Aguijón

Recepción: 04 Marzo 2017
Aprobación: 12 Junio 2017
Resumen: El presente artículo analiza el proceso de remitificación del Génesis en tres microcuentos de Virginia del Río Vargas, estos son: “Souvenirs”, “Temporada de manzanas” y “Breve lección de historia”. El mito hebreo de la creación está representado en dichos microrrelatos. El texto se divide en tres partes. La primera, expone el papel de la mujer en la literatura contemporánea. La segunda, indaga sobre la interacción entre el mito, la literatura y la remitificación, este último como vaso comunicante de las dos anteriores. Finalmente, la tercera, versa sobre la remitificación del Génesis, libro bíblico, en los cuentos de la autora.
Palabras clave: literatura, literatura latinoamericana, literatura nacional, mujer artista.
Abstract: This paper tries to follow the transformations of the characters and symbolic speeches they refer to, as well as the discursive changes expressed and represented at the moment of interrelate with each other, in time and space. Laura, symbolically, as a condemned being, by entering into dialogue with Nacha, understands treason and guilt from different points of view, rendering the problem even more complex. The temporalities expressed in the present by both women, refer to a postcard in which a magical-mythical time, on one side, proves to be a mirror for western time and, on the other side, a possibility of a dialogue with Mexico’s historical memory.
Keywords: literature, latin american literature, national literature, women artistic.
Las distintas manifestaciones literarias generadas en el Estado de México han promovido la conformación de un sistema literario mexiquense, en el cual, como menciona Herrera Arciniega, se pueden vislumbrar tres momentos o fases:
[...]una tradición que se formó desde mediados del siglo pasado hasta la década de los setenta [1950-1970], un periodo de configuración, registrado entre la década de los años ochenta del siglo pasado y el primer lustro del siglo actual [1980-2005], y una etapa de consolidación, que apenas se ha iniciado, luego de 2006 [a la fecha] (2011: 7,8).
Es en la etapa de configuración donde Virginia del Río Vargas1 aparece como ejemplo de la conformación del sistema literario arriba mencionado, debido a su estancia en tierras mexiquenses (de 1991 a 2001) (Castro Ricalde Sanchéz Velazquez y Zermeño Vargas, 2012: 55). La autora publica su ópera prima,2Colegio para señoritas y otros cuentos (1992), bajo el sello editorial del Centro Toluqueño de Escritores3.
El objetivo de este artículo es examinar el proceso de remitificación del Génesis bíblico, llevado a cabo por Virginia del Río Vargas en tres cuentos de su antología Colegio para señoritas y otros cuentos. Esta obra se compone de ocho apartados, los cuales son: “Las suaves alas de las mariposas”, “Bambalinas”, “Más allá del había una vez…”, “De este lado de la almohada”, “Paraísos celestiales e infiernos terrenales”, “Viajeros”, “De la tierna edad” y “Cosas varias”.
El desarrollo de los espacios textuales donde el Génesis bíblico es reinterpretado y actualizado en circunstancias cercanas al ser humano, figura como la característica principal de “Paraísos celestiales e infiernos terrenales”, título con el cual Del Río reúne cinco relatos breves. Aquí se estudiarán únicamente tres: “Souvenirs”, “Temporada de manzanas” y “Breve lección de historia”. Asimismo, el presente estudio se encaminará a desarrollar la necesaria tarea de incitar el interés por la producción literaria generada en el Estado de México, en especial, la elaborada por mujeres, y como apunta Aralia López González, el reto es “hacer visible lo invisible para poder pensarlo” (1995:17).
Virginia del Río Vargas y la literatura escrita por mujeres en el siglo XX
El papel de la mujer sujeto con género4 en la literatura mexicana del siglo XX es uno de los ejes de estudio de Aralia López González, quien puntualiza la desaparición de las etiquetas impuestas por los planteamientos patriarcales y demuestra la valía de la producción literaria de la mujer como manifestación del espíritu humano:
Se trata de caracterizar, comprender y valorar más adecuadamente la producción femenina dentro de la literatura, que no es una como se pretende, puesto que sí es la elaboración artística de la experiencia de la humanidad, trabaja con diversidades étnicas, raciales, genéricas […] por tanto, esto también determina formas de manifestaciones específicas en la expresión literaria (1995:16).
Desde su cuarto propio, como mencionaba Virginia Woolf, las escritoras mexicanas esboza un nuevo discurso donde su voz se inserta como el componente del sistema literario, cultural y social del país. Escritoras como Inés Arredondo, Angelina Muñiz Huberman, Aline Petterson y Esther Seligson proyectan:
[…] un contradiscurso o contrarrazón en el marco referencial del discurso y la razón patriarcales, en la medida en que surge como autoconciencia del género femenino, sujeto plural, bajo la norma de un querernos y sabernos a nosotras mismas como valiosas (López González, 1995: 22).
Esto lo realizan a través de la reelaboración de mitos clásicos, línea temática en común de las autoras antes mencionadas. De esta forma, textos como “La sunamita”, “Yocasta confiesa”, La noche de las hormigas y Sed de mar presentan como eje temático la actualización de relatos míticos en un contexto actual y a la vez constituyen hilos reflexivos en torno a cómo el patriarcado ha configurado la imagen de la mujer a partir del mito.
Al respecto, Alfonso Sánchez Arteche, en su artículo “Toluqueñas de otros mundos”, abre una serie de elementos relevantes para la comprensión de la literatura hecha por mujeres, en especial la elaborada en tierras mexiquenses. Sanchéz Arteche demuestra su amplia admiración a todas aquellas escritoras que, ya sea nacidas o avecindadas en esta entidad, toman la decisión de dar a conocer sus trabajos literarios pues: “sólo ellas transgreden la frontera cultural que durante milenios han dividido términos entre lo privado-femenino y lo público-masculino” (2001: 7). Para este autor, la difusión de la obra literaria femenina constituye un paso relevante debido a su lucha con el “secular silencio [que] reside en la privacidad de su voz impuesta por los regímenes patriarcales” (2001: 7). Tal es el caso de Virginia del Río Vargas cuya obra ha sido poco estudiada por la crítica literaria, en particular, por la línea poético-reflexiva que propone al renovar el texto mítico.
Del mito y la remitificación
El sustrato narrativo (común denominador entre mito y literatura) intenta explicar, mediante la palabra, sucesos que hieren poderosamente la integridad ontológica y significativa del ser humano. María Rosa Palazón Mayoral señala:
Los mitos no se distinguen de la narración literaria, no dejan de recrear la función poética o juego lingüístico que ostenta su modo de decir. Como la literatura, el mito nos busca para que experimentemos su poder intencional, que nos conmina a recibir su orfebrería del lenguaje. Tal encantamiento no es inocente (2002: 38).
La remitificación es un concepto pertinente, pues ambos términos, mito y literatura, se conjugan dando lugar a reelaboraciones o reescrituras de mitos trascendentales para el ser humano con el fin de devolver aquella gama de sentidos que posee; de este modo colaboran y se complementan. Una vez que el mito pasa por la rejilla de la escritura se consolida como un integrante del sistema literario, de ahí que Martínez Falero señale:
Esta narratividad supone que, una vez perdida su función o referente de naturaleza religiosa, el mito pasa a ser una historia ficcional más, como cualquier relato. De este modo, la creencia deja su lugar a la literatura, fundiéndose la narración mitológica en el corpus textual de una tradición literaria (2013:4).
El campo literario realiza un tratamiento particular con respecto al mito, pues lleva a cabo una interpretación y significación acorde con los eventos cercanos al ser humano:
[…] el mito reaparece periódicamente en la literatura, como actante de tipo comparativo mediante la amplificación o reinterpretación de un mitema característico del arquetipo original […] siempre partiríamos de la descontextualización y recontextualización del arquetipo, como forma de actualizar las lecturas posibles de los arquetipos ya tradicionales en un corpus textual determinado (Martínez-Falero, 2013: 8)
Esta descontextualización y recontextualización (términos simultáneos no subsecuentes) que Martínez-Falero refiere es lo que Hans Ulrich Gumbrech (1992) también define como desmitificación y por ende remitificación.5 Este proceso de remitificación matiza, reinterpreta y actualiza cuestiones elementales para el ser humano, para la cual se apoya en en procedimientos e instrumentos cercanos a la literatura. Tal ejercicio creador, pero a la vez crítico implica mecanismos particulares e interesantes. Así lo puntualiza Martínez-Falero:
La reescritura del mito nos viene dada también por una reformulación de la visión de la naturaleza humana y por los cambios sociales, producto de la evolución de nuestras sociedades y nuestras creencias, aunque siempre es posible encontrar constantes históricas (pulsiones o experiencias profundamente humanas), cuya reformulación es simplemente formal (2013: 493).
