Resumen: Se describe la edición príncipe del Buscón desde el punto de vista material, prestando especial atención al examen de las planas más apretadas y de las más abiertas, así como al encaje de lecturas censorias y estilísticas exclusivas de la princeps en sus respectivas páginas. Los datos obtenidos apuntan a que las variantes por ratio typographica fueron escasas y poco relevantes semánticamente. Además, es posible que algunas lecturas privativas de esta primera edición sean variantes de autor, puesto que se hallan en otras obras de don Francisco.
Palabras clave:QuevedoQuevedo,BuscónBuscón,princepsprinceps,variantesvariantes,ratio typographicaratio typographica.
Abstract: This article describes the Buscón’s editio princeps from a material point of view. Special attention is paid to the material examination of the busiest pages and of the emptiest pages. In the same way, this article studies the insertion of censorious and stylistic exclusive readings of the first edition. The information obtained shows that the variants due to ratio typographica were sporadic and irrelevant with regard to their meaning. Furthermore, it is possible that some exclusive variants of the first edition were introduced by the author, since they appear in other Quevedo’s works.
Keywords: Quevedo, Buscón, Editio Princeps, Variants, Ratio Typographica.
Descripción bibliográfica, material, de la princeps del Buscón
A bibliographical, material, description of the Buscón’s editio princeps
Recepción: 11 Marzo 2016
Aprobación: 18 Abril 2016
Este trabajo persigue una doble finalidad: 1) presentar de manera descriptiva y lo más neutra posible los principales datos tipográficos acerca de la edición príncipe del Buscón, impresa en Zaragoza en 1626 en el taller gráfico de Pedro Vergés (Z en adelante), y 2) contribuir a la fijación del texto crítico de esa obra, señalando algunas variantes que posiblemente se deban a la injerencia de los operarios de la imprenta.
De la descripción bibliográfica de este libro, ofrecida ya de modo sintético en varias de sus ediciones modernas2, conviene destacar su composición en octavo ―el tamaño normal para las novelas auriseculares― y la brevedad material de su texto (solo 101 folios numerados). Se trataba de una obra destinada a un público amplio y, quizás por ello, no fue objeto de un especial cuidado estético en su manufacturación. Paso a presentar, a continuación, su análisis bibliográfico.
El primer cuaderno del libro, el que recoge los paratextos de la obra, no sigue la pauta compositiva del resto del volumen. Salvo en la portada, en esos folios iniciales sobró mucho espacio para conformar las planas. Son pruebas evidentes de ello: el hecho de que quedara en blanco el último folio del cuaderno (fol. ¶8), el tamaño exageradamente grande de los tipos usados en algunos de esos textos (especialmente, en la aprobación del doctor Calisto Remírez), el espaciado generoso utilizado, la tira horizontal de adornos tipográficos al pie de varias páginas (fols. ¶3, 3v , 7 y 7v ), el uso del pie de copa al final del prólogo «Al lector», y un número de líneas por plana ―que oscila entre 9 y 23― muy inferior en general a los 26 renglones que se encuentran en los demás folios impresos con el relato quevediano.
Además de este superávit de espacio, la extrema irregularidad tipográfica del cuaderno inicial constituye otra de sus características. Mientras algunas páginas cuentan con adornos en su remate, otras carecen de ellos; y en tanto algunos paratextos empiezan con una inicial ornamental, otros arrancan sin ella. Los variados tamaños de tipos en los preliminares, incluso en la misma plana, también contrastan con su uniformidad gráfica ―casi absoluta― en el resto del libro.
Tales rasgos materiales del cuaderno ¶ de Z parecen indicio de una escasa o nula intervención de los operarios de la imprenta en los textos ―legales y literarios― de que dispusieron. Si Pedro Vergés ―alentado (o no) por el editor Roberto Duport― hubiese añadido textos espurios, creados ad hoc para rellenar espacio o tomados subrepticiamente de otras obras impresas, probablemente habría logrado unas páginas iniciales más regulares y atractivas a la vista.
Los folios con el texto del Buscón llevan la secuencia de signaturas A8 -M8 , N6 . Tres erratas se localizan ahí: la omisión de la signatura G4 en el fol. 52, la reaparición de la A (ya utilizada en el fol. I) en el fol. 3v y la supresión de la signatura E4 en el fol. 36 (debida, como se verá más adelante, a razones exclusivamente tipográficas).
La disposición en pie de copa de las últimas líneas de un texto se encuentra, como era de esperar, al final de los libros 1º (fol. 55v ) y 2º (fol. 101v ), pero también aparece de manera excepcional al término del capítulo I.4 (fol. 17v ). Ello se debe a la falta de espacio en el remate de esa plana para iniciar adecuadamente el capítulo siguiente3. La holgura en la composición de los tipos, el espaciado ancho y el pie de copa fueron los recursos utilizados por el cajista para completar la plana. Únicamente se registra en ella ―hacia su mitad, no en las últimas líneas― una adenda irrelevante desde el punto de vista significativo, sospechosa de haber sido introducida por ratio typographica: el artículo «los» precede en Z a los pronombres indefinidos «unos» y «otros»: «cuando los unos y los otros nos comenzaron a dar vaya»4.
Aunque lo habitual en Z es hallar una línea en blanco antes y después de los títulos de los capítulos, el encabezamiento del cap. 9 del libro primero ―en el folio 35v ― carece de esos renglones seguramente por insuficiencia de espacio. En esa plana se encuentran dos omisiones de probable naturaleza tipográfica5. Su localización al final de la página (una de ellas en la última línea) y la concentración de siete abreviaturas y tildes en esa zona del folio parecen apuntar a la injerencia de los cajistas en el texto del original.
La composición de algunos versos (los del clérigo poeta y los del protagonista) y opúsculos (el papel de la monja a Pablos y la correspondiente respuesta de este) también presenta irregularidades tipográficas, debidas en ocasiones a razones materiales. Los folios con el papel y la respuesta tienen 25 líneas (fols. 95 y 95v ), una menos de lo normal, aun entrando en su cómputo las líneas en blanco. La explicación para ello es la siguiente: en el fol. 95 se eliminó una línea al final de la plana bien porque ahí debería aparecer una línea en blanco anterior a la Respuesta que aparece inmediatamente a la vuelta del folio, bien porque se renunció a componer el titulillo de la Respuesta aisladamente, sin ir seguido de su contenido, con un tamaño que ocupara una sola línea; en el caso de la plana 95v, el rótulo de la Respuesta ocupa dos renglones de la caja de escritura. En ambas planas ―donde apenas se usaron tildes y abreviaturas― sobró espacio, por tanto, para ajustar el texto. Pese a ello, en la hoja 95v no se registra ninguna adenda. En cambio, en el caso de la plana 95, se hallan dos adiciones. La primera («teniendo yo entendido que era la diosa Venus (una monja)») es especialmente sorprendente por lo que supone de contradicción con la censura a la que fue sometida la versión de Z. La segunda ―el adjetivo superlativo «grandísimo»―, localizada en la antepenúltima línea de la plana e irrelevante desde el punto de vista semántico, podría ser una variante espuria introducida para llenar algo más el espacio disponible.
