Resumen: El artículo analiza un conjunto de producciones audiovisuales realizadas en ocasión del primer Paro Internacional de Mujeres (#8M 2017). Desde herramientas provenientes de los estudios visuales y la teoría fílmica feminista, el trabajo toma en consideración una serie de audiovisuales que circularon por redes sociales, realizados por diferentes actores sociales de la ciudad de Buenos Aires: colectivos de artistas independientes, agrupaciones feministas y de mujeres, partidos políticos de izquierda y medios de comunicación alternativos, ya sea con antelación al 8M, dirigidos a la difusión de la convocatoria, como también aquellos producidos a lo largo de la jornada de reclamos.
Palabras clave:Paro Internