervenir en las movilidades, las propuestas de intervención desplegaron todo un conjunto de representaciones espaciales, a través de diferentes dispositivos visuales y narrativas, en los que plasmaron las formas en que conciben la frontera y las relaciones entre los lugares fronterizos. Una forma de visualizar estas representaciones fue mediante cartografías turísticas, en las que se representaron aquellas localidades, atractivos y corredores que se pretendía destacar y promocionar, en función de los objetivos e intereses de cada iniciativa.
Los proyectos de integración de ONG con las comunidades rurales o los gobiernos locales de la triple frontera circumpuneña son los que más han avanzado en la producción de estos dispositivos visuales, algunos de los cuales se muestran en la Figura 2. Sus cartografías exponen aquellas localidades y comunidades que forman parte de cada proyecto, incluyendo sitios que no participan activamente de los circuitos turísticos actuales, pero que son presentados con el mismo o mayor tamaño y centralidad que aquellos sitios consolidados. En algunos mapas también se incorporan caminos alternativos a los circuitos comerciales más transitados por los visitantes.
Estos dispositivos visuales no tienen una finalidad de orientación y desplazamiento, sino que, frecuentemente, su función es construir nociones sobre los lugares, proponer imágenes o evocar emociones (Lois, Troncoso y Almirón, 2008). Estos materiales no son neutrales u objetivos, sino que operan en su elaboración procesos de selección, interpretación y representación. Las cartografías se constituyen como dispositivos de visibilidad, con una función ficcional y con un carácter estratégico y perspectivo (Quintero, 2000). En tanto formas de producción de conocimiento, establecen diferenciaciones sociales, jerarquías y ordenamientos.
Las cartografías de la integración turística son proyecciones que tienen la finalidad de crear una imagen ideal o idealizada de las relaciones espaciales y fronterizas de la Circumpuna, vehiculizando, a su vez, acciones que materialicen las representaciones creadas. A diferencia de las cartografías oficiales (que generalmente recortan la figura de un país singularizado, mientras que los vecinos son representados con una superficie blanca como un espacio vacío), estos mapas enfatizan en las continuidades a cada lado del límite interestatal.
En la Figura 2 se observa la representación de una superficie homogénea en la que no se reconoce el contorno de ninguna entidad subnacional o nacional, a la vez que se destacan las rutas que vinculan a los diferentes sectores de la Circumpuna. En algunos mapas, el límite interestatal ha sido borrado y la única referencia a los países limítrofes se da a través de etiquetas. En estos, la distinción de los territorios nacionales se dificulta para una mirada no familiarizada con la zona. De este modo, las cartografías enfatizan en los vínculos entre los diferentes sectores de la Circumpuna y reducen al mínimo las diferencias nacionales.
Estas cartografías redistribuyen las centralidades y construyen nuevas selecciones, diferencias y jerarquías, en función de los sitios que cada iniciativa busca resaltar y donde se busca promover el desarrollo turístico. Son dispositivos de visualización que cuestionan e interpelan tanto a las jerarquías que ha creado la práctica turística consolidada, como a los referentes nacionales que tradicionalmente han reforzados las divisiones entre los países.
Además de las cartografías, las propuestas de intervención incluyeron la creación de marcas turísticas a través de un producto o denominación que reunió a los diferentes sectores de la triple frontera, como Región turística andina binacional, Sudamérica andina, Camino andino o Macro región andina. Estas denominaciones son frecuentemente acompañadas por elementos visuales (símbolos y colores) que se han asociado a la idea de lo andino, como una construcción estética de un paisaje habitado por culturas milenarias. Puede pensarse, siguiendo a Oliveras González (2015), como una estrategia de marketing transfronterizo, a través de la creación y difusión de una marca territorial que se apoya en ciertos aspectos o elementos de un lugar, considerados positivos, únicos y distinguibles. Se trata de consolidar la idea de un destino turístico común, con miras a posicionarlo en los mercados distantes.
