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Mythos y logos: hacia un análisis de la migración contemporánea en La fila india, de Antonio Ortuño
Mythos and logos: toward an analysis of contemporary migration in La fila india [The Indian file], by Antonio Ortuño
La Colmena, núm. 100, pp. 35-46, 2018
Universidad Autónoma del Estado de México

Aguijón


Recepción: 27 Agosto 2018

Aprobación: 07 Diciembre 2018

Resumen: El mythos y el logos han tenido un papel importante en la concepción racional y sensible del mundo, así como en el desarrollo de las ciencias y las humanidades. Sin embargo, muchos grupos epistémicos han dado prioridad a los enfoques lógicos, argumentando que lo sensitivo no proporciona conocimiento. En este artículo se cuestiona el sentido ético de dichos avances científicos y tecnológicos de carácter positivista. Asimismo, se menciona que las investigaciones contemporáneas necesitan un diálogo entre el arte y la ciencia, con el propósito de generar saberes más amplios y menos herméticos. Si bien este enfoque metodológico puede funcionar para diversas disciplinas, aquí se propone un breve modelo de análisis que conjunta las ciencias sociales y la literatura. Por último, se examina cómo la novela La fila india, de Antonio Ortuño, puede servir para comprender fenómenos tan complejos como la migración.

Palabras clave: epistemología, conocimiento, ciencias sociales, humanidades, literatura, migración.

Abstract: Mythos and logos have had an important role in the rational and sensible conception of the world and also in the development of sciences and humanities. However, many epistemic groups have prioritized logical approaches, arguing that the sensitive does not provide knowledge. In this article the ethical sense of such scientific and technologic advances of positivistic character is questioned. Likewise, it is mentioned that contemporary research needs to dialogue between art and science with a view to generating broader, less hermetic knowledge. Even if this methodological approach may serve a number of disciplines, we hereby propose a brief analysis model that brings social sciences and literature together. Finally, we explore how the novel La fila india [The Indian file], by Antonio Ortuño, can be useful to understand phenomena as complex as migration.

Keywords: epistemology, knowledge, social sciences, humanities, literatura, migration.

Entre el mythosy el logos

Desde los antiguos griegos ha existido la creencia de que el mundo se encuentra compuesto por el mythos y el logos. El primero se encarga del conocimiento sensible de las cosas, mientras que el segundo está determinado por la lógica del método mayéutico. En el siglo XIX, Nietzsche criticó esta dicotomía en El nacimiento de la tragedia y condenó al mundo occidental por dejar de lado el mythos dentro de las áreas del conocimiento científico. Lo que objetaba era que al socratismo estético sólo le importaba desarrollar el pensamiento por medio de la lógica (Nietzsche, 2014: 87-93).1

De esta manera, la razón sólo ha estado compuesta por métodos que buscan verificar la existencia de las cosas. Basta recordar el Tractatus logico-philosophicus, donde Wittgenstein, ya en el siglo XX, señalaba que el lenguaje está estructurado por proposiciones con sentido lógico, cuya demostración permite saber si los resultados son positivos, no-positivos o sinsentidos (2009: 66-73).2

Durante el Romanticismo surgió una duda que cuestionaba los argumentos positivistas: ¿si la lógica debe estudiar todo lo que es racional, entonces qué sucede con el lenguaje poético, cuya forma de enunciación no es necesariamente lógica?

El positivismo sólo podía interpretar que dicho lenguaje no otorga un saber auténtico de las cosas. Esta afirmación platónica condena a la poesía por su conceptualización metafórica, que oculta el significado ‘real’ de los objetos.3

En términos de la estética socrática, la poesía no puede otorgar conocimiento, sino confusiones sin valor lógico que impiden llegar a la verdad.4 Desde el punto de vista contrario, Gadamer afirma que mediante la experiencia poética surge la comprensión de sí, el autoconocimiento como un trance que sobrepasa la lógica:

Lo racional de tales experiencias es justamente que en ellas se logra una comprensión de sí mismo. Y se pregunta si la razón no es mucho más racional cuando logra esa autocomprensión en algo que excede a la misma razón (1997: 22).

La verdad que se fundamenta en el logos descarta el mythos y le otorga la categoría de elemento sin importancia. Como escribe Margo Glantz, esto se debe a un enfoque pedagógico que premia lo técnico, reduciendo lo didáctico a un saber-hacer (2003: 33). Es decir, la percepción educativa del término ‘bueno’, en un sentido ético, se encuentra condicionada al aprendizaje de habilidades como conducir un camión o teclear una computadora. La poesía queda fuera de este conocimiento porque no permite el desarrollo de lo práctico.

Por esta razón, el espíritu humanista comienza a desaparecer por partes: el cuerpo no tiene una pierna y un brazo. Esta idea, sin embargo, es muy pesimista y radical, puesto que todo lo que realizamos está basado y estructurado mediante el lenguaje. Gracias a él podemos conocer el mundo tal como lo hemos creado y nos ayuda a intentar explicar aquello que se encuentra a nuestro alcance. Lo que no podemos entender se debe a que la capacidad de aprehender por medio de la palabra no es suficiente. Tal como decía Wittgenstein: “los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo” (2009: 111).

La cita anterior todavía presenta una contradicción porque, como menciona Heidegger, desde Platón y Aristóteles el lenguaje se encuentra íntimamente relacionado con la τέχνη, el “procedimiento de la reflexión al servicio del hacer y fabricar” (2000: 1). Es decir, el mythos ha sido excluido por no formar parte de los estándares de producción.

La ciencia, con toda su técnica, sólo demuestra que el logos está supeditado a fines capitalistas. Basta mencionar las compañías automotrices que tuvieron su auge durante las guerras del siglo XX, época en que las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, la industria farmacéutica y las teorías económicas y matemáticas estuvieron también al servicio de la bolsa de valores.

Con esto se puede observar que la razón lógica, a causa de los medios de producción, va perdiendo su sentido humano en aras de fomentar una idea desvirtuada del progreso, donde dominar equivale a conocer. Al respecto, Juliana González afirma:

Con el tiempo, sin embargo, fueron predominando algunos rasgos de la nuova scientia, y la nueva techné. Enarbolando la bandera de Bacon de que ‘conocer es dominar’, el hombre moderno se lanzó al ilimitado dominio de la naturaleza para terminar degradándola y convirtiéndola en mero objeto de explotación o en la fuente de puros ‘recursos naturales’ para provecho suyo. Muy lejos de lo que fueron los ideales humanistas de armonía del hombre con la naturaleza y de unión intrínseca de las humanidades, las artes y las ciencias (2003: 45).

Sobre el tema de la dominación, Edward W. Said menciona que cuando las acciones lógicas pierden su esencia ética atentan contra la humanidad, a pesar de que se intente justificarlas con cualquier adjetivo (2006: 27). El autor pone como ejemplo el bombardeo de Yugoslavia en 1999 y las guerras que han tenido como escenario Oriente Medio, conflictos que buscaron la apropiación forzada de minerales con fines de explotación. La OTAN consideró estos actos como ‘humanismo militar’. En este sentido, nace la duda de dónde se encuentra el progreso lógico y humanitario si se rebasan los límites de la ética. Una respuesta podría ser que se halla en los grupos de poder discursivos. Para Foucault, el discurso es aquello por lo que se han establecido las luchas para implantar ciertas ideologías (2009: 15-37). Quien no esté dentro de los límites de la lógica impuesta se encontrará con un sistema de exclusión.5

La poesía nunca ha estado dentro de los estándares de la verdad, sino en su desvirtualización o en la profecía. Por tal motivo, desde épocas platónicas los artistas han sido relegados del Estado, al igual que las personas que no comparten las mismas ideas sobre un aspecto determinado. De este modo, las humanidades sólo pueden ser practicadas por un grupo exclusivo que comparta una razón lógica.

Como Edward W. Said señala:

El humanismo se considera algo muy restringido y complejo, como un club selecto cuyas reglas dejan fuera a la mayor parte de la gente y, cuando se permite el ingreso de alguien, el conjunto de normativas impide cualquier cosa que pueda ampliar la afiliación al club y convertirlo en un espacio menos restringido o más placentero (2006: 36).

Con tales argumentos, la escisión entre el mythos y el logos se hace más visible, separando a las ciencias de las humanidades. Esta es una situación trágica porque ambas formas de ver el mundo constituyen una dicotomía necesaria para generar saberes. Por ejemplo, la astronomía o la física cuántica basan sus estudios en hipótesis no necesariamente comprobables, sino en aspectos observables que pueden ayudar a justificar ciertas ideas, así como a desarrollar o comprobar una teoría. Este aspecto despertó el interés de Nietzsche, para quien la primera causa del conocimiento es la experiencia estética, la cual se expresa mediante el lenguaje: sólo podemos nombrar, comparar o entender algo si existe un encuentro con el otro, con el mundo en su propia realidad. Es decir, lo otro nos hace dudar y nos crea una nueva imagen de las cosas.

Sin embargo, ¿qué es la estética y por qué es importante mencionarla en este trabajo? De entrada, se trata de un concepto difícil de definir por estar en el campo del mythos. En Reflexiones filosóficas en torno al poema (1975), Baumgarten reflexionó sobre el término ἐpιstήμης aἰsθηtικής (epistemês aisthêtikês) y sugirió que esta ciencia estaba conformada por dos partes: νόηta (noetá) y aἰσθηta (aisthetá). La primera se refiere a las cosas conocidas de manera lógica sobre cuya existencia no hay duda; mientras la segunda implica aquello que percibimos por medio de la sensibilidad sin recurrir a un método o estructura lógica. En otras palabras, en la teoría de Baumgarten el conocimiento no menosprecia ni al mythos ni al logos, sino que los une para una comprensión más amplia del mundo. Esta reconciliación toma en cuenta que existen situaciones que sólo se pueden comprender por medio de la contemplación, y en la mayoría de los casos se explican de manera lógica, sin que sea necesario verificarlas.

El arte es uno de los elementos que la ciencia no puede establecer como un criterio absoluto para conocer, ya que conforma un multiuniverso incomprensible para una vida o, tal vez, para la totalidad de las vidas humanas. En su cuento “La biblioteca de Babel”, Borges realizó una crítica severa de esta situación, ya que su personaje sin nombre habita una biblioteca donde los espejos, los laberintos y las lenguas constituyen sólo un pequeño espacio del saber, con lo que el autor declara que el ser y el mundo no pueden ser aprehendidos en su conjunto.

La tragedia que representa la imposibilidad del conocimiento total aparece en muchas obras literarias. Aunque, ¿por qué para el arte es una fatalidad, mientras la ciencia conserva su optimismo de alcanzar el final de la torre de Babel? En su obra Pensamiento salvaje, Levi-Strauss afirma que el método de estudio de las ciencias y de las áreas artísticas se ha relacionado con la sinécdoque y la metonimia (1997: 36-47). Según esta visión, las ciencias estudian la parte por el todo (metonimia), y las artes, el todo por la parte (sinécdoque). Al pensador francés se le hacía excesivo dividir el saber de tal manera. Por tal motivo, proponía el bricolaje6 como un método de investigación que combinaba ambas técnicas, sabiendo que no se puede alcanzar una verdad absoluta y monística.

Puede considerarse que el bricolaje deriva de la relación entre lo dionisiaco y lo apolíneo propuesta por Nietzsche. El pensador de Röcken establece que el conocimiento se alcanza por medio de la embriaguez de la contemplación y es necesario expresar esta experiencia mediante la forma. Es decir, el primer requisito para que una investigación se realice es la experiencia estética: si un tema nunca antes contemplado se vuelve una epifanía o un agrado para el individuo —situación mytho-dionisiaca— entonces pueden surgir nuevos análisis que tengan la probabilidad de convertirse en teorías —situación logo-apolínea—.

El mythos y el logos necesitan ser una dualidad para construir una relación interpretativa. De este modo, las humanidades y las ciencias pueden estudiar diversos fenómenos y establecer criterios de análisis interdisciplinarios que resuelvan y visualicen, de manera más amplia, los problemas cotidianos o universales que existen en el individuo, el mundo y el universo.

Es difícil aceptar que el conocimiento es controlado por comunidades epistémicas,7 que a veces llegan a ser demasiado herméticas y positivistas. Tal y como sucedía en la antigua Grecia, la verdad o alétheia se establece desde el discurso de las oligarquías, puestos gubernamentales e instituciones, quienes imponen su forma de entender el mundo: “La alétheia aparece como manifestación del poder del vencedor, como afirmación del triunfador y como justificación de su ser-así” (Pilatowski, 2008: 250). En sentido inverso, Pilatowski expone:

la verdad no la establece el ‘veraz’ con su palabra, como en el mundo griego prefilosófico, ni tampoco con las estructuras del logos como en el ámbito filosófico, más bien está determinada por la acción del ‘Yo’ que acude al llamado del ‘Tú’ (2008: 252).

En otras palabras, la verdad no debe ser entendida al modo heleno —que incluye un factor de egocentrismo—, sino que debe combinarse con el concepto hebreo ‘hemet’, que califica a aquel que es generoso y actúa verazmente para acudir en ayuda del necesitado.

Para Pilatowski (2008), la verdad no se encuentra en un grupo epistémico que practique la alétheia de la Grecia antigua, sino en una sociedad preocupada por el otro, que satisfaga sus necesidades humanísticas y científicas sin dejar a un lado la dualidad mythos-logos, ni darle mayor peso a una sola concepción del mundo. Sólo así se puede evitar que se hermeticen las problemáticas cotidianas o universales.

En este contexto la literatura, proveniente del mythos, puede construir sistemas de comprensión que expliquen diferentes características de un paradigma con el fin de entender la complejidad del ser humano y lo que lo rodea. Basta recordar que algunos escritos de Julio Verne, interpretados por científicos durante el siglo XX, ayudaron a desarrollar innovaciones tecnológicas, como el tanque de guerra y el submarino. Es decir, las obras del escritor francés sirvieron como vehículo de contemplación estética y pusieron en duda las necesidades humanas y económicas de un sector que se dedicaba a la lógica.

