Resumen: El objetivo del presente artículo es ampliar el conocimiento respecto a la medición, el muestreo y las estadísticas relacionadas con el concepto de bienestar subjetivo. Como metodología de investigación, se realizó una revisión de la literatura sobre el bienestar subjetivo, y se observa que la variable de acceso al agua potable ha sido escasamente estudiada como un factor asociado, para lo cual, se genera un modelo econométrico con datos de 131 países de 2014, donde la variable dependiente es el bienestar subjetivo desde el enfoque de contentamiento y las variables explicativas son el empleo, como variable de control, y el acceso al agua potable. Los resultados obtenidos de la investigación, muestran un coeficiente de correlación, que indica que el 59% de los cambios en el bienestar subjetivo son explicados por los cambios en el acceso al agua potable y por el empleo, con una elasticidad del bienestar subjetivo con respecto al acceso al agua potable de 0.45, y con relación al empleo de 1.12; lo cual, tiene un impacto significativo en el bienestar subjetivo o felicidad de cada individuo a nivel mundial para aumentar su calidad de vida y el bienestar de la sociedad.
Palabras clave:bienestar subjetivobienestar subjetivo,acceso al agua potableacceso al agua potable,acceso al empleoacceso al empleo,felicidadfelicidad,bienestar socialbienestar social.
Abstract: The present article broadens the knowledge related to the measurement, sampling and statistics related to the concept of subjective well-being. As a research methodology, it has been made a review the literature on subjective well-being, observing that the variable of access to drinking water has been scarcely studied as an associated factor, for which, it is generated a econometric model is generated with data from 131 countries of 2014, where the dependent variable is subjective well-being from the contentment focus and the explanatory variables are employment, as a control variable, and access to drinking water. The results obtained from the investigation, show a correlation coefficient, which indicates that 59% of changes in subjective well-being are explained by changes in access to drinking water and for employment, with an elasticity of subjective well-being with respect to access to drinking water of 0.45, and in relation to the employment of 1.12; which has a significant impact to significant impact on subjective well-being or happiness of each individual worldwide to increase their quality of life and the welfare of society.
Keywords: subjective well-being, access to drinking water, access to employment, happiness, social welfare.
Artículo de Investigación
El bienestar subjetivo explicado desde el acceso al agua potable y al empleo.
Subjective well-being explained from access to drinking water and employment.

Recepción: 19 Agosto 2019
Aprobación: 29 Noviembre 2019
En este artículo, se realiza una reflexión sobre conceptos relacionados con el bienestar subjetivo conocido popularmente como felicidad. Entre los factores que presentan relación positiva, están en cierta medida, aquellos asociados a la confianza y al bienestar objetivo, además de aquellos, que en general permiten el desarrollo de la comunidad. En contraste, se encuentra que aquellos con relación negativa, están asociados a la práctica de vicios o a posturas filosóficas de egoísmo y la exclusión.
El repaso de la literatura científica, también reconoce que existen estudios empíricos, que demuestran la relación entre el desempleo y el bienestar subjetivo, ya que tener un empleo, además de ofrecer una fuente de ingreso económico, permite dignidad, reconocimiento y aceptación social.
El objetivo del presente trabajo, es explorar si el acceso al agua potable puede tener un impacto significativo en el bienestar subjetivo o felicidad a nivel mundial. El documento cuenta con cuatro apartados: Primero, se realiza una revisión sobre los factores que están asociados al bienestar subjetivo; segundo, se argumenta cómo el acceso al agua potable puede influir en el incremento del mismo; tercero, se continúa con un modelo econométrico para generar evidencia de dicha relación, incluido el empleo; y se termina con unas conclusiones.
En el sentido más amplio, felicidad sería todo aquello que es bueno, incluyendo el bienestar social y el bienestar individual.
El bienestar subjetivo apenas comenzó a considerarse en los años 1970s (Li, et al., 2018). Este concepto en general, es comprendido como una vida que funciona bien para quien la vive. También ha sido reconocido por distintos filósofos y científicos, por citar a Marco Aurelio en el 121 d.C. quien dijo: “Muy poco se necesita para hacer una vida feliz; todo está dentro de ti en tu manera de pensar” (Aurelio, 1983). Albert Einstein también escribió en 1922: “una vida tranquila y modesta aporta más felicidad que la búsqueda del éxito que implica un constante descontento” (Winner's Auctions and Exhibitions, 2017).
En 1974 Richard Easterlin, observó una correlación positiva entre las variables de evolución del ingreso per cápita y las encuestas de felicidad en los Estados Unidos. Observó la paradoja de Easterlin, que describe una evidencia empírica de que, a cierto nivel en el largo plazo, un mayor ingreso per cápita no llevaba a mayores niveles de felicidad. Después, en el campo de la psicología se amplían los estudios del bienestar subjetivo (Diener, 1984), dando inicio a una inmensa cantidad de estudios empíricos sobre el tema.
En el año 2000 se explora el concepto de una buena vida, que incluye evidencia empírica de que los valores y criterios de éxito social, incluyendo aspectos del sentido de la vida, dieron lugar al reconocimiento de la calidad de vida subjetiva, como tema digno de interés para las ciencias sociales, incluyendo la economía (Bruni & Porta, 2007), dando pie a una enorme discusión en la literatura, la academia, la prensa, y la discusión popular (Algan & Cahuc, 2014) en las últimas dos décadas. Hasta el momento, se estima que se han escrito más de 140 mil estudios acerca del bienestar subjetivo (Diener, 2017).
En el 2008, el Presidente de Francia solicitó desarrollar indicadores para medir el progreso humano de manera práctica y adecuada, tomando en cuenta que las mediciones cuantitativas de producción y otros indicadores de desempeño económico tienen limitaciones. El resultado fue la sugerencia de usar la medición de bienestar subjetivo (Stiglitz, et al., 2009).
La autoevaluación del bienestar subjetivo, es monitoreada por preguntas como: “Tomando todo en cuenta, ¿qué tan feliz dirías que eres?” o “Considerando todas las cosas, ¿qué tan satisfecho estás con tu vida en un total?” (Van Praag, et al., 2003, p. 3).
Dado la naturaleza peculiar subjetiva relacionada con el aprecio de la vida, se encuentran discrepancias y opiniones a nivel individual y social, lo que dificulta su medición o consideración ya que habrá sesgos cognitivos, o situaciones en las que algunos campos de la vida, son más importantes para unas personas que para otras. Gracias a los estudios experimentales, se ha llegado a diferentes conclusiones de los posibles predictores de la felicidad.
Una definición de bienestar subjetivo, permite delimitar sus alcances, y por otra parte invita a reflexionar acerca de la porción que corresponde a la condición física-material, la cual es muy común en las definiciones de bienestar objetivo.
Sintetizando los criterios vistos en la literatura científica, se podría establecer una definición completa de bienestar subjetivo que tendría que incluir:
Un estado del ser en armonía interna y dignidad.
Una emoción dominante de alegría, contentamiento, satisfacción y agradecimiento.
Un disfrute intenso de vivir y seguir viviendo.
Una esperanza de una recompensa futura “mejor” a pesar de las adversidades presentes.
Una percepción de la realidad que permite la plenitud, en extensión y multiplicación con permanencia relativa y no efímera.
Los factores que se encuentran en la literatura científica se han clasificado en 3 dimensiones: (1) La dimensión de factores sociales, (2) los factores externos y (3) los factores individuales.
Los factores sociales, son aquellos donde las diferencias culturales definen los predictores de la felicidad. Entre los ejemplos de estos predictores se encuentran los siguientes:
A través de la virtud cívica, que una persona encaje en los valores colectivos de su comunidad (Stavrova, et al., 2013).
Si la felicidad es vista como una posición de honores, poder o riquezas, alcanzados por medio del esfuerzo personal, en su búsqueda podría encontrarse ansiedad y estrés, cuando no se alcance (Gruber, et al., 2011).
El “estatus social subjetivo” (basado en valores individualistas), es un predictor más importante entre los estadounidenses que entre los japoneses, quienes admiran más el “estatus social objetivo” (K.B. Curhan, 2014), el cual está basado en valores de lo que “otros creen y observan”.
En las culturas occidentales consumistas, el ingreso absoluto y las posesiones materiales, son temas muy importantes dentro de sus jerarquías socioeconómicas. Debido a esta forma de pensar, basada en la meritocracia y el individualismo, en dichas culturas se cree que las personas son responsables de su lugar en la jerarquía política-social-económica, por tanto, una condición de falta de ingreso y posesiones, rápidamente puede trasladarse en sentimientos de vergüenza y desvalorización (Dittmar, et al., 2014, p. 879).
En la sociedad estadounidense actual, la felicidad está definida en términos hedonistas de placer, disfrute, logros personales y materialismo, mientras en las culturas orientales, se hace un énfasis en la trascendencia y en el efecto disruptivo que tiene la felicidad dentro de las mismas jerarquías sociales, como en Japón en donde “alguien considerado feliz, trata de valorarlo en función de si puede causar la admiración o envidia de los demás” (Oishi & Gilbert, 2015, p. 54).
Cuando existen períodos de mayor desigualdad en el ingreso, las personas con menor estatus socioeconómico experimentan frustración por no encontrarse en el nivel jerárquico deseado, en cuanto a posesiones y falta de oportunidades en la vida (Dittmar, et al., 2014, p. 879).
Existe “estrés de evaluación social” o “ansiedad social”, descrita como el miedo a ser juzgado por otros, por fallar conforme a los ideales de éxito descritos por la sociedad, y que pueden resultar en el despojo de la dignidad y el respeto (Dittmar, et al., 2014, p. 879).
Se encontraron relaciones positivas entre los sentimientos de bienestar subjetivo y el desarrollo de vínculos afectivos con el prójimo, siendo estos efectos más fuertes entre compañeros de trabajo, vecinos y familiares (Fowler & Christakis, 2008).
La mayor relación con la felicidad, se da cuando se ha construido mayor capital social desde el punto de vista estructural (por ejemplo, la frecuencia de reuniones con amigos y familiares, o la membresía en organizaciones de voluntariado), ya que las relaciones sociales intensas, facilitan el acceso de las personas a tener apoyo social, salud y el desarrollo de acuerdos informales (Lane, 2017, p. 69).
La calidad de las relaciones de amistad, está fuertemente asociada con el grado de bienestar subjetivo. Para dicho análisis, la amistad se define de acuerdo a Hays, como la “voluntaria interdependencia entre dos personas por un tiempo para facilitar las metas socio-emocionales de los participantes, involucrando varios tipos como la compañía, la intimidad, el afecto y el apoyo mutuo” (Demir & Weitenkamp, 2007, p. 181).
De hecho, se llega a afirmar que las relaciones cercanas clasificadas como “mejores amigos”, representan el único predictor de la felicidad (Demir, et al., 2007).
A mayor posibilidad de que una persona pueda cambiar de posición socio-económica mediante su esfuerzo, el grado de autoestima es más importante para determinar la felicidad, a diferencia de los grupos sociales con menor movilidad social como Japón (Masaki, et al., 2013).A mayor posibilidad de que una persona pueda cambiar de posición socio-económica mediante su esfuerzo, el grado de autoestima es más importante para determinar la felicidad, a diferencia de los grupos sociales con menor movilidad social como Japón (Masaki, et al., 2013).
Los factores externos, son aquellos factores o circunstancias que detonan eventos de la vida en los que se presentan predictores de felicidad. Entre los ejemplos de estos predictores se encuentran los siguientes:
Se ha encontrado que la satisfacción en la democracia regional, a pesar de diferencias regionales en la gobernanza, impacta en la felicidad, pero en menor medida a los estratos socioeconómicos altos porque tienen la capacidad de compensar una mala provisión pública en áreas como la salud, la educación e incluso en la seguridad, mejor que los pobres (Orviska, et al., 2014).
