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EPISTEMOLOGÍA Y METAEPISTEMOLOGÍA HISTÓRICA. ETIQUETAS DIFERENTES, INTERESES COMPARTIDOS
HISTORICAL EPISTEMOLOGY AND META-EPISTEMOLOGY. DIFFERENT LABELS, SHARED INTERESTS
Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia, vol. 23, núm. 46, pp. 165-194, 2023
Universidad El Bosque

ARTÍCULOS


Recepción: 04 Mayo 2022

Aprobación: 07 Febrero 2023

Publicación: 26 Junio 2023

DOI: https://doi.org/10.18270/rcfc.v23i46.3733

RESUMEN: Lorraine Daston ha señalado la influencia que The emergence of probability de Ian Hacking ha tenido en su trayectoria intelectual y en su elección de la etiqueta epistemología histórica para describir su trabajo. Hacking, por su parte, ha respondido a estos señalamientos que, en primer lugar, Daston y sus colegas no hacen epistemología, sino que más bien estudian conceptos epistemológicos como objetos que evolucionan y mutan; en segundo lugar, que su trabajo sobre la probabilidad no es epistemología histórica sino, en todo caso, lo que él llama metaepistemología histórica o, mejor aún, ontología histórica. En el presente trabajo, analizo en qué forma entienden Daston y Hacking el tipo de investigación que denominan respectivamente epistemología y metaepistemología histórica, y exploro sus convergencias y divergencias con el fin de establecer posibles relaciones, intereses y antecedentes compartidos. Por último, sostengo que la obra de Hacking puede ser visualizada como resultado de investigaciones que caracterizan a la epistemología histórica, como consecuencia de su interés, estimulado por la lectura de Michel Foucault, en el análisis de las condiciones históricas de posibilidad para la emergencia de conceptos y objetos científicos.

Palabras clave: Epistemología histórica, metaepistemología histórica, ontología histórica, Ian Hacking, Lorraine Daston, Michel Foucault.

ABSTRACT: Lorraine Daston has underscored the influence that Ian Hacking's The Emergence of Probability has had on her intellectual trajectory and on her choice of the label historical epistemology to describe her work. Hacking, for his part, has responded to these remarks that, firstly, Daston and her colleagues do not do epistemology, but rather study epistemological concepts as objects that evolve and mutate. Secondly, that not only his work on probability is not historical epistemology but also it is what he calls historical meta-epistemology or better yet, historical ontology. In this paper, I analyze how Daston and Hacking understand the type of research that they respectively call historical epistemology and historical meta-epistemology, and I explore their convergences and divergences in order to establish possible shared relations, interests and antecedents. Finally, I argue that Hacking's work can be visualized as a result of investigations of the type that characterize historical epistemology, as a consequence of his interest, encouraged by Michel Foucault´s reading, in the analysis of the historical conditions of possibility for the emergence of scientific concepts and objects.

Keywords: Historical epistemology, historical meta-epistemology, historical ontology, Ian Hacking, Lorraine Daston, Michel Foucault.

1. INTRODUCCIÓN

Lorraine Daston ha señalado reiteradamente la influencia que The emergence of probability. A philosophical study of early ideas about probability, induction and statistical inference (1975) de Ian Hacking ha tenido en su trayectoria intelectual. Ha dicho que la lectura del libro la dejó “[…] ¡absolutamente atrapada! No solo por la teoría de la probabilidad, sino por la forma de Hacking de hacer historia, tratando de imaginar las precondiciones conceptuales de lo que para nosotros es auto-evidente” (Trevor 2017 178). Según Daston, en ese texto Hacking hace

[…] un nuevo tipo de pregunta: ¿Cuáles son las precondiciones conceptuales para la emergencia de un concepto aparentemente tan simple, tan útil, de hecho indispensable —pero tan extrañamente ausente antes de circa 1650— como la noción moderna de probabilidad? ¿Qué tipo de historia se necesita para abordar este tipo de pregunta? (2007 802).

Subraya, además, el hecho de que Hacking enmarca su problema en términos de discontinuidad. El libro traza una historia de la novedad, “[…] súbitamente, como un volcán en erupción, apareció algo completamente nuevo en el paisaje intelectual” (Gross 2020), un concepto que hasta ese momento era impensable. La historiadora dice haberse sentido intrigada por el título del libro, que no habla de revolución —concepto que estaba de moda a mediados de la década de 1970— sino de emergencia; pero se sintió aún más intrigada por el subtítulo, que refiere a un estudio filosófico de las “ideas tempranas” más que a problemas acerca de la inducción y la inferencia, en boga en ese momento.

Este libro, según Daston, influyó en su elección de la etiqueta epistemología histórica para describir el tipo de investigación que ella desarrolla y que entiende como el estudio de las condiciones históricas en las que emergen las categorías epistémicas y las prácticas fundamentales de la ciencia, tan obvias que parecen no tener historia.

Hacking ha respondido a estos señalamientos de Daston que, en primer lugar, ella y sus colegas no hacen epistemología, en tanto no proponen, defienden o rechazan teorías del conocimiento, sino que más bien estudian conceptos epistemológicos como objetos que evolucionan y mutan; en segundo lugar, que su propio trabajo sobre la probabilidad, como estudio del desarrollo histórico y contingente de una idea epistemológica, no es epistemología histórica sino, en todo caso, lo que él llama metaepistemología histórica o, mejor aún, ontología histórica.

En el presente trabajo me propongo analizar en qué forma entienden Daston y Hacking el tipo de investigación que denominan respectivamente epistemología y metaepistemología histórica. A continuación, exploro las convergencias y divergencias entre ambas concepciones con el fin de establecer posibles relaciones, intereses y antecedentes compartidos. Por último, a la luz de lo anterior y en tanto la obra de Hacking puede ser entendida a partir de su interés fundamental en el análisis de las condiciones históricas de posibilidad del surgimiento de conceptos y objetos científicos, estimulado por su lectura de Michel Foucault, considero que ella puede ser visualizada como resultado de investigaciones que caracterizan a la epistemología histórica. Es en ese sentido que el trabajo del filósofo canadiense puede ser vindicado como una base sólida y decisiva a partir de la cual se desarrolla dicha propuesta epistemológica, e, incluso, puede considerarse que forma parte de ese conjunto heterogéneo de investigaciones.