Es importante señalar que también la ciencia ha contribuido al quehacer artístico. Por ejemplo, las leyes de la gravedad de la física clásica han inspirado obras cinematográficas cuyo eje principal es el hombre ante el universo. Tal es el caso de la cinta Andréi Rublev, de Tarkovsky, donde se muestra el asesinato de científicos durante la Edad Media por inventar un globo aerostático. En este filme también se revela que en una época el mythocentrismo fue el principal factor que impidió desarrollar investigaciones fundamentadas en el logos, porque no existía una tolerancia hacia tales ideas.

Como se observa, la fusión del mythos y el logos pueden crear individuos críticos que, en lugar de inclinarse hacia uno solo de estos caminos, creen un campo de conocimiento más amplio con el objetivo de generar conciencia y desarrollar mejores posibilidades de vida dentro de una comunidad específica. Por tal motivo, en este ensayo sólo me enfocaré en cómo una obra literaria (mythos) puede generar perspectivas de análisis sobre un problema particular de las ciencias sociales (logos).

Compromiso en la literatura

La literatura no sólo tiene una función de entretenimiento que le permite o asegura diversión al lector. Uno de sus propósitos es mostrar un punto particular y disruptivo de la vida del ser humano, y retratar un escenario donde converjan diversas ramas del conocimiento, como la economía, la sociología y la historia. Sergio Pitol menciona que mediante la literatura, principalmente la novela,

podemos vislumbrar muchos, muchísimos fragmentos del mundo, los que queramos, no sólo las situaciones histórico-sociológicas en un país y en una época determinados, sino además las modulaciones del lenguaje, y el acercamiento a las artes plásticas, a la arquitectura, a la música, a los usos y costumbres, al imaginario de ese espacio y ese tiempo que elegimos (2010: 10).

Es decir, de algún modo el escritor logra unir todos los elementos del logos y el mythos para mostrar la realidad que le interesa. Han existido diversas polémicas sobre el papel que el arte juega en la sociedad. Por ejemplo, los parnasianos creían que sólo debía ser producto del arte mismo, mientras que los naturalistas defendían que le correspondía mostrar la esencia humana, sin importar que la crueldad se encontrara implícita en las acciones de los personajes.

Por su parte, en el siglo XX Sartre manifestó que el arte debía expresar libremente una visión integral del mundo, tomando en cuenta su acontecer. De esta manera, existe un discurso de alteridad donde el otro —el lector/espectador— también puede tomar conciencia de las atrocidades que suceden en un momento particular de la historia. En este sentido, el escritor se compromete con su tiempo, porque se encuentra inmerso en una sociedad donde las injusticias deben ser visualizadas para que los lectores, como comunidad, puedan reflexionar sobre ellas e intenten abolirlas:

Si acepta ser creador de injusticias, es un movimiento que pasa a estas injusticias en camino hacia la abolición de las mismas. En cuanto a mí, que leo, si creo y mantengo en existencia un mundo injusto, me hago responsable de cuanto haga al respecto. Y todo el arte del autor es para obligarme a crear lo que él revela y, por tanto, para comprometerme (Sartre, 2003: 81).

De acuerdo con este argumento, el filósofo francés señala que el arte no sólo tiene como objetivo el entretenimiento. Una de sus funciones más importantes es visibilizar las problemáticas sociales a un nivel micro o macro. Así, toda expresión artística termina por rebasar la mera contemplación estética:

Si me dan este mundo con sus injusticias, no es para que contemple éstas con frialdad, sino para que las anime con mi indignación y para que las revele y cree con su naturaleza de tales, es decir, abusos que deben ser suprimidos (Sartre, 2003: 82).

Sartre abre paso a una discusión teórica importante: ¿el arte tiene una función social que permite mejorar las condiciones de vida de un sector de la población? Sí, el concepto de compromiso se puede entender como una aprehensión del mundo mediante la contemplación estética, que posibilita la reflexión y la acción social para la solución de diversas problemáticas. Es decir:

El escritor debe asumir entonces un doble compromiso. En primer lugar, con su visión del mundo, con su conjunto de ideas y valores (compromiso ético); en segundo lugar, con su escritura, es decir, con aquellos materiales que la mantengan viva (compromiso estético). Ambos se nutren mutuamente y forman uno solo (Crescenzi, 2013: 2).

Con base en lo anterior, podemos decir que la literatura tiene una parte de crítica social, pues el escritor no es cómplice del silencio, y de manera inherente su escritura muestra una dimensión de denuncia (Viñals, 2016: 2). Con esto el arte, proveniente del mythos, se convierte en un complemento importante del logos. En este caso, la literatura puede apoyar los estudios de las ciencias sociales y ampliar la comprensión de ciertos fenómenos. En una investigación de este tipo, lo sensible y lo lógico forman parte de una misma visión y generan análisis integrales y más humanos.

