CARTAS AL EDITOR
Estado actual de las investigaciones y riesgos del uso de los cigarrillos electrónicos
Current status of investigations and risks of the use of electronic cigarettes

Recepción: 12 Agosto 2019
Aprobación: 07 Enero 2020
Sr. Editor:
El cigarrillo electrónico (E-cig) o vapeador, desde su creación a inicios de la década de 2000 por el farmacéutico chino Hon Lik, ha sido considerado eficaz para evitar los riesgos atribuidos a la combustión del tabaco (1). De hecho, fumar cigarrillos es la causa principal de muchos tipos de cáncer (2), destacando el de pulmón (3). Por ello, en la 56° Asamblea Mundial de la Salud, de mayo de 2003, se adoptó el Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud para el Control del Tabaco (CMCT). El Perú suscribió el CMCT el 21 de abril de 2004, aprobándolo el Congreso de la República el 16 de julio de 2004 (4). Dos años más tarde, se promulgaría la Ley General para la prevención y control de los riesgos del consumo del tabaco (5).
Sin embargo, los estudios que afirman la inocuidad de los cigarrillos electrónicos sobredimensionan sus beneficios. Así, Nutt et al. (6,7), afirman que los cigarrillos electrónicos son 95% más seguros que los cigarrillos convencionales, mientras que Bullen y col. (8), subestiman los efectos de la terapia de reemplazo de nicotina (TNR) (8). Del mismo modo, la Public Health England, la Royal College of Physicians, la Royal Society for Public Health y la National Health Service de Reino Unido sostienen que el cigarrillo electrónico contribuye a reducir el hábito de fumar.
Por el contrario, Kalkhoran y Glantz (9) señalan que las probabilidades de abandonar el hábito de fumar cigarrillos es un 28% más baja entre los que usaron cigarrillos electrónicos respecto de aquellos que no lo hicieron. En igual sentido, Glantz y Bareham (10), advierten que “los cigarrillos electrónicos estimulan la adicción a la nicotina y expanden el mercado para consumidores cada vez más jóvenes”, incluso de otras drogas como la marihuana (11). Coincidentemente, el estudio de Kulik, Ling y Glantz (12) en veintiocho países de la Unión Europea encontró que el uso de cigarrillos electrónicos se vincula a la inhibición del consumo de cigarrillos convencionales y no al abandono del hábito de fumar.
Los resultados del año 2017 de la encuesta sobre alcohol, el tabaco y otras drogas en España (EDADES), mostraron que el grupo etario de jóvenes fumadores, entre los 15 a 34 años, poseía relativa facilidad para acceder al tabaco, usaba dispositivos electrónicos de nicotina, al tiempo que también alternaban el consumo de tabaco con el cannabis (13). Resultados similares permiten al U.S. Departament of Health & Human Services hablar de una epidemia entre los jóvenes, caracterizada por el aumento en las dosis consumidas de nicotina y el temor que ello derive en adicción, favorecido por la mayor presencia de E-cig en las escuelas (14).
En nuestro país la ley contra el tabaco ha devenido en obsoleta por el avance tecnológico de los cigarrillos electrónicos, a pesar de la preocupación del Ministerio de Salud (15). Por ello, siguiendo el principio precautorio desarrollado por nuestro Tribunal Constitucional (16), y ante los indicios de amenaza a la salud pública, es necesario regular la comercialización, publicidad y uso de los cigarrillos electrónicos y afines. Del mismo modo, debería constituir una prioridad del Ministerio de Salud el financiamiento de investigaciones nacionales, en los establecimientos públicos a su cargo, sobre los nuevos hábitos y tecnologías disponibles para el consumo de nicotina, a fin de comprender los efectos al mediano y largo plazo en la salud, tal como lo recomiendan Green, Fielding y Brownson (17).