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EL ALMA DEL PROYECTO ARQUITECTÓNICO. CASA-GALERÍA PARA LA FOTÓGRAFA PAZ ERRÁZURIZ
THE SOUL OF THE ARCHITECTURAL PROJECT. HOUSE-GALLERY FOR THE PHOTOGRAPHER PAZ ERRÁZURIZ
Revista Legado de Arquitectura y Diseño, vol. 15, núm. 27, 2020
Universidad Autónoma del Estado de México


Recepción: 02 Septiembre 2019

Aprobación: 04 Diciembre 2019

Resumen: El objetivo del artículo es definir, modelar y concretizar el alma de un proyecto arquitectónico. Se describe un proceso de proyectación arquitectónica que se sintetiza en distintas etapas: análisis del contexto, reflexión sobre el habitar y necesidades del habitante, aproximación sobre el alma en general y en particular sobre el alma de un proyecto arquitectónico y su concretización con cuatro ejercicios pedagógicos. En esta trayectoria, el foco está puesto en la apertura de una posibilidad de clara referencia a lo largo del camino: “el alma del proyecto”, que se define como aquello que insufla aliento, fuerza y vida al proyecto, y desde lo inconmensurable actúa como un faro o guía a lo largo del proceso proyectual para, una vez terminada la fase mensurable, –donde se vinculan sentimiento y razón para materializar los proyectos–, se vuelva nuevamente a lo inconmensurable: donde el alma del proyecto sigue latiendo.[1]

Palabras clave: Alma, contexto, habitantes, proceso de proyectación arquitectónica.

Abstract: The objective of the article is to define, model and concretize the soul of an architectural project. It describes a process of architectural design synthesized in different stages: analysis of the context, reflection on inhabiting and needs of the inhabitant, approximation of the soul in general and in particular on the soul of an architectural project and its concretization with four pedagogical exercises. In this trajectory, the focus is placed on the opening of a possibility of clear reference along the way: "the Soul of the project", which we define as that which breathes breath, strength and life into the project and from the immeasurable acts as a beacon or guide throughout the project process, once the measurable phase, where feeling and reason are linked to materialize the projects, is returned to the immeasurable again: where the soul of the project keeps beating.

Keywords: Soul, context, inhabitants, architectural design process.

INTRODUCCIÓN

¿Qué es el alma, cuál es su relación con el cuerpo que anima? ¿Cómo se genera el alma de un proyecto arquitectónico y cómo permanece tras el proceso de proyectación?

Existen numerosos escritos sobre la materialización de los proyectos arquitectónicos, pero son muy escasos los que se refieren al alma. Se propone un viaje a lo largo del proceso de proyectación arquitectónica, haciendo énfasis en una etapa relevante: El alma del proyecto, la cual permitirá saber qué es lo que se quiere conseguir, una especie de faro o guía a lo largo del camino.

Se considera al taller de proyectos arquitectónicos un lugar fascinante donde investigar y experimentar sobre el ser humano: habitante y sentido del proyecto, la práctica arquitectónica y su vinculación con la teoría y las necesidades de nuestra sociedad y ciudades. Durante seis años en la asignatura de taller de proyectos arquitectónicos, en el Taller Gallardo de segundo año, de la Universidad de Chile, hemos comprobado la relevancia del alma en los proyectos de arquitectura, por lo que decidimos realizar un ejercicio, de diez semanas, enfocado al “alma del proyecto”, que se muestra a continuación.

INICIO DEL PROYECTO

Se empieza el ejercicio con la visita al solar, al lado de la casa del poeta Pablo Neruda, ubicado en Isla Negra, pequeña localidad costera situada a una hora de Santiago de Chile (figura 1).




Figura 1. Isla Negra, solar.

Fuente: Elaboración propia.

Se elabora un análisis del emplazamiento, que es fundamental al inicio del proceso de proyectación arquitectónica, basado en siete puntos (Gallardo, 2014): Genius loci, para comprender el espíritu y vocación del lugar (Norberg-Schulz, 1981); La relación entre el Movimiento y quietud, a partir del estudio de flujos y espacios de permanencia; Análisis sensorial, revalorizando las principales vistas, colores, texturas, ruidos, olores, temperaturas, vientos, recorrido del sol y la luna; Elementos construidos existentes, descripciones y vinculaciones; Zonas Verdes, conocer los diferentes tipos de árboles, arbustos y tapizantes (Chanes, 2009); Estudio Etnográfico, para analizar y conocer a los habitantes del sector, sus necesidades y requerimientos, vinculados a la parte pública de los proyectos; y síntesis de las características principales (figura 2).




Figura 2. Análisis Isla Negra a partir de 7 puntos.

Fuente: F. Briones, R. Fica, Á. Oteiza y P. Sagristá.

HABITANTE: PAZ ERRÁZURIZ

Se abre una reflexión conjunta sobre lo que significa ‘habitar’, deriva del verbo latino habere (haber), que podía llegar a emplearse en lugar de habitare. Habito, en latín, significaba habitar y principalmente ‘tener o poseer a menudo’. El adjetivo habitus se traduce por ‘saludable’, ‘bien sentado’: se trata de un lugar donde se está bien, donde el habitante se centra, se siente seguro, cobijado” (Azara, 2005: 42). Habitar entendido como un “Sistema de Significación” (Doberti y Giordano, 2000: 133), medio fundamental para los seres humanos donde nos relacionamos con el mundo (Pallasmaa, 2016), en “un constante y triple encuentro entre el medio externo, nosotros mismos y los demás, y cada lugar construido es una síntesis y un resultado de este triple encuentro” (Muntañola, 2000: 55). Se recuerda la pregunta clave que propone Heidegger (2007), ¿De qué manera se puede llevar el habitar a la plenitud de su esencia? A la que responde: cuando se construya desde el habitar y se piense para el habitar.

Tras profundas reflexiones en conjunto con los estudiantes sobre el habitar, invitamos al taller a la habitante del proyecto, Paz Errázuriz, considerada una de las mejores fotógrafas chilenas (figura 3).[2]




Figura 3. Izquierda: “Evelyn”, fotografía análoga, negativo blanco y negro, impreso en papel fibra 60 x 50 cm, 1983. Derecha: “Los nómades del mar”, fotografía análoga, blanco y negro, impresión sobre papel en fibra de museo. Negativos 35 mm, 50 x 60 cm.

Fuente: Fotografías de Paz Errázuriz. Galería AFA.

La fotógrafa fue al taller, mostró su obra y explicó la importancia de la investigación previa a realizar fotos. Paz Errázuriz se atreve a ver a las personas marginales, que nadie ni siquiera mira, se logra conectar con sus personajes fotografiados, captar su alma y mostrarla. Comentó cómo le gustaría que fuera su lugar de trabajo, de la importancia del cuarto oscuro y su casa, donde comentó su pasión por la lectura y la cocina. Se generó un interesante diálogo con los estudiantes para conocer cómo llegar a proyectar una casa que fuera capaz de ofrecerle un lugar donde habitar.

EL ALMA DEL PROYECTO ARQUITECTÓNICO

La etimología de “alma” procede del “siglo XI del lat. Anima, ‘aire, aliento’” (Corominas 1998: 42). La RAE define “alma” con varias acepciones, se destacan “aquello que da espíritu, aliento y fuerza a algo”, “principio que da forma y organiza el dinamismo vegetativo, sensitivo e intelectual de la vida”, “sustancia o parte principal de cualquier cosa”, entre las que se puede destacar la característica de ‘vida’ común a todas ellas.

José Ferrater (1975) indica que las representaciones primitivas del ‘alma’ son variadas, pero existen tres rasgos comunes: el alma es concebida como un soplo, aliento o hálito, equivalente a la respiración: cuando falta esta respiración la persona muere; a veces es concebida como una especie de fuego: que se apaga al morir el individuo; y, por otra parte, se imagina como una sombra: vista o presentida durante el sueño.

La idea del alma como aliento, hálito, exhalación, soplo, etc., es la más común en las distintas lenguas y está presente en las principales corrientes de la filosofía universal (Tylor, citado en Ferrater, 1975).

Prácticamente todos los filósofos (Ferrater, 1975: 74-83) admitieron alguna especie de ‘alma’. Platón logró refinar las ideas de pensadores anteriores e indicó que “el alma es lo racional y espiritual en el ser humano, su auténtico yo, frente al cuerpo, instrumento y receptorio de lo sensible. El alma es también el principio de la vida” (Platón,1988: 63b).

Aristóteles indica que “el alma es en algún sentido ‘principio de la vida animal’, en tanto vida que se mueve a sí misma espontáneamente, pero ello no significa que el alma se mueva a sí misma; ser principio de movimiento no significa ser movimiento" (II 4 415 b9 cit. en Ferrater, 1975: 76).

San Agustín rechaza toda concepción del alma como entidad material y subraya su “carácter pensante y de intimidad personal” (Giannini, 2014: 115).

El vocablo 'alma' ha sido usado por autores contemporáneos como Jaspers, Scheler, Ortega y Gasset, F. Noltenius, etc. que han distinguido entre el alma y el espíritu. “Mientras el alma es concebida como la ‘sede’ de los actos emotivos, de los afectos, sentimientos, etc., el espíritu es definido como la ‘sede’ de ciertos actos ‘racionales’, por medio de los cuales se formulan juicios objetivos” (Ferrater, 1975: 79).

Es clave tener en cuenta la confluencia de la razón y la pasión, la primera ofrece un nuevo sentido, un cauce de vida y la segunda invita hacia el interior, ambas son necesarias. De la razón mucho se ha discutido, pero el ámbito de la psique, del alma, permanece desatendido en el campo de la proyectación arquitectónica, cuando es importante tener presente que: “entre la naturaleza y el yo del idealismo, quedaba ese trozo del cosmos en el hombre que se ha llamado alma”, como subraya María Zambrano (1950:16), quien recuerda que en Grecia existían los oráculos, que hablaban del alma, llenos de preguntas: ¿qué soy yo? ¿Qué tengo que hacer ante tal o cual situación? Se destaca la pregunta por el ‘qué’, en una búsqueda hacia el alma, la cual en los ritos órficos y en el culto a Dionysos, se hundía en la naturaleza, poniendo de relevancia esta inmersión del alma en las fuentes originarias, en el ímpetu del vivir, una reconciliación del alma con la vida.

En el ámbito arquitectónico se ha hablado de ‘idea generadora o idea generatriz’, como la describen Clark y Pause (1987) para influir o conformar un diseño. Estas ‘ideas’ son definidas por Javier Seguí (1996) como primeras visiones más o menos confusas. Marina Waisman (1993) indica que la ‘idea’ en los proyectos arquitectónicos parece formarse en relación con las interpretaciones de la historia, de la técnica, del significado de lo que ha de proyectarse, del lugar y sus circunstancias. En la misma línea, Baroni (1998) subraya que sin ‘ideas rectoras’ un proyecto puede volverse inconexo, casual, incoherente y carente de significado. Jean Nouvel (1999) también expresa que en sus proyectos busca cada vez el genius loci, primero el contexto y después las ideas que se pueden sacar de él. Para el proyecto arquitectónico, la idea puede tener una doble significación (Pina, 2004): como una imagen que se forma en la mente para anticipar la obra realizada, un pensamiento convertido en forma y, por otra parte, la idea es un concepto o un juicio formado. Pero mientras la idea hace referencia a la formalización o figuración del proyecto en algún grado, el concepto es esencialmente verbal, no alcanza el nivel de forma, es también el contenido significativo o significado (Miranda, 1999). Helio Piñón (1998) enfatiza la importancia de la imaginación al inicio del proceso proyectual indicando la importancia de su ‘cometido totalizador’ para proyectar imágenes que den cuenta de la totalidad de un objeto sin forma. También se ha hablado de ‘principios ordenadores’ (Ching, 2002), con relación a la composición arquitectónica que apuntan a la relación de las partes con el todo en una organización armoniosa. O ‘sistema de orden’ capaz de dar una respuesta integral al conjunto de solicitaciones (Purini, 1984). Tedeschi recuerda y subraya la propuesta de Chistopher Alexander, donde habla de la posibilidad de encontrar una ‘razón o un modelo conceptual’ que tenga sentido y le diga al proyectista porqué las variables interactúan. También propone una pregunta que nos deberíamos hacer al recibir el encargo de proyectar un edificio “¿Cuál es el carácter, el significado, la calidad esencial de este edificio?” (Tedeschi, 1969: 194).

Si bien, hay distintos términos que hacen referencia y ponen de relevancia esta ‘idea inicial’, la propuesta es hablar de ‘alma del proyecto’ para enfatizar su cualidad o característica más relevante, su presencia y permanencia en el proceso proyectual y su trascendencia más allá del mismo. Para indagar sobre el ‘alma del proyecto’, se propone la pregunta acerca del proyecto que se va a realizar: ¿Qué significa ‘casa’, para quién será, qué vínculos se quieren establecer? Pero ¿Cómo definir el alma de un proyecto arquitectónico?