Modelopropuesto: literatura y ciencias sociales

La novela La fila india (2016), de Antonio Ortuño, permite al lector conocer una variedad de peligros que los migrantes centroamericanos indocumentados enfrentan mientras se desplazan por México. Mediante el mythos y el pathos se genera empatía ante esta problemática, que ha tenido una mayor visibilidad durante los primeros años de este siglo.

La fila india relata las diferentes adversidades que el personaje Irma padece a lo largo de la historia. Como trabajadora social, tiene acceso a la Conami (sátira del Instituto Nacional de Migración, INM), donde se da cuenta del pésimo trato que reciben las personas en las estaciones migratorias. A quienes llegan no se les asigna un sitio que garantice sus derechos humanos, pues duermen en catres y bolsas de dormir. Asimismo, los alimentos que les entregan deben ser repartidos de manera cautelosa para no quedarse sin comer: “Les dieron una cena de frijoles, tortillas, café negro; la leche ordeñada a cinco cartones debió repartirse entre veinte niños” (20).8 El personaje narra el asesinato de periodistas que desean dar a conocer el problema de la migración, pues diversos actores sociales, como las autoridades mexicanas, se encuentran coludidos con parte de la inmensa red del crimen organizado.

En una parte de la novela, el exesposo de Irma narra las penalidades sufridas por los centroamericanos y afirma, de manera dantesca, que México es un infierno con siete círculos:

Primer círculo: serás robado por los polleros que te cruzan la frontera en el tren. A tu mujer deberán inyectarle sustancias anticonceptivas antes de abordar el vagón, porque la posibilidad de que sea violada es más alta que la de conseguir algo fresco para comer.

Segundo círculo: deberás viajar en lo alto de un tren aferrándote como puedas (caer significa convertirte en uno de esos machos que se quedarán sin dedos o piernas o brazos por quedarse dormidos en lo alto de los vagones y rodar y que no sirven para otra cosa que pedir caridades en la urbanización más cercana a su accidente). Una alternativa: ser embalado junto con otros cien en un vagón de carga sin aire corriente y confiar en que nadie sospeche, nadie escape y las compuertas vuelvan a abrirse antes de que llegue la muerte por sofocación.

Tercer círculo: aunque has pagado para que se te proporcione agua y comida, éstos te serán regateados o sencillamente no llegarán a tus manos en las cantidades mínimas requeridas. Y cómo protestar si los encargados van armados y trabajan mano a mano con policías y agentes de la Conami.

Cuarto círculo: dado que los polleros, acabo de decir, van armados y trabajan de mutuo acuerdo con la policía y la Conami a lo largo y ancho de todo México, tú y tu culo (generalmente el de tu mujer, pero nunca puedes saberlo) les pertenecen. Si protestas o escapas o si deciden secuestrarte y no tienes para el rescate te perseguirán, dispararán, torturarán, te meterán cosas por la boca y el recto y tendrás suerte si no terminas en una zanja colectiva en las afueras de sepa dónde chingadas madres.

Quinto círculo: si lograste subir al tren y avanzar por el país sin necesidad de polleros, valiéndote de tus propios medios, deberás estar consciente de que ellos van armados y trabajan en connivencia, etcétera… Y te delatarán, perseguirán, tirotearán, secuestrarán, torturarán y demás encantos del menú a menos que seas un ninja o el hombre invisible. No les gusta la competencia ni los pone cómodos la posibilidad de que se extienda por aquí o allá la idea de que no se les necesite.

Sexto círculo: la ayuda con la que puedes contar en México se reduce a la de unos pocos curitas heroicos, cinco o seis oenegés más o menos inhábiles y la imprevista caridad de la gente de a pie (aún existen buenas señoras que les reparten plátanos oxidados o tortillas rancias a los que tocan a su puerta). Pero la experiencia indica que es más fácil que te socorra el integrante de un grupo radical del White power de Arizona a que lo haga un mexicano común y corriente, quizá no demasiado diferente a ti. Será que a ellos tampoco les gusta la competencia.

Séptimo círculo: incluso si consigues escapar de todos los depredadores y no mueres de hambre o sed, incluso si nadie te viola o golpea o amenaza o secuestra, tortura, tirotea y arroja a una zanja, aún debes planear la manera en la que entrarás a Estados Unidos, porque los mismo mexicanos que han sembrado de espanto tu camino controlan todas las rutas de acceso.

Una vez allá, felicidades. Respira hondo: el horror ya corre por cuenta de los gringos (85-87).

Estas son algunas de las problemáticas que se desarrollan en la novela. De manera particular se presenta el caso de Yein, una salvadoreña que ingresa a México con estatus de indocumentada. La obra narra la experiencia atroz de la mujer mientras se desplaza por el país:

Llevaban [Yein y su esposo] un día entero en México y tenían miedo. El tren paró lejos de la estación. Bajaron, observados por los polizones del techo con envidia y espanto. Los miraron —cuervos— alejarse, internarse en el cerro. Alguno de ellos habrá dado aviso. ¿O alguien de entre ellos mismos? De todos modos, brillaban. Un grupo grande y llamativo que venía de lejos. Los tipos les habían cobrado en dólares que ellos mismos les vendieron, tomaron sus monedas por un precio risible. Pocos lograron conservar dinero para el viaje. Algunos quedaron en deuda. A él, que ahora mira por la ventana y suspira, le exigieron a la mujer el segundo día. Se la llevaron a un cuarto aparte, se la cogieron. Era eso o que los bajaran a tiros. No volvieron a abrir la boca. Ni él ni su esposa (22).

La fila india describe un escenario ficcional complejo, permite reconocer las diversas emociones que los personajes sienten y, al mismo tiempo, se observa el compromiso literario del escritor ante un determinado fenómeno social. Quienes desarrollan investigaciones siguiendo el método científico pueden tomar en cuenta las obras artísticas, que provienen de una visión mythológica, para complementar el contexto que analizan desde el logos. Así, por ejemplo, las investigaciones sobre la realidad de la migración centroamericana en México se pueden enriquecer con datos presentes en las obras de ficción.

En la novela de Ortuño se menciona que las estaciones migratorias no tienen la infraestructura necesaria para alojar a las personas detenidas por las autoridades. Este dato se puede complementar con textos académicos que dan cuenta de la realidad, como el informe de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), que describe el perfil carcelario con que operan dichos lugares. En este documento se observa que los alojamientos poseen “celdas, rejas metálicas, aldabas, candados, aseguramientos prolongados y con opción a prolongarse, bases de cemento por camas, entre otros” (Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 2005: 10). Con esta información se verifican, tanto en la ficción como en los estudios científicos, las violaciones que padecen las personas migrantes, no sólo durante su detención sino también en su proceso de tránsito por el país. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha reunido diversos testimonios que relatan algunas desventuras sufridas por las y los indocumentados, por ejemplo, el caso de centroamericanos que fueron extorsionados por las autoridades mexicanas:

Veníamos en el autobús, el pollero se había puesto de acuerdo con el chofer […] Por diferentes trayectos nos venía siguiendo la Policía Federal […] El guía y el chofer se las arreglaban con ellos […] Nos pedían cooperación […] Hablaban con ellos y nos dejaron continuar […] Supimos que les estuvieron repartiendo entre 20 mil y 30 mil pesos […] Al llegar a Puebla volvimos a cooperar […] para la Policía Federal, dimos lo último que andábamos […] Juntamos como 20 mil pesos […] Se molestaron y nos amenazaron con detenernos más adelante […] Seguimos […] Nos volvieron a detener policías federales y nos dijeron que la cuota esta vez era de 100 mil pesos […] Ya no andábamos nada de dinero […] El chofer dijo “voy a parar el camión” y todos se echan a correr […] la policía se dio cuenta […] quisieron atrapar a todos [y] dispararon al aire […] Nos golpearon, nos quitaron el poco dinero que quedaba y nuestras cosas, nos gritaban y ofendían (Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 2013: 23).

El relato anterior, sobre los abusos a los centroamericanos en las últimas décadas, “nos lleva a considerar que la intervención estatal ha contribuido a instaurar las condiciones de la violencia, sin por ello frenar el tránsito de los migrantes: paradójicamente, los intentos de imposición de una autoridad en la región sólo han reforzado la esfera de la clandestinidad” (Desjonquères, 2015: 106).



Serie La memoria del barro (2016). Fotografía: Fernando Óscar Martín.

Prohibida su reproducción en obras derivadas.

La literatura y los estudios científicos sociales permiten ver cómo algunos sectores de la sociedad, incluidas las autoridades migratorias mexicanas, no respetan al otro (el migrante) y lo privan de sus derechos básicos, olvidando que este país también tiene población indocumentada que se dirige a Estados Unidos. En su reseña de La fila india, García Moreno comenta:

No es trivial, tampoco, que las víctimas del libro sean centroamericanos. La fila india muestra a una sociedad que llora a sus miembros muertos pero que desdeña la muerte del migrante. Es constante la sombra del racismo que nos separa de ellos. Es, el nuestro, un país de víctimas —y al mismo tiempo de victimarios (2013: s/n).

