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Bruno Lutz y Carlos Chávez Becker, coords., Acción colectiva y organizaciones rurales en México. México: Universidad Nacional Autónoma de México-Ediciones del Lirio-UAM Xochimilco, 424 pp. ISBN UNAM: 978-607-02-6048-3; DEL LIRIO: 978-607-8371-41-9; UAM : 978-607-28-0292-6. Perspectivas para el estudio de la acción colectiva rural en México
GLORIA JOVITA GUADARRAMA SÁNCHEZ
GLORIA JOVITA GUADARRAMA SÁNCHEZ
Bruno Lutz y Carlos Chávez Becker, coords., Acción colectiva y organizaciones rurales en México. México: Universidad Nacional Autónoma de México-Ediciones del Lirio-UAM Xochimilco, 424 pp. ISBN UNAM: 978-607-02-6048-3; DEL LIRIO: 978-607-8371-41-9; UAM : 978-607-28-0292-6. Perspectivas para el estudio de la acción colectiva rural en México
Espacialidades. Revista de temas contemporáneos sobre lugares, política y cultura, vol. 7, núm. 1, pp. 234-240, 2017
Universidad Autónoma Metropolitana
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Bruno Lutz y Carlos Chávez Becker, coords., Acción colectiva y organizaciones rurales en México. México: Universidad Nacional Autónoma de México-Ediciones del Lirio-UAM Xochimilco, 424 pp. ISBN UNAM: 978-607-02-6048-3; DEL LIRIO: 978-607-8371-41-9; UAM : 978-607-28-0292-6. Perspectivas para el estudio de la acción colectiva rural en México

GLORIA JOVITA GUADARRAMA SÁNCHEZ
El Colegio Mexiquense, México
Espacialidades. Revista de temas contemporáneos sobre lugares, política y cultura, vol. 7, núm. 1, pp. 234-240, 2017
Universidad Autónoma Metropolitana
Perspectivas para el estudio de la acción colectiva rural en México

El volumen Acción colectiva y organizaciones rurales en México, coordinado por Bruno Lutz y Carlos Chávez Becker, es un libro que reúne un conjunto de estudios sobre el desenvolvimiento y características de las organizaciones civiles rurales mexicanas. El contenido lo integran ensayos y estudios de caso, cuyo objetivo es visibilizar, desde distintos ángulos, la acción colectiva, es decir, muestra cómo algunas de las organizaciones sociales, inmersas en entornos y problemas diferentes, son protagonistas y no solamente receptoras de las políticas públicas.

En el ámbito del estudio de las organizaciones sociales, se considera un texto innovador porque se inserta en un rubro poco explorado en la investigación académica sobre la sociedad civil, contexto en el que se cuestiona, incluso, la existencia de una sociedad civil campesina. En ese marco, abierto a la discusión y al debate, este libro aporta al conocimiento de las organizaciones rurales, particularmente las campesinas, por varias razones que enumero a continuación:

  1. 1. Condensa una visión distinta a la visión (casi generalizada y estereotipada) del campo mexicano, sus problemas y actores, es decir, en este estudio no se le determina como un territorio relativamente indiferenciado, poblado de actores hasta cierto punto homogéneos que se circunscriben en conceptos como campesino, atraso, marginalidad, rezago social; lo que no permite aproximarse a explicaciones de las dinámicas locales, como sí lo consigue este texto.

    Contiene un conjunto de propuestas analíticas —valiosas en sí mismas— y una perspectiva del desenvolvimiento del campo mexicano, el cual se sustenta en las trayectorias, características y condiciones de las organizaciones que lo pueblan y lo trabajan.

    Integra tres etapas sociohistóricas en la formación de organizaciones rurales que recorren los procesos de transformación del campo y del país. Destaca la óptica particular de examinar las organizaciones campesinas como organizaciones civiles, no sólo como entidades corporativas o cooperativas productivas, poniendo énfasis en los modos de acción colectiva.

Suponer —como se hace con frecuencia— que el campo no ha tenido demandas o que no se ha organizado colectivamente, parece demasiado ingenuo. Es evidente que, a lo largo de la historia de México, se han registrado movimientos de varios tipos y que, en muchos de estos, las organizaciones campesinas han sido el eje articulador de demandas, avances y resistencias; identificar cuáles son, dónde están, cuáles han sido las estrategias exitosas y cuáles son los retos que enfrentan no es una tarea simple.

