Resumen: El gobierno de Felipe Carrillo Puerto en Yucatán (1921-1923) se propuso transformar la sociedad a largo plazo, para lo cual desarrolló una reforma escolar que contribuyera a cimentar en la mentalidad yucateca los valores socialistas desde la primera edad, pero al haber ciertos elementos que causaron polémicas, organizó una campaña de propaganda, la cual es estudiada en el presente Artículo de investigación a través de sus dos principales órganos de prensa: el periódico El Popular (1921-1923) y la revista Tierra. El Magazine del Sureste (1923); éstas tuvieron el fin de ganar la opinión pública y aumentar la popularidad del régimen.
Palabras clave:historia de la educaciónhistoria de la educación, historia de la prensa historia de la prensa, Partido Socialista del Sureste Partido Socialista del Sureste, El Popular El Popular, Tierra Tierra, El Magazine del Sureste El Magazine del Sureste, Felipe Carrillo Puerto Felipe Carrillo Puerto.
Abstract: The government of Felipe Carrillo Puerto at Yucatan (1921-1923), undertook the goal of transform society in the long run, for that reason, it stablished an educational policy orientated to construct in young minds the socialist values, but having certain elements that caused controversy, it organized a propaganda, which is the object of study of the present Research Article through two of its main press organs: the daily El Popular (1921-1923) and the weekly Tierra. El Magazine del Sureste (1923); these had the purpose of win the popular opinion and increase popularity of the politic system.
Keywords: History of education, History of the press, Partido Socialista del Sureste, El Popular, Tierra, El Magazine del Sureste, Felipe Carrillo Puerto.
Artículos de investigación
Propaganda y reforma escolar en el gobierno de Felipe Carrillo Puerto en Yucatán (1921-1923)1
Educational policy and propaganda in the government of Felipe Carrillo Puerto at Yucatan (1921-1923)
Recepción: 14 Julio 2018
Aprobación: 23 Agosto 2018
El 18 de octubre de 1921, Felipe Carrillo Puerto (1874-1924)2 se embarcó desde Tamaulipas con destino a Mérida, para iniciar oficialmente su campaña a la gubernatura de Yucatán3. Un día antes había sido fundado El Popular4, periódico matutino de cuatro páginas que tenía el propósito autodeclarado de orientar al pueblo, encauzar a las masas y dar salvadoras concepciones a las multitudes5; este trabajo editorial fue encomendado a Miguel Cantón (1895-1973), abogado meridano, hijo de un periodista, que se unió, junto con Felipe Carrillo Puerto, a las fuerzas zapatistas en 1913, y retornó a Yucatán en 1916 para dedicarse al periodismo revolucionario (Casares G. Cantón, 2003). La idea de fundar un periódico, órgano de la Liga Central de Resistencia6, fue una de las determinaciones del ii Congreso Obrero (Izamal, agosto de 1921)7 con miras a las elecciones, como medio de propaganda del Partido Socialista del Sureste (pss) frente a la prensa de oposición, representada principalmente por la Revista de Yucatán8.
A Juicio de Francisco Paoli y Enrique Montalvo, El Popular fue un medio de combate ideológico y un “extraordinario periódico” (1977: 168); no obstante, la realidad es que este diario debe ser leído como un organismo de propaganda sesgado en favor de los intereses del Partido Socialista del Sureste (pss). Por tanto, mi propósito es analizar su cobertura de la reforma escolar emprendida por el gobierno de Felipe Carrillo Puerto (enero 1922-diciembre 1923), abarcando toda la vida del periódico hasta su última publicación (31 de abril de 1923), cuando fue sustituido como principal órgano de propaganda por la revista semanal Tierra. El Magazín del Sureste, publicación con la que continúo el estudio hasta los últimos y violentos días del gobierno de Carrillo Puerto.
El año de 1921 fue un período de crisis económica en Yucatán9, lo que dificultó la labor del gobierno socialista de Manuel Berzunza10 (1893-1924); esta debacle económica explica por qué la distribución gratuita de El Popular no pudo lograrse más que de manera limitada, por medio de sorteos y rifas11.
A pesar de que este órgano de propaganda se representó a sí mismo como el portavoz de la verdadera opinión pública, y única que merecía ser oída12, en la práctica siempre representó la voz oficial del pss y de su ideario político; un socialismo que se definió a sí mismo como contrario a los derechos del individuo, defensor de los de la comunidad y enemigo de la explotación del hombre por el hombre y, aunque no era completamente devoto del materialismo histórico, en los fenómenos sociales no encontraba causas netamente económicas13.
En estas circunstancias, la necesidad de una reforma educativa se presentaba como absoluta, pues “El pueblo, el verdadero pueblo sufrido, el que trabaja, va a tener instrucción14” fue una de las principales promesas de campaña. Desde entonces, y durante todo el gobierno de Carrillo Puerto, la educación sería presentada como la única manera de hacer permanentes los logros de la revolución y conseguir la paz a largo plazo: sólo la escuela podía convertir los ideales revolucionarios en realidad15.
De este modo, sería más fácil luchar contra un enemigo caricaturizado, un muñeco de paja del antiguo sistema escolar que debía ser destruido: la escuela cárcel, que formaba instrumentos para el capital y veía a los niños como meros recipientes de los prejuicios del maestro y sólo servía para crear una hipertrofia cerebral16.
Por un lado, los burgueses, siniestros personajes a quienes no les importaba dejar a los hombres en el analfabetismo con tal de tener acceso a mano de obra barata17, eran los principales interesados en evitar que el saber llegara a las masas. Pero poco importaba su oposición, porque en el maniqueísmo del pss, el partido actuaba sin importarle lo que querían los burgueses, sino lo que deseaba el pueblo: educación18. De más cuidado, y representante de un mayor peligro para la revolución, era el principal instrumento de la burguesía para la dominación del pueblo: el clero, aquellos que hacían creer a los hombres que la felicidad dependía de un ser supremo y no de la libertad, la igualdad y el progreso19.
Pero ¿en qué consistiría la reforma educativa propuesta por Carrillo Puerto? Durante la campaña, el periódico fue muy claro con su mensaje: hacer a un lado la teoría y la pedagogía científica, y ser prácticos. El discurso anticlerical no era nuevo en el campo yucateco, pero sí lo era el que estuviese acompañado de la crítica a la ciencia, al compararse la pedagogía científica con una ciencia sagrada, la alquimia, e incluso con la teología de los nuevos reaccionarios; así, se criticó a los pedagogos por creerse poseedores de una panacea social20:
Las Escuelas han servido años tras años, para destruir la libertad individual. La Educación científica ha venido a destruir, a minar, por medio del régimen de pedagogía burgués, la conciencia de los educandos […]21 Tendencias asquerosas, las de esos hombres servidores incondicionales del capitalismo, que en los libros del saber han bebido todos los conocimientos de la Ciencia, y que, se reúnen en Congresos donde la Sabiduría se derrocha para admiración de todos. Empero, son instrumentos serviles, en las manos hábiles de los extorsionadores, y sirven para negar al Navegante Genovés la posibilidad de un Nuevo Continente y a Galileo el movimiento de la Tierra22.
Las páginas del periódico en realidad no rechazaban la ciencia, pero creían que los liberales habían creado un tipo de ciencia supeditada a los intereses de los burgueses; por eso la fallida iniciativa de ley de 1918 para la fundación de una Universidad yucateca, redactada por diputados socialistas en el Congreso Local dentro de los cuales se encontraba Carrillo Puerto, contemplaba la clausura de las Facultades de medicina y jurisprudencia. Para estos socialistas, los médicos y abogados eran enemigos del pueblo (Domínguez Castro, 2011: 141-142). Era, pues, necesario crear una ciencia socialista.
Una nota sobre la educación nos dice que el pss contaba en su seno con personas innovadoras, gente en la que los votantes podían confiar, pero no nos explica en qué consistía el proyecto educativo23; de hecho, durante las campañas sólo una cosa queda clara sobre la pragmática que seguiría la reforma escolar: el proyecto de desanalfabetización, pues se nos explicaba que el analfabetismo era la causa principal de que la gente fuese víctima del fanatismo religioso y de que se viera obligada a vender su fuerza laboral en vez de trabajar para sí misma24; de hecho, esta campaña es la expresión local del proyecto alfabetizador emprendido a nivel nacional por el Secretario de Educación, José Vasconcelos (1882-1959)25.
Este último viajó a Yucatán durante las campañas locales como parte de su plan que pretendía federalizar toda la educación del país, y tuvo éxito, pues Berzunza y Carrillo Puerto sumaron a Yucatán a su proyecto a cambio de una jugosa y muy necesaria inyección de dinero federal, sacrificio de la soberanía local que luego les causaría problemas, pero garantizaba el pago de las nóminas del magisterio, problema prioritario26. En aquella visita, el Secretario dijo, en un discurso público, que el objetivo de la Secretaría de Educación Pública y Bellas Artes (sepba) era incrementar la cantidad de escuelas, y no su calidad27; de hecho, durante las campañas, la figura de Vasconcelos sería objeto de numerosos halagos por parte de la redacción, cuya línea editorial personificaría en él las actividades de la sepba28. Con el control del aparato gubernamental, la victoria del pss y Carrillo Puerto fue contundente.
Según El Popular, a la toma de protesta de Carrillo Puerto como gobernador el 31 de enero de 1922 en Izamal, acudieron “todas las autoridades, empleados públicos, los profesores con más de trescientos alumnos de la escuela oficial y la totalidad del pueblo”29; y, aunque el periódico tenía incentivos para exagerar la concurrencia a este tipo de eventos como una muestra de apoyo popular, estas descripciones nos sirven para darnos una idea de la imagen que se deseaba construir del gobernador: alguien querido por el pueblo.
En su discurso inaugural en maya, Carrillo Puerto se comprometía a crear muchas escuelas, de modo que el que quisiera aprender pudiera (declaraciones congruentes con el proyecto vasconcelista) y, fiel a su vena anarquista (Bolio Ontiveros, 1932: 55; Orosa Díaz, 1983: 29; Mantilla, 2011: 220), Carrillo recalcó su creencia en la agencia individual y el escepticismo ante las instituciones que recuerdan al Plan de Milpa Alta30. Un acto simbólico sobre el compromiso del gobierno con la eficacia y la educación, fue la promulgación de la Ley de Instrucción de la Escuela Racionalista en el Estado solamente seis días después de haber tomado posesión31, momento en el cual empezó la propaganda de la educación racionalista en las páginas de El Popular. Me parece que Miguel Cantón y otros miembros del pss sabían que la ley era polémica, pues ya había dado problemas en los Congresos Pedagógicos organizados por Alvarado en el lustro anterior (Arteaga Castillo, 2005: 211-221; Espadas Sosa, 2008: 179-191) y prefirieron evitar su discusión pública antes de las elecciones; además, la desanalfabetización era un proyecto federal, y era necesario durante las elecciones mostrar cercanía con el presidente32. A este respecto, se describió a la escuela racionalista como basada en la libertad, sustentada en la idea romántica del socialismo originario33, y creadora de identidad de clase que preparaba para la lucha contra el capital34; tenía cierto tinte anarquista, pues buscaba enseñar al pueblo a no actuar conforme a la ley sino a la libertad35 y era, además de todo, una escuela crítica de los nacionalismos, atea y opuesta al laicismo36.
El radicalismo ateo, las posturas anticapitalistas y el tinte anárquico estaban basados en la teoría pedagógica del español Enrique Ferrer Guardia (1859-1909), quien había sido sentenciado a muerte en Barcelona en 1909 por su participación en el movimiento anarquista (Arteaga Castillo, 2005: 13-14). Había también, en el proyecto yucateco, influencia de la escuela del trabajo y la acción fomentada por la italiana María Montessori (1870-1952) y el alemán Federico Froebel (1782-1852), así como preocupaciones más locales como la enseñanza de los artículos 27 y 123 de la Constitución de 1917 –sobre derechos obreros y posesión estatal de los recursos naturales (Espadas Sosa, 2006: 196-197)– y una sofisticada visión monista de la naturaleza37; pero pese a todas estas influencias, El Popular procuró presentarla como una creación mexicana:
Desde tiempos atrás, nuestros gobernantes, en su afán de educarnos, a la francesa, a la inglesa o la alemana y al estilo de otras naciones, importaban métodos y programas de educación de los distintos países del mundo, considerando con esto al maestro mexicano inepto para educar al pueblo conforme a sus costumbres, a su idiosincrasia; debiéndose a ello el estado de analfabetismo que ahora existe en México38.
El ideólogo de la reforma fue el pedagogo izamaleño José de la Luz Mena (1883-1946)39 –ferviente defensor de la educación racionalista en los Congresos Pedagógicos locales de 1915, 1916 y 1917, así como en los Congresos Nacionales de maestros de 1920, 1921 y 1922–, al comienzo del gobierno de Carrillo fue nombrado representante local de la sepba en el Consejo de Instrucción Primaria y, ese mismo año, se le eligió diputado federal (Fell, 1989: 83-93; Espadas Sosa, 2006: 249-251). Sin modestia alguna, se consideró a sí mismo como el introductor de la Escuela Racionalista en México (Luz Mena, 1941). El Popular buscó difundir esta imagen, llamándolo apóstol de la escuela racionalista40, acogido por los obreros de Veracruz en su camino a Ciudad de México41, y modelo en el que se inspiraron los profesores racionalistas de Guadalajara42. Para el periódico, fue su iniciativa personal y la de otros radicales diputados anónimos, la que logró que el Congreso de la República aumentara el presupuesto a la educación pública en 192343.
De hecho, la idea de que Yucatán era un modelo en materia educativa tuvo una fuerte acogida en las páginas de El Popular, pues, según el periódico, los profesores yucatecos impusieron su modelo educativo en el Congreso Nacional de Maestros Misioneros de 192244; un año después, daría seguimiento a una comitiva de maestros que supuestamente acudió al Estado a aprender sobre las nuevas escuelas, y hubo espacio de sobra en sus páginas para la publicación de un artículo de un profesor poblano en el que se aplaudía a Carrillo Puerto como el introductor de la reforma escolar en el país45, por lo que a nadie debía sorprender que fuesen yucatecos los fundadores de la Liga de Maestros Racionalistas en la capital de la República46.
En Yucatán, las Ligas de Resistencia podían fungir como agrupaciones gremiales u organizaciones territoriales. En ambos casos, su deber era proteger los intereses del conjunto de los ligados (gente perteneciente a los gremios o territorios que representaban) frente a la burguesía y el clero, y representarlos ante el gobierno socialista. Las Ligas también fungieron como aparatos de solidaridad, proveyendo apoyos económicos y morales para ligados en situación de penuria, e incluso algunas llegaron a ofrecer servicios de salud y de educación.
Al ser Felipe Carrillo un escéptico de las instituciones del estado liberal, consideró que el poder del gobierno debía ejercerse de forma supuestamente más cercana a la gente, por lo cual se condicionó el contacto de la sociedad civil con los poderes ejecutivo y legislativo a la previa intermediación de la Liga Central de Resistencia. Esta Liga, por su parte, sólo tomaba en consideración las peticiones promulgadas por miembros de Ligas afiliadas, y el gobierno solamente daba empleo a personas ligadas (sobra decir que para ser miembro de una Liga había que aparentar ser socialista). Por eso, Franco Savarino cree que hay condiciones para describir a este gobierno como semi-totalitario (Savarino, 2012: 103), pero más allá de este juicio, la situación llevó a la existencia de una gran cantidad de ligados que no necesariamente comulgaban con las ideas socialistas, sino que se afiliaban por interés personal (Mantilla, 2011: 220-223, 424).
Lo anterior nos ayudará a comprender el contexto en el que surge la Liga de Maestros Racionalistas Francisco Ferrer Guardia el 15 de febrero de 192247, una de las preferidas del periódico; de ella se publicaron crónicas que solían hacer énfasis en la concurrencia, unidad de criterio, preocupación social y carácter revolucionario del magisterio, y se le representaba como un organismo interesado en proteger los intereses del gremio48. Más allá de esta idealización, no en vano Eduardo Urzaiz49 (1876-1955)50 recordó a la organización como un cuerpo esencialmente político cuyo objetivo principal fue siempre el mangoneo de puestos (Urzaiz, 1947: 220).
El proyecto de la Universidad se justificó siempre en el lenguaje revolucionario como un organismo anti-intelectual, que se oponía a los viejos universitarios:
fifis afeminados que se creen predestinados eternamente para dormir sobre colchonetas mullidas, aunque sus fortunas sean limitadísimas; hombres de ciencia, con muchos textos en la cabeza, pero candidatos a morirse de hambre, el día en que se encuentren perdidos en el monte o en el mar, más ignorantes que los campesinos analfabetos, en lo que respecta a los conocimientos prácticos de la vida51.
Por el contrario, la Universidad Nacional del Sureste produciría trabajadores y obreros bien capacitados:
La Universidad del Sureste producirá hombres de acción, hombres que hagan del guano, caña, maderas preciosas, chicle, coco, higuerilla, sal, petróleo, pieles, cereales y henequén, maravillas que convertirán a Yucatán en un grandioso emporio industrial. Tendremos menor número de abogados y doctores, pero contaremos con un ejército de hombres ruedas, que forman el engranaje de la máquina social productora de la felicidad52.
Tanto la actitud que buscaba hacer de la educación superior algo práctico y útil a la economía, como el desprecio personal de Carrillo Puerto por abogados y médicos, explican por qué las varias notas que dedicó el periódico a cubrir a la Universidad Nacional del Sureste53, compiten en número con las dedicadas solamente a las actividades de la escuela de Ingeniería54, frente a dos de la Facultad de homeopatía55, tres de la de Bellas Artes56, y sólo una (y conjunta) sobre las Facultades de medicina y jurisprudencia57. Y aunque las bases de la reforma educativa se presentaron como revolucionarias, enfocadas al sector popular y a combatir el capitalismo, no pasó mucho tiempo antes de que estallara una polémica en torno al proyecto.
La polémica se desató con motivo de la difusión, en las escuelas públicas del Estado, de un texto traducido al español de la enfermera estadounidense y activista feminista, Margarita Sanger (1879-1966), que versaba sobre el control de la natalidad y la eugenesia58. La distribución de los panfletos causó una fuerte reacción popular, sobre todo en los sectores más religiosos de la sociedad (Bolio Ontiveros, 1932: 64; Gilbert y Wells, 1982: 196; Espadas Sosa, 2006: 262-276). En los momentos más álgidos de la disputa, se publicaron en El Popular varios artículos defendiendo el control de la natalidad y a la Escuela Racionalista, cuya causa se volvió una misma59. En ellos, hubo un esfuerzo consciente por dibujar a la Revista de Yucatán como una prensa al servicio de los intereses burgueses. Un argumento diría:
¡Muchos hijos! Lanzar al mundo año tras año, a los futuros esclavos de la miseria, del hambre, de la explotación, es el ideal burgués, porque ello viene a favorecer sus intereses mezquinos de clase superior. La Ley de la oferta y la demanda que regulariza los tratos económicos del régimen actual requiere muchos hijos proletarios, raquíticos-productos anormales de un medio mefítico, para que el valor del trabajo así regularizado, sea tan ínfimo, que no alivie el hambre ni cubra los cuerpos desnudos de las máquinas humanas60.