Conclusiones

Con este pequeño ejemplo se puede observar que una problemática particular puede estudiarse no desde una sino desde diversas perspectivas, en donde el mythos y el logos confluyan para intentar entender al otro. En este artículo, el análisis se centró en la migración, combinando aspectos primarios de la literatura (mythos) y las ciencias sociales (logos). Los casos documentados por la ficción, el periodismo y otros discursos permiten examinar la realidad de manera integral y con mejores herramientas, con el objetivo de intentar solucionar ciertos problemas sociales, tomando en cuenta los aspectos sensibles y lógicos del ser humano. En este sentido, la obra literaria podría posibilitar que la población mexicana reflexione sobre la corrupción, el racismo y la xenofobia que los centroamericanos padecen en el país, al mismo tiempo que se exige un respeto irrestricto a los derechos humanos de los migrantes mexicanos que se dirigen hacia Estados Unidos. Dichas contradicciones culturales y estructurales se muestran en La fila india.

Con base en situaciones reales, el mythos apoya al logos y permite crear criterios de análisis interdisciplinarios para pensar la realidad. Aquí se muestra sólo una pequeña parte de la metodología que estamos planteando, donde las ciencias y las humanidades se ayudan y no se excluyen entre sí. Cabe señalar que, aunque la migración es la temática usada en este artículo, pueden analizarse otros tópicos y problemáticas mediante métodos e instrumentos pertenecientes a diversas disciplinas y áreas. Al integrar estos saberes en las investigaciones contemporáneas es posible obtener un panorama más amplio de los fenómenos estudiados con el fin de evitar el hermetismo del conocimiento y su inclinación a una sola vertiente mítica o lógica.



Serie La memoria del barro (2016). Fotografía: Femando Óscar Martín.

Prohibida su reproducción en obras derivadas.

Referencias

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Wittgenstein, Ludwig (2009), Tractatus logico-philosophicus, Madrid, Alianza Editorial.

