Letras
Recepción: 30 Septiembre 2020
Aprobación: 03 Noviembre 2020
DOI: https://doi.org/10.32870/sincronia.axxv.n79.19a21
Resumen: Este trabajo enfoca y compara varios aspectos de las novelas Los Ojos Mas Azules de Toni Morrison y El Color Purpura de Alice Walker. El análisis esta precedido por un breve contexto histórico de las novelas, necesario para comprender los sucesos que se desarrollan; la historia de la discriminación racial y los prejuicios que sustentan esta discriminación hasta nuestros días. Se discute cómo los principales personajes femeninos reaccionan ante las distintas formas de opresión y la supresión sistemática de las condiciones necesarias para el desarrollo normal de los seres humanos; unos, cuya autoestima es tan baja que no logra recuperarse y termina en locura; otros, logran recobrar esa autoestima perdida. Al seguir la línea de desarrollo de los personajes en Los ojos más azules, se concluye que, influenciados por prejuicios raciales, sociales y patriarcales, las expectativas de estos personajes de una mejor vida fueron aplastadas, lo que las llevó a finales catastróficos. Los personajes de El color púrpura son capaces de superar los efectos de la opresión, ayudados por la solidaridad de las mujeres y sus personalidades sobreviven, demostrando resiliencia y resistencia ante las adversidades.
Palabras clave: Estereotipos de belleza, Autoestima, Sumisión, Solidaridad.
Abstract: This paper focuses on and compares several aspects of the novels The Bluest Eye by Toni Morrison and The Color Purple by Alice Walker. This analysis is preceded by a brief historical background of the times when the action of the novels take place, necessary to understand the history of racial discrimination and the prejudices that sustain this discrimination to our days. The discursion shows the main female characters reacting towards the different forms of oppression and to the systematic suppression of the necessary conditions for the normal development of their self- esteem as human beings. The self-esteem of some of them is so low that they cannot recover; others rise and are able to recover their lost self-esteem. We conclude that the lives of the characters in The Bluest Eye were influenced by racial, social and patriarchal prejudices, prevented from material advancement, and in some cases, how their expectations for a better life were crushed in the end leading them into catastrophic events. In The Color Purple, characters are able to overcome the effects of oppression with the help of the solidarity of women and their personalities can survive almost intact. Thus they show resilience in the face of adversity.
Keywords: Beauty stereotypes, Self-esteem, Submission, Solidarity.
Introducción
La historia le da tema y material a la ficción escrita por mujeres negras, y las obras de ficción escritas por estas mujeres negras en el siglo XX descansan sobre esa historia. Cuando leemos obras escritas por autoras como Toni Morrison o Alice Walker, se puede sentir la influencia y la experiencia de la historia y los cambios que se han producido.
Las mujeres negras tienen la habilidad de interpretar una historia colectiva de migraciones, pobreza y segregación. El hecho de que una gran parte de la fuerza de trabajo en los Estados Unidos estaba involucrada en la producción agrícola, tuvo una influencia significativa en las relaciones sociales y la formación del pueblo negro estadounidense. Este es el contexto histórico para la discusión de las escritoras negras cuyas narrativas documentan este fenómeno social. Según Susan Willis, “there is no other body of writing that delves thoroughly into the transformation from rural to urban society and has a better grasp of understanding historical changes” [ningún otro cuerpo narrativo se ahonda tan completamente en la transformación de la sociedad rural en urbana, ni tiene mejor comprensión de los cambios históricos][1] (1987, p. 3). La historia de la relación de la mujer negra con la historia de la fuerza de trabajo está basada sobre el hecho que las madres son productoras y trabajadoras; su representación permite que las escritoras negras reconstruyan la historia como período y como proceso.
Toni Morrison declara al comienzo de su discurso de aceptación del Premio Nobel que “[n]arrative has never been merely entertainment for me. It is, I believe, one of the principal ways in which we absorb knowledge.” [narrar nunca ha sido meramente entretenimiento para mí. Es, y así lo creo, una de las formas principales en que absorbemos el conocimiento] [2] (1993, par. 1). Esto constituyó la primera motivación para este trabajo.
Los ojos más azules [The Bluest Eye] (1970), es una novela que constituye una fuerte acusación a la sociedad estadounidense al revelar los diferentes sesgos de la opresión social que destruye, por varios medios, el sentido de autoestima de una niña negra y de sus padres, que los lleva a la alienación total y la autodestrucción.
Más tarde, volvimos a la novela que había leído anteriormente, El Color Púrpura [The Color Purple], escrita por Alice Walker (1983), tratando de encontrar cómo las fuerzas de la opresión social habían afectado a los personajes principales y comparar las circunstancias de estos personajes con los de Los ojos más azules, que a primera vista se había pensado que eran las mismas.
Durante el proceso de leer, releer y comparar ambas novelas, se encontró que las aparentes similitudes opacaban diferencias cruciales que presentaban dos puntos de vista diferentes del mismo problema. Y este se convirtió en el propósito de este trabajo, al comparar los destinos de las mujeres y sus familias en dos de las más grandes novelas de la narrativa escrita por mujeres afroamericanas en el S-XX. Por tanto, el objetivo de este trabajo es revelar la reacción ante la opresión de los personajes femeninos principales de ambas novelas, comparándolas desde una perspectiva psicológica.
Para la consecución de este objetivo, se utilizaron métodos como: el análisis crítico bibliográfico para encontrar la teoría necesaria relacionada con las autoras y las novelas; el análisis histórico-lógico para comprender los procesos sociales relacionados con el contexto histórico de ambas novelas; el análisis literario desde las perspectivas histórica y psicológica para analizar los recursos que las autoras utilizaron para crear estas obras de arte; la inducción-deducción para llegar a conclusiones parciales del análisis; el método comparativo para establecer las similitudes y diferencias y llegar a conclusiones y el análisis-síntesis para sintetizar la información relevante para este estudio.