Una constante presente en el proceso de remitificación es la desacralización, entendida como el despojo del carácter sagrado de un elemento perteneciente a ese mundo hacia un plano más humano. El acto desacralizador “se trata siempre del mismo acto misterioso: la manifestación de algo “completamente diferente”, de una realidad que no pertenece a nuestro mundo, en objetos que forman parte integrante de nuestro mundo “natural”, “profano” (Eliade, 1999: 15). En resumen, la desacralización conlleva, entonces, una visión donde un elemento de carácter sagrado se inserta en lo profano. Esto queda demostrado a través de la configuración de figuras arquetípicas hacia un plano más humano, es decir, un estereotipo.
Lauro Zavala proporciona tres acepciones sobre el significado del arquetipo: “[1.] Modelo básico del que se hacen copias (prototipo). [2.] Idea de una clase de cosas que representa lo más característico de esa misma clase. [3.] Atávica y universal, parte del inconsciente colectivo: nacimiento, muerte, amor, etc.” (2007:40). Un personaje arquetipo funciona como una idea o una imagen primigenia del pensamiento humano, conformada por varios elementos culturales, los cuales constituyen todo un paradigma en el imaginario hegemónico, mientras que el estereotipo es un “modelo de rasgos de conducta establecidos convencionalmente, como parte de un discurso mítico” (2007: 43).
Por otro lado, la ambivalencia simbólica también figura como una parte operativa del proceso remitificador, como punto de convergencia entre mito y literatura. Esto es debido, principalmente a que el símbolo conlleva un cifrado poético ontológico. Así lo enuncia el estudioso José María Mardones: “el lenguaje mito-simbólico da cuenta del ser […] se trata de reconfigurar una realidad inaccesible a la descripción directa usando el poder de la metáfora, la analogía por referencia desdoblada a la realidad conocida” (2000:189).
Todos estos puntos representan algunos de los instrumentos que la literatura toma en busca de conformar el proceso remitificador, el cual reinterpreta y actualiza cuestiones elementales para el ser humano presentes en el relato mítico.
La remitificación del Génesis: Ironía y ruptura
Una vez esbozado el término remitificación, así como su tratamiento en el campo literario, es pertinente observar dichos conceptos en los tres cuentos seleccionados en el presente artículo. En lo que respecta a la desacralización, Del Río retoma el concepto [...] para plantear a los personajes en cada uno de los minicuentos.
En “Souvenirs”, el narrador presenta un peculiar centro turístico: el Paraíso, lugar donde Dios se broncea cerca de la piscina y la serpiente ofrece recuerdos, mientras Adán y Eva posan junto al árbol de la ciencia para los turistas curiosos. Un día, hartos de esa actividad, muerden la manzana y, con ello, comienzan su historia. La configuración de figuras arquetípicas de la tradición judeocristiana representa el primer trazo hacia la conformación de los personajes.
En este primer microrrelato, Dios es transfigurado por la pluma de la escritora con particularidades humanas y, por lo tanto, carece de la superioridad marcada en el relato bíblico. Esto le permite encontrarse al mismo nivel que otras figuras. Igual pasa con la serpiente, que manifiesta conductas humanas al vender recuerditos baratos a los visitantes de tan particular lugar. Adán y Eva, por su parte, se muestran complacientes a las demandas de los turistas al dejarse tomar fotos. En lo que respecta al espacio, tampoco tiene una correspondencia con la idea original del Paraíso como lugar mítico, en este cuento existe acceso a cualquiera.
Los perfiles de los personajes de “Souvenirs” se decantan hacia el estereotipo. Dios y la serpiente adquieren comportamientos humanos (turista y vendedor, respectivamente), al igual que Adán y Eva, quienes fungen como centro de atracción. Los componentes conductuales del estereotipo reiteran el efecto remitificador del texto. Otro componente desacralizador llevado a cabo por la autora tiene que ver con su acción o participación, ya sea activa o inactiva, dentro del espacio narrativo.