Notas

1 Para Nietzsche, “Sócrates se vio obligado a condenar tanto el arte como la ética dominantes [de la Antigua Grecia]. Cualquiera que fuese el lugar al que se dirigiese su escrutadora mirada no veía más que la privación de juicio, el poder de la ilusión concluyendo de todo el carácter profundamente absurdo y execrable de lo existente. Partiendo de este punto de vista, Sócrates se creyó obligado a corregir la existencia. Él, un individuo aislado, en cuanto precursor de una cultura, un arte y una moral totalmente distintos, entra, con ademán altivo y desdeñoso, en un mundo en el que ya un simple roce de respeto provocaría nuestra dicha más profunda. Esta es la razón por la que el acercamiento a Sócrates siempre nos suscita tan enorme perplejidad, por la que su presencia no deja de seducirnos a ahondar en el sentido y finalidad de su enigmática aparición en el mundo de la Antigüedad. ¿Quién era ese hombre que, en solitario, osaba nada más y nada menos que recursar la esencia del helenismo, esa esencia que, encarnada en Homero, Píndaro y Esquilo, así como en Fidias, Pericles, Pitias y Dioniso, es incuestionable objeto, en cuanto abismo más insondable y cima más alta, de nuestra estupefacta admiración? [...] Una clave para comprender la naturaleza de Sócrates nos la brinda ese prodigioso fenómeno conocido como el ‘daimon socrático’. En ciertas situaciones especiales, en las que su extraordinaria inteligencia vacilaba, recibía firme apoyo de una voz divina que se expresaba en tales momentos. Cuando esta voz aparecía, siempre lo hacía para disuadirle. En esta naturaleza totalmente anormal, la sabiduría instintiva no se enfrenta al conocimiento consciente aquí y allá más que poniendo trabas. Mientras que en todos los hombres verdaderamente productivos, el instinto es la fuerza afirmativa y creadora, y la consciencia, la instancia disuasoria y crítica, en el caso de Sócrates los papeles se invierten: el instinto es crítico, la consciencia, creadora... ¡una verdadera monstruosidad por defectum! En efecto, lo que aquí apreciamos en Sócrates es un monstruoso defectus de todo sentido místico, de tal modo que podría ser definido como un ser específicamente no-místico, alguien en el que, en virtud de una superfetación, el espíritu lógico se ha desarrollado de una manera tan excesiva como lo está en el místico la sabiduría instintiva” (2014: 91-92).
2 En Wittgenstein y la filosofía contemporánea, Hartnack escribe lo siguiente: “Otro rasgo del lenguaje singularmente importante para Wittgenstein —hasta el punto de que en ocasiones parece conferirle un papel central en su doctrina— es el de la diferencia entre lo que puede ser dicho y lo que puede ser mostrado. Toda proposición enuncia un hecho atómico existente. La ‘condición de posibilidad’ de ello es —como ya hemos visto— que una y otro (proposición y hecho) tengan igual forma lógica. Dicho de otra manera: toda proposición ha de tener, para poder ser tal preposición, una forma lógica, es decir, ha de tener un sentido. Para determinar la verdad o falsedad de una proposición hay que investigar si ésta coincide o no con la realidad; ahora bien: es evidente que para proceder a ello hay que saber previamente lo que significa la proposición en cuestión [...] La tarea de la filosofía no viene a consistir de la forma lógica de la proposición sino, simplemente, en analizarla de tal modo que su forma lógica se evidencie, resalte de manera inmediata” (1972: 57-59).
3 Es necesario recordar La República, de Platón, donde se destierra al poeta por confundir a la gente con su visión: “Y es por ello que tendríamos un motivo justo para no admitirlo [al poeta] en una ciudad que debe ser gobernada por buenas leyes: pues despierta esta parte excitable del alma, al nutrirla y fortificarla destruye el principio racional, exactamente como sucede en una ciudad cuando se le da poder a los malos, se les entrega la ciudad haciendo peligrar a los más sabios” (Platón en María Luisa Bacarlett Pérez y Rosario Pérez Bernal, 2012: 17).
4 En Ión, Platón sostiene que los poetas no pueden otorgar una verdad lógica porque se encuentran en un estado de euforia al que los lleva la inspiración de las musas: “los poetas no están con la sangre fría cuando componen sus preciosas odas, sino que desde el momento en que toman el tono de la armonía y ritmo, entran en furor y se ven arrastrados por un entusiasmo igual al de las bacantes, que en sus movimientos y embriaguez sacan ríos de leche y miel, y cesan de sacarlas en el momento en que cesa su delirio. Así es, que el alma de los poetas líricos hace lo que éstos se alaban practicar” (2015: 135).
5 Foucault pone como ejemplo el caso de Mendel, quien “constituye el rasgo hereditario como objeto biológico absolutamente nuevo, gracias a una filtración que no se había utilizado hasta entonces: lo separa de la especie, lo separa del sexo que lo transmite; y el dominio en que lo observa es el de la serie indefinidamente abierta de las generaciones en la que aparece y desaparece según regularidades estadísticas” (2009: 36-37). Este descubrimiento contradecía todo lo que Schleiden había propuesto treinta años antes, al negar la sexualidad vegetal. Sin embargo, por no pertenecer al mismo grupo epistémico la teoría de Mendel no tenía valor. Como declara Foucault: “Mendel decía la verdad, pero no estaba 'en la verdad' del discurso biológico de su época” (2009: 37).
6 ‘Bricolaje’ proviene del verbo francés ‘bricoler’, que se aplica al juego de la pelota y al billar (Levi-Strauss, 1997: 35). Aunque no existe una traducción exacta al español, en un sentido académico se aplica a la relación entre diferentes disciplinas, técnicas o áreas de conocimiento para abordar una problemática específica. Para Levi-Strauss: “El bricoleur es capaz de ejecutar un gran número de tareas diversifica­das; pero, a diferencia del ingeniero, no subordina ninguna de ellas a la obtención de materias primas y de instrumentos concebidos y obtenidos a la medida de su proyecto: su universo instrumental está cerrado y la regla de su juego es siempre la de arreglárselas con ‘lo que uno tenga’ es decir, un conjunto, a cada instante finito, de instrumentos y de materiales, heteróclitos además, porque la composición del conjunto no está en relación con el proyecto del momento, ni, por lo demás, con ningún proyecto particular, sino que es el resultado contingente de todas las ocasiones que se le han ofrecido de renovar o de enriquecer sus existencias, o de conservarlas con los residuos de construcciones y de destrucciones anteriores. El conjunto de los medios del bricoleur no se puede definir, por lo tanto, por un proyecto (lo que supondría, por lo demás, como en el caso del ingeniero, la existencia de tantos conjuntos instrumentales como géneros de proyectos, por lo menos en teoría); se define solamente por su instrumentalidad, o dicho de otra manera y para emplear el lenguaje del bricoleur, porque los elementos se recogen o se conservan en razón del principio de que de algo habrán de servir” (1997: 36-37).
7 Villoro explica: “Una comunidad epistémica está determinada por un nivel de producción específico de su sociedad, que le permite el acceso a ciertos datos mediante ciertos medios técnicos, por una cantidad de información acumulada, por un conjunto de teorías e interpretaciones viables, dado el desarrollo alcanzado por el conocimiento de la época, todo ello dentro del supuesto de un marco conceptual común. Las comunidades epistémicas están, pues, condicionadas, tanto en el espacio como en el tiempo. No existe una comunidad intersubjetiva ‘pura’ de entes racionales posibles, existen intersubjetividades históricamente condicionadas, pertinentes para juzgar el saber de su época” (1982: 149).
8 Todas las citas pertenecientes a La fila india corresponden a Ortuño, 2016, por lo cual sólo se anota el número de página.


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