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No hay palabra indígena para decir turismo.El turismo de gran escala y su impacto en poblaciones guaraníes.
Diálogos Revista Electrónica de Historia, vol. 21, núm. 2, pp. 140-157, 2020
Universidad de Costa Rica


Recepción: 29 Octubre 2019

Aprobación: 14 Febrero 2020

DOI: https://doi.org/10.15517/dre.v21i2.39466

Resumen: El presente trabajo aborda la complejidad que presenta la creación de áreas naturales protegidas en territorios de ocupación ancestral indígena, especialmente cuando las áreas protegidas se desarrollan como polos del turismo internacional. El estudio discute el caso específico del turismo de gran escala en la zona de Iguazú, en el norte de Argentina. Allí se emplaza el punto turístico de más relevancia del país, las Cataratas de Iguazú. Esta indagación se enmarca en proyectos de larga duración en la zona, empleando metodologías de investigación de tipo histórico-etnográficas. Empíricamente utilizamos fuentes documentales, registros etnográficos y fragmentos de conversaciones. En el plano teórico, apuntamos a contribuir al campo de las reflexiones sobre las industrias extractivas, los conflictos entre medioambiente, conservación e impacto socioambiental desde una perspectiva etnográfica centrada en las poblaciones indígenas.

Palabras clave: Industria del turismo, indígenas, impacto ambiental, identidad, recursos naturales.

Abstract: This paper addresses the creation of protected natural areas in territories of ancestral indigenous occupation, especially when protected areas develop as poles of international tourism. The study discusses the specific case of large-scale tourism in the Iguazu area in northern Argentina. The Iguazu Falls are located at Iguazu, which is the most relevant tourist point in the country. This inquiry is part of long-term projects in the area within the framework of historical-ethnographic research methodologies. On an empirical standing, we use documentary sources, ethnographic records, and conversation fragments. On the theoretical level, the aim of this paper is to contribute to the field with reflections on extractive industries, conflicts between environment, conservation, and socio-environmental impact from an ethnographic perspective focused on indigenous populations.

Keywords: Tourism, indigenous populations, environmental impact, identity, natural resources.

Introducción

En este artículo nos proponemos revisar el impacto socio ambiental del turismo internacional en la zona de Puerto Iguazú (ciudad central del municipio de Iguazú, Misiones, Argentina), colocando un énfasis particular en el impacto que ha tenido sobre las poblaciones indígenas afectadas por las presiones territoriales de privados así como por el propio Estado.

Daremos cuenta del impacto que para las comunidades indígenas ha tenido la generación de áreas protegidas, así como también la instalación de hoteles de cadenas internacionales y que llevaron a los indígenas a insertarse en el turismo como parte de sus estrategias de subsistencia.

Consideramos el impacto en un sentido muy amplio que no se reduce estrictamente a lo material, sino que también se evidencia en el desarrollo de intervenciones tendientes a establecer vínculos con el modelo de turismo internacional. Klier y Folguera (2017) visibilizan el lugar del impacto socioambiental en la definición de modelos extractivistas en los que no solo se deteriora el ambiente natural, sino también la habitabilidad de las regiones a través de impactos en la calidad de vida de los habitantes a través de la generación de padecimientos de diversa índole.

De este modo, entendemos al turismo como una industria extractivista por sus acciones sobre la población nativa, el bioma propio de la región y las características de sus ganancias. En Argentina, se reflexiona en torno al extractivismo siempre que se habla de industrias como el fracking, las petroleras y los monocultivos, ya que en ellas se involucran recursos naturales de importantes magnitudes que se extraen y se exportan (Gudynas, 2009). Klier y Folguera (2017) consideran el impacto medioambiental como un elemento más para comprender las presiones del extractivismo.

Las poblaciones que habitan en Iguazú han desarrollado a lo largo del tiempo un esquema de propuesta turística centrado en la presentación de su identidad, anclada en un pasado cristalizado. Un conjunto de factores entre los que se destacan las transformaciones de las propuestas del turismo, la incidencia de ONG y los actuales procesos de atomización de los grupos que se experimentan en la región tuvieron como corolario una transformación de las propuestas de turismo indígena en la zona

Metodológicamente, utilizaremos registros de trabajo de campo propios así como fuentes documentales, especialmente aquellas utilizadas como propaganda para la actividad turística.

El texto estará organizado en cinco apartados además de esta introducción y las palabras de cierre. El primero aborda la complejidad de la relación entre tierras de ocupación ancestral indígena y sitios de protección medioambiental. El segundo aborda las transformaciones en la zona generadas por el desarrollo de la industria del turismo, teniendo como actor clave a las poblaciones indígenas. El tercero puntualiza las expresiones de la conflictividad que el turismo presenta en los registros etnográficos. El cuarto apartado aborda las perspectivas de diversos agentes involucrados en el desarrollo del turismo indígena. Luego, basándonos en fragmentosde campo, desarrollaremos las particularidades de los circuitos indígenas. Por último,analizaremos esta información con el fin de problematizar el turismo en relación con el extractivismo y pensar posibles perspectivas de análisis en esa clave. Al final del texto, recapitularemos los alcances de lo dicho y las expectativas.

Tierras de ocupación ancestral indígena y sitios de protección medioambiental

Las poblaciones indígenas mbya-guaraní habitan un territorio atravesado por las fronteras nacionales de Argentina, Paraguay y Brasil. En la zona de Iguazú, se da la mayor concentración para el territorio argentino de estas poblaciones, que habitan en comunidades organizadas con un modelo propio de uso del espacio en una zona que se ha convertido recientemente en periurbana por el crecimiento de la ciudad de Puerto Iguazú1. La economía de la región se sostiene a partir del desarrollo de propuestas turísticas impulsadas por la presencia de las Cataratas del Iguazú (Iguazú Falls), una falla transversal del río homónimo que produce saltos y cascadas de gran belleza a lo largo de varios kilómetros. Por ello, la zona es un polo de atracción turística de gran afluencia, potenciado en el último tiempo por haber sido reconocida como una de las siete maravillas naturales de la humanidad.

