Secciones
Referencias
Resumen
Servicios
Descargas
HTML
ePub
PDF
Buscar
Fuente


El vuelo de las colibríes. Defensa personal como praxis política feminista en la Abya Yala
The flight of Colibríes. Self-defense as feminist political praxis in Abya Yala
Millcayac - Revista Digital de Ciencias Sociales, vol. VII, núm. 12, 2020
Universidad Nacional de Cuyo

DOSSIER


Recepción: 24 Noviembre 2019

Aprobación: 11 Febrero 2020

Resumen: El siguiente trabajo de reflexión tiene como objetivo construir memoria de una apuesta por la vida de las mujeres en Abya Yala y de la política feminista que la misma implica en las luchas por el cuerpo-territorio, pensado el mismo como el producto de relaciones de poder e historias de opresión, a la manera que lo propone Dorotea Gómez, es decir, como campo y objeto de luchas por la existencia. Este escrito tiene el carácter de ensayo, no en su sentido formal, sino más bien como la praxis que supone intentar sistematizar una experiencia que es, por definición, flujo constante de transformación en tanto la defensa personal, para las mujeres, es una corriente persistente de codificación y decodificación y revolución, sin límites ni fin, adaptable a cada medio ambiente en el presente, lo que hace difícil no solo hablar de la defensa personal como tal, sino también reseñar con cabalidad sus alcances y resultados como praxis. No obstante, es hora de escribir nuestra historia.

Palabras clave: defensa personal, feminismo, cuerpo, comando Colibrí, praxis.

Abstract: The following work of reflection aims to build memory of a commitment to the lives of women in Abya Yala and the feminist politics that it involves in the struggles for the body-territory, thinking about it as the product of power relations and stories of oppression, as proposed by Dorotea Gómez, that is, as a field and object of struggle for existence. This paper has the character of “essay”, not in its formal sense, but rather in the praxis involved in trying to systematize an experience that is, by definition, a constant flow of transformation while self-defense, for women, is a continuous stream of coding and decoding and revolution, without limits or end, adaptable to each environment in the present, which makes it difficult not only to speak of self-defense as such, but also to fully describe its scope and results as praxis. However, it is time to write our story.

Keywords: Self-defense, feminism, body, Comando Colibrí, praxis.

Introducción1

Akí estoi io, muerte/Viviendo i muriendo en Méxiko

Lobx Au Au, 2017

No solo en México y no solo tú. En la Abya Yala2 muchas mujeres estamos luchando por vivir dignamente y no morir a manos de las múltiples violencias que debemos enfrentar y más cuando sabemos que si “tocan a una nos tocan a todas”. Escribimos estas letras en un contexto geopolítico y temporal en crisis: varios de nuestros territorios se encuentran en pie de lucha en este preciso momento en defensa de la vida y de lo viviente. Igualmente, nuestros cuerpos están en pie de lucha. La crisis se agrava si tenemos en cuenta que el continuumde violencia contra las mujeres, base del poder patriarcal y colonial, se ha agudizado al punto de que nos obliga a hablar de genocidio: eliminar todo lo viviente. A nosotras nos matan por mujeres y más: lideresas, indígenas, afros y negras, campesinas, obreras, académicas, jóvenes, niñas, estudiantes, feministas... Nos matan por lo que representamos, por lo que hacemos, por lo que soñamos. Hoy no solo se está matando el cuerpo en su materialidad: el alma, el corazón, la razón, la dignidad, el buen nombre, entre otros, también están siendo asesinados en nosotras. Y aunque el panorama resulta desolador, ninguna puede “bajar la guardia”, pues no tenemos una alternativa diferente a pelear.

