Resumen: El presente estudio intenta examinar la imagen de Costa Rica y de los costarricenses que se fue construyendo en el exterior durante el siglo XIX. Los estudios sobre la invención de una comunidad imaginada costarricense se han basado especialmente en fuentes propiamente costarricenses. Nuestra investigación va dirigida a identificar de manera más profunda las características de esta construcción histórica a través de un ejemplo preciso: las obras de la segunda mitad del siglo XIX escritas por el francés Félix Belly en el marco de promoción de un proyecto de canal interoceánico en Centroamérica. La caracterización de la comunidad política costarricense permite a Belly situar la viabilidad de un modelo político moderno republicano en la región hispanoamericana y de rechazar las tradicionales prácticas políticas de Europa.
Palabras clave:ImaginarioImaginario, Costa Rica Costa Rica, etnotipo etnotipo, relatos de viaje relatos de viaje, siglo XIX siglo XIX.
Abstract: The present study attempts to examine the image of Costa Rica and the Costa Ricans that was constructed abroad during the nineteenth century. Studies on the invention of an imagined Costa Rican community have been based especially on Costa Rican sources. Research is aimed at identifying in more depth the characteristics of this historical construction through a precise example: the works of the second half of the 19th century written by the Frenchman Félix Belly in the context of promoting a project of an interoceanic canal in Central America. The characterization of the Costa Rican political community allows Belly to situate the viability of a modern republican political model in the Spanish-American region and to reject the traditional political practices of Europe.
Keywords: Imaginary, Costa Rica, ethnotype, travel stories, 19th century.
Resumo: Este estudo tenta examinar a imagem da Costa Rica e dos costariquenhos construída no exterior durante o século XIX. Os estudos sobre a invençao de uma comunidade imaginada da Costa Rica foram baseados especialmente em fontes costarriquenhnas. Nossa pesquisa tem como objetivo identificar de um modo mais profundo as características desta construção histórica a través de um exemplo preciso: as obras da segunda metade do século XIX escritas pelo francês Felix Belly no contexto de promoção de um projeto de canal interoceânico na América Central. A caracterização da comunidade política da Costa Rica permite Belly de colocar a viabilidade de um modelo político moderno republicano na região hispano-americana e rejeitar as práticas políticas tradicionais na Europa. Palabras chave Imaginário; Costa Rica; etnotipo; histórias de viagens, século XIX Introducción
Palavras-chave: Imaginário, Costa Rica, etnotipo, histórias de viagens, século XIX.
artículos y ensayos
Construyendo un imaginario externo de Costa Rica en el siglo XIX: el caso de Félix Belly
Recepción: 14 Enero 2017
Aprobación: 23 Marzo 2017
Desde la década de 1990, múltiples trabajos sobre la nación, la identidad nacional y el nacionalismo exploran el mundo centroamericano (Piel y Taracena, 1995). Entre estos estudios hay importantes aportes sobre el nacionalismo, la nación y la deconstrucción de un espacio mítico o imaginario en torno a Costa Rica y a su población (Molina Jiménez, 2002; Palmer, 1990; Pakkasvirta, 2005; Soto-Quirós, 1998a, 1998b; Jiménez Matarrita, 2013, Acuña Ortega, 2002). Igualmente, algunas obras proponen el análisis de la llamada “invención de Costa Rica” o representan compilaciones de ensayos sobre identidad, invención y mito (Cortés, 2003; Camacho Alfaro 2010).
La construcción de la identidad nacional o de un imaginario nacional costarricense como proceso ideológico intencional es también abordada en esta tendencia deconstruccionista de lo nacional (Güendel, 2009). Así, encontramos también reflexiones sobre la gestación de un imaginario propiamente josefino-costarricense/nacional (Fallas Arias, 2008) o sobre temas más precisos relacionados como la “obsesión y delirio” con respecto al “mito de la blancura” manifiesto por parte de los sectores hegemónicos en el siglo XIX (Rodríguez Chaves, 2016).
Sin embargo, estas construcciones históricas imaginarias han sido, de manera usual, razonadas desde la perspectiva de autores nacionales. Muy pocos estudios se han centrado en lo que podría denominarse la “invención exterior de Costa Rica”. Solamente ciertas pistas se fueron generando en diversos análisis de historiadores y geógrafos sobre la importancia del discurso de los viajeros extranjeros en dicha construcción y, en particular, en la cuestión de la “blancura”, “pureza racial” o de la llamada “homogeneidad racial” de los costarricenses (Edelman, 1998; Palmer, 1995, p. 77; 1996, pp. 116-117; Acuña Ortega, 2002, pp. 212-213; Meléndez Dobles, 2004, pp. 75, 82).
Estas pistas son consideradas con mayor profundidad en una propuesta más concreta que ha permitido observar, con base en una variada gama de fuentes producidas fuera de Costa Rica y documentos estrictamente costarricenses, una imagen muy singular de Costa Rica con respecto al resto del conjunto centroamericano e incluso latinoamericano y, especialmente, en lo que respecta a la idea de la supuesta “blancura” de los costarricenses (Soto-Quirós, 2008), la cual, en fuentes extranjeras también ha sido tratada desde la mirada anglosajona entre 1844 y 1868 (Soto-Quirós, 2013b).
Un extenso trabajo basado en fuentes producidas en Costa Rica como también en documentación de otros países (revistas de vulgarización, revistas científicas, anuarios, geografías universales, diccionarios geográficos, relatos de viaje, informes diplomáticos, textos educativos), entre 1821 y las primeras décadas del siglo XX, nos ha auxiliado para poder llevar un seguimiento cronológico de la construcción de un “etnotipo” (entendido este como la construcción/representación de un pueblo en términos de sus comportamientos o de carácter político y moral y/o de sus orígenes étnicos o fenotipos étnico-raciales). Un “etnotipo costarricense” que muestra una particularidad frente al resto de las imágenes de la región centroamericana (Soto-Quirós, 2010).
Trabajar con fuentes externas permite concebir el proceso de una construcción externa de la imagen del país que puede ser tan trascendente como el imaginario gestado en el marco nacional. En esta labor, el relato de viaje se convierte en un referente inevitable. No podemos negar su valor como fuente histórica (Solórzano, 2013). Sin embargo, tenemos que recordar su complejidad como género. Jullien nos indica que se sitúa en el cruce de caminos: en el punto de intersección entre imaginario y realidad, vivencia individual y representación colectiva, expectativa y experiencia, originalidad y repetición pura y simple y, es ahí, donde se encuentra el espacio del tópico (1992, p. 12). De tal manera, nuestro artículo se centrará en desmenuzar los tópicos que se fueron generando en el siglo XIX, en lo que interpretamos como una “construcción desde afuera” de Costa Rica y de su población. Para tales fines nos centraremos en esta ocasión en el caso específico de las obras del francés Félix Belly. No obstante, esta “construcción”, propuesta desde el exterior, nos permitirá al mismo tiempo observar una retórica de descentramiento de la modernidad o de la civilización hacia América.
No nos detendremos –por ahora– a analizar de manera detallada la polémica y dramática figura del periodista y emprendedor francés Belly (Grenoble, 1816-París, 1886). Un personaje conocido especialmente por su férreo interés en la posible construcción de un canal interoceánico en América Central, desde la década de 1850, a través del río San Juan y del lago de Nicaragua, y por lograr firmar un primer acuerdo con los presidentes de Costa Rica (Juan Rafael Porras) y de Nicaragua (Tomás Martínez) el 1º de mayo de 1858.
Diferentes autores han hecho pequeñas reseñas sobre/de la vida de Belly (Kichhheimer, 1984; p. 14; Broc, 1999, pp. 21-22, Boman, 2007, p. 248; Soto-Quirós, 2000, pp. 84, 210-211; 2013a). Pocas veces ha habido un análisis detallado sobre esta figura (Allen, 1957; 1966); sin embargo, sus publicaciones han sido una referencia constante para numerosos historiadores por los minuciosos detalles que aportan acerca de temáticas muy variadas.
Belly es mencionado en trabajos sobre las relaciones internacionales entre Francia y América Central, sobre las relaciones entre Costa Rica y Nicaragua, sobre el contexto de las campañas contra los filibusteros norteamericanos en Centroamérica y el intervencionismo norteamericano en Nicaragua (Sibaja, 1986, pp. 8-11; Bolaños Geyer, 1994, pp. 117-121; Kinloch Tijerino, 1998, pp. 274-275, 2005; Schoonover, 2000, p. 34; pp. 224-227; Taracena Arriola, 2007; Lizama Oliger, 2014, pp. 12, 162-164, 174; Ciarnello, 2013, p. 85).
De igual manera, Belly y sus obras son citados, desde el siglo XIX, en trabajos que se ocupan de los proyectos de canalización en el istmo centroamericano (Marín Araya, 2006, pp. 136-138; Van der Post, 2014a, 2014b); en estudios específicos que analizan las representaciones francesas de América Central y las visiones geoestratégicas de América Central en revistas francesas del período (Soto-Quirós, 2001, pp. 169-170, 2007, pp. 224-227; Angulo 2009) y en análisis puntuales sobre la imagen internacional de los costarricenses (Soto-Quirós, 2010, pp. 471-491). Belly también es mencionado por gran cantidad de autores que tratan sobre temas muy variados como el arte, la arquitectura, la música, el consumo del café, las desigualdades sociales y el comercio exterior de Costa Rica (Ferrero, 2004, p. 36; Sanou Alfaro, 2001, p. 70; Vargas Cullell, 2004, pp. 83-84; Vega Jiménez, 2006, p. 23, 107; Viales Hurtado, 2009, p. 73-74; León, 2003, pp. 173-174).
Esencialmente exploraremos algunos de los escritos de Belly –tanto las versiones originales como las traducciones existentes– que describen Costa Rica. Las informaciones. Las informaciones sobre sus viajes a Centroamérica son fragmentarias, a veces contradictorias y requiere de todo un trabajo de exploración de fuentes. Sin embargo, podemos mencionar varios viajes de Belly a América Central (1858, 1859, 1861, 1863, 1864, 1868-1869, 1870 y 1879-1880). De estos viajes es segura su visita a Costa Rica en 1858 y 1863.
Los trabajos que analizamos y que incluyen escritos sobre Costa Rica son documentos de género variado: un artículo publicado sobre Centroamérica en 1855 en el diario francés Le Pays; un ensayo de junio de 1856 publicado en la Revue contemporaine; un libro de promoción de su proyecto interoceánico de 1858, publicado de nuevo en 1859 en castellano y alemán el mismo año; una serie de artículos aparecidos entre julio y agosto de 1860 en la Revue des Deux Mondes que retratan su viaje de 1858. Estudiamos también de manera más precisa su obra mayor en dos tomos A travers l’Amérique centrale: le Nicaragua et le canal interocéanique, de 1867 y editada también en 1870. Finalmente, tomamos también en cuenta las notas de su primer viaje transcritas y publicadas de manera póstuma en 1889 por su amigo el belga Charles Potvin. Se trata de documentos publicados esencialmente en francés y en París con el fin de alcanzar a un público francófono aunque la obra de 1858 traducida al castellano y al alemán nos muestra también la intención de Belly de que su proyecto fuera conocido más allá de las fronteras del mundo de habla francesa.
Silvia Meléndez Dobles indica que el relato de Félix Belly es “uno de los relatos más interesantes y pintorescos” sobre Costa Rica. Sin embargo, retomando algunas frases de las obras de Belly, la autora matiza indicando que, en dichas referencias, “llegamos al extremo de halagos del país” y razona que estamos frente a un conjunto de “frases a veces hasta empalagosas con las cuales se describe a los costarricenses y la sociedad de nuestro país durante el siglo pasado” (Meléndez Dobles, 2004, p. 80).
Dicha percepción de una narración halagüeña sobre Costa Rica en los documentos de Belly no es nada nueva. En 1863, el belga Edmond Pougin en un folleto publicado con la finalidad de promocionar la construcción de una ruta del Valle Central a la región Caribe y la eventual colonización con inmigrantes belgas nos dice sobre el artículo de Belly publicado en 1860:
Aparte del optimismo excesivamente laudatorio de sus apreciaciones, todas francesas, y de los errores casi inevitables de una visita tan corta como lo ha sido la suya (estuvo allí solamente un mes), da una idea general, bastante correcta del país. Por lo demás, es junto decir que la opinión de todos los viajeros es en general bien favorable a Costa Rica. Yo no he oído hasta la fecha decir nada seriamente malo, con excepción de los comerciantes que buscan alejar la competencia4 (Quesada Pacheco, 2001, p. 90).5
Asimismo, en una obra de un costarricense publicada en Bruselas en 1888 y en referencia al libro de Belly de 1867, el autor explica que se trata de “una obra muy favorable en realidad para los costarricenses”6 (trad. ntra.). De la misma manera, en 1921, el intelectual costarricense Luis Felipe González Flores en su obra sobre la influencia extranjera en Costa Rica y en un apartado sobre el influjo francés en el país consideraba que la obra de Belly de 1858 hace “elogios al pueblo de Costa Rica” y que la publicación de 1867 representa también una “nueva manifestación de simpatía del señor Belly por nuestro país” (González Flores, 1921, p. 250).
La explicación de los cumplidos a la sociedad costarricense manifiestos por Belly en sus trabajos (Belly, 1929), es también apreciada de manera más aguda por Ricardo Fernández Guardia en su antología de traducciones y transcripciones de viajeros del siglo XIX en Costa Rica publicada en 1929 por la editorial josefina Gutenberg:
De todos los extranjeros que han escrito sobre Costa Rica, ninguno lo ha hecho con tanta benevolencia ni de modo tan favorable como Belly. Al calor de la pluma entusiasta nuestro país adquiere proporciones de República de Utopía y sus elogios hiperbólicos nos obligan a exclamar con Argensola:
… ¡Lástima grande
que no sea verdad tanta belleza!
Bien es cierto que el brillante escritor francés tuvo la suerte de conocer la Costa Rica de antaño tan diferente de la actual, la Costa Rica de los hombres que a mediados del siglo XIX salvaron la independencia de Centro América; pero, con todo, no cabe dudar que la miró con cristal de color rosa. Por otra parte, se comprende fácilmente que exagera las virtudes de la pequeña república americana, para afear tanto más los vicios del gran Imperio francés, al cual combatía, después de haberlo servido, como liberal decepcionado (Fernández Guardia, 1929, p. 459).
Halagos, lisonjas, simpatías, elogios, mirada con cristal de color rosa, exageraciones. Probablemente nos topamos con un poco de todo esto en la obra de Belly como podríamos hallarlo en muchísimos relatos de viaje. Sin embargo, es momento de preguntarnos: ¿Cuál es el discurso benevolente que manifiesta de manera precisa Belly sobre Costa Rica? ¿Cuáles son los rasgos generales que presenta Belly sobre la Costa Rica que visita? ¿En cuál contexto internacional podemos situar el discurso de Belly con respecto a Costa Rica?
Las imágenes propuestas por Belly sobre el país empiezan a desfilar claramente en un artículo de la Revue Contemporaine de París de 1856 donde el francés ofrece una polémica cavilación sobre el conflicto de intereses entre Inglaterra y los Estados Unidos en el contexto de la guerra centroamericana contra William Walker (Belly, 1856)8. En dicho documento, después de constatar la situación crítica en América Latina (anarquía, revoluciones, rivalidades, etc.) que considera como producto de la dominación española, el periodista se interroga: “¿Quiere decir que la raza latina es menos abordable que otras a las seducciones del orden, del trabajo, de la justicia y de las ventajas generales de la civilización?”9(trad. ntra.).
En la opinión del autor no se puede aceptar dicha conclusión ni mucho menos tenerse como explicación el principio absoluto de la “desigualdad de razas” –el cual toma fuerza importante en la segunda mitad del siglo XIX–. El autor interpreta que el medio en el cual se desarrollan los pueblos y los individuos decide mucho su destino. Para legitimar su interpretación y romper con estas ideas sobre América Latina, Belly presenta algunos ejemplos de países de la región: Brasil, Costa Rica y Chile.
En lo que concierne el imperio brasileño, Belly explica que se trata de un gobierno monárquico más liberal, mejor obedecido y, sobre todo, más honesto que una república. Con respecto a Chile y a Costa Rica, Belly indica que sometidos a las mismas condiciones de origen que sus vecinos, lograron escapar a una suerte común y que su prosperidad basada en el trabajo y el respeto de la ley prueban que estaban maduros para su independencia. El autor explica que Costa Rica muestra al resto de Centroamérica el ejemplo de las ventajas del orden, de la seguridad exterior como del desarrollo interno (Belly, 1856, p. 152).
Belly presenta en todos sus trabajos a Costa Rica como la “república modelo” y la “república excepcional” (Belly, 1856, p. 123; 1867, I, p. 406; 1860, p. 869). El autor ilustra dicha ejemplaridad y excepcionalidad con las siguientes palabras: “Una república cuerda, laboriosa, próspera, que muestra desde hace quince años el ejemplo de orden bajo una administración paternal, Costa Rica, se ve amenazada en su existencia por un ataque de mercenarios” 10 (trad. ntra)11
Costa Rica juega un papel ideal como el ejemplo de una república y el funcionamiento correcto de un Estado12. En sus notas de viaje de 1858 y publicadas de manera póstuma en 1889, el autor precisa: “Costa Rica es sin disputa, desde el punto de vista financiero, el Estado mejor organizado de toda la América Latina”13 (Belly, 1922, p. 248). Con respecto al año de 1863 y después de analizar el derrocamiento de Juan Rafael Mora, su exilio, su regreso y su fusilamiento, Belly vuelve a indicar: “Costa Rica dio entonces un ejemplo de patriotismo y cordura que sólo puede inspirar las instituciones libres, porque éstas no hacen depender la suerte de un país de la voluntad de un hombre”14 (Belly, 2002, p. 486)15.
En general, Belly se muestra favorable al sistema de República16. Sin embargo, en 1870, el mismo Belly nos dice:
Si la república es teóricamente la forma más perfecta, su alianza adúltera con el socialismo la ha hecho la forma más peligrosa. Constituida en principio como el gobierno por excelencia del país por el país, se volvió en realidad la dictadura de una clase sobre todas las otras17 (trad. ntra.).
Después de la Revolución (1789), en Francia hubo tentativas de construcción de repúblicas: la Primera República como se conoce al conjunto de regímenes parlamentarios y republicanos que se sucedieron entre 1792 y 1804 y la Segunda República (1848-1852). Sin embargo, estos experimentos republicanos solamente fueron aislados en una historia donde la monarquía en sus diferentes manifestaciones mantuvo su impronta hasta 1870. Europa, en general, es el mundo de las monarquías (Bezbakh, 1997, pp. 285-424).
Como lo manifestó muy acertadamente Ricardo Fernández Guardia, el periodista expresa un rechazo profundo por el Segundo Imperio de Napoleón III (1852-1870). A la llegada al poder del emperador, Belly aprueba el cambio político pues era uno de los preocupados por el eventual advenimiento de un tipo de república socialista. Sin embargo, luego sus ideas darán un giro con respecto al Imperio (Allen, 1966, pp. 5-6).
La crítica que Belly hace a través de sus descripciones sobre Costa Rica es el rechazo al sistema monárquico europeo, pero en particular, al Segundo Imperio francés. En general, el período del Segundo Imperio siempre ha sido muy desvalorizado. El investigador Adoumié indica que se ha hablado de la “leyenda negra” del imperio, de una dictadura más o menos improvisada enmascarada por los esplendores de una “fiesta imperial” y acompañada de un despegue económico casi debido al azar (Adoumié, 2015, p. 78).
El rechazo y los ataques al Imperio de Napoleón III son evidentes durante y después de este régimen. En el Grand Dictionnaire Universel du XIXe siècle de Pierre Larousse, editado en 1874, cuando leemos la entrada sobre París se indica:
Bajo el reinado nefasto de Napoleón III, que comenzó con un crimen, siguió con la supresión de todas las libertades públicas y se terminó por una vergonzosa capitulación después de haber desencadenado en Francia una espantosa guerra, París, privada de las libertades que hacen a los pueblos viriles y fuertes, se volvió solamente una ciudad de placeres y negocios”18 (trad. ntra.)19.
La representación de un modelo republicano exitoso en Costa Rica permite a Belly consolidar mejor su discurso de repudio a los modelos europeos como el sistema imperial francés. Belly observa en Costa Rica una “república quimérica” y la descripción del clima y del paisaje costarricense contribuye a consolidar también la ilusión de una atmósfera dichosa y paradisiaca.
En 1858, Belly explica con respecto a la meseta o valle central: “Es el más hermoso clima conocido y el más favorable para el desarrollo de las fuerza física y morales, así como para la fecundidad del suelo” (Belly, 1858, pp. 20-21; 1859a, pp. 20-21; Belly, 1859b, p. 23). Este universo utópico de los “Costa-Riciens” (Belly, 1889, pp. 154, 71, 86)20 y de “Alpes costarricenses” (Belly, 1867, p. 127, 264) solamente puede ser comparado con Suiza tanto por sus paisajes como por su política, sus costumbres y en sus conductas pública y privada: “Aquí, como en Suiza todo es simple”21 (trad. ntra.)22.
Suiza es para Belly un “cuerpo de nación respetada” (Belly, 1867, I, p. 123) y “república y neutra” (Belly, 1867, II, p. 333). La comparación con Suiza, la insistencia de un modelo republicano y el rechazo a las monarquías coloca a Costa Rica en el juego de las reflexiones sobre los sistemas políticos que se están produciendo en Europa donde existe una importante incertidumbre en materia de orden político. Encontramos dos propuestas de sistema político enfrentadas: la monarquía: la monarquía (especialmente en su orden absolutista) y la república.
Hilda Sabato explica bien el proceso del lado americano después de las independencias, de la caída de la monarquía y del desarme del imperio español en la región:
En un momento en que la propia Europa redoblaba su apuesta monárquica y aún absolutista, las Américas, con la sola excepción del Brasil, se inclinaron por las formas republicanas de gobierno, convirtiéndose en un campo de experimentación formidable. … Ninguno de estos procesos tuvo éxito inmediato o siguió un camino lineal” (Sabato, 2009, pp. 25 y 35; véase también sobre el tema Sabato, 2001).
En este programa republicano que viven los países hispanoamericanos, Costa Rica asume en el discurso de Belly un papel de viabilidad de este tipo de sistema político pero a la vez se evidencia la construcción de una comunidad imaginada desde afuera del país.
La presumida singularidad política y social de Costa Rica es sobradamente explicitada por Belly en su publicación de 1867: “La pequeña república de Costa Rica presenta un fenómeno político y social tan extraordinario que temo mucho no ser tomado en serio al pintarla tal como es. … las ideas de dictadura, de ilegalidad arbitraria, de gobierno personal, de prestigio de poder y de inviolabilidad administrativa, sólo son ideas de otro mundo24 (Belly, 2002, p. 461)”.
Belly insiste mucho en la calidad de las prácticas políticas de una sociedad donde juegan principalmente una tarea primordial la buena fe y la justicia. Belly explicita en este sentido: “Compárense esos procedimientos tan sencillos con los de nuestras monarquías europeas, siempre en lucha con la voluntad general (Belly, 2002, p. 488)”25. En su obra Belly intenta evidenciar a Costa Rica como una república y una democracia liberal que se aleja mucho de su Francia natal donde el poder está consagrado a una única persona: “La joven república costarricense ha probado con su ejemplo que la práctica radical de self government vale más que los procedimientos empíricos del cesarismo para el progreso moral así como para el material, y que la felicidad suprema de un pueblo consiste en no ser salvado por un gran hombre”26 (Belly, 2002, p. 462). La condena al cesarismo27 es fundamental en muchos de los trabajos de Belly mientras, que el concepto de “self-government”28 –un término muy en boga en la época– es la clave de un buen funcionamiento político. En general, dicho concepto parece funcionar en aquella época como lo contrario de “despotismo”, “absolutismo”, “autocracia”, “monarquía”, “tiranía”; o sea, como una afirmación contra el poder absoluto (Laniel, 1995, p. 59). En esa época, Francis Lieber en una obra sobre la libertad civil y el “self-government” dice precisamente en cuanto a Francia: “Napoleon III empezó su reinado absoluto con el destierro y la deportación29 (Lieber, 1872, p. 328).
En su argumentación del “self-government” en Costa Rica, el modelo político –según la interpretación de Belly– se presenta como una muestra muy concreta de este tipo de mecanismo político. El interés de Belly de mostrar este tipo de funcionamiento político y la ejemplaridad de Costa Rica se muestra más expresamente cuando indica que gracias a la buena fe, Costa Rica había podido alejarse de las perjudiciales tradiciones españolas para
llegar al mecanismo gubernativo más expedito y más económico y a la libertad individual más completa. … De este modo penetra por todas partes en esta organización nacida ayer, la savia poderosa de la conciencia pública que constituye el self government. Así se desenvuelven libremente las influencias legítimas de que se compone la flor de una nación; y si, según la expresión de un escritor inglés, el país mejor gobernado es aquel en que cada cual tiene su parte de aristocracia, Costa Rica no tiene que envidiar a nadie nada y nosotros tenemos que envidiárselo a ella todo (Belly, 2002, pp. 488-489)30.
El concepto de “self government” es recurrente en los estudios de Belly. En 1870, el francés explica que “solamente hay seguridad y civilización moral que en la aplicación severa de los principios de self-government y que todo pueblo que se abandona a un hombre se condena a la destrucción”31 (trad. ntra.). Esta idea de auto-gobierno está incluso muy presente en las obras que el periodista está escribiendo al final de su vida (Belly, 1889, p. xxxiv).
El “self-goverrment”, en general, está muy relacionado con la idea de republicanismo, de libertad y de ciudadano activo (Held, 2006, pp. 29-55). Precisamente, la idea de libertad atraviesa toda la producción de Belly. En su obra Déchéance et liberté de 1870, el autor indica: “Es la libertad constitucional, la libertad íntegra, completa, en todos los niveles de la escala, que otorga al individuo toda su iniciativa y toda su parte de soberanía”32 (trad. ntra.). Como periodista, Belly presenta la libertad de prensa como uno de los pilares del mundo moderno.
