Exordio

La palabra impresa embalsama la verdad para la posteridad
Alejo Carpentier
En el invierno de 1993 salió a la luz el primer número de La Colmena, bajo la cuidadosa dirección de Virginia Aguirre. Su intención era ofrecer un espacio libre para la crítica, el análisis y el perfeccionamiento del entorno social, así como difundir la cultura entre la comunidad universitaria. Después de veinticinco años de publicación ininterrumpida, nos enorgullece poner en manos de nuestros lectores el número 100 de la revista, que conserva el espíritu e intereses con los que fue concebida.
Quien conozca la industria editorial, sabrá del trabajo casi artesanal que se esconde detrás de cada página publicada. Como bien indica el término ‘colmena’, hacer posible esta revista ha requerido la voluntad y entrega de un enjambre de almas: investigadores, escritores, artistas visuales y traductores literarios, cuyas palabras e ideas son fiel espejo de las inquietudes que mueven la ciencia y el arte de nuestro tiempo. Detrás de cada uno de sus aportes se encuentra también el talento de editores, revisores, correctores de estilo, diseñadores y miembros del Consejo Editorial, quienes ensamblan, pulen y dan forma a cada trabajo como si de una pieza de pasamanería se tratara.
En sus versiones impresa y electrónica, La Colmena ha cruzado la frontera de lo local para convertirse en una plataforma de diálogo con impacto internacional. El Acceso Abierto nos ha permitido llegar a los lugares más recónditos del globo. Hoy, hemos logrado posicionarnos entre los lectores de Latinoamérica, Estados Unidos, España, Argentina, Rusia y varios países de África. Distintos índices y bases de datos nacionales e internacionales reconocen la calidad de nuestras prácticas editoriales y la relevancia de los contenidos que compartimos. Hemos llegado muy lejos, pero aún tenemos mucho terreno que conquistar.
Este número comienza presentando el trabajo del fotógrafo argentino Fernando Óscar Martín. La imagen que hemos elegido como portada no sólo homenajea el invaluable trabajo de los artesanos mexiquenses, sino que evoca con sus luces y sombras la labor de los amanuenses que día a día construimos esta revista. “La memoria del barro” retrata la belleza de las tradiciones que, pese al embate de la modernidad, continúan vigentes en varias comunidades de nuestro país. La emotividad y nostalgia presentes en cada fotografía se cuelan a lo largo del número y enmarcan con su esplendor la sección Panal de luz.
En el primer artículo de Aguijón, Elisa Teresina Di Biase Castro, de la Universidad Nacional Autónoma de México, analiza las nociones de magia e ilusionismo presentes en “Amigos mexicanos”, novela corta de Juan Villoro. La investigadora hace énfasis en el engaño como recurso para reconfigurar los mitos y nociones preconcebidas que tenemos del mundo, y así alterar la realidad. Por su parte, Homero Quezada Pacheco, de la misma universidad, hace un breve recorrido por la tradición medieval de los bestiarios y examina los recursos literarios que permitieron al escritor Juan José Arreola reconfigurar el género y liberarlo de sus originarias connotaciones religiosas.
A continuación, Ian Yetlanezi Chávez Flores, de la Universidad Autónoma del Estado de México, analiza la dicotomía clásica entre arte y ciencia, y propone incorporar ambos saberes a fin de mejorar las investigaciones académicas. El autor retoma la novela La fila india, de Antonio Ortuño, y reflexiona sobre lo que puede aportar al estudio de la migración contemporánea. Más adelante, Francesco Panico, de la Universidad Veracruzana, ensaya un ejercicio de escritura fragmentaria con el que pretende dar forma a su identidad narrativa. Haciendo gala de humor e ironía, el autor salta de un tópico nietzscheano a otro para bosquejar un mapa de sus propias inquietudes filosóficas y literarias.
Aura Moreno, de nuestra Máxima Casa de Estudios, hace un repaso a la propuesta de Herbert Marcuse, para quien la sociedad contemporánea está inmersa en un sistema que enajena su voluntad y manipula sus necesidades. En esta crítica, la dimensión estética se presenta como una herramienta para rescatar la conciencia y sensibilidad del individuo. La investigadora Araceli Aguirre Aguirre, de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, vuelve la mirada hacia los documentos virreinales y busca en ellos la presencia del indio, actor primordial de la historia social de la Colonia. Su análisis se acompaña de la transcripción paleográfica de un testamento del siglo XVIII. Para cerrar esta sección, Arturo Morales Campos, de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, ofrece una visión multidisciplinar sobre el arte rupestre. En su investigación, los postulados semióticos de Umberto Eco permiten analizar los rasgos más importantes de las pinturas paleolíticas de La Pasiega, además de iluminar algunos procesos creativos de los artistas que les dieron vida.
El sacrificio, la valentía y la tragedia se abren paso en “El silencio”, cuento de Fernando Fabio Sánchez, que relata la última aventura de un grupo de hombres que buscan defender la verdad en un entorno marcado por la corrupción y la violencia. Por su parte, Marco Ángel nos obsequia una colección de recuerdos sobre un amor cuyo fracaso atormenta al protagonista. El placer y la nostalgia encarnados en conversaciones al azar dan forma al purgatorio donde los amantes están condenados a estar solos.
En la sección Traducciones, Soledad Díaz Alarcón y María Pilar Castillo Bernal rescatan la obra olvidada de las poetisas Marie Huot y Thekla Lingen, que escribieron en lengua francesa y alemana, respectivamente. Sus versos sobre el amor, la naturaleza, la muerte y la emancipación de la mujer son fiel testimonio de las inquietudes líricas del siglo XX. En Reseñas, incluimos las lecturas críticas que Raquel Graciela Gutiérrez Estupiñán y Gonzalo Enrique Bernal Rivas hacen de los libros Narrativas y comunidades interpretativas transnacionales: perspectivas en interacción y Biennale Arte 2017 Viva Arte Viva. Catalogue of the 57th International Art Exhibition.
En el Pliego de Poesía presentamos el poemario Atisbo a un limbo en llamas [zapping y paneo al abismo], de Heber Quijano. Los macabros rituales de la muerte violenta, las desapariciones y el sufrimiento de las víctimas que deambulan en una ciudad cadáver nos cortan el aliento con su ferocidad. La crudeza de estas imágenes nos impregna del horror y la desolación que merodean por cada rincón de nuestras calles. La separata se acompaña de la obra El hombre deshojado, dibujo del maestro Leopoldo Flores que apareció en el primer número de La Colmena. Con esta publicación, homenajeamos a uno de los artistas más importantes de nuestro siglo, pilar de la Universidad Autónoma del Estado de México y entrañable colaborador de la revista.
Sirvan las palabras e imágenes que aquí ofrecemos para testificar el esfuerzo de nuestro equipo editorial, esfuerzo que, sin embargo, sería en vano sin el ojo y oído atento de quienes, puntualmente cada tres meses, leen con placer cada nuevo número. Ustedes, lectores, son nuestra pasión, y a ustedes dedicamos estos primeros cien números. Gracias por inspirarnos, por creer y mantener vivo el sueño. Acompáñennos, como desde hace veinticinco años, a seguir haciendo historia.
Notas de autor