Dentro del grupo de los enemigos del pueblo no se tardó en meter a los inspectores escolares, a quienes se dibujó como conservadores interesados meramente en el dinero, y como agentes del capital dedicados a imposibilitar la implementación de la Escuela Racionalista; esto serviría para justificar, el seis de marzo de 1922, que fueran cesados de facto todos los inspectores escolares del Estado61. Tras su despido, se pasó a culpar a los directores de las escuelas por la oposición del magisterio, pues eran ellos los beneficiarios de una jerarquía impropia al socialismo y a su escuela, tema que fue cubierto a través de las crónicas de la Liga de Maestros Racionalistas62. No es de extrañar que, entonces, el seis de abril del mismo año se anunciara la supresión de todos los puestos directivos de las primarias afirmando que ya no habría división de clases en el magisterio63. Durante el resto del año, se alabarían los resultados de los nuevos Consejos de Maestros que habían erradicado la dictadura de los directores64; frente a estos profesores de mente cerrada, se dibujaba a la masa del magisterio como homogénea y revolucionaria.
Según El Popular, los profesores recibieron con entusiasmo unánime la noticia de la supresión de los inspectores escolares65, pues se nos dice que “los maestros han demostrado, de mil maneras, estar de conformidad con la implementación del sistema educacional”66, y que todos aquellos que no estaban de acuerdo habían renunciado honorablemente67; sin embargo, esta defensa de la unidad del magisterio no era del todo cierta.
Como el gobierno actuó con intransigencia, los maestros inconformes enviaron una carta a Vasconcelos quejándose del despido injustificado de los inspectores escolares, por la actitud del Consejo de Educación Primaria y por la velocidad con que se planeaba implementar los cambios pedagógicos sin capacitación previa; la carta fue firmada por varios maestros, dentro de los que destacaba el Rector Urzaiz.
En El Popular se trató de minimizar esta sublevación magisterial; por ejemplo, en una entrevista del 24 de marzo de 1922, José de la Luz Mena decía que la carta sólo se había firmado por cuatro profesores (lo que no podía asegurarse) y, además, despotricaba contra Urzaiz, a quien acusaba de chapulín68 y de gozar de un sueldo privilegiado de 800 pesos mensuales69. A los dos días, se publicó una carta del gobernador en la que declaraba su total respaldo a la labor de José de la Luz Mena y exigía que la Escuela Normal tendría que transformarse en una Escuela Normal Racionalista70. Todo el peso simbólico del partido defendía la reforma, pero hacía falta la voz de algunos profesores que hablaran en nombre de la masa, y mejor todavía si se mostraban como firmantes de la carta, pero que condenaran haber sido conducidos a la acción mediante engaños, hasta que, en una nota del 29 de marzo de 1922, la editorial declaraba el triunfo total del gobierno socialista frente a los profesores rebeldes71. Urzaiz no volvería a ocupar un lugar relevante en la cobertura del periódico.
Con el tiempo, sin inspectores ni directores a los cuales acusar por la resistencia de los maestros a la reforma, cambió la línea editorial del periódico hacia los profesores, a quienes se les dejó de representar como un todo homogéneo. Se empezó a dibujar entonces una caricatura maniquea de ellos, en la que se comparaba al maestro conservador con el profesor ideal, quien se veía como alguien abnegado, que moría en la pobreza72, parte integral del proletariado73, animado, decidido y propagandista convencido del socialismo74, casi siempre joven75, y hasta una especie de empresario, pues debería de ser capaz de mantener a su escuela solamente con el fruto de su trabajo y el de sus alumnos76 oponiéndose al magisterio conservador, formado de viejos rutinarios77, educados en la sumisión78, carentes de iniciativa y aspiración alguna (se llegó incluso a decir que no tenían derecho a vivir79). Había una caracterización de género en estas quejas, pues las profesoras conservadoras solían estar particularmente influenciadas por la religión80, o tal vez se reunían con sus amantes en horas de clase, mientras que el mal maestro era principalmente alcohólico81. El maniqueísmo llegaba a tales proporciones que se llegó a representar en estas condiciones a los alumnos mismos:
Hay algunos [alumnos] que sí se opondrán, pero los alumnos no serán de ninguna manera hijos de trabajadores, sino hijos de aquellos que todavía creen en la leyenda de la sangre azul, que los hay en todas partes, y que creen a sus hijos predestinados para las altas profesiones aunque sus tales hijos sean más brutos que los hijos de los gañanes; pero como quiera que las escuelas no se instituyen para esta clase “privilegiada”82 el profesor no tiene motivo que preocuparse83.
La respuesta del gobierno ante la oposición consistió en organizar una serie de brigadas lideradas por maestros racionalistas con el objetivo de capacitar a los profesores del Estado y explicar a los padres de familia en qué consistía la Escuela Racionalista, presentándola como el único medio de lograr adeptos a la causa84, y representando el éxito de este proyecto como lógico e inevitable85.
Las giras educativas se realizaron los meses de marzo a mayo de 1922, y fueron cubiertas en gran profundidad en las páginas de El Popular, dedicándoseles espacios en primera plana; solían seguir una estructura similar y sumamente teatral, pues se empezaba describiendo a un gran contingente de profesores, unos 150 de cada sexo, que se subían a un tren y, dependiendo de la región a la que se dirigieran, se solía describir la zona como sumida en la pujanza económica, ya fuese repleta de sembradíos de fruta o hectáreas de henequenales; la comisión solía ser recibida por los militantes socialistas de la zona y por el pueblo emocionado que llevaba una banda musical y lanzaba fuegos artificiales, realizando las pláticas en completa calma, resolviéndose las dudas y convenciendo a profesores y padres de familia de la bondad de la Escuela Racionalista86. No obstante, en la crónica del 27 de marzo del viaje a Hunucmá y Umán, se menciona la presencia de José María Bonilla, quien había llegado a Yucatán como inspector especial de José Vasconcelos y, aunque también aparece en otras notas del mes de abril (1922)87, en ninguna se dice la razón de su visita, aunque quizá había sido enviado a raíz de la carta dirigida a la capital mexicana por los profesores quejosos88.
La primera reacción de El Popular al llegar a Mérida los rumores de que el Secretario estaba pensando cesar al profesor Mena, fue la negación, “No podemos en manera alguna correr tal versión toda vez que el C. Ministro, persona de reconocida cultura, se atreva a dar órdenes semejantes; pues bien sabe que cada Estado es libre y soberano”89, ocultando el hecho de que Berzunza y Vasconcelos habían firmado un contrato de federalización de la educación en 1921. El hecho que más llama la atención es que, al hacerse efectiva la renuncia de Mena, la noticia se cubrió disfrazada como una entrevista al profesor titulada “La Escuela Racionalista marca noblemente la evolución de la humanidad”, en la que Mena aseguraba que la reforma escolar quedaba en buenas manos90; en otra nota se pretende desmentir a El Universal, de Ciudad de México, al sostener que Mena no había sido destituido, sino que había renunciado. La intención del periódico era hacer creer que la Escuela Racionalista aún tenía el apoyo del gobierno federal91.
La suerte de Vasconcelos en El Popular siguió el mismo camino que la de Urzaiz. En primer lugar, una serie de notas malversando sobre el estado de la educación en el territorio federal de Quintana Roo fueron publicadas con el propósito de criticar, sin mencionarlo explícitamente, su gestión al frente de la sepba92; en segundo lugar, desde mayo de 1922 hasta el cierre del periódico en abril de 1923, se publicaron más de 70 notas cubriendo labores de la sepba en el resto de la República, en las cuales no se menciona a Vasconcelos –y en aquellas que se le menciona suele hacerse sin adjetivo alguno93–, y sólo en un puñado de notas, publicadas a partir de noviembre de 1922, se le cubre de manera positiva94. Observamos, pues, un proceso de despersonificación de la sepba y la caída de su titular fuera del círculo de preferidos del periódico.
La Escuela Racionalista siguió siendo defendida ampliamente por el gobierno, al menos durante algunos meses; quizá por ello Vasconcelos guardó resentimiento a los ateos profesionales que, en su entender, asesoraban a Carrillo Puerto (Mantilla, 2011: 311-312). De hecho, la renuncia de Mena dio lugar a un periodo de negación en el que el gobierno comunicó un mensaje de optimismo con respecto a la Escuela Racionalista; no es coincidencia que haya sido el 23 de mayo (seis días tras la renuncia de Mena) cuando la Liga Central de Resistencia reconoció como única Liga de profesores válida a la Liga de Maestros Racionalistas95, cuyas reuniones se siguieron cubriendo puntualmente96; además, no se restituyeron los directores en las escuelas97 y, en los meses de junio y julio de 1922, se publicó de manera regular una serie de artículos del profesor Augusto Molina Ramos98 divulgando los principios de la Escuela Racionalista99.
En el mismo mes de julio (1922), se realizaron en Mérida cursos de capacitación para el magisterio en los principios de la Escuela Racionalista y, curiosamente, aunque estos cursos sólo se cubrieron al anunciarse y al terminarse, se publicaron fotos de ellos los días 26 y 31 de julio, y dos de agosto del mismo año100. Igualmente se publicaron dos artículos escritos por profesores racionalistas que se quejaban de la ignorancia general del magisterio y exigían exámenes para determinar quiénes tenían derecho a continuar dando clases y quiénes deberían ser despedidos; el más contundente de estos se publicó en septiembre101.
Finalmente, el gobierno se daría por vencido. El 13 de septiembre de 1922 se publicó en El Popular una circular del Consejo de Educación Pública en la que se avisaba a los Consejos Escolares que las labores deberían de continuar como siempre se habían realizado, aunque se daba a los profesores la libertad de emplear los más modernos métodos pedagógicos con tal de suavizar los regímenes de enseñanza102; no obstante, la redacción de El Popular no era tal que dejara pasar un tropiezo entre sus páginas sin factura, pues como órgano de propaganda del gobierno socialista era su deber encontrar la manera de convertir una derrota en triunfo.
En un primer momento, tras el abandono de la reforma racionalista, se permite que los profesores afines a dicha escuela se sigan expresando en El Popular; pero curiosamente, estos se enfrascan en controversias sobre la duración de las vacaciones103, la importancia o no de los libros escolares104, o si las escuelas de trabajo podrían instalarse en conventos105. Ya para noviembre y principios de diciembre de 1922, Fernando Gamboa Berzunza (1897-1970), maestro graduado en 1918 de la Escuela Normal Mixta de Mérida y nombrado por Vasconcelos como su Delegado tras el despido de José de la Luz Mena, toma las riendas de la divulgación en materia educativa en el periódico, en perjuicio de los profesores racionalistas, y lo primero que hace es aclarar que la reforma escolar ha entrado en una nueva etapa de su historia, más madura y mesurada, distinta a la anterior etapa propagandista en donde la exageración y la discusión visceral habían sido la norma:
Y, dentro de la hiperbólica literatura de propaganda, no pocas veces se ha incurrido en el gravísimo error de combatir un fanatismo con otro fanatismo y de destruir la técnica de una organización, sustituyéndola con ideas que en sí hablan de grandes anhelos; pero que en sí nunca constituyeron con claridad la técnica de una organización escolar […] Urgente, pues, nos parece la labor que ahora venimos efectuando; hora es de aclarar serena y desapasionadamente todos los principales conceptos relacionados con nuestras Escuelas primarias y con las Escuelas Racionalistas106.
Fernando Gamboa busca hábilmente una reconciliación con el pasado y con el magisterio contrario a la reforma, comparando el fervor de los educadores racionalistas con el que sintieron los de la República Restaurada cuando empezaron la primera gran expansión de la educación pública; desde su perspectiva, ambos se habían engañado a sí mismos haciéndose creer que encontraron un oasis que solucionaría los problemas sociales107. Por otra parte, los meses de diciembre de 1922 y enero de 1923 se caracterizaron por la ausencia de artículos de opinión en materia educativa108.
No obstante, las reuniones de la Liga de Maestros Racionalistas se siguieron cubriendo durante los meses de septiembre hasta el cinco de marzo de 1923109; en estas crónicas se lee una creciente división entre los profesores racionalistas y el gobierno, al que se critica frecuentemente por la irregularidad en el pago de los salarios; además, es evidente la transformación del criterio editorial de El Popular, que ahora veta la publicación de textos racionalistas. De manera sorprendente, el 26 de febrero, la crónica de la asamblea de la Liga reporta el recibimiento de una carta firmada por el director de la Revista de Yucatán, en la que explicaba que su periódico daría acogida a todos los textos que enviase la Liga de maestros110. Por tanto, no es de extrañar que nueve días después se dejaran de cubrir las reuniones del gremio en El Popular, cese que también coincide con una fuerte crítica al gobierno socialista hecha por un profesor racionalista ante los despidos de profesores emprendidos por el gobierno debido al recorte del presupuesto federal a la educación111.
En abril (1923), se cubrieron por el diario únicamente dos sesiones de la Liga de Maestros Racionalistas, pero se trató de una cobertura negativa, pues se explicaba que los profesores de la única Escuela Racionalista del Estado (fundada en la colonia Chuminópolis en septiembre de 1922 con fines experimentales), se habían peleado entre ellos en las elecciones del Consejo de Maestros de aquel instituto112, y que ni los mismos profesores racionalistas pudieran convivir sin director fue presentado como un gran fracaso. Finalmente, los directores fueron reinstaurados en agosto de 1923113, mismo mes en que se le quitó a la Liga de Maestros Racionalistas el monopolio de la representación del magisterio114.
Finalmente, a partir de febrero de 1923, se inaugura una nueva tendencia de propaganda educativa que se continuaría por el resto del año en la revista Tierra. El Magazín del Sureste, la cual se trató del intento deliberado por hacer que el público confundiera la Escuela Racionalista con la llamada Escuela de la Acción o Escuela Racional; la distinción puede parecer trivial, pero no lo es115, pues a diferencia de la Racionalista, la Escuela Racional era laica, nacionalista, no era anticapitalista ni anarquista y no tenía una concepción monista de la naturaleza (Urzaiz, 1947: 208); los artículos educativos de este periodo hacen mayor énfasis en las teorías pedagógicas de Federico Froebel y María Montessori que en las de Francisco Ferrer116. El único parecido entre la reforma original y la finalmente implementada era que ambas pretendían educar por medio del trabajo. Por todo ello, la nueva política era más a fin con el programa que impulsaba Vasconcelos desde la sepba.
De hecho, en el verano de 1923 se volvieron a realizar cursos de capacitación para profesores, pero ahora conformes con la nueva tendencia educativa117, siendo los elementos esenciales de esta nueva Escuela Racional, que siguió siendo presentada como revolucionaria, resumidos por Fernando Gamboa:
1o.-La técnica escolar se “voltea de raíz”.
2o.-El programa de estudios deja de constituir el problema de un aprendizaje in abstracto y
3o.-El maestro deja de ser un almacenador de conocimientos para asumir el papel de un activo y diligente guía y de un observador inteligente y perspicaz118.
Precisamente, el énfasis en el trabajo y la acción ayudó a la divulgación editorial, no declarada pero evidente, de buscar que el público confundiera a la Escuela Racionalista con la Racional. De este modo, si se lograba que estos dos proyectos fuesen imaginados por los lectores como continuación de uno mismo, entonces podía afirmarse que la reforma escolar iniciada en 1921 era la misma que el gobierno de Carrillo Puerto mantenía en 1923, aunque no fuese así. Al hacer pasar a la Escuela Racional como la forma más perfecta de la Escuela Racionalista, El Popular y Tierra se mantuvieron fieles a la máxima de convertir toda derrota en un triunfo, y presentar toda acción como revolucionaria y necesaria.
Como hemos podido observar a lo largo de este Artículo de investigación, tanto El Popular como Tierra fueron órganos de propaganda del pss y, como tales, su agenda editorial estuvo en todo momento al servicio de los intereses del gobierno de Carrillo Puerto y del partido, debido a lo cual se suprimió con frecuencia información relevante que pudiera resultar perjudicial para su imagen pública. En sus páginas se representa un mundo maniqueo lleno de enemigos, que siempre son miembros del clero o la burguesía, víctimas de la codicia más profunda, o ignorantes holgazanes; por el contrario, el gobierno de Carrillo Puerto es uno de fuerza, unión, apoyo de las masas, coherencia revolucionaria, eficacia, interés popular y, sobre todo, exitoso y con un compromiso profundo con la educación. Si uno leyera sus páginas de manera acrítica, pudiera parecer sorprendente el desplome del gobierno de Carrillo Puerto en diciembre 1923, pero lo cierto es que el mismo gobierno fue generador de conflictos al interior de sus propias bases. Esto lo hemos visto específicamente en el caso de los profesores racionalistas, en un principio unos de los más vocales defensores y propagandistas del gobierno, cuya voz terminó desterrada de los órganos de propaganda.
Los cambios al interior del régimen durante sus dos años en el poder se ven reflejados en la evolución de la línea editorial de ambas publicaciones. En el caso de la educación, en un principio, durante las elecciones, los notamos afines al proyecto vasconcelista de alfabetización, mientras que, tras el triunfo electoral, hay un giro hacia la divulgación y defensa de la Escuela Racionalista; línea editorial que, debido a las negaciones y titubeos por el abandono forzoso del primer proyecto de reforma, fue finalmente dejada en favor de una afín a la Escuela Racional, con la intención de presentar siempre una falsa continuidad en el proyecto y promover la identificación de éste con el racionalista.
De igual manera, la representación de distintos actores sociales cambió con el tiempo y obedeció a intereses políticos, como evidencian los casos de Urzaiz y Vasconcelos, queridos en un primer momento y condenados después al olvido; las representaciones del magisterio, de los directores de escuela, e incluso del antiguo sistema escolar, también sufrieron constantes modificaciones. El mismo patrón es palpable en la cobertura que se prestó a las sesiones de la Liga de Maestros Racionalistas, a la cual se le dio un estrecho seguimiento hasta el momento en que se mostró crítica al régimen; éste es, quizás, el elemento más destacable del presente Artículo de investigación: evidenciar que la línea editorial cambió y se flexibilizó a lo largo de los dos años que duró el gobierno de Carrillo Puerto.
Una lectura de El Popular y Tierra como fuentes históricas requiere tomar en cuenta su carácter propagandístico y su propia evolución editorial a la par del régimen que representaban.