Louis Kahn (2003) pone el ejemplo de partir por la idea de ‘casa’, concepto abstracto procedente de distintos ámbitos y sus relaciones para poder vivir en ellos. Para después llegar a definir una casa, una interpretación condicionada de aquellos ámbitos. “El valor de un arquitecto depende más de su capacidad de aprehender la idea de ‘casa’, que de su habilidad para diseñar ‘una casa’, que es un acto determinado por las circunstancias” (Kahn, 2003: 9).

Por tanto, se pone de relevancia la pregunta por la ‘voluntad de ser’ del proyecto, para llegar al fundamento proyectual.

Kahn (2003) indica que será fundamental partir de lo inconmensurable: ideas, aspiraciones, emociones, sueños, para definir lo que denominamos ‘el alma del proyecto’, aunque también el proceso de diseño puede ayudar a aclarar esta ‘alma’ si no estuviera definida. Y así, en la siguiente fase proyectual, fase mensurable, se vincularán el sentimiento y la razón para poder materializar los proyectos, prestando especial atención a conservar el alma del proyecto, para que pueda verse reflejada al final de la secuencia proyectual. Tras la concretización de las ideas en la configuración y construcción del proyecto, la esencia del proyecto tiene que seguir latiendo para que nos devuelva a lo inconmensurable (figura 4).




Figura 4. Esquema circular de relación entre lo inconmensurable y lo mensurable.

Fuente: Elaboración propia.

Así, tras conocer el terreno donde se emplazará el proyecto y la ciudad de Isla Negra, analizar los puntos más importantes, reflexionar lo que significa habitar, conocer a la habitante y revisar el concepto de alma, los alumnos trabajaron sobre el alma de su proyecto. En esta clase, para expresar y modelar el alma del proyecto, se les pidió a los estudiantes traer todo tipo de materiales: plastilina, arcilla, cartón, alambre, entre otros (figura 5).




Figura 5. Modelos de distintas almas de proyectos.

Fuente: Elaboración propia.

Cada estudiante definió y materializó el alma de su proyecto a partir de un modelo, con los materiales de su elección. Después explicó a todo el taller en qué consistió el alma de su proyecto. Finalmente, escribieron toda su explicación y la sintetizaron en una palabra o frase.

Tras definir el alma, cada estudiante propuso estrategias de diseño para concretizarla. Fue un proceso de proyectación complejo, por las características del terreno y el programa, pero de gran interés por la evolución y maduración de los proyectos, como se revisará a continuación.

CASA-GALERÍA PARA PAZ ERRÁZURIZ

En el programa, de carácter abierto, se pide realizar un proyecto donde confluya el ámbito privado: con una casa para vivir y trabajar para Paz Errázuriz, y el público: con una sala de exposiciones o galería, relacionada con la comunidad de Isla Negra.

Se han seleccionado cuatro proyectos porque muestran un estrecho vínculo teórico-práctico: tienen una idea clara de su alma del proyecto que los acompañó durante el proceso proyectual y también por su vinculación con el contexto y las necesidades de su habitante, como se muestra a continuación:

Proyecto 1. Alma del proyecto: “Rocas como límite” (figura 6, izquierda).

El estudiante parte de la fuerza de las grandes piedras negras[3], situadas en la orilla del mar para definir su alma del proyecto. Conservó ‘el alma’ hasta el final y, aunque pasa por un proceso de diseño con numerosos cambios, como se puede apreciar en las diferentes maquetas de la parte superior de la figura 6, derecha, se aferra a esta fuerza de las rocas que delimitan lo público de lo privado. Propone como estrategias de diseño un único volumen para separar el espacio público del privado, con una rótula que denomina ‘vacío articulador’, para organizar los distintos ámbitos del programa: casa, cuarto oscuro, garaje y bodega para el espacio privado; y galería de exposiciones y cafetería para el espacio público. Como se puede apreciar su ‘alma’ de rocas como límite, sintetizada en un sólo volumen la conserva hasta el final (figura 7), que le permite vincularse con la parte inferior abriéndose al público y con un desplazamiento hacia la vertical consigue un ámbito privado para la habitante en la parte superior.




Figura 6. (izquierda): Maqueta alma del proyecto: “Rocas como límite”. (Derecha): Parte superior maquetas proceso proyectual, Parte inferior maquetas finales. Estudiante Andrés Vera.

Fuente: Elaboración propia.

Proyecto 2. Alma del proyecto: “Ir hacia el mar”.