Esta apelación a la andinidad como elemento común o unificador, presente en gran parte de los proyectos de integración turística relevados, puede leerse como un uso estratégico que realizan los actores situados a partir de la movilización y apelación a ciertos rasgos o elementos identitarios. Como propone Grimson (2000), las identificaciones que surgen y se negocian en la frontera “se vinculan a intereses de poblaciones locales y a sus necesidades de organización social; los ‘rasgos’ culturalmente compartidos (…) podrán ser acentuados en diferentes circunstancias históricas en relación a contextos e intereses específicos” (p. 19). Tal como analizó Rouvière (2009) para la Alianza Aymaras sin Fronteras, se pone “en escena el territorio transfronterizo y se lo presenta como un espacio homogéneo, cuya legitimación tiene un fundamento histórico” (p. 23). Para la autora, opera una apropiación estratégica de los discursos dominantes sobre la etnicidad para alcanzar un objetivo de desarrollo económico. De todos modos, en la Circumpuna, estas denominaciones compiten con otras, como Puna sudamericana, en las que se busca un distanciamiento del componente étnico-identitario, operando así una naturalización del paisaje de integración.
Estas referencias a un elemento identitario compartido, sin embargo, no se traducen en una negación del efecto-frontera u oposición entre dos símbolos, estatal e indígena (Rouvière, 2009). En los proyectos de la Circumpuna, las apelaciones a las identidades nacionales son permanentes y las banderas de cada país son incorporadas en todos los materiales visuales que diseñan y difunden las iniciativas de integración transfronteriza, donde se combinan elementos nacionales e indígenas creando un discurso de convivencia armónica, no conflictiva.
En suma, las propuestas de intervención construyeron un imaginario transfronterizo, un espacio de integración, homogéneo y continuo, con nuevas imágenes de un destino turístico armonioso (Prokkola, 2011). En tanto práctica de transfronterización, revela la agencia de individuos y grupos para negociar y alterar las relaciones hegemónicas de poder, con el fin de mejorar sus condiciones de vida (Irazábal, 2014). Este imaginario tensiona las representaciones nacionales, oficiales y autorizadas, que tienen una amplia circulación entre los materiales visuales del turismo. Desde una perspectiva situada, estas prácticas de transfronterización exhortan a reimaginar las fronteras, esto es, crear nuevos marcos imaginativos para el encuentro y la interacción de las personas (Van Houtum y Strüver, 2002). Se constituyen como miradas alternativas para pensar, transitar y consumir la triple frontera circumpuneña a través del turismo.
Si bien las representaciones espaciales buscaron dar cuenta de un paisaje de unidad, las estrategias contrapuestas para incidir en la movilidad y las marcas territoriales divergentes pusieron en evidencia proyectos en disputa, a través de los cuales los actores buscaron redefinir su participación en las centralidades y periferias, reforzando o transformando las lógicas turísticas dominantes. Como plantearon Amilhat-Szary y Guyot (2009), el turismo transfronterizo en la Circumpuna configuró territorialidades en disputa y generó un conflicto de representaciones opuestas, que son fuente de proyectos territoriales contradictorios.
Integración y desintegración de una frontera trinacional
A pesar de la proliferación de iniciativas de integración, sus protagonistas dan cuenta de un conjunto de dificultades y limitaciones que han derivado en una escasa materialización de las propuestas de intervención. Entre los problemas más frecuentes, los actores señalan una escasa sostenibilidad en el tiempo de los proyectos, dificultades en la coordinación y toma de decisiones, la falta de continuidad de las gestiones gubernamentales o el escaso diálogo entre los diferentes niveles y sectores involucrados.4 Estas problemáticas son comunes a los diferentes procesos de integración transfronteriza en Latinoamérica, donde diversos autores apuntan hacia los tiempos prolongados de construcción de acuerdos y marcos institucionales, las limitaciones para transferir las potestades preservadas por los Estados nacionales (Rojas Aravena et al., 2012), el débil contexto de descentralización, la fragilidad de los procesos de integración supranacional o los modelos de gobernanza multinivel utilizados (Celata et al., 2013).
Estas dificultades se vinculan con la vigencia de un modelo Estado-céntrico que aún configura fuertemente las fronteras nacionales. En este sentido, la integración turística se apoyó en las tramas de relaciones sociales, económicas y políticas que se han superpuesto en la Circumpuna a lo largo del tiempo. Si bien a comienzos del siglo XX esta triple frontera constituía un espacio integrado articulado en torno a la explotación minera del salitre (Conti, 2011; González Miranda, 2009), su desarticulación gradual a partir de la década de 1930 fue seguida de varias décadas de apropiación de las periferias nacionales por los respectivos centros, a través de una mayor presencia estatal y el reforzamiento de la seguridad y los controles a la movilidad (Benedetti y Salizzi, 2011; Garcés, González, Richard y Soto, 2018; Karasik, 2003; Molina Otárola, 20 de marzo de 2008). De todos modos, los efectos sociales y culturales que producen los largos procesos de construcción de los Estados (Grimson, 2000), a partir de sus estrategias de nacionalización y fronterización, han tenido diferentes alcances en la Circumpuna. En diálogo con estos procesos generales, los proyectos de integración turística se han expresado de manera diferencial en cada uno de los recortes que componen esta frontera trinacional.
La frontera argentino-boliviana mantuvo, a lo largo del tiempo, importantes intercambios comerciales, familiares y culturales y ha sido relevante tanto para las poblaciones locales, como para los mercados y los Estados nacionales (Benedetti y Salizzi, 2011; Conti, 2011). La amplia disponibilidad de transporte público de pasajeros y la presencia de diferentes localidades con servicios para el turismo sobre la ruta principal promovieron una intensa movilidad turística en esta frontera binacional. Ella concentra la mayor cantidad de iniciativas de integración turística de la Circumpuna, mayoritariamente desplegadas entre comunidades rurales-indígenas y entre gobiernos locales, con el apoyo de ONG, con importantes referencias a la noción de cooperación, lazos de solidaridad y hermanamiento, así como la apelación al desarrollo local (Camino Andino, 21 de noviembre de 2011; Fundandes, 2009; Nueva Gestión, 2012).
La frontera argentino-chilena ha sido una zona de intenso tránsito histórico con animales de carga por parte de las comunidades locales, hasta que los conflictos geopolíticos de los gobiernos dictatoriales y un mayor control estatal desarticularon estas movilidades (Molina Otárola, 20 de marzo de 2008). A partir de la década de 1990, se instaló una noción de una vecindad fronteriza y una retórica de integración y hermandad (Karasik, 2003) entre las capitales subnacionales de Jujuy y Antofagasta, y se delinearon diferentes mecanismos de articulación empresarial a nivel regional, como ya fue mencionado. Posteriormente, los proyectos supranacionales de infraestructura transformaron a esta zona en una vía de circulación rápida para el transporte bioceánico a escala continental, mientras que los intereses de las comunidades locales de la zona fronteriza no fueron considerados (Benedetti y Tomasi, 2013). Recientemente, la movilidad turística ha comenzado a usufructuar esta vía rápida de circulación para conectar los principales centros turísticos, aunque con una menor frecuentación que los otros pares binacionales. A partir de la valorización turística, los proyectos de integración en esta frontera se multiplicaron, liderados principalmente por actores gubernamentales y empresariales desde las capitales subnacionales y los principales centros turísticos, focalizando en la generación de una oferta o producto comercial combinado, las actividades de promoción, la atracción de visitantes, la agilización de la circulación y el accionar del sector privado (El Tribuno, 21 de agosto de 2015; ZICOSUR, 2006-2012).5
Por último, la frontera chileno-boliviana ha sido de gran relevancia para las movilidades locales históricas, aunque de escaso interés para los Estados nacionales y para los procesos de integración supranacional, donde la infraestructura de circulación ha condensado pocas innovaciones técnicas. A pesar del escaso interés, los litigios diplomáticos y la disputa territorial latente luego de la Guerra del Pacífico (1879-1884), así como los flujos migratorios de bolivianos hacia Chile, han exacerbado representaciones nacionalistas y discursos discriminatorios en las poblaciones locales (Blanes, 2017; Ovando Santana y Ramos Rodríguez, 2016). De todos modos, las redes culturales, familiares y comerciales en esta frontera han tenido un extenso desarrollo a lo largo del tiempo y continúan siendo relevantes en la actualidad (Garcés et al., 2018). Las escasas innovaciones en la infraestructura de circulación en esta zona fueron resignificadas por las prácticas turísticas, a partir de las cuales se estructuró un itinerario intensamente demandado por los visitantes internacionales. Para ello, los operadores turísticos locales debieron articularse en red a cada lado del límite interestatal, en conjunto con algunas comunidades rurales e indígenas que comenzaron a prestar servicios a los visitantes que circulaban por allí. Este intercambio ha generado una importante competencia entre los operadores turísticos de cada país por mantener el control y dominio de las excursiones a cada lado.6 Todo ello ha redundado en la escasa participación de esta frontera binacional en proyectos de integración turística transfronteriza.