Breve contexto histórico
La esclavitud en el Nuevo Mundo fue muy diferente de otras formas de esclavitud en el pasado. Existe un sinnúmero de sociedades esclavistas donde la raza ha tenido un papel determinante en la definición de la esclavitud, o en la definición de las relaciones entre amo y esclavo.
Sin embargo, fue en las Américas donde el nexo entre la raza y la esclavitud fue forjado más eficazmente. Al principio, la demanda de fuerza de trabajo era insensible al color de la piel. Los primeros que viajaron a las Américas, especialmente a las colonias del norte, viajaron como sirvientes contratados o abonados[3]. Pero estos sirvientes abonados no eran esclavos. Aunque muchos eran irlandeses o escoceses y por tanto su estatus era muy bajo en el sistema social y político inglés, no eran negros. Los dueños de plantaciones, sin embargo, necesitaban fuerza de trabajo a largo plazo; fuerza de trabajo que pudiera manejarse más intrusivamente y que perdurara o que pudiera ser reemplazada barata y fácilmente.
Desde los primeros contactos con el continente africano, la sociedad inglesa ya en esos momentos estaba predispuesta para considerar a los africanos culturalmente diferentes e inferiores. Por supuesto esto podría decirse de muchos advenedizos, incluyendo muchos de la periferia céltica. Pero había una actitud diferente hacia los africanos y sus descendientes locales. La humanidad negra tenía un espacio especial en la demonología cultural. De los textos clásicos, las referencias bíblicas, las primeras narrativas de viajes a África y, más tarde, de la evidencia de los africanos importados, los ingleses adquirieron un concepto de la humanidad negra que era más mítica que real. A los ojos de los ingleses, los africanos eran salvajes. Había muy pocos aspectos de la vida africana que fueran aceptados por las percepciones británicas de civilización. Los africanos eran personas bárbaras traídas de un continente bárbaro y totalmente apropiados para la demanda de trabajo en las Américas. Peor aún, porque servía para formar otras actitudes británicas hacia los africanos, eran paganos y no cristianos, y, por tanto, aún más debajo de su clase social. De todas estas distinciones, la que era más obvia y más fácil de culpar como la fuente de todas las otras faltas, era la cuestión del color.
El color negro ha tenido asunciones culturales negativas y poderosas para los anglófonos. Era un color que por mucho tiempo había sugerido la suciedad, el pecado, el mal y al diablo y sus agentes. Lo negro estaba en contraste con el rango de valores culturales asociados con lo blanco: la pureza, la inocencia, la virtud y la Virgen María. Como consecuencia de esto los africanos, por ser negros, eran considerados pecaminosos y feos mientras que los europeos eran blancos como la pureza y la belleza. Aquí estaba el conflicto de los valores culturales profundamente sostenidos, que encontraron una forma particular de las aparentes diferencias entre las dos grandes razas de la humanidad, la blanca y la negra.
El esclavo negro era usado por las diferentes élites blancas para dar forma al desarrollo económico del continente norteamericano. Era una forma de trabajo fácilmente adaptable a las diferentes localidades y los diferentes cultivos. Los negros africanos eran después reemplazados por sus descendientes nacidos en el lugar y así formaban una fuerza de trabajo para la explotación económica de la tierra en todo el país. Pero pocos dudaban que el trabajo esclavo fuera una maquinaria que impulsaba la colonización y el desarrollo económicos de vastas regiones de los EEUU. Durante un período importante en la historia del mundo de habla inglesa, desde principios del siglo XVII hasta la mitad del siglo XIX, el trabajo esclavo de los negros fue el desarrollo clave de las colonias inglesas, y fue vital para la riqueza y el desarrollo que transformó las sociedades en ambos lados del Atlántico.
Después de la Guerra Civil, millones de afroamericanos que habían sido previamente esclavos tenían la esperanza de unirse a la sociedad en condición de igualdad. Pero hacia la década de 1900, nuevas leyes y tradiciones tanto en el norte como en el sur, habían creado una sociedad segregada que condenaba a los estadounidenses de color a ser ciudadanos de segunda clase. En el Sur, la población negra se le negaba el derecho al voto, permanecían empobrecidos y fueron víctimas de abusos. El sistema de aparcería, que mantenía a los aparceros en una deuda permanente, fue el sustituto de la esclavitud. Los linchamientos se convirtieron en una práctica común en el Sur, particularmente por el Ku Kux Klan y terribles muertes y torturas se cometían en presencia de multitudes. La segregación también se extendía a las tiendas, los teatros, las bibliotecas, hospitales y las iglesias, donde había lugares separados para los negros. Sin embargo, en el norte encontraron segregación también. La mayoría de los negros del norte vivían en barrios separados y asistían a escuelas separadas, como varias formas de segregación.
La Gran Migración fue la relocalización de alrededor de seis millones de afroamericanos desde las comunidades rurales en el sur hacia las ciudades del norte y el occidente del país entre 1815 y 1960. Las motivaciones económicas para la emigración fueron las pésimas condiciones en el sur, las limitaciones del sistema de aparcería, y la continua opresión racial de las leyes racistas. Otros factores sociales que influyeron en la emigración incluían los servicios básicos ineficientes, los bajos salarios, el injusto sistema legal, las desigualdades en la educación y la privación del derecho de votar.
Cuando la Primera Guerra Mundial requirió de trabajadores industriales en las fábricas del norte, muchos negros sureños también vieron la oportunidad para dejar atrás las opresivas condiciones económicas en el sur. En ese momento había una gran escasez de trabajadores, como resultado de la pérdida de millones de hombres que dejaron el país para servir en el ejército, así como la restricción de la inmigración extranjera. Cuando los negros sureños llegaron finalmente al norte, encontraron trabajo en las fábricas, mataderos y fundiciones. Las mujeres inmigrantes pasaron más trabajo, pues encontraban trabajo fundamentalmente como empleadas domésticas.
Este pasaje de la introducción a We Have a Dream, editado por Diana Wells y Peter Skutches (1987), describe muy bien la situación de muchos inmigrantes negros al norte:
History birthed a mythic North that continued long after the Emancipation Proclamations to lure black Americans from their impoverished, meager lives on the fringes of a segregated, southern, agrarian-based, and white-dominated society. Spurred by economic hopes, dreaming of an opportunity to be more than merely nominally free, they braved a journey that more often than not led to a dead-end menial jobs and a tenement in an urban ghetto. Reality increasingly failed to support the myth of northern prosperity so that by the 1950 the dream of “The Promised Land” […] reverberated with cruel irony.
[La historia dio a luz a un Norte mítico que continuó mucho después de las Proclamaciones de Emancipación para atraer a los estadounidenses negros de sus pobres y exiguas vidas al margen de una sociedad segregada, sureña, agraria y dominada por los blancos. Espoleados por esperanzas económicas, soñando con la oportunidad de ser más que nominalmente libres, se enfrentaron a un viaje que, en la mayoría de los casos, los condujo a trabajos serviles sin salida y a una vivienda en un gueto urbano. La realidad fracasaba cada vez más en sustentar el mito de la prosperidad del norte, de modo que en 1950 el sueño de “La tierra prometida” […] resonaba con cruel ironía] (p. 6)[4]
Los afroamericanos buscaban cambiar la segregación con desafíos legales hasta llegar a la Corte Suprema, presionando a los presidentes a aplicar la igualdad y cabildeando en el Congreso por cambios en la ley de la tierra. También hicieron marchas para demostrar la violencia y la segregación y para cambiar las leyes locales.
Durante la Marcha de Washington el 28 de agosto de 1963, más de 250,000 personas se congregaron en la capital para apoyar la ley sobre los derechos civiles y la igualdad en el trabajo. Martin Luther King, Jr. presentó su famoso discurso I Have a Dream en el Memorial Lincoln. En 1965, se organizó la marcha por el derecho al voto desde Selma, la capital de Alabama; esta marcha estuvo acompañada por la violencia de la policía y la muerte de tres activistas. La marcha se realizó de nuevo del 21 al 25 de marzo, y llegaron a Montgomery acompañado por las tropas federales. En el mes de agosto de 1965, el Presidente Johnson firmó la ley del de Derecho al Voto, que prohibía vetar el derecho al voto por causa de la raza.
Ya en estos momentos los activistas por los derechos civiles estaban dirigiendo su atención a la discriminación racial en el norte y occidente urbano. Una de las figuras más importantes del ala radical del movimiento por los derechos los civiles de esta época fue Malcolm X, quien fue asesinado en Harlem, New York en 1965. En 1968, el líder Martin Luther King fue asesinado en Memphis. Alrededor de mediados de los años 70, el movimiento del poder negro se había debilitado.
El movimiento negro en la literatura
Tanto las narrativas del siglo XIX y el Harlem Renaissance de la década del 1920 fueron la fuente del renacimiento de la literatura negra en la década de 1980. La década de los años 1920, según algunos críticos afroamericanos, presenció el primer florecimiento de la ficción negra que surgió de una coincidencia excepcional de cambios sociales: primero, la gran emigración de los negros de áreas rurales hacia los centros urbanos en el norte; y segundo, que estos se encontraran con los negros del norte, libres desde las guerras Revolucionarias y blancos liberales fascinados con la cultura negra (Johnson, 1989). Estos fueron los ingredientes en la creación de una conciencia y cultura negras progresistas e internacionales.
Lo más significativo de todo esto fue que muchas de los destacados líderes de esta nueva y pionera ficción fueron mujeres negras quienes, como grupo, fueron por mucho tiempo las autoras invisibles de una tradición literaria casi tan vieja como la misma nación.
La lucha desde los primeros momentos de las mujeres negras para educarse y lograr una voz de autor está estrechamente asociada a la búsqueda de la libertad. Consecuentemente, esto incidió en sus luchas y su empoderamiento. Toni Morrison dijo que “their strategies of survival became our maneuvers for power” [sus estrategias de supervivencia se convirtieron en nuestras maniobras de poder] (2008, p. 31)[5] Esta continuidad entre el pasado y el presente es crucial para ellas, porque creó lazos y obligación mutuos y una historia de expresión artística.
Las escritoras negras contemporáneas exploran sus propias experiencias y, a la par, cuestionan los contextos dentro de los que están trabajando como mujeres y como personas negras. Esto quiere decir que ellas tienen que re-examinar los temas importantes que conciernen a su situación en la sociedad y la cultura estadounidenses. Además, esto significa que tuvieron que reevaluar su historia, y observar su relación con los hombres y mujeres blancas, con los hombres negros, con sus madres y padres y con sus hijos. Ellas tuvieron que ver estas relaciones dentro del contexto social, todavía afectado por el racismo y el sexismo y a través del idioma inglés, una lengua esclavista y colonialista, una lengua a la que tuvieron que darle nuevas formas. Como escritoras que han experimentado la vida, no solo como mujeres negras sino también como mujeres artistas, ellas sienten la necesidad de ilustrar partes de sus experiencias como mujeres negras que han sido ignoradas o malinterpretadas.
Factores que conforman e influyen en la autoestima
Uno de los problemas más graves que los negros en los EEUU han tenido que enfrentar durante siglos es la baja autoestima que lleva a la violencia, no solo contra otros sino contra ellos mismos también.
La autoestima es un término utilizado en psicología para referirse a la evaluación en general o la apreciación de una persona de su propia valía. La autoestima se ha definido tradicionalmente como un sentido estable del valor y la valía personal (Rosenberg, 1965). Este término está relacionado con nociones similares como la auto-valía, auto-consideración, y auto-respeto que todo abarca las creencias del individuo sobre sí mismo. Además de esto, la auto-confianza, auto-eficacia y auto-identidad son partes importantes de la autoestima. Según la mayoría de los psicólogos, la autoestima está dividida en tres categorías (Jacob, 2014):
1. Autoestima alta 2. Autoestima sana o adecuada 3. Autoestima baja
La primera condición, autoestima alta, se refiere a la exagerada opinión de uno mismo; aquí se incluye a los narcisistas. Según García Penedo (2011) muchas personas se valoran altamente porque la necesidad de confrontar un complejo de inferioridad. Los narcisistas son personas emocionalmente vulnerables, especialmente cuando su propia autoestima es atacada; su reacción es manifestarse agresivamente y buscar degradar a otros criticándolos u ofendiéndolos. Tienden a ser manipuladores en las relaciones con otras personas.
En el segundo caso. Para Rogers (1961) alguien con una sana autoestima reconoce sus limitaciones mientras que mantiene una autosatisfacción individual que no requiere de refuerzo continuo. Esto quiere decir que tiene la habilidad de aceptarse al reconocer sus fortalezas y debilidades y a la vez reconoce su valía. Se sienten bien con ellos mismos y se ven como que merecen el respeto de otros.
La tercera condición es obvia: cuando la imagen una persona y sus logros son insuficientes o están a un nivel bajo. Cuando una persona tiene baja autoestima, está constantemente preocupada por no ser lo suficientemente buena. Es más, esta persona necesita constantes experiencias externas positivas o retroalimentación, es decir, alabanzas o halagos para contrarrestar los sentimientos y pensamientos negativos que constantemente la atormentan. Aun así, este sentimiento positivo es temporal. La baja autoestima también se relaciona con el complejo de inferioridad, porque su visión de ellos mismos, sus atributos físicos o su habilidad para realizar ciertas tareas nunca es suficiente. De esta forma, estos individuos se creen incapaces, insignificantes, no exitosos y sin valor alguno.
La autoestima se comienza a formar en las edades tempranas. La relación de un niño con los que le rodean (los padres, hermanos, maestros, sus coetáneos) es importante para el desarrollo de la autoestima. Las creencias que el niño tiene sobre sí mismo reflejan lo que ha recibido de todas esas personas. Si la relación del niño fue sana y llena de amor, y el niño ha recibido una atención y afecto apropiados, entonces el niño tiene más probabilidades de verse a sí mismo como que tiene valor. De igual forma, tener logros y fracasos, ser reconocido por una figura de autoridad contribuyen a una autoestima sana.
Sin embargo, la baja autoestima puede originarse también durante la niñez (García Penedo, 2011). Si una persona no recibió suficiente amor de sus padres, constantemente buscara aprobación de otros y se preocupa por no ser lo suficientemente buen. Cuando ciertos objetivos no se cumplen en la niñez, hacen sentir a la persona infeliz, pues nunca se cumplieron. Además, sin la aprobación de los padres y sus coetáneos, Maslow (1974) sugiere que el niño se sentirá débil, inferior. Otras experiencias en la niñez, como ser objeto de abuso físico, sexual o ser acosado o intimidado, puede llevar a la baja autoestima.
El periodo de la adolescencia es importante para el proceso de la formación de la autoestima. La adolescencia es un periodo crítico para el desarrollo de la identidad personal, pues es el período en que se responde a la pregunta de ¿Quién soy yo? (Domínguez, 2014). Para llegar a una identidad personal y autoestima estables. Durante la adolescencia, el desarrollo de la identidad personal y la autoestima pueden afectar diferentes condiciones, como los cambios físicos y los cambios psicológicos durante la pubertad, especialmente en la imagen personal o corporal de uno. Los adolescentes suelen estar más conscientes de ellos mismos, pero sus evaluaciones pueden ser inestables todavía en esta etapa, porque dependen en gran medida de las opiniones externas.
Los adolescentes tienen tendencia a estereotipar a otros y a ellos mismos. Un triunfo o un fracaso podrían elevar su autoestima excesivamente o bajarla sustancialmente. Y, característico de esa edad, ellos tienden a catalogar o darle un apodo a una persona con solamente haber realizado una acción o calidad, lo que explica la forma cruel en que los adolescentes a veces se relacionan entre ellos.
Una característica de las mujeres negras escritoras es que tratan el tema de la autoestima en sus obras. Claudia Tate (1985) informa que el tema de la autoestima es uno de los más importantes en las obras de escritoras afroamericanas. Su argumento es que la mayoría de estas escritoras expresan que: “women must assume responsibility for strengthening their self-esteem by learning to love and appreciate themselves” [las mujeres deben asumir la responsabilidad de fortalecer su autoestima aprendiendo a amarse y apreciarse a sí mismas] (p. 23)[6]. Muchas escritoras negras han hecho énfasis en el poder de la salvación y la supervivencia por medio de contar sus propias historias.
Los ojos más azules en el contexto de la literatura afroamericana
La novela Los ojos más azules se publicó en 1969. Toni Morrison comenzó a escribir esta historia como un cuento corto en 1962, y se convirtió en una novela en progreso en 1965. Fue escrita, lo que se revela por las fechas, durante los años de las transformaciones más turbulentas y críticas de la vida afroamericana.
Una de esas transformaciones fue el reconocimiento de la belleza de los negros estadounidenses. Después de siglos de codiciar a las muñecas blancas y décadas de anhelar lucir como las estrellas blancas de Hollywood, los afroamericanos comenzaron a desear un nuevo estándar de belleza. Este nuevo estándar debía ser racialmente inclusivo, que permitiera ver a lo negro como bello, pero la necesidad de abogar por este nuevo estándar reveló cuán firmemente arraigadas estaban las normas de belleza blanca.
En un nuevo prólogo a la novela para la reimpresión de 1994, Morrison develó que ella tomó la inspiración para su novela en parte por una compañera de clase en la escuela primaria. Esta amiga de la niñez quería tener ojos azules, pero Morrison detestaba esa imagen: “[…] very blue eyes in a very black skin; the harm she was doing to my concept of the beautiful” [ojos muy azules en una piel muy negra; el daño que le estaba haciendo a mi concepto de la belleza] (Morrison, 2007, p. 12)[7].
La novela fue ampliamente criticada durante esos momentos porque incluía incesto, la desintegración de una familia, odio de personas negras hacia sí mismas y brutalidad contra personas negras por parte de los vecinos y sus familias. La lectura de la historia de la violación de una niña inocente y su consiguiente locura son también dolorosas.
Las críticas más recientes son más variadas. El artículo de Linda Dittmar (1990), expone que la novela tiene un tono pesimista. También la autora explora la perspectiva política de Toni Morrison, al analizar la narrativa y la estructura verbal de la novela. Dittmat dice que:
[…] readers experience being caught in a trap—cycle of despair—and that experience suppresses the inspirational position suggested by the text and conveys the sense that social and political change are impossible.
[los lectores experimentan estar atrapados en una trampa (ciclo de desesperación) y esa experiencia suprime la posición inspiradora sugerida por el texto y transmite la sensación de que el cambio social y político es imposible] (p. 78)[8]
No obstante, muchos críticos están en desacuerdo con la evaluación del trabajo de Morrison como abrumadoramente pesimista, y ofrecen varias razones para la brutalidad y alienación en su ficción. Byerman (1985) alega que el mundo de su novela sirve para señalar el cruel e inmoral orden social. Royster & Martin (1977) afirman que la dura presentación de la vida de los negros en la novela es para que se observe la causa que los llevó a ese estado. Susan Willis (1987) también insiste en que la representación de Morrison del sufrimiento y alienación de los negros son históricamente correctas. Además, opina que la dislocación experimentada por las familias negras es el resultado de su relocalización del Sur rural al Norte urbano.
En cuanto a El Color Púrpura, muchos hombres negros se molestaron con Walker porque ella no describió en la novela a los hombres buenos padres de familia y trabajadores. Gloria Steinem (1982) hacía notar que un alto número de estas reseñas negativas fueron hechas por hombres negros. Ellos temieron que la verdad dicha por las mujeres negras sería utilizada contra ellos en una sociedad racista.
Por otra parte, Mary Helen Washington (1990) examina la descripción de las mujeres en la obra de Walker. Y clasifica a las mujeres de Walker en tres categorías[9] Washington afirma que la mayoría de los personajes femeninos en la obra de Walker pertenecen a la primera parte del círculo “the suspended women... are women who are cruelly exploited, spirits and bodies mutilated, relegated to the most narrow and confining lives, sometimes driven to madness” [las mujeres suspendidas ... son mujeres cruelmente explotadas, espíritus y cuerpos mutilados, relegadas a las vidas más estrechas y confinadas, a veces llevadas a la locura]. (p. 139)[10]
Al segundo ciclo pertenecen las mujeres negras de las décadas de los 40 y los 50. En estas décadas muchas personas negras querían asimilarse en la corriente dominante de la vida estadounidense, aunque esto significara negar su propia etnicidad: “the women in this cycle are also victims, not of physical violence, but a kind of psychic violence that alienates them from their roots, cutting them off from real contact” [Las mujeres de este ciclo también son víctimas, no de violencia física, sino de una especie de violencia psíquica que las aleja de sus raíces, apartándolas del contacto real] (pp. 142-143).[11]
Las mujeres del tercer ciclo son mujeres de finales de los 60, y algunas mayores en la ficción de Walker exhiben las mismas cualidades. Están influenciadas por los acontecimientos políticos de la década de los 60 y los cambios que resultaron del movimiento de liberación. Como resultado, son más conscientes de su opresión política y psicológica. Además de su activismo político, esas mujeres decidieron volver a sus raíces y tradiciones. Washington (1997) responde a esto diciendo que: “[…] as they struggle to reclaim their past and to re-examine their relationship to the black community, there is a consequent reconciliation between themselves and black men” [Mientras luchan por recuperar su pasado y reexaminar su relación con la comunidad negra, hay una reconciliación consecuente entre ellos y los hombres negros] (p. 146).[12]
La autoestima en Los ojos más azules.
Morrison añadió el Prólogo años después de la publicación de Los ojos más azules, aparentemente porque muchos no habían entendido la esencia del libro. En ese prólogo la autora quiso explicar las muchas formas en que la discriminación sistemática –racial y económica– puede erosionar el sentido de autoestima una persona y las terribles consecuencias de aceptar ese rechazo como legítimo. También, cómo el odio inculcado en uno mismo puede llevar a la destrucción de la identidad y la autoestima. Es más, ella quería demostrar que al no tener sentido de pertenencia o no tener el apoyo de la familia y los amigos, una persona no puede tener la fuerza emocional para superar esta situación. Según Morrison, la muerte de la autoestima puede ocurrir fácilmente, especialmente en los niños.
Los ojos más azules fue su intento de demostrar como una persona podría ser influenciada por otros a aceptar el rechazo de lo que es bello o no y cómo una persona podría no reconocer las cualidades que posee. Además, cómo el deseo de llegar a una imagen ideal impuesta por la sociedad podría volverse en un auto-odio racial. En palabras de Morrison:
You looked at them and wondered why they were so ugly; you looked closely and could not find the source. Then you realized that it came from conviction, their conviction. It was as though some mysterious all-knowing master had given each one a cloak of ugliness to wear, and they had each accepted it without question […] And they took the ugliness in their hands, threw it as a mantle over them, and went about the world with it. Dealing with it each according to his way […] And Pecola. She hid behind hers. Concealed, veiled, eclipsed—peeping out from behind the shroud very seldom, and then only to yearn for the return of her mask
[Los miraba y se preguntaba por qué eran tan feos; miró de cerca y no pudo encontrar la fuente. Entonces te diste cuenta de que venía de la convicción, su convicción. Era como si un misterioso maestro omnisciente le hubiera dado a cada uno un manto de fealdad para que se lo pusiera, y todos lo hubieran aceptado sin dudarlo [...] Y tomaron la fealdad en sus manos, la arrojaron como un manto sobre ellos y anduvieron por el mundo con ella. Lidiarlo cada uno a su manera […] Y Pecola. Ella se escondió detrás de ella. Oculta, velada, eclipsada, asomando por detrás de la mortaja muy pocas veces, y luego solo para anhelar el regreso de su máscara] (Morrison, 1970, p. 43).
La autoestima en El color púrpura
En El color purpura se revela la opresión de la narradora, el horrible tratamiento incontestado que había sufrido, así como la voluntad de buscar una mejor vida. Celie expresa el impacto de la opresión sobre su espíritu, así como sobre su autoestima. Ella debe sufrir una transformación y empoderamiento para lograr que crezca una fuerza interior y su victoria final. El color púrpura reafirma especialmente que una de las personas más abusadas puede aún transformarse. Asimismo, esto puede ser posible por “the survival and liberation of black women through the strength and wisdom of others” [la supervivencia y liberación de las mujeres negras a través de la fuerza y la sabiduría de los demás][13] y “the sisterhood [women] must share with each other” [la hermandad [las mujeres] deben compartirla entre sí], como Walker ha anunciado repetidamente (citado en Draper, 1992 p. 1810).[14]
Durante muchos años, a Celie le fue negado el control de su propio cuerpo y de su vida. Fue victimizada desde la adolescencia por medio del abuso sexual, la intimidación y el abandono. Como resultado, Celie tenía una autoestima baja y se odiaba a sí misma. Ella se endureció absteniéndose de sentir emoción alguna para poder aguantar: “[e]verybody say how good I is to Mr. _ children. I be good to them. But I don´t feel nothing for them. Patting Harpo back not even like patting a dog. It more like patting another piece of wood” [todos dicen lo bueno que soy con el Sr. _ niños. Seré bueno con ellos. Pero no siento nada por ellos. Darle palmaditas en la espalda a Harpo ni siquiera era como palmear a un perro. Es más como palmear otro trozo de madera] (Walker, 1983, pp. 28-29).[15]
El crecimiento de la autoestima de Celie se atribuye a la influencia de otras mujeres. Después de haber conocido a Shug y Sofia, su identidad comienza a reconstruirse. Celie aprende de ellas como sus modelos de conducta, que una mujer debe tener autoestima para creer que merece algo mejor y para tener la voluntad de avanzar y defenderse. Las cartas que Nettie, su hermana, le envía contribuyen al establecimiento de su autoestima y los cambios que ella sufre después de leerlas, se revelan cuando ella revisita “la visión que tenia de sus padres y de la figura de Dios, a quien ella le ha dirigido todos sus miedos, dudas y preocupaciones en los momentos más difíciles” y admite que su Pa no es su padre y sabe que sus hijos están vivos y seguros (Andujo, pag. 16) De esta forma, ella desarrolla un nuevo sentido de su conciencia por primera vez en su vida y gradualmente recobra su propia autoestima e identidad.
Discusión
Las mujeres afroamericanas han sido objeto de la opresión durante muchos años. Ambas novelas, Los ojos más azules y El color púrpura examinan la reacción de las mujeres a las varias formas de opresión. Ellas escogen o una vida de sumisión, angustia y dolor al no defenderse del abuso u optan por convertirse en mujeres con un crecimiento emergente, que resisten y toman control de sus propias vidas. Al decidir no acceder a seguir a sus opresores, los personajes de El color púrpura se liberan de las normas patriarcales que las oprimen. Los personajes de Los ojos más azules, por otro lado, se someten completamente a la autoridad de sus abusadores.
En El color púrpura, podemos ver que la habilidad de soportar y resistir bajo las peores circunstancias, es la vía para la supervivencia de Celie. Ella logra soportar el abuso de su padrastro, la pérdida de sus hijos, la crueldad de su esposo y la pérdida de su hermana. Es más, la supervivencia de Celie viene del descubrimiento sobre sí misma y su conexión con otras mujeres.
Ella encuentra refugio en su hermana; el pensar que va a reunirse con ella le da esperanzas constantemente. Además, ella aprende del poder de la solidaridad a través del lazo con Sofia y Shug. De Sofia aprende el enfrentar a los hombres abusivos. Sofia la convence de que tiene que defenderse: “You ought to bash Mr ___ head opens, she say. Think about heaven later” [Deberías golpear al Sr. ___ abrirle la cabeza, dice. Piensa en el cielo después] (Walker, 1983, p. 39). Ella convence a Celie de que necesita superar sus miedos y dejar de importarle la reacción de Albert, su esposo, y las consecuencias de su acción.
Por otro lado, Shug la enseña a valorarse. Celie siente una fuerte admiración por Shug Avery antes de conocerla, que se intensifica mientras estrechan su relación. “Eyes big, glossy. Feverish. And mean. Like, sick as she is, if a snake cross her path, she kill it” [Ojos grandes, brillantes. Febril. Y enfermo como está ella, si una serpiente se cruza en su camino, la mata.] (p. 42).[16] Aún más importante es que Shug actúa como una guía para Celie, como una vía para enseñarle cómo apreciarse a sí misma y a su cuerpo. Influenciada por la fortaleza y actitud de Sofia y Shug, Celie gradualmente se recupera del abuso del que ha sido víctima. Su relación con otras mujeres le permite el cambio de una mujer débil y sumisa a una mujer libre e independiente.
De forma similar, Sofia resiste ser sometida. Ella es una mujer dotada de fuerza y no se somete al abuso físico de los hombres a su alrededor. Mientras está en la cárcel, ella actúa de forma pasiva para poder sobrevivir. Ella soporta años de prisión, golpizas y servidumbre, pero su espíritu no se rompe por completo a pesar de su sumisa apariencia exterior.
Good behavior ain't good enough for them, say Sofia. Nothing less than sliding on your belly with your tongue on they boots can even git they attention. I dream of murder, she say, I dream of murder sleep or wake.
[El buen comportamiento no es suficiente para ellos, dice Sofía. Nada menos que deslizarse sobre su vientre con la lengua en las botas puede incluso llamar su atención. Sueño con asesinato, dice ella, sueño con asesinato, dormir o despertar] (p. 79).[17]
En contraste con los personajes femeninos antes mencionados, los personajes de Los ojos más azules no desafían la opresión. Por el contrario, se someten y la acatan. En el caso de Pecola Breedlove, su auto percibida fealdad y su experiencia de abusos físicos y emocionales a manos de sus padres y de la comunidad, la hace incapaz de crecer como persona. Hay varias razones por la destrucción de su autoestima.
Primero, ella es incapaz de superar la extrema vergüenza de su apariencia. Ella interioriza un odio a sí misma al creer que la razón de su sufrimiento viene de una deficiencia personal. Al observar el comportamiento de otras personas a su alrededor, ella llega a creer fatalmente que, si ella tuviera ojos azules, recibiría la atención y el amor que ella desea:
It had occurred to Pecola some time ago that if her eyes, those eyes that held the pictures, and knew the sights—if those eyes of hers were different, that is to say, beautiful, she herself would be different... If she looked different, beautiful, maybe Cholly would be different, and Mrs. Breedlove too. Maybe they’d say, “Why, look at pretty-eyed Pecola. We mustn’t do bad things in front of those pretty eyes”.
[A Pecola se le había ocurrido hace algún tiempo que si sus ojos, esos ojos que sostenían las imágenes, y conocían las miradas, si esos ojos suyos fueran diferentes, es decir, hermosos, ella misma sería diferente ... Si ella se viera diferente, hermosa, tal vez Cholly sería diferente, y la Sra. Breedlove también. Tal vez dirían: "Vaya, mira a la bella Pecola. No debemos hacer cosas malas frente a esos bonitos ojos”] (Morrison, 1970, p. 40).[18]
En segundo lugar, ella no recibe suficiente apoyo o amor de sus padres ni una ayuda real de la comunidad de mujeres a su alrededor. Por el contrario, su madre la trata con desdén y la desprecia por no ser como la bella niña blanca que ella cuida. Por eso cuando Pecola es violada por su padre, se quiebra psicológicamente y se vuelve más desesperada por tener ojos azules. Después que visita al psíquico de la comunidad llamado Soaphead, quien la manipula para que envenene al perro del casero, ella se vuelve completamente loca y cree que ella realmente tiene ojos azules. Como su mente está dañada más allá de toda esperanza, Pecola se retrae de la realidad y termina viviendo en el mundo imaginario de su trauma.
Por otro lado, Pauline Breedlove, la madre de Pecola, es un caso similar. Siempre se sintió diferente y aislada. Pauline también sufrió por su apariencia durante mucho tiempo. Nunca fue señalada o notada como sus hermanos, nunca se sintió especial. Culpaba el haber tenido un accidente en un pie, que la hacía cojear. Cuando se muda hacia el norte con su familia, se da cuenta que no encajaba en la clase media negra. En el Norte integrado, para ser aceptado debías parecerte a los blancos. Pero Pauline no era aceptada por su apariencia peculiar y su acento y antecedentes sureños. Por esta razón se iba al cine a sumergirse en el mundo imaginario de las películas, y comenzó a identificar la belleza con las actrices blancas:
Along with the idea of romantic love, she was introduced to another—physical beauty. Probably the most destructive ideas in the history of human thought. Both originated in envy, thrived in insecurity, and ended in disillusion. In equating physical beauty with virtue, she stripped her mind, bound it, and collected self-contempt by the heap.