A diferencia de sus compañeros, el alma de este proyecto se va aclarando con el proceso proyectual y se concretiza en dos volúmenes que miran hacia el cielo y el mar. La estudiante propone 4 estrategias de diseño para lograr sintetizar su alma: 1. Terreno: dejarlo tal y como se encuentra, con su gran pendiente para que ésta permitiera la conexión hacia el mar. 2. Eje: trazar un eje muy fuerte directo hacia el mar. 3. Orden en torno al eje: propuso un diálogo de dos volúmenes, uno destinado al programa público y otro al privado. 4. Orientación al cielo y orientación al mar: donde vincula cada volumen con una orientación. Se destaca cómo llega a sintetizar su alma del proyecto de ‘Ir hacia el mar’ en dos volúmenes situados en la parte más alta y más baja del terreno y su unión a través de un eje que articula la casa y el estudio (figura 8).




Figura 7. Proyecto de Andrés Vera.

Fuente: Elaboración propia.




Figura 8. Proyecto de Paula Sagristá.

Fuente: Elaboración propia.

Proyecto 3. Alma proyectual “Mantener la relación con la naturaleza”

Su propuesta era no obstruir la vista principal de la entrada (figura 9, izquierda). El proyecto nace de la primera impresión al llegar al terreno, con los árboles que enmarcan la vista al mar, las rocas y las distintas relaciones con la naturaleza. Se producen importantes cambios durante el proceso proyectual, prueba distintas opciones volumétricas y formas (figura 9, centro). Para sintetizar su alma propone tres estrategias de diseño: 1. Colocar el volumen en la pendiente para no obstaculizar las vistas desde la parte superior del terreno. 2. Divide el volumen en tres partes para generar: la galería, el estudio y la casa. 3. Conecta los volúmenes con patios para diferenciarlos y orientarlos. Así, pasa por un proceso proyectual, donde investiga muchas posibilidades volumétricas, su alma entendida como relación con la naturaleza y conservar las vistas la mantiene hasta al final y la concretiza en tres volúmenes (galería, estudio y casa) (figura 9, derecha), situados en la pendiente para no interrumpir las vistas e intervenir lo mínimo posible la parte superior del terreno (figura 10).




Figura 9. Izquierda: Maqueta alma del proyecto “relación con la naturaleza”, Fabiola Briones. Centro: Maquetas proceso de diseño de F. Briones. Derecha: Maqueta final.

Fuente: Paz Errázuriz.

Proyecto 4. Alma del proyecto “La integridad”.

La estudiante intenta reflejar cómo Paz Errázuriz capta el mundo a través de sus fotografías. Durante el proceso de diseño prueba distintas opciones, como se puede observar en la bitácora de las maquetas del proceso de proyecto (figura 11) siempre vincula: casa-galería, vínculo que sintetiza su idea de integridad. Utiliza tres estrategias de diseño para llegar a concretizar el alma de su proyecto: 1. Coloca un volumen que separa el espacio público del privado y sigue el movimiento del terreno. 2. Espacio privado: lo configura a partir de un volumen que cierra la vista al mar en la parte superior y un volumen en la parte inferior que se abre hacia el mar. 3. Propone un volumen de articulación del volumen público y privado. Así, llega a un partido general compuesto por dos brazos que siguen los movimientos del terreno: casa-quietud, y galería-movimiento, conectados por un patio. Finalmente, al ingresar al terreno todo permanece oculto y la apertura visual se produce al entrar en la casa, actuando ésta como un dispositivo similar a la cámara de fotos. El proyecto conecta dos programas al igual que Paz vincula su vida con el aprendizaje mediante su obra (figura 12).




Figura 11. Maquetas proceso de diseño L. Pasmiño.

Fuente: Elaboración propia.




Figura 10. Proyecto de Fabiola Briones.

Fuente: Elaboración propia.




Figura 12. Proyecto de Leslie Pasmiño.

Fuente: Elaboración propia.

SINOPSIS

“Obra de arquitectura como ocasión de materializar aquello a lo que aspiramos en un determinado momento. Ello obliga a tener clara conciencia de aquello que se pretende con un edificio” (Moneo, citado en Molina-Siles y Torres, 2014: 45).

El proceso de proyectación arquitectónica es una compleja forma de actividad (Azulay 2012), encierra un sistema de problemas con decisiones asociadas, vinculado con su contexto, habitantes, métodos constructivos, uniendo nociones que dialogan entre sí. Estas estrategias dialógicas (Bajtin, 2003) son fundamentales para establecer estrechas relaciones entre contexto y ser humano, lo puntual y lo general, contenido y forma, lo analítico y lo sintético, la razón y la pasión, las partes y el todo, el alma y el cuerpo del proyecto.

En este taller descubrimos la importancia de viajar hacia el principio que da vida a cada una de las etapas del proceso de proyectación, desde la revisión de la significación de conceptos-clave como ‘habitar’, el análisis del terreno y conocer a nuestra habitante. Tras comprender estos elementos, con la finalidad de vincularse con ellos y comprender dónde se ubicará el proyecto y a quiénes va a recibir, el alma aflora, surge, se encuentra al preguntar sobre la intencionalidad del proyecto por descubrir (Raposo, 2014), el ‘qué’ queremos hacer, que denominamos “alma del proyecto” y definimos como aquello que insufla aliento, fuerza y vida al proyecto arquitectónico y desde lo inconmensurable actúa como un faro o guía a lo largo del proceso proyectual arquitectónico para, una vez terminada la fase mensurable, –donde se vinculan sentimiento y razón para materializar los proyectos–, se vuelva nuevamente a lo inconmensurable: donde el alma sigue latiendo.

CONCLUSIONES

La aplicación del concepto del “alma de un proyecto arquitectónico”, pues entendemos al proyecto como una extensión del ser humano, se revisó a partir de cuatro ejemplos, donde los estudiantes la sintetizaron en maquetas y conceptos. El alma, que suele corresponder al nombre del proyecto, estuvo presente en el proceso de diseño, en la mayoría de los casos definida –de manera muy sencilla–, desde el principio y en otros se fue aclarando durante el camino. Si bien, el proceso de diseño implica explorar distintas soluciones, a veces perderse para explorar otras alternativas (Sáenz, 2000), con este ejercicio observamos que al definir el ‘alma’ los estudiantes tuvieron una referencia-guía en su proceso.

El “Alma del proyecto” abre una posibilidad, pues permite tener una guía, un faro a lo largo del proceso proyectual, conformando un hito de referencia a donde volver, cargado de vida, significado, finalidad e identidad. Relevancia del alma para proyectar, teniendo en cuenta lo que un proyecto quiere ser, y conservar esta alma durante el proceso para que nos guíe en nuestro camino y nos permita traducir lo inconmensurable a lo mensurable y tras la etapa proyectual se produzca esta vuelta nuevamente hacia lo inconmensurable: el alma de un proyecto arquitectónico.

Agradecimientos

En primer lugar, a los estudiantes cuyos proyectos fueron seleccionados para este artículo: Briones Vega, Fabiola Valentina; Pasmiño Poblete, Leslie Rocío; Sagrista Hernández, Paula Javiera; Vera Ríos, Andrés Alejandro.

También a todos los estudiantes del curso que hicieron posible el buen desempeño del taller: Arcos Maturana, Catalina Belén; Campos Sáez, Gina Elizabeth; De la Maza Guzmán, Ignacio José; Díaz Valdivia, Camila Albertina; Escobedo Moya, Dylan Ignacio; González Cabezas, Carolina Alejandra; Novoa Anjel, Mauricio Cristian; Núñez Bettancourt, David Jesús; Oteiza Abarca, Álvaro Eduardo; Sobarzo Machado, Carla María.

A todo el equipo docente: González Villanueva, Macarena Pamela; Qiu Sun, Ken Yan; Cruz Padilla, Francisco Javier y Muller Bravo, Nicolás Eduardo.

Y muchas gracias a Paz Errázuriz, por asistir al taller, por compartir el proceso de su trabajo, sus obras y sus necesidades para vivir y trabajar, y por su gran entusiasmo con este ejercicio que finalmente consiguió tener un alma muy especial.

FUENTES DE CONSULTA

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Notas

[1] Este artículo se enmarca en el proyecto de investigación Fondecyt n. 11170140. Financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico de Chile.
[2] Paz Errázuriz empezó su formación como fotógrafa autodidacta, que perfeccionó en el International Center of Photography de Nueva York en 1993. Ha expuesto en Chile y el extranjero, publicado diversos libros y recibido numerosos premios nacionales e internacionales entre los que se destaca el Premio Nacional de Artes Plásticas 2017. Galería AFA: http://www.galeriaafa.com/?portfolio=paz-errazuriz
[3] Pablo Neruda se impresionó por estas piedras negras y le dio el nombre de “Isla Negra” a esta localidad costera chilena, a pesar de no ser propiamente una isla (Rodríguez, 1990).
[4] Cuando Paz Errázuriz visitó la entrega final, esta fue la casa que eligió para vivir, porque conserva la relación con la tierra, el cielo y el mar y se diferencian claramente los ámbitos de vivienda, galería y estudio.


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