Resumen: Entre los factores relacionados con el consumo de tabaco se encuentran problemas en las funciones ejecutivas, lo cual podría influir en el logro de la abstinencia de los fumadores. Sin embargo, las investigaciones no han sido concluyentes, ya que algunos estudios no han encontrado esa asociación o refieren que la manifestación de alteraciones ocurre en adultos de más de 60 años. El objetivo de la presente investigación fue determinar si el rendimiento en las funciones ejecutivas predice el patrón de consumo de tabaco y el nivel de dependencia a la nicotina. La muestra estuvo conformada por 26 personas que consumen tabaco, con una media de edad de 42.8 años (DE= 15.0). Un análisis de regresión múltiple mostró que la atención selectiva, la flexibilidad mental y el control inhibitorio predicen el puntaje total del nivel de dependencia a la nicotina, y el control inhibitorio predice el patrón del consumo de tabaco.
Palabras clave:Funciones EjecutivasFunciones Ejecutivas, Consumo de Tabaco Consumo de Tabaco, Dependencia a la Nicotina Dependencia a la Nicotina, Inhibición Inhibición, Flexibilidad Mental Flexibilidad Mental.
Abstract: Among the factors related to tobacco use are problems in executive functions, which could influence the achievement of abstinence from smokers. However, the investigations have not been conclusive, since some studies have not found that association or refer to the manifestation of alterations occurs in adults over 60 years. The objective of the present investigation was to determine whether performance in executive functions predicts the pattern of tobacco consumption and the level of nicotine dependence. The sample consisted of 26 people who consume tobacco, with an average age of 42.8 years (SD = 15.0). A multiple regression analysis showed that the selective attention, mental flexibility and inhibitory control predict the total score of the level of nicotine dependence, and inhibitory control predicts the pattern of tobacco consumption.
Keywords: Executive Functions, Tobacco Consumption, Nicotine Dependence, Inhibition, Mental Flexibility.
Resumo: Entre os fatores relacionados com o consumo de tabaco encontram-se problemas nas funções executivas, a qual poderia influenciar no sucesso da abstinência dos fumadores. No entanto, as investigações não foram concludentes, já que alguns estudos não encontraram essa associação ou referem que a manifestação de alterações ocorrem em adultos com mais de 60 anos. O objetivo da presente investigação foi determinar se o rendimento nas funções executivas predizem o padrão de consumo de tabaco e o nível de dependência à nicotina. A amostra esteve conformada por 26 pessoas que consomem tabaco, com uma média de idade de 42.8 anos (DE= 15.0). Uma análise de regressão múltipla mostrou que a atenção seletiva, a flexibilidade mental e o controle inibitório predizem a pontuação total do nível de dependência à nicotina, e o controle inibitório prediz o padrão do consumo de tabaco.
Palavras-chave: Funções Executivas , Consumo de Tabaco, Dependência à Nicotina, Inibição, Flexibilidade Mental.
ORIGINALES
Funciones ejecutivas como predictores del consumo y la dependencia al tabaco.
Executive functions as predictor of consumption and tobacco dependence.
Funções executivas como preditoras do consumo e a dependência ao tabaco.
Recepción: 06 Junio Agosto 2018
En 2013, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (por sus siglas en inglés WHO, 2015) se reportaron aproximadamente 1,100 millones de fumadores en todo el mundo (21% de los adultos) de los cuales 950 millones son hombres y 177 millones mujeres. En México, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (ENCODAT, Reynales-Shigematsu et al., 2017), en la población de 12 a 65 años existen 14.9 (17.6%) millones de mexicanos que fuman, de los cuales 5.5 millones (6.4%) tiene un consumo diario y el promedio es de 7.4 cigarros al día.
Fumar ha causado un problema de salud pública enorme, siendo una de las causas de enfermedad, discapacidad y muerte que podría ser evitada. La evidencia ha relacionado el consumo de tabaco con enfermedades de casi todos los órganos del cuerpo, sin embargo, podrían agruparse en tres entidades patológicas: enfermedades cardiovasculares (cardiopatía isquémica, accidentes cerebrovasculares por hipertensión arterial e hipercolesterolemia), respiratorias (enfermedad obstructiva crónica -EPOC- caracterizada por enfisema pulmonar y bronquitis crónica de por lo menos 3 meses continuos) y diferentes tipos de cáncer (cáncer de pulmón-tráquea-bronquios, de vejiga, riñón, de la cavidad oral, orofaríngeo, páncreas y esófago). Otros efectos menos conocidos asociados al consumo de tabaco son la úlcera péptica, alteraciones en el metabolismo, incremento de la nefropatía en pacientes con diabetes mellitus tipo I y II, ceguera por cataratas y degeneración macular, vértigo por afectación del sistema coclear, alteraciones del gusto y del olfato, así como problemas dentales (leucoplacas), reducción de la fertilidad tanto en hombres como en mujeres, así como problemas durante el parto y en los recién nacidos (malnutrición, bajo peso al nacer, síndrome de muerte súbita, asma y retraso en el desarrollo cognitivo) de mujeres que fumaron activamente durante el embarazo (Onoue, Yamamoto, Seto y Yamada, 2011; Pichón-Riviere et al., 2013; Swan y Lessov-Schlaggar, 2007).
El consumo de tabaco de acuerdo con la OMS (2011) es un factor de riesgo para seis de las ocho principales causas de defunción en el mundo, con lo que se puede decir que el tabaco mata al 50% de las personas que lo consumen. Así mismo ha generado que una persona muera cada 6 segundos y cerca de 6 millones de personas mueran anualmente en todo el mundo por su uso directo, así como cerca de 890,000 no fumadores que han estado expuestos de forma indirecta al humo de tabaco (OMS, 2015). En Estados Unidos, el consumo de tabaco ha causado aproximadamente 20 millones de muertes en los últimos 50 años, más de 440,000 muertes por año han sido atribuidas al consumo de tabaco tanto activo como pasivo, lo que genera un costo anual entre 289 y 332 billones de dólares entre cuidados médicos, pérdida de productividad por muerte prematura y pérdida de productividad debido a la exposición secundaria al humo de tabaco (Centers for Disease Control and Prevention, 2014). En Latinoamérica el consumo de tabaco explica más del 13% de todas las muertes que se producen en la región en personas mayores de 35 años, lo que representa casi 380,000 muertes por año que podrían ser evitadas, además de un costo directo a los sistemas de salud superior a los 33 mil millones de dólares por año, lo que equivale al 0.5% de todo el producto interno bruto de la región y al 7% de todo lo que Latinoamérica gasta en salud cada año. En México, se sabe que fumar disminuye la expectativa de vida un promedio de 5 años tanto para hombres como para mujeres y el gasto a consecuencia de la morbilidad relacionada con el consumo de tabaco asciende a 61,252 millones de pesos cada año (Pichón-Riviere et al., 2013).
Por lo tanto, para aquellas personas que consumen tabaco, diversos estudios han demostrado que dejar de fumar trae beneficios significativos. Por ejemplo, si un fumador deja de fumar a los 35 años de edad vivirá aproximadamente 8 años más que alguien que continúa fumando, y tendrá una esperanza de vida similar a la de alguien que nunca fumó. Incluso dejar de fumar en la vejez puede añadir años de vida (Doll et al., 2004; Taylor et al., 2002).
Para conseguir la abstinencia al tabaco, es fundamental conocer cuáles son las variables que se relacionan con el inicio y desarrollo del consumo de tabaco. Se han identificados múltiples factores de riesgo asociados al inicio y transición al consumo frecuente de tabaco, y se han incluido factores personales (edad, baja autoestima, percepción del riesgo, búsqueda de sensaciones, falta de ejercicio, problemas como la ansiedad y la depresión, situaciones de afecto negativo e incluso susceptibilidad del sistema nervioso), factores familiares (consumo de tabaco en la familia, exposición en casa, estilos de educación, actitud permisiva de los padres hacia el tabaco, problemas familiares), factores sociales (influencia y actitud de los grupos de iguales haca el consumo de tabaco, problemas dentro de su grupo), entorno escolar (comunicación sobre los daños a la salud, permisividad escolar, así como bajo rendimiento escolar y ausentismo) y factores ambientales (publicidad, disponibilidad) (Ambrosio y Fernández, 2011; Gaete y Araya, 2017; Miguel-Aguilar, Rodríguez-Bolaños, Caballero, Arillo-Santillán y Reynales-Shigematsu, 2017; Wellman et al., 2016).
En la última década, además de los factores de riesgo antes mencionados, se han incluido alteraciones en los procesos cognitivos, principalmente en las funciones ejecutivas. En un estudio prospectivo Richards, Jarvis, Thompson y Wadsworth (2003) asociaron el uso de tabaco (más de 20 cigarros por día) en adultos entre 43 y 53 años, con una disminución en la ejecución de tareas de memoria verbal y en la velocidad de rastreo visual, comparados con gente que no fumaba. En otra investigación se evaluó el impacto de las funciones ejecutivas de actualización (monitoreo continuo y suma o resta de contenidos dentro de la memoria de trabajo), inhibición (capacidad para inhibir deliberadamente respuestas dominantes, automáticas o prepotentes) y el proceso de cambio (habilidad para cambiar el pensamiento entre dos o más conceptos diferentes de forma simultánea), sobre el nivel de dependencia a la nicotina y se encontró que éste es mejor explicado por las capacidades de inhibición que por los efectos de la actualización y los procesos de cambio (Flaudias et al., 2016). Bechara (2003) refiere que el control cognitivo, la atención, los conflictos en el monitoreo y en las respuestas de inhibición, contribuyen en la toma de decisiones que subyacen a la participación de los adolescentes en conductas adictivas, incluyendo el uso de tabaco. Por su parte Lyvers, Carlopio, Honours y Edwards (2014) compararon las funciones ejecutivas (apatía, desinhibición y disfunción ejecutiva del FSBS -Frontal Systems Behavior Scale-) de tres grupos, personas que nunca han fumado, exfumadores y fumadores actuales, y encontraron que no hay diferencias estadísticamente significativas entre los grupos de ex fumadores con abstinencia a largo plazo y los que nunca han fumado, mientras que el grupo de fumadores presenta un rendimiento significativamente más bajo en todas las medidas comparado con los otros dos grupos. Nooyens, van Gelder y Verschuren (2008) reportaron que un grupo de fumadores puntuó más bajo que uno de no fumadores en el funcionamiento cognitivo global y en la velocidad y flexibilidad cognitivas, pero además estos autores llevaron a cabo un seguimiento a los cinco años, y encontraron un declive en los fumadores 1.9 más veces más grande para la memoria, 2.4 veces para flexibilidad cognitiva y 1.7 para la función cognitiva global, a diferencia de los participantes que no fuman. Durazzo, Meyerhoff y Nixon (2012) tuvieron como objetivo evaluar los procesos cognitivos en adultos de 30 a 60 años que fumaban, y encontraron que en comparación con un grupo control, la gente que fuma tuvo un rendimiento más bajo no solo en las tareas que miden funciones ejecutivas, también en tareas de aprendizaje y memoria visoespacial y en la inteligencia en general, concluyendo que estos hallazgos no estaban mediados por la edad ni por el nivel educativo. Además, estudios de imagen cerebral han encontrado signos de deficiencias estructurales en la corteza frontal en fumadores crónicos que apoyan los hallazgos neuropsicológicos ya descritos (Sutherland et al., 2016; Wang et al., 2014). Cabe mencionar que se han realizado muchas investigaciones en adultos en edad media (Durazzo et al., 2010) y mayores de más de 60 años (Sabia et al., 2012; Starr et al., 2006), encontrando en general deficiencias en el aprendizaje auditivo verbal, memoria, flexibilidad cognitiva, velocidad del procesamiento, memoria de trabajo y funciones ejecutivas.
A pesar de que se han descrito alteraciones de las funciones ejecutivas en las personas que consumen tabaco, los resultados de otros estudios no han observado asociaciones entre fumar y la cognición (memoria, atención, orientación, velocidad en el procesamiento de información), incluyendo muestras de adultos mayores (Elwood et al., 1999; Marks, O´Neill y Hine, 2008), o bien se reporta que esos efectos son aislados y sutiles y que solo afectan la velocidad del procesamiento cognitivo (Hill, Nilsson, Nyberg, y Backman, 2003).
A partir de las investigaciones revisadas podemos ver que aunque algunos estudios en adultos jóvenes y mayores (Elwood et al., 1999; Marks, O´Neill y Hine, 2008) no han encontrado relación entre las funciones ejecutivas y el consumo de tabaco, muchos otros estudios si han encontrado esta relación (Lyvers, Carlopio, Honours y Edwards, 2014; Flaudias et al., 2016) sin embargo, para comprender mejor el papel que juegan las funciones ejecutivas en el consumo y la dependencia al tabaco, sería de mucha utilidad saber qué tanto estas funciones pueden predecir el patrón de consumo de tabaco y la dependencia a la nicotina. Por lo tanto, la presente investigación pretende responder a la siguiente pregunta: ¿las funciones ejecutivas pueden predecir el patrón de consumo de cigarros y el nivel de dependencia a la nicotina? Así pues, el objetivo del presente trabajo fue determinar si el rendimiento en las funciones ejecutivas (atención, memoria de trabajo, flexibilidad mental, control inhibitorio, toma de decisiones) predice el patrón de consumo de tabaco y el nivel de dependencia a la nicotina en personas con un rango de edad de 18 a 60 años.
La muestra se conformó por 26 personas que consumían tabaco (15 hombres y 11 mujeres), con una edad promedio de 42.81 (DE=15.025) años. El promedio de cigarros consumidos diariamente fue de 10.089 (DE=7.409).
Criterios de Inclusión: que los participantes fumaran por lo menos 5 cigarros diarios y que su consumo fuera diario durante el último año.
Criterios de Exclusión: que consumieran medicamentos para dejar de fumar, presentaran dependencia al alcohol, cannabis o alguna otra sustancia, que tuvieran el diagnóstico de depresión, ansiedad o algún otro trastorno psiquiátrico o neurológico, o que consumieran medicamentos para los mismos, y que presentaran alguna enfermedad crónico degenerativa (enfermedad pulmonar obstructiva crónica, cardiopatía o algún tipo de cáncer).
Entrevista Inicial: permite recabar datos sociodemográficos, historia familiar y social, historia laboral y lugar de residencia, historia de consumo de alcohol y otras drogas (Lira-Mandujano, Cruz-Morales y Míguez-Varela, 2017).
Test de Fagerström de Dependencia a la Nicotina (TFDN): identifica el nivel de dependencia física a la nicotina al evaluar varios componentes del consumo (Heatherton, Kozlowski, Frecker y Fagerström, 1991).
Inventario de Depresión de Beck (Jurado, Villegas, Varela, Méndez, Rodríguez et al., 1998): es una escala que permite medir la severidad de los síntomas de depresión en muestras clínicas y no clínicas.
Inventario de Ansiedad de Beck (Robles, Varela, Jurado y Páez, 2001): se diseñó para medir los diversos síntomas de ansiedad, discrimina adecuadamente entre grupos de pacientes con y sin trastorno de ansiedad en diferentes poblaciones clínicas.
Prueba de detección de consumo de alcohol, tabaco y sustancias (ASSIST, por sus siglas en inglés The Alcohol, Smoking and Substance Involvement Screening Test): es una herramienta técnica desarrollada por la OMS (Hemeniuk, Henry-Edwards, Ali, Poznyak y Montero, 2001) para ser utilizada en el ámbito de la atención primaria de salud, para detectar el consumo de sustancias (tabaco, alcohol, cannabis, cocaína, estimulantes de tipo anfetamina, inhalantes, sedantes o pastillas para dormir, alucinógenos, opiáceos y otras drogas.
Batería Neuropsicológica de Funciones Ejecutivas conformada por los siguientes instrumentos:
Test de Atención D2 (Seisdedos, 2012): permite evaluar atención selectiva y sostenida, a través de los componentes velocidad o cantidad de trabajo, calidad de trabajo y la relación entre velocidad y precisión de la actuación.
Test del Trazo (Retain y Wolfson, 1993): permite evaluar habilidades motoras y viso-espaciales, atención selectiva, memoria de trabajo, secuenciación, flexibilidad mental y atención dividida.
Test de 5 dígitos (Sedó, 2007): utiliza el paradigma de stroop para evaluar la velocidad en el procesamiento cognitivo, la capacidad de inhibición de respuestas prepotentes, atención selectiva y dividida.
Test de Clasificación de Cartas de Wisconsin (Heaton, Chelune, Talley, Kay y Curtiss, 2001): su objetivo es evaluar categorización, memoria de trabajo, flexibilidad mental y control inhibitorio.
Test de Juego de Cartas de IOWA (Bechara, Tranel y Damasio, 2000): permite evaluar la toma de decisiones, anticipación y evaluación de riesgo/beneficio.
INECO Frontal Screening (Torralva, Roca, Gleichgerrcht, López y Manes, 2009): tiene como objetivo la detección de la disfunción ejecutiva en pacientes con diversas patologías que afecten los circuitos frontoestriados, y brindar un instrumento de tamizaje ejecutivo que sea sensible y específico, y a su vez corto y de fácil administración.
Escala de Impulsividad de Barratt (BIS11; Patton, Stanford & Barratt, 1995): mide la inatención e inestabilidad cognitiva, impulsividad motora y carencia de perseverancia y carencia de autocontrol e intolerancia de complejidad cognitiva.
Los participantes se reclutaron de dos escenarios. El primero, el Centro de Apoyo y Orientación para Estudiantes (CAOPE) de la Facultad de Estudios Superiores campus Iztacala, donde se llevó a cabo difusión sobre los efectos del consumo de tabaco y los diferentes tipos de intervención para ayudar a dejar de fumar. El segundo escenario fue en la Clínica 18 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en donde para captar a los participantes se instaló un módulo de información sobre los efectos nocivos que genera el consumo de tabaco.
Una vez que los participantes aceptaron participar en la presente investigación, se les aplicaron los instrumentos que permitieron corroborar los criterios de inclusión y exclusión, por lo que se realizó la entrevista inicial, el test de Fagerström de dependencia a la nicotina, los Inventarios de Depresión y Ansiedad de Beck, así como el ASSIST. Posteriormente se aplicaron los instrumentos que evaluaron las variables relacionadas con las Funciones Ejecutivas, tales como el Test D2, el Test del Trazo, el test de 5 Dígitos, el Test de Clasificación de Cartas de Wisconsin, el Test de Juego de Cartas de IOWA, el INECO Frontal Screening y la Escala de Impulsividad de Barratt.
Los participantes fueron 26 (11 mujeres y 15 hombres), con una media de edad de 42.81 (DE=15.025), como se puede ver en la Tabla 1, el 30.8% con una escolaridad de Licenciatura, 26.9% de Secundaria, 23.1% con Preparatoria, 11.5% con Primaria y 7.7% con Posgrado. Respecto al consumo de cigarros (Tabla 2), en promedio los participantes comenzaron a fumar a los 16.307 (DE= 2.825) años, tienen una media de 21.538 (DE= 14.456) años fumando regularmente, la media del consumo de cigarrillos diarios fue de 10.089 (DE= 7.409), el 65.4% tiene dependencia a la nicotina baja, el 15.4% media y el 19.2% alta.
Al analizar el valor predictivo del patrón de consumo de tabaco a partir del modelo de factores relacionados con las funciones ejecutivas mediante un análisis de regresión lineal múltiple, se encontró que con estas variables independientes se explica significativamente (p=0.041) el 48% (R Cuadrado= 0.486, valor del coeficiente de determinación que se considera regular) de la varianza del patrón de consumo (Tabla 3).
Solo una variable fue significativas a nivel estadístico y fue la subprueba de Ir/ No-Ir del INECO Frontal Screening (B= -5.387, p=0.029), esto significa que un puntaje menor (relación negativa) en esta subprueba aumentan 5.387 unidades en promedio el número de cigarros que se consume. El puntaje de Durbin Watson fue de 2.205, indicando que se cumple el supuesto de independencia de error. En cuanto a1 supuesto de colinealidad los valores del FIV (factor de varianza inflada) fluctúan entre 1.671 y 2.755, al ser tan cercanos a 2 se puede concluir que si se cumple con ese supuesto, lo que se refuerza con el valor de tolerancia para cada variable ya que son superiores a 0.2. Para comprobar si se cumplió el supuesto de una distribución normal se analizó el puntaje máximo de los residuos tipificados y su valor es de 1.837, por lo que al no ser mayor de 3 éste supuesto se cumple (los criterios para verificar el cumplimiento de los supuestos se tomaron de Field, 2013).
Respecto al valor predictivo del puntaje total en el Test de Fagerström, por medio de un análisis de regresión lineal múltiple, se encontró que estas variables logran explicar significativamente (p=0.011) el 59% (R cuadrado= 0.595, valor del coeficiente de determinación que se considera bueno) del nivel de dependencia a la nicotina (ver tabla 4).
A partir del modelo de factores relacionados con las funciones ejecutivas las variables que resultaron significativas estadísticamente en su aportación al modelo cuando se predice el puntaje total del Test de Fagerström son:
-Puntaje Total en el D2 (B= -0.024, p= 0.001), es decir, que manteniendo constantes o controladas todas las otras variables independientes en el modelo, cuando disminuye el puntaje en esta prueba (relación negativa), aumenta en 0.024 unidades el número de cigarros que se consumen.
-Índice de Inhibición del Test de 5 Dígitos (B= -0.210, p=0.008), lo que indica que manteniendo constantes o controladas todas las otras variables independientes en el modelo, cuando disminuye (relación negativa) el puntaje en esta prueba, aumenta en 0.210 unidades el número de cigarros que se consumen.
-Índice de Flexibilidad del Test de 5 Dígitos (B= 0.139, p= 0.003), es decir, manteniendo constantes o controladas todas las otras variables independientes en el modelo, cuando aumenta el puntaje en esta prueba, aumenta en 0.139 unidades el número de cigarros que se consumen.
-Subprueba de Ir/ No-Ir del INECO Frontal Screening (B= -3.058, p=0.003), lo que indica que manteniendo constantes o controladas todas las otras variables independientes del modelo, cuando disminuye (relación negativa) el puntaje en esta prueba, aumenta en 3.058 unidades el número de cigarros que se consumen.
El puntaje de Durbin Watson fue de 2.238, indicando que se cumple el supuesto de independencia de error. En cuanto a1 supuesto de colinealidad los valores del FIV (factor de varianza inflada) fluctúan entre 1.941 y 7.271, si bien no todos son cercanos a 2 tampoco sobrepasan el valor de 10, además, los puntajes de tolerancia para cada variable son superiores a 0.2. Para comprobar si se cumplió el supuesto de una distribución normal se analizó el puntaje máximo de los residuos tipificados y su valor es de 1.685, por lo que al no ser mayor de 3 éste supuesto se cumple (los criterios para verificar el cumplimiento de los supuestos se tomaron de Field, 2013).
En cuanto a la evaluación de aspectos emocionales, en las tablas 5 y 6, se describen los resultados en el Inventario de Ansiedad de Beck, Inventario de Depresión de Beck y el PANAS. Sin embargo, al llevar a cabo un análisis de regresión lineal múltiple para ver si estas variables pueden predecir el patrón de consumo de tabaco y el nivel de dependencia a la nicotina (Test de Fagerström) no se obtuvo un modelo significativo conformado por estas variables, que se relacione funcionalmente con el patrón de consumo de tabaco o el nivel de dependencia a la nicotina.
Cabe mencionar que al intentar comparar por rango de edad (19-39 y 40 a 60 años) los puntajes de los diferentes test que evalúan funciones ejecutivas no se encontraron diferencias estadísticamente significativas, por lo que en los diferentes análisis que se llevaron se trabajó con el grupo completo.
El objetivo de la presente investigación fue determinar si el rendimiento en las funciones ejecutivas (atención, memoria de trabajo, flexibilidad mental, control inhibitorio, toma de decisiones) predice el patrón de consumo de tabaco y el nivel de dependencia a la nicotina.
Para la variable dependiente “patrón de consumo de tabaco” se encontró que la variable estadísticamente significativa dentro del modelo fue la tarea de Ir/ No-Ir del INECO Frontal Screening, esto quiere decir, que aquellos participantes con menor rendimiento en esta tarea que pone en juego el control inhibitorio de forma deliberada sobre respuestas automáticas o prepotentes, presentan un patrón de consumo más elevado. Estos hallazgos son relevantes ya es de los primeros que encuentra que el control inhibitorio puede predecir el número de cigarros consumidos en promedio diario. Si bien no hay otros estudios que predicen el patrón de consumo de tabaco a partir del rendimiento en las diversas pruebas que evalúan funciones ejecutivas, si existen investigaciones que han encontrado una asociación entre el consumo de tabaco y el control inhibitorio, y podría decirse que sus resultados coinciden con los del presente estudio. Por ejemplo, Dinur-Klein et al. (2014) llevaron a cabo un estudio en el que examinaron la respuesta inhibitoria y la atención sostenida (con un Test de Ejecución Continua y una Tarea Ir/ No-Ir) en fumadores y no fumadores, encontrando que los fumadores presentan un deterioro en el control inhibitorio y que además existe una asociación con un patrón de consumo de tabaco alto. Otro estudio comparó los efectos de la edad de inicio del consumo de tabaco (temprano vs. tardío) sobre la impulsividad y el control inhibitorio utilizando una tarea Ir/ no-Ir, se observó que aquellos participantes que iniciaron su consumo a una edad temprana (antes de los 16 años) presentaron mayor impulsividad, pobre atención y déficits en la inhibición de respuestas en la edad adulta, los autores refieren que estos hallazgos pueden explicarse porque durante la adolescencia está en consolidación la neuromaduración cognitiva y estructural, es decir aún no hay un buen control inhibitorio y al fumar se altera el desarrollo de dicho proceso (Mashhoon, Betts, Farmer y Lukas, 2018). Dinur-Klein et al. (2014) refieren que la administración repetida de nicotina induce neuro-adaptaciones asociadas con una actividad dopaminérgica anormal, cambios que pueden contribuir al deterioro del control inhibitorio y a un déficit en la atención, mientras que otros estudios no han encontrado diferencias en el control inhibitorio (Elwood et al., 1999; Marks, O´Neill y Hine, 2008).
En cuanto a la variable dependiente “puntaje total en el Test de Fagerström de dependencia a la nicotina, el modelo reveló que hay 4 variables estadísticamente significativas. La primera de estas variables fue el puntaje total en el Test “D2”, significa que aquellos participantes que obtienen una menor efectividad total en esta prueba (que evalúa la amplitud atencional, atención selectiva y sostenida y la inhibición atencional) aumentan el puntaje total en el test de Fagerström de dependencia a la nicotina. Estos resultados coinciden con los hallazgos de Azizian, Monterosso, Brody, Simon y London (2007), quienes encontraron que los fumadores con niveles altos de dependencia a la nicotina ejecutaban más lentamente en el Test D2 que los fumadores con dependencia baja y los no fumadores, y no encontraron asociación entre el D2 y el consumo de tabaco. Resultados muy parecidos fueron descritos por Jacobsen, Krysta, Mencl, Westerveld, Frost y Pugh (2005) en adolescentes hombres (que mostraron una edad de inicio más temprana que las mujeres), ya que presentaron más deterioro en el Test de Ejecución Continua de Conners que evalúa atención selectiva y dividida. Cabe destacar que la mayoría de los estudios que evalúan el proceso de atención lo hacen para ver el efecto agudo de la nicotina sobre este proceso o para ver el efecto de la abstinencia sobre el mismo (Ashare y Schmidt, 2014; Dawkins, Powell, West, Powell y Pickering, 2007; Vangkilde, Bundesen y Coull, 2011).
Por su parte, el Índice de Inhibición del Test de los Cinco Dígitos también fue una variable que contribuyó significativamente en la explicación de la varianza de este modelo. Esta prueba es una variación del paradigma Stroop y el índice de inhibición se obtiene de la diferencia entre el tiempo de reacción en la tarea de elección y el tiempo de reacción en la lectura. La relación entre esta variable independiente y el puntaje total en el test de Fagerström es negativa, lo que significa que una disminución en este índice (respuestas más rápidas o impulsivas) en los participantes aumenta la dependencia a la nicotina. Estos hallazgos concuerdan con el estudio realizado por Flaudias et al., (2016) quienes utilizaron el Test de Stroop, encontrando que el nivel de dependencia a la nicotina parece estar mejor explicado por la capacidad de inhibición que por los efectos del actualización y proceso de cambio.
El índice de Flexibilidad del Test de Cinco Dígitos también contribuyó al modelo de manera significativa, dicho índice se obtiene de la diferencia entre el tiempo de reacción de la tarea de alternancia y el tiempo de reacción de la tarea de lectura. Su relación con la variable dependiente es positiva, lo que significa que cuando hay un mayor puntaje en este índice (tiempo de reacción mayor debido a la dificultad para inhibir selectiva y conscientemente las respuestas cuando hay un cambio en el criterio de elección) los participantes presentan mayor dependencia a la nicotina. Estos hallazgos concuerdan con lo reportado de por Durazzo, Meyerhoff y Nixon (2012), si bien ellos evaluaron con el Test de Stroop, encontraron un aumento estadísticamente significativo en la velocidad del procesamiento de la información, en fumadores de edad media en comparación con los no fumadores. Otro estudio que se llevó a cabo en personas en la edad media, pero con fumadores de entre 45 y 70 años indicó que el grupo que consume tabaco tiene una reducción en la flexibilidad cognitiva, en comparación con el grupo de no fumadores y sugieren que las acciones para prevenir un declive cognitivo en los adultos mayores deben implementarse en la edad media (Kalmijn, van Boxtel, Verschuren, Jolles y Launer, 2002).
Finalmente, la última variable estadísticamente significativa dentro de este modelo es la tarea Ir/ No-Ir del INECO Frontal Screening, la cual tiene una relación negativa con el puntaje total del nivel de dependencia la nicotina lo que implica que aquellos participantes con menor rendimiento en esta tarea, presentarán un nivel de dependencia más alto. Estos resultados coinciden con los hallazgos de Flaudias et al. (2016) quienes encontraron que el nivel de dependencia a la nicotina parece estar mejor explicado por la capacidad de inhibición.
Entre las variables independientes que en este estudio no aportaron nada al modelo para explicar el patrón de consumo de tabaco y el nivel de dependencia a la nicotina se encuentra el Test de Juego de cartas de IOWA, que evalúa la toma de decisiones, aunque en diversos estudios se ha visto una asociación entre una selección desventajosa y el nivel de dependencia a la nicotina (Xiao, Koritzky, Johnson y Bechara, 2013). Contrario a diferentes estudios que han encontrado una estrecha relación entre el control de las emociones (visto como parte de las funciones ejecutivas) y el nivel de dependencia al tabaco (Dinh-Williams, Mendrek, Dumais, Bourque y Potvin, 2014; Lyvers, Carlopio, Bothma y Edwards, 2013) en los resultados del presente estudio no se encontró ningún efecto de las variables depresión, ansiedad y afecto positivo y negativo, una posible explicación a estos hallazgos es que en estudios previos (Fluharty, Taylor, Grabski y Munafò, 2017; Papadakis, Tulloch, Gharib y Pipe, 2016) se ha observado que las personas que presentan un mayor nivel de dependencia a la nicotina son las que y tienen niveles más altos en depresión y ansiedad, y en este estudio el 65% de la muestra está conformado por fumadores con un nivel de dependencia bajo a la nicotina.
En conclusión, estos hallazgos confirman el papel predictor de la atención, la flexibilidad mental y el control inhibitorio sobre el puntaje de la dependencia a la nicotina. Sin embargo, para el patrón de consumo el puntaje en la tarea Ir/ No-Ir fue la única variable predictora, lo que podría indicar que existen diferencias cognitivas entre las personas que consumen tabaco y aquellas que ya presentan una dependencia a la nicotina, y sería un tema relevante que abordar en futuras investigaciones. También resulta muy interesante que aunque los participantes tienen un rango de edad muy amplio (18-60 años) se detecta esta asociación de un rendimiento más bajo en las funciones ejecutivas en relación al nivel de dependencia a la nicotina, contrario a lo que en diversos estudios se había encontrado, que el declive cognitivo podía evidenciarse hasta después de los 60 años, con lo que este estudio contribuye al conjunto de pruebas sobre los efectos adversos del consumo de tabaco sobre la función cognitiva incluso en personas jóvenes y adultos entre 30 y 60 años, aunque en el presente estudio no podemos concluir que los participantes tienen deterioro en las funciones ejecutivas, pero sí que a menor capacidad en dichas funciones, mayor nivel de dependencia a la nicotina.
Las conclusiones que se pueden extraer de este estudio deben ser interpretadas con precaución debido a las limitaciones del mismo. En primer lugar, el tamaño de la muestra es reducido, por lo que no podemos generalizar los hallazgos, sugiriéndose para estudios posteriores contar con una muestra más amplia y que los grupos del nivel de dependencia a la nicotina sean homogéneos en cuanto al número de participantes. En segundo lugar, aunque se emplearon instrumentos diseñados para evaluar el déficit cognitivo en pacientes con daño cerebral, se ha demostrado que son sensibles para evaluar los efectos cognitivos del consumo de sustancias, por lo tanto, en el presente estudio no se cuenta con un umbral de disfunción, pero si podemos hablar en términos del nivel de rendimiento en las funciones ejecutivas y su relación con la dependencia al tabaco.
Si bien la asociación entre consumo de tabaco y las funciones cognitivas han sido debatidos por décadas ya que son muy complejas y dependen de muchos factores como la historia de consumo de tabaco, el número de cigarros que se consume al día, la cantidad de años consumiendo tabaco y el nivel premórbido de los fumadores, esta información combinada con la mortalidad y morbilidad sustanciales asociadas con el consumo de tabaco enfatiza la necesidad de desarrollar tratamientos conductuales que faciliten el abandono continuo del hábito de fumar. Por lo tanto, hace falta más investigación que permita comprender estas interacciones y cómo el nivel de habilidad en las funciones ejecutivas, podrían ser un factor determinante en el proceso de abstinencia, su éxito y mantenimiento, ya que son un conjunto de habilidades centrales auto-reguladoras, que organizan toda la actividad cognitiva y emocional, que permiten la selección apropiada de objetivos, el monitoreo e inhibición para controlar las acciones que nos permiten lograrlos de una manera flexible y exitosa.