2. LORRAINE DASTON: EPISTEMOLOGÍA HISTÓRICA

Si imagináramos la ciencia desarrollándose en tres escalas de tiempo, dice Daston (2020), podríamos hablar de una escala de tiempo más corta y rápida, el tempo allegretto de la ciencia, que es el tiempo de los descubrimientos y desarrollos empíricos. Hay otro tempo, el andante, un poco más lento que el anterior: las grandes rupturas en el pensamiento teorético, el tempo de la física newtoniana, de la física einsteniana o de la biología darwiniana, modos de pensar que darán forma a la ciencia que se hará en las décadas o centurias futuras. Por último, hay un tempo legato, el más lento de todos, en el que se desarrollan las categorías fundamentales del pensamiento y las prácticas que subyacen a todas las ciencias, más allá de la superación de la física newtoniana por la einsteniana o de la biología darwiniana por la genética moderna. Este es el tempo en el que reside la epistemología histórica.

Daston ha reconocido que la etiqueta epistemología histórica es iridiscente y brilla de forma diferente dependiendo de quién la mira. Tal como ella la entiende y la práctica, la epistemología histórica es la historia de lo evidente, una especie de excavación en las intuiciones más profundas y arraigadas con el fin de revelar sus orígenes, sus transformaciones, su desaparición. Es una historia cuyo objetivo es disolver la evidencia de aquello que se presenta como primero y fundamental en la ciencia. Parte del atractivo de este tipo de investigación reside en explicar la emergencia de la novedad, el momento en que lo impensable se vuelve pensable, pero fundamentalmente en cómo lo impensable, además de volverse pensable, se torna evidente —entendiendo evidente como lo no pensado ni cuestionado.

En su artículo Historical epistemology, Daston caracteriza a la epistemología histórica como “la historia de las categorías que estructuran nuestro pensamiento, modelan nuestros argumentos y pruebas, y certifican nuestros estándares de explicación” (1994 282). Si bien la epistemología histórica puede y debe remitirse a la historia de las ideas, plantea un tipo diferente de preguntas: no interroga acerca de particulares sino más bien acerca de la emergencia, evolución, cambio, desaparición, etc. de estándares y categorías de explicación que nos parecen tan necesarios para la forma en que pensamos que no podemos concebir hacerlo sin ellas. Es en ese sentido que Daston afirma que la epistemología histórica no solamente trasciende a la historia de las ideas, sino que plantea una pregunta kantiana: la pregunta acerca de las precondiciones que hacen posible pensar esta o aquella idea. Al mismo tiempo, cuestiona el supuesto de semejanza entre las ideas de los pensadores que trabajan dentro de diferentes categorías conceptuales, reduciendo así el alcance cronológico de la historia de las ideas como se la concibe tradicionalmente. Si bien la continuidad es pensada como posible desde la epistemología histórica, pierde gran parte de su plausibilidad a priori como premisa general.

Ciertas categorías epistemológicas se han vuelto tan fundamentales para el conocimiento que se les ha premiado, sostiene Daston, con el dudoso cumplido filosófico de ser eternas. Su intención frente a esto es mostrar que las categorías fundamentales de la ciencia son históricas: “Las ciencias son una fábrica de innovaciones, no solo invenciones y descubrimientos, sino también nuevas ideas, teorías, hipótesis y modelos. Y, en última instancia, una fábrica de nuevas categorías de conocimiento” (Deffke 2012 88). Daston tiene interés en reconstruir las trayectorias históricas de elementos cruciales de la ciencia como objetos, categorías, valores, virtudes, sensibilidades, etc. que han permanecido en buena medida incuestionados y marginados de las narrativas históricas. Frente a la visión convencional de la historia de la ciencia, según la cual la evolución de las teorías se da en torno a objetos científicos estables, la epistemología histórica plantea una historia discontinuista, centrada en objetos inestables y en los marcos epistemológicos en que ellos emergen, se desarrollan y eventualmente desaparecen.

Una respuesta demasiado rápida a la pregunta acerca de qué es la epistemología histórica, sostiene Daston, es que es una suerte de equivalente intelectual del psicoanálisis, que libera de su pasado a las categorías y conceptos epistémicos al traerlos a la conciencia. Sin embargo, aunque el análisis histórico puede mostrar la contingencia de los patrones subterráneos y traerlos a la luz del escrutinio consciente, la verdad histórica por sí sola no nos hará completamente libres por dos razones: no es suficiente con revelar el carácter contingente y accidental de las categorías conceptuales actuales para abandonarlas, sino que ellas deben ser sustituidas por algo mejor. Por otro lado, el simple hecho histórico de que un argumento o estándar de explicación o ideal de objetividad sea de origen contingente no lo invalida. Historizar no es idéntico a relativizar, mucho menos a desacreditar (1994 283-284).

Como ejemplos de investigaciones realizadas por Daston en el marco de su proyecto de epistemología histórica remitiré brevemente y en primer lugar al análisis que realiza de las categorías epistémicas de objetividad y observación científica. Respecto a la objetividad científica, uno de los trabajos más representativos es el libro escrito en coautoría con Peter Galison, Objectivity (2007), en el que pretenden mostrar que dicha categoría, raramente discutida o cuestionada, lejos de ser monolítica, inmutable y ahistórica, tiene historia. Daston y Galison muestran cómo la palabra objetividad en su gruesa estratificación conceptual empareja diversos significados —metafísico, metodológico, moral—, cada uno con una historia diferente, íntimamente relacionada con la historia de las prácticas e ideales científicos. Esa estratificación conceptual puede dar una pista de su historia intelectual y social, pero también de su historia moral. Es una historia mesoscópica en tanto trata con escalas que revelan la difusión de técnicas que atraviesan líneas disciplinarias y geográficas; es superficial: no busca engranajes ocultos dotados del estatus ontológico privilegiado de ser motores primarios inmóviles, sino que concibe los marcos filosóficos del análisis como viviendo las prácticas, y es ético-epistémica porque fusiona las virtudes epistémicas de la objetividad con un cierto tipo de self, incrustando a ambos en una historia de prácticas específicas (Daston & Galison 2008 677). Nuestro uso de la palabra objetividad nos permite transitar fácilmente entre las diferentes acepciones de objetividad. No obstante, como expresa Daston,

[…] esos múltiples sentidos no se superponen, ni en la teoría ni en la práctica. […] La objetividad a veces es encarada como un método de comprensión que convoca a desembarazarse de toda idiosincrasia, sea personal, nacional, histórica o relativa a la especie, para llegar a una visión del mundo que no privilegie ningún punto de vista particular. Y a veces la objetividad caracteriza una actitud, una posición ética alabada por su neutralidad impasible o reprobada por su frialdad. […] Una historia de la objetividad debe explicar por qué ciertas ideas y ciertas prácticas se fusionan mientras otras permanecen autónomas (2017 72-73).

El significado de los conceptos o categorías está determinado por prácticas epistémicas, por el aspecto histórico-pragmático de la ciencia, por su vinculación con la facticidad científica, y por la interacción con otros conceptos y con el mundo.