En el mismo sentido, existen investigaciones que sugieren que el diseño urbano tiene un efecto en la salud y el bienestar de los habitantes de una región (Hogan, et al., 2016).
En un ambiente de comunidad dentro de una ciudad, se puede conformar un ecosistema social vinculado con el bienestar subjetivo de sus residentes (Goldberg, et al., 2012).
Se revisaron períodos de recesiones y de bonanza económica, así como ciertos patrones macroeconómicos de productividad, encontrando relaciones de fuertes efectos entre mediciones de bienestar subjetivo y el ingreso (Di Tella, et al., 2003) o niveles de desempleo (Knabe & Ratzel, 2010).
Según la “Paradoja de Easterlin”, en los países ricos se es más feliz que en los pobres, pero toda vez que se supera un nivel mínimo de productividad, dinero y felicidad se desacoplan: aunque la capacidad adquisitiva se multiplique, el sentimiento de bienestar apenas varía (Easterlin, 1974).
Existe evidencia de correlación negativa fuerte, entre la felicidad y el desempleo y la inflación (Guo & Hu, 2011).
Los estudios en general, han encontrado una correlación positiva entre ingreso y bienestar subjetivo, en el que, a nivel micro las relaciones más fuertes ocurren en los estratos de ingreso más bajo y en los países más pobres (mientras a nivel macro esto sigue siendo controversial), lo que sugiere que existe una utilidad marginal de bienestar subjetivo en el ingreso” (Natali, et al., 2018, p. 225).
Se trata de determinantes relacionados desde distintas esferas de la vida personal
Se ha reconocido que hay características de la personalidad, que pudieran influir en los niveles de bienestar subjetivo de una persona, como el temperamento para aceptar o rechazar algo en pos de lo que se persigue, conocido como auto-control (Briki, 2018a). El auto-control se refiere a “la capacidad estable de uno mismo para promover los medios que faciliten las metas y sobrepasar los deseos que evitan que se alcancen las metas” (Hagger, 2013, p. 848).
Evidencias de relación del bienestar subjetivo con algunos aspectos de la personalidad como las represivo-defensivas, la confianza, la estabilidad emocional, el deseo de control, la dureza, la afectividad positiva, la autoestima y la tensión (DeNeve & Cooper, 1998; Lyubomirsky, et al., 2005).
Una persona será más feliz si práctica valores como la gratitud, la generosidad y la confianza (Oishi & Gilbert, 2015).
Estudios empíricos, muestran nociones de que el bienestar subjetivo proviene de actos que aumentan la cohesión social (Aknin, et al., 2015).
Amplia cantidad de estudios, demuestran que aquellos que dedican tiempo para beneficiar a otras personas tienden a ser más felices. Por ejemplo, existe evidencia que respalda la relación entre realizar actividades de voluntariado y el bienestar subjetivo (Windsor, et al., 2008; Dulin, et al., 2012; Taghian, et al., 2012). Lo anterior aplica a todas las edades (Matsushima & Matsunaga, 2015; Binder & Blankenberg, 2016).
Otro estudio, consideró una amplia muestra de estadounidenses que gastaban dinero en regalos para otras personas y en caridad; demostrando que estos actos tienen mayores efectos en los niveles de bienestar subjetivo de estas personas, que si gastaran el dinero para sí mismos (Dunn, et al., 2008).
Hay evidencia, de que dar a la caridad en amplitud, tiene el impacto equivalente a duplicar el ingreso de un hogar, tanto en países ricos como en países pobres (Aknin, et al., 2013).
Se ha analizado que los actos de bondad a conocidos, amigos, desconocidos y familiares aumentan la felicidad de coreanos y estadounidenses; pero las intervenciones de gratitud, son inefectivas entre los asiáticos del Este, puesto que la gratitud aumenta el sentimiento de deuda en esas culturas (Layous, et al., 2013).
Existen factores que tienen que ver con los hábitos personales que impactan en el bienestar subjetivo (Natali, et al., 2018, p. 226), ya que personas felices están más inclinadas a vivir de forma saludable, se comprometen en deportes más seguido (Rasciute & Downward, 2010, p. 256) , vigilan más su peso (Veenhoven, 2008, p. 449) , y son propensas a evitar comportamientos poco saludables como beber, fumar y comer demasiado; y menos propensos a cometer suicidio o ser víctima de accidentes (Frey, 2012, p. 542) .
Las personas felices duermen mejor (Frey & Stutzer, 2008).
Longevidad, es decir, que se ha encontrado que las personas felices viven más tiempo (Diener & Chan, 2011), y que las actitudes positivas hacia la vida pueden predecir la longevidad (Siu, et al., 2014).
Un estudio basado en investigaciones de campo, verificó que las personas con más educación, casadas, con altos ingresos, satisfechas con su situación económica y financiera, y con expectativas positivas de su futuro, de un ingreso familiar sólido y de la economía nacional tienden a ser más felices (Dias, et al., 2010).
Mayores probabilidades de infelicidad provienen de personas con altas deudas y aquellos que son víctimas de violencia (robos, secuestros) o que tienen familiares víctimas de esta situación (Dias, et al., 2010).
Otro estudio, demostró que la felicidad está relacionada tanto con el ingreso absoluto como con el estilo de vida y negativamente con el número de horas trabajadas, la degradación ambiental, el crimen, la apertura comercial, la inflación y el desempleo (Di Tella & Macculloch, 2005).
Los análisis de causalidad, muestran que hay más evidencias de que el egoísmo causa infelicidad, que lo contrario. Por una parte, el egoísmo puede causar mayor infelicidad en el corto plazo, pero también hay evidencia de que lo hace en el largo plazo (Lane, 2017).
En la tabla 1, se observa una tabla resumen sobre los factores que impactan en el bienestar subjetivo o felicidad, así como sus dimensiones y los principales autores.

Como se puede observar en los párrafos anteriores, existe sólida evidencia de varios factores que impactan en el bienestar subjetivo. Existen también estudios, que demuestran la importancia del acceso al agua potable en el bienestar subjetivo en algunos países. Sin embargo, no se encuentran estudios que demuestren una relación significativa a nivel internacional. En el siguiente apartado, se revisan los estudios que argumentan la importancia del acceso al recurso hídrico en el bienestar subjetivo de los habitantes de una comunidad.
El agua es el recurso vital e imprescindible para todas las formas de vida conocidas. De los 7.5 mil millones de seres humanos estimados por la ONU en 2017, alrededor de 3.6 mil millones viven en áreas con potencial escasez de agua de al menos un mes en el año (Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos, 2018), y alrededor de 844 millones no cuentan con acceso a agua potable para satisfacer sus necesidades básicas (Guppy & Anderson, 2017).
Por su parte, el agua es el compuesto más abundante en la superficie de la tierra (Reece, 2013, p. 44). También una enorme cantidad de agua, se presenta de manera abundante en los glaciares de los polos de la tierra y en las alturas de las cadenas montañosas en el mundo (Gleick, 1993, p. 13).
La mayoría de los problemas de provecho de agua, existen por la concentración de una gran cantidad de población en espacios geográficos relativamente pequeños, por una gestión inadecuada de los recursos de agua tanto superficiales como subterráneos, incluyendo la contaminación y sobreexplotación que alteran o disminuyen los procesos de reposición natural de dichos recursos, o por falta de infraestructura para captar adecuadamente el agua conforme al ecosistema y evitar su escurrimiento rápido (UNESCO, 2006).
De acuerdo a la ONU, “Un mejor acceso al agua puede contribuir a la erradicación de la pobreza extrema y el hambre, elevar el nivel educativo de la población, dignificar a la mujer, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna y combatir algunas enfermedades” (UN Water, 2006, p. 4). El 28 de Julio de 2010, la Asamblea General de este organismo reconoció el acceso a agua potable segura y limpia, como derecho humano esencial para el disfrute de la vida.
Por su parte, de acuerdo a Guardiola el acceso al agua potable influye en el desarrollo y la dignidad (Guardiola, et al., 2012, p. 4), ya que “el acceso a agua es necesario para la vida, pero también para el bienestar de las personas. Acceder a una cantidad de agua garantiza la supervivencia” (Guardiola, et al., 2012, p. 4).
Existen estudios, donde se revisa el impacto de políticas sociales bajo el enfoque de bienestar subjetivo (Castellanos Cereceda, 2012), y específicamente estudios que por ejemplo, demuestran cómo el agua influye en los niveles de bienestar subjetivo al menos en los quintiles más ricos de la población de Sudáfrica (Bookwalter & Dalenberg, 2004, p. 352).
Otro ejemplo, es un estudio en la región de América Latina, donde se encontró que la disponibilidad de agua es uno de los determinantes más importantes, que aumenta en 34% la probabilidad de la satisfacción con la vivienda (Lora, 2008, p. 187).
Algunos estudios, confirman también que “el acceso a servicios básicos como el agua, resultan importantes para dar cuenta de la satisfacción de vida en los vecindarios urbanos de América Latina” (Powell & Sanguinetti, 2010, p. 41).
Un estudio encontró por ejemplo, que en Marruecos las personas que viven en áreas rurales y carecen de agua potable en su hogar, estarían dispuestos a hacer una inversión financiera sustancial para que el agua potable llegue a su casa, aunque tengan acceso a fuentes públicas de agua, ya que esto “supone dedicarle menos tiempo a obtenerla en lugares públicos y destinar ese tiempo al ocio u otras actividades” (Devoto, et al., 2012, p. 68).
En México, en un estudio sobre el acceso al agua en el estado de Yucatán, se ha encontrado que existe una relación positiva y estadísticamente significativa entre el acceso al agua y el bienestar subjetivo, de tal forma que, se considera que el acceso al agua debe ser considerado un dominio de vida (Guardiola, et al., 2011).
Un aspecto del acceso al agua potable, es la situación en la que las personas deben dejar sus hogares para obtener agua potable (Gonzalez-Gomez, et al., 2009), ya que “dedicar tiempo a recolectar agua de fuentes distantes, significa desperdicio de energía y productividad, que puede ser usado en la educación por los niños y en el trabajo para los adultos” de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (WHO y UNICEF, 2005, p. 32). Bajo este aspecto, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo sugiere que “reducir el tiempo utilizado para acceder al agua potable puede mejorar el bienestar subjetivo, en la mayoría de los casos de mujeres, quienes llevan al hombro la mayor parte de la carga de la recolección del agua” (UNDP, 2006, p. 53).
La configuración de los factores de acceso al agua potable, puede ser decisiva para influir en la forma en que una familia se organiza o distribuye sus ingresos y su tiempo, lo que además puede condicionar la salud de las personas (Guardiola, et al., 2012) y en general su calidad de vida.
Se destacan al menos tres características del acceso al agua, que pueden influir en el bienestar de las personas (Guardiola, et al., 2012):
La importancia del acceso al agua va más allá de la mera función vital, ya que general, se espera que una mejora en las condiciones para acceder al agua se traduzca en mejoras en el bienestar de las familias, que van desde la higiene y sanitación en el hogar, la prevención de enfermedades, hasta la educación de los niños.
Por otra parte, se reconoce que:
“Difícilmente el acceso al agua puede tener una influencia en el bienestar de las personas, cuando este acceso a agua siempre ha sido de calidad y seguro. Sin embargo, esta situación, que dista de ser universal, provoca desigualdades en el acceso al agua, que en ocasiones son causa de malestar y conflicto” (Castellanos Cereceda, 2012, p. 2).