En cuanto a los versos del clérigo y de Pablos, recibieron un distinto tratamiento tipográfico: para encajar los del primero faltó espacio en su plana (fol. 36); sucedió al revés con los del segundo (fols. 93v -94). La copla del clérigo consta de once versos y por componerlos todos en la misma plana, esta se imprimió con 27 líneas: el renglón en que debería haber aparecido la signatura E4, a la altura del reclamo, se habilitó para acoger el último verso. Resulta evidente que en este caso se realizó una cuenta demasiado larga del original y los problemas de ajuste con la página obligaron a efectuar algunas intervenciones en el texto. Las tres omisiones que se registran probablemente guardan relación con la ratio typographica6, en especial la de mayor extensión, localizada justo antes del «cantarcito»:
porque vea v.m. la sinrazón que me hicieron, se los he de leer. Y comenzó desta manera: Z (fol. 36) y porque vea v.m. la sinrazón, se los he de leer, que yo sé que se holgará. Y diciendo y haciendo, desenvainó una retahíla de coplas pestilenciales; y por la primera, que era ésta, se conocerán las demás: S (p. 44), C (p. 145), B (p. 379)7
Por el contrario, para insertar en sus planas los versos de Pablos (fols. 93v -94) sobró espacio. En el fol. 93v aparecen tres líneas en blanco y casi una más (compuesta solo por una palabra, «Tetuán»). En esa plana y en la siguiente (fol. 94, donde se encajan tres versos de una comedia del pícaro) no se registra ninguna tilde ni abreviatura. Pese a ello, nada se añadió en esas páginas.
Como se sabe, en el proceso de manufacturación de los libros áureos a veces fallaba la estimación de correspondencias entre original e impreso8. Cuando el texto se había contado ‘largo’, la composición tipográfica iba sobrecargada, más cerrada de lo habitual en su espaciado y cuajada de tildes y abreviaturas. Si con estos procedimientos no se lograba encajar en una plana todo el fragmento del original seleccionado para ella, los operarios se veían obligados a alterar el texto mediante omisiones, las cuales solían localizarse en las últimas líneas y afectaban a palabras y/o sintagmas breves, bien poco importantes desde el punto de vista semántico, bien prescindibles por redundantes o implícitos en su contexto. En Z estas variantes son escasas y no siempre se hallan en las planas más apretadas, de modo que probablemente ―hasta donde se pudo y supo― se evitaron las intromisiones en el original.
En el libro primero, la composición de los cuadernos B y D se vio afectada por la falta de espacio en bastantes planas (B3v , B4, B5, B5v , B8, D2, D4, D6 y D8), sembradas ―a veces en extremo― de tildes y abreviaturas. Únicamente en dos de ellas (fols. 12 [B4] y 26 [D2]) se encuentran supresiones con apariencia de haberse debido a ratio typographica. En el fol. 12, con doce abreviaturas de la conjunción que y catorce tildes de nasalidad, se contabilizan hasta cuatro omisiones (dos de ellas en líneas de hacia el final de la plana). Se trata de lecturas que dejan un texto con sentido (y a veces se sobrentienden): «enojose Cabra conmigo y dijo que él me echaría de su casa, que bien se echaba de ver que era bellaquería todo, [Yo rogaba a Dios que se enojase tanto que me despidiese om.] mas no lo quiso mi ventura» (se sobrentiende el intenso deseo de Pablos de abandonar el pupilaje de Cabra gracias a la adversativa final: «mas no lo quiso mi ventura»); «guisase [de comer om.]» (se evita una redundancia semántica); «mi amo fue el [primero om.] que se encajó una cuenta» (el término cancelado no es especialmente relevante en su significado y resulta prescindible) y «nos solía enviar unos güevos [con tantas barbas om.], a fuerza de pelos y canas suyas, que podían pretender corregimiento o abogacía» (donde el significado de barbas queda subsumido en los términos pelos y canas)9. En la plana 26, que consta de cuatro abreviaturas de que y siete tildes, las únicas variantes que se registran son dos pequeñas omisiones en la última línea: la conjunción que (dejando un texto incompleto e incorrecto gramaticalmente: «el ama llegó tan al cabo de pena, [que om.] por poco se muriera») y el adverbio después («y [después om.] de enojo no estu / vo dos dedos […] de decir mis sisas»)10.
