Resumen: El revolucionario continental Ernesto Guevara (Che) resulta una de las personalidades señeras del siglo XX, cuyo accionar y pensamiento revolucionarios trascienden décadas y permanecen vigentes en el nuevo siglo y milenio. En octubre del 2017 se conmemoraron cincuenta años de la caída en combate del Che, quien aportó pronunciamientos vitales que contribuyen a la unidad de América Latina y el Caribe.El texto puesto a consideración pública analiza un sistema de ideas fundamentales del Che Guevara acerca del latinoamericanismo, que trasciende necesario para proyectos estratégicos integracionistas que ahora acontecen en Nuestra América, entre ellos: la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Unión de Naciones del Sur y la Alianza Bolivariana de las Américas.
Palabras clave:Ernesto Che GuevaraErnesto Che Guevara,América LatinaAmérica Latina,subdesarrollosubdesarrollo,unidadunidad,revoluciónrevolución,imperialismoimperialismo.
Abstract: The revolutionary leader, Ernesto Guevara (Che), whose revolutionary thoughts and actions transcend decades and remain current in the new century and millennium, has become one of the outstanding personalities of the XX century. In October 2017, there was a commemoration of the 50th anniversary of Che’s death in combat, in memory of this leader who provided vital pronouncements that contribute to the Latin America and the Caribbean unit. The text, submitted for public consideration, analyzes a system of Che Guevara’s fundamental ideas regarding Latin-Americanism, which are necessary for integrationist strategic projects that are currently taking place in Our America. Some of these projects are: the Community of Latin American and Caribbean States, the Union of Southern Nations, and the Bolivarian Alliance for the Americas.
Keywords: Ernesto Che Guevara, Latin America, underdevelopment, unit, revolution, imperialism.
Estado y Movimientos Sociales en Nuestra América
El latinoamericanismo de Ernesto “Che” Guevara. Algunas notas
Ernesto Guevara’s Latin-Americanism. Some notes about him
Recepción: 10 Julio 2017
Aprobación: 02 Mayo 2018
…Che había traspuesto el angosto horizonte de los nacionalismos criollos para transformarse en revolucionario continental. Nuestra América es la sobrepatria común y la lucha por su emancipación del dominio imperialista es una e indivisible. La vieja y nueva ruta de Bolívar, de San Martín, de Martí
Fuente: (Roa, 1977: 20-21).
Cuando se cumple medio siglo del asesinato de Ernesto Che Guevara resulta pertinente honrarlo, dada su capacidad para contribuir a una búsqueda fundamental: la liberación de Nuestra América. Volver al Che deviene necesario hoy cuando el latinoamericanismo enfrenta de manera frontal el embate práctico e ideológico de múltiples corrientes proimperialistas portadoras del panamericanismo, que toma nuevos aires y los sectores conservadores y reaccionarios del Norte revuelto y brutal, proyectan alzar muros para excluir, aún más, a la otra América pobre, múltiple, subdesarrollada.
El latinoamericanismo resulta un asunto cultural, ideológico, comercial, económico, social y político que tiene una importancia especial para el desarrollo de la vida sociopolítica de la comunidad latinoamericana y caribeña y de dicha comunidad frente a las complejidades de un orden internacional en transición. Él se manifiesta en las relaciones internas de las naciones de la región y las existentes entre ellas, los vínculos de la sociedad, los grupos, los individuos y las estructuras de poder en su sentido más amplio. Guarda una relación muy estrecha con la democracia y las vías regionales para enfrentar el subdesarrollo.
Dicha problemática tiene una importancia especial, pues la modificación de las relaciones entre las naciones, de éstas y sus pobladores, de éstas con los Estados Unidos y el resto de las potencias mundiales, ha estado en el centro de los objetivos legítimos de los pueblos de América Latina. Para la formación de las naciones del subcontinente como independientes fue un asunto decisivo. Por su condición de naciones excolonizadas, estas sociedades se han debatido en proyectos sociales y políticos que buscan la soberanía y la liberación y otros de subordinación y representación de intereses de alguna potencia extranjera.
Distintas coyunturas nacionales, regionales, hemisféricas y mundiales han transitado, desde aquel octubre de 1967; algunas parecieron, en su momento, confabularse para inhabilitar la valía instrumental de la acción y el pensamiento guevarianos que, no obstante, supieron resistir y vencerlos al emerger brújulas señeras en una comunidad mundial diversa y en permanente convulsión.