De alguna manera, cuando hacemos lectura de los fragmentos sobre Costa Rica en los escritos de Belly, podemos tener la impresión de que el país es la tierra por excelencia del “self-government”, de la “liberté” y de los principios revolucionarios. Se percibe notoriamente el desagrado por el cesarismo y el afán de libertad. El periodista y emprendedor francés vuelve a reiterar la influencia de los fundamentos revolucionarios en Costa Rica como lo hace también en su obra para el resto de Hispanoamérica:
Conocen mejor que nosotros la historia de nuestra Revolución; el ideal de ésta es el suyo, así como sus principios constituyen la única base de su existencia civil y política; sus documentos oficiales y discursos están nutridos de esta médula de león; y no pudiendo ya tomar nuestras ideas, se aprovechan de nuestra ciencia y de nuestros aparatos científico33(Belly, 2002, p. 465).
Costa Rica es una dimensión donde, en general, dichos fundamentos revolucionarios parecen cuajar con cierta efectividad. Costa Rica es
un pueblo pequeño, el más pequeño de todos que no ha necesitado de César ni de Carlomagno para realizar en treinta años más progresos que nosotros en catorce siglos; el cual sin más luz que la de los principios de nuestra revolución y casi sin derramamiento de sangre, ha resuelto prácticamente todos los problemas de libertad y autoridad sobre que nosotros acumulamos todavía tantos sofismas34 (Belly, 2002, p. 461).
Como lo manifiesta en general para América hispana, el caso costarricense permite a Belly explicitar su rechazo y desagrado por el poder unipersonal, su deseo de libertad y su adhesión a los valores primarios de la Revolución Francesa:
¿Tenía yo razón cuando dije que en esto había un fenómeno político y social inverosímil? Nosotros mismos habríamos podido realizar este fenómeno a principios del siglo, si nuestras instituciones hubiesen tenido por objeto, no la grandeza de uno solo, sino la libertad. El reinado de Napoleón ahogó en sangre este renacimiento de la vieja Europa. Sólo América puede enseñarnos hoy lo que había de vitalidad social y de felicidad humana en esos principios del 89 con que hemos dotado al mundo, sin que nosotros mismos hayamos gozado de ellos nunca35 (Belly, 2002, pp. 493-494).
Según interpreta el periodista, la praxis política es la que permite al país la “prosperidad excepcional” y no –como Belly expone- su “aislamiento”. Belly indica que se había querido explicar que el “aislamiento” habría guardado al país de la epidemia de anarquía y de los contactos corruptores (Belly, 1867, I, p. 349). Pintando a Costa Rica como una República casi perfecta, la nación solamente puede mostrar “bienestar general”36 (Belly, 1922, p. 248). Es un país con estabilidad, progreso y prosperidad: “tampoco hay un país que pueda gloriarse de haber hecho progresos tan rápidos, materiales y morales. Han bastado dos generaciones para levantarlo de la pobreza suma a una holgura general, y de la ignorancia absoluta a una instrucción por término medio más amplia que la nuestra”37(Belly, 2002, p. 464).
Existe una cierta similitud entre el discurso de Belly y la retórica surgida en el seno de las élites costarricenses desde los primeros años de vida independiente y durante gran parte del siglo XIX: la promoción de una imagen de país como excepcional, ejemplar y de progreso (Acuña Ortega, 2002, pp. 200-203; Soto-Quirós, 2010, pp. 173-206; 289-361). Como revela Acuña Ortega: “en la primera década de vida independiente, Costa Rica consolidó su imagen de país de virtudes políticas: paz, orden, legalidad, armonía, prudencia y neutralidad frente a los conflictos de sus vecinos y tierra refugio para quienes huían de la discordia que asolaba sus países” (Acuña Ortega, 2002, p. 201). Por otro lado, Belly como otros viajeros u otros textos extranjeros ubica a Costa Rica en un espacio de anomalía con respecto al marco centroamericano y latinoamericano (Soto-Quirós, 2010, pp. 236-280; 362-526).
Las élites costarricenses como muchas élites latinoamericanas, inspiradas por la Ilustración y los preceptos revolucionarios de 1789, pretenden fomentar un discurso civilizatorio de comunidad política y cívica en progreso. Los costarricenses procuran de manera precisa remarcar su originalidad ante los conflictivos procesos de formación político-estatal y social del resto de la región centroamericana. Belly, por su parte, se muestra más ávido de situar a Centroamérica y, en particular, a Costa Rica en el tejido internacional de discusiones sobre sistemas políticos y, en especial, como ejemplo de prácticas políticas republicanas. A través de sus ensayos y relatos sobre Costa Rica, observamos dos estrategias políticas contrastantes: el absolutismo propio de la Europa desgastada y la efectiva soberanía popular como elemento de modernidad en las sociedades latinoamericanas. Es un discurso que descentra la viabilidad de un modelo político y que lo ubica en América Hispana38.
En 1858 Belly explica sobre la sociedad costarricense: “Todos son tan acomodados que no se encuentran criados40 (Belly, 1889, p. 90; Belly, 1922, p. 248)”. A través de esta frase Belly intenta ilustrar la idea de un país de horizontalidad social. Comparando con Francia –como él hace a menudo en su obra– Belly explica que:
En esa tierra de igualdad práctica no hay actores, sólo hay hombres; y esos hombres que la ostentación castellana ya no inspira, son tan modestos en sus modales como nosotros lo somos poco, y nos dan muchas otras lecciones que nunca aprovecharemos. Este carácter reservado y simpático, que indudablemente se deba a la falta de toda aristocracia y de toda clase privilegiada, ha prestado a la República el servicio de atraerle muchos concursos exteriores de que ha sabido aprovecharse con mucha habilidad41 (Belly, 2002, p. 465-466).
Esta presumida igualdad que se practica en Costa Rica es contrastada en la obra de 1867 con la desigualdad reinante en Guatemala y México donde “hay dos pueblos, uno de los cuales trabaja y produce y el otro gobierna y consume … Los Aycena, los Pavon, los Piñol, los Batres, representan una verdadera aristocracia tanto de nacimiento como de fortuna”42 (trad. ntra.).
Cuando Belly aporta una explicación sobre el comercio exterior del país, el autor regresa a esa idea de igualdad y describe la sociedad costarricense así: “Supone un país sin aristocracia, sin ociosos, sin prejuicios, sin trabas policíacas o administrativas, sin existencia devoradora o absorbente, en el cual no se pierde ni una fuerza, en que ninguna aptitud permanece sin empleo”43 (Belly, 2002, p. 493).