El Parque Nacional Iguazú es un sitio de reserva medioambiental reconocido por el Estado Nacional desde 1909, cuando por Ley Nacional 6712 se reserva el entorno de Cataratas del Iguazú a tales fines. El área destinada al parque sufre distintas modificaciones y se define en 67,720 hectáreas desde casi a mediados del siglo XX (Administración de Parques Nacionales, 2016). El sitio del parque fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1984 (UNESCO), Área de Importancia para la Protección de las Aves en 1980 (Bird Life International) y en el plano local es reconocido como parte del Corredor de Biodiversidad Trinacional del Bosque Atlántico del Alto Paraná.

La creación del parque, así como de otras reparticiones estatales que se diseñaron a partir de 1900, fueron generando nuevas pautas de ocupación de la región. Las áreas protegidas fueron cercadas formalmente para propiciar la conservación de la selva como región. Las poblaciones indígenas quedaron ocupando las zonas periféricas del parque y fueron privadas de cualquier acceso y modalidad de uso de dicha región. Muchas de sus prácticas de vinculación con esa región en términos de caza y recolección se vieron interrumpidas.

Esa ocupación de las zonas linderas se dio en los mismos términos que se desarrollaron los núcleos mbyá guaraní en la región: uso extensivo del territorio, viviendas focalizadas en una zona (que es desmontada) anexada a otra zona de cultivos, regiones de monte mantenidas para el acceso a recursos naturales, zona de vertientes de agua. Estas zonas han sido vinculadas por caminos internos, y a la vez se desarrollaron otros caminos que han tenido como objetivo central la comunicación con otras zonas relevantes: otras comunidades, puestos de servicio, etc.

Misiones es pensada como una zona verde porque la industria agroforestal produce cierto espejismo en el espacio. El verde de los pinos se confunde a simple vista con el verde de la vegetación nativa, del monte, del ambiente naturalmente mantenido. Sin embargo, es importante destacar que las zonas apropiadas por la agroindustria desarrollan plantaciones de especies no nativas, con el consecuente impacto para el ecosistema (Moscovich, Keller, Fernández & Borhen, 2005).

La zona más emblemática de estas acciones es la denominada como “600 hectáreas”. La región lindera con el PNI al noroeste del mismo, es decir, hacia donde el tejido urbano se desarrolló. Esa franja de territorio, que tradicionalmente era territorio indígena, fue mas densamente habitada a partir de los cercamientos y la presión no fue solo del plano habitacional, sino también en la producción de recursos primarios de las pequeñas huertas domésticas. El mismo proceso se dio en otra comunidad que está afincada en las denominadas “2000 hectáreas” (un poco más al este del camino principal, hoy Ruta Nacional N°12) (Nuñez, 2009).

Los procesos de transformación territorial continuaron impactando sobre las poblaciones indígenas, especialmente en el avance de las fronteras productivas sobre las zonas de ocupación ancestral. En el municipio de Puerto Iguazú avanzaron la industria maderera y la producción de yerba mate. La primera, se ha desenvuelto como una potencia a lo largo de todo el territorio misionero, dónde además existen plantas de procesamiento para la producción de pasta de papel. La yerba mate, en cambio, mantiene un nivel estable de ocupación en la zona.

No obstante, la industria que primó en la ciudad de Iguazú es la industria del turismo internacional. En su desarrollo, la industria del turismo trajo consigo incrementos poblacionales por la demanda de mano de obra para tareas generales de servicio, lo que impactó sobre el tejido urbano generando barrios nuevos sin las necesarias redes de infraestructura (INDEC, 2010).2

A su vez, la generación de zonas hoteleras generó una revalorización de las tierras que tuvieron como principales actores de la expoliación a las poblaciones indígenas. Los modos de presión sobre el territorio fueron muy diversos y siempre estuvieron respaldados por el escaso reconocimiento de sus derechos que tienen las poblaciones indígenas en Argentina.

Las estrategias de corrimiento de las poblaciones fueron siempre violentas, pero tuvieron hitos de mayores niveles de manifestación. La creación del parque supuso el corrimiento, como ya se explicó en este texto. Esa nueva zona se habitó con el estilo tradicional de ocupación, que recupera gran variedad de recursos del monte a lo largo de extensiones amplias de territorio y sin que esto implique la destrucción de esos recursos (Ladeira, 2014). Mantiene, a su vez, zonas en las que se despeja la vegetación en donde ubican las viviendas y las huertas. Las zonas de habitación fueron las más claramente reconocidas y sobre las que se establecieron instituciones estatales tardíamente.

Las zonas de uso son las que presentan más tensiones ya que, vistas desde la mirada productiva de las agroindustrias intensivas, aparecen señalamientos respecto al nivel de aprovechamiento del recurso. En un caso, los recursos se piensan a largo plazo y para el autoconsumo, mientras en el otro las variables son el corto plazo y el mayor rendimiento económico.

Un claro ejercicio de presión sobre la región de las 600 hectáreas fueron los incendios intencionales de viviendas que se desarrollaron durante la década de 1990. En aquellos casos, los incendios tenían como objetivo generar temor y expulsar a las poblaciones. Estos lograron atemorizar sin dudas, pero las poblaciones permanecieron en sus tierras. Luego se desarrollaron actividades militares en las tierras de ocupación ancestral sin permisos ni acuerdos.

Estas tierras de ocupación ancestral nunca eran mensuradas y reguladas, tanto en Iguazú como en muchas otras regiones de la provincia. Las comunidades decidieron manifestarse para pedir los títulos de propiedad en una inédita movilización (Enriz, 2005). Mantener a las poblaciones en una situación de ambigüedad legal le permitió al Estado actuar en favor de los intereses de las cadenas de hoteles. Los títulos de propiedad fueron otorgados por un fragmento menor a 250 hectáreas. Lo demás se adjudicó a cadenas hoteleras que desarrollaron sus emprendimientos en un complejo diálogo con el ambiente, al que lo convirtieron en paisaje, y con las comunidades de las que han tomado elementos aislados de la cultura (Cantore & Boffelli, 2017).

Esa zona, especialmente presentada como “pulmón verde” por las características de conservación de la vegetación nativa que durante siglos las poblaciones indígenas habían sostenido, fue otorgada a la industria hotelera que la intervino y desbastó en un corto plazo.

Transformaciones del entorno y nuevos escenarios indígenas

La zona de puerto Iguazú es un enclave pluriétnico, cuyo eje productivo está dado por las actividades turísticas y comerciales como expresamos en el apartado anterior, es además una zona de ocupación ancestral de las poblaciones indígenas mbyá guaraní. Sus tierras de ocupación han sido limitadas por el avance de la urbanización, así como también de los emprendimientos turísticos. Asimismo, como ya hemos desarrollado, la generación del PNI intervino fuertemente en el arrinconamiento de las poblaciones indígenas.

La conservación de esa área natural, que cuenta con un régimen de explotación vinculado a la industria del turismo, se expresa en la creación del PNI, así como en las diversas políticas que el mismo lleva a cabo (Spaggiari, 2013). La creación del parque establece la conservación de especies, así como también un régimen de áreas de uso. Las áreas de uso son habilitadas solo para el turismo y el régimen de conservación establece la prohibición de cazar, recolectar o cualquier otra actividad ligada a los recursos medioambientales en el predio. Los programas que se desarrollan tienen un foco ubicado en favorecer las visitas.

El sentido de uso y conservación del territorio que han desarrollado laspoblaciones indígenas no se compadece con el del Estado. En el área norte del país cuando se desarrollan políticas de conservación, se desplaza de las áreas protegidas a los habitantes y se prohíbe el acceso de los pobladores. Las poblaciones indígenas no han depredado el ambiente, sino que lo han conservado para su uso como proveedor de recursos. La privación del aprovechamiento de los recursos de la selva se convirtió en una limitación muy relevante, especialmente en relación con la caza.


Figura 1

En un circulo la comunidad que quedó en el marco del tejido urbano, cuadrado la zona de las 600 hectáreas, con una estrella la zona de recuperación territorial indígena

Elaboración propia

Turismo indígena y vivencias del impacto

Como ya dijimos, el mayor atractivo de la zona son las Cataratas del Iguazú, declaradas maravilla natural mundial en 20113 y emplazadas en un área protegida como Parque Nacional y reserva, creado en 1934. La ocupación hotelera es en promedio de 260,000 plazas mensuales con niveles bastante estables de ocupación que no permiten definir temporadas altas y bajas (Informe Observatorio de Turismo de Misiones, 2017).Este flujo turístico ha generado el crecimiento de la trama urbana de la ciudad, especialmente por la relevancia de la demanda de mano de obra para los servicios asociados a dicha industria.

Dado el inmenso flujo de turistas que se presenta regularmente en la zona, la industria del turismo es de gran magnitud y su impacto puede verse en muy diversas escalas. En este texto ya se ha expresado las transformaciones en la matriz poblacional, así como también en el plano territorial. Ahora, se profundizará en el impacto que la industria del turismo internacional tiene en las comunidades indígenas. La propuesta de turismo en comunidades indígenas se desarrolla en Iguazú desde comienzos del siglo XXI. Su desarrollo se enmarca en una serie de profundizaciones que la industria atravesó en esa etapa de tipo expansivo. Algunas de esas acciones de desarrollo tuvieron impactos negativos sobre las comunidades, especialmente la política de territorios.

Como se vio en la introducción a este texto, en torno a 2005 las comunidades de Iguazú recibieron formalmente los títulos de propiedad de parte de las tierras de ocupación ancestral. Por las condiciones en que ese proceso se dió, a las que podríamos resumir como expropiaciones encubiertas, las tierras que se otorgaron son insuficientes para el sostenimiento del modo de vida mbyá.

Las dinámicas propias del grupo llevaron a que nuevas comunidades se formaran, habitando en tierras reconocidas. El predio de Dos es también de 2 comunidades más. Se trata de reorganizaciones políticas de los grupos que de algún modo han sucedido a lo largo de la historia (Pissolato, 2007), pero ahora encuentran estas nuevas modalidades de expresión en el marco de las inmensas limitaciones territoriales que atraviesan. Esa movilidad, que antes podía encontrar lugar en predios sin regulación, ahora debe ser contenida en los propios territorios.

Algunos de los conflictos que han llevado a distanciamientos de los grupos y la atomización de sus autoridades están ligados al turismo y su impacto en diversos aspectos de la vida comunitaria. Cuando en 2015 nos propusimos trabajar con algunas de esas comunidades, aparecieron entre sus representantes referencias a lo perturbador que podría ser un ámbito concurrido por muchas personas no mbyá:

R1 nos dice que ellos querían estar tranquilos y entre ellos, que habían venido de Uno por eso, porque querían estar tranquilos y bueno, la circulación de personas no mbyá atentaba contra ellos. Porque muchas visitas, o visitas de muchos días podían poner en riesgo esa tranquilidad. (Iguazú, diario de campo, registro conjunto Boffelli, Cantore, Enriz, 11 de febrero de 2015)

El hombre que expresa estas palabras fue un actor clave en el desarrollo del turismo en Uno, la comunidad dónde vivía. En una entrevista, un operador turístico lo recuerda especialmente por sus habilidades comunicativas para transmitir el mensaje de las comunidades por su voluntad de contar. Sus conversaciones con nosotras lo ubican en una etapa de búsqueda espiritual, posiblemente de eso se trate su interés por entrar menos en contacto con los no-mbyá (jurua), su resguardo en la casa porque soñó que ese día no debía conversar (Iguazú, diario de campo,registro conjunto Boffelli, Cantore, Enriz, 14 de febrero de 2015) o su distanciamientode las actividades turísticas, a pesar del gran desarrollo que éstas tienen en su actual comunidad. Muchas veces el escenario que las comunidades construyen habilita la posibilidad de establecer distancias de preservación en medio de todo.

La presencia del turismo en estas comunidades parece trastocar, como pocas experiencias de contacto, las búsquedas espirituales por diversos motivos. El turismo es una experiencia fugaz con colectivos muy grandes de personas que ingresan a los predios de las comunidades con un interés centrado en ellos mismos. Esos contingentes buscan de un modo sintético y sencillo de “entender” y acceder a un universo muy vasto y complejo que además no está dispuesto a ser contado en pocos minutos. La propuesta turística que se describirá a continuación es un ejemplo de cómo puede construirse esa distancia, incluso dentro del propio espacio (Cantore & Boffelli, 2017):

Se ingresa por un sendero que va presentando vegetación de muchas de las especies se narra un uso genérico siempre asociado a enfermedades corrientes. En cierto momento, en pequeños claros al borde de lo senderos se encuentran ubicadas trampas de caza. El guía se detiene, explica el uso y hace una demostración de su funcionamiento. Se recorren de este modo un número de 6/7 trampas. Las casas tradicionales suelen ser el cierre de la visita. Se explica algo sobre la casa. En ocasiones un coro se reúne para cantar. Luego, se ofrece artesanía. (Iguazú, diario de campo, registro repetido a lo largo del tiempo entre 2005 y 2019)

Este formato de presentación se desarrolla del mismo modo en las primeras comunidades que tuvieron vínculo con el turismo. Todas copiaron el formato de la primera y esta parece haberlo desarrollado a partir de una propuesta de cierta agencia de turismo. Este modelo, centrado en los aspectos de la tradición de las comunidades, representa una identidad cristalizada. Así, se visualiza un presente étnico atemporal, es decir, se habla de un estado de situaciones que no se conecta con el presente. Los guías suelen ser hombres jóvenes y cuando los visitantes preguntan, por ejemplo, si todavía pueden cazar tal o cual animal, entonces hacen alguna alusión solo en esas situaciones. Además, no hay referencias a otros modos de caza que podrían ser vistos como “menos étnicos”, pero que son parte del repertorio posible. Nunca se escuchó en esas visitas hacer referencia a la caza del coatí, que es bastante habitual por su abundancia, pero que se realiza con perros y armas. Las trampas, en cambio, presentan otras aristas del modelo cazador.

En principio, se puede adelantar que las trampas son una herramienta tecnológica, es decir, una creación. Cada diseño específico da cuenta del conocimiento para su armado y para su uso, algo sin dudas ancestral. Se manifiesta además una tecnología que representa un objeto material que sigue ligando a los indígenas con la selva paranaense como destino y como única alternativa. Cada trampa reconoce efectividad a partir de su conocimiento específico del animal en cuestión. Se produce aquí una interesante inclusión de la materialidad como herramienta de expresión de la identidad (Mura, 2011). En ese modelo no cabe una identidad indígena que no esté ligada y alojada en el monte. Del mismo modo, el conocimiento de las plantas nativasintensifica la propuesta en la misma línea. Lo que se expresa claramente en el siguiente fragmento: “(En diálogo con un guía). Le pregunté si él ya sabía usar las trampas y me dijo que no, que las aprendió a usar para el turismo porque ya no se usan” (18/10/15 Iguazú, diario de campo, Registro Boffelli, 18 de octubre de 2015).

Ubicar a los indígenas en el pasado y en lo lejano (las trampas y el monte) es una zona de confort para la historia canoníca de Argentina, que cuando no los dio por extintos, los esencializó entre las coordenadas naturaleza y pasado. Algunos de esos estereotipos se consolidan con otros aportes de las propias visitas.

Las comunicaciones breves en español que se desarrollan durante las guías dan lugar a que los visitantes tengan una referencia sobre el escaso conocimiento de esta lengua, algo posible, pero no unívoco. Es decir, puede tratarse de más cosas, no solo de dificultades con ese código de habla. En el trabajo de campo se pasó largos, muy largos, tiempos sin que se hablara. Escuchando el monte o conversando muy poco. Las conversaciones además suelen ser muy espiraladas, un mismo tema es narrado, revisado y revisitado muchas veces. La verborragia o la rapidez en el ritmo de las conversaciones no son algo particularmente valorado en estas poblaciones (Enriz & Hecht, 2016).

Por otro lado, el sendero que se recorre no es un tape en términos funcionales, sino un camino generado ad-hoc para visitar los elementos que antes se enumeraron, pero sin atravesar viviendas, lugares ceremoniales, lugares privados (por ejemplo, las zonas de baño), huertas o simplemente espacios que no quieren ser expuestos. Es el “sendero para el turismo” y si se recorre, se da cuenta que no conduce a ningún lugar de relevancia para la comunidad. (Rodriguez, 2018)

Por último, la casa tradicional está construida for export, en un sentido performático (Citro, 2011) es decir, no se trata de una vivienda, sino de un arquetipo construido para los visitantes. Muchas veces en el caso de Iguazú el techo es comprado, como lo deja ver la siguiente referencia recogida en el trabajo de campo etnográfico:

Q2 nos cuenta que los otros hoteles de la zona nunca consultaron sobre el uso de la tierra. Por ejemplo, los del hotel Tierra Guaraní, desmontaron todo el lugar donde está ubicado (justo enfrente a la entrada a Dos) y allí crecía antes mucha tacuara. En este momento le comentamos que más de una vez escuchamos que había cosas que no se encontraban como antes. Por ejemplo, que R1 nos había comentado que tuvieron que pedir el techo del opy a otra comunidad porque acá no se podía conseguir. Y Q2 nos cuenta que el opy de acá también se construyó con el techo de otra comunidad. Que antes se conseguía muy fácil en el monte donde ahora está el hotel, pero “por ahí pasaron la topadora y se llevaron todo”, dijo que otra cosa que tampoco podían hacer eran las cestas. (Iguazú, diario de campo, registro conjunto Boffelli y Cantore, 24 de febrero de 2016)

Estos elementos que podrían abrir la posibilidad para pensar transformaciones y dificultades de la actual coyuntura indígena no están disponibles en el repertorio del guía. Se muestra un estado de calma y bienestar. En las conversaciones que se pudo mantener con visitantes, se vio que esa imagen no necesariamente se consolida en todos los asistentes, algunos se quedan con dudas respecto a la pobreza, entre otras cosas:

Les pregunto si se habían sentido bien con la guía y dijeron que no les hablo mucho, ellos no sabían si es porque estaba cansado de recibir turismo, pero que hablaba muy poco y les decía “esto es esto, eso es aquello”. La familia estaba compuesta por un señor, una señora, un nene preadolescente y tres nenitas más chicas. El nene intervino diciendo que sí, que solo caminaba e iba señalando, que nos les hablaba y ellos pensaban que era porque estaba cansado de recibir turistas. Le repitieron que su preocupación era como mandarles cosas, que su preocupación era mandarles cosas y que no les llegara, no se los entregaran y esas cosas, pero lo que querían eran mandarles cosas. (Iguazú, diario de campo, registro conjunto Cantore Enriz, 9 de febrero de 2018)

El efecto de las distancias comunicativas no siempre da como resultado una transformación de quien escucha, un reacomodamiento que permita acceder a lo que los otros brindan; en otras ocasiones, la fugacidad de los tiempos del turismo agudiza los impactos. En una agencia pequeña coincidimos con un agente de turismo muy interesado en la temática que se relata:

Su intención es hacer que los guaraníes se unan al turismo, ya que ellos están fuera de toda posibilidad de hacerlo. Dice que los guaraníes han quedado en el abandono, que hoy en día los que guían sobre el turismo en la zona son blancos y nunca guaraníes, y que a él le gustaría ver a guaraníes asumiendo ese rol. Cuando entran unas personas preguntando sobre ese tour, les cuenta que este es una experiencia muy espiritual, cara a cara con los guaraníes, que es una experiencia única. Dice que hay que explorar, que “descubrirlos”, siempre y cuando el alma de uno se abra para que eso pueda pasar. Cuenta que este tour te permite ir “hasta lo más profundo de ellos”. (Iguazú, diario de campo, registro Boffelli, 18 de octubre de 2015)

Es muy interesante pensar de qué forma se motiva a las personas para que decidan visitar las comunidades (que son llamadas aldeas en el marco del turismo) frente a otros atractivos que la zona ofrece. En este caso, el eje de la invitación está colocado en un valor espiritual, lo que lo diferencia de las demás posibilidades turísticas que se ofrecen.

Turismo de gran escala e impactos, la mirada desde otros actores

El impacto del turismo de gran escala en la zona de Iguazú es inmenso. La zona recibe cotidianamente unos 5 vuelos desde Buenos Aires solamente, lo que supone un enorme tránsito de personas y todo lo que esto trae aparejado en términos de servicios, traslados, etc.

Las comunidades son sin duda las más perjudicadas por el impacto territorial del turismo de gran escala por sus demandas en términos de uso de espacios y la imposibilidad de que ese uso conviva con las formas de utilización del medio de las comunidades. El único paliativo para los efectos negativos (falta de recursos vegetales, animales, mayor contaminación, etc.) han sido los recorridos turísticos y la venta de artesanías.

Como ya se anticipó, el desarrollo de experiencias enmarcadas en el turismo se dio en sintonía con diversos actores de la sociedad envolvente que encontraron en esas acciones un interés mutuo en el mejor de los casos. Agencias de turismo, cadenas hoteleras, ONGs ambientalistas y de turismo sustentable han promovido y acompañado diversas instancias del turismo indígena en Iguazú.

Desde mediados del año 2000, diversas ONGs han impulsado el turismo en las comunidades, financiando capacitaciones, escuelas de turismo4 e incluso dando financiamiento para el desempeño de los roles organizativos hasta tanto la propuesta pueda ser sustentable. Sin embargo, en estos años se hizo visible que el turismo como proyecto es muy endeble para las comunidades si no es sostenido desde fuera con acuerdos específicos con ciertos miembros, con agencias de promoción, etc. En cierta medida, todas las propuestas programáticas centradas en la exterioridad del grupo han sido muy débiles (Enriz, 2011):

(en diálogo con un joven que había sido guía) Le pregunté cómo iban las cosas con el turismo. Me dice que después de que él salió del proyecto no supo nada más. Lo dieron de baja del proyecto hace casi dos años, pero que ese tiempo le sirvió de experiencia laboral. Que a él lo convocaron porque tenía experiencia en la construcción, que él servía para eso (una vez alejado del trabajo como guía consiguió changas de albañilería en la zona). Que a Q2 lo habían dejado porque tiene experiencia en la cultura, que sabe más de plantas. Pero que ahora no está participando”. (Iguazú, diario de campo, registro Boffelli, 16 de setiembre de 2015)

La participación como guías es una actividad individual sin que esto implique que la comunidad avale ese desempeño. Tal como en otros roles de responsabilidad social, existe un aval para que cada sujeto se desempeñe en la tarea y su desvinculación también forma parte de acuerdos a la vez que de intereses individuales. Como en otras actividades de exposición, hay instancias de repliegue en las que se establecen distancias, tal y como se vio en el caso de R1 relatado al inicio del segundo apartado. Después de desempeñarse como guía preferencial en la comunidad Uno, R1 decidió desvincularse de ese rol por completo e incluso distanciarse de los vínculos con personas no mbyá. Al menos, de forma transitoria:

Cuando estaba yéndome en la puerta estaba S3 solo y me senté un rato con él. Me dijo que hoy no había habido mucho turismo pero que ayer sí. Que las cosas en el emprendimiento estaban bien. Le pregunte por B4, (...) me dijo que todavía no estaba trabajando en el centro de visitantes pero que ya iba a volver. También hablamos de su mamá, le dije que me gustaría pasar a saludarla. Me dijo que aún está en Cataratas pero ya mañana va a estar acá. Me despido y me voy. (Iguazú, diario de campo, registros Cantore, 25 de octubre de 2015)

Esta rotación lleva a que los guías que se dedican a las visitas con el turismo muchas veces se encuentren en etapas de formación. No parece un lugar cómodo donde quieran establecerse, sino más bien una etapa. A su vez, el turismo los enfrenta a contracciones muy amargas de las que es difícil hablar de forma abierta con el grupo.Especialmente, el vinculo de algunas comunidades con las cadenas hoteleras que se establecieron en los territorios que les fueron usurpados a ellos es de gran complejidad. Muchas de esas empresas colocaron a sus hoteles nombres en guaraní o con alusiones a los indígenas (Yvy, Aldea Lodge, entre otros). Los indígenas no tienen ninguna participación en sus actividades, salvo las instancias en que los invitan a cantar por las noches: “Cuando venía de camino había muchos nenitos que estaban entrando a cantar a Aldea lodge, creo que salían de Dos, y un nenito empezó a decirme ‘vení a escuchar mi música, vení a escuchar mi música en guaraní’” (Iguazú, Diario de campo, Registro Cantore, 26 de febrero de 2018)

Esta ambigüedad es utilizada por las cadenas hoteleras para mostrarse con responsabilidad social frente a sus huéspedes. Un discurso abiertamente antiindigenista o depredador no se correspondería con el marketing construido en torno a la idea de turismo sustentable que rige en el área de las 600 hectáreas. El discurso institucional puede verse en mensajes como el siguiente:


Figura 2

Facebook Selva Iriapu

Estos fragmentos de expresiones públicas permiten ver que desde las cadenas de hoteles se realiza un inmenso esfuerzo por mostrar armonía y bienestar con los indígenas. De sus últimas diez publicaciones en Facebook, dos son publicidades de una maratón, dos son reproducciones de un mensaje sobre pájaros y las seis restantes son sobre las comunidades indígenas. Sin embargo, un especialista en la materia, promotor del turismo en las comunidades al que pudimos entrevistar, sintetiza la relación del siguiente modo:

En lugares como Iguazú el turismo masivo es muy fuerte. Es muy fuerte. Y no permite el turismo masivo que una persona indígena o un integrante de un barrio toque ni siquiera un billete del dinero que ellos hacen, un dólar. (...). Ósea, no es una cuestión únicamente de los indígenas. Pero a estos indígenas, a estos indígenas no les quedó nada. Están viviendo asinados, reducidos, en la moderna reducción, (...) como el último eslabón de la historia. (Comunicación personal, entrevista conjunta Cantore Enriz, 20 de febrero de 2018)

Estas miradas tan contrapuestas del fenómeno del turismo conviven y mantienen un diálogo, teniendo en los propios indígenas al actor clave de esa relación. De un modo singular, las familias de las comunidades, las comunidades como un todo o algunos de sus miembros logran establecer vínculos con los actores de todos esos diversos modelos.

Extractivismo y turismo

El turismo de gran escala mercantiliza todos los recursos en su propio beneficio, como todas las industrias extractivistas (Gudynas, 2017). Entendemos lo provocador que puede ser hablar de extractivismo para esta industria, ya que es un concepto que ha sido aplicado a otras industrias como la minera o la hidrocarburífera. Se considera que el turismo de gran escala se corresponde en algunos puntos con las citadas industrias en algunos puntos y, por ello, se detendrá en esta instancia para profundizar los vínculos de estas categorías.

En Argentina, se reflexiona en torno al extractivismo siempre que se habla de industrias como el fracking, las petroleras y los monocultivos, ya que en ellas se involucran recursos naturales de importantes magnitudes que se extraen y se exportan (Gudynas, 2009). Klier y Folguera (2017) consideran el impacto socioambiental como un elemento más para comprender las presiones del extractivismo y visibilizan que la aparente dualidad entre extractivismo y conservación no es tal, ya que una acción es complementaria de la otra.

El caso del turismo internacional en la región de Iguazú es una expresión concreta y clara de estas reflexiones teóricas. El recurso que se exporta en el caso del turismo internacional es inmaterial y se podría nombrar como la belleza del paisaje. Para obtener ese bien, las tierras que se adjudican a la preservación son cercadas y se impide que sean habitadas y utilizadas por fuera del régimen de manejo, incluso a sus habitantes ancestrales.

Aquí se presentan dos paradojas que analizar: por un lado, se genera un régimen de uso que supone explotación comercial; por otro, para que estas tierras sean preservadas, el resto de las tierras de la región son hiperexplotadas por la industria que se genera. Se analizará cada paradoja por separado.

La creación del PNI supone la preservación de un amplio territorio. A su vez, se establecen zonas de uso para la visita de los saltos que, al ser tan valiosas, existe una empresa contratista de esa explotación. Sin embargo, no solo esto,sino que el régimen de uso del PNI habilitó la instalación de un hotel de gran magnitud y súper exclusivo por sus costos, además de una serie de explotadores que realizan distintos tipos de circuitos para la visita del parque, algunos con impactos significativos como es el caso del uso de helicópteros.

Por otro lado, la creación del parque supuso un área de preservación y protección, pero que es altamente demandada y por lo tanto se ha desarrollado una importante infraestructura para el alojamiento y la venta de servicios diversos a los turistas. Es decir, la preservación de esa zona es directamente proporcional a la explotación del resto de las tierras de la región, tanto por los niveles de ocupación como por el modo de uso. Si bien los hoteles no son un espacio en que habiten de modo permanente muchas personas, su impacto sobre el ambiente es muy alto, ya que su infraestructura es de gran envergadura y su interés por intervenir el espacio está poco o mal regulada.

En este sentido es que se entiende al turismo de gran escala como una actividad extractiva, toda vez que su desarrollo y crecimiento como industria suponen varios niveles de agresión al medio ambiente y las personas. Por un lado, un claro aumento de los impactos medioambientales del daño sobre ciertas regiones de uso intensivo y de la preservación de zonas que no pueden ser utilizadas ni tan siquiera por quienes no las depredarían. Por otro lado, el resto de los territorios tiene un régimen de uso tan desregulado que queda sujeto a las mayores presiones existentes. Por último y prueba de lo antes dicho, cuando se pretende incrementar las plazas hoteleras en ámbitos preservados, se vuelve a expulsar a las poblaciones indígenas de las tierras de ocupación ancestral, ya que serían las únicas tierras preservadas por fuera del PNI.

Aquí radica otro factor relevante y es que, como ya se anticipó, se evidencian diferentes ideas de uso y conservación del territorio que han desarrollado las poblaciones indígenas en relación con las implicancias de esas nociones para el Estado. Cuando el Estado piensa en conservación, lo hace con una estrategia focalizada en donde preservar una zona es liberar lo demás. Las poblaciones indígenas no han depredado el ambiente de Iguazú, sino que lo han conservado para su uso como proveedor de recursos. La privación del aprovechamiento de los recursos de la selva se convirtió en una limitación muy relevante, especialmente en relación con la caza.

El modelo de turismo internacional de Iguazú es extractivista porque no agrega ningún valor agregado al bien que ofrece, que se extrae, y esto vale tanto para los usos de la naturaleza como para las identidades étnicas. Tal como los monocultivos que se exportan casi en su totalidad, el turismo de gran escala en Iguazú es inminentemente internacional, lo que acarrea que sus valores y fluctuaciones dependan de factores externos. Tiene a su favor que no produce contaminaciones de gran escala como otras industrias, pero si cantidades inmensas de basura que no es tratada.

En tal sentido, el turismo sustentable en Iguazú está mas cerca de ser un eslogan que un acto responsable. Por un lado, porque las tierras que ocupan las han transformado en términos ambientales de un modo muy impactante, creando caminos y desmontando para sus edificaciones, así como para los entornos de las mismas,creando un espacio selvático acorde al estilo de cada uno. Y en relación con susaproximaciones a las poblaciones indígenas, se podría afirmar otro tanto (Wilde, 2007).

La perdida de territorios de uso tradicional no puede ser reemplazada con ninguna otra estrategia de financiamiento. Sin embargo, el otorgamiento de dadivas o la asignación de changas son sin duda el último dispositivo posible. En el caso de las 600 hectáreas, el impacto de la enajenación territorial tiene una situación muy particular que invita a la reflexión. Una de las cadenas de hoteles a las que se entregó títulos de tierras desmontó, construyó un obrador, hizo un hueco rectangular enorme y el esqueleto de la edificación principal, pero luego detuvo su desarrollo. Las obras quedaron frenadas y con el transcurrir del tiempo el predio volvió a ser utilizado, transitado y apropiado por las comunidades. Finalmente, en 2016 algunas familias decidieron volver a habitarlo y allí permanecen. Algunos de ellos nacieron en esa zona y la ocupan fundados en ese recuerdo. Esa recuperación es un ejercicio cotidiano de resistencia, de imaginación y de construcción de una nueva forma de identidad.

Consultado sobre el turismo, el cacique de esa comunidad, un hombre con muchos planes y con una mirada muy aguda de su grupo:

Le preguntamos por el turismo y nos dijo que acá el turismo estaba un poco parado porque sin territorio no hay turismo. (Iguazú, diario de campo, registro conjunto Cantore Enriz, 12 de febrero de 2018)

Palabras de cierre

A la complejidad interétnica propia de las fronteras, el caso de Iguazú le suma que se trata de una triple frontera en la que a su vez la habitan varios pueblos indígenas y una red inmensa asociada al turismo internacional. En un escenario tan complejo, las poblaciones indígenas logran desarrollar espacios que permiten articular etnicidad y turismo. El rol de los agentes de estado, especialmente respecto del territorio, ubica a las comunidades en situaciones de extrema fragilidad que se documentaron en este texto a partir de reconstrucciones y de registros etnográficos.

De la narración de los eventos propios de circuitos turísticos indígenas, se desprende que se expresa una versión cristalizada de las identidades reafirmada desde los guías, así como desde actores externos que construyen en la identidad cristalizada un modelo indígena que les resulta útil. Entendemos que esas construcciones de identidad fracasan en su diálogo con diversas experiencias cotidianas concretas, ya que limitan las palabras de los interlocutores.

En este trabajo de campo hemos registrado diversas experiencias de personas mbyá que en ciertas etapas de su vida desarrollan circuitos de reencuentro con aspectos tradicionales de su identidad de un modo individual. Personas que, por diversos motivos, un mensaje, un accidente, la pérdida de un familiar, una enfermedad, etc.,deciden volcar sus intereses a estar mejor y buscan un equilibrio en los conocimientos propios, referenciados siempre en los abuelos. Por ejemplo, no hablan con personas no mbyá, no dialogan en otra lengua, quieren alimentarse solamente de productos del monte y dedican mas tiempo a su espiritualidad. Lo vimos en R1, pero también en otras personas que buscaban construir esos caminos para hallarse y para sentirse plenos en sus comunidades.

Frente al turismo, también se desarrollan esos resguardos. Las personas pueden interesarse por replegarse sobre sí mismos y fuera de los alcances de la mirada visitante. Esos pasos pueden lograrse, pero de un modo irregular porque no siempre se encuentran los recursos para esa protección.

Lo particular del caso citado es que los parámetros de los que se distancia inscriben en un mismo conjunto a elementos tan diversos como la enfermedad, un accidente, o el modelo turístico. Se entiende de aquí que el modelo turístico no forma parte de un conjunto amigable para los indígenas, si no que de un esfuerzo que puede ponerlos en situaciones de fragilidad.

Por otro lado, hay un impacto generado a partir de la construcción del mundo indígena como pretérito. Esta esencialización de los sujetos y su ubicación en un mercado en el que venden una imagen del pasado no favorece un acercamiento intercultural, ya que establece distancias y las profundiza. Esto no pudo ser medido, pero es una tarea pendiente muy valiosa.

Como señala Ferrero (2011), los modelos esencialistas de la naturaleza muestran fases del proceso de acumulación capitalista en las que los pobladores, así como el medioambiente se convierten en mercancías con nuevos modos de sometimiento y ordenamiento. En el caso particular de este análisis, las poblaciones indígenas son esencializadas en su forma de ser percibidas y a la vez empujadas a la comercialización de esa esencialización en la medida que los demás recursos les son privados.

Estas reflexiones que se plasman por escrito fueron antes parte de intercambios con miembros de las comunidades y actores relevantes en el desarrollo del turismo indígena local. En el último tiempo (2019), las comunidades han decidido emprender caminos diferenciales que les permitan singularizar sus propuestas. Esta nueva modalidad puede abrir el camino para nuevas reflexiones sobre el propio grupo, nuevas modalidades de manifestación de lo propio o incluso para la inserción indígena en tareas que, ligadas al turismo, no los coloquen a ellos como un atractivo sino como agentes.

Referencias

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Cantore, A. y Boffelli, C. (2017). Etnicidad mbyá en Puerto Iguazú: Explotación turística de/en comunidades indígenas en la triple frontera (Misiones, Argentina). Runa, 38(2), 53-69.

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Notas

1 Los últimos datos censales dan cuenta de 13,000 personas que se autoidentifican mbyá guaraní en la provincia de Misiones (INDEC, 2010). Iguazú es la localidad provincial con mayor cantidad de población indígena, aproximadamente 1700 personas en 6 comunidades (según registros propios). Las comunidades mbyá guaraní de la provincia de Misiones se encuentran en un proceso de atomización de los núcleos. Solo en el área de Iguazú se pasó de 2 núcleos en 2013 (Yriapu y Fortín Mbororé) a 6 en 2017 (Tupá Mbaé, Yaci Pora, Yriapú, Ita Poty Mirim, Fortín Mbororé y Mirim Marangatu).
2 El crecimiento población intercensal de Puerto Iguazú es llamativo. En el decenio 2001/2010 la población aumentó en un 20%, pasando de 67,539 habitantes a 82,227 (INDEC, 2010). A su vez, a diferencia de otros enclaves de la provincia, la población migrante es fundamentalmente de países limítrofes (5461 migrantes limítrofes, sobre un total de 6276) (INDEC, 2010).
3 https://new7wonders.com/ (visto 28/10/2019)
4 Tal es el caso del proyecto MATE (Modelo de autogestión para el turismo y el empleo), una escuela de oficios especializada con énfasis en las articulaciones comunitarias en relación con el turismo. Las ONGs que intervinieron en la dinámica del turismo financiando actividades de diverso modo, se acoplaron a las propuestas existentes, fijando monolíticamente la propuesta. Más allá del crecimiento de las propuestas, resulta relevante considerar el incremento de la oferta hotelera y su impacto sobre el valor de la tierra, no por el valor en sí sino por las presiones que esto supone sobre los pobladores indígenas. Para ampliar ver http://www.proyectomate.org/pueblos_index.php (Visto 10/10/2018)


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