Este artículo de reflexión es un ensayo en dos sentidos: como formato narrativo que no aspira a la producción de conocimiento positivista, sino feminista, y como prueba y error. Un ensayo que habla de un despertar y un devenir individual que se transforma en colectivo como proyecto político en defensa del cuerpo pensado no como un sustrato biológico o anatómico, sino como un producto de genealogías e historias cruzadas por el poder donde se juegan –con amor, coraje y valentía– las luchas por la existencia (Dorotea Gómez, 2012), la vida, la dignidad, el ser, hacer y sentir de las mujeres. Hablamos como mujeres del Sur que habitan la paradoja de ser sur en la frontera norte. Hablamos desde la herida de las víctimas, desde el duelo de quien no lo logró y desde la fuerza de las sobrevivientes, pues somos todo eso: somos colibríes, guerreras y mensajeras de las diosas. En ese sentido, aquí ensayaremos a hablar de nosotras, de lo que hacemos y del porqué lo hacemos, a través de la construcción de la historia de nuestras prácticas políticas que se condensan en la defensa personal para mujeres y otros cuerpos en peligro. Hablamos sin garantías, pues la defensa personal para las mujeres es, por definición, un flujo constante de transformación, una corriente persistente de codificación y decodificación y revolución, sin límites ni fin, adaptable a cada medio ambiente en el presente, lo que hace difícil no solo hablar de la defensa personal como tal, también reseñar a cabalidad sus alcances y resultados como praxis. No obstante, es hora de escribir nuestra historia, en tanto las palabras también son armas que, esta vez, protegen un sueño que estamos haciendo realidad día tras día, con sangre, sudor, lágrimas y risas, y que lleva el nombre de Comando Colibrí3.

¿Cómo sabes quién eres si nunca has peleado?

Mucho nos hemos preguntado cuál es la fecha exacta del nacimiento del Comando Colibrí. Como su fundadora es por definición desmemoriada, no tiene la respuesta en términos de calendarios. Ahora comprendemos que eso no importa, ya que el Comando nace en el instante preciso en que los poderes opresores prenden fuego a nuestro bosque. Todas y todos los animalitos tratan de huir de las llamas, pero una colibrí vuela en sentido contrario. Un venado la detiene y le pregunta: “¿Qué haces? Vas hacia las llamas”. Y la colibrí responde: “Sí, allá hay un lago”. Entonces, el venado afirma: “Tú no podrás apagar el fuego. Tu pico es muy pequeño y únicamente puede llevar una gota de agua”. A lo que la colibrí afirma: “En efecto, mi pico es muy pequeño y solo puedo llevar una gota de agua. Pero yo estoy haciendo lo mío”4. Nuestro bosque se incendia y a menos que hagamos lo que nos corresponde, lo nuestro, no tendremos muchas posibilidades. Lo hemos hecho, claro, de varias maneras; sin embargo, no está funcionado, ya que la violencia, la falta de justicia y la impunidad gobiernan nuestras realidades:

Cuando adolescente junto con mis amigas platicaba qué se puede hacer si un hombre te ataca. “Nada” era siempre la respuesta. NADA en letras mayúsculas, aferrarte a la vida y ya, eso es todo, rogarle al dios en el que no crees que tenga piedad, que te socorra esta vez, que te salve, porque un ser como nosotras no es capaz, nacimos inofensivas (Darinka Lejarazú, 2019, 7).

Pero tercas aún apostamos por construir otras condiciones de posibilidad para nuestras vidas en la Abya Yala. Por ello, hemos decidido hacer comando. Comando significa entrenar el cuerpo, el corazón y la cabeza para afrontar de modo asertivo las luchas que implican nuestro día a día de forma individual y como grupo. Empero, nada de esto funciona sin un despertar y casi todos los despertares para las mujeres son violentos y son colectivos. Implican dolor al tiempo que conciencia. Para nosotras es amargo asegurar que la mayoría de mujeres que integramos Comando Colibrí hemos sido víctimas de violencia. En ese sentido, la violencia nos cruza, nos ha marcado, nos ha hecho despertar y prometernos a nosotras mismas ser la prioridad de nuestras vidas. Esa tarde, en entrenamiento de Muay Thai con el Kru, justo en el ombligo de la luna, ella se dio cuenta de su propio coraje, como rabia, como valentía, y decidió actuar en consecuencia. Empezó un camino largo: el camino de la guerrera. En ese camino ha aprendido que no fue su culpa, que la violencia es un mecanismo colectivo de dominación, que muchas han pasado por lo mismo y que no está sola. Afinó su mirada, entrenó sus músculos y bendijo su corazón... A pesar de ello, no te puedes enfrentar sola a los monstruos, así que invitó a más colibríes a volar bajo un mismo cielo.

En un parque de una ciudad cualquiera, luego en una academia de artes marciales mixtas de una ciudad cualquiera –adonde llegaron otras colibríes: Colibrí Da y Colibrí Ka–, luego en diferentes lugares donde se pueda entrenar –a donde llegó Colibrí Sabs–, las colibríes se volvieron comando: unidad dedicada a misiones especiales como lo es vivir, con fuerza suficiente para responder a todos los venados que nos dicen “no puedes, no eres”. Como Comando elegimos la defensa personal pues ninguna de nosotras teníamos herramientas certeras para responder a un ataque físico. Con el tiempo hemos aprendido varias cosas fundamentales. Primero, las mujeres, entre otros cuerpos igualmente en peligro, estamos expuestas no solo a la violencia física, delincuencial o sexual, sino que existe una gama de violencias a las cuales debemos responder –económica, psicológica, laboral, política, entre tantas otras–. Segundo, nuestra práctica parte del cuerpo y se proyecta a la realidad en la medida en que nos da instrumentos para enfrentar diversas violencias; por ello, afirmamos que aquí entrenamos músculo, corazón y cabeza afincadas en el cimiento de lo personal como político. Tercero, como praxis política la defensa personal para las mujeres debe ser una práctica colectiva que nos permita entender nuestras realidades y transformarlas, partiendo de tres ejes: prevención de la violencia, acción directa frente a un ataque de cualquier tipo, sanación de las heridas que nos deja vivir estas realidades. Cuarto, el aspecto técnico de la defensa personal debe estar presente siempre, en tanto es fundamental en la tarea de sentirnos seguras y poderosas, es decir, es nuestra vía para generar confianza en el sí misma y en la otra. Quinto, nos debemos formar profesionalmente en sistemas de defensa personal y enseñarlos a cabalidad, sin duda o error, lo que implica un proceso de formación de instructoras. Sexto, debemos compartir estos saberes y reflexiones con la mayoría de mujeres que podamos, lo que se traduce en un trabajo efectivo con niñas, jóvenes, mujeres adultas, mujeres trans y cuerpos femeninos. Sexto, a pesar de todo, como colibrís, con una sola gota de agua en nuestros picos, estamos convencidas de salvar el bosque, aunque la vida se nos vaya en esa misión.

En esta instancia, es obvio que somos feministas en su acepción más simple y, a la vez, más detallada: peleamos por nosotras y por las otras, desde nosotras mismas, en los lugares donde plantamos los pies y elevamos el alma, amparadas por las metodologías, filosofías y éticas de las artes marciales que nos han llamado a sus tatamis, pues la felicidad a través de la fuerza nos libera:

Me sentí chiquita en un mundo de gigantes (...) Nos acostumbraron a vivir con miedo y no está bien. Hubo algo que nos robaron (...) Muchas cosas no son tu culpa. Sí, reconozco que estoy en peligro, pero tengo herramientas para defenderme (...) Ante el miedo, tomo el control: aprendí a poner límites (...) Necesitamos estrategias porque cuidarnos es nuestra defensa (...) Agudizar nuestros sentidos para percibir situaciones de riesgo y evitarlas (...) Este es nuestro espacio de confianza donde nos reconstruimos desde la fuerza y en donde tú vas a ser la vencedora (...) Estamos haciendo lo que nos toca y lo estamos haciendo juntas (...) Comprenderte, amarte, defenderte, pelear, cuidar y crecer (...) La felicidad a través de la fuerza nos libera (...) No solo debemos prepararnos para pelear, debemos prepararnos para ganar. Porque no nacimos para sobrevivir, nacimos para vivir (Comando Colibrí, 2018).

Comando es eso: una misión de rescate y de vida, una misión por la dignidad y el buen vivir, una misión para recuperar aquello que nos robaron y exorcizar el miedo. Comando es conciencia: sabemos que el peligro existe, sabemos que en cualquier momento podemos ser presa de él y sabemos que defendernos puede tener consecuencias para bien y para mal (Hancock, 2013). Sabemos, sobre todo, que cuando se trata de nuestra vida no habrá duda: poner la guardia y alistar el puño es derribar todo un sistema de opresión, terror y despojo. Comando también es hacer lo nuestro juntas: comprender, amar, defender, cuidar, crecer, liberarnos, sanar. Comando es poner en práctica el feminismo, hacerlo pasar por el cuerpo como es debido, proyectarlo a los lugares que habitamos y cambiar nuestras realidades. Comando es, ante todo, una aventura colectiva, un desordenar lo que sabemos, lo que creemos saber, lo que sentimos, de cómo nos construimos y de lo que deseamos sin límites:

Lo aprendí la primera vez que escuché el estruendo de mi patada contra el thai pad, con el primer grito “buen golpe” de mi entrenador, la primera vez que logré jugar burro castigado a los 22 años, con mi metro y medio de estatura suspendida en el aire saltando a una chica mucho más alta que yo. Ahí suspendida en el aire por un momento, solo un momento bastó para saber que este cuerpo no tiene límites (Lejarazú, 2019, 9).

Comando, en suma, es prepararte para pelear y ganar, porque ¿cómo sabes quién eres si nunca has peleado? Y es esa pelea la que nos dignifica como lo que somos.

La defensa personal no es un derecho, es un deber

En el caso de las mujeres, hablar de defensa personal es un acierto que supone robo, apropiación, organización y sistematización de la experiencia, de los testimonios y de las memorias que construimos juntas a propósito de nuestra propia práctica, asimismo puede suponer error. La defensa personal –o autodefensa como se la llama en otras coordenadas– son sistemas de combate cuerpo a cuerpo, con armas o a mano vacía, las cuales derivan bien de artes marciales o bien de sistemas militares. Entre un abanico importante de posibilidades, solo el Wing Chun –canto de primavera– y el Wen-Do –camino de mujeres– son reconocidos como una creación de mujeres. Entonces, como colibríes nos vimos obligadas a robar conocimientos que son patrimonio masculino. Empezamos por el Muay Thai y seguimos con Krav Maga, Sambo, Jiu-Jitsu, Kali Filipino, Krabi Krabong, Ed Parker Kenpo. Sudor en la frente, moretones en el cuerpo y sed en la boca. A veces risa, a veces llanto, a veces cansancio. Comprender que cuando la motivación se acaba –y muchas veces se agota–, solo nos queda la disciplina. Una vez aprendimos a volar de la mano de maestros que reconocemos, decidimos volar un poco más alto: nos apropiamos de las herramientas y empezamos a hacer lo nuestro como comando propiamente.

Alzamos vuelo al asumir el liderazgo en calidad de instructoras, de buscar un espacio donde pudiéramos garantizar cierta estabilidad a la escuela y de indagar sobre apoyos financieros en pro de nuestro crecimiento. Organización. El camino de las guerreras está siendo recorrido, pisamos el territorio sagrado del tatami. Ha habido pérdidas muy dolorosas, adioses y hasta prontos. A veces felicidad, a veces puño, a veces amor. Sin embargo, todo ha sido ganancia. Una vez fuimos llamadas por la Wing Chun, hicimos conciencia de que en nuestras manos reposa, de igual manera, la responsabilidad de hacer memoria en el sentido de saber, en este mundo de las colibríes, quiénes son nuestras ancestras guerreras y qué herencias nos han legado. Caminar erguidas y tener la certeza y la conciencia de que nadie nos podrá lastimar o, por lo menos, no le quedará fácil. A veces furia, a veces lamento, a veces arrojo. Nunca digas: “no puedo”, tu cuerpo es arma, tu alma escudo, tu cerebro estrategia, tu corazón bondad. ¿Puedes sentir el viento correr sobre tu rostro? Somos nosotras, vamos por ti. Hasta aquí la defensa personal es un acierto.

Pero la defensa personal, para las mujeres, puede ser un error por ciertos imaginarios que circulan alrededor de ella y más ahora que hay una superoferta de cursos de formación. Para las mujeres la defensa personal nunca puede ser una práctica individual, sino que debe constituir una apuesta colectiva de conciencia, agencia y organización para la acción. Y esa apuesta debe ser feminista, pues un instructor te puede enseñar elementos valiosos, pero jamás podrás construir estrategias políticas como las que derivan del debate feminista y que también salvan vidas. Por citar sólo un ejemplo, la defensa legal es una cuando es una práctica apegada al derecho patriarcal y otra cuando es una práctica feminista. Sumado a esto, la defensa personal para mujeres es una respuesta colectiva a poderes que nos intentan destruir como individuos y como grupo porque “vivas nos queremos”; es un proceso de despertar, de sabiduría y de sanación en el cual “solo acción es acción” (Hancock, 2013); es una disciplina corporal donde te enfrentas al miedo, la frustración y el trauma acompañada por otras que son soporte y red; es un reconocimiento a las destrezas individuales y como colectivo ya que la defensa personal nos debe defender como individuos y como grupo y enviar un mensaje que diga: ¡Basta! Por ello, un sistema de defensa personal real no debe limitarse exclusivamente a trabajar con tus destrezas y adaptación, evolución y revolución de los aspectos técnicos en tu cuerpo, además debe construir acuerdos, protocolos de seguridad, estrategias de cuidado colectivos y hasta amistad política... algo así como coaliciones. Insistimos en ello, una y otra vez, pues la violencia nos hace creer que es nuestra culpa, que estamos solas y que somos inofensivas. No es así: “Hoy este cuerpo le tiene una nueva respuesta a la pregunta: ¿qué se puede hacer si un hombre te ataca? Responder como perra rabiosa y hacer daño, mucho daño, porque yo ya no soy inofensiva” (Lejarazú, 2019, 13).

La defensa personal también puede ser un error si se toman decisiones no informadas al respecto y más cuando las mismas se relacionan con aspectos técnicos. En efecto, frente a la oferta de cursos y talleres, debes saber que ninguno de los aspectos de la defensa personal se aprende en dos o tres horas de entrenamiento. Cuidado: no se sale sabiendo “cosas útiles” con respecto al uso de cuchillos en un taller de tres horas. Para esta misión, necesitamos tiempo, paciencia, dedicación, concentración. Un sistema de defensa personal es diferente a un deporte de contacto, porque en estos últimos hay reglas y un árbitro, en la calle la única regla es mantenerse con vida. Cuidado: el boxeo o las artes marciales mixtas son un buen complemento, pero no son defensa personal. En la defensa personal hay personas capacitadas para orientar el aprendizaje, mostrar qué es real y qué es práctico; no obstante, hoy existen muchas personas que ofrecen instrucción sin estar capacitados. Cuidado: busca personas expertas, con cintas o grados, que estén respaldadas por una asociación u organización en la materia. Sobre todo: busca instructoras. En la defensa personal el 50% es la actitud (Hancock, 2013), es decir, la manera como posicionamos el cuerpo, la mente y el alma para responder a una situación. Cuidado: si estás recibiendo instrucción y la misma se centra en puños, patadas o técnicas y deja de lado la prevención y la actitud no es defensa personal o no lo es para mujeres. En la defensa personal lo primero que funciona en ti como alarma o advertencia de peligro es la intuición –señala peligro–, luego el cerebro –interpreta la situación–, luego los ojos –llevan información del ambiente– y luego el oído –avisa de peligros que no puedes ver–. Cuidado: la intuición funciona como un músculo, si no se entrena ella se quedará en silencio. En la defensa personal no solo se debe aprender sobre las destrezas de cada quien, también es preciso ser consciente de la forma cómo se aprende efectivamente: por el tacto, por los ojos, por los oídos u de otra manera. Ello permitirá un aprendizaje cabal en todos los aspectos de la vida. Cuidado: una enseñanza basada en las repeticiones sin fin y donde solo se use el lado derecho del cuerpo –brazos, piernas– no es una buena alternativa en lo absoluto.

Entonces, porque cuando alguien te ataca la única regla es sobrevivir, pedimos la mayor conciencia, el máximo compromiso, hacerse del conocimiento suficiente e informado al momento de emprender el camino de la defensa personal, porque muerta no nos sirves. Así pues, la defensa personal para mujeres no es un ejercicio, no es un método para perder peso, no es la estrategia para sacar pompas, la defensa personal es una apuesta que implica la mayor responsabilidad, pues en ella nos jugamos, literalmente, la existencia. En ese sentido, la defensa personal es un deber, más que un derecho. Derecho que, no obstante, está protegido en la mayoría de constituciones de nuestros países, lo que lo hace legítimo tanto moral como legalmente:

Cuando estamos en una situación de riesgo solo hay dos opciones: o sales viva o sales muerta, no hay puntos medios. Entrenamos para salir vivas (...) Aquí no es como en las películas: le pegas, sale volando y se asusta y se va. Aquí le pegas, se enoja y te pega más fuerte (...) Es nuestra responsabilidad tener esta conciencia del autocuidado, porque lo mismo puede ser en la Ciudad de México que en Querétaro, Guadalajara, Monterrey, Chihuahua, Chiapas, siempre vamos a estar en situaciones de riesgo (...) Cuando recibimos un golpe por primera vez, en un ambiente controlado, te das cuenta que el mundo no se acaba en ese momento y que no te paralizas, que recibes el golpe y que te duele, pero lo aguantas, sigues con tu guardia y sigues peleando. Romper el miedo que nos han metido, el miedo a que algo nos pase (Moguel, 2017).

Deber para nosotras, entonces, aquí en Abya Yala, donde no perdemos la alegría de vivir, la fuerza de resistir y las ganas de transformar, donde aún confiamos y creemos. Así, la defensa personal es sinónimo de vida y dignidad, de compromiso y tenacidad, de determinación y valentía, de complicidad y empatía... es sinónimo de nosotras. En consecuencia, en Comando no vas a “sacar fuerza”, sino descubrir esa fuerza en ti, en todas, sabiendo que no somos infalibles y que los golpes entran, las heridas sangran y las peleas cansan, pero que siempre resta un round más por pelear y sí lo podemos pelear. Respira. En ese sentido, precisamos de ti, de tu conciencia, responsabilidad, autocuidado y concentración, pues sin ello estás perdiendo el tiempo y nos lo estás haciendo perder a nosotras. Y si algo nos disgusta es perder el tiempo del entrenamiento... las colibríes vuelan de prisa. Tienes ocho segundos para salvar tu vida, ¿qué harías?

Hacer lo nuestro

¿De qué te quieres defender? ¿Qué quieres defender? Son preguntas que debemos formular, ensayar, probar el error, vivir el acierto. ¿Quiénes son Comando? Somos todas y somos muchas. Actitud, valentía y determinación son cualidades fundamentales en una colibrí que nos permiten seguir adelante en el camino de la guerrera y volar juntas, libres y locas, en un mismo cielo. ¿Qué propone Comando? Un constante flujo de transformación y revolución, sin límites ni fin, adaptable a cada medio ambiente en el presente en pro de existencias dignas para nosotras. ¿Cómo ha impactado el Comando? De una manera sencilla: el comando ha cambiado vidas, la propia, la de otras. Hoy tenemos dos escuelas en funcionamiento, hemos podido compartir con muchas mujeres elevadas a la . potencia a través de cursos, talleres, entrenamiento constante y estamos formando una segunda generación de instructoras. ¿Cuál es la promesa de Comando? Ante el poder opresor, nos presentamos con las manos vacías, sin armas. Pero si él trata de tocarnos una vez más, si nos obliga a defendernos, si es cuestión de vida o muerte, entonces aquí están nuestras armas, nuestra propia ley del puño, y con ellas haremos lo nuestro:

Nosotras estamos seguras que si hacemos lo que nos corresponde como mujeres, como feministas, como un grupo que a pesar de ser la mayoría de la población en el mundo es el grupo más vulnerable, si hacemos lo que nos toca seguramente podamos volver a habitar el bosque. Y esa es la apuesta: no queremos sobrevivir más porque para nosotras eso es vivir sobre la vida. Apostamos a vivir en la vida misma y por hacer de esa vida algo vivible. ¿Con una gota en el pico? Sí, con una gota en el pico (Garzón, 2015, Con una gota en el pico, 2).

Referencias bibliográficas

Au Au, Lobx (2017). Morir en México. San Cristóbal de Las Casas: Bloke Pepelero Transhumante.

Garzón Martínez, María Teresa (2015). Comando Colibrí: autodefensa feminista y autónoma en la ciudad de México. En Marcha: Una mirada popular y feminista de la Argentina y el mundo. Recuperado el 24 de noviembre de 2019 de: https://www.marcha.org.ar/comando-colibri-autodefensa-feminista-y-autonoma-en-la-ciudad-de-mexico/

Comando Colibrí (guion); Fondo Semillas (dirección) #Pelea como chica [Video promocional] México: producido por Fondo Semillas. https://www.youtube.com/watch?v=t16bHOkPc60

Gómez, Dorotea (2012). Mi cuerpo es un territorio político. Sin ciudad: Brecha Lésbica.

Hancock, Skip (2013). Mastering Kenpo: The Path to Excellence. Kenpo 2000. Recuperado del 1 de noviembre de 2019, de https://www.amazon.com.mx/Mastering-Kenpo-Path-Excellence-English-ebook/dp/B00EXQDTSC

Lejarazú, Darinka (2019). Nacer inofensiva, devenir guerrera. En Luchadoras. Recuperado el 20 de noviembre de 2019, de https://luchadoras.mx/nacer-inofensiva/

Moguel, Jessica (Guion, dirección) (2017). Comando Colibrí: autodefensa feminista. [Nota periodística] México: reportaje para Uno TV. https://www.unotv.com/noticias/portal/investigaciones-especiales/detalle/comando-colibri-autodefensa-feminista-544637/

Notas

1 Este texto ha sido articulado por la autora, pero sus letras son las voces de muchas Comando; en especial de Darinka Lejarazú y Sabina Díaz, a quienes les doy gracias eternas por creer, confiar y hacer posible el vuelo de las colibríes.
2 Abya Yala es el nombre dado al continente americano por el grupo originario Kuna, ubicados en lo que hoy se conoce como Panamá y Colombia, antes de la llegada de Cristóbal Colón y los europeos. Aquí lo uso como una apropiación política que busca la reconstrucción de un feminismo nuestroamericano autónomo y decolonial, en donde podamos narrar las historias desde nuestros propios referentes imaginados e imaginarios. 3 comandocolibri.red, contacto@comandocolibri.red. FB: ComandoColibri y Comando Colibri Lacandona. Twiter: @comandocolibri. Instagram: @comandocolibri
3 comandocolibri.red, contacto@comandocolibri.red. FB: ComandoColibri y Comando Colibri Lacandona. Twiter: @comandocolibri. Instagram: @comandocolibri
4 Esta es una leyenda que se puede encontrar en varias de las tradiciones orales de las culturas de la Abya Yala y también en África. Nosotras la hemos adoptado como nuestra propia fábula, ya que la misa da cuenta y representa lo que hacemos en calidad de proyecto político: “hacer lo nuestro” sin importar que tan grande sea la amenaza.


Buscar:
Ir a la Página
IR
Visor de artículos científicos generados a partir de XML-JATS4R por