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Reseña de Ignacio Arellano, Duilio Ayala- macedo y James Iffland (eds.), El Quijo- te desde América (Segunda parte) , New York, IDEA, 2016, 309 pp. Colección Bati- hoja, 24. ISBN: 978-1-9238795-14-5
Sara Santa Aguilar
Sara Santa Aguilar
Reseña de Ignacio Arellano, Duilio Ayala- macedo y James Iffland (eds.), El Quijo- te desde América (Segunda parte) , New York, IDEA, 2016, 309 pp. Colección Bati- hoja, 24. ISBN: 978-1-9238795-14-5
Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 4, núm. 2, pp. 407-410, 2016
Instituto de Estudios Auriseculares
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Reseña de Ignacio Arellano, Duilio Ayala- macedo y James Iffland (eds.), El Quijo- te desde América (Segunda parte) , New York, IDEA, 2016, 309 pp. Colección Bati- hoja, 24. ISBN: 978-1-9238795-14-5

Sara Santa Aguilar
Universidad de Navarra, España
Hipogrifo. Revista de literatura y cultura del Siglo de Oro, vol. 4, núm. 2, pp. 407-410, 2016
Instituto de Estudios Auriseculares

Recepción: 20 Septiembre 2016

Aprobación: 29 Septiembre 2016

El último volumen de la colección «Batihoja», titulado El Quijote desde América (Segunda parte), editado por Ignacio Arellano, Duilio Ayalamacedo y James Iffland, recoge las comunicaciones leídas en el homónimo simposio, llevado a cabo en la ciudad de Arequipa (Perú) en 2015 con motivo de la conmemoración de los cuatrocientos años de la publicación de la segunda parte de la obra maestra cervantina. Tal como lo ponen en evidencia Ayalamacedo e Iffland en las palabras introductorias, la presencia del Quijote en América ha tenido múltiples manifestaciones en la literatura, la música, el arte, el discurso político (p. 11), y, como se verá a través de las páginas de este volumen, también en la crítica literaria.

Como fiel testimonio del congreso, el volumen incluye, además de las ponencias, el saludo de Eduardo Hopkins Rodríguez, miembro de número de la Academia Peruana de la Lengua, el de Darío Villanueva, director de la Real Academia Española de la Lengua, y el de Aurelio González, de la Academia Mexicana de la Lengua. En estos discursos se pone en evidencia la relación de Perú con Cervantes, bien sea porque, como lo destaca Hopkins Rodríguez, en el «Canto de Calíope» el autor del Quijote alude a dos poetas radicados en Arequipa (Martínez de Rivera y Alonso Picado), o, como lo resalta Darío Villanueva, porque fue en la cuidad de Pausa donde, en 1607, sólo tres años después de la publicación de la primera parte del Quijote, el caballero manchego y Sancho Panza fueron vistos en una comparsa callejera que celebraba la posesión del virrey Juan de Mendoza y Luna. Sin embargo, como lo evidencia Aurelio González, la relación de Perú y de América Latina en general con Cervantes no se limita a estas tempranas asociaciones, sino que se muestra en el surgimiento de una cultura múltiple, que incluye lo originario de los pueblos indígenas y la herencia de la península Ibérica.

La fidelidad con la que los editores pretenden ofrecer el congreso al lector no se limita a la reproducción de las palabras de apertura de los académicos, sino que, en un valioso intento por recrearlo, informan de la presencia de Demetrio Tupac Yupanqui, director de la Academia de Quechua, y de su reciente traducción del Quijote a esta lengua indígena. También aluden a la realización de una exposición de artesanía andina de Irma Poma Canchumani, en la que los asistentes pudieron contemplar a don Quijote y a Sancho Panza en los mates burilados, así como una exposición de escultura efímera que remitía a los personajes cervantinos, un recital de poesía latinoamericana inspirada en el Quijote, e incluso otra comparsa callejera, que, al igual que la de 1607, mostraba al caballero y a su escudero en medio de danzantes indígenas y figuras carnavalescas (p. 11). Así pues, el volumen de «Batihoja» se configura no sólo como una valiosa fuente bibliográfica por los estudios que contiene, sino también como un testimonio histórico, análogo a las relaciones de fiesta que nos permiten conocer la temprana presencia del caballero manchego en Pausa.

Si nos remitimos a los 18 estudios publicados en este volumen, lo primero que hay que destacar es su pluridimensionalidad. En efecto, los diversos cervantistas que participaron en el encuentro de Arequipa dan cuenta de la asimilación que se lleva a cabo en América de la segunda parte de la obra cervantina. Sin embrago, no todos estudian su influencia directa en un autor, obra, género o tradición americana: muchos de los autores muestran, a través de sus estudios, la apropiación crítica que ellos, como americanos y catedráticos de prestigiosas universidades latinoamericanas y norteamericanas, hacen de la obra cervantina. Así, nuevamente este volumen de «Batihoja» se configura como un documento histórico para el estudio de las interpretaciones del Quijote en América, que servirá sin duda para analizar el aporte hermenéutico del continente americano al cervantismo.

Dentro del grupo de autores que estudian directamente la relación del Quijote con tradiciones americanas se encuentra el crítico y editor del volumen Ignacio Arellano, quien muestra las dos caras de la moneda de la lectura del Quijote en Latinoamérica, lectura que ha llevado a las ingeniosas recreaciones de los personajes cervantinos en el cuento mexicano contemporáneo, pero también las descabelladas sobreinterpretaciones de un colombiano, de cuyo nombre no quisiéramos acordarnos, que, tal como lo refiere con un ameno tono humorístico el profesor Arellano, dio en leer esotéricamente el Quijote, suprimiendo letras, armando palabras y significados a su antojo, hasta llegar al punto de preparar y probar el bálsamo de Fierabrás para poner en evidencia la no literalidad de la obra cervantina.

En este grupo de artículos está también el del profesor y también editor del volumen James Iffland, quien estudia la interpretación que hace el Che Guevara del personaje de don Quijote a partir de «La gran aventura» de León Felipe, poema que aparece parcialmente transcrito en un cuaderno donde el revolucionario, de su puño y letra, iba creando lo que el crítico llama «su antología personal» (p. 179). También Rogelio Miñana estudia la presencia del personaje cervantino en Latinoamérica, y analiza la presencia de don Quijote y su recontextualización en el teatro activista de Brasil, en el que el caballero manchego surge como un proyecto vital de Alonso Quijano, un proyecto en el que la palabra pasa a convertirse en acto y a ejercer influjo sobre la realidad. Michael Scham, por su parte, hace un aporte interesante al estudio de la lectura del Quijote en Argentina, pues va más allá de la obvia relación entre Cervantes y Borges, al estudiar las apariciones del caballero manchego en el tango: una figura romántica, melancólica, que, al igual que el compadrito, cree en valores, códigos de honor y modos de acción anticuados para su contexto (p. 302), tal como lo destaca el crítico en su artículo. Ya estableciendo un nexo con la crítica, Ángel Pérez se dedica al estudio de la recepción del Quijote en el Perú decimonónico, poniendo en evidencia los significativos silencios al respecto, y dando a conocer dos interesantes y opuestas lecturas de psiquiatras peruanos de dicho siglo. Para concluir esta sección, cabe mencionar el texto del escritor peruano Miguel Gutiérrez, quien hace un recorrido general por la literatura latinoamericana señalando la influencia de Cervantes en sus principales narradores, influencia que algunas veces resulta clara y otras sobredimensionada e imprecisa.

El resto de los artículos que hacen parte de este volumen de «Batihoja» —y, hay que resaltar, la mayoría (12 de 18), como ya se señaló—, afrontan la presencia del Quijote en América desde otra dimensión: no como objeto de estudio, sino mostrándose como evidencia de ello, de la apropiación que desde el continente americano se ha hecho no sólo de la obra cervantina, también de la nutrida tradición crítica, en la que ellos, como americanos o profesores de universidades de ese continente, terminan inscribiéndose.

Entre tales artículos cabe mencionar el de Mercedes Alcalá Galán, «¿Qué ve Cide Hamete? Omnisciencia y visualidad en Don Quijote II», en el cual aborda un problema capital dentro de los estudios cervantinos, como lo es la ficción autoral en la segunda parte del Quijote. Para dicho propósito la crítica se centra en los momentos en los que el traductor-historiador-encantador moro remite al sentido de la vista, y encara el problema de su omnisciencia a partir de los casos concretos, como el episodio de la cueva de Montesinos, en los que este narrador dice no ver qué sucede. El lúcido análisis de Alcalá Galán pone en evidencia la complejidad de esta voz, que ya desde sus diferentes caracterizaciones, de traductor a sabio encantador, revelan lo que la autora denomina una «poética de la incoherencia» (p. 37), perfectamente coherente con el humor cervantino.

También destaca en este conjunto de trabajos el de David Álvarez Roblin, titulado «Las dos caras del doble en el Quijote de 1615». Este ensayo analiza la presencia tanto de la primera parte cervantina como de la obra de Avellaneda en el Quijote de 1615. El aporte de Álvarez Roblin se hace evidente en su lectura crítica tanto de la obra cervantina como de la no tan estudiada obra de Avellaneda, lectura que lo lleva a poner en evidencia que elementos que los personajes cervantinos utilizan para demostrar la no autenticidad de la obra de Avellaneda, como el cambio de nombre de Teresa Panza, también están presentes en el auténtico Quijote. La importancia de este aporte reside en mostrar, ante una tradición crítica, iniciada tal vez por el mismo Cervantes, que tiende a distanciar ambas obras, sus cercanías y puntos de contacto, abriendo así una nueva perspectiva de estudio, que el autor aborda desde la teoría del doble de Otto Rank.

También Gustavo Illades Aguiar, en su artículo «‘Para mi sola nacio don Quixote, y yo para el’: avatares de una errata pertinaz en el último párrafo del Quijote» hace un interesante aporte crítico, pues se enfrenta a las lecturas y ediciones del Quijote que han considerado que el «para mi sola nacio don Quixote» es un discurso de la pluma de Cide Hamete, y propone que es un discurso del autor, sosteniendo que el «sola» es una errata que por siglos ha conducido a esa interpretación. El crítico argumenta su teoría basándose en la disposición de párrafos de la primera edición, que se reproduce en este volumen de «Batihoja», y que sin duda contribuirá a dar luces sobre un importante debate del cervantismo.

Por último, me interesa destacar el artículo de Francisco Ramírez Santacruz, titulado «Sancho: los Panzas, la boca y el habla», en el que el autor se centra en Sancho, mostrando que, más allá de sus quejas, es un personaje que reflexiona sobre su manera de hablar y la de los demás, poniendo en evidencia su rol de oyente. El crítico recupera figuras asociadas a Sancho, como los demás Panzas, que se manifiestan en el discurso del escudero, quien continuamente recuerda e integra a sus discursos los dichos y modos de hablar de sus allegados. Poniendo en evidencia el rol de Sancho no sólo como escudero o labrador hablador, sino como atento oyente que asimila discursos ajenos, Ramírez Santacruz destaca la amplia gama de registros utilizados por Sancho, que no sólo se nutre de lo popular, de su ámbito familiar, sino que asimila también lo culto que le viene por escuchar a don Quijote. Así, más allá de la teoría de la quijotización de Sancho, muestra un personaje que, desde el principio, conscientemente decide asumirse como escudero hablador que defiende continuamente su derecho a la palabra.

Estos, entre otros temas capitales en el cervantismo, como el episodio de las bodas de Camacho, de cuyo análisis se encarga Julia D’Onofrio, el debate sobre la relación entre Cervantes y los saberes humanísticos, que trae a colación María Augusta Da Costa Vieira, los combates de don Quijote, estudiados por Aurelio González, el problema de la verosimilitud en el episodio de los pastores fingidos, abordado por Steven Hutchinson, la relación entre el Coloquio de los perros y la poética de la segunda parte del Quijote, estudiada por Charles D. Presberg, también temas menos tratados, como la caza en el Quijote, que estudia Adrienne L. Martin, e incluso lecturas poco convencionales como la interpretación de Francisco Layna del descenso de don Quijote a la cueva de Montesinos y el ascenso en Clavileño de Sancho Panza como una purgación de sus almas pecadoras, son los que ofrece este volumen de «Batihoja» como valiosa contribución desde América al cervantismo.

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