Editorial
Carta editorial
Podría considerarse que hoy nuestra convulsa región exhibe de nuevo cómo la huella histórica con la cual se marcó su nacimiento -la despótica conquista y su posterior colonización- constituye una herida que persiste en su presente como un destino fatal. Aunque esta ha sido una región que alberga culturas diversas, a todas las une este cruel origen que Octavio Paz no vaciló en catalogarlo -décadas atrás- de una violación. Tal consideración significaría que nuestras sociedades han portado en su seno, un farallón inmenso que ha impedido la realización de los seres humanos. Este acontecimiento histórico que además, como castigo indescifrable, borró de un tajo a diversas culturas de las cuales apenas si tenemos algunos vestigios de su grandeza, se habría instalado en el inconsciente colectivo como un trauma tan profundo que, aún hoy, pesaría en la cultura de Nuestramérica.
La incapacidad de resolver el elemental problema de su nombre, figuraría por tanto, apenas un signo de esta impronta cultural que explicaría los ribetes francamente desgraciados en el que se entremezclan clientelismos, culpas, complejos, intrigas, torpezas, hipocresías, corruptelas, arribismos, desprecios y hasta los más brutales e ignorantes autodesprecios... La región habría renunciado a autodignificarse desde su propia identificación con los otros y consigo misma. En sus luchas por liberar la región de las ataduras del imperio español, Simón Bolívar refirió la región como la América Meridional; luego vendrían otros nombres para identificar esta América no anglosajona para enfrentar la corriente panamericanista que ha intentado borrar la especificidad de la región: Hispanoamérica, Amerindia, América Negra, América Mestiza, Latinoamérica. Hasta el momento el término más apropiado de los que se han propuesto es Nuestramérica, término acuñado en homenaje a José Martí. Sin embargo, se trata de un nombre escasamente divulgado, y mucho menos empleado más allá del ámbito académico.
Ciertamente la región enfrenta hoy nuevos retos, pero de alguna manera no logra ponerse en capacidad de atenderlos, justamente porque aún sigue tropezándose, si no en la misma piedra, en otra que de alguna manera resulta atada a la piedra originaria. Los actuales desafíos están centralmente ligados al imperativo humano de atender las necesidades postergadas por siglos, de los pueblos de Nuestramérica. Y precisamente, en esta exigencia básica, es donde fallan los esfuerzos por abrir nuevos senderos institucionales, pues aún estos siguen atados a consideraciones que no han emergido de las mismas necesidades -sueños incluidos- de sus pobladores.
Los esfuerzos por abrir otros caminos a la institucionalidad nuestramericana, han sufrido tropiezos ciertamente externos -quien podría negarlo- pero también internos. No es fácil evitar aquí la tentación de aplicar la teoría del péndulo. No obstante, la idea de derecha e izquierda ya resulta insuficiente para comprender la realidad y actuar sobre ella. Tal consideración dicotómica está basada más en los medios que en los fines, más en proyectos burocráticos que en realizaciones instaladas en la realidad que enfrentan los pueblos del continente más desigual del mundo. La brecha entre los que más se apropian de la riqueza y los que menos, no hace por donde cerrarse y por el contrario, se consolidan los mecanismos sociales que la producen.
Este número 2 del Volumen 7 de la revista humanidades presenta siete artículos sobre temáticas referidas a cinco secciones de la revista. En ellas el lector podrá encontrar investigaciones en campos como la música, la literatura, la lírica, la historia, la ciencia y la tecnología, así como un estudio cultural a través del deporte, sobre el problema de la violencia. En estos materiales podrán encontrar algunas pistas que colaboren con su criticidad, al elaborar con mejor criterio, la comprensión de la actualidad que nos ha correspondido vivir.
Este número continúa con su política de divulgación y abre un espacio a las creaciones artísticas (escultóricas, pictóricas y fotográficas) a las creaciones de autores nacionales. En esta ocasión, la portada ha sido ilustrada con la obra “Acuarela Canícula” del pintor costarricense Gilbert Vargas, una pintura que nos transporta a nuestra realidad inundada de lluvias torrenciales en la que los colores se difuminan. Por otro parte, debemos manifestar nuestra complacencia por la indización de la Revista, luego de arduo proceso, que hemos logrado en la prestigiosa agencia Redalyc. Esto nos compromete a continuar con el mejoramiento de la calidad y el campo divulgativo de nuestra Revista.