Al Che lo han estudiado desde disímiles perspectivas y a través de diversas facetas: teórico marxista (Tablada, 2007; Fernández, 2008; Kohan, 2008: 209-233; Martínez, 2012); paradigma de dirigente revolucionario (Borrego, 2001); revolucionario intachable (Anderson,1997); pensador político (Ariet, María, 2003); pensador económico (Tablada,1987); ejemplo ético (Chávez,1983), entre otras.
Además, el pensamiento y la acción revolucionaria de Ernesto Guevara ha sido objeto de atención en diversas investigaciones y por diversos autores. En el acápite “El Che Guevara y la filosofía de la praxis”, Néstor Kohan (2008) aporta algunos núcleos conceptuales del pensamiento teórico del Che desde su formación filosófica y la aprehensión del marxismo hasta la crítica al Diamat y al determinismo, las ideas filosóficas del socialismo no colonizado y la importancia para la construcción de éste de la moral comunista, del hombre nuevo y de la dirección económica. Sin embargo, este estudio resulta un poco débil respecto de la implantación práctica de dichos núcleos.
Por otro lado, Fernando Martínez Heredia (2012), en Las ideas y la batalla del Che, plantea una visión integral del Che donde discurre desde la formación de su pensamiento, asume que la Revolución Cubana es la base de su concepción sociopolítica y económica; además del papel de la teoría-práctica guevariana para la construcción del socialismo y su vigencia en los momentos actuales. El estudio citado peca de datos empíricos demostrativos de las ideas formuladas.
Peter McLaren (2000), en Che Guevara, Paulo Freire y la pedagogía de la revolución, profundiza la forma en que la pedagogía del Che y Freire puede construirse en base para la creación de acción crítica necesaria para impugnar y transformar las actuales relaciones globales de explotación y opresión. Dicho autor no presenta información relativa a los hechos históricos sino un nuevo contexto en el cual se revalora el legado de Ernesto Guevara, es decir, no expresa de modo histórico concreto dónde se materializa. Mientras que Jeff A. Larson y Omar Lizardo (2007) en Generations, Identities, and the Collective Memory of Che Guevara destacan el valor simbólico de la figura del Che en diversos grupos e individuos antisistema, especialmente en España; aspecto que reduce el alcance de dicho artículo.
El recorrido hecho en las líneas precedentes permite apreciar la necesidad de continuar explorando otras áreas componentes del pensamiento del Che, entre ellas su asunción del latinoamericanismo. El presente artículo se propone esbozar el sistema de pronunciamientos de Ernesto Che Guevara que contribuyen al latinoamericanismo. Los autores asumen el reto de hacer público este trabajo, alentados por el debate suscitado en torno al cincuentenario de la caída en combate del Che; quizás estas notas resulten interesantes o contribuyan, de una manera u otra, a dicho debate.
Las ideas del Che que tributan al latinoamericanismo forman parte del pensamiento latinoamericano emancipador. Ante la imposibilidad práctica de adentrarse en el proceso de formación de las ideas que trae el Che en el momento inicial de su incorporación a la dirección revolucionaria en Cuba, debe centrarse la atención en el fundamento de su concepción madura y esclarecer la relación interna y cohesión de sus propuestas, con los objetivos finales de la lucha revolucionaria continental planteados por él. Para ello se cuenta con suficiente material informativo en los textos de Ernesto Guevara y en los testimonios de sus colaboradores, en especial los aportados por Orlando Borrego (Borrego, 2001).
Para la realización del proceso investigativo se procedió a una selección de documentos guevarianos a partir de investigaciones previas y en curso, así como otros estudios precedentes realizados por Armado Chávez, Fernando Martínez y María del Carmen Ariet, que tienen un contenido valorativo general, pero que contribuyen, de modo colateral, a la comprensión de las aportaciones del Che al latinoamericanismo.
La selección de materiales de Ernesto Guevara pretendió abarcar textos que incluyeran los principales hitos en la formación de su pensamiento político que las periodizaciones historiográficas han considerado, así como los documentos más destacados de su producción teórica. No se prestó atención al punto de vista cronológico sino al contenido de las ideas expresadas y su valor para el objetivo asumido.
Se tomaron en consideración los siguientes textos: América desde el balcón afroasiático (setiembre-octubre, 1959), Cuba, ¿excepción histórica o vanguardia en la lucha contra el colonialismo? (abril, 1961), Intervención en la reunión del CIES (agosto, 1961), La influencia de la Revolución cubana en América Latina (mayo, 1962), Táctica y estrategia de la revolución latinoamericana (octubre-noviembre, 1962) y Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental (abril, 1967), entre otros.
Este estudio permitió consolidar criterios acerca de la permanencia de algunos elementos que tributan al latinoamericanismo expresados en el proceso de construcción del poder político, formulados durante el inicio de la Revolución cubana o en relación con ella.
Se buscó en estos documentos la presencia de testimonios y elaboraciones teóricas que permitieran considerar la existencia o no de líneas delimitadas de pensamiento en torno a América Latina, sus comunidades de pobladores, las luchas por la liberación, el combate por el desarrollo, el enfrentamiento contra el capitalismo y el imperialismo, especialmente el de Estados Unidos y la posición de diversas fuerzas políticas respecto de la soberanía latinoamericana y la Revolución en Cuba; así como frente a la integración de las naciones del subcontinente.
Simultáneamente, por necesidades de orden teórico, se indagó en documentos referidos a la analogía expresada por el Che de la experiencia cubana con otras propuestas de lucha por la liberación anticapitalista, la boliviana en particular; esto se realizó con el fin de establecer la permanencia o no de lo encontrado en el análisis de los documentos relativos al latinoamericanismo como elemento cardinal de la política exterior cubana.
La necesidad teórica referida anteriormente es la siguiente: el pensamiento del Che se caracteriza por una notable integralidad teórica. Cada asunto tratado está vinculado orgánicamente a una comprensión del lugar del hombre en la transformación social, en la búsqueda por la dignificación y la liberación humana.
En el texto se comprende el sistema de ideas que tributan al latinoamericanismo a partir de tres líneas complementarias: 1) la lucha continental por la liberación, 2) el proceso de establecimiento y consolidación de la política exterior de la Revolución cubana y su proyección latinoamericanista y 3) la función de la comunidad de habitantes de América Latina en la lucha mundial por la liberación.
Aunque el pensamiento del Che se caracteriza por integrar estos tres momentos a partir de una visión teórica única de la revolución social como proceso, se estima metodológicamente oportuno distinguirlos a partir de la sustancia real de cada uno de ellos, la que le confiere particularidades a los juicios concretos emitidos por el Che.
Lucha continental de una parte, la Revolución cubana y su apoyo a las causas más justas del subcontinente y la lucha revolucionaria mundial son tres momentos distintos que modulan el latinoamericanismo a partir de la circunstancia propia en que se proyectan las latinoamericanas y los latinoamericanos respecto de la construcción de una sociedad y una América Latina nueva. No obstante, al estar unidos en una concepción integrada de la revolución social como proceso continuo, emergen características del sistema de ideas propias del pensamiento del Che como totalidad.
Che asimila al imperialismo, especialmente el norteamericano, como enemigo permanente de los pueblos latinoamericanos, cuestión identificada mucho antes por diversos pensadores y políticos del subcontinente tales como: Bolívar, José Martí, Benito Juárez, Augusto César Sandino; tal identificación ha influido en los factores constitutivos de la soberanía en las naciones de América Latina. El Che advierte la profunda influencia cultural, económica, ideológica y política de los Estados Unidos y de la responsabilidad de esta potencia en la acentuación del subdesarrollo de las naciones del subcontinente.
Ernesto Guevara deviene continuador del latinoamericanismo afín con los intereses legítimos de los sectores más humildes y vilipendiados de los pueblos: no solo es teórico sino práctico, en tanto su búsqueda política era a escala continental (Martínez, 2012: 39). Su vocación latinoamericanista tiene un fundamento expresivo, como toda su actuación, por las formulaciones que hace, convertidas en guías para su proceder. Su latinoamericanismo no resulta un campo de intelección y de práctica política aislado sino que se articula con el abordaje de las cuestiones internacionales, del anticapitalismo, el internacionalismo, la defensa de la Revolución cubana, el anticolonialismo y la lucha por liberación y el socialismo.
Si para el Che, aunque pareciera ridículo, el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor (Guevara,1988: 26), él como verdadero revolucionario muestra su amor por los oprimidos del mundo, especialmente por los de América Latina; no solo lo manifiesta desde el discurso encendido y vibrante en diferentes foros, entre ellos la Asamblea General de las Naciones Unidas, sino en sus combates armados ofreciendo su generosa sangre.
Las ideas del Che que tributan al latinoamericanismo se expresan en las críticas al capitalismo y las posibilidades de las luchas revolucionarias por la creación de sociedades nuevas, con una humanidad libre y plena que despliegue sus capacidades para transformar la realidad y transformarse a sí misma.
El Che examina el mundo que le toca vivir y el lugar que debe ocupar Nuestra América, la irredenta (Guevara, 1959: 1), desde las posiciones y aspiraciones, objetivos, potencialidades, posibilidades y los problemas de los revolucionarios en la región, y lo hace con un elevado nivel de objetividad y calidad expositiva.
Va al centro de las cuestiones relacionadas con la lucha revolucionaria por diferentes áreas geográficas de América Latina, de sus implicaciones y consecuencias para el devenir continental y mundial con sentido crítico al señalar deficiencias y debilidades y deja al desnudo su toma de distancia con aquellos asuntos con los cuales no coinciden sus razonamientos y sus convicciones (Guevara, 1962a). Los análisis guevarianos tienen un profundo contenido de honestidad y revelan resultados realistas y una elevada exactitud.
Realiza un exhaustivo análisis del subcontinente de los sistemas de dominación, luchas y perspectivas de liberación existentes, para ello se auxilia de precisiones, visualiza tendencias, realiza sugerencias y ofrece un cuadro integral de la región, fruto de observaciones directas contenidas por más de diez años de andar por estas tierras latinoamericanas. Profundiza en los rasgos generalizables y las tendencias a diferentes plazos a nivel regional y de cada país en específico (Guevara, 1962b).
El latinoamericanismo del Che resulta militante revelándose y concretándose tanto en su pensamiento, en las ideas, como en su práctica revolucionaria conjugándose en la praxis de lucha por la liberación del ser humano que, por sus objetivos y alcances, está unida a la lucha por la democracia y el socialismo. Guevara ejerció un latinoamericanismo como deber que preconizó y puso a disposición de la lucha por la liberación de las latinoamericanas y los latinoamericanos lo más valioso que le estaba permitido dar: su vida, su sacrificio (Guevara, 1967: 372).
Frente a lo/a (s) que tildaron y tildan al Che de aventurero mitológico y utópico (Kohan, 2008: 210), él mismo responde: “Sépase que hemos medido el alcance de nuestros actos y que no nos consideramos nada más que elementos” (Guevara, 1967: 372). El Che estaba consciente de que la lucha iba ser muy difícil, por cuanto la liberación mundial demandaba la destrucción del imperialismo mediante la eliminación de su baluarte más fuerte: el dominio imperialista de los Estados Unidos de América del Norte (Guevara, 1967: 371).
La proyección instrumental del sistema de ideas guevarianas que contribuyen al latinoamericanismo tiene en cuenta la actitud de referentes sociales y políticos en particular, las masas populares, las y los líderes políticos, autoridades, desde el punto de vista gnoseológico, ideológico y político, en la búsqueda de soluciones efectivas que permitan la construcción, reproducción y consolidación de una América Latina nueva, integrada por hombres y mujeres libres, más plenos y plenas que transformen la realidad y a sí mismos, donde los seres humanos alcancen su emancipación.
Luego de estas líneas, a modo de punto de partida, para continuar el esbozo del sistema de pronunciamientos de Ernesto Che Guevara que contribuyen al latinoamericanismo, en el próximo acápite trataremos de revelar nuevas ideas guevarianas que tributan al objetivo asumido. Dicho sistema de ideas emerge como alternativa en confrontación con teorías, conductas y hechos de la práctica política directa. Por eso responde a las necesidades que en este terreno alcanzan madurez en las diferentes etapas del desarrollo histórico, dialécticamente contradictorio de la lucha revolucionaria continental y mundial y forma parte inseparable del sistema de su pensamiento político y humanista.
La evaluación del papel de la comunidad de habitantes que pueblan América Latina en el curso de la lucha mundial por la liberación también resulta un elemento teórico-práctico del pensamiento del Che, lo cual se esclarece en la medida que se adentra en el análisis de sus formulaciones, en la concepción del internacionalismo, en la instrumentación y aplicación de su estrategia y táctica de liberación continental. Este rol está fundamentado por la cercanía de estas naciones a los Estados Unidos, líder del imperialismo y donde “...el imperialismo necesita asegurar su retaguardia” (Guevara, 1961b: 45).
El latinoamericanismo, para el Che, adquiere importancia esencial en la búsqueda del desarrollo por cuanto la unidad de los pueblos que integran Nuestra América debe expresarse en la esfera económica, en su posición respecto al acceso al financiamiento externo; en sus reflexiones, conjuga el alcance de la soberanía política con la soberanía económica; en los exámenes, no separa la política de la economía, sino que las articula (Guevara, 1961b).
Existen dos elementos integradores que subyacen en el sistema de ideas que tributan al latinoamericanismo que Ernesto Che Guevara formuló. De una parte, la concepción del hombre y la mujer que pueblan América Latina como entes sociales auténticos, dotados de rasgos morales básicos para su comportamiento social e individual. Las fuentes de esa concepción integral deben ser estudiadas con mayor agudeza y sistematicidad, pero coinciden con el pensamiento humanista latinoamericano y argentino, como el caso de la obra de José Ingenieros, el pensamiento progresista cubano de Félix Varela, José Martí y Fidel Castro Ruz. Ha sido una idea predominante del pensamiento revolucionario latinoamericano en política: el vínculo de ésta con la moral. Desde los primeros momentos de la participación del Che como dirigente en la insurrección cubana, se observa la presencia de estas ideas. Che coincide con ideas rectoras del pensamiento político progresista cubano y es uno de sus promotores en su tiempo: en particular, la concepción de la necesidad de dotar a la política de un profundo contenido ético, de hacer con los actos lo que se dice en el discurso, de resultar consecuentes en el actuar público con el privado.
De otra parte, la subordinación de los medios para construir la sociedad socialista, a los fines últimos de la lucha. La búsqueda de vías específicas donde lo moral y político regulen el proceso de construcción del hombre y las sociedades nuevas. Indudablemente subyace en sus ideas que tributan al latinoamericanismo una concepción del hombre y la mujer americanos como entes activos y rectores de las transformaciones sociales, portadores genuinos de ideales que se realizan a partir del impulso que las propias individualidades, al actuar mancomunadamente, le confieren al proceso social. Su convocatoria a construir una relación de participación entre dirigentes y dirigidos-dirigidas donde ambos extremos del proceso son igualmente activos parten de un objetivo común superior a cada uno de ellos: la transformación revolucionaria de la sociedad para realizar ideales comunes concretos y moralmente adecuados. De ahí la ética del deber y el compromiso social que deben estar en la base de la relación, y son imprescindibles en la acción de las y los dirigentes revolucionarios.
Se comprende la moralidad y la participación social a partir de los objetivos sociales del mejoramiento de la sociedad humana y el hombre: la perspectiva socialista actúa como eje central de las nuevas relaciones que se promueven entre la comunidad latinoamericana. Las ideas del Che tienen un fundamento propio en la concepción del socialismo elaborada por él en el transcurso del proceso de construcción socialista en Cuba y su labor internacionalista.
En el latinoamericanismo del Che la Revolución cubana no resulta una excepción histórica en el contexto de América Latina, sino un hecho de extraordinarias características, profundas raíces y de transcendentales consecuencias para el destino de los movimientos progresistas del continente (Guevara, 1961a: 21).
El Che logra descubrir las tres fuerzas principales que se oponen, en el contexto histórico que le tocó vivir, a las revoluciones populares en América Latina:
Un imperialismo desesperado e histérico, decidido a emprender toda clase de maniobras y a dar ramas y hasta tropas a sus títeres para aniquilar a cualquier pueblo que se levante; un latifundismo feroz, inescrupuloso y experimentado en las formas más brutales de represión y una gran burguesía dispuesta a cerrar, por cualquier medio, los caminos a la revolución popular (Guevara, 1961a).
La vocación latinoamericanista del Che se hace patente cuando articula fines y medios en correspondencia con la táctica y la estrategia adoptada en la cuestión de la lucha por acceder al poder político. En este camino señala el papel históricamente asumido por las fuerzas armadas, los ejércitos, dada su función como instrumento regresivo y represivo frente a los procesos de cambio. Enfoca el poder político como medio de transformación social en tanto si no se alcanzan “…todas las demás conquistas son inestables, insuficientes, incapaces de dar las soluciones que se necesitan, por más avanzadas que puedan parecer” (Guevara, 1961a: 33).
En la lucha por la toma del poder en la región, aconseja tener en cuenta todas las variantes tácticas, por cuanto “… la real capacidad de un revolucionario se mide por el saber encontrar tácticas revolucionarias adecuadas en cada cambio de la situación, en tener presente todas las tácticas y en explotarlas al máximo” (Guevara, 1961a: 33). Por ello considera error imperdonable desestimar el provecho que puede obtener el programa revolucionario de un proceso electoral dado, del mismo modo critica limitarse solo a lo electoral; reconoce incluso la lucha armada como medio posible a evaluar aunque recalca que la vía pacífica es la más ideal y por la que se debe luchar para alcanzar el desarrollo económico (Guevara, 1961d: 156).
El Che predice, en el contexto histórico-concreto de los años 60 del siglo XX, la posibilidad de nuevas revoluciones dado el enfrentamiento a los Estados Unidos, las fuerzas opuestas podían utilizar las contradicciones entre el régimen capitalista y las y los pobladores explotados del subcontinente, quienes cansados de esperar por la solución de sus problemas históricamente acumulados podrían rebelarse (Guevara, 1961b).
En su intervención en la reunión del CIES, 16 de agosto de 1961, el Che no solo limita la solución de los problemas del subdesarrollo o más claramente, de distorsión o deformación económica, al área financiera o a la libre empresa, sino que va a lo sustancial de la cuestión: “…nosotros hemos insistido en que solamente un cambio en la estructura total, en las relaciones de producción, es lo que puede determinar que se creen, de verdad, condiciones para el progreso de los pueblos” (Guevara, 1961c: 132).
El tiempo trascurrido da muestras de la veracidad de las formulaciones guevarianas: a la distancia de más de cincuenta años, América Latina resulta la región del mundo donde se distribuye la riqueza de forma más asimétrica (Bárcena y Byanyima, 2016). De ahí la insistencia del Che en la importancia del desarrollo económico como medio para alcanzar el desarrollo social en toda su plenitud con el objetivo de la dignificación del hombre:
…El desarrollo social es algo realmente imprescindible y es por lo que todos luchamos. Es prácticamente ridículo pensar que solamente se va a luchar por el desarrollo económico simple y que va a ser el desarrollo económico en sí un fin. Eso no es así. El desarrollo económico es nada más que el medio para lograr el fin, que es la dignificación del hombre (Guevara, 1961d: 144-145).
Dentro del sistema de ideas que conforman la vocación latinoamericanista del Che, resalta la identificación del valor de la solidaridad y el internacionalismo entre la comunidad de naciones latinoamericanas, critica el asilamiento existente entre estas naciones y cómo no se aprovechan en toda su potencialidad los mercados existentes en el subcontinente. Cuestiona por qué han aislado unos pueblos de otros; por qué los héroes continentales, entre ellos: Artigas, Martí, Bolívar, San Martín, no alcanzan esa magnitud real; se reduce su valía a determinados pueblos, se discute la impronta de uno en detrimento de otro y a quién pertenecen en realidad.
El Che sostiene que los héroes latinoamericanos:
…Son productos de nuestra civilización, de nuestro sustrato cultural (…) de todo lo que ha madurado durante años y años, de lo que se ha agregado al indígena primitivo, con el negro que se trajo, con el español que vino a colonizar las razas de otros lugares del mundo, por nuestras condiciones sociales específicas y que han creado este hombre americano que habla prácticamente el mismo lenguaje, y que de todas maneras se entiende siempre en cualquier lugar donde se exprese (Guevara, 1961d: 154).
Aporta el papel de la contribución de Cuba para concientizar el valor del internacionalismo y la solidaridad como necesidad vital para el avance de América Latina. Del contacto, relaciones e intercambio con los pobladores latinoamericanos extrae una reflexión metodológica que guía su acción revolucionaria hasta sus últimas consecuencias: “…nuestro compromiso ha trascendido las fronteras de nuestra isla… se ha afincado en muchos lugares de América (…) debemos perfeccionarnos todos los días, cada vez con más ahínco, para ser dignos de ese compromiso que hemos contraído” (Guevara, 1961d: 157).
Guiado por sus definidos criterios acerca de la importancia de la unidad latinoamericana, pudo apreciar la importancia del estudio de América Latina para que los pueblos del subcontinente se conocieran más, tuvieran un mayor acercamiento, aprendieran mejor su historia y sus relaciones. La convocatoria del Che a realizar este estudio significaba “…estudiar la penetración imperialista es decir, estudiar su economía; allí verán los gérmenes de todo lo que está ocurriendo hoy” (Guevara, 1962a: 223).
En Mensaje a los pueblos del Mundo a través de la Tricontinental, Ernesto Guevara predice cómo será y cómo debe ser la lucha por la liberación en América Latina; aflora el carácter prospectivo de su análisis revolucionario en tanto deviene estratega y visionario a partir de la exigencia de los hechos, la correlación de condiciones objetivas y factores subjetivos donde jerarquiza la actuación en la construcción de la situación revolucionaria mediante la acción consciente y organizada de las masas, necesaria para alcanzar la liberación gradual de los pueblos, uno a uno o por grupos (Guevara, 1967: 371).
Pero la lucha por la liberación latinoamericana sería muy larga y cruenta; si bien el Che identifica múltiples condiciones no solo de Cuba sino continentales para llevar a cabo la lucha revolucionaria, reconoce el elevado grado de dificultad para ejecutarla, luego de la Revolución cubana: “…existieron ciertas condiciones, que no eran tampoco específicas de Cuba, pero que difícilmente serán aprovechables de nuevo por otros pueblos, porque el imperialismo, al contrario de algunos grupos progresistas, sí aprende con sus errores” (Guevara, 1961a: 23).
El Che señala un conjunto de factores culturales y políticos que unificando a las pobladoras y los pobladores de América Latina, los hacen identificarse de forma clasista, más que en otras regiones geográficas, entre ellos, “lengua, costumbres, religión, amo común” (Guevara, 1967: 365). Junto con determinadas condiciones objetivas que caracterizan a estas naciones, entre ellas: “El grado y las formas de explotación son similares en sus efectos para explotadores y explotados de una buena parte de los países de Nuestra América” (Guevara, 1967: 365).
La acción determinante de los pueblos de América Latina, a través de su lucha revolucionaria, en los destinos de la liberación mundial le otorga una función estratégica a estos pobladores, por su cercanía geográfica a los Estados Unidos y donde tiene su base de sustentación fundamental, por ello remarca concientizar a los pueblos en los riesgos asumidos pero esta lucha resulta la única posibilidad de alcanzar la victoria: “Eso significa una guerra larga. Y, lo repetimos una vez más, una guerra cruel. Que nadie se engañe cuando la vaya a iniciar y que nadie vacile en iniciarla por temor a los resultados que pueda traer para su pueblo. Es casi la única esperanza de victoria” (Guevara, 1967: 371).
El Che logra realizar un pronóstico a partir de examinar factores culturales, políticos y condiciones objetivas para prever lo que llama “revolución social en América”:
Nosotros hemos diagnosticado y previsto la revolución social en América, la verdadera, porque los acontecimientos se están desarrollando de otra manera, porque se pretende frenar a los pueblos con bayonetas, y cuando el pueblo sabe que puede tomar las bayonetas y volverlas contra quien las empuña, ya está perdido quien las empuña (Guevara, 1961b: 62)
Para el Che el latifundio, la actitud depredadora del capital, especialmente el de los monopolios estadounidenses, van unidos exacerbando las condiciones de dependencia y subdesarrollo de América Latina (Guevara, E., 1961a: 27). El latifundio, a través de sus conexiones con el imperialismo, plasma, completamente el llamado subdesarrollo manifestado en los bajos salarios y el desempleo (Guevara, 1961a: 28).
El Che no construye modelos abstractos del subdesarrollo, sino que sintetiza en un modelo ideal los rasgos que lo caracterizan en América Latina. La definición de su concepto del subdesarrollo resume su visión de esta problemática como deformación crónica y distorsionada:
Un enano de cabeza enorme y tórax henchido es subdesarrollado en cuanto a que sus débiles piernas o sus cortos brazos no articulan con el resto de su anatomía; es el producto de un fenómeno teratológico que ha distorsionado su desarrollo. Eso es lo que en realidad somos nosotros, los suavemente llamados subdesarrollados, en verdad países coloniales, semicoloniales o dependientes. Somos países de economía distorsionada por la acción imperial, que ha desarrollado anormalmente las ramas industriales o agrícolas necesarias para complementar su compleja economía. El subdesarrollo, o el desarrollo distorsionado, conlleva peligrosas especializaciones en materias primas, que mantiene en la amenaza del hambre a todos nuestros pueblos. Nosotros, los subdesarrollados, somos también los del monocultivo, los del monoproducto, los del monomercado. Un producto único cuya incierta venta depende de un mercado único que impone y fija condiciones, he aquí la gran fórmula de la dominación económica imperialista, que se agrega a la vieja y eternamente joven divisa romana, divide e impera (Guevara, 1961a: 27).
Por todo lo que han revelado las líneas precedentes hoy el Che si alguien le interrogara si es un aliado en la lucha por la concreción de los sueños latinoamericanistas de varias generaciones, tal vez le respondería como a los afroasiáticos: “…soy otro hermano, otro entre la multitud de hermanos de esta parte del mundo que espera con ansiedad infinita el momento de consolidar el bloque que destruya, de una vez y para siempre, la presencia anacrónica de la dominación colonial”(Guevara, 1959: 4).
Lo que distingue al Che es que no necesitaba probar de hecho su latinoamericanismo luego del triunfo de la Revolución cubana, por cuanto a lo largo de su vida tanto como médico, profesor, fotógrafo, combatiente revolucionario, entre otras facetas, lo había mostrado. Después de vivir casi siete años de triunfo revolucionario en Cuba, al que contribuyó como guerrillero heroico y dirigente excepcional, deja a un lado sus cargos, el valor desafiante de su ejemplo y la condición de ciudadano otorgada por un pueblo que lo tomó como un hijo para retomar el fusil en la lucha por la liberación de los pueblos de Nuestra América, como contribución a la revolución mundial contra el imperialismo. Por demás, Ernesto Guevara fue también un pensador, un hombre con una elevada capacidad intelectiva desarrollada en pocos intermedios de las disímiles batallas libradas por él.
Innegablemente, el latinoamericanismo resulta un rasgo tanto teórico como práctico que caracteriza al Che como revolucionario continental, pero, a la vez, lo distingue en tanto lo asume no como un componente de los nacionalismos criollos regionales, sino como cualidad intrínseca de revolucionario que actúa en medio de la lucha por la liberación humana de su enemigo principal: el imperialismo, quien por su naturaleza depredadora y destructiva ha conducido a la naturaleza a un callejón sin salida donde se cuestiona, por primera vez en la historia, la sobrevivencia de la especie humana.
Es posible referirse actualmente a la validez de las ideas de Ernesto Che Guevara que tributan al latinoamericanismo no porque él se propusiera elaborar un esquema o patrón al cual debía ajustarse la realidad latinoamericana o las mujeres y los hombres de su época, sino porque reflejó, en múltiples obras –artículos, documentos programáticos, discursos, entrevistas, cartas– su concepción acerca de la lucha de América Latina por la liberación y la dignificación humana, el papel de la unidad y la solidaridad latinoamericana en la lucha contra la dominación estructurada de siglos de colonialismo y de penetración imperialista y la sustantiva función de los pueblos de Nuestra América en la revolución mundial por los objetivos de las mayorías históricamente vilipendiadas y oprimidas.
Los aspectos que definen las ideas del Che que tributan al latinoamericanismo deben ser considerados íntegramente como una unidad pues constituyen un sistema de acciones, medios de lucha, formulaciones tácticas y estratégicas, decisiones, consejos, alertas y exámenes que traería aparejadas no solo la dignificación y la liberación en el continente americano, sino que contribuiría a la revolución mundial en beneficio de los más.
Ello implicaba un cambio radical en los métodos y objetivos de las fuerzas revolucionarias que debían proponerse una vez tomado el poder político, liquidar los vínculos de dependencia económica, realizar una profunda reforma agraria en detrimento del latifundio, socializar la propiedad, enfrentarse a los monopolios imperialistas y establecer lazos comerciales, económicos, políticos, culturales, sociales con sus hermanos y hermanas de Nuestra América en tanto la lucha contra la opresión era una; uno el enemigo principal: el imperialismo en todas sus manifestaciones, en especial, el norteamericano que, por su cercanía, había que golpearlo constantemente.
El estudio del sistema de ideas del Che que tributan al latinoamericanismo posee marcada actualidad. Hoy, América Latina transita por momentos definitorios; en la trayectoria se distinguen dos caminos opuestos: a) la concertación de varios gobiernos y estados de organismos regionales de unidad e integración; b) el panamericanismo y la formulación de fines integracionistas en organismos transnacionales extrarregionales. Este complejo escenario recibe, además, el desafío que implica el enfrentamiento a nuevos modos de hacer política frente a un adversario que ahora apuesta por construir muros para tomar distancia, cada vez más, de sus vecinos del Sur.
Ante esta realidad, el Che recobra vida a través de su pensamiento, su reincorporación exige acciones, compromiso con los oprimidos y, ante todo, solidaridad e internacionalismo militante a nivel continental, ¿acaso nuestras tierras han dejado de ser el campo de batalla de las guerras interimperialistas? ¿Ha dejado de tener valía instrumental el sistema de ideas guevarianas que tributan al latinoamericanismo hoy? A pesar de la distancia de cincuenta años de su asesinato, el Che señala el camino de los héroes continentales a los que se incorporó sin proponérselo, pero asumió una práctica revolucionaria consecuente hasta sus últimas consecuencias.
Se asume el siguiente fragmento expresado por Armando Hart, donde refleja la utilidad de su pensamiento y ejemplo guevariano, así como la necesidad de tomarlo como referente para continuar la lucha emancipadora en Nuestra América:
Che Guevara, que es un mito del siglo XX, representa lo que quedó olvidado o al margen por las ideas socialistas de la centuria recién concluida, es decir, la necesidad de la ética, el valor de la utopía. El Che simboliza el sello que necesita el siglo XXI de relacionar la ciencia con la utopía, representa, a la vez, el dolor y la miseria de millones de seres humanos. Estos grandes mitos se encarnan en hombres, y son los grandes hombres, como figuras excepcionales, los que nos sirven para medir y caracterizar una época (Hart, 2003).