Conclusión
La integración transfronteriza en la Circumpuna potenció las relaciones de cooperación y complementariedad entre actores a cada lado del límite interestatal a partir de las prácticas turísticas. Se posicionó claramente como estrategia para el desarrollo de las poblaciones locales, concibiendo la frontera como recurso y como oportunidad, en especial para aquellas localidades y comunidades que no se benefician ampliamente de esta actividad.
Los proyectos de integración contribuyeron a producir, material y simbólicamente, múltiples espacialidades transfronterizas que interpelaron y cuestionaron las construcciones nacionales. Buscaron transformar las narrativas turísticas hegemónicas y los imaginarios fronterizos vigentes, reforzando la imaginación y experimentación de la frontera en sentidos transversales. La apelación a rasgos comunes e identidades compartidas, la difusión de imágenes y las nuevas formas de recorrer la triple frontera conformaron una visión común y articulada sobre la Circumpuna. En este sentido, las iniciativas de las comunidades rurales, indígenas o de gobiernos locales aparecen como las más transgresivas. No solo buscaron configurar nuevas formas de recorrer la frontera a través de caminos alternativos a los que consolidó la práctica empresarial, sino que también reclamaron al Estado nacional la apertura de nuevos pasos fronterizos y promovieron imágenes alternativas a los imaginarios nacionales dominantes, con representaciones de la frontera como un espacio homogéneo e integrado.
Sin embargo, las iniciativas de integración pusieron de relieve la coexistencia de proyectos transfronterizos en disputa, delineando un escenario con múltiples integraciones posibles. De este modo, la Circumpuna se consolidó como un campo de fuerzas en tensión, donde diferentes actores a múltiples escalas pugnan por el control de la movilidad turística y la apropiación de sus beneficios, configurando nuevas centralidades y periferias. Esta tensión reveló una capacidad diferencial de los diversos agentes por incidir en el desarrollo del turismo, en la que los proyectos alternativos han encontrado importantes dificultades para concretar sus propuestas, mientras que las lógicas empresariales y los flujos globales de turistas aparecen como las principales fuerzas que reticulan la triple frontera circumpuneña en la actualidad.
La Circumpuna se configuró, asimismo, como un espacio fragmentado en tres pares fronterizos binacionales, con diferentes formas e intensidades de vinculación, donde los diversos sectores han tenido una desigual participación en los proyectos y la integración turística ha tendido a reforzar las relaciones históricas dominantes en cada caso. Se delinea así una triple frontera atravesada por múltiples diferenciaciones, divisiones y fragmentaciones en los más variados sentidos, con nuevos interiores y exteriores, que se producen, reproducen y transforman a través de estas prácticas de integración, contrastando así con la imagen de unidad y homogeneidad.
La multiplicidad de proyectos contrapuestos, la desigual participación de los diferentes actores y sectores de la Circumpuna, las diferentes formas e intensidades de relacionamiento histórico y la persistencia del modelo Estado-céntrico que aún organiza estos ámbitos han contribuido a una escasa materialización de las propuestas de intervención, así como a obstaculizar la consolidación de una noción de comunidad, espacio de integración o región transfronteriza, en el marco de las prácticas turísticas.
Referencias bibliográficas
Amilhat-Szary, A.-L. y Guyot, S. (2009). El turismo transfronterizo en los Andes centrales: prolegómenos sobre una geopolítica. Si Somos Americanos. Revista de Estudios Transfronterizos, 9(2), 63-100.