Un periodo crucial para la emergencia de la objetividad científica, y particularmente para la fusión de sus componentes epistemológico y moral, puede localizarse a mediados del siglo XIX. La objetividad científica emerge en ese momento y se establece no solo como una norma científica, sino también como un conjunto de prácticas en cuestión de décadas. Sin embargo, no hay nada inevitable en esa emergencia: es consecuencia del imperativo de eliminación del self científico. A ese respecto, Daston y Galison (2007) muestran cómo cambian las intenciones de los científicos respecto a la producción de las imágenes científicas —que a partir de cierta época son denominadas objetivas—, a través del análisis de la evolución de la edición de atlas (botánicos, anatómicos, astronómicos) desde el siglo XVIII hasta la actualidad. En el siglo XVIII la ilustración de los atlas correspondía al ideal de fidelidad a la verdad natural (truth-to-nature), según el cual el investigador selecciona y sintetiza características observables que representan visualmente las esencias generales de los objetos. Es el apogeo de la objetividad ontológica: el ajuste entre teoría y mundo. Persigue la estructura última de la realidad y se opone a conciencia per se. En el siglo XIX, bajo el estímulo de la fotografía, aparece el ideal de objetividad, la reproducción de la naturaleza en imágenes sin ningún agregado o modificación. Es la supresión de la propensión humana a juzgar y estetizar. Se opone a interpretación. Repudia la idealización de las figuras. El científico pretende ser una entidad pasiva que se deja impresionar por los datos de la realidad y trata de representar las particularidades individuales de los objetos observados independientemente de cualquier preconcepto y, por lo general, utiliza dispositivos mecánicos para lograr esas representaciones. Esta objetividad mecánica que capta los individuos en su singularidad corre el riesgo de extraviarse en la infinita variedad de las formas naturales. Fue sustituida a finales del mismo siglo por el ideal de la objetividad estructural, que prescinde de las imágenes y aspira a reproducir los elementos invariantes o estructurales en los objetos a estudiar. Ni la objetividad mecánica ni la estructural permiten, sin embargo, una identificación satisfactoria de determinados fenómenos, principalmente de los casos normales frente a los patológicos. Es así como alrededor de 1930 surgió el juicio entrenado, en que el científico discierne, interpretando las imágenes, una pauta en la variedad de casos particulares. La noción de objetividad, stricto sensu, constituye una etapa del proceso de autocomprensión de la actividad científica en su aspiración de representar fielmente la realidad, aunque el término objetividad sea usado para designar cualquier etapa de ese proceso.

En el caso de la observación científica, Daston sostiene que su historia es una larga, sorprendente y significativa historia epistemológica, llena de innovaciones que ampliaron las posibilidades de percepción, juicio y razonamiento. Es una historia que comienza con una práctica seguramente sin nombre —en todas las culturas los seres humanos necesitaron observar para sobrevivir, pero probablemente lo hayan hecho sin nombrar la práctica, sin sistematizar y sin eliminar los errores—, que posteriormente es nombrada, enseñada y aprendida y finalmente epistemologizada, es decir que las personas comienzan a pensarla como una forma de alcanzar el conocimiento. Es una historia de cómo la experiencia fue moldeada y definida con fines científicos: cómo se educaron y ampliaron los sentidos; cómo se desarrollaron las prácticas para registrar, correlacionar y mostrar los datos; cómo estos mismos se perfeccionaron; y cómo las experiencias privadas de los individuos se hicieron colectivas y se convirtieron en evidencia.

Alrededor de 1750 la observación científica se convierte en una categoría epistémica, es decir, un objeto de reflexión que encuentra su camino en el léxico filosófico y los tratados metodológicos. La observación emerge como una práctica aprendida clave y como una forma fundamental de conocimiento que requiere la formación de cuerpo y mente, accesorios materiales, técnicas de descripción y visualización, redes de comunicación y transmisión, cánones de evidencia y formas de razonamiento especializadas. Su consolidación como categoría epistémica es el resultado de importantes innovaciones en la realización, el uso y la conceptualización de la observación. Como categoría epistémica, la observación toma su lugar entre otras innovaciones modernas en el ámbito de la experiencia disciplinada. La más importante de estas fue el experimento. A principios del siglo XVII, observación y experimento, rara vez acoplados en la Edad Media, se convierten en un par inseparable, y se definieron y redefinieron desde entonces. Sinónimos difíciles a principios de ese siglo, pasan a ser partes complementarias y entrelazadas de un solo método de investigación a lo largo de gran parte del siglo XVIII y principios del siglo XIX, y finalmente a mediados de esa misma centuria se presentan como procedimientos opuestos: observación pasiva y experimento activo.

La observación científica nos introduce en otro tema fundamental en el proyecto de Daston: la ontología de los objetos científicos. La observación científica crea y sostiene ontologías, discierne y estabiliza objetos científicos para una comunidad de investigadores. Es una cuestión al mismo tiempo epistemológica, en tanto estudia cómo los observadores científicos adquieren conocimiento sobre los objetos que eligen, y metafísica, porque aborda la realidad última de las entidades observadas. Hay, dice Daston, algo así como una ontología forjada por la observación, que lejos de ser una metafísica absoluta, el punto de vista del ojo de Dios, es una ontología para humanos con los ojos bien abiertos (2008 110)

Es metafísica aplicada, como la denomina en Biographies of scientific objects (2000), libro que trata acerca de cómo campos enteros de fenómenos surgen y desaparecen como objetos de investigación científica. La metafísica aplicada estudia el mundo dinámico de lo que emerge y desaparece del horizonte de los científicos, de la novedad en la ciencia. Los nuevos objetos científicos surgen y los viejos se desvanecen; fenómenos hasta cierto momento desconocidos, ignorados, dispersos, se transforman en objetos científicos que pueden ser observados y manipulados, que son capaces de ramificaciones teóricas y sorpresas empíricas, y que adquieren coherencia, al menos por un periodo, como entidades ontológicas. En contraste con los objetos cotidianos, los objetos científicos son elusivos y se ganan a pulso, puede tomar siglos de esfuerzo teórico y empírico encontrarlos, pero en esencia son tan perdurables como los objetos cotidianos.

