Artículo
Recepción: 10 Diciembre 2015
Aprobación: 22 Junio 2016
Resumen:
ORGANIZACIONES CAMPESINAS EN LA PROVINCIA DE CHACO, ARGENTINA. UNA APROXIMACIÓN A SU COMPOSICION SOCIAL A PARTIR DE SUS ACCIONES DE PROTESTA: EL CASO DE LA UNIÓN CAMPESINA DE CHACO (UCC), 2002-2011.
Considerando la creciente conflictividad protagonizada por diversas organizaciones que se reivindican campesinas e indígenas en el espacio agrario de la provincia del Chaco, el presente trabajo busca reconstruir el origen y la historia de la Unión Campesina del Chaco (UCC). Específicamente, analizaremos las acciones de protesta que lleva adelante desde su surgimiento en el año 2003 hasta la actualidad. Con tal fin, en primer lugar, describiremos las transformaciones que experimenta la estructura agraria chaqueña en las últimas décadas. Luego, reconstruiremos las acciones protagonizadas por la UCC, en base a la revisión exhaustiva de periódicos provinciales y nacionales; la prensa partidaria del Partido Comunista Revolucionario (PCR), dada sus vinculaciones con esta organización, y los documentos emitidos por la UCC. A partir del análisis de sus reclamos y reivindicaciones, nuestro interés radica en presentar una primera aproximación a la caracterización social de sus integrantes, poniendo en cuestión su condición de campesinos.
Palabras clave: provincia de Chaco, organizaciones campesinas, acciones de protesta.
Abstract:
PEASANT ORGANIZATIONS IN CHACO PROVINCE, ARGENTINA. AN APPROACH TO SOCIAL COMPOSITION BASED ON THEIR ACTIONS OF PROTEST: THE CASE OF THE CHACO´S PEASANT UNION, 2002-2011
Within the framework of rising conflict, between various organizations that claim to be peasant and indigenous, in the rural area of Chaco province, this work aims to reconstruct the origin and history of Chaco’s Peasant Union (CPU). Specifically, we’ll analyze the protest actions carried out by the Union since its beginnings in 2003 up to the present. First, we'll describe the transformations occurred in the last decades in Chaco's agrarian structure. For this purpose we'll use different statistical sources and technical reports from official agencies. Also, we'll consider the contributions made by scientific productions related to this topic. Then we'll reconstruct the actions led by CPU, based on a thorough revision of national and provincial newspapers; the party press of the Revolutionary Communist Party, given its links with this organization; and the documents issued by the CPU. Based on the analysis of their complaints and demands, our interest is to give a first approximation to the social characterization of the members of the organization, questioning their status as peasants.
Keywords: Chaco province, peasant organizations, protest actions.
Introducción
Durante la década de 1990 la provincia de Chaco experimentó una excepcional expansión de la producción algodonera, cultivo sobre el que se basó la economía provincial a lo largo de gran parte del siglo XX. La misma implicó la profundización del proceso de concentración y centralización del capital en la rama. Sin embargo, este auge algodonero fue de muy breve duración. Después de haber alcanzado la mayor cosecha en la historia de la provincia, la caída de los precios internacionales, combinada con las inundaciones de 1997 y 1998, destruyó la producción y facilitó su reemplazo por la soja transgénica. Esta restructuración agraria aceleró el proceso migratorio del campo a las ciudades del Chaco y otras provincias. Al mismo tiempo, con la valorización de zonas hasta entonces consideradas marginales para el desarrollo de procesos de acumulación capitalista, se observa una creciente conflictividad en el campo chaqueño, protagonizada por aquellos que se resisten a ser expulsados. En este contexto, surgen en la provincia diversas organizaciones que se reivindican campesinas e indígenas.
En este trabajo nos proponemos presentar un primer análisis de las manifestaciones llevadas adelante por estas organizaciones en la última década. En particular, nos ocuparemos de reconstruir el origen y la historia de la Unión Campesina del Chaco (UCC). Se trata de una entidad que surge en la localidad de Pampa del Indio en 2003 y presenta la particularidad de reivindicarse simultáneamente campesina e indígena. Específicamente, nos interesa analizar las acciones de protesta que protagoniza, desde su surgimiento hasta el año 2011. A su vez, nos referiremos a las relaciones políticas y las alianzas que establece con otras organizaciones.
Con tal fin, en primer lugar, describiremos las transformaciones que experimenta la estructura agraria chaqueña en las últimas décadas, como consecuencia de la expansión de la frontera agrícola y el desplazamiento del cultivo del algodón por la soja. Para ello, hemos utilizado distintas fuentes estadísticas (Censo Nacional Agropecuario 1988 y 2002, Encuesta a Pequeños Productores Algodoneros del Chaco 2001) e informes técnicos de organismos oficiales, así como también los aportes realizados por las producciones científicas referidas a la temática. Luego, reconstruiremos las acciones protagonizadas por la UCC, en base a la revisión exhaustiva de periódicos provinciales (Diario Norte) y nacionales (Clarín y La Nación); la prensa partidaria del Partido Comunista Revolucionario (semanario Hoy), dada sus vinculaciones con esta organización, y los documentos y comunicados que ha emitido la UCC a lo largo de sus años de existencia. A partir del análisis de sus reclamos y reivindicaciones, nuestro interés radica en presentar una primera aproximación a la caracterización social de sus integrantes, poniendo en cuestión su condición de campesinos.
Consideraciones teóricas
Desde la década de 1970 y, más notoriamente, durante los años noventa se consolidan una serie de transformaciones en el agro argentino, con marcadas consecuencias sobre la estructura agraria. En esos años se observa una aceleración del proceso de concentración y centralización de capital, que provocó un aumento de la escala mínima de producción y llevó a la desaparición de miles de productores agrarios. Es así que al comparar los CNA (Censo Nacional Agropecuario) de 1988 y 2002, se advierte una variación negativa de las explotaciones agropecuarias del orden del 21%, contabilizándose 80.932 explotaciones menos. A su vez, varias de las provincias extra-pampeanas, en cuyos espacios agrarios se desarrollaban los tradicionalmente llamados cultivos industriales, experimentan un proceso de reconversión productiva a raíz de la reubicación de la producción ganadera y, fundamentalmente, del avance de los cultivos pampeanos, teniendo como punta de lanza a la soja y el paquete tecnológico asociado a ella (Barsky y Gelman, 2009). Esta modalidad implicó un corrimiento de la frontera agrícola sobre tierras hasta entonces consideradas marginales para el desenvolvimiento de la acumulación de capital y al tratarse de provincias que cuentan todavía con un porcentaje relativamente elevado de población rural, este desplazamiento ha provocado una exacerbación de la conflictividad en estos espacios.
En ese contexto, en los últimos años ha recobrado vigencia un debate con un largo recorrido a lo largo del siglo XX que enfrentaba a los que postulaban la persistencia del campesinado con los que sostenían su progresiva desaparición ante el avance del capital. No vamos a revisar aquí, por cuestiones de espacio, la vasta producción desarrollada al respecto. Consignamos tan sólo que en Argentina trabajos recientes de diversos grupos de investigación, provenientes principalmente de la sociología rural y la antropología, han retomado las posturas “campesinistas”, y abordan la temática predominantemente desde el paradigma subjetivista de los nuevos movimientos sociales. Parten del supuesto de la existencia de cierto rechazo a reconocer la presencia del campesinado en la Argentina y se proponen “recuperarlo sobre la base de un cambio en nuestra posición epistemológica, capaz de reconocer al sujeto campesino en sus discursos y prácticas” (Barbetta et. al., 2012). Desde estas perspectivas, varios autores plantean que estaríamos presenciando un proceso de recampesinización, en el que el campesino resurgiría como sujeto político (GEPCyD 2008 y 2009; Domínguez 2012; Bidaseca 2012, entre otros).
Desde un posicionamiento teórico contrario, contamos con el trabajo de Desalvo (2013), que llevó a cabo un exhaustivo trabajo para determinar el peso relativo de las diferentes fuentes de ingresos de estos sectores de población en Santiago del Estero, la provincia que se ha transformado en un espacio paradigmático del supuesto resurgir campesino. En base a ello, la autora muestra que bajo la categoría de campesino se esconde en realidad a una fracción de la clase obrera, al detectar que sus ingresos provienen fundamentalmente de la venta de la fuerza de trabajo (sobre todo en el desflore del maíz y otras tareas agrícolas estacionales), de jubilaciones y pensiones, de remesas de familiares y de subsidios estatales.
Antes de adentrarnos en las transformaciones que experimenta la estructura agraria de la provincia del Chaco, resulta pertinente presentar sucintamente los aportes teóricos con los cuales se ha abordado el estudio de las organizaciones rurales que se desenvuelven en el agro chaqueño tras la descomposición de las Ligas Agrarias, a mediados de la década del 70.
La bibliografía reciente que analiza la composición social y el accionar de estas organizaciones es relativamente escasa y, además, se dedica al estudio coyuntural de alguna organización en particular, sin dar una visión de conjunto del desarrollo de las organizaciones intervinientes. Al respecto, encontramos los trabajos de Valenzuela (2005) y Valenzuela y Scavo (2009a & 2009b) que se proponen examinar los conflictos generados a partir de la coexistencia de dos lógicas de actuación en la actividad agrícola chaqueña. Según estos autores, actualmente se observaría la permanencia simultánea de dos modalidades productivas sustentadas en sujetos sociales diferenciados “en sus motivaciones, posibilidades y expectativas”. Por una parte, se encontrarían los esquemas tradicionales de tipo familiar arraigados históricamente en su identidad productiva y territorial en el cultivo algodonero, con marcadas dificultades para sostenerse en la rama productiva, y, por otra, los nuevos modelos y estrategias diferenciadas de apropiación y uso del suelo asociados a la soja transgénica y su tecnología de insumos y procesos. En este contexto, siguiendo a Milton Santos (2002), plantean que frente a la “racionalidad dominante deseosa de conquistarlo todo”, se puede, subjetivamente, y desde el punto de vista de los actores no beneficiados, hablar de irracionalidad, como producción deliberada de situaciones no razonables. A partir de una racionalidad hegemónica, se instalarían paralelamente “contra-racionalidades”. Éstas emergerían entre los excluidos, en actividades marginales y en las “zonas menos modernas”. Todos estos ámbitos de contra-racionalidades se caracterizarían por su incapacidad de subordinación completa a las racionalidades dominantes, al no disponer de los medios para acceder a la modernidad (Valenzuela, 2005).
Por otra parte, el Grupo de Estudios sobre Ecología Política, Comunidades y Derechos, del Instituto de Investigaciones Gino Germani, ha realizado una serie de trabajos en los últimos años acerca de la creciente conflictividad rural en el agro chaqueño[1] Partiendo de la noción de territorio -definida como una construcción social, resultado del uso que hacen las personas del espacio que habitan- sostienen, de manera similar a la caracterización que realiza Valenzuela, que el eje principal del conflicto rural pasa por las disputas territoriales, a partir del despliegue de distintas estrategias basadas en diferentes racionalidades y/o cosmovisiones. Lo que estaría en juego sería una disputa política por el control de la producción, en base a diferentes formas de habitar el espacio, fundadas en distintas racionalidades guiadas por concepciones, valores y cosmovisiones antagónicas acerca del vínculo con la naturaleza. Los protagonistas de ese enfrentamiento serían, por un lado, los campesinos e indígenas (definidos como el grupo poblacional más claramente no capitalista) y los agentes de lo que denominan agronegocio, por el otro. La racionalidad ambiental versus una racionalidad económica. En este sentido, difieren con el planteo de Valenzuela: los “campesinos” no llevarían adelante estrategias no razonables, sino que promueven una “alter racionalidad”, expresando una intencionalidad construida en el territorio desde la que surgiría la propia definición del uso, control y modo de habitar el mismo (GEPCyD, 2008 & 2009). Ante este panorama, según estos autores, estaríamos presenciando un proceso de recampesinización, en el que el campesino resurge como sujeto político.
Guido Galafassi discute con estas corrientes de pensamiento, tributarias, en parte, de la “teoría de la acción colectiva” y de “los nuevos movimientos sociales”, señalando que ponen el énfasis en cuestiones subjetivas analizadas desde una perspectiva subjetivista en donde los fenómenos de “exclusión” e “identidad” son las preocupaciones fundamentales, y relegan a un segundo plano el conflicto entre fuerzas antagónicas. En este sentido, critica que las lecturas actualmente dominantes del mundo rural argentino están conformadas por posiciones pos-estructuralistas basadas en el individualismo metodológico que se basan casi exclusivamente en las interpretaciones subjetivistas de la identidad (Galafassi, 2008). En cambio, propone priorizar el conflicto, la lucha entre clases y sectores de clase. No obstante, el autor también destaca como lo más representativo de la etapa actual de los procesos de movilización en las áreas rurales la existencia de un gran número de organizaciones campesinas, siendo la característica en común su condición de productores precarios con problemas de tenencia de la tierra, con una inserción intermitente en el mercado y una importante producción de autoconsumo. Para Galafassi los pequeños productores agrarios y los campesinos constituyen clases sociales propias del capitalismo, aunque éste lleve –agrega- una tendencia implícita de eliminación y reemplazo de aquéllas (Galafassi, 2008).
A diferencia de estos planteos, consideramos, a modo de hipótesis, que la categoría de campesino puede ser aplicable en el marco de relaciones no capitalistas y, por consiguiente, no es útil para entender la situación actual de la población rural de la provincia. En nuestro análisis partimos de la premisa de que en la provincia del Chaco imperan relaciones sociales plenamente capitalistas. Excluyendo la posibilidad de dependencias personales, la propiedad de la tierra que trabaja transforma al campesino en un propietario de medios de producción, es decir, alguien que se apropia de su propio trabajo y/o del trabajo ajeno. En este caso, el sujeto en cuestión es un pequeño burgués y como tal se encuentra condicionado por las mismas tendencias que afectan a la pequeña burguesía urbana: al ser la capa más débil del capital, a través del proceso de concentración y centralización, inherente al sistema capitalista, se ve empujada hacia la proletarización. De esta manera, dentro de la categoría de campesinos se ocultan diferentes sujetos: desde aquellos que se reproducen fundamentalmente de la venta de su fuerza de trabajo, es decir, como obreros rurales, y para los cuales la posesión de una parcela de tierra es sólo un complemento para su subsistencia, hasta burgueses que desarrollan el grueso de su producción con la contratación de aquéllos (Engels, 1894; Kautsky, 2002). En este sentido, consideramos que la categoría de campesino si bien puede aludir a la relación directa de estos sujetos con la tierra, no permite explicar las relaciones sociales en las que están insertos.
En el caso particular de la región del Chaco argentino, la misma se ha caracterizado, históricamente, por su incorporación relativamente tardía al proceso de producción capitalista. Recién a fines del siglo XIX y principios del XX las incursiones militares permitieron la ocupación definitiva del territorio controlado por los indígenas, la destrucción de su economía y, como resultado de ello, la creación de una masa de población disponible para el trabajo asalariado (Iñigo Carrera, 1984). Realizada esta tarea, a partir de la década de 1920 el espacio agrario chaqueño se incorpora como principal productor de algodón de la Argentina, motorizado por el programa estatal de colonización agrícola, basado en la radicación de pequeñas y medianas unidades de producción (Roze, 2004;Valenzuela, 2005). Esta particularidad de la estructura agraria provincial, con la presencia predominante de la pequeña y mediana burguesía algodonera, dio lugar al desarrollo del cooperativismo agrario. Como señala Roze (2006), este instrumento organizativo fue de vital importancia para la constitución de una burguesía agraria en la provincia. Al concentrar la oferta del textil y proveer de diferentes formas de financiamiento, las cooperativas permitieron transformar al productor mercantil en productor capitalista con posibilidades de disputar una porción del mercado con otros competidores de la rama.
Teniendo en cuenta estos elementos, planteamos –como otra hipótesis a desarrollar- que a diferencia del accionar de Las Ligas Agrarias de los años setenta, que logró aglutinar a los sectores más débiles dentro del sistema productivo algodonero bajo la dirección de la burguesía más chica (Roze, 2011), en la actualidad las nuevas organizaciones llamadas campesinas incluyen en sus filas a sujetos distintos que ya han sido plenamente expropiados de sus medios de producción. En tal sentido, creemos que el concepto marxiano de sobrepoblación relativa –que refiere a las capas de la clase obrera que el capital no puede ocupar en condiciones medias de productividad- (Marx, 2004) es el más adecuado para abordar el análisis de estos sectores de población.
Transformaciones recientes en la estructura agraria chaqueña
A lo largo del siglo XX, la economía chaqueña giró alrededor de la evolución -y las sucesivas crisis- del sistema productivo algodonero (Roze, 2004; Valenzuela, 2005), siendo la actividad principal de todos los estratos de agricultores. En las últimas décadas, sin embargo, esta estructura va a sufrir profundas transformaciones.
En un contexto de precios internacionales favorables, durante los años noventa la provincia experimenta una nueva y excepcional expansión del cultivo de algodón, a partir del incremento de la productividad y los rendimientos por hectárea. En este sentido, se observa una profundización del proceso de concentración y centralización del capital basado fundamentalmente en la introducción de sistemas mecanizados de cosecha y de nuevas variedades de mayor rendimiento. Este auge produjo “por un lado una nueva alianza integrada por productores industriales modernizados y agricultores aptos para incorporar innovaciones tecnológicas. Por el otro, generó mayores endeudamientos en los colonos chaqueños, profundizó la migración hacia las ciudades y la pérdida de la titularidad y el trabajo de la tierra” (GEPCyD: 2008; 11). Esta situación queda reflejada al comparar los datos de los censos agropecuarios de 1988 y 2002 en cuanto a la cantidad de EAPs por estrato (Tabla 1).
Tabla 1. Explotaciones agropecuarias por estrato en la provincia de Chaco, según Censos Agropecuarios 1988 y 2002.
Al mismo tiempo, el área tradicionalmente algodonera, que abarca el centro y sudoeste provincial, registra entre ambos censos una disminución de 1957 explotaciones. En relación con ello, analizando los datos según estratos, se evidencia la tendencia a la concentración de la producción. Por una parte, hay un aumento de 181 explotaciones de más de 500 hectáreas mientras que para los estratos inferiores a las 500 hectáreas la tendencia más notoria fue una disminución de 2138 explotaciones. A su vez, dentro de ese gran grupo, el número de explotaciones de menos de 100 hectáreas disminuyó en 1439 explotaciones (Valenzuela, 2005).
De esta forma, la llamada “primavera algodonera” se basó en el desarrollo de las explotaciones más grandes, que lograron reconvertirse e incorporar las innovaciones tecnológicas, permitiendo el incremento de la superficie sembrada y el consiguiente aumento del volumen de producción (Rofman 2001) (Tabla 2).
Tabla 2. Superficie sembrada con algodón (en hectáreas). Argentina y provincia de Chaco, 1990-98.
Sin embargo, hacia 1998 se desploma el precio internacional de la fibra de algodón. Esto, combinado con las graves inundaciones que sufre la provincia entre septiembre de 1997 y abril de 1998, va a frenar abruptamente la euforia algodonera, provocando una marcada disminución del área sembrada. Es así que de las 712 mil hectáreas sembradas en 1997/98 se pasa a sólo 89 mil hectáreas en 2002/03. Asimismo, la crisis se agudizó ante la acelerada expansión de la soja, que en el mismo período crece de 115 mil a 768 mil hectáreas (Tabla 3). Los menores costos y la tecnología asociada a la oleaginosa (siembra directa, semillas transgénicas y glifosato) facilitaron el avance de la frontera agrícola pampeana sobre regiones hasta entonces consideradas marginales, desplazando a los cultivos tradiciones. En el caso de la provincia del Chaco, el avance sojero se dio no sólo sobre antiguas explotaciones algodoneras, también lo hace sobre áreas boscosas desmontadas para la agricultura y con la adquisición, en muchos casos de forma fraudulenta, de tierras fiscales[2]. De esta manera, la restructuración agraria no sólo provocó la expulsión de las fracciones más débiles del sistema primario algodonero –y el consiguiente aumento de la unidad agropecuaria promedio, que pasó de 302,6 a 365,8 hectáreas- sino que también se incrementó en algo más de 300 mil hectáreas la superficie agropecuaria provincial.
Tabla 3. Superficie sembrada con algodón, soja y total de la superficie agropecuaria de la provincia de Chaco, en hectáreas. Años 1997 a 2002.
Junto con el desplazamiento de productores ocurre la expulsión de importantes contingentes de población sobrante para el capital que, debido a la reducida demanda de fuerza de trabajo que requiere la soja en comparación con el algodón, sale de su estado latente y se hace visible al instalarse en las periferias de las ciudades de la misma provincia así como también en Rosario y Buenos Aires, entre otras. De esta forma, se acelera la tendencia histórica al éxodo rural: en el período intercensal 1980-2001, la provincia pierde algo más de 71 mil habitantes rurales.
No obstante, si bien esta es la tendencia dominante, la provincia aún presenta los porcentajes más altos de habitantes con residencia rural del país, alcanzando aproximadamente el 20% en 2001. En este marco, se observa una creciente conflictividad en el campo chaqueño, protagonizada por una miríada de organizaciones que se reivindican campesinas y/o indígenas. A continuación nos ocuparemos particularmente de la Unión Campesina del Chaco que, surgida en el año 2003, tiene la peculiaridad de reivindicarse, simultáneamente, como una organización indígena y campesina.
Programa político y acciones de la Unión Campesina del Chaco, 2002 -2011. Los orígenes
El antecedente más inmediato de lo que luego sería la Unión Campesina del Chaco fue la marcha de comunidades aborígenes organizada por la Corriente Clasista y Combativa (CCC), en octubre de 2002. Bajo la consigna “Los pueblos originarios estamos en pie de lucha junto a todos los sectores populares, para recuperar lo que nos quitaron durante estos 510 años”, marcharon a pie desde distintos puntos del interior provincial hasta Resistencia. La columna más numerosa partió de Pampa del Indio, otra lo hizo desde Castelli y un tercer grupo de Las Palmas y La Leonesa. Las tres columnas, que sumaban entre 1500 y 2000 personas, confluyeron el 11 de octubre en las afueras de Resistencia y marcharon juntas hasta la plaza principal de la capital. Una vez allí, realizaron un acto y entregaron un petitorio a las autoridades (Diario Norte, 4/10/2002). El mismo giraba sobre cuatro ejes principales: tierra, subsidios para emprendimientos productivos, trabajo y planes sociales y vivienda. En primer lugar, se exigía la entrega inmediata de tierras, como reparación histórica, a las comunidades aborígenes del Chaco y el otorgamiento de títulos de tenencia sobre las tierras fiscales que ocupan. Asimismo, se solicitaba la entrega de semillas para autoconsumo y semillas y herramientas para la siembra de algodón. Por otra parte, se reclamaban puestos de trabajo “en chacras y en las fábricas” así como también la reincorporación de los planes de Jefes y Jefas de Hogar Desocupados que se habían dado de baja y la creación de un cupo nacional y provincial de estos planes para las comunidades indígenas. A su vez, demandaban pensiones y jubilaciones para los ancianos. También pedían la entrega inmediata de bolsones de alimentos, mejores condiciones para los comedores escolares y la instrumentación de comedores barriales. En relación con el problema de la vivienda, reclamaban la construcción de viviendas rurales y urbanas “respetando las costumbres de la vida aborigen”. Para el caso de las urbanas, exigían al estado provincial la cesión gratuita de terrenos para su construcción. El petitorio se completaba con reclamos referidos a la salud y la educación bilingüe (Diario Norte, 12/10/2002 y 7/11/2002). El dirigente indígena de Pampa del Indio, Mártires López, que luego se convertiría en el presidente de la UCC, declaraba a la prensa el día del acto en Resistencia:
No tenemos organizaciones que nos representen. El Instituto del Aborigen Chaqueño y el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas no nos representan. Son instrumentos políticos. Por eso nos adherimos a la CCC, que se acercó a nosotros, que nos escucha, que nos acompaña en nuestro reclamo. Todos hablan de los derechos del aborigen, pero acá no veo a ningún diputado, a ningún político, sólo los compañeros de la CCC. (Diario Norte, 11/10/2002)
Con esta movilización se abre un espacio de negociación, en sucesivas reuniones, con funcionarios de distintos ministerios del ejecutivo provincial. Sin embargo, las negociaciones resultaron infructuosas y no lograron avanzar en el cumplimiento del petitorio presentado (Diario Norte, 7/11/2002).
Las primeras respuestas a algunas de sus demandas llegarán recién al año siguiente, en 2003, de parte del gobierno nacional, con el lanzamiento del Plan Nacional de Desarrollo Local y Economía Social “Manos a la obra”, a través del Ministerio de Desarrollo Social. Este programa otorgaba asistencia técnica, capacitación y financiamiento para emprendimientos productivos, siendo la población destinataria, según se explicita en los fundamentos del mismo, los desocupados y subocupados con necesidades básicas insatisfechas. La implementación del mismo, no obstante, requería estar mediada por algún organismo gubernamental (municipios, comunas) o no gubernamental (organizaciones sociales)
… quienes actúan como Entes Ejecutores. Es decir, presentan al Ministerio las propuestas, reciben los subsidios, adquieren y entregan los insumos y herramientas, realizan el seguimiento y rinden los fondos al Ministerio (http://www.desarrollosocial.gov.ar/socioproductivos/115).
Precisamente, estas disposiciones van a servir de disparador para la creación de la Unión Campesina del Chaco como organización autónoma, y así poder acceder a los beneficios del plan.
De esta manera, el 4 de agosto de 2003, en una asamblea de más de 400 personas de distintas zonas del interior provincial y con predominancia de población Qom, se constituye formalmente la UCC. La reunión se realizó en el paraje Campo Medina –un predio de mil hectáreas que la comunidad aborigen obtuvo durante la primera presidencia de Perón-, ubicado en la localidad de Pampa del Indio, a 220 kilómetros al noroeste de Resistencia. Entre los participantes se encontraban dirigentes del Partido Comunista Revolucionario y de la Corriente Clasista y Combativa, principales organizadores del encuentro. Allí se eligió una comisión directiva de siete miembros, encabezada por Mártires López, un cuerpo de delegados por paraje y se establecieron los puntos programáticos de la organización, a saber: 1) Por la recuperación de las tierras de los aborígenes como reparación histórica. 2) Por una profunda e integral Reforma Agraria para que la tierra sea del que la trabaja y quiera trabajarla, ampliando los campos chicos y consiguiendo tierra para los jóvenes y los sin tierra. 3) Para que florezcan miles de chacras y se termine con los latifundios de los terratenientes. 4) Para que el aumento del trabajo en el campo haga necesarias más fábricas de herramientas agrícolas, desmotadoras e hilanderías y tejedurías, crezca el comercio, la construcción y el trabajo para obreros, maestros y profesionales en los pueblos y ciudades de las zonas rurales. 5) Para recuperar y ampliar la histórica producción algodonera chaqueña con el aporte de miles de campesinos que hoy están parados y en la miseria. 6) Para lograr los medios para producir como las semillas, semilleros, herramientas, equipo y animales y la comercialización de los productos con precios compensatorios. 7) Por el derecho a la salud, la vivienda, la educación popular y bilingüe intercultural y el desarrollo y la defensa de nuestra cultura. 8) Por el derecho de los campesinos a organizarnos con autonomía en relación con el estado. 9) Por la igualdad de derechos de la mujer. 10) Por oportunidad y apoyo para los jóvenes. 11) Por jubilación para los campesinos pobres y justicia y protección para nuestros ancianos. 12) Por la unidad y solidaridad con las organizaciones campesinas hermanas el Chaco, nacionales e internacionales. 13) Por la unidad de la lucha campesina, obrera, estudiantil y popular para lograr una Argentina independiente de toda potencia extranjera, libre de todo vendepatria y de todo terrateniente que siempre se enriquecieron a costillas de nuestro pueblo. 14) Para lograr un gobierno de unidad patriótica y popular con democracia grande para que el pueblo pueda resolver sus necesidades fundamentales. 15) La organización resolverá democráticamente todas las decisiones con la participación de sus asociados y en particular qué producir, cómo producir y cómo distribuir lo que se produce, en las distintas formas que esto se resuelva, individual o comunitariamente (http://www.argentina.indymedia.org/news/2003/08/128169.php).
Más allá de la necesidad de contar con una personería jurídica para acceder a los beneficios del plan “Manos a la obra”, factor que impulsó la creación de la UCC, del repaso de sus lineamientos programáticos se desprende la intención de transformarse en una organización de masas, en la herramienta política del “campesinado pobre”. En ese sentido, se observa la influencia del PCR y su caracterización del desarrollo del capitalismo argentino, en donde las relaciones capitalistas no estarían plenamente desarrolladas, particularmente en el campo, dando lugar a la pervivencia de relaciones de producción semifeudales. A partir de esta visión, la estructura de clases en el campo tendría como sujetos predominantes a productores directos –los campesinos- y terratenientes semifeudales, enfrentados por el uso de la tierra[3].
Dos meses después de haberse constituido, el 20 de octubre de 2003, la UCC recibe a Alicia Kirchner, titular del Ministerio de Desarrollo y Acción Social de la Nación, en el paraje de Campo Medina. En ese encuentro, la ministra hace entrega de 80 toneladas de semillas de algodón, herramientas y 15 mil litros de combustible para maquinaria agrícola. Los beneficiarios fueron alrededor de 850 familias, en su mayoría pertenecientes a las colonias tobas de Juan José Castelli, General San Martín, Acallé, Colonia Aborigen, Las Palmas, La Leonesa y Resistencia. Se resaltaba que con el financiamiento estatal de este emprendimiento se iba a volver a sembrar algodón en la zona de Pampa del Indio por primera vez en doce años. Por su parte, Mártires López, flamante presidente de la organización, declaraba en el acto: “Este grupo nació por el hambre, y hoy tenemos la esperanza de cambiar la historia de nuestros pueblos por medio del trabajo con dignidad, que nos permitirá avanzar en un futuro mejor” (Diario La Nación, 21/10/2003). La foto de Mártires junto a la ministra, que registraba la entrega de semillas, estuvo en la primera página del portal del Ministerio durante varios días.
El 27 de febrero de 2004, sobre el final del período de cosecha del algodón, Alicia Kirchner vuelve a Pampa del Indio. El diario La Nación recoge la noticia, destacando que a pesar de la sequía registrada, que echó a perder el 50 por ciento del territorio comprendido en el proyecto, “los productores acaban de lograr una de las mejores cosechas de algodón del país, valuada en 1.500.000 pesos”. Al mismo tiempo, Luis Skupieñ, ingeniero agrónomo del INTA que asesoró a los beneficiarios, señalaba: “Con una sola campaña algodonera de cinco meses esta gente duplicó su ingreso anual, y eso que fue una mala campaña, culpa del mal tiempo”. El mismo artículo, no obstante, describe el caso de una de las familias involucradas, que permite vislumbrar el carácter limitado del proyecto productivo para garantizar la reproducción material de esta población: compuesta por siete integrantes, la cosecha de sus dos hectáreas sembradas con algodón le reportó a esta familia un ingreso de 800 pesos, que deberían hacer estirar hasta la próxima temporada (Diario La Nación 1/3/2004).
Acciones directas
A partir del relevamiento realizado, registramos la primera acción directa de envergadura llevada adelante por la UCC a mediados de 2005. El 8 de junio de ese año participaron de una protesta multisectorial frente a la casa de gobierno provincial, junto a gremios docentes, estatales, judiciales –todos de paro por tiempo indeterminado-, el Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados (MIJD), Polo Obrero, Barrios de Pie, ex combatientes de Malvinas y organizaciones de pequeños y medianos productores. Entre estas últimas se encontraban la Asociación de Productores Chaqueños (APROCHA) y Mujeres Agropecuarias en Lucha del Chaco, entre otras. Exigían la renuncia del gobernador aliancista Roy Nikisch. Terminada la jornada, la UCC decide acampar en la plaza principal de Resistencia para reclamar un subsidio algodonero y precio sostén para la próxima campaña. Luego de 28 días de acampe, el 5 de julio acordaron con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación la entrega de $1000 y 600 kg. de mercaderías por familia en tres cuotas mensuales alternadas (un mes dinero y otro mes mercaderías). No obstante, mantuvieron el acampe unos días más a fin de completar el plan de lucha fijado por la Multisectorial, que cerró con un acto conjunto en conmemoración del 9 de julio. Previamente, el 6 de julio, a instancias de la UCC se realiza una reunión con otras organizaciones que se reivindican campesinas y un sector de Federación Agraria Argentina (FAA) nucleado en Chacareros Federados para discutir la necesidad de luchar por un precio mínimo sostén y compensatorio para el algodón. Las mismas emiten un comunicado anunciando la constitución del Foro “Grito Algodonero” y resuelven: 1. Invitamos a seguir luchando para que lo conseguido tras 34 días de acampe de la Unión Campesina del Chaco sea extensivo a todos los pequeños y medianos productores algodoneros de todas las provincias. 2. Solidaridad e inmediata absolución a Mártires López, Liliana Delgado y Esteban Medina, dirigentes de la Unión Campesina del Chaco. 3. Suspensión inmediata de la importación de fibra de algodón. 4. Elaborar un Proyecto de Ley para la creación de un Fondo Algodonero Nacional que permita un precio mínimo sostén compensatorio para el algodón producido por los pequeños y medianos productores del país. 5. Invitar a participar e integrar a todas las organizaciones campesinas algodoneras al lanzamiento del Foro Unitario Grito Algodonero que se realizaría el 17 de agosto próximo en la ciudad de Resistencia[4].
En 2006 sale a la luz pública las ventas fraudulentas de tierras fiscales en la provincia. El entonces titular del Instituto de Colonización del Chaco, Roberto J. Cogno, firmó dos resoluciones adjudicando en venta 10 mil hectáreas a dos empresarios chaqueños, los hermanos Gualtieri, a razón de $45 la hectárea. A este caso se van a ir sumando otros denunciados por el Foro Multisectorial por la Tierra del Chaco –un espacio de articulación de decenas de organizaciones que se constituye para denunciar las ventas fraudulentas de tierras[5]. El más resonante fue la venta por parte del estado provincial de 2500 hectáreas en la zona del Impenetrable a sólo $1,14 la hectárea. Estas ventas incluían áreas pertenecientes a las comunidades aborígenes, lo que va a propiciar la protesta conjunta de tobas, wichís y mocovíes. Luego de sucesivas marchas, el 6 de junio de 2006 distintas organizaciones acampan en la plaza 25 de mayo de Resistencia, frente a la casa de gobierno, entre ellas la UCC. Las comunidades indígenas redactaron un documento con nueve reclamos, entre los que se destacan: renuncia del intendente de Villa Río Bermejito, Lorenzo Heffner, a quien acusan de racista; mayor presupuesto para el Idach; educación bilingüe e intercultural; vivienda; salud, y el punto central, la propiedad de la tierra (Diario Página/12, 19/6/2006). El 24 de junio la UCC decide levantar el acampe, mientras otras organizaciones mantienen un campamento de casi medio centenar de carpas en la plaza central de Resistencia, hasta tanto el gobierno provincial responda a sus reclamos. En un comunicado repartido a la prensa, la UCC resaltaba que
… la firmeza en la lucha (logró que el Gobierno) anulara la adjudicación de 10.000 hectáreas a los hermanos Gualtieri”. “Nos retiramos de la plaza para regresar a nuestras zonas de origen y convocar a todas las organizaciones y hermanos de cada lugar, recoger denuncias, reclamos y solicitudes de tierras, para volver y presentarlas en la reunión acordada para el 6 de julio (con el gobierno chaqueño). (Disponible en http://www.diariolarepublica.com.ar/notix/noticia.php?i=103165&f=2006-06-24)
Las ventas fraudulentas de tierras fiscales implica, en muchos casos, el desalojo de pobladores asentados en esos terrenos. En la mayoría de ellos ha estado involucrado el Instituto Colonizador, que, en connivencia con el aparato judicial y las fuerzas policiales, los intiman a abandonar sus tierras. Ante estas situaciones, la UCC comienza a actuar junto a otras organizaciones para intentar frenar estos hechos. En mayo de 2007, por ejemplo, el intento de desalojo de una familia que ocupaba 90 hectáreas desde hacía 40 años en la localidad de Pampa del Indio, fue resistido por el accionar mancomunado de la UCC, la Comisión Zonal de Tierras y la Unión de Pequeños Productores del Chaco (Unpreproch). La medida de fuerza, que se convertirá en un método recurrente ante casos similares, consistió en acampar en el predio en cuestión. En este caso particular, finalmente lograron frenar el desalojo (Diario Norte, 29/4/2007 y 17/5/2007).
La UCC ante el conflicto agrario de 2008
Nos detendremos ahora en las acciones y el posicionamiento de la UCC frente a lo que se llamó “el conflicto del campo”, que enfrentó a las distintas capas del capital agrario con el gobierno nacional en torno a la magnitud del impuesto sobre la renta de la tierra.
Poco antes de que estalle el conflicto, la UCC realizó una asamblea general en Campo Medina (Pampa del Indio) para renovar su Comisión Directiva, en la que participaron 170 miembros. Allí, el presidente saliente, Mártires López, haciendo un balance de las acciones emprendidas, resaltó la importancia
… de la unidad lograda por las organizaciones del NEA y norte de Santa Fe y Entre Ríos de campesinos pobres y la confluencia con los medios de la Federación Agraria en el Foro "Grito Algodonero", inicio de la lucha por imponer el precio sostén que se logró parcialmente. (Extraído del semanario Hoy, órgano oficial del PCR, partido del cual son miembros varios integrantes de la Comisión Directiva de la UCC. (http://www.pcr.org.ar/nota/campo/nueva-conducci%C3%B3n-de-la-uni%C3%B3n-campesina)
Teniendo en cuenta los lineamientos programáticos que señalamos más arriba, el accionar conjunto con la Federación Agraria Argentina (FAA) no resulta extraño y, a su vez, anticipa la caracterización que hará la UCC del conflicto agrario. También hay que tener en cuenta la inserción del PCR en ambas organizaciones –en FAA a través de Chacareros Federados- y su visión respecto de la estructura agraria argentina que, repetimos, al no estar plenamente desarrolladas las relaciones capitalistas, plantea la existencia de campesinos enfrentados, de conjunto, con los terratenientes[6].
Desde el inicio del enfrentamiento, el 11 de marzo de 2008, se suceden los cortes de ruta en la provincia, sobre todo en los alrededores de Sáenz Peña, zona de productores históricamente ligados a la producción algodonera. Las organizaciones convocantes son la Asociación de Productores Chaqueños (APROCHA), FAA y los “Autoconvocados”. Para fines de ese mes se contabilizaban nueve cortes. El 29 de marzo realizan una asamblea en la que se decide marchar a Resistencia. Allí los esperaban delegaciones de Sociedad Rural, la CCC, la UCC (con banderas que decían "Reforma agraria, subsidio y precio sostén para algodoneros"; "¡Tierra! para los pueblos originarios”), la Comisión Zonal de Tierras de Pampa del Indio, diputados y dirigentes de la Unión Cívica Radical, para realizar un acto. Sin embargo, a pocos kilómetros de la ciudad capital chocan con un grupo, aparentemente perteneciente al sindicato de camioneros, que los amenazan con armas de fuego. Finalmente, deciden regresar y mantener los cortes de ruta. Ante esta situación, Sociedad Rural se desconcentra y el acto se realiza encabezado por la delegación de la UCC. Desde el escenario, Mártires López dice:
Venimos a unir nuestra lucha con los hermanos campesinos medios que fueron empujados a la soja y hoy están mal. ¡Nos dicen oligarcas a nosotros! Nosotros estamos contra los terratenientes que como los Eurnekian hoy tienen las tierras que eran de nuestros ancestros, y luchamos por recuperarlas. (Semanario Hoy nº 1211, 9/4/2008)
El referente de la UCC cerró su intervención planteando, por un lado, la necesidad de retenciones diferenciales y coparticipables, precio sostén para pequeños y medianos productores, pero también reclamando un salario acorde a la canasta básica para el trabajador rural y “aumento para los planes de desocupados hasta que haya trabajo genuino y tierra” (Semanario Hoy, 9/4/2008). Es decir, a los reclamos relacionados con la apropiación de la renta agraria que levantaban las distintas corporaciones de la burguesía agraria, y que no incumben a la base social de la UCC, se agregan reclamos obreros.
Luego de participar en ese acto, el 2 de abril la UCC inició un corte de ruta con alrededor de 300 personas, a la altura de Pampa del Indio. Con el correr de los días se irán sumando más de 1.000 personas con delegaciones solidarias de Castelli y San Martín. Exigían que el gobernador se haga presente en el corte. Reclamaban, fundamentalmente, la entrega de bolsones de alimentos y subsidios para la siembra de algodón. También denunciaban la usurpación de tierras y se solidarizaban con la lucha de los “campesinos medios”. Luego de 10 días de protesta, levantaron el corte cuando el gobernador Capitanich firmó un compromiso de alimentos para más de 600 familias hasta el mes de octubre de ese año, para luego poder depender de su producción de autoconsumo subsidiada por el gobierno. A su vez, se acordó hacer un relevamiento en la zona para determinar los beneficiarios de un subsidio algodonero de emergencia, ante el fracaso de las semillas entregadas por el gobierno anterior, que no germinaron, herramientas y maquinarias, gasoil y semilla para la próxima siembra, entre otras cosas (Semanario Hoy, 9/4/2008 y 14/4/2008).
Sin embargo, ante el incumplimiento de este compromiso por parte de las autoridades provinciales, la UCC reactiva la protesta. El 11 de junio de 2008 difunden un documento titulado “Queremos quedarnos y vivir de nuestro trabajo. Defendemos el algodón y necesitamos la tierra”, en el que convocan a marchar a pie desde Pampa del Indio hasta Resistencia. Hablando en nombre de los “campesinos pobres del Chaco”, señalan que son más de 7 mil en la provincia, que trabajan la tierra sólo con sus familias “y a veces en campo ajeno”. Denuncian que
… quieren que nos vayamos del campo para que crezcan las tierras de los grandes terratenientes vecinos (…) Hoy pretenden un exterminio silencioso que avanza desde el norte de El Impenetrable, de muertes por tuberculosis, desnutrición y mal de Chagas y una política que como se ve, pretende que abandonemos el campo. (Documento de la UCC, disponible en http://www.pcr.org.ar/nota/se-eligi%C3%B3-la-nueva-conducci%C3%B3n-de-la-uni%C3%B3n-campesina).
El documento llama a la unidad en la lucha de los “campesinos pobres y medios de todo el país” y termina con un listado de demandas específicas que incluye: subsidios a productores por la mala cosecha de algodón, gasoil, herramientas y maquinarias para laboreo, precio sostén para la producción algodonera, recuperación de las tierras fiscales malvendidas, “tierra en cantidad suficiente, fiscal y / o privada de los más grandes terratenientes de la provincia en cumplimiento del Capítulo IV de la Ley N° 23.302 para los pueblos originarios e igual trato para los campesinos pobres y medios”. Pero también reclaman un subsidio contra la pobreza para los que están asentados en los pueblos “por éxodo del campo”, viviendas para ex combatientes y veteranos de Malvinas, aumento para los comedores escolares “a los que hoy dan 50 centavos por comida” y ayuda para la construcción de iglesias que remplacen a las precarias. Por último, piden retenciones diferenciales “para que paguen más los más grandes y menos los más chicos y que se coparticipen distribuyendo la plata a las provincias y municipios para las necesidades populares y para el precio sostén para el algodón.”
El jueves 12 de junio concentraron alrededor de 1.500 personas en la ruta 3 a la altura de Pampa del Indio, con la intención de comenzar la marcha hacia Resistencia al día siguiente. La medida, organizada por la Unión Campesina, contaba con la participación de las organizaciones Cacique Taigoyé, Comisión Zonal de Tierras de Pampa del Indio y la Corriente Clasista y Combativa Aborigen de la ciudad de San Martín. Ese mismo día, no obstante, se hace presente en el corte el secretario del gobernador y otros funcionarios con la intención de anticipar respuestas a los reclamos. Prometían cumplir con la totalidad de la mercadería faltante en la negociación de abril, luego de diez días de corte de ruta. Además, traían herramientas de labranza y 4 toneladas de semillas de algodón que servirían para sembrar 1.700 hectáreas y se comprometieron a arreglar dos tractores. También, iniciarían la construcción de una represa experimental con uso de mano de obra intensiva. Estas represas son de gran necesidad por las sequías y falta de agua en la zona. Quedaba en discusión un subsidio algodonero para los productores de menos de 10 hectáreas. Ante estas propuestas, en asamblea se decidió suspender la marcha a Resistencia e instalar a orillas de la ruta un campamento con delegados de todos los parajes hasta que se les entregue lo acordado (Hoy, 13/6/2008). Finalmente, levantaron la medida el 23 de junio una vez que el gobierno provincial oficializó el pliego de condiciones presentado en una reunión del 19 de junio entre una delegación de la UCC y ministros de diferentes áreas. Los puntos principales a cumplimentar por el gobierno fueron: la compra de 40 toneladas de semilla de algodón para la siembra de más de 1.700 hectáreas y el gasoil correspondiente para la próxima campaña, el inicio de la siembra para el autoconsumo, la construcción inicial de una represa experimental para riego, la contratación de 50 trabajadores para dichas tareas, la provisión de tres equipos de herramientas, reparación de 2 tractores de las organizaciones, la provisión de mercadería según la composición familiar con 11 productos hasta el mes de octubre inclusive si se cumple el plan de autoconsumo, la provisión de 300 vacas lecheras, Plan Jóvenes para la reactivación de ladrillerías y la posterior construcción de viviendas, reparación de molinos, cargos para maestros bilingües y promotores y agentes de salud, continuación de la electrificación rural iniciada, el compromiso de la entrega antes de fin de año de los títulos reclamados hace más de 15 años, compromiso de apoyo al proyecto de ley de Subsidio Algodonero de Indigencia presentado por las organizaciones a los cuatro bloques de la Cámara de Diputados provincial (Hoy, 24/6/2008).
Federación Nacional Campesina de la Argentina
Los días 16 y 17 de mayo de 2009 se lleva a cabo en la ciudad de Resistencia el 2° Encuentro Nacional de Campesinos Pobres. La UCC oficia como organización anfitriona y del mismo participan “campesinos pobres, pequeños productores, semiproletarios, originarios, criollos, gringos e inmigrantes de países hermanos, pertenecientes a nueve organizaciones campesinas y otros sin organización, de catorce provincias” (Semanario Hoy, 20/5/2009). El semanario Hoy detalla la presencia de los siguientes representantes: Carlos “Vasco” Paillole de Chacareros Federados y director del Distrito 6 de Federación Agraria; Ana María Riveiro, del Movimiento de Mujeres en Lucha; Sergio Kipler, de la Asociación de Pequeños Productores del centro y norte de Entre Ríos; Néstor Villacorta por la Asociación de Medieros y Afines (Asoma) de La Plata; Marcial Gómez de la Comisión Directiva de la Federación Nacional Campesina de la República del Paraguay; Ovidio Troncoso de Calchaquí, en representación de su pueblo, de San Javier, Rosario y el sur de Santa Fe. También participaron Raúl Vallejos, del Foro por la Tierra, Luis Gómez y Ramona Pinay, de la CCC del Chaco y Juan Acosta, de Federación SiteCh, sindicato de docentes.
En un Encuentro anterior, realizado en La Plata seis meses antes, había quedado el compromiso de crear una federación que contenga a las distintas organizaciones participantes. Es así que en este segundo Encuentro se funda la Federación Nacional Campesina. Luego, en su primer Congreso, emite una declaración de principios, que reproducimos a continuación:
La Federación Nacional Campesina de la República Argentina (FNCRA) es una organización gremial y política nacida para organizar nacionalmente a los campesinos pobres, pequeños productores y sin tierra de nuestra Patria. Lo hacemos con independencia del Estado, los partidos políticos, las organizaciones no gubernamentales y los otros sectores del campo. Nos proponemos unirnos y confluir en la lucha con los obreros rurales y los productores medios. La unidad de todos nosotros nos permitirá obtener la tierra que necesitamos, mejorar nuestra producción, elevar nuestras condiciones de vida y contribuir a la verdadera independencia nacional. Somos solidarios con las luchas obreras, campesinas y populares de todo el país. Debemos seguir transitando y profundizando el camino de lucha junto a la clase obrera industrial y rural, unirnos férreamente con ellos para unir al conjunto del pueblo, porque solo con este camino, como se demostró en la marcha y acampe del Chaco y en las puebladas, permitieron conquistas del campo popular.
Nuestro objetivo más importante es luchar para concretar la Reforma Agraria en la Argentina. Esto significa que nos proponemos recuperar la tierra y el territorio que hoy tienen los grandes terratenientes. Durante muchos siglos los terratenientes usurparon la tierra de nuestros pueblos originarios y privaron a los campesinos criollos e inmigrantes del derecho a la propiedad de la tierra acorde a las necesidades de sus familias.
Con la Reforma Agraria recuperaremos la identidad de los pueblos originarios y junto a ello florecerán centenares de miles de nuevas chacras y crecerá en el campo la riqueza para la mayoría de los argentinos. Junto a ello se desarrollará la industria nacional y lograremos desplegar toda la potencialidad económica que tiene la Argentina para ser un gran país. Así lograremos ser independientes de toda dominación extranjera. (Hoy 31/3/2010)
Meses más tarde, a fines de julio de 2009, la UCC junto a otras organizaciones que conforman una Mesa Coordinadora (Comisión Zonal de Tierras, la Asociación Cacique Taigoyi, y la Corriente Clasista y Combativa del Chaco), convocan a una marcha a Resistencia. En la conferencia de prensa para anunciar esta medida hacen un llamamiento a
la más amplia unidad y confluencia multisectorial de los chaqueños para realizar una gran marcha contra el hambre, por el trabajo, la producción y el federalismo, con un programa que una a la inmensa mayoría de los sectores de la producción del campo y la ciudad, de organizaciones sindicales y de desocupados, de comerciantes y pequeños y medianos empresarios e industriales, de los estudiantes y la juventud y de los municipios que no llegan a fin de mes. Para enfrentar el ajuste e impedir que se pague la deuda externa con el hambre y el sacrificio de nuestro pueblo. (Hoy 9/7/2009).
De manera similar a la marcha de 2002, la protesta comenzó con actos multisectoriales en tres puntos de la provincia: de Pampa del Indio, para recorrer a pie 200 kilómetros en 5 días; de Castelli para caminar desde Sáenz Peña en 4 días; y de Las Palmas y La Leonesa en 2 días. Una vez arribados a Resistencia, marcharon hasta la plaza 25 de mayo, frente a la casa de gobierno, en confluencia con la Federación Universitaria del Nordeste, la Federación Agraria Argentina regional Chaco, una delegación de la CCC de Buenos Aires (La Matanza y Soldati) y de Misiones encabezada por su coordinador nacional, Amancay Ardura, la Unión Campesina de Corrientes, Gladys Roldán, presidenta de Amas de Casa del País, el diputado nacional "Toti" Flores, Margarita Penailillo de pueblos originarios y movimientos de desocupados de Resistencia (Cuba- MTR, MTD 17 de Julio Disidente, Polo Obrero Barranqueras). Según los organizadores, se movilizaron aproximadamente 1700 personas (Hoy, 5/8/2009). Allí, el acampe se va a sostener por más de 30 días, hasta el 8 de septiembre, cuando firman un convenio con el gobierno provincial, que contemplaba algunas de sus reivindicaciones. El acuerdo abarcaba cuestiones relacionadas con la producción, la construcción de viviendas, la renovación de 600 puestos de trabajo de la construcción y 350 planes de empleo comunitario (PEC). También se acordó la entrega de 2.700 bolsones de comida. En cuanto al problema de la falta de agua potable, el gobierno garantizaría algunas perforaciones y tanques de agua en las ciudades donde la situación es más grave. La propuesta para encarar la producción de algodón contemplaba la entrega de semillas, gasoil y un tractor para el cultivo de 2.500 hectáreas a cargo de alrededor de 1.300 familias. Las tareas de siembra se resolverían con herramientas de las organizaciones y otras tareas, como la arada, con equipos entregados por el gobierno. Al finalizar el acampe, Mártires López declaraba:
Estamos contentos, pero también dijimos que si el gobierno no cumple vamos a volver (...) Este es nuestro compromiso como campesinos, porque estamos cansados que no nos reconozcan nuestros derechos como productores. Queremos herramientas de trabajo y semilla para poder sembrar nuestros pedacitos de tierra, y también tierra, porque hay muchas familias que no tienen tierra. (…) Con respecto al tema de tierra, no hemos podido ni siquiera conversar con la persona que está encargado, el señor Gabriel Mendoza. Pero nosotros desde acá estamos pensando que vamos a llegar a reunirnos un día con esta persona para que el gobierno empiece a tocar el tema tierra, porque hay muchas familias, especialmente jóvenes, que no tienen siquiera donde vivir. (Hoy 16/9/2009).
Ya en mayo de 2011, encontramos a la UCC nuevamente en acción como integrante de la Federación Nacional Campesina (FNC), junto a la Comisión Zonal de Tierras de Pampa del Indio, la Asociación Cacique Taigoyic y la Corriente Clasista y Combativa Chaco (CCC). Con el nombre de “la Marcha del Impenetrable” y bajo la consigna “Contra el Hambre, por Dignidad, Tierra, Techo, Trabajo, Producción, Salud, Educación y Justicia”, organizaciones de pueblos originarios (qom y wichís), campesinas y sociales marcharon desde Villa Río Bermejito hasta Castelli, para acampar hasta que sus reclamos sean atendidos. Exigían, como en los casos anteriores, desde subsidios para la producción, semillas, herramientas y gasoil, hasta bolsones de alimentos, jubilaciones y pensiones, vivienda, salud, etc. Además, denunciaban la intención del gobierno provincial de entregar en alquiler 220 mil hectáreas del Impenetrable a inversionistas árabes para la producción de soja (Hoy, 19/5/2011). Con el correr de los días, el número de acampantes se elevó hasta alcanzar las 2.000 personas, aproximadamente (Hoy, 1/6/2011).
Después de 20 días de protesta se firma un acuerdo con el gobierno por máquinas, herramientas, gasoil y semilla para sembrar 3.350 has. (Hoy, 16/11/2011). Finalizada la protesta, el principal dirigente de la UCC, Mártires López, muere en un sospechoso accidente de tránsito. La organización denuncia que se trata de un crimen político y desde entonces realiza acciones exigiendo que se reabra la causa y se investigue el hecho.
Tomas de tierra
Para finalizar con la reconstrucción de las manifestaciones de la UCC, reseñaremos una de las últimas acciones de esta organización que hemos registrado hasta el momento y que significó una innovación en los métodos de protesta empleados por ella.
Luego de la “Marcha del Impenetrable”, en noviembre de 2011, alrededor de 40 familias encabezadas por la UCC y otras organizaciones que conforman la Federación Nacional Campesina del Chaco, ocuparon un predio de 1000 hectáreas en el paraje Cancha Larga, cerca de Pampa del Indio. Se trataba de un terreno “sin alambrados, abandonado, totalmente ocioso, mayoritariamente monte y por más de 30 años sin que se conociera a quien pertenecía”, según la descripción que hace la UCC en un comunicado (Diario Norte, 16/12/2011). Amparándose en la Constitución Nacional que reconoce la preexistencia de los pueblos originarios y en la Constitución de la provincia del Chaco que establece que las tierras fiscales deben ser adjudicadas prioritariamente a los aborígenes y pequeños productores y prohíbe a sociedades anónimas, rechazan que se los acuse de usurpadores.
En relación con esto y con nuestro propósito de avanzar en la determinación de la condición social de los miembros de esta organización, resulta pertinente el siguiente fragmento de ese documento:
Algunos, hace más de 18 años que vienen gestionando y esperando un pedazo de tierra fiscal, sin lograrlo. Ninguno de los dirigentes de nuestra organización y de las organizaciones hermanas de la zona, como la Comisión Zonal de Tierras de Pampa del Indio y la Asociación Cacique Taigoye, poseen tierras. (Hoy 15/12/2011)
Es decir, una organización que se define campesina cuenta entre sus miembros activos, incluso sus dirigentes principales, con personas que ni siquiera tienen tierras para tareas de autoconsumo. En efecto, en ese mismo documento, se quejan porque el acuerdo con el gobierno provincial tras el acampe en Castelli, que implicó la entrega de semillas y demás implementos para sembrar, no puede concretarse en su totalidad debido al hecho de que, según reconoce la UCC, “muchos no tenemos dónde hacerlo”.
Una vez ocupado el predio, intervino el Instituto de Colonización. Se constata que eran tierras privadas pertenecientes a ocho hermanos. Los ocupantes plantearon que desalojarían el terreno siempre y cuando se les entregue tierras fiscales en otro lugar. Dos integrantes de la UCC, Luis y Ramón Torales, fueron detenidos y trasladados a la localidad de San Martín. Pasan 45 días y no se llega a ninguna solución. Por su parte, la usurpación provocó la movilización de los pequeños productores de la zona, expresando su repudio a la actitud de la Unión Campesina y deslegitimando las actitudes de una “supuesta lucha por los derechos a la tierra de los pueblos aborígenes y pequeños productores a través de la usurpación de campos privados pertenecientes a otras familias de pequeños productores” (Diario Norte, 2/12/2011). En este sentido, diversas organizaciones (hasta el momento hemos podido identificar la participación de “Mujeres de la Producción”), organizaron un encuentro con funcionarios del Instituto de Colonización y diputados radicales para rechazar el proyecto de ley presentado por Fabricio Bolatti, diputado del Frente Grande, que proponía expropiar el terreno de mil hectáreas ocupado por la UCC (http://www.chacodiapordia.com/noticia.php?n=60813).
Finalmente, después de cuatro meses de ocupación, la Federación Nacional Campesina del Chaco logró que se le entreguen 415 hectáreas (http://argentina.indymedia.org/news/2012/06/815370.php).
Conclusiones
A lo largo de este trabajo hemos intentado reconstruir las acciones de protesta de la Unión Campesina del Chaco, organización que se reivindica, simultáneamente, campesina e indígena. Desde sus orígenes, en 2003, protagoniza manifestaciones de envergadura que incluyen cortes de ruta, acampes frente a la casa de gobierno de la provincia que llegan a extenderse por más de 30 días y, más recientemente, ocupaciones de tierras privadas. Sus reclamos incluyen tanto la demanda de tierras y subsidios para encarar la producción de algodón, como bolsones de alimentos, planes sociales para desocupados, jubilaciones y pensiones, viviendas y agua potable, entre otros. Como vimos, varios de los miembros de la organización no poseen tierras, y quienes sí poseen no pueden garantizar, de todos modos, su subsistencia con la puesta en producción de las mismas. Al respecto, son elocuentes los niveles actuales de desnutrición y mortalidad infantil que padece esta población, particularmente las comunidades aborígenes. Tal es así, que en 2007, luego de una sucesión de muertes por hambre, el gobierno provincial se vio obligado a firmar un decreto que declaraba en estado de emergencia sanitaria, alimentaria, educacional y habitacional, a los pueblos indígenas de la provincia del Chaco[7].
Tanto por el carácter de los reclamos (nos referimos a la exigencia de planes sociales, alimentos, puestos de trabajo), los métodos de protesta utilizados (cortes de ruta, acampes, largas marchas desde distintos puntos del interior provincial hacia Resistencia), y algunas de las organizaciones afines con las cuales llevan adelantes las manifestaciones (empleados estatales, docentes, organizaciones de desocupados con residencia urbana), la UCC , en principio, parecería presentar las características propias del movimiento piquetero[8]. Para el caso particular de las organizaciones piqueteras que se desenvuelven en Chaco, los trabajos de Román (2008, 2010) señalan como factores determinantes de su surgimiento la conjunción de los altos niveles de desocupación y la inundación que afectó a la provincia en 1998. Al mismo tiempo, este autor describe el devenir de la organización piquetera, con su pasaje de la acción directa al desarrollo de emprendimientos productivos luego de 2002. Todos estos elementos nos habilitan a indagar con más detalle en futuros trabajos acerca de las vinculaciones de las organizaciones llamadas campesinas con el movimiento piquetero provincial, las acciones y reclamos conjuntos, así como sus divergencias. Sobre todo si se tiene en cuenta el fuerte proceso migratorio intraprovincial desde los espacios rurales hacia las ciudades que experimenta la provincia en los últimos años. Al mismo tiempo, otra cuestión que no ha sido abordada, pero que puede desprenderse del recorrido realizado en este trabajo y, a la vez, resultar fructífera para entender este proceso, refiere a las posibles rupturas y continuidades respecto a la experiencia liguista en los años setenta. Respecto a este último punto, consideramos que mientras las Ligas, en el caso de la provincia de Chaco, habían logrado aglutinar bajo la dirección del movimiento cooperativista representado por la Unión de Cooperativas Agrícolas Algodoneras Ltda. (UCAL), al estrato más chico de la burguesía algodonera, la pequeña burguesía y semiproletarios para enfrentar la descapitalización (Rozé, 2011), en el contexto actual, no se reproducen las ligas agrarias como tales, sino que aparecen diversas organizaciones con distintos perfiles e intereses. Por un lado, la fracción más chica de la burguesía agraria se incorpora como socio menor del proceso de sojización, cediendo sus tierras en alquiler. Por otro, la pequeña burguesía algodonera no puede garantizar la reproducción simple de sus explotaciones. Por último, las organizaciones llamadas campesinas que actualmente intervienen en la provincia se constituirían con una masa de población que ya ha sido expropiada y, por lo tanto, constituyen una capa más de la clase obrera.
No obstante, la UCC, debido a su inserción como frente campesino del Partido Comunista Revolucionario, desarrolla un programa político que tiene como premisa la pervivencia de relaciones de producción semifeudales en Argentina. Esto explica, en parte, su reivindicación como campesinos, y el establecimiento de alianzas con las fracciones más débiles de la burguesía agraria a través de la consigna de la reforma agraria.
En relación con esto, y retomando lo planteado más arriba acerca de las dificultades que presenta la categoría de campesino para aludir a las relaciones sociales en las que se insertan estos sujetos, consideramos que la misma no es útil para entender la situación actual de la población rural de la provincia. Aún cuando estos sujetos mantengan sus pequeñas parcelas, las mismas se constituyen en el espacio físico de su reproducción –precaria, por cierto- en tanto fuerza de trabajo y no como soporte de una economía autosuficiente. Por el contrario, postulamos que estamos en presencia de una fracción de la clase obrera chaqueña bajo la forma de sobrepoblación relativa, es decir, sectores de población que el capital no puede emplear en condiciones medias de productividad. Específicamente, se trata de una sobrepoblación relativa latente, propia de los espacios rurales de baja productividad.
Este ocultamiento de la clase obrera rural bajo la categoría de campesino se puede explicar en gran medida, como señala Sartelli (2009), por el hecho de que el proletariado rural asume distintas formas según sea la modalidad peculiar que adopte la acumulación originaria en cada espacio. El autor distingue tres formas básicas de existencia de este sujeto: el obrero permanente con o sin residencia en la unidad productiva; el proletariado con tierra y la infantería ligera del capital. La primera forma no presenta complicaciones y es la única que suele computarse estadísticamente como personificación de la totalidad del proletariado rural. La figura del obrero rural con tierras, en cambio, es la
… que constituye el mayor obstáculo para percibir al proletariado rural: en tanto su reproducción depende fundamentalmente de la venta de fuerza de trabajo, es ya un obrero hecho y derecho pero, en tanto que su parcela le provee de un suplemento de ingresos, en particular alimentos, pareciera mantener una “identidad” campesina. (Sartelli, 2009: 68).
En base a las transformaciones agrarias que experimenta la provincia, en particular de su sistema agroindustrial algodonero que llego a constituirse en el eje central sobre el que giró la economía del Chaco durante gran parte del siglo XX, consideramos que en el caso que nos ocupa, se trata de obreros históricamente insertos en ese sistema, sobre todo como cosecheros, y que tras su mecanización son expulsados en masa. Al no encontrar otras opciones laborales, algunos de ellos –los que todavía no han migrado y mantienen su residencia en espacios rurales- recomponen su conciencia en clave campesinista. Esta contradicción entre la inserción social en términos estructurales de estos sectores de población y la inculcación de una “conciencia campesina” por parte de los dirigentes del movimiento podría explicar sus vínculos pendulares: con organizaciones de ciertas fracciones de la burguesía agraria, por un lado, y con organizaciones de desocupados, sindicatos docentes y estatales, por el otro.
Referencias bibliográficas
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Notas
Las organizaciones firmantes son las siguientes: Unión Campesina del Chaco; Asociación de Pequeños Productores del Chaco (APPCH); Comisión Zonal de Tierras de Pampa del Indio; Asociación de Productores Chaqueños (APROCHA); Movimiento de Mujeres en Lucha del Chaco; Asociación Promotora de Colonia Aborigen “Chaco” de Quitilipi; Asociación Comunitaria “El Salteño” de Quitilipi; Unión Campesina de Corrientes; Unión Campesina de Formosa; Asociación de Productores Centro-Norte de Entre Ríos (APROCENER)".