Esta paridad es simbolizada por el hecho de reconocer que “todos los costarricenses son negociantes … una sociedad donde todo el mundo es negociante o productor … Toda la nación posee y trabaja”44 (trad. ntra.). En las notas de 1858, Belly explica el tipo de estructura social del país: “Lo más singular de esta organización es que todos son negociantes o productores de café y a menudo las dos cosas a la vez. … El más pobre posee una casa, un caballo y cuando menos un capital de 1.000 pesos45 (Belly, 1922, p. 250).
De igual modo, en 1867, el periodista nos dice que “casi todas las familias tienen su cafetal, independientemente de la industria particular a la cual se consagren. Negociantes, hombres de Estado, generales o abogados, son, ante todo, productores de café, como también los conductores de carretas y sus arrendadores de mulas que surcan la ruta de Puntarenas”46 (trad. ntra.).
Cuando Belly rememora la imagen del mercado o “feria semanal” del sábado, vuelve a insistir de nuevo en la noción de igualdad: “a la cual toda la ciudad participa, sin excluir a los más importantes personajes, donde los vendedores y los compradores se hablan en tercera persona sobre la base de la perfecta igualdad, donde todo ocurre en silencio, sin peleas, sin lenguaje ofensivo y especialmente sin policía”47 (trad. ntra.).
De este modo, un pueblo integrado de negociantes y propietarios, sin aristocracias no puede manifestar síntomas de pobreza o al menos de miseria. Así visto, Belly nos explica:
Uniformemente vestidos de un pantalón blanco, de una camisa y de un sombrero de paja, con los desnudos pies metidos en los estribos o calzados tan sólo de un par de espuelas herrumbradas, daban todos la impresión de una raza libre, cortés sin obsequiosidad y ampliamente acomodada. Ni uno solo de estos campesinos iba a pie. Todos saludaban al extranjero con una sencillez digna. No había ninguna huella de pobres, de mendigos, de esos desheredados de fortuna que son tan comunes en nuestros caminos de Europa48 (Belly, 1922, pp. 244-245).
De nuevo el contraste se hace con la Europa que es imaginada como tierra de decadencia, de desigualdades y de pobreza. La representación de una igualdad práctica ilustrada por Belly en Costa Rica y ligada a la idea de propietario y negociante sitúa una vez más el discurso del periodista francés en el marco de las preocupaciones por los diferentes modelos en el mundo europeo y el rechazo a las aristocracias. Se trata de mostrar de nuevo una cierta modernidad en la Costa Rica del siglo XIX.
La noción de propietario y su relación con la idea de ciudadano empieza a tomar más fuerza en la época revolucionaria francesa. Algunos visualizarán una concepción estricta que designa un capital de tierra o económico y otros una concepción amplia que evoca una capital cultural intelectual que va a otorgar la capacidad de ejercer derechos cívicos y responsabilidades públicas (Chappey, 2012, pp. 279, 285). Alrededor de este concepto surgirán divergencias según los grupos y los momentos históricos. Sin embargo, la figura de propietario adquirirá una importancia clave en la noción de ciudadanía.
De igual manera, es importante recordar el papel del concepto de mercader y luego de negociante en los planteamientos de algunos de los pensadores ligados a la conocida economía política desde el siglo XVI pero especialmente a partir del siglo de las Luces. El negociante es el vector por excelencia del bien público (Stornicki, 2011).
Cabe mencionar que la noción de un país mayoritariamente de propietarios constituye uno de los pilares clave en los razonamientos sobre la sociedad costarricense expresados por los sectores hegemónicos costarricenses durante el siglo XIX y una buena parte del siglo XX. Una interpretación que puede ser rescatada desde al menos los años 1830 (Acuña Ortega, 2002, p. 204).
Según interpreta el francés, en Costa Rica: “Todos los costarricenses son buenos”50 (Belly, 1922, p. 248). Belly explica que “la naturaleza costarricense es esencialmente libre y noble”51 (trad. ntra.). En 1867, Belly se hace la siguiente pregunta: “¿Será por ventura que Costa Rica está habitada por una colonia de estoicos, menos accesibles que otros hombres a las pasiones disolventes?” (Belly, 1867, I, p. 348; Belly, 2002, p. 461). En su respuesta a la interrogante, Belly considera que la naturaleza humana no cambia pero que a pesar de arrebatos de violencia en Costa Rica, se había logrado mantener una cierta ecuanimidad:
Pasada la crisis, la fuerza de las instituciones recobra su imperio y el espíritu público, siempre de pie, pronto sabe restablecer, mediante la selección, el equilibrio roto de las influencias. Tan grande es el beneficio permanente de la libertad que el mal no puede arraigar en el suelo que de ella está saturado”52 (Belly, 2002, p. 462).
La idea de la fuerza de las instituciones en América Latina y, en América Central, es uno de los discursos claves de los trabajos de Belly. Pero en este caso, estamos también frente a la idea de la existencia de un carácter, de un temperamento, de un fondo, de una esencia, de un espíritu o de una forma de ser propia de los costarricenses. Entonces, en 1867, hablando de los primeros años de vida independiente y del gobierno de Juan Mora, Belly señala:
Este principio feliz había acostumbrado los ánimos, al respeto de la ley y al ejercicio de los derechos cívicos. De esto ha sacado Costa Rica un fondo de cordura republicana tal vez único en el mundo y que realiza la frase célebre: “El orden dentro de la libertad”, que para nosotros no es más, por desgracia, que una frase53 (Belly, 2002, p. 469).
En 1860, el periodista considera que la vida política de una nación es el reflejo de su carácter privado y que Costa Rica había logrado escapar por “este amor por el orden, el trabajo y el ahorro, a las turbaciones y sacudidas que han desorganizado profundamente la mayoría de los nuevos estados nacidos de la conmoción de 182154” (trad. ntra.).
Sin duda, en el discurso de Belly, la clave de la singularidad política costarricense como Estado, República o formación política son las virtudes o cualidades de su pueblo. Así entendido, el pueblo de Costa Rica es un “un pueblo modelo … de … hábitos de orden y trabajo”55 (Belly, 2002, p. 486). El trabajo y el respeto al orden se convierten en esta visualización en elementos claves para explicar el comportamiento de los costarricenses. Belly evoca “hábitos de orden legal de Costa Rica (Belly, 2002, p. 482)56.
Así, Costa Rica está “formada de una población activa y honrada, que da desde hace quince años el ejemplo del orden en el trabajo”57 (trad. ntra.). En sus folletos, artículos y relatos de viajero, Costa Rica se convierte en símbolo de civilización y progreso pero es el pueblo que marca una diferencia con el resto de naciones latinoamericanas: “no hay en ninguna parte de América una población que de modo general sea más cuerda, más laboriosa, más leal, más honrada y más digna de inspirar interés”58 (Belly, 1922, p. 250). Pero también Belly nos evoca: “El genio costarricense, esencialmente ahorrativo”59 (trad. ntra.).
Belly hace énfasis particular en la honradez de la población del país (Belly, 1860, p. 871; Belly, 1889, p. 91). Otros valores del costarricense apuntados en las obras son la valentía (Belly, 1889, p. 93; Belly, 1867, I, p. 386) y la hospitalidad (Belly, 1860, p. 890; Belly, 1867, I, p. 355). La timidez es de igual manera considerada como “una cualidad o, si se quiere, una disposición del espíritu nacional”60 (Belly, 1922, p. 248). Dicha característica es contrastada con Nicaragua donde “se creen ingenuamente superiores al resto del mundo”61 (Belly, 1922, p. 248). Precisamente, en ese afán de ilustrar a Costa Rica como un pueblo virtuoso, Belly emplea la estrategia de comparar con ese opuesto cercano geográficamente: Nicaragua. Este mecanismo se puede verificar en varias ocasiones. (Belly, 1858, pp. 22-23; 1859a, pp. 22-23; 1859b, 25; 1889, p. 90).
En su tarea de adjetivación, Belly apunta sobre “esta mezcla de modestia, de dignidad y de bondad que representa el fondo del carácter de los costarricenses”62 (trad. ntra.). La modestia es considerada como uno de los caracteres distintivos de los habitantes de Costa Rica es especialmente confrontada al “orgullo desmesurado de sus vecinos del norte”63 (trad. ntra.). Dicha modestia está también ligada al lenguaje sencillo y cortés de los costarricenses (Belly, 1867, I, pp. 353-354).
Como se puede observar claramente la caracterización del pueblo de Costa Rica es bastante elogiosa. En 1867, Belly explica: “Costa Rica es sin duda el más pequeño de los pueblos civilizados, y es incontestablemente el más cuerdo, el más honrado y el más feliz. Basta atravesar la gran plaza de San José en un día de mercado para darse cuenta de su actividad laboriosa”64 (Belly, 2002, p. 490). En 1858 y 1859, el autor resume bien su imagen de Costa Rica y de las virtudes del pueblo costarricense:
Por eso el pueblo costarriqueño ... es quizá en su conjunto, el pueblo que representa el mas alto grado de civilizacion cristiana. Ninguna aglomeracion humana puede comparársele ni aun en Francia ó Suiza por su amor al trabajo y á la familia, por su respeto á la ley, lealtad en sus relaciones, y la urbanidad afectuosa unida con una dignidad sosegada. ... El suelo costarriqueño es liberal; rinde cien veces lo que se le confia, desde el grano de trigo hasta el de cacao; pero debe al carácter de sus habitantes una fisionomía única que hace pensar en el paraiso terrenal. En toda la república se ve el bienestar, la honradez y la bondad. Allí, la propiedad es el hecho universal; la pobreza es desconocida; las existencias extraviadas se ven obligadas á seguir la corriente de la moralidad y actividad generales. ... Todas las transacciones de la ciudad con el campo no tienen una base que la palabra empeñada, y no hay ejemplo de que ni aun siquiera un desconocido haya faltado en cumplirla; ni tampoco hay ejemplo de que un ataque con mano armada por parte de un Costarriqueño haya amenazado jamás la vida ó la fortuna de un viajero65 (Belly, 1859b, p. 23).
Observamos un desplazamiento de la idea de “civilización” hacia América y, en especial, hacia Costa Rica. Una idea que se puede observar también en la obra de 1867 cuando el autor señalando la debilidad numérica de la población y su concentración espacial nos indica: “Semejante compendio de civilización en un pequeño grupo tan fácil de contar, es un hecho único en la historia y la geografía”66 (Belly, 2002, p. 492).
Las élites costarricenses, por su lado, se muestran sobre todo interesadas en definir los atributos morales y políticos de los costarricenses propios a una comunidad cívica, en otras palabras el “carácter” del pueblo costarricense. No podemos olvidar que en las primeras décadas de vida independiente dichas élites ya manifiestan un discurso de Costa Rica como un pueblo con ciertas características particulares: de índole laboriosa y de carácter pacífico y morigerado (Acuña Ortega, 2002, pp. 199-203).
Son las etiquetas del ciudadano con virtudes aplicadas al costarricense (Soto-Quirós, 2010, pp. 173-206; 289-361). Como indica Hilda Sabato, la ciudadanía fue una institución clave en las distintas definiciones de república y de nación que circularon en el siglo XIX (Sabato, 2009, p. 33). Es la idea de una “nación cívica” (Quijada, 1994). Por supuesto, la idea del ciudadano pacífico y de individuo virtuoso va en la perspectiva de mantener el orden y de “civilizar”. Richard Dagger nos recuerda que las virtudes tienen valor pues promueven el lado bueno de la comunidad o sociedad, no porque ellas promuevan directamente el lado bueno del individuo (Dagger, 1987, p. 14).
Palacios Robles indica que entre 1821 y 1840, con inspiración en los principios de la Ilustración y en la doctrina del liberalismo, se manifestó en Costa Rica un claro interés por formación del ciudadano y se instauraron los primeros fundamentos que contenían el discurso de lo cívico. En las diferentes instancias de socialización y en la educación formal existía la preocupación por dicha formación. Este desvelo por difundir los valores cívicos se vio reforzado en el período de 1840 a 1886 a través del periodismo, las canciones y los discursos (Palacios Robles, 2008, p. 1, p. 9, p. 17, pp. 23-24).
El historiador Manuel Calderón considera recientemente que el imaginario que se forma en la Costa Rica precafetalera –antes de los años 1840– tiene que ver mucho con la estructura económica, la generación de legislación o derecho y la construcción de prácticas sociales y culturales (control político, el peso de la ley mediante la coacción, la centralización del poder, el respeto a la autoridad y la exclusión social) que modelan conductas individuales y colectivas basadas en la obediencia, el orden, el respecto, la limpieza y el acato (Calderón Hernández, 2015).
Los estudios sobre la nación y el nacionalismo desde los años 1990 han permitido la desconstrucción de un discurso de singularización del país y de su sociedad forjado en el seno élites costarricenses desde los primeros años de vida independiente y que se consolida en el período liberal a finales del siglo XIX. Las diferentes investigaciones en historia social, económica y política de Costa Rica, especialmente desde los años 1980, han contribuido en ese proceso de desmitificación.
El discurso de Félix Belly sobre Costa Rica y los costarricenses es bastante lisonjero y muy similar al empleado por diferentes viajeros desde los años 1830 pero también su tono muestra una gran similitud con el fomentado por las élites costarricenses durante el mismo período y que será consolidado por los liberales desde fines del siglo XIX.
Las obras de Belly sobre Costa Rica contribuyen –junto a otros relatos de viajeros y documentos desde los años 1830 y las posibles interpretaciones a partir de estas obras– a fijar una imagen internacional muy positiva de este país y de sus habitantes, una imagen externa de “comunidad política costarricense” que cala con gran fuerza desde los años 1850 y mucho antes del discurso liberal costarricense finisecular.
Los escritos de Belly hacen figurar el retablo de una república utópica. Es el retrato de un pueblo virtuoso. Es un cosmos de igualdad práctica. Sin embargo, a diferencia de muchos viajeros, Belly no alude a la idea de una población mayoritariamente “blanca” que acompaña constantemente la estampa de Costa Rica durante gran parte de los siglos XIX y XX
En general, la representación que transmite Belly sobre Costa Rica (como del resto de Centroamérica también) se aleja de las de los modelos de alteridad muchas veces despectivos, racializados y etnocéntricos con respecto a tipos étnico-raciales, formas de gobierno y situaciones políticas –esa “mirada imperial” (Pratt, 1992)– que hallamos en otras obras de viajeros sobre el mundo centroamericano o la región latinoamericana (Soto-Quirós, 2011; Pino Urrieta, 1993; Ita Rubio, 2005).
Belly no propone una visión de racismo pseudo-científico como podemos verlo en la producción de autores norteamericanos como el arqueólogo y diplomático Ephraim George Squier (Vargas, 2008, pp. xxix-xxii; Soto-Quirós, 2010, pp. 421-431). El tipo de imagen sobre la población centroamericana del francés no es para nada la representación que se puede palpar de manera tangible a través de textos e imágenes en relatos de viaje, obras de geografía y en la prensa norteamericana de la segunda mitad del siglo XIX cuando se caracteriza al centroamericano en términos de individuo “salvaje”, “bárbaro”, “primitivo”, “indolente”, “perezoso” y “traicionero” (Vargas, 2008, p. 90). Todo lo contrario, se trata de una propuesta que rechaza “el prejuicio de la desigualdad de razas”, los “prejuicios de casta y de color”, el “orgullo castellano” y “la aristocracia de color” (Belly, 1867, I, p. 127, pp. 255-256, pp. 266-263, p. 356).
No podemos dejar de lado en este inventario sobre Costa Rica el factible aspecto propagandístico de sus palabras para legitimar su proyecto de canal. Tampoco debemos obviar el empleo de Costa Rica como válvula de escape pertinente para poder ventilar su desestimación por la evolución socio-política en Francia. Finalmente, es también conveniente considerar la posible reproducción de ideas transmitidas por las élites que Belly cruza durante sus diferentes estancias en Centroamérica. Sin embargo, el discurso de Belly sobre Hispanoamérica, sobre Centroamérica en específico y con respecto a Costa Rica de manera más precisa, trasciende en la medida que emplea una retórica que ubica la civilización y la modernidad política no ya en su Europa natal sino en el mundo americano: se trata de una modernidad inherentemente política y republicana.
Por otra parte, un aspecto también relevante de la obra de Belly es que sus transcripciones o traducciones se constituyeron en una fuente valiosa para un programa de autoelogio entre los intelectuales costarricenses y una base de explicación histórica de las presumidas particularidades de Costa Rica en el contexto centroamericano desde fines del siglo XIX y hasta bien entrado el siglo XX (Soto-Quirós, 2013a).
La transmisión de las ideas de Félix Belly que se puede trazar en muchísimos documentos desde el siglo XIX va incluso a ser parte de documentos que son empleados en la educación nacional costarricense. En 1978 es publicada una obra que trata de explicar y analizar la democracia costarricense. Según indica el prólogo de la primera edición la obra de Chester Zelaya, el libro fue preparado de manera interdisciplinaria y se destaca como uno de los argumentos para su elaboración que “la mayoría de los obras escritas por politólogos norteamericanos, tienden a incluir a Costa Rica dentro del contexto latinoamericano, sin destacar los rasgos que la singularizan” (Aguilar Bulgarelli, 1983, p. 7).
La obra tuvo tres reimpresiones desde la primera edición y una segunda edición en 1983. Algunos capítulos fueron revisados y ampliados. El libro es estudiado en colegios, liceos e instituciones de enseñanza superior del país entre fines de la década de 1970 y durante la década de 1980. El estudio incluye un artículo –cuyo título y contenido variará en la segunda edición– que hace un repaso retrospectivo sobre lo que se había escrito sobre la democracia costarricense desde la independencia y recurre a los relatos de viajeros del siglo XIX. En el primer párrafo el autor ya nos recuerda un poco el tipo de discurso de Belly sobre Costa Rica:
El fenómeno del sistema político, económico y social que se ha venido conformando en Costa Rica a lo largo de los siglos y que sintetizamos en la palabra democracia, no ha pasado desapercibido a las diferentes generaciones. Todo lo contrario, apenas nacidos a la vida independiente, encontramos manifestaciones de asombro y reconocimiento a ciertas cualidades especiales que observadores de nuestra realidad, encontraron en el ser costarricense (Zelaya, 1978, p. 9).
Vemos en estas palabras la idea del “ser costarricense” y de ciertas “cualidades especiales” en Costa Rica. En dicho artículo, el autor da cuenta del proyecto de Belly, evoca su imagen sobre Costa Rica y retoma frases de este viajero:
La impresión que le causó Costa Rica a Belly quedó recogida en su obra que tituló A través de la América Central, Nicaragua y el Canal Interoceánico. El tono de su narración sobre Costa Rica es panegírico … Belly, llevado por su entusiasmo llega a colocar a nuestro país por encima de la evolución institucional de Europa … El periodista francés sostiene que Costa Rica es tal vez el único país en el mundo que ha logrado hacer realidad la frase: ‘El orden dentro de la libertad’ (Zelaya, 1978, pp. 14-15: cursiva original; véase en otra edición: Zelaya, 1983, p. 18).
De tal manera, observamos cómo Belly es empleado como fuente histórica, a la vez que sirve para reforzar en las mentalidades la idea de una singularidad costarricense y, se hace notar ese descentramiento que ejecuta el francés de la modernidad hacia América y, en particular, hacia Costa Rica