Arellano López, S. y Petras, J. (1994). La ambigua ayuda de las ONGs en Bolivia. Nueva Sociedad, (131), 72-87. Recuperado de https://static.nuso.org/media/articles/downloads/2333_1.pdf
Benedetti, A. y Salizzi, E. (2011). Llegar, pasar, regresar a la frontera. Aproximación al sistema de movilidad argentino-boliviano. Transporte y Territorio, (4), 148-179.
Benedetti, A. y Tomasi, J. (2013). Territorialidades multiescalares. El Paso de Jama y el eje de capricornio, vistos desde un pueblo de pastores puneños (Susques, Jujuy, Argentina). En M. A. Nicoletti y P. Núñez (eds.), Araucanía-Norpatagonia: la territorialidad en debate. Perspectivas ambientales, culturales, sociales, políticas y económicas (pp. 14-32). San Carlos de Bariloche: Universidad Nacional de Rio Negro-IIDyPCa.
Blanco, J. (2007). Geografía de las redes. En M. V. Fernández Caso (ed.), Geografías y territorios en transformación (pp. 39-66). Buenos Aires: Noveduc Libros.
Blanes, J. (2017). Bolivia: tensiones, retos y perspectivas del subsistema fronterizo. En B. Zepeda, F. Carrión y F. Enríquez (eds.), El sistema fronterizo global en América Latina: un estado del arte (pp. 109-142). Quito: FLACSO.
Boisier, S. (2004). Desarrollo territorial y descentralización: El desarrollo en el lugar y en las manos de la gente. EURE (Santiago), 30(90), 27-40. doi:10.4067/S0250-71612004009000003
Bolados García, P. (2012). Transnacionalización en el salar de atacama‐norte de Chile: impactos de la minería y el turismo en las comunidades atacameñas. En M. C. Rivolta (ed.), Libro de resúmenes: pensando la multiplicidad y la unidad en los Andes (pp. 81-84). Buenos Aires: Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras Universidad de Buenos Aires.
Calleja, M. y Safarov, A. (2009). Buscando otra salida: la paradiplomacia de Jujuy en los ‘90. En M. Lagos (ed.), Jujuy bajo el signo neoliberal: política, sociedad y cultura en la década de los noventa (pp. 251-281). San Salvador de Jujuy: EDIUNJu.
Camino Andino (21 de noviembre de 2011). Corredor Turístico-Étnico-Ecológico Aymara-Quechua. Proyecto Fronteras Turísticas. Recuperado de http://issuu.com/coquena/docs/guia/164
Carrillo, I. y Colque, F. (2013). Puna y Quebrada de Humahuaca, Jujuy, R. Argentina: incentivos para el Desarrollo sustentable. Eje: Ordenamiento territorial y desarrollo sostenible. Presentado en el XIVEncuentro de Geógrafos de América Latina, Perú. Recuperado de http://observatoriogeograficoamericalatina.org.mx/egal14/Geografiasocioeconomica/Ordenamientoterritorial/37.pdf
Carrizo, S. C. y Velut, S. (2010). Coaliciones territoriales y desarrollo regional en el Noroeste argentino. Presentado en el VICongreso del Consejo Europeo de Investigaciones Sociales de América Latina, Toulouse, Francia. Recuperado de https://halshs.archives-ouvertes.fr/halshs-00564762/document
Celata, F., Coletti, R. y Sanna, V. (2013). La cooperación transfronteriza en la región del Trifinio y la difusión de modelos europeos de gobernanza de las fronteras en América Latina. Si Somos Americanos. Revista de Estudios Transfronterizos , 13(2), 165-189. doi: 10.4067/S0719-09482013000200008
Coletti, R. y Oddone, N. (2016). Paradiplomacia, fronteras y procesos de integración: una comparación Unión Europea-Mercosur. En S. González Miranda, N. Cornago, y C. Ovando (eds.), Relaciones transfronterizas y paradiplomacia en América Latina: aspectos teóricos y estudio de casos (pp. 179-198). Santiago: RIL Editores.
Comisión Municipal de Purmamarca. (2016). Folleto “Patrimonio de la Humanidad Purmamarca… Lo mejor… siempre”. Material obtenido en Purmamarca, noviembre de 2016.
Comité de Frontera Bolivia-Chile (2005-2011). Actas. Difrol [sitio web]. Recuperado de https://www.difrol.gob.cl/repositorio/Bol_Actas_Anteriores.pdf
Comité de Frontera Bolivia-Chile (2017). Acta de la XIII Reunión del Comité de Frontera e Integración Bolivia-Chile. Difrol [sitio web]. Recuperado de https://www.difrol.gob.cl/repositorio/Bol_Acta_2017.pdf
Comité de Integración La Quiaca-Villazón (2004-2013). Actas. Material obtenido en el Consulado de Argentina en Villazón, trabajo de campo, 2014.
Comité de Integración La Quiaca-Villazón (2014-2017). Actas. Recuperado de https://integrac-fronteriza.cancilleria.gob.ar/bolivia/la-quiaca-villazon
Consejo Federal de Inversiones (1998). Contribuir al fortalecimiento de los vínculos comerciales, turísticos y culturales de la Región Noroeste Argentino con los países vecinos. Representación Antofagasta-Chile. Informe final. Casa de Salta y del NOA en Antofagasta-Chile. Recuperado de http://biblioteca.cfi.org.ar/wp-content/uploads/sites/2/1998/01/41274.pdf
Conti, V. E. (2011). La frontera argentino-boliviana durante la temprana República. Complementariedad económica e integración social. Si Somos Americanos. Revista de Estudios Transfronterizos , 11(1), 13-40.
Cornago, N. (2016). Diplomacia como heterología: pluralismo social y múltiples mediaciones institucionales en la frontera. En S. A. González Miranda, N. Cornago y C. Ovando Santana (eds.), Relaciones transfronterizas y paradiplomacia en América Latina: aspectos teóricos y estudio de casos (pp. 17-46). Santiago: RIL Editores .
Cowan Ros, C. (2005). Transformaciones sociales, crisis y resistencia en las tierras altas jujeñas: el caso de la Red Puna. En R. Benencia y C. Flood (eds.), Trayectorias y contextos. Organizaciones rurales en la Argentina de los noventa (pp. 315-347). Buenos Aires: La Colmena.
Durand, F. (2015). Theoretical framework of the cross-border space production. The case of the Eurometropolis Lille-Kortrijk-Tournai. Journal of Borderlands Studies, 30(3), 309-328. doi: 10.1080/08865655.2015.1066701
El Tribuno (21 de agosto de 2015). Buscan posicionar el corredor andino entre los turistas. El Tribuno [edición digital]. Recuperado de https://www.eltribuno.com/jujuy/nota/2015-8-21-0-0-0-buscan-posicionar-el-corredor-andino-entre-los-turistas-entrevista-a-jorge-rivera-bolivia-turismo-feria-internacional-andina-de-turismo
El Tribuno (2 de julio de 2016). Puna Sudamericana. El Tribuno . Recuperado de http://www.eltribuno.info/jujuy/nota/2016-7-2-1-30-0-puna-sudamericana
Fundandes (2009). Taller de representantes de comunidades y autoridades. Cusi Cusi, 28 y 29 de noviembre. Proyecto Corredor Ecoturístico Binacional de los Lagos Altoandinos. Material obtenido en San Salvador de Jujuy, noviembre de 2017.
Galaz, D. (2014). Uyuni, capital turística de Bolivia. Aproximaciones antropológicas a un fenómeno visual posmoderno desbordante. Teoría y Praxis, (16), 147-173.
Garcés, A., González, I., Richard, N. y Soto, L. (2018). Formas porosas. Tiempos, movilidad y economías de frontera entre San Pedro de Atacama y Lípez. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, 73(2), 1-22. doi: 10.3989/rdtp.2018.02.000
González Miranda, S. (2009). El Norte Grande de Chile y sus dos Triple-Fronteras: Andina (Perú, Bolivia y Chile) y Circumpuneña (Bolivia, Argentina y Chile). Cuadernos Interculturales, 7(13), 27-42.
Grimson, A. (2000). Introducción. ¿Fronteras políticas versus fronteras culturales? En Fronteras, naciones, identidades: la periferia como centro (pp. 9-40). Buenos Aires: CICCUS-La Crujía.
Irazábal, C. (2014). Introduction: What do we mean by “transbordering Latin Americas”. En Transbordering Latin Americas: Liminal Places, Cultures, and Powers (T)Here (pp. 1-19). Nueva York: Routledge.
Hiernaux, D. y Lindón, A. (2012). Renovadas intersecciones: la espacialidad y los imaginarios. En Geografías de lo imaginario (pp. 9-28). Barcelona/México: Anthropos/UAM.
Karasik, G. (2003). Franja fronteriza y frontera nacional: Susques y la formación de la frontera septentrional argentino-chilena. En A. Benedetti (ed.), Puna de Atacama (sociedad, economía y frontera) (pp. 243-273). Córdoba: Alción.
Kramsch, O. T. (2012). Negociando el “giro espacial” de la gobernanza transfronteriza en Europa: notas de una agenda de investigación. Geopolítica(s). Revista de estudios sobre espacio y poder, 2(2), 185-207. doi: 10.5209/rev_GEOP.2011.v2.n2.39273
Lois, C., y Hollman, V. (2013). Introducción. En Geografía y cultura visual. Los usos de las imágenes en las reflexiones sobre el espacio (pp. 15-25). Rosario: Prohistoria.
Lois, C., Troncoso, C. y Almirón, A. (2008). Imágenes de la Argentina turística. Un análisis de la producción cartográfica de la Secretaría de Turismo de la Nación (1996-2007). En R. Bertoncello (ed.), Turismo y geografía: lugares y patrimonio natural-cultural de la Argentina (pp. 221-244). Buenos Aires: CICCUS.
Manzanal, M. (2000). Los Programas de Desarrollo Rural en la Argentina (en el contexto del ajuste macroeconómico neoliberal). EURE (Santiago), 26(78), 77-101. doi: 10.4067/S0250-71612000007800004
Massey, D. (1999). Philosophy and politics of spatiality: some considerations. The Hettner-Lecture in Human Geography. Geographische Zeitschrift, 87, 1-12.
Molina Otárola, R. (20 de marzo de 2008). Relaciones transfronterizas entre atacameños y collas en la frontera norte chilena-argentina. La Desintegración de Espacios y Articulaciones Tradicionales Indígenas. Dossier Quelle(s) gouvernance(s) sur les frontières latino-américaines? Institut de Recherche et Débat Sur la Gouvernance. Recuperado de http://www.institut-gouvernance.org/fr/analyse/fiche-analyse-408.html
Municipalidad de La Quiaca (s. f.). Folleto “Alto pueblo La Quiaca Municipalidad”. Material obtenido en La Quiaca, junio de 2014.
Nielsen, A., Calcina, J. y Quispe, B. (2003). Arqueología, turismo y comunidades originarias: una experiencia en Nor Lípez (Potosí, Bolivia). Chungará, Revista de Antropología Chilena, 35(2), 369-377.
Nueva Gestión (2012). Encuentro Fronterizo de Directores de Turismo y Cultura. Fundación Nueva Gestión. Material obtenido en trabajo de campo, San Salvador de Jujuy, julio de 2014.
Nueva Gestión. (s. f.). Circuito Turístico de Frontera. Material obtenido en trabajo de campo, San Salvador de Jujuy, julio de 2014.
Núñez, A., Arenas, F. y Sabatini, F. (2013). Producción de fronteras e imaginarios geográficos: de la nacionalización a la globalización de la cordillera de Los Andes. Chile, siglos XX y XXI. En A. Núñez, R. Sánchez y F. Arenas (eds.), Fronteras en movimiento e imaginarios geográficos. La cordillera de Los Andes como espacialidad sociocultural (pp. 111-135). Santiago de Chile: RIL.
Oliveras González, X. (2015). Estrategias de marketing territorial en una región transfronteriza: Tamaulipas-Texas. Si Somos Americanos. Revista de Estudios Transfronterizos , 15(2), 97-122. doi: 10.4067/S0719-09482015000200005
Ovando Santana, C. (2013). Algunos aspectos del desarrollo de la paradiplomacia en América del Sur vistos desde el caso chileno. Trabajos y Ensayos, (16), 1-19.
Ovando Santana, C. y González Miranda, S. (2014). La relación bilateral chileno-boliviana a partir de las demandas tarapaqueñas: aproximación teórica desde la paradiplomacia como heterología. Estudios Internacionales, 46(177), 35-64. doi: 10.5354/0719-3769.2014.30868
Ovando Santana, C. y González Miranda, S. (2018). La dimensión identitaria de las expresiones para-diplomáticas entre Bolivia y Chile: una lectura desde dos otredades. Revista Austral de Ciencias Sociales, (35), 45-62. doi: 10.4206/rev.austral.cienc.soc.2018.n35-03
Ovando Santana, C. y Ramos Rodríguez, R. (2016). Imaginarios geográficos en torno a la franja fronteriza de Tarapacá: el Estado y los habitantes/migrantes. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, 20(529), 1-25. doi: 10.1344/sn2016.20.15791
Prokkola, E.-K. (2011). Regionalization, tourism development and partnership: the European Union’s North Calotte sub-programme of INTERREG III A North. Tourism Geographies, 13(4), 507-530. doi: 10.1080/14616688.2011.570371
Quintero, S. (2000). Pensar los mapas. Notas para una discusión sobre los usos de la cartografía en la investigación social. En C. Escolar (ed.), Topografías de la investigación: métodos, espacios y prácticas profesionales (pp. 187-217). Buenos Aires: Eudeba.
Red Intermunicipal de Frontera (2013). Convenio marco para la creación de una red intermunicipal de frontera entre los municipios argentinos y bolivianos de Humahuaca, Abra Pampa, La Quiaca, Villazón, Cotagaita y Tupiza. San Salvador de Jujuy, 14 de enero. Material obtenido en San Salvador de Jujuy, julio de 2014.
Reitel, B. (2013). Border temporality and space integration in the European Transborder Agglomeration of Basel. Journal of Borderlands Studies , 28(2), 239-256. doi: 10.1080/08865655.2013.854657
Rhi Sausi, J. L. y Oddone, N. (2009). Fronteras y cooperación transfronteriza en América Latina: introducción al Proyecto Fronteras Abiertas. En J. L. Rhi Sausi y D. Conato (eds.), Cooperación transfronteriza e Integración en América Latina: La experiencia del Proyecto Fronteras Abiertas (pp. 5-18). IILA-CeSPI.
Rojas Aravena, F., Altmann Borbón, J. y Beirute Brealey, T. (2012). Integración política: un camino hacia la integración latinoamericana. En J. A. Borbón (ed.), América Latina: caminos de la integración regional (pp. 11-48). San José: FLACSO.
Rouvière, L. (2009). ¿Un territorio político transfronterizo? Formas de legitimación de una experiencia de acción política intermunicipal entre Bolivia, Chile y Perú (BCP). Si Somos Americanos. Revista de Estudios Transfronterizos , 9(2), 13-29.
Sicra, R. (2011). Estandarización de pasos fronterizos seleccionados entre Argentina-Bolivia, Bolivia-Chile y Bolivia-Perú. Informe final. Documento interno. Proyecto Fronteras Turísticas. URB-AL III, febrero. Material obtenido en Purmamarca, marzo de 2014.
Sohn, C. (2014). Modelling cross-border integration: The role of borders as a resource. Geopolitics, 19(3), 587-608. doi: 10.1080/14650045.2014.913029
Soja, E. W. (1985). The spatiality of social life: Towards a transformative retheorisation. En D. Gregory y J. Urry (eds.), Social Relations and Spatial Structures (pp. 90-127). Londres: Macmillan Education. doi: 10.1007/978-1-349-27935-7_6
Tapia Ladino, M. A. (2017). Las fronteras, la movilidad y lo transfronterizo: Reflexiones para un debate. Estudios Fronterizos, 18(37), 61-80. doi: 10.21670/ref.2017.37.a04
Van Houtum, H. y Strüver, A. (2002). Borders, strangers, doors and bridges. Space and Polity, 6(2), 141-146. doi: 10.1080/1356257022000003590
ZICOSUR (2006-2012). Actas de la Comisión de Turismo. Recuperado de https://zicosur.co/descarga-aqui-las-actas-de-las-reuniones-zicosur
Notas
Notas de autor