El Génesis, como hipotexto6 de los tres cuentos, destaca la actuación de Dios como ser todopoderoso que comienza a separar y designar por primera vez los componentes del mundo. Dichas palabras aparecen en el Génesis con mayúsculas, como Día, Cielos, Tierra, Mares:
Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz./ […] Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche./ […] Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separó las aguas de las aguas./ Y llamó Dios a la expansión Cielos (La Biblia,Génesis, 1: 6-8)
Por otro lado, el Dios presente en “Souvenirs” permanece al margen de los acontecimientos relatados. Lo mismo ocurre con la serpiente, que tiene poca participación; su función no trae consecuencias relevantes. Adán y Eva sí llevan a cabo un papel preponderante. Con base en estas acciones se puede confirmar la graduación de roles de menor grado de actuación (Dios, serpiente) a mayor (Adán y Eva). Las líneas finales de este minicuento son prueba clara, pues debido a su inconformidad, la pareja decide rebelarse de este aparente estado de bienestar e iniciar su propio trayecto: “hasta que un día se hartaron, mordieron la manzana y empezaron a escribir su historia” (43).7
En “Temporada de manzanas”, segundo relato breve, la historia se desarrolla en el Paraíso, lugar donde la singular sierpe se encuentra encaramada en el árbol de la ciencia. Ahí, ella tiene un breve diálogo con la manzana hasta que el fruto cae inesperadamente y comienza a pudrirse. Enseguida Eva llega, y al verla, huye, así la serpiente falla en su objetivo: hacerle perder la gracia divina. Sin embargo, una idea salta a su mente viperina: hacer que la pareja ame el Paraíso, pues el ser humano tiene el extraño hábito de perder lo amado.
En este minicuento, la desacralización se lleva a cabo por medio del uso de la prosopopeya o “‘metáfora sensibilizadora’ personificación en virtud de que lo no humano se humaniza, lo inanimado se anima” (Beristáin, 2003: 312). Esto queda corroborado con las murmuraciones de la serpiente y el malestar del fruto por su inesperada caída:
—¿Ya mero?— preguntó la manzana con su voz dulce y perfumada. —No— respondió la serpiente—. Espera un poco más.
—Es que yo… la manzana no pudo responder; se cayó de madura al suelo —Mierda— dijo quedito la serpiente y, falsa como ella sola, preguntó: ¿estás bien cariño? La manzana tardó un poco en responder. Al fin dijo:
—Creo que estoy toda magullada. Por Dios, qué mal me siento (44).
El hecho de que tanto la serpiente como la manzana adquieran conductas propias del ser humano las coloca en una perspectiva cercana al mundo común o profano con respecto al texto de donde provienen originalmente. La reacción de Eva hacia la manzana también alude a la desacralización del personaje original:
—¿A dónde vas, monada?— gritó la serpiente— ¿A dónde con tanta prisa?
—Lejooos— gritó Eva a la distancia—. Es que no soporto el olor a fruta podrida.
—Cretina— murmuró la manzana y decía esto mientras se echaba a perder (45).
Por tanto, la inserción de comportamientos y acciones humanas, así como su intervención en mayor o menor grado de actuación en el espacio narrativo por parte de cada uno de los personajes, refuerza el proyecto desmitificador propuesto por la autora.
Finalmente, en “Breve lección de historia”, el tercer microrrelato, el narrador presenta a los personajes de la siguiente forma:
Había una vez una manzana. También un hombre. Una mujer.
Eva y Adán se llamaban. Él toda su vida se quejó de un dolor en el costado.
Ella era curiosa. Cuenta la leyenda que también andaba por ahí una serpiente. Algunos dicen que todos somos hijos de aquella pareja.
Vivimos con las manos olorosas a manzanas y con la serpiente del escalofrío en nuestra columna.
Y también con la sensación de haber perdido algo.
Dicen que el paraíso (47).
Este minicuento remarca aún más la ambivalencia simbólica como parte del proceso remitificador. La característica insertada en “Breve lección de historia” es que dichos símbolos se encuentran inherentes al ser humano, pues se relacionan con partes de la fisonomía, como las manos y la columna.
La asociación entre la manzana, su naturaleza fragante y las manos tiende a un significado relacionado con la toma de consciencia. De acuerdo con Chevalier, la manzana se asocia tanto al “conocimiento unitivo, que confiere inmortalidad [como al] distintivo que provoca la caída” (1999: 267). La proximidad de este símbolo con el ser humano se configura a partir de la emergencia del entendimiento por parte de los mismos personajes, es decir, de su reconocimiento como ser pensante.
En lo que respecta a la serpiente y su cercanía con la columna vertebral del hombre Chevalier apunta: “el simbolismo de la serpiente está efectivamente ligado a la idea misma de la vida […] la serpiente, escribe Bachelard, “‘es uno de los arquetipos más importantes del alma humana’” (1999: 926). Como se observa, la condición simbólica de la serpiente se consolida como apoyo de tipo espiritual. Por ello, el minicuento recalca la inserción de éste en la columna vertebral, sostén primordial del cuerpo humano.
En su conjunto, la desacralización en sus distintas variantes, desde la conformación de los personajes hasta la relegación de la figura divina y la preponderancia de otras, así como el juego simbólico, actúan como los primeros hilos conductores para la comprensión de la línea literario-reflexiva planteada por Virginia del Río, quien busca, por medio de la ironía, una inminente reflexión sobre la forma de actuación o comportamiento del ser humano.
La ironía representa un recurso literario acorde, ya que por medio de un juego semántico, una idea o concepto considerado serio o riguroso se torna humorístico, chusco y hasta caricaturesco. Beristáin designa la ironía como:
[...] oponer, para burlarse, el significado a la forma de las palabras en oraciones, declarando una idea de tal modo que, por el tono, se pueda comprender otra, contraria […] Se trata del empleo de una frase en un sentido opuesto al que posee ordinariamente […] La exageración burlona de los rasgos de un personaje es la caricatura (2003: 277, 281).
Esto queda demostrado en los dos primeros textos. En “Souvenirs”, Dios, la serpiente, Adán y Eva hacen su triunfal aparición de esta forma: “Dios, con lentes de sol, se bronceaba junto a la piscina. La serpiente ofrecía abalorios a los turistas. Adán y Eva, para complacer a los visitantes, jugaban a los recién casados y posaban junto al árbol de la ciencia” (43). El personaje de Dios no se encuentra, como de costumbre en las alturas, ya que le parece mejor disfrutar de los rayos solares desde otra distancia, mientras un vendedor singular se pasea alentando a los turistas a comprar, recuerditos para sus familiares que no pudieron admirar tan bello paisaje, souvenirs para recordar su visita al Paraíso.
Por su parte, “Temporada de manzanas” relata las peculiares peripecias de una serpiente; primero, exhortando a la manzana elegida a no caer hasta el momento preciso, cosa que no consigue; luego, en su afán de convencer a la joven, sin obtener resultado alguno, la serpiente falla su intención pues apenas pudo enunciar: “—Verás, queridita…— empezó a decir la serpiente. Pero Eva se fue corriendo y la dejó con la palabra en la lengua bífida” (45).
Ambos microrrelatos transmiten tintes irónicos ,ya que la serpiente busca por todos los medios la caída del ser humano, no obstante, sus intenciones terminan en un rotundo fracaso. La construcción narrativa desarrollada por Del Río en su ópera prima implica cuestionamientos interesantes al mito hebreo, con lo cual implica los trazos sobre su forma de operación del proceso remitificador. La crítica contundente a los elementos sagrados, su inminente deconstrucción y reinterpretación permite discurrir en los tres cuentos una ruptura de la idea de culpa.
Liliana Mizrahi (2003) menciona que la culpa surgió con base en la idea del pecado original (engendrado apartir de del régimen patriarcal). Dicha introyección provocó una fuerte carga espiritual y moral por la falta cometida en los primeros tiempos, de ahí en adelante, se convirtió en un fundamento sociocultural. La raíz del sentimiento de culpa surge del “pecado original”, resultante de la “caída del hombre”, tal como lo señalan las Sagradas Escrituras. Necesitamos crear y recrear certezas religiosas que nos protejan de la angustia que surge ante esta “culpa por existir” (Mizrahi, 2003: 31).