El libro en su conjunto profundiza, explora y perfila los movimientos sociales, posibilita que los actores tengan rostro y los problemas se muestren. En los estudios que integran este volumen, el Estado también deja de ser una entidad unificada y un bloque homogéneo, para reflejar momentos específicos, formas de gestión y precisar las estrategias que particularizan su intervención.

Esa intencionalidad se vierte en el prólogo de Hubert Carton de Grammont, quien par- te de reconocer que el campo mexicano ha registrado cambios profundos en su estructura productiva, pero que poco sabemos de la transformación de los mecanismos de acción colectiva que aglutinan resistencias, luchas y logros. Ciertamente, como señala Carton, los cambios en el campo mexicano han sido vertiginosos y complejos, y aunque es patente su transformación a partir de la globalización, se han estudiado poco los actores y la acción colectiva que ejercen.

En ese sentido, los trabajos aquí reunidos presentan sus mayores fortalezas y debilidades: por una parte, se integra como un mosaico plural e interdisciplinario de muchas facetas, que reflejan la compleja realidad del desarrollo en el campo mexicano y el papel que han desempeñado las organizaciones campesinas en ese proceso. Por la otra, esa condición deriva en una estructura difícil para lograr la integración fluida entre los capítulos iniciales, en los que se sientan las bases del análisis (además de que tienen propiamente un carácter sociohistórico) y los estudios de caso contemporáneos, pues en los primeros no se presentan con suficiencia los criterios de acción colectiva y las categorías que dan coherencia y congruencia a las diferentes miradas. A pesar de ello, favorece la integralidad del conjunto, el hecho de que se lea como el resultado de un trabajado colegiado y articulado colectivamente. En la introducción, Chávez Becker señala que la pregunta que vertebra al libro es ¿cuál es la actualidad y cuáles son las perspectivas de la acción colectiva rural en México? Por lo que se procura mostrar y reflexionar sobre las trayectorias, características y condiciones de algunos esfuerzos asociativos en el campo mexicano en el nuevo milenio. Asimismo, advierte la existencia de un amplio debate en cuanto a planteamientos, estudios, enfoques reflejados en identidad, composición, tamaño, modalidad, fuentes de financiamiento, relación con el Estado y los partidos políticos, terreno de acción y objetivos que hoy consolidan a las organizaciones de la nueva ruralidad mexicana.

Asimismo, se indica que esta esfera vive una mutación, cuya magnitud, intensidad, impacto y profundidad desconocemos, pero que es producto de cambios estructurales en los ámbitos de la economía y la política. En esas consideraciones se sustenta la relevancia y la contribución del libro, evidenciando los vacíos de los estudios sociales. Esos presupuestos, válidos en buena medida, inciden en que los estudios que lo componen corran por tres cursos principales, que no siempre son visibles en el texto: la secuencia de las transformaciones socioeconómicas del campo, el examen de las organizaciones civiles campesinas y su desarrollo, y los mecanismos de acción colectiva.

Este libro se divide en tres apartados, con nueve capítulos en total, que nos muestran tres momentos de formación de las organizaciones rurales en México. El primer apartado es sobre “La formación histórica de colectividades rurales”, integrado por dos artículos: “Organizar para civilizar. El Estado mexicano y el campesino en el siglo XX”, escrito por Bruno Lutz, en el que se discuten las distintas formas en que se ha relacionado el Estado con el campe- sino, en un afán de consolidar el proyecto de nación. Dicha relación —se argumenta—, ha estado supeditada al proyecto ideológico en el poder. En el segundo trabajo, Francis Mestries describe la “Historia de las luchas obreras y campesinas en el ingenio San Cristóbal, Ver., 1917-1960”, en el que reflexiona sobre la profunda complejidad del modelo corporativo de dominación campesina ejercida por el Estado en el periodo 1917-1960 en el sector cañero. Contraria a muchas de las críticas hechas al corporativismo, el autor muestra cómo este modelo ha sido efectivo en cuanto a los beneficios económicos que han recibido los agremiados, para la democratización interna. Asimismo, plantea la forma en la que han incidido positivamente en las distintas luchas generadas por la defensa efectiva de los trabajadores.

El segundo apartado, titulado “Alternativas organizacionales en el campo mexicano”, conformado por cinco textos, en los que se analizan algunas de las organizaciones campesinas que en la actualidad forman parte del tejido asociativo en los espacios de ruralidad, insertas en procesos de adaptación y en el encuentro con nuevos retos. Artemisa López, en “Producción de sorgo y organizaciones agrícolas en el noreste de México”, expone las formas de gestión que llevaron a las organizaciones a insertarse de manera efectiva en el sistema productivo de los granos y en los esquemas que amplían las oportunidades para su comercialización. Esta investigación aporta datos y evidencias de la interacción regional entre los municipios tamaulipecos que concentran este tipo de producción, para la cual ha sido muy importante el asociacionismo de los productores. Este estudio brinda la oportunidad de revisar, con un esquema muy ágil, los tipos de asociaciones vinculadas con las etapas del sistema productivo del sorgo y los actores colectivos principales. Destaca la forma en que la proliferación asociativa ha construido nichos de oportunidad, los cuales han contribuido al posicionamiento de la región fronteriza como una de las más importantes productoras del grano.

Otra visión sobre la integración de los grupos de campesinos a las demandas del libre mercado es la que presenta María Cristina Steffen en su artículo “La ‘Unión de Ejidos 16 de abril’ de Valle de Santiago, Guanajuato, ante el libre comercio”, donde se estudia un caso en el que claramente se observa el complejo entorno en que se desenvuelven las organizaciones campesinas mexicanas, por ejemplo, mercados abiertos, competencia inequitativa con grandes corporaciones agroexportadoras e importaciones de granos baratos, la especulación y manipulación. Su realidad es que dependen de las tendencias económicas internacionales, ya que el precio de los granos está subordinado a determinaciones de las transnacionales agroalimentarias, la cuales provocan que, en algunos casos, las organizaciones campesinas sean una especie de subcontratistas al servicio de las grandes empresas.

Por otra parte, este caso es un ejemplo de cómo una organización logra insertarse exitosamente en este contexto, logrando la subsistencia de sus agremiados y la permanencia de la organización durante más de veinte años.

El estudio “Coevolución: el caso de la UCIRI en el Movimiento Autónomo Campesino Mexicano, un ejemplo exitoso de adaptabilidad”, de Carlos Chávez Becker, contribuye a visibilizar cómo los cambios estructurales han transformado el movimiento campesino autónomo en México y han modificado el aparato productivo nacional. Se advierte que los cambios vertiginosos registrados en el país afectan a las organizaciones campesinas y las obligan a buscar formas de adaptación para subsistir, sobre todo en el caso del volátil mundo del comercio del café. El estudio que realiza del caso de la Unión de Comunidades Indígenas de la Región del Istmo (UCIRI), analiza y explica la vinculación de la organización con el movimiento global del comercio justo, como una estrategia de acción colectiva y adaptación exitosa en un contexto de severa marginación y pobreza regional.

Otra contribución de este estudio es el rescate del concepto de coevolución de Oliver y Myers que se aplica al análisis, el cual se identifica como una categoría teórica pertinente para el examen de estos procesos que no son —señala el autor— monolíticos ni unidimensionales, sino que constituyen movimientos que integran múltiples vertientes, expresiones e identidades. Una de las conclusiones más interesantes a las que llega Chávez Becker es que la relación de la organización con el movimiento corporativo y clientelar siempre es (y será) benéfica en cuanto al ensanchamiento de la participación, pero nociva en cuanto al cumplimiento de demandas que cimenten el cambio estructural que requiere el campo.

En la misma secuencia, las “Organizaciones cafetaleras del comercio justo y el estado: la Coopcafé en Chiapas”, de Gladys Karina Sánchez, sobre la Coordinadora de Pequeños Productores de Café de Chiapas, deja ver los descomunales esfuerzos de adaptación de las organizaciones cafetaleras a condiciones muy adversas. Al parecer, la propuesta actual se encuentra en la producción alternativa y sustentable, inserta en tendencias como el comercio justo y la producción orgánica.

El último texto de este apartado se titula “Haciendo camino al andar. Espacios femeninos en organizaciones cafetaleras de comercio justo”, de Silvia Nuria Jurado, que aborda el tema de género dentro de las organizaciones cafetaleras, estudio indicativo de que existen impactos positivos a contradicciones históricas, como las desigualdades de género. La relevancia del tema radica en que no se pueden resolver los problemas de marginación y pobreza arraigados en las zonas de producción cafetalera, y que sí persisten condiciones de inequidad y discriminación dentro de las organizaciones campesinas para las mujeres. Se pone de relieve que la producción de café se basa en colectividades y que en las mismas está presente una relación inequitativa de género entre hombres y mujeres, con una tendencia favorable hacia un mayor involucramiento y mayor participación de las mujeres en el ámbito productivo.

Las mujeres han encabezado movimientos productivos hacia el comercio justo y la producción orgánica, sobre todo han promovido los esquemas de comercio solidario que han coadyuvado a la incorporación de la perspectiva de género de manera transversal en redes y organizaciones. Resulta interesante el testimonio de cómo las mujeres cafetaleras han superado varios puntos de desigualdad, desde la salida de la función doméstica exclusiva, hasta la acción participativa en la formulación y ejecución de proyectos productivos.

Como guía que integra los diferentes textos y como parte medular del volumen, subyace el planteamiento de que las organizaciones campesinas se sostienen como opción asociativa y de intermediación por la defensa de los intereses de sus agremiados, con miras a mejorar la vida en el campo, evitando las inercias del pasado, de cara a los nuevos obstáculos que en la realidad mexicana, de tal modo que deben afrontar los retos derivados del contexto político y social tan cambiante, a los que no todas las organizaciones pueden adaptarse adecuadamente.

En el tercer apartado, “Nuevas agendas para el campo mexicano”, se analizan tendencias que permean el debate contemporáneo sobre la acción colectiva rural, las cuales se estima que se mueven en torno a dos temas: la seguridad alimentaria y los movimientos campesinos transnacionales. En el primer tema, el estudio de Fredyd Torres describe el cambio en las relaciones productivas, asociado a los cambios en los patrones alimentarios de consumo, y explica que algunos movimientos campesinos recientes se generaron por la necesidad de dar solución a problemas derivados de esas transformaciones. El segundo tema se plantea en el texto de Armando Sánchez, “Movimiento campesino transnacional: el caso de la Vía Campesina-México”, aquí el autor explica la influencia de los procesos transnacionales de la globalización, mediante el examen de los efectos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), sobre el aparato productivo del campo mexicano y sus repercusiones en las organizaciones civiles rurales. Sánchez argumenta que la solidaridad global se convierte en una herramienta para la defensa de los intereses de sus integrantes, como es el caso del movimiento Vía Campesina.

Finalmente, como lo expresa Bruno Lutz en las conclusiones, las organizaciones rurales y, por ende, la acción colectiva de los campesinos en México, se presenta como un conjunto de estrategias heterogéneas de inextricable complejidad, por lo que resulta necesario abrir las puertas a la discusión de los temas de creciente importancia para los estudiosos de este ámbito. En ese sentido, en este libro se traslucen diversas fuerzas y movimientos, algunos de los cuales han sido invisibles para los estudiosos de estos temas y para quienes se encargan de formular las políticas públicas.

Lutz destaca también que metodológicamente el estudio de las organizaciones campesinas es un campo escurridizo, ya que no hay registros, ni se cuenta con estadísticas especializadas y confiables; además, el campo, sus actores y organizaciones son móviles; el panorama de las organizaciones (cooperativas, asociaciones, colectivos, grupos y federaciones) es multicolor y diverso; asimismo, sorprende que el gobierno tenga registradas más de treinta mil asociaciones. El desafío para la investigación estriba en descubrir cómo capturar ese universo.

Se advierte, entonces, la contribución de este volumen, en el que se muestran, muy cercanamente, los problemas que el campesino enfrenta: la combinación de añejas y nuevas barreras. La directriz de esta obra es considerar al campesino no sólo individualmente, sino organizado en agrupaciones con intereses propios y comunes.

Definitivamente, las colectividades organizadas son las que permitirán asegurar la sustentabilidad de la sociedad rural, para lo cual la academia tiene que avanzar en configurar nuevas vías para ampliar el conocimiento, repercusiones e importancia de aquéllas en la vida del país. •

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