La metafísica aplicada asume que la realidad es una cuestión de grado y que los fenómenos indisputablemente reales, en el sentido coloquial de que existen, pueden llegar a ser más o menos intensamente reales dependiendo de la densidad con la que se encuentren entrelazados en el pensamiento y la práctica científica (Daston 2014 9). La realidad para los objetos científicos se despliega en un continuum. Los objetos científicos tienen una historia. Ellos pueden no ser inventados, pero se hacen más profusamente reales en la medida en que se entrelazan en las redes de la relevancia cultural, las prácticas materiales y las derivaciones teóricas. En contraste con los objetos cotidianos, los objetos científicos se expanden y profundizan; se interconectan cada vez más capas de estructuras ocultas. La metafísica aplicada se sitúa ortogonalmente al plano de debate entre realistas y constructivistas, entre real versus construido, natural versus cultural. Plantea que los objetos científicos pueden ser simultáneamente reales e históricos. La expresión coming into being captura el sentido característicamente generativo y procesal de la realidad de los objetos científicos en oposición a los objetos cotidianos que simplemente son. Pero lo que puede enriquecerse ontológicamente puede también empobrecerse; como se dijo, los objetos científicos emergen, pero también mueren. La historia de la ciencia, según Daston, es una historia de la ontología. Generalmente la historicidad de las entidades científicas se analiza centrándose en la evolución de las creencias que se tienen acerca de ellas y de las prácticas humanas asociadas. Lo que cambia con el tiempo son las representaciones acerca de esas entidades, pero no ellas. Para Daston, esta interpretación no hace justicia a la ontología evolutiva de las ciencias. Propone entonces la historia de la ciencia como la historia de una ontología en movimiento, que dé cuenta de cómo llegan a y cómo dejan de existir dominios enteros de fenómenos como objetos de investigación científica. La ontogénesis de los objetos científicos es decisiva para esclarecer el estatus gnoseológico y metafísico de la ciencia y para dilucidar las condiciones históricas de posibilidad del conocimiento y las entidades científicas. Es la historia de una dinámica de entidades científicas que reposiciona la novedad como un aspecto esencial de la actividad científica, sin reincidir en la polarización entre descubrimiento e invención (Fragio 2007 32-33). ¿Cómo emergen objetos científicos y cómo, en determinado momento, se desvanecen? ¿De qué criterios ontológicos, epistemológicos, metodológicos, funcionales, simbólicos o estéticos depende que las trayectorias de los proyectiles, los sueños, la valencia de los electrones y el incremento y la caída del producto interno bruto se conviertan en objetos científicos? ¿Por qué, cuándo y cómo ocurre que la ciencia dirige su atención sobre determinados objetos y no sobre otros? ¿Por qué, cómo y cuándo objetos previamente considerados heterogéneos se aglutinan en una sola categoría? ¿Estas clasificaciones son inherentes a la naturaleza? ¿Son reales estos objetos? Estas son algunas de las interrogantes que plantea Daston (2012).

Para la epistemología histórica, solo algunos de los objetos que pueblan el mundo se convierten en objetos de investigación científica. Ellos deben ser científicamente salientes, es decir, deben llegar a formar parte del dominio de la investigación científica, lo cual ocurre cuando en ellos se combinan características como las siguientes: prominencia, emergencia, productividad y arraigo. Si bien hay fenómenos que poseen una realidad innegable antes y después de su nacimiento como objetos científicos, el escrutinio científico los altera de modos significativos: los fenómenos que hasta cierto momento habían permanecido dispersos se amalgaman en una categoría coherente; los criterios de inclusión y exclusión se hacen más nítidos; nuevas formas de representación estabilizan regularidades; la investigación intensa hace fenómenos evanescentes más visibles y más ricos en aplicaciones. En una palabra, se vuelven prominentes. Esta noción de prominencia, ya sea cultural, económica o epistemológica, perfila objetos ya existentes, es decir que la investigación científica intensifica su realidad, pero no los crea ex nihilo. La emergencia, sin embargo, postula una forma de novedad más radical. Desafía la concepción de los objetos científicos como estables e inmutables y por lo tanto reales. En cuanto a la productividad debe señalarse que los objetos científicos nunca son inertes. Ellos adquieren su agudizado estatus ontológico mediante la producción de resultados, implicaciones, sorpresas, conexiones, manipulaciones, explicaciones, aplicaciones. Por último, la persistencia de los objetos científicos depende de la institucionalización de prácticas y una impresionante variedad de aparatos. La realidad se convierte en una propiedad relativa, dependiente del grado de su arraigo en dichos sistemas organizados de técnicas e instrumentos (Daston 2014 16-25).

3. IAN HACKING: ONTOLOGÍA Y METAEPISTEMOLOGÍA HISTÓRICAS

Para Hacking (1999), la expresión epistemología histórica refiere a los trabajos de Gaston Bachelard. Según Dominique Lecourt (1969), Bachelard revela que la epistemología es histórica, su esencia es ser histórica. La disciplina que toma al conocimiento científico como su objeto de estudio debe considerar la historicidad de este, debe dar cuenta de las condiciones reales de la producción del conocimiento científico. La ciencia es en sí misma, en su práctica, productora de sus propias normas y de los criterios de su existencia.

Dado el uso que Bachelard hace de la noción de epistemología histórica, Hacking sostiene que es mejor llamar a los estudios dastonianos metaepistemología histórica. Los objetos de estudio a los que refiere Bachelard son las ciencias con su desarrollo histórico, sus obstáculos y sus rupturas, es decir, el conocimiento científico. En cambio, el objeto de estudio de lo que Hacking llama metaepistemología histórica —y Daston, epistemología histórica— son ideas acerca del conocimiento. No es una teoría del conocimiento, sino un estudio de ideas acerca de este o de sus usos. Una cosa es historizar el conocimiento científico, sus procesos de producción y validación, y otra distinta es historizar las categorías epistemológicas. Allí donde Bachelard insistió en que las consideraciones históricas eran esenciales para la práctica de la epistemología, la metaepistemología histórica examina las trayectorias de los objetos que juegan ciertos roles en el pensamiento acerca del conocimiento y las creencias. Alguien que esté interesado en metaepistemología histórica no por ello está necesariamente excluido de obtener conclusiones epistémicas, pero eso no significa que su análisis sea epistemológico. Un análisis de este último tipo sería, según Hacking, entendido de alguno de los siguientes tres modos: 1) una teoría del conocimiento y sus ideas afines, que trabaja conceptos y prácticas asociadas con la idea de que en la ciencia se saben algunas cosas, otras se creen, se tienen razones, se dan evidencias, se prueba, se refuta, etc,; 2) teorías que exponen los fundamentos o justificaciones del conocimiento en general, establecen los estándares de razonamiento correcto o proveen argumentos de por qué los conocimientos no cumplen con esos criterios; 3) teorías acerca de cómo investigar. La metaepistemología histórica, para sus análisis, puede acudir e integrar resultados de los análisis mencionados, pero aun así no se estará haciendo epistemología.

La metaepistemología histórica es, según Hacking, una forma de hacer historia y filosofía de, entre otras cosas, las ciencias. Algunas mezclas de historia y filosofía pueden mostrar cómo emergen ciertas posibilidades. La metaepistemología histórica, en ese sentido, cae bajo el concepto generalizado de ontología histórica (Hacking 2002 9).

La ontología histórica estudia los objetos en general, no solo las cosas sino clases, tipos de personas, ideas e instituciones que surgen en la historia a partir de ciertas posibilidades y condiciones. Tiene que ver con la posibilidad de emergencia de algunos objetos y conceptos. Tiene relación con objetos, o sus efectos, que no existen en ninguna forma reconocible antes de que se tornen objetos de estudio científico.

Hacking examina diversas formas de constitución: cómo emergió la probabilidad, la objetividad, el abuso infantil, las enfermedades mentales, las ideas de persona, de memoria, de conciencia, el desorden de la personalidad múltiple, el trauma, etc., y cómo esos variados conceptos, prácticas, ideas e instituciones, a los que podemos tratar como objetos de conocimiento, al mismo tiempo revelan nuevas posibilidades para la elección y la acción humanas. La ontología histórica nos ayuda a pensar esas investigaciones tan diversas como formando parte de una misma familia (Hacking 2002 4).

Ontología histórica es una expresión que Michel Foucault usó en 1982. Según Hacking, su ontología fue tan creativa como histórica. El filósofo canadiense elabora su noción de ontología histórica con base en los tres ejes que menciona el filósofo francés: conocimiento, poder y ética: una ontología de nosotros mismos en nuestras relaciones con la verdad, con respecto al campo del poder, y con la moral.

Dentro de la ontología histórica, la metaepistemología histórica corresponde al análisis de los conceptos más generales usados en epistemología. Se ocupa de los conceptos organizadores relacionados con conocimiento, creencia, opinión, objetividad, imparcialidad, prueba, probabilidad, argumento, razón, racionalidad, evidencia, hechos, verdad. Son las palabras usadas por lo que Quine llamó ascenso semántico y que Hacking denomina en algunos de sus trabajos palabras ascensor (2001 48). Son palabras que se utilizan para decir algo sobre lo que decimos o pensamos acerca del mundo. Están en un nivel superior. Ellas y sus adjetivaciones han experimentado mutaciones sustanciales de su sentido y valor, aunque a menudo son pensadas como objetos independientes, sin historia, con significados estables, transparentes y eternos. Es un análisis de los conceptos, no de manera intemporal sino en sus sitios históricos. Las relaciones lógicas entre ellos se forman en el tiempo y no pueden ser percibidas correctamente a menos de que sus dimensiones temporales y sus usos sean tomados en cuenta.

Estos conceptos organizadores, sin los cuales no podríamos pensar acerca de nuestro pensamiento, parecen satisfacer los siguientes criterios, según Hacking (1999):

1. Estructuran nuestro pensamiento sobre el mundo y organizan toda una colección de subconceptos, prácticas y valores. Son categorías del pensamiento, aunque Hacking prefiera llamarlos conceptos organizadores. Ellos son primos del entendimiento de Kant pero, aunque juegan un papel similar a los conceptos kantianos puros, puesto que nos permiten hacer juicios, a diferencia de ellos, no son permanentes, sino históricos.

2. Son históricos y están situados. Están constituidos por la tradición y el uso. No existen como un recurso atemporal. Ellos cambian, evolucionan, sufren mutaciones, emergen a la luz de nuevas prácticas o como resultado de transformaciones radicales de otros anteriores.

3. Son inevitables. Son, posiblemente, esenciales para el funcionamiento mismo de nuestra sociedad, nuestras leyes, nuestras ciencias. Están adheridos a nosotros, lo cual no quiere decir que no los podamos cambiar o que ellos no cambien.

Su estructura se forma en el tiempo y es preservada y modificada a través de él, por eso solo puede ser explicada examinando las formas en que ellos han sido forjados y utilizados. Los conceptos tienen memoria. Un análisis correcto requiere dar cuenta de sus trayectorias previas. Es en ese sentido que Hacking afirma que los conceptos son palabras situadas. A partir de su escritura de The emergence of probability, Hacking piensa que los problemas filosóficos se crean cuando muta el espacio histórico de posibilidades en que se organizan nuestros pensamientos. En “Five parables” (1984) sostiene que algunos de los problemas filosóficos acerca de los conceptos son resultado del desconocimiento de su historia. Un concepto se torna posible en un momento y en condiciones definidas por un ordenamiento de ideas que en otro determinado tiempo se derrumba, desaparece. El problema surge a partir de la falta de coherencia entre el estado anterior y el nuevo, entre el concepto y aquel ordenamiento anterior de ideas que lo hizo posible. Hacking, además de considerar que muchos problemas filosóficos están esencialmente constituidos históricamente, ve en ellos una cuestión no solamente de fundamentos, sino de análisis y génesis a la manera de lo que él llama el imperativo lockeano: comprender nuestros pensamientos y nuestras creencias a partir de dar cuenta de cómo se originan. Comprender la prehistoria de los conceptos problemáticos y qué los hace posibles permite captar la naturaleza y explicar el problema, aunque ciertamente no hará que ellos se solucionen.

The emergence of probability da cuenta de un concepto inevitable que llegó a estructurar nuestra experiencia del mundo de muchas maneras, que da forma a los modos en que conocemos y a partir del cual se abre un espacio de posibilidades en el que otros tantos conceptos —variabilidad, población, distribución, media, etc.— se constituyen. Es un concepto sin el cual, como dice el propio Hacking, no podemos concebir el mundo. En ese texto Hacking analiza cuáles son las condiciones históricas que posibilitan el surgimiento de la probabilidad. Comienza por lo que llama la prehistoria del azar a partir de los primeros juegos de aleatoriedad como el talus, predecesor de los dados. A pesar de la antigüedad de este pasatiempo, las ideas acerca de la probabilidad y una matemática del azar no fueron conocidas hasta el Renacimiento. En esa época, probabilidad significa fundamentalmente probabilidad de una opinión. Es recién alrededor de 1650-1660 cuando muchos de los ingredientes necesarios se fusionaron para conformar el espacio en el cual surgió la probabilidad como la conocemos hoy. Alrededor de esta fecha un importante número de personas, en forma independiente, llegaron a las ideas básicas de la probabilidad. Aunque había habido algunas anticipaciones parecería que la época no estaba madura para dar a luz un concepto de probabilidad, “nuestro” concepto de probabilidad. Esa falta de madurez era resultado, entre otras cosas, de la carencia de un concepto pertinente de evidencia factual, cuya formación es una de las precondiciones de la probabilidad. Por concepto pertinente de evidencia se entiende la evidencia de las cosas o evidencia interna, que se distingue de la evidencia de los testigos y la autoridad. En el Renacimiento fue aceptada una nueva clase de testimonio: el testimonio de la naturaleza. La naturaleza podía conferir evidencia factual, en el sentido moderno del hecho atómico, aislado, independiente que puede servir como indicador y aun como prueba positiva de otro hecho aislado, independiente. Pero, como se basaba en signos naturales, solo a veces se podía confiar en ella. La probabilidad se comunicaba por lo que ahora se llaman regularidades y frecuencias semejantes a leyes. De este modo, la conexión de la probabilidad con frecuencias estables semejantes a leyes es un resultado del modo en que cobró existencia el nuevo concepto de evidencia interna. Así, una vez el signo se transforma en evidencia, está dado el espacio de posibilidades para que surja un concepto de probabilidad dual, nuestro concepto de probabilidad.

Hacking ha insistido reiteradamente que su proyecto no es histórico sino filosófico. Sin embargo, su obra no solamente revela una sensibilidad hacia la historia que no es propia de la mayoría de los filósofos formados en la tradición analítica —como es su caso—, sino que es posible sostener que varios de sus trabajos tienen un talante verdaderamente histórico. Ellos son resultado, por un lado, de su apoyatura en la historia del presente de Foucault —ya que le interesa comprender el estado actual de la ciencia con base en reflexiones sobre el pasado— y, por otro lado, su idea de estilo de razonamiento científico a partir de la noción de estilo de pensamiento del historiador Alistair Crombie.

Es en ese sentido que Hacking ha historizado las formas de razonar y de hacer, las formas de decir verdad, las normas de evidencia, etc. A ese respecto algunos críticos han señalado que los análisis de los estilos de razonamiento científico que realiza Hacking, por ejemplo, formarían parte del proyecto de la epistemología histórica.

En este trabajo mi consideración respecto a si los análisis de Hacking pueden incluirse dentro de la propuesta de la epistemología histórica, o cómo pueden relacionarse con ella, no se centrará en un aspecto particular de su obra, sino más bien en los intereses que considero subyacen a la totalidad de esta. Sin embargo, entiendo oportuno señalar que, por ejemplo, según Martin Kusch (2010 y 2011), la propuesta histórico-filosófica de Hacking, que da cuenta de la emergencia y el desarrollo de los estilos, pero también plantea implicaciones importantes para lo que se entiende por racionalidad, razón, razonamiento, proposiciones y objetos científicos, puede ser considerada dentro del proyecto de la epistemología histórica. En tanto “[…] los análisis de Hacking historizan la razón, historizan lo que cuenta como una proposición científica, historizan lo que es aceptado como una entidad científica” (2010 159), según Kusch hay “[…] razones suficientes para hablar de su teoría de estilos de razonamiento como la epistemología histórica de Hacking” (159).

Por su parte Luca Sciortino (2017) argumenta que los métodos y resultados del proyecto de estilos de razonamiento hackiniano son parte del aparato metodológico y conceptual de la epistemología histórica. El alcance de la teoría de los estilos es idéntico a uno de los objetivos de este movimiento: comprender un concepto organizador, la objetividad, que muta y evoluciona junto con los cambios en las prácticas. La noción de estilo de razonamiento de Hacking puede ser mejor comprendida, sostiene Sciortino, cuando se la pone en relación con la noción de concepto organizador, núcleo de la epistemología histórica. El proyecto de Hacking sería uno entre los proyectos de la epistemología histórica que historizan a Kant.

4. EL INTERÉS POR LAS CONDICIONES DE POSIBILIDAD DE LA EMERGENCIA EPISTÉMICA

En el marco de las categorías epistémicas que modelan y estructuran nuestro pensamiento del mundo se esbozó el trabajo de Daston y Galison acerca de la objetividad como ejemplo de un concepto que organiza la experiencia del mundo, que establece principios mediante los cuales se planifican los experimentos, se decide qué instrumentos utilizar, se entrenan los sentidos para tomar decisiones, se establece qué detalles omitir de los fenómenos, etc. Considero que es en ese mismo sentido que puede entenderse el análisis que realiza Hacking acerca de la probabilidad. Es que tanto para Hacking como para Daston y otros representantes de la epistemología histórica los conceptos epistémicos y los estándares e ideales a los que están conectados emergen en el marco de prácticas y contextos específicos, con el tiempo se transfieren a nuevos dominios de aplicación, y a veces se vuelven tan generales que se piensan como no teniendo historia. Al enfatizar que con frecuencia las prácticas científicas surgen con anterioridad a cualquier concepto explícito de ellos, estos autores además subrayan simultáneamente su rechazo a una historia tradicional de las ideas.

Puede señalarse también una convergencia en la idea de la historicidad ya no de los conceptos organizadores, sino de los objetos científicos. Es la ontología histórica de la que habla Hacking en su texto homónimo y la metafísica aplicada a la que refiere Daston en Biographies of scientific objects. Es una ontología dinámica que da cuenta de cómo llegan a y cómo dejan de existir dominios enteros de fenómenos como objetos de investigación; una ontología que, según Hacking, ayuda a pensar como integrando una misma familia fenómenos tan diversos como el surgimiento de la probabilidad, el modelado del abuso infantil o el sacudimiento que producen las enfermedades mentales transitorias y que, según Daston, aglutina objetos previamente considerados heterogéneos en una sola categoría; ontología que nos permite corrernos del debate sobre objetos reales versus objetos históricos, objetos reales versus objetos construidos; una ontología en movimiento que, en el caso de Hacking, forma parte de un conjunto de nociones que propone para analizar las ciencias humanas: nominalismo dinámico, efecto bucle, construcción de personas, etc. Hacking entiende al nominalismo dinámico como un nominalismo en acción dirigido a clasificaciones nuevas o que cambian. Se ocupa de las diversas formas en que las clasificaciones interactúan con los individuos a los que se aplican. Ilustra cómo la categoría y lo categorizado se ajustan mutuamente, y argumenta que ciertas clases de seres y de acciones humanas surgen junto con la invención de las categorías que las etiquetan. Es el único tipo de nominalismo en que la historia juega un rol esencial en la constitución de los objetos. El efecto de ese proceso de feedback que sufren las clases humanas debido a la interacción entre sus miembros (las personas y sus comportamientos) y las formas en que son clasificadas es lo que Hacking llama efecto bucle y que hace que los fenómenos estudiados por las ciencias humanas no sean estables, como los naturales, sino objetivos móviles. El resultado de ese efecto bucle es la construcción de personas, individuos que construyen su ontología histórica interactuando con la clasificación a la que son sometidos por parte de los expertos.

Sin embargo, es necesario marcar algunas diferencias entre las propuestas dastoniana y hackiniana respecto a esta ontología dinámica. En Historical ontology Hacking señala:

Mi ontología histórica se ocupa de los objetos o sus efectos que no existen en ninguna forma reconocible hasta que se vuelven objetos de estudio científico. Daston describe su metafísica aplicada como acerca del surgimiento de objetos de estudio, y no del surgimiento de objetos, a secas (2002 11).

Daston es cuidadosa, afirma Hacking, al sostener que los objetos emergen y desaparecen en tanto objetos de investigación científica. No hay radicalidad en esa afirmación, naturalmente los objetos son objetos de estudio en un momento y no en otro.

Sin embargo, Hacking afirma tener otra razón más directa para distinguir su propuesta de ontología histórica de la metafísica aplicada de Daston. Los objetos históricos a los que refieren en general Daston y otros autores que trabajan bajo la égida de la epistemología histórica actual provienen tanto de las ciencias humanas como de las naturales. Es decir, en este caso los objetos que presentan una dinámica histórica no se restringen al campo de las ciencias humanas como ocurre en la propuesta de Hacking. Recordemos que esa restricción se relaciona con los tres ejes de Foucault, cuya presencia permite, según Hacking (2002 11-16), la ontología histórica de los objetos de las ciencias humanas y cuya ausencia la impide para los objetos de las ciencias naturales. En “Five parables” (1984 40) Hacking ya había conectado esta diferencia, por un lado, con la cuestión del nominalismo, en tanto en las ciencias humanas, en contraste con las ciencias naturales, la invención de nuevas clasificaciones genera nuevas clases de objetos (las personas y sus comportamientos). Por otro lado, tiene relación con la historia porque mientras los objetos de las ciencias humanas están constituidos por un proceso histórico, los de las ciencias naturales, si bien se crean en el tiempo, en condiciones microsociales, una vez creados se independizan de la historia y, en ese sentido, no están constituidos históricamente.

Como ya hemos señalado, el centro de atención de este trabajo no es la identificación y el análisis de aspectos puntuales de convergencia, algunos de los cuales han sido comentados, sino mostrar una confluencia más básica y fundamental: el interés que comparten Daston (¿y, por qué no, la epistemología histórica contemporánea en general?) y Hacking en el análisis de las condiciones históricas de posibilidad para el surgimiento de ciertos objetos y conceptos, un interés que, en ambos casos, en mayor o menor grado, ha sido estimulado por el pensamiento de Michel Foucault.

Al respecto del filósofo francés, Daston señala:

Pero las ondas de choque desencadenadas por los sistemáticos intentos de Foucault de escribir la historia de lo ahistórico —la sexualidad, el yo, la verdad misma— llegaron mucho más allá de las ciencias humanas y de la vida. Temas como la prueba, la experiencia y la objetividad, que los historiadores habían asignado previamente a las contemplaciones atemporales de los filósofos, de repente parecieron habilitadas a la historización. Además, el modo foucaultiano de investigación histórica de estas abstracciones etéreas era minuciosamente concreto y encajaba con la nueva conciencia disciplinaria de los historiadores de la ciencia. Fueron la lectura atenta, la búsqueda de archivos y la indagación minuciosa de prácticas específicas, no el argumento filosófico o el análisis sociológico, las que producirían la historia invisible de los objetos que se habían vuelto inevitables, proporcionando la evidencia para la historia de lo auto-evidente (2009 810).

En cuanto a Hacking, aun cuando las condiciones de posibilidad a las que refiere no son estrictamente las condiciones de posibilidad foucaultianas, él ha señalado en numerosas ocasiones la influencia que los trabajos del filósofo francés ha tenido en su propio pensamiento en este respecto, y ha dicho que Foucault ejemplifica lo que para él es la filosofía: “[…] un modo de analizar y llegar a entender las condiciones de posibilidad para las ideas” (Hacking 1988 38).

Si bien el texto en que más temprana y claramente puede verse este interés de Hacking es The emergence of probability (1975), también está presente en The taming of chance (1990), que muestra en qué condiciones es posible el surgimiento y la construcción de personas. Así mismo, sus libros Rewriting the soul (1995) y Mad travelers (1998) estudian las condiciones de emergencia del concepto de desorden de la personalidad múltiple y su relación con la memoria y el abuso infantil y las condiciones históricas de posibilidad para el surgimiento de los llamados viajeros compulsivos o fugueurs, respectivamente. Por último, Hacking presenta los estilos de pensamiento y acción científicos como proveyendo las condiciones que hacen posible el surgimiento de conceptos, objetos y clases propios de cada estilo (Martínez 2021).

En el caso de Hacking debemos hablar de condiciones no solo históricas sino también situadas. Esto plantea un contraste importante entre Hacking, Foucault y Kant. A pesar de que Foucault ha señalado reiteradamente la herencia kantiana de su trabajo filosófico, al hablar de a priori histórico ha querido marcar una diferencia importante entre su noción y el a priori kantiano. Foucault historizó a Kant; no pensó la constitución de los agentes morales como algo universalizable, sino como constituidos en un tiempo y lugar, usando materiales que tienen una organización formada distintiva e históricamente. Mientras el a priori kantiano remite a condiciones de posibilidad del conocimiento universalmente aplicables, a constreñimientos necesarios para toda experiencia posible, fijas en el tiempo, Foucault no remite a ninguna instancia trascendental. El adjetivo histórico de la expresión foucaultiana pretende desmarcarse de esa búsqueda de condiciones trascendentales de posibilidad del conocimiento y atenerse a sus formas históricas regulares, pero contingentes. El a priori histórico busca establecer las condiciones históricas de los enunciados, sus condiciones de emergencia, su forma específica de ser, etc., en tanto parte de una historia ya dada. Foucault sostiene junto con Kant que nuestros pensamientos y experiencias ocurren dentro de límites categóricos fijos, pero agrega que esos límites son contingentes, resultado de nuestra historia y cambiantes de una época y de un dominio de conocimiento a otro. El a priori histórico apunta a condiciones sobre las posibilidades del conocimiento dentro de una formación discursiva, condiciones cuyo dominio es tan inexorable, allí y entonces, como el a priori sintético de Kant. Sin embargo, están al mismo tiempo condicionados y formados en la historia, y pueden ser desarraigados por una transformación posterior, radical, histórica.

A diferencia de Kant, para Foucault y para Hacking la tarea no es fijar una ontología primitiva, sino trazar los sistemas móviles de relaciones y síntesis que proveen las condiciones de posibilidad para la formación de ciertos órdenes y niveles de objetos y formas de conocimiento de tales objetos. Es analizar una multiplicidad de condiciones de posibilidad políticas, sociales, institucionales, técnicas y teóricas, y reconstruir un sistema heterogéneo de relaciones y efectos. Lo que así realiza es una forma de inteligibilidad histórica cuya concreción y materialidad está en la verdadera irreductibilidad de los distintos órdenes de eventos cuyas relaciones traza (Foucault 1980 243). Es decir, “[…] esta ontología histórica […] debe apartarse de todos esos proyectos que pretenden ser globales y radicales” (Foucault 2003 92).

Es en ese mismo sentido que la ontología de Hacking tampoco se ocupa del ser en líneas generales. Esto es una constante en su trabajo. La ontología propuesta por Hacking se ocupa de trayectorias particulares del ser más que de grandes abstracciones; deja de lado el debate teórico global para ocuparse de algunas entidades en forma particular. Tiene, además, la particularidad de ser una historia que no se queda dentro de los límites de una época, sino que los traspasa. Es por eso que habla, por ejemplo, de la prehistoria de los conceptos, de buscar la claridad y la comprensión de estos a partir de dar cuenta de cómo se originan. Para Hacking los conceptos tienen historia, los objetos de las ciencias humanas tienen historia, las formas de decir verdad tienen historia, las formas de investigar tienen historia. Las condiciones de posibilidad tienen historia.

Hacking va más allá también de las condiciones epocales en el sentido que les confiere Foucault como compartidas por todos los conocimientos de una época. La historia de los conceptos y de los objetos en Hacking son trayectorias particulares, a pesar de que su surgimiento se dé en un contexto o en un estilo determinado. En ese sentido, son condiciones situadas. Es una historia que no atiende tanto a la regularidad en el sentido foucaultiano, sino más bien a lo que cada historia (de un concepto o un objeto) tiene de específico.

Los conceptos organizadores comparten estas características. Ellos también son palabras situadas, y esto incluye los enunciados reales en que son pronunciados o escritos, quiénes los pronuncian y con qué autoridad, qué los habilita a ser trasmitidos, compartidos, repetidos, abusados, rechazados, dónde se los pronuncia y con qué fines. Un concepto se torna factible en un momento determinado, es hecho posible por un ordenamiento de ideas.

Hacer la historia de un concepto no es meramente descubrir sus elementos, sino principalmente investigar los principios que hacen que sea útil o, eventualmente, problemático. Afirmar que los modos en que las condiciones para el surgimiento y los cambios en el uso de una palabra determinan las condiciones en que puede ser usada puede dar como resultado una compleja metodología. Sin embargo, eso es lo que Hacking se propone hacer en The emergence of probability acerca del concepto de probabilidad y lo que teoriza en la tercera parte de su artículo “Five parables”. Es lo que lleva a cabo también en The taming of chance al analizar las condiciones históricas y situadas de posibilidad del surgimiento de las concepciones actuales de azar, determinismo, información y control, cómo fueron conformadas dichas concepciones y cómo las condiciones de su construcción limitan nuestros modos presentes de pensar.

5. CONCLUSIONES

En Objectivity, según Hacking (2015 19), Daston y Galison analizan los sitios en que el concepto de objetividad y palabras afines fueron usadas en los pasados tres siglos, las prácticas dentro de las cuales se desarrollaron, quiénes tenían autoridad cuando las usaban y los modos reales de inscripción. Ahora bien, esta forma de investigar que Hacking observa en el libro de Daston y Galison (2007), ¿no es el tipo de análisis que él mismo realiza en The emergence of probability (1975) al estudiar, como dijimos, las condiciones de posibilidad para el surgimiento de la probabilidad como concepto organizador? ¿The emergence of probability no es como Objectivity una investigación de tercer nivel, es decir, el estudio de un concepto organizador que organiza otros conceptos de un discurso que a su vez habla de otros discursos que refieren al mundo (y lo hace teniendo en cuenta los sitios en que ese concepto organizador se desarrolla y cómo cambia)? ¿No está allí presente la siguiente doble afirmación de la epistemología histórica?: 1) en cada etapa particular de la historia hay un conjunto de conceptos organizadores que juegan un papel similar al de los conceptos puros de Kant para permitirnos hacer juicios y 2) ellos no son permanentes. ¿No es esta la historización de Kant a través de la línea de Foucault compartida tanto por Hacking como por Daston y otros representantes de la epistemología histórica?

La epistemología histórica, al decir de Fragio (2007), propone la disolución del sujeto trascendental y la sustitución de las categorías por la génesis histórica de los conceptos y los objetos científicos con las consiguientes consecuencias gnoseológicas, metafísicas y metodológicas. La formación de estos últimos pone de relieve la variabilidad de los marcos epistémicos en los que hacen su aparición. Las entidades ya no son trascendentales y las condiciones de posibilidad del conocimiento han dejado de ser la combinación en una síntesis necesaria de las formas a priori del espacio y del tiempo con el mundo empírico o fenoménico. Las condiciones de posibilidad son inmanentes a las configuraciones fáctico-representacionales, singulares e históricas en las que se da la ciencia. La cognición científica es plural y no está determinada de una vez por todas.

En resumen, Hacking llama a los análisis que él realiza metaepistemología histórica para distinguirlos de reflexiones del tipo que propone Bachelard, e incluso ontología histórica, expresión que considera más precisa para lo que ha querido decir. Afirma que, tal como él la entiende, la epistemología histórica no es la etiqueta adecuada para sus trabajos y que la propia expresión, que otros usan, ha adquirido vida propia, pero solo tiene una conexión tangencial con su propia vida intelectual (Vagelli 2014 264-265). Aun así, considero que el tipo de análisis que Hacking realiza, no solamente en The emergence of probability, sino en buena parte de su obra, interesado por las condiciones históricas de posibilidad del surgimiento de ciertos objetos y conceptos científicos, comparte antecedentes, rasgos e intereses fundamentales no solamente con los análisis dastonianos sino, en términos generales, con la llamada epistemología histórica contemporánea. Estos rasgos e intereses compartidos proveen, a mi entender, fundamentos para considerar que su proyecto no solo proporciona una base sólida y decisiva a partir de la cual se desarrolla dicha propuesta epistemológica, sino, incluso, puede formar parte de ese conjunto heterogéneo de investigaciones.

AGRADECIMIENTOS

El presente trabajo fue realizado en el marco del Proyecto ID 312 (2018) financiado por CSIC-Udelar.

Agradezco las sugerencias realizadas por los revisores del manuscrito que sin duda han contribuido a la mejora del presente trabajo.

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