Paul Ricoeur determina tres vías donde la culpa opera. La primera, de tipo ético-jurídica, está relacionada con el castigo y responsabilidad por los hechos ejecutados. La segunda, provenie del ámbito éticoreligioso. La tercera es la psico-teológica. tales vías tambien son señaladas por Mizrahi. Ricoeur las separa de la siguiente manera para una mayor delineación del concepto:
La culpabilidad, considerada aisladamente, estalla en varias direcciones: en la dirección de una reflexión ético-jurídica sobre la relación entre la penalidad y la responsabilidad; en la dirección de una reflexión ético-religiosa sobre la conciencia sutil y escrupulosa; por último, en la dirección de una reflexión psico-teológica sobre el infierno de la conciencia acusada y condenada (2011: 257).
Las posturas de ambos autores coinciden con respecto al papel que la culpa tiene como construcción cultural del pensamiento humano, articulada por distintas vertientes, ya sea de tipo ético, religioso y psicológico, así como su alcance en la sociedad.
Por consiguiente, los tres minicuentos aquí estudiados desarticulan aquella culpabilidad forjada a lo largo de varios milenios. “Souvenirs” la desdibuja cuando sus protagonistas (Adán y Eva), hartos de vivir aparentemente en un ambiente tranquilo, cómodo, donde son el centro de atención, toman conciencia de la insatisfacción que representa aquél lugar. De ahí que decidan iniciar su propia historia sin remordimiento alguno y con la responsabilidad que el cambio amerita. La idea de culpa derivada del hipotexto queda anulada por completo, la pareja cimienta un reconocimiento pleno de sus acciones con todo y las consecuencias subsecuentes.
En “Temporada de manzanas”, Eva determina alejarse del fruto podrido, pues no cumple con sus expectativas. Aquí también se nota la emergencia de la consciencia por parte de ella. La figura de Eva no es de una mujer ingenua y sumisa sino de aquella capaz de determinar sus acciones.
Finalmente, “Breve lección de historia” apela por una cosificación simbólica del ser humano, ya que por medio de la asociación entre componentes de orden corpóreo (costado, manos, columna), sensitivos (dolor, escalofrío) de sentidos (olfato, vista) simbólicos (manzana y serpiente) se conforma un sustento significativo sólido. La integración de estos elementos permite un recorrido interpretativo del ser humano a través de su configuración con símbolos adyacentes.
En conclusión, la escritura de Virginia del Río proyecta una propuesta interesante sobre de la remitificación del texto bíblico, no sólo a nivel estructural sino de sentido. La reiterada relegación de la figura divina y la preponderancia de otras, como la serpiente, la manzana, Adán y Eva; su destreza irónica y la reflexión en torno a la culpa son los hilos conductores de los tres cuentos aquí presentados.
Referencias
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Castro Ricalde, Maricruz, Alejandra Sánchez Velázquez, Carlos Gerardo Zermeño Vargas (2012), Inquietantes inquietudes. Tres décadas de literatura fantástica en el Estado de México, Toluca, Instituto Mexiquense de Cultura.
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Del Río, Virginia (1992), Colegio para señoritas y otros cuentos, Toluca, Centro Toluqueño de Escritores.
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Eliade, Mircea (1999), Lo sagrado y lo profano, Madrid, Paidós.
Herrera Arciniega, José Luis (2011). “El sistema literario mexiquense”, en La Colmena, núm. 72, Octubre-Diciembre, pp.7-15.
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Martínez-Falero, Luis (2013), “Literatura y mito: desmitificación, intertextualidad, reescritura”, Signa, núm. 22, pp. 481-496.
Mardones, José María (2000), El retorno del mito, Madrid, Síntesis.
Mizrahi, Liliana (2003), Las mujeres y la culpa. Herederas de una moral inquisidora.
Palazón Mayoral, María Rosa (2002), “El mito, la literatura y el buen decir las instituciones de Carlos Marx”, en Tema y Variaciones de literatura, núm. 18, pp. 35-57.
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Sánchez Arteche, Alfonso (2001), “Toluqueñas de otros mundos”, La Colmena, núm. 32, pp.7-11.
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Zavala, Lauro (2007), Manual de análisis narrativo, México, Trillas.
Notas
Notas de autor