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El hombre como animal simbólico. Revisiones sobre el ser y la cultura
La Colmena, núm. 91, pp. 123-125, 2016
Universidad Autónoma del Estado de México

Libros


González Hinojosa Roberto Andrés . Eduardo Nicol y Ernest Cassirer: antropología y ontología. Del animal simbólico a la idea del hombre como ser de la expresión . 2015. Saarbrücken. Editorial Académica Española. 156 pp.

En su más reciente obra, Roberto Andrés González Hinojosa rastrea vestigios del pensamiento de Ernst Cassirer —particularmente de su preocupación central, el ser del hombre— en la obra del catalán Eduardo Nicol. Desde la perspectiva de Cassirer, bajo cada forma cultural o simbólica subyace un afán de emancipación y trascendencia espiritual. La filosofía concibe al ser humano como un animal simbólico que se manifiesta de diversas formas en todos los ámbitos de la vida, creando la cultura. El pensador alemán logra configurar un nuevo humanismo que recoge esa diversidad heterogénea y multicolor en la que el espíritu se enriquece permanentemente con múltiples expresiones, desde las más rudimentarias del hombre primitivo hasta las teorías científicas más vanguardistas.

El trabajo de Cassirer, señala nuestro autor, será el referente para Eduardo Nicol, quien lo retoma y rediseña bajo una nueva interpretación ontológica y antropológica, ampliando con ello la intención originaria de su propuesta. González Hinojosa nos remite a la empatía que genera la obra de Cassirer en el espíritu de su joven colega. El primer encuentro del catalán con el maestro de Marburgo se da en Nueva York, ciudad en la que Nicol realizaba la investigación para su obra La idea del hombre. Su admiración hacia Cassirer se debe a la certeza de que desarrollar la filosofía de las formas simbólicas, un sistema aplicado a la cultura, es una labor maestra que integra las ciencias de la naturaleza, la historia, el arte y la religión.

González Hinojosa señala: “Cassirer está convencido de que el espíritu es una actividad, es la razón suficiente de la diversidad simbólica explayada en lo abierto de la cultura” (134).[1] Asimismo, describe cómo de manera discreta y eficaz, casi imperceptible, las ideas del filósofo alemán subyacen en la obra de Nicol desde su primer libro, Psicología de las situaciones vitales (1941), que aborda el fenómeno de la expresión. En Cassirer también están las bases para su segunda obra, Metafísica de la expresión , en donde esboza la posibilidad de dar una nueva fundamentación a la ciencia y diseñar una moderna ontología o conocimiento del hombre. Como subraya el autor del volumen, Nicol sobrepasa a su maestro, en su pensamiento los matices serán más ricos y de mayor alcance, pues la expresión transita de lo lingüístico a lo ontológico y deviene la base de la idea del hombre como símbolo del hombre.

El filósofo catalán parte de la expresión como primer dato del ser para dar una nueva dirección a la filosofía. Al estar ligada con el lenguaje, la expresión tiene una connotación ontológica y otra epistemológica que al imbricarse dan lugar a una idea distinta del conocimiento que se convierte en un nuevo punto de partida. Nicol llega a afirmar que el hombre se mueve siempre dentro de ‘situaciones vitales’; esta idea se convierte en una constante antropológica que abre camino al autor hacia la fenomenología de la expresión. González Hinojosa expone que el pensador catalán da cuenta de por qué el hombre se expresa, tema a su parecer soslayado por Cassirer.

Decir ‘yo’ es hablar de una relación, no de un particular inconexo. Sólo por la expresión hay un vínculo vital que se consuma en el otro y expone al individuo ante los demás. La expresión es la esencia del hombre y explica factores tales como la historicidad y la libertad. La insuficiencia ontológica, el saberse mortal, provoca que el individuo busque complementarse por la expresión, detona el deseo de ser expresando. La libertad está implícita en ese esfuerzo, de allí que la historia sea la forma de la libertad que toma el tiempo. Existir es expresarse y expresarse es ser en el otro. Por ello, Nicol afirma que el hombre puede entenderse como símbolo del hombre.

La línea de pensamiento de González Hinojosa nos conduce a atisbar los momentos de contacto entre el pensador alemán y el catalán. Como Cassirer, Nicol propone una filosofía sistemática, pero la entiende de dos formas particulares: como un proceso racional del conocimiento que va de una primera aprehensión a una proposición más elaborada, y como “un modo de enfrentarse a los problemas. Es un concierto de voces” (135). Esto quiere decir que el sistema implica dar cabida a todos los distintos puntos de vista. Aquí encontramos una coincidencia entre ambos filósofos: el conocimiento requiere la ocurrencia de distintas perspectivas, esto es, un sistema que se construya y revise de manera permanente.

La obra nos conduce a otro elemento en común que comparten los dos pensadores, a saber, su interés por replantear el problema de la unidad del hombre. En ambos reconocemos la ley del espíritu. Cassirer entendía este último como función simbólica en el individuo en tanto productor de símbolos. En cambio, como una aportación trascendental a la antropología filosófica, Nicol plantea que la unidad del hombre no depende de la función del espíritu, antes bien presenta al individuo como portavoz del ser, de la expresión, histórico y constructor de ideas de sí. Como apunta González Hinojosa, para Nicol la expresión se identifica con el ser del hombre y permite su unidad.

Un tercer punto de contacto entre los filósofos es el reconocimiento temporal de la irrupción del logos. El volumen llama nuestra atención acerca de cierta influencia de Cassirer en la Crítica de la razón simbólica , de Nicol. El catalán aborda la relación entre la materia y el logos, y reconoce que la primera precede al segundo, pero adquiere su sentido cuando el logos aparece. Con el ser expuesto se accede al conocimiento. En contraste, para Cassirer el surgimiento del logos tiene la misión de confirmar que el hombre existe simbólicamente, pero en su pensamiento el ser permanece oculto.

Sobre el tema del conocimiento, González Hinojosa expone que para el filósofo alemán el espíritu despliega un movimiento evolutivo de menos a más: parte de la percepción, pasa por la representación y arriba a la significación. De manera análoga, en el pensamiento de Nicol el conocimiento se da en el aparecer, el reaparecer y el parecer. La diferencia entre las propuestas radica en que para Cassirer los tres momentos se despliegan mediante formas simbólicas, mientras que el catalán plantea que dichas fases se dan en un solo acto realizado por el hombre en lo abierto del ser.

Además, continúa González Hinojosa, para el filósofo alemán, la función expresiva se elude en el proceso de las formas simbólicas que dan lugar a la representación y a la significación, por la necesidad de dar cuenta de la fuente de los sistemas simbólicos. No hay compromiso con el ser en cuanto tal. En cambio, Nicol considera que el hombre es el símbolo del hombre y sienta las bases para resignificar la metafísica al pretender reestablecer la evidencia del ser. El catalán llama a su filosofía ‘metafísica de la expresión’, pues sostiene que esa evidencia se obtiene en un acto expresivo o comunicativo.

El trabajo de González Hinojosa es, sin duda, un proyecto inédito que requerirá un largo desarrollo, una paciente y rigurosa labor de investigación en su carácter de punto de partida, de nueva ruta de conocimiento. Empresas de este alcance son lo único que desde la filosofía puede oponerse a la devastación de la vida y del pensamiento en un tiempo como el que nos ha tocado vivir. El agradecimiento al autor por sus esfuerzos en favor de la filosofía no puede reducirse a la sola retórica de cortesía: su trabajo merece ser conocido y reconocido. Invitamos cordialmente a su lectura.

Referencias

Roberto Andrés González (2015), Eduardo Nicol y Ernst Cassirer: antropología y ontología. Del animal simbólico a la idea del hombre como ser de la expresión , Saarbrücken, Editorial Académica Española

Notas

1 Todas las citas pertenecientes a Eduardo Nicol y Ernst Cassirer: antropología y ontología. Del animal simbólico a la idea del hombre como ser de la expresión corresponden a González (2015), por lo cual sólo se anota el número de página.

Notas de autor

* Laura Elizabeth Pérez Santana. Es licenciada en Filosofía y maestra en Humanidades por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), México, donde actualmente estudia el Doctorado en Humanidades en el área de Filosofía Contemporánea. Fue becaria del FOCAEM en 2015 en la categoría de Letras. Es profesora de asignatura en la Universidad Politécnica del Valle de Toluca (UPVT), México. Sus áreas de interés son la filosofía helenística, la filosofía política, la filosofía de la cultura y la fotografía. Ha publicado artículos en diversas revistas especializadas de filosofía, y un capítulo del libro Variaciones de antropología filosófica: la perspectiva de la unidad del ser del hombre.

lauraelizabeth11@hotmail.com



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