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Andrés García SánchezEspacialidades del destierro y la re-existencia. Afrodescendientes desterrados en Medellín, Colombia. Medellín: La Carreta Editores, 2012, 168 pp. ISBN: 978-9588427706
Espacialidades. Revista de temas contemporáneos sobre lugares, política y cultura, vol. 7, núm. 2, pp. 194-197, 2017
Universidad Autónoma Metropolitana



Descripción y contextualización de la obra

Esta obra es producto de la investigación desarrollada por el antropólogo Andrés García Sánchez, en el marco de la Maestría en Estudios Socioespaciales del Instituto de Estudios Regionales (Iner) de la Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia, para optar por el título de Magíster en Estudios Socioespaciales. Este trabajo fue evaluado en el 2010, obteniendo la calificación de sobresaliente por parte del jurado, y se incluyó en el catálogo editorial del Iner, cuya finalidad es mantener viva la memoria de Hernán Henao Delgado, prestigioso antropólogo y estimado profesor asesinado en la sede de dicho instituto en 1999 cuando era su director.

Esta obra está dedicada a los hombres y mujeres afrocolombianos y a las comunidades negras en general que habitan diferentes sectores y barrios de Medellín. El texto relata con detalle experiencias de destierro de mujeres y hombres afrodescendientes, las formas en que la desterritorialización ha marcado sus vidas, los procesos históricos por medio de los cuales se producen las espacializaciones de destierro y las nuevas dinámicas de reterritorialización urbana. En todos los casos, los desplazamientos comienzan siendo interregionales (del campo a la ciudad), para convertirse en intraurbanos, porque, una vez que llegan a la ciudad de Medellín, continúan sufriendo desplazamientos, hasta que logran instalarse en condiciones menos precarias (materiales y simbólicas).

Estructura y contenido de la obra

El libro se estructura en cuatro capítulos, con una introducción, conclusiones y las respectivas fuentes. En la introducción, el autor posiciona su trabajo desde el giro espacial como una necesidad de realizar un descentramiento disciplinar y apertura al diálogo entre disciplinas y saberes. Se explica la importancia de la dimensión espacial, ya que es allí donde se expresan las relaciones de poder/saber, iluminando su trabajo la perspectiva decolonial.

Estructura el trabajo sobre la conceptualización de espacio producido socialmente, apoyándose en el geógrafo colombiano Ovidio Delgado (2006), quien se sustenta a su vez en Milton Santos. También expone la metodología empleada (la etnografía multisituada), con observación y participación directa en distintos escenarios, momentos y espacialidades, además de la producción de mapas y cartografía social como estrategias para el acercamiento a otros saberes.

En el primer capítulo destina la primera parte a la explicación de las categorías teóricas espaciales que empleará en el estudio y expone los vínculos entre la producción del espacio y las jerarquías de poder y de saber ligadas a un patrón cognitivo que deslegitimó la coexistencia y la simultaneidad de diferentes sujetos.

Se expone también la articulación entre espacio y raza, así como su relación con discursos elaborados por las élites intelectuales colombianas, quienes contribuyeron a la exclusión de lo indio y lo negro, y la supravaloración de la matriz cultural mestiza. Esa autorrepresentación agenciada por las élites desencadena violencia epistémica.

En el segundo capítulo, García Sánchez enfatiza en las nociones de destierro y desterrados, en lugar de desplazados, como manera de nombrar la historia del desarraigo y despojo material y simbólico. La no adopción de desplazados obedece a que este concepto lo emplea el Estado para justificar políticas de reparación hacia estos colectivos, lo cual implica el reconocimiento del derecho sobre sus tierras, reconocimiento étnico y cultural amparado en la nueva Constitución Política de 1991 y en la Ley 70 de 1993, pero, en efecto, significa desatención estatal de regiones y poblaciones marginalizadas ante el despojo y el conflicto armado. La visualización de ellos como víctimas obliga al Estado a darles asistencia y asegurarles el derecho sobre sus tierras, pero de ninguna manera ese término repara la experiencia traumática del destierro, el exterminio sistemático de grupos étnicos y los procesos históricos de racialización.

También en este segundo capítulo se presenta la categoría de espacio y en la fundamentación se hace un uso indistinto entre espacio y territorio, haciendo hincapié en que territorio y sujeto se transforman mutuamente y en el espacio se marcan, se espacializan las diversas experiencias, los múltiples tiempos, cuyo resultado es la existencia de un espacio con múltiples territorialidades, como las que el autor expone en los capítulos subsiguientes.

En el tercer capítulo define y explica las espacialidades del destierro, que inicia con la desterritorialización y avanza hacia reterritorializaciones, en principio, extremadamente precarias y excluyentes, y avanza hacia otras de menor precariedad y peligro. Despojados de todo, desterritorializados y reterritorializados, intentan reconstruir sus vidas mediante espacialidades del destierro, definidas por el García Sánchez como el resultado de prácticas contemporáneas de violencia y desarraigo que se tornan concretas en distintos momentos. En el análisis describe y analiza cinco lugares:

  1. 1. Lugares de expulsión: territorios ocupados tradicionalmente por comunidades negras, con título o sin éste, donde acontece la violación de los derechos humanos.
  2. 2. Albergues o refugios transitorios: espacios sociales (clubes, escuelas, iglesia) con condiciones mínimas.
  3. 3. Asentamientos de invasión: invasión de predios y urbanización improvisada.
  4. 4. Nuevos barrios de reubicación: unidades residenciales en la periferia, donde son llevadas las familias como solución a su problemática de carencia de vivienda.
  5. 5. Territorios del retorno: pueden ser las tierras originarias o territorios entregados de manera provisoria o definitiva por parte del Estado a las víctimas del despojo de sus tierras.

El autor ilustra las vivencias de los afrocolombianos en sus espacialidades, apoyando su relato con cartografía social y las voces de los sujetos desterrados.

Por otra parte, el cuarto capítulo es propositivo: expone cómo, incluso esos lugares donde persiste la discriminación racial y el miedo, pueden convertirse en contraespacios, es decir, cómo estas formas espaciales producidas por el terror y la guerra confrontan la muerte, el abandono estatal, la deshumanización étnica y el racismo. García Sánchez evidencia cómo las poblaciones desterradas generan en esa reterritorialización espacios para la expresión y la circulación de las memorias, saberes y prácticas de resistencia, cuyo reto es convertir las vejaciones que han sufrido en aprendizajes, y que ese desplazamiento recuerdos y significados, se transformen en experiencias y saberes para producir formas creativas de lucha.

Ejemplifica las estrategias desarrolladas por algunos grupos en sectores de la ciudad donde se asientan: por ejemplo, para sobrevivir en la ladera de una montaña, despliegan su conocimiento del uso del territorio y los recursos que tenían en su lugar de origen.

Es interesante cómo demuestra los lazos de solidaridad y la organización en comunidad para sobrellevar la desconfianza, estigmatización y hostigamiento que sufren por parte de la sociedad, además de la incertidumbre frente a la supervivencia. Consolidar esos espacios es la única forma de seguir con sus vidas y enfrentar la exclusión y el olvido gubernamental, buscando su inclusión en la ciudad.

En este mismo capítulo García Sánchez examina cómo las espacialidades del destierro urbano se convierten en contraespacios y espacialidades de la reexistencia, mediante una postura política que trasciende el sometimiento, además de que articula los saberes propios en un ejercicio colectivo de apropiación y transformación de las espacialidades del destierro.

En las conclusiones, repasa las perspectivas consideradas para el desarrollo de la investigación articuladas al novedoso campo de los estudios socioespaciales que le permitieron en este trabajo una mejor comprensión de las lógicas geo/biopolíticas, espaciales y coloniales, que convirtieron al pueblo afrodescendiente en otro subalterno. Enfatiza cómo la violencia colonial encarna la racialización y la exclusión espacial. El componente racial los condena a habitar espacios despreciados, peligrosos, así como a ocupar los peores trabajos.

Estas espacialidades de destierro fracturan territorialidades ancestrales, construidas por sujetos ahora desterrados, en cuyas nuevas localizaciones no hacen más que expresar el fracaso de las políticas y acciones de atención y reparación para las víctimas del conflicto armado, quienes son víctimas de la violencia urbana caracterizada por el narcotráfico, entre otros.

No obstante, el autor logró mostrar en su trabajo cómo estas espacialidades se convierten en lugares de esperanza donde, aún en la precariedad, los desterrados imaginan una nueva vida en mejores condiciones, y cómo, frente a la marginación, se activan estrategias de resistencia y solidaridad, reconstruyendo su historia.

Comentarios finales

Aprovecho este espacio para agradecer al autor por ofrecer un trabajo que expone un diálogo de saberes y que visibiliza —como él mismo señala— otras geografías. La metodología desplegada contribuyó en entender la investigación situada y la perspectiva de colonial en situaciones concretas. Desde estas aproximaciones, el autor expuso situaciones negadas o invisibilizadas, protagonizadas por personas de color relegadas del pensamiento social y de las políticas de gestión.

Resulta interesante la no inclusión, en las fuentes consultadas, de geógrafos no colombianos, y en este sentido el empleo de la categoría espacio como sinónimo de territorio. La ausencia de diálogo con la geografía brasilera da cuenta de ello, no así con exponentes de la geografía europea, hecho que nos lleva a pensar sobre los circuitos espaciales por donde circula el conocimiento.

Más allá de estas apreciaciones, celebramos la inter y transdisciplinariedad logradas en este trabajo, el énfasis en la dimensión espacial como una suerte de reparación histórica hacia los geógrafos, muchas veces soslayados y autoexcluidos de los diálogos generados en las ciencias sociales.

Para finalizar, me interesa subrayar el sentido profundo que logra transmitir García Sánchez acerca de la experiencia traumática que experimentan los afrocolombianos desterrados, víctimas de despojos sistemáticos y violencia armada, quienes, pudiendo retornar a sus territorios gracias a la legislación vigente, eligen no hacerlo, porque volver los acercaría nuevamente a la muerte o a experiencias traumáticas de violencia y destierro.

Se trata de sujetos incluidos legalmente, pero excluidos socialmente. Como lo describe con gran sensibilidad el autor, ante esta experiencia y trauma no cabe la idea del regreso.



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