Pese a estos indicios, “en la revisión de la literatura se ha comprobado que, salvo alguna excepción, los estudios sobre bienestar subjetivo no han prestado importancia a la influencia que las condiciones de acceso a agua tienen sobre el bienestar” (Guardiola, et al., 2012, p. 19).
Derivado de considerar todo lo expuesto anteriormente, se puede argumentar, con base en explicaciones racionales y en estudios empíricos de literatura científica, que no tener acceso a agua potable es señal de que el poder político no funciona adecuadamente o excluye a quien no cuenta de manera satisfactoria con este derecho humano.
El desarrollo metodológico, se soporta en los datos provenientes de la Encuesta Mundial Gallup, sobre preguntas de la evaluación de la vida, utilizando la técnica de “escalera de Cantril”, en la que los encuestados imaginen en una escalera con 10 peldaños su nivel de vida, donde la mejor vida posible está ubicada en la parte superior con calificación de 10, y la peor vida posible en la parte inferior, con medición equivalente de 0. Luego, se les pide responder en qué peldaño se encuentra su vida actualmente. Los resultados de las encuestas, provienen de muestras representativas nacionales para el año 2014.
Con base en lo anterior, se realiza un modelo de mínimos cuadrados ordinarios con los datos de 131 países en 2014 (anexo 1), desde el enfoque de contentamiento medido a través de la encuesta “escalera de Cantril”, en el que la variable dependiente es el bienestar subjetivo, y las variables explicativas son el empleo, como variable de control, y el acceso al agua potable. Al respecto, se utiliza el empleo como variable de control por las siguientes razones:
El empleo implica que una persona está siendo incluida socialmente, además que permite el sustento y un ingreso económico.
En la literatura científica se ha documentado evidencia empírica abundante, que señala la correlación entre desempleo y felicidad (Mousteria, et al., 2018). Por ejemplo, la relación entre pérdida involuntaria del empleo, depresión y mala condición de la salud, está bien establecida en la literatura (Kuhn, et al., 2009; Sullivan & von Wachter, 2009).
El Libro “¿El Trabajo es Bueno para tu Salud y Felicidad?” (Waddell & Burton, 2006), proporciona una fuerte evidencia de que el trabajo es en general bueno para la salud física, mental y el bienestar de las personas. Este documento recopila evidencia científica que entre otras cosas, concluye que el trabajo puede ser terapéutico para personas con problemas comunes de salud, y el mismo trabajo puede ayudar a revertir los efectos de salud negativos causados por el desempleo (Waddell & Burton, 2006).
En el mismo sentido, en la literatura se reconoce que el desempleo genera reducciones en la salud mental y en la satisfacción de la vida (Paul & Moser, 2009).
Existen varios análisis que indican que “estar desempleado predice decrementos sustanciales en el bienestar subjetivo, mientras se está desempleado” (McKee-Ryan, et al., 2005, p. 55).
De acuerdo a la teoría de privación (Jahoda, 1981), el empleo suple necesidades psicosociales, por tanto, se espera que el desempleo involuntario tenga efectos negativos en el bienestar subjetivo (Jahoda, 1982).
En un estudio conducido en países seleccionados de la Unión Europea, se han descubierto evidencias del efecto del desempleo, en la satisfacción de vida en distintas naciones (Mousteria, et al., 2018). En dicho estudio, se muestra cómo el desempleo predice una reducción en el bienestar subjetivo después de los 50 años de edad en 14 países europeos, sugiriendo que el desempleo tiene efectos dañinos negativos en el largo plazo dentro y a lo largo de los países.
En otros trabajos, se habla de la influencia negativa del desempleo tanto actual como en el largo plazo (Daly & Delaney, 2013).
En suma, se considera que el empleo está fuertemente asociado a otras realidades que inciden en el bienestar subjetivo como los son la salud, el ingreso y la inclusión social, por lo que conviene utilizar este indicador como variable de control en un modelo econométrico de bienestar subjetivo.
El modelo que se plantea, se resume en la siguiente ecuación: H = β0 + β1(W) + β2(E); donde H es bienestar subjetivo, W acceso al agua potable y E empleo. En la tabla 2, se muestran las variables utilizadas en el modelo, así como su descripción, escala y fuente.

En la tabla 3, se observa la estadística descriptiva de las variables involucradas en el modelo.

El promedio del indicador de bienestar subjetivo es 5.39, mientras que la mediana es de 5.30, por lo que no existe un sesgo importante. El valor máximo es de 7.5 de los países Suiza y Dinamarca; y, el mínimo es 2.80 del país Togo.
En cuanto el empleo, la media es de casi 92%, existiendo un ligero sesgo hacia valores altos tal como lo indica la mediana de 93.6%. Según la muestra, el país con más empleo fue Cambodia con 99.82%, y el país con menos fue Macedonia con 71.97%.
Con respecto al agua entubada, el promedio es de casi 73% de cobertura, existiendo un importante sesgo hacia números altos ya que la mediana nos arroja un dato de 86.17%. Existen varios países de la muestra con el 100% de agua entubada; el que menos es Afganistán con 11.74%.
Se desarrollaron varios modelos econométricos con las variables involucradas y con diferentes formas funcionales. El modelo que tuvo el mejor ajuste y cumplió con los supuestos de normalidad, correcta especificación y homoscedasticidad, fue el que se encuentra ilustrado en la tabla 4. La correlación entre las variables explicativas acceso al agua potable y empleo, en términos absolutos, es menor a 0.5 (-0.35), por lo que podemos asumir que no existe multicolinealidad.

El coeficiente de correlación R2 de 0.59 nos indica que el 59% de los cambios en el bienestar subjetivo son explicados por los cambios en el acceso al agua potable y por el empleo. Se puede observar que, las variables explicativas son significativas al 1%.
Atendiendo lo señalado por Gujarati y Porter (2010), se puede obtener la elasticidad de un modelo lineal, multiplicando el coeficiente beta por la división del promedio de la variable explicativa entre el promedio de la explicada. En ese orden de ideas, la elasticidad del bienestar subjetivo con respecto al acceso al agua potable es de 0.45, lo que significa que un incremento de 1% en el acceso al agua potable aumenta en 0.45% el bienestar subjetivo. Por su parte, la elasticidad del bienestar subjetivo y el empleo es de 1.12, lo que significa que un incremento de 1% en el empleo impacta en 1.12% el bienestar subjetivo.

En la tabla 5, se observan las pruebas de validación del modelo econométrico. Como se aprecia, se aceptan las hipótesis nulas de las pruebas de normalidad, Reset de Ramsey y White, por lo que se asume que el modelo cuenta con normalidad en los residuos, correcta especificación y homoscedasticidad.
En este artículo, se revisó la importancia de considerar el concepto de bienestar subjetivo como medición de progreso humano, complementario a las mediciones económicas tradicionales. Si esto se incluye dentro de los objetivos de las sociedades, entonces este trabajo justifica que se hagan esfuerzos en las políticas públicas para garantizar el derecho al acceso al agua potable y al empleo. Ambas realidades, abonan a la inclusión tanto social como política, importante y necesaria para la dignidad humana.
Asimismo, se puede concluir que efectivamente existe una relación estadísticamente significativa, a nivel global, entre el acceso al agua potable (W) y el Empleo (E) con el bienestar subjetivo (H). Situación que es consistente con los resultados de estudios locales y regionales. En el modelo econométrico, las variables antes mencionadas resultaron significativas positivas, quedando de la siguiente manera: H = -3.14704 + 0.033629(W) + 0.066167(E).
Reconociendo que el agua es el líquido vital por excelencia, este trabajo también abona a la discusión y debate sobre la importancia de asegurar su suministro en las comunidades, como una condición necesaria para la factibilidad presente de las mismas y para las generaciones futuras.
Anexo 1. (pdf)