[Junto con la idea del amor romántico, conoció otra: la belleza física. Probablemente las ideas más destructivas de la historia del pensamiento humano. Ambos se originaron en la envidia, prosperaron en la inseguridad y terminaron en la desilusión. Al equiparar la belleza física con la virtud, se despojó de la mente, la ató y acumuló el desprecio por sí misma a montones.] (Morrison, 1970, p. 97).[19]
Para colmo, que pierde uno de sus incisivos, lo que reafirma su creencia de que era muy fea. Con el tiempo comienza a tratar a su propia familia con el mismo desprecio con que la mayoría de las personas la trataba a ella. Ella internaliza esa rabia y arroja el odio a sí misma sobre su hija, lo que poco a poco la lleva a la demencia. Al final ella deja que su apariencia física y el tratamiento que recibe de otros la definan como de poco valor y fea, lo que la lleva a la sumisión.
Cada personaje femenino en las dos novelas es víctima de tratamiento injusto y abusivo de diferentes formas. Para reservar o expandir su autoestima, estos personajes hacen elecciones personales que conciernen a su desarrollo como seres humanos íntegros. Sin embargo, sus reacciones hacia la opresión definen finalmente su habilidad para soportar o sucumbir bajo la presión del abuso. Algunos, como Pecola y Pauline, se someten completamente al control de sus abusadores; otros, como Celie, Shug y Sofia, se niegan a someterse a sus opresores.
Conclusiones
Se ha demostrado que la historia es crucial para las escritoras afroamericanas. Ha permanecido por décadas una parte esencial de sus obras, como un medio de recrear las situaciones que surgen de eventos significativos, que han tenido durante mucho tiempo una influencia decisiva en las familias negras.
Al forjar un vínculo entre la historia y la ficción, estas escritoras han posibilitado que los lectores comprendan mejor los efectos de las fuerzas históricas en sus intentos de deshumanizar a la población negra, que data desde el tiempo de la trata de esclavos. Además, es extraordinario cómo las escritoras definen los eventos históricos a través de las experiencias individuales de las personas negras, lo que ayuda a motivar a los lectores.
Las traumáticas consecuencias de las desigualdades, los prejuicios, la discriminación, la violencia (tanto física como psicológica), resultó en la destrucción de la autoestima de muchos afroamericanos.
El desarrollo del yo comienza en las edades tempranas de la niñez y la adolescencia. Cuando, aparte de las fuerzas sociales que tratan de aplastar a la población negra, no hay una adecuada gratificación emocional de los padres, la familia y la comunidad, los resultados son el odio por sí mismos y las tendencias destructivas.
Morrison and Walker describen las estructuras sociales de la opresión y cómo sus personajes femeninos enfrentan esas estructuras. Algunos personajes luchan contra sus opresores y los resisten, otros soportan su situación y se tornan resilientes; mientras, otros se pierden en el proceso, y se someten a esas estructuras. Las reacciones de los personajes ante la opresión en Los ojos más azules resultaron la sumisión de Pecola y Pauline Breedlove y la pérdida total de la autoestima, mientras que en El color púrpura la resiliencia continua de Celie, Shug y Sofia las llevó a su desarrollo ascendente, resistencia y supervivencia.
Los personajes femeninos de Los ojos más azules aceptaron el rechazo de otros y despreciaron a su propia raza e identidad. Su reacción frente a la opresión las llevó a volverse sumisas ante la autoridad de otros. Muchos factores ejercieron su influencia en ellas. En el caso de Pauline Breedlove, ella fue incapaz de desarrollarse como una persona sana, debido a varias experiencias desafortunadas en su vida: la hostilidad de las personas blancas y negras del norte, la deformidad de su cuerpo y la gran pobreza. Por otro lado, la sumisión y pérdida final de la autoestima de Pecola son el resultado del maltrato de los que debían protegerla, de la comunidad que la rechazó y de su devastador deseo de tener ojos azules para cumplir con el estereotipo de belleza impuesto por la sociedad.
Los personajes femeninos de El color púrpura, Celie, Shug y Sofia, lograron resistir sus infortunios. Ellas resistieron la opresión y se negaron a doblegarse a las demandas de los hombres y sus actitudes resilientes, finalmente, las ayudaron a sobrevivir. En el caso de Celie, ella siempre permaneció firme bajo su sufrimiento. En un momento ella comenzó a defenderse debido a la solidaridad de otras mujeres y fue capaz de recobrar su autoestima. Shug siempre se rehusó a tolerar las exigencias de la sociedad. Sofia resistió la cárcel por muchos años; aunque en ese proceso perdió parte de su salud mental, nunca se sometió por completo.
Toni Morrison cerró el círculo de las imágenes de infertilidad con las que comenzó su novela Los ojos más azules, con estas palabras “Certain seeds [the soil] will not nurture, certain fruit it will not bear, and when the land kills of its own volition, we acquiesce, and say the victim had no right to live” [Ciertas semillas [el suelo] no nutrirán, cierto fruto no dará, y cuando la tierra mata por su propia voluntad, aceptamos y decimos que la víctima no tenía derecho a vivir.] [20] (Morrison, 1970, p. p. 160). Con esto indicaba que la búsqueda de un yo integral había sido infructuosa; que la búsqueda de Pecola y la de sus padres estaba condenada al fracaso.
Finalmente, estas líneas finales de un poema[21] de Alice Walker resumen acertadamente su perspectiva en El color púrpura: the healing/of all our wounds/is forgiveness/that permits a promise/of our return/at the end. [la curación / de todas nuestras heridas / es el perdón / que permite una promesa / de nuestro regreso / al final].[22]
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Notas