En el libro segundo se reduce muy considerablemente el uso de abreviaturas y tildes. Pese a ello, también se hallan planas que transmiten la sensación de contener el máximo texto posible (aunque, eso sí, casi totalmente desarrollado en su expresión gráfica): fols. 56v , 77v , 78v , 79, 99. Nada (o muy poco: un «¡Hola!» en el fol. 78v : «[¡Hola! om.] lindo va el buscón») se omitió en ellas11. En otras páginas apretadas de este libro, aquejadas de posible escasez de espacio, se encuentran omisiones sospechosas en las líneas finales. En el fol. 84v , con tres tildes y tres abreviaturas de que (dos de ellas en las últimas líneas), se presentan dos supresiones: una en el penúltimo renglón («y en llegando / al fin de la calle metíame detrás [de la esquina om.]») y otra en el último («hasta que volviese otro que lo pareciese [metíame [poníame C] detrás om. SZ], y así daba / otra vuelta»)12. Mientras la segunda eliminación evita una repetición léxica y una redundancia, pues el significado de lo omitido queda implícito en el adverbio «así», la primera deja un texto incompleto y ambiguo (¿detrás de dónde se metía Pablos al final de la calle?). En las cinco últimas líneas de la plana 92, que curiosamente registra su única abreviatura en el penúltimo renglón, se localizan cuatro omisiones. Una de ellas es de naturaleza censoria («que jurado a Dios»), pero las otras parecen debidas a razones tipográficas: se prescinde de palabras poco relevantes semánticamente ―adverbios y un pronombre― («Tratamos [todos muy om.] mal al compañero poeta, y yo [principalmente om.]») o de términos que se pueden deducir por el contexto («no era suyo nada de la comedia, sino que de un paso [tomado om.] de uno y otro de otro había hecho la capa de / pobre de remiendo»)13.
La bibliografía material predice que en las planas con una composición desahogada, un desarrollo gráfico completo de sus palabras y un espaciado amplio, es probable encontrar adendas sospechosas ―generalmente anodinas y/o ripiosas desde el punto de vista semántico― en las últimas líneas. Tales variantes no serían sino intromisiones ilegítimas de los tipógrafos en un texto que, por una cuenta ‘breve’ del original, se les habría quedado corto para el espacio de que disponían14.
En Z las planas abiertas son escasas, y más raras todavía, las que resultan evidentes al primer golpe de vista; pues con relativa frecuencia la parte más holgada del folio se circunscribe solo a una mitad o a varias líneas. En la mayoría de esas páginas no se registra ninguna adición respecto a la tradición textual manuscrita: véanse los fols. 10, 20, 21v , 22, 29, 38 o 7515. Por el contrario, sí existen indicios de ratio typographica en los añadidos del fol. 3v (en cuya última línea, con un espaciado considerable, aparece reiterada una forma verbal anterior que se sobrentiende en el contexto, de manera que no se aporta ningún matiz semántico nuevo y se contradice la marcada tendencia estilística de Z a evitar repeticiones léxicas y semánticas: «unos me llamaban don Navaja, otros [me llamaban add.] don Ventosa»)16, en los del fol. 75v (en cuyo remate se concentran tres adendas que suponen la aparición de contenidos implícitos en el contexto y la reiteración léxica de escribano: «hincábame [delante del escribano add.] de rodillas, [y rogábaselo por amor de Dios add.] y ni por esas ni por esotras bastaba con el escribano [a que me dejase add.]»)17, en los del fol. 92v (con tres pequeñas adiciones en las líneas finales: «haciendo [muchas add.] comedias buenas y [también add.] enmendando el yerro pasado, [que con esto add.] ya yo tenía nombre»)18 y en los del fol. 100 (en cuya mitad inferior se detectan hasta ocho adiciones, breves en extensión y redundantes o intrascendentes desde el punto de vista del significado: «y me abrazaron [y hicieron muchas fiestas add.], y yo [de la propria manera add.] a ellos», «vinieron a servir [a la mesa add.] unos [grandes add.] pícaros», «Sentámonos [todos juntos add.] a la mesa, […] [y con esto add.] empezaron, por bienvenido, a beber a mi honra», «yo [de ninguna manera add.] hasta que la vi beber, no entendí […]», «Estaba una artesa en el suelo [toda add.] llena de / vino»)19. Aunque la plana 68 presenta una pequeña omisión de un contenido deducible por el contexto («y era tanto el [mal om.] olor»), registra tres adendas sospechosas ―por irrelevantes semánticamente― en sus líneas finales, cerrando una de ellas la página: «[con esto add.] se alzaron [grandes add.] gritos», «subió corriendo armado con toda su cuadrilla, [llegó add.], / abrió la sala, entró luz»20.
Como se sabe, «Z constituye la más censurada de las versiones [del Buscón]»21, al haberse eliminado en ella numerosas alusiones en materia religiosa, sexual y hasta social. Las lecturas resultantes son coatte, es decir, fruto de presiones externas ejercidas sobre el autor y/o el editor, no de razones tipográficas. Pero aun así, el análisis material de las planas con lecturas censorias podría ayudar a elucidar en qué momento se llevó a cabo la supresión de pasajes comprometedores. Si no se percibe ninguna anomalía compositiva allí donde aparecen dichas variantes, es más probable que ya figurasen en el original manuscrito utilizado por los cajistas. En cambio, si esas lecciones (omisiones, particularmente) coinciden con un espaciado más amplio en las líneas afectadas, podría pensarse que se improvisaron sobre la marcha en la imprenta. El examen material apunta a que la eventualidad de una censura de última hora en el taller gráfico de Vergés es descartable casi siempre. Comprobémoslo.
Algunas lecciones paliativas que afectan a una porción considerable de texto no se perciben visualmente. Se trata de casos como los siguientes: «por estos se pudo decir que tienen mujeres [estos son de los que dijera algún bellaco que cumplen el preceto de san Pablo de tener mujeres SCB (con leves variantes entre sí)] / como si no las tuviesen, torciendo la sentencia en malicia» (fols. 91-91v ), «hablaba tan bajo que no me podía comprender si no se valía de trompetilla [hablaba como sacerdote que dice las palabras de la consagración SCB]» (fol. 97v ) o «tomé mi camino para Sevilla, donde como en tierra más ancha quise probar ventura [tomé mi camino para Sevilla, temiendo que, si más aguardaba, había de ver nacer mandrágoras [mandrágulas SC] en los locutorios SCB]» (fol. 98)22. Otras dos variantes censorias que se integran perfectamente en sus planas encuentran paralelos expresivos y/o de contenido en la obra de Quevedo y, por ello, aunque se trata de frases y modismos habituales en el Siglo de Oro, no es descartable que respondan a una autocensura del escritor23. Se trata, concretamente, de este par de lecturas:
Con el recuerdo desto / aconsejo a los que bien quiero que para que se libren dellas, vivan con la barba sobre el hombro, de suerte que ni aun con mínimos indicios se les averigüen24 lo que hicieren Z (fols. 2-2v )
Estas tengo por reliquias, porque los más de estos se salvan S (p. 12), C (p. 112)25
Pese a que la variante de Z conlleva una ampliación considerable del texto respecto a la versión de los manuscritos S y C, su encaje al final del recto del fol. 2 y al inicio de su verso no supuso ni una mayor apretura en el espacio de esas líneas ni la utilización de abreviaturas o tildes. En consecuencia, los componedores seguramente contaron con esa lectura en el original de imprenta, no la introdujeron de manera improvisada. En cuanto a su autoría, es posible que se remonte al propio don Francisco, quien utilizó un modismo parecido en Cuento de cuentos: «“Andar la barba sobre el hombro”, quien lo tuviere por buen consejo lo pruebe y andará hecho corderito de Agnus Dei» (p. 40)26.
que de eso pienso apelar, y no con las mil y quinientas, sino a mi juez, por no causar perjuicio a mi hábito y dignidad, y en prosecución della gastaré lo que tengo Z (fol. 39)
que sobre eso pienso ir al Papa y gastar lo que tengo S (p. 47), C (p. 149), B (p. 382)
De nuevo, una ampliación considerable del texto sustitutorio respecto al censurado no llevó aparejados ni el recurso de tildes ni una estrechez reseñable del espacio disponible. Las concordancias con otras obras de Quevedo ―especialmente con el Sueño de la muerte― no permiten excluir al autor como responsable de dicha variante paliativa: «que yo apelo deste refrán con las mil y quinientas» (Sueños y discursos, p. 417), «remataban con la plegaria, que es la mil y quinientas de la bribia» (La Fortuna con seso y la Hora de todos, p. 665).
Pero, aun siendo claramente mayoritarias las lecturas coatte que se compusieron sin anomalías tipográficas en Z, existen excepciones a esta pauta. Una de ellas se encuentra al comienzo de la obra, cuando se presenta y caracteriza a la madre del protagonista (fol. i v ). Sorprendentemente, tras la variante que sustituyó la ascendencia «cristianísima» que Aldonza tenía en las versiones manuscritas por otra profana de origen romano27, aparece un punto y aparte que aísla el nombre del personaje de la referencia al triunvirato romano (también lección censoria). La puntuación recibida no se corresponde con los usos habituales del punto y aparte en el Siglo de Oro28 y coincide con otras llamativas particularidades tipográficas en las líneas que enmarcan dicha lectura. En el renglón anterior al punto, el apellido «codillo» aparece escrito sin mayúscula inicial, en lo que constituye una errata evidente en el contexto, y dos líneas más abajo se localizan las únicas tildes y abreviatura de la plana. Tantas rarezas compositivas en torno a esta variante sugieren que los cajistas se encontraron con alguna dificultad en su trabajo.
Por último, comentaré el caso de la única variante paliativa de la plana 70:
viéndose cerca de morir mártir Z (fol. 70)
viéndose, sin santidad, cerca de morir san Esteban S (pp. 76-77), C (p.181), B (p. 412)
La referencia específica a san Esteban ha sido sustituida por otra más genérica a mártir, que produce un eufónica combinación con el verbo morir. Tal expresión, «morir mártir», se documenta en el último verso del madrigal quevediano «Bostezó Floris, y su mano hermosa»: «[veo] morir virgen y mártir mi deseo» (v. 19)29, por lo que no conviene desechar de antemano la posibilidad de que se trate de una variante de autor, tal y como ya se ha propuesto para otras dos lecturas censorias en este apartado.
En la princeps del Buscón se registran variantes estilísticas ausentes de la tradición manuscrita de la obra. En general, con ellas se persigue: evitar repeticiones léxicas y/o semánticas, eliminar texto redundante o implícito en el contexto, aportar nuevos matices significativos, precisar más la expresión o crear algún juego verbal30. Su origen no parece, pues, ligado a cuestiones tipográficas, aunque podría llegar a pensarse lo contrario en determinadas circunstancias. Si dichas variantes consistiesen en omisiones registradas en planas con un número apreciable de abreviaturas, líneas apretadas y otras supresiones de texto, habría argumentos para defender su naturaleza tipográfica. Lo mismo sucedería con adiciones poco relevantes desde el punto de vista semántico localizadas en los últimos renglones de algunos folios con una holgura de espacio mayor de lo habitual y con un desarrollo completo de la grafía de sus palabras. Sin embargo, ambos casos son claramente excepcionales en Z. Mayoritariamente dichas lecturas estilísticas se presentan en planas donde no parece que haya habido problemas de espacio en la composición de su texto. Seguramente, por tanto, no fueron introducidas por los cajistas, sino que ya se hallaban en el original de imprenta que manejaron. Veamos algunos ejemplos.
Algunas supresiones son evidentes en su propósito de eludir la reiteración de un término:
Preguntábame don Diego [que om.] qué había de decir si me acusaban y me prendía la justicia; a lo cual respondí yo que me llamaría a hambre, que es el sagrado de los estudiantes, y [que om. SZ] si no me valiese, diría [que om.]: «como se entraron sin llamar a la puerta, como en su casa, [que om. CZ] entendí que eran nuestros» (fol. 23v ) / (S p. 32, C p. 132, B p. 368)
Estamos obligados a andar a caballo una vez cada mes, aunque sea en pollino, por las calles públicas; y [obligados om.] a ir en coche una vez en el año, aunque sea en la arquilla o trasera; pero si alguna [vez om.] vamos dentro del coche […] (fol. 54v ) / (S p. 62, C p. 163 ―donde se omite la obligación de andar a caballo―, B p. 396)
volviéndose con él como la flor del sol [con el sol om.] (fol. 59v ) / (S p. 67, C p. 170, B p. 402)
Los bellacos viendo [que vían S / que vieron CB] que no se quejaban (fol. 69v ) / (S p. 76, C p. 181, B p. 412)
una manta, la cual era la que llaman ruana, que es / donde se espulgan todos. Empezaron luego a sentir su abrigo [el abrigo de la manta SCB] (fols. 70-70v ) / (S p. 77, C p. 181, B p. 412)
oigo la seña antigua, comienzo a toser [empieza a toser, y yo a toser SCB] y andaba una tosidura de Barrabás (fol. 95v ) / (S p. 100, C p. 205, B p. 435)
En las planas en que se encuentran, dichas variantes no se localizan en las últimas líneas (salvo en f), no se hallan en renglones afectados por estrechez de espacio, y no coinciden ni con otras omisiones en sus respectivas páginas ―solo en a) y b) figura otra pequeña eliminación de texto― ni con el uso de tildes abreviadoras ―en a), c), y f) se registra una sola; en b), d) y e), ninguna―.
Por lo que respecta a las adendas exclusivas de Z, se encuentran varias que no solo no despiertan dudas sobre un hipotético origen material, sino que podrían ser variantes de autor. Las concordancias con otros textos de Quevedo no permiten, al menos, descartar esta posibilidad. Es el caso de los siguientes añadidos:
pelo bermejo ―no hay más que decir para quien sebe31 el refrán [que dice: «ni gato ni perro de aquella color» add.]― (fol. 7v )32
andaba [el diestro verdadero] al derredor con el cucharón y como yo no [yo me SCB] estaba quedo, parecían tretas contra olla que se sale [estando al fuego add.] (fol. 34)33
hacía más locos que diestros, porque los más, [por lo menos add.], no lo entendían (fol. 35v )34
decimos que nos llevan sus amores, porque tal entendimiento [no le hay en el mundo add. Z / tal nobleza… S / etcétera B] (fol. 53)35
[…] me importa pasar por aquí y que no me conozcan. ― Sea en buen hora ― dije yo―. Tomé la suya inocentemente y dile la mía [en mala add.] (fol. 85v )36
[la bailarina de la compañía de farsantes] preguntome que adónde iba y algo de mi [hacienda y add.] vida (fol. 91v )37
Otras variantes exclusivas de Z que suponen una alteración del texto transmitido por los manuscritos también presentan paralelismos con otras obras de Quevedo, por lo que eventualmente podrían ser de autor. Se trata de tres lecturas libres de sospecha de un origen tipográfico: se localizan en planas sin anomalías materiales y en renglones que no se encuentran al final de la página. Son las siguientes:
sacaron naipes; estaban hechos (S, p. 87; C, p. 192; B, p. 422)
sacaron naipes (eran hechizos como pasteles) (Z, fol. 82)38
la huéspeda de casa, vieja de buena edad ―el mazo, cincuenta y cinco― (S, p. 92; C, p. 197)39
la huéspeda de casa, vieja de bien, edad de marzo: cincuenta y cinco (Z, fol. 86v )40
hay hombre que piensa que es reclamo de ruiseñor y le sale [después om. C] graznido de cuervo (S, p. 100; C, p. 205; B, p. 435)
hay hombre que piensa que es reclamo de ruiseñor y sale una lechuza (Z, fol. 96)41
Del análisis material de la princeps del Buscón se deduce que: