La migración se ha convertido en uno de los grandes temas del siglo XXI, la necesidad de estudiarla de una forma circular y ya no más lineal es una de las claras propuestas del libro en cuestión. El texto expone que la migración surge en una coyuntura de diversos matices, altamente vinculadas al tema económico, político, social y jurídico. Entre los factores coadyuvantes, se encuentran la crisis del desarrollo, la pobreza, la idea del sueño americano, la violencia, el crimen organizado y una población vulnerada en sus derechos humanos que, con el objetivo de buscar nuevos horizontes, debe poner en riesgo sus garantías más fundamentales.
Uno de los aspectos destacables y constatables en este texto es cómo la migración representa un negocio para diferentes grupos poblacionales, es decir, resulta redituable para el país emisor por el tema de las remesas, para el receptor por la adquisición de mano de obra barata y para el de tránsito, debido al negocio en que se ven involucrados autoridades, crimen organizado y prestadores de servicios.
Además, ya no sólo se analiza la migración del sur hacia el norte, sino del norte hacia el sur, es decir, de aquellos que regresan a su lugar de origen. El enfoque de los estudios migratorios, sin lugar a dudas, requiere de la multidisciplina y la interdisciplina; es evidente que uno de los aciertos de este texto es precisamente el cuestionamiento del concepto mismo de migración, o los estudios realizados por los migrantólogos.
En este sentido, los enfoques cualitativos permiten explicar dicha perspectiva, pues se entrelazan con los grandes indicadores mundiales para entender la migración desde los relatos, historias de vida y el trabajo etnográfico.
El grupo de investigadores que colaboró en el libro parten de una idea crítica de la migración, sobre todo en torno a la forma en que se ha interpretado el concepto. Dicha propuesta lleva incluso a problematizar otros conceptos, como el transnacionalismo, transnacionalidad, migrantes retornados, entre otros.
La primera sección del libro consiste en la pertinencia de abordar la migración desde una mirada del sur, ya no desde la perspectiva del norte, algo que indudablemente nos recuerda a autores como Boaventura de Sousa Santos. Asimismo, se aborda la migración como teoría y método, y es Phillippe Schaffhauser quien nos invita a reflexionar sobre lo que llamamos estudios migratorios, ¿qué son?, ¿cuál es su objeto?, ¿existen o no?, entre otras interrogantes que permiten a quienes realizan investigación en torno a la migración, repensar en su práctica profesional, sus representaciones y concepciones en torno a su objeto de estudio.
De igual forma, Miguel Moctezuma nos explica la diferencia entre transnacionalidad y transnacionalismo, para comprender al migrante como agente colectivo y como sujeto particular. En este apartado, Ricardo Domínguez Guadarrama explica cómo el gobierno ha entendido la migración de los mexicanos a través de un instrumento de política pública como lo son los Planes Nacionales de Desarrollo- El autor nos revela cómo la actitud del gobierno mexicano hacia sus migrantes pasó de la “vergüenza a la conveniencia”.
El segundo apartado del libro presenta diversos casos que contextualizan el tema migratorio. Aquí Rubén Ramírez Castellanos expone, a través de un trabajo etnográfico realizado durante once meses, el caso de estudiantes mexicanos en dos centros de educación superior en la ciudad de Bakersfield, California, asunto muy interesante, pues, como bien señala, la escuela es uno de los espacios sociales donde se observa la gran cantidad de transformaciones de la sociedad, debido a la llegada de migrantes mexicanos que no cesa.
Por su parte, Elizabeth Suárez Cerdi nos habla del estrés que viven los trabajadores agrícolas contratados con la modalidad de visa H-2 A. En su artículo se observa el aspecto emocional en los procesos migratorios de los centros de trabajo, lo cual nos otorga una dimensión del ser social y las intersubjetividades, en relación con su entorno, como el espacio laboral.
En ese sentido, Bertha Esmeralda Sangabriel García y Mario Pérez Monterosas explican el papel de las redes sociales de las mujeres de Veracruz, ante la vivencia del fenómeno migratorio, así como las redes que tejen quienes desean ser candidatos a migrar al país del norte.
Por último, el trabajo de Eduardo Santiago Nabor nos hace reflexionar, sobre las diversas estrategias políticas y de acción colectiva que realizan los migrantes centroamericanos en las ciudades mexicanas, con la finalidad de empoderarse y defender sus derechos humanos, en los contextos difíciles de tránsito en suelo mexicano. Todo ello con el propósito de lograr el sueño de llegar al vecino país del norte. Con un toque humanista, el autor logra el objetivo de sensibilizar lo que actualmente es un tema central en la política nacional.
El tercer apartado del libro se refiere a la experiencia migratoria en Michoacán, con cinco capítulos: el primero es de Diana Tamara Martínez Ruiz, quien brinda un diagnóstico de la situación actual de la migración en Michoacán, con una perspectiva holística y multidisciplinaria se examinan diversas variables, por ejemplo, el comportamiento demográfico, social, cultural, de educación, comunitario, familiar y laboral en el Estado.
En otro orden, Teodoro Aguilar Ortega nos lleva por los flujos migratorios en Michoacán y cómo han transformado la forma de ver la migración, la cual, al ser parte importante de la vida cotidiana y modelo de comportamiento para los habitantes de la región Lerma-Chapala, se vuelve un hábito y una forma de vida.
El texto de Alethia Vargas Silva y Ana María Méndez Puga presenta una investigación novedosa sobre los que regresan de la migración: diferenciando el caso de los niños y de los adultos, se plantea la idea de la escuela de aquí y de allá, recomendando la inclusión como un factor imprescindible con quienes retornan.
Por su parte, Jesús Gil Méndez da cuenta de un estudio realizado en el valle de Ixtlán, cuyo objetivo era discutir las motivaciones que tienen para retornar los migrantes a su lugar de origen. El eje se centra en las familias binacionales con miembros que residen en Estados Unidos y en las localidades michoacanas.
Finalmente, el pasaje de Óscar Ariel Mojica Madrigal, en concordancia con los dos apartados previos, refiere el tema de los retornados. Se analiza el caso de Penjamillo, Michoacán. Aquí el estudio expone la falta de apoyo de las autoridades y de la propia familia para la reinserción de los migrantes que regresan de Estados Unidos. La propuesta es que la migración de retorno repercute en relaciones tanto a nivel nacional, como comunitario.
Este libro enseña, resalta y rescata elementos transcendentales para la migración, las relaciones binacionales y quienes migran para retornar a sus raíces culturales. Diremos que este libro, estructurado en tres apartados, es apto para todo tipo de público, pues ya no podemos pensar que estos temas sólo se deben reflexionar en la academia, de principio a fin, pues hay una preocupación central: que las múltiples expresiones de la migración se relacionan con lo que los diferentes grupos sociales han considerado sus valores nacionales y regionales, generando aspectos culturales binacionales, transnacionalismo y transnacionalidad.
En otras palabras, en cada página de este libro se indaga cómo la migración representa un serio problema, que merece ir más allá de una simple reflexión, pues nuestro país es, por excelencia, expulsor y receptor de migrantes.
Sólo nos resta recomendar la lectura de este volumen colectivo y felicitar a sus colaboradores por enseñarnos una serie de caminos y vetas que parecían no estar ahí antes del deleite de leer Migración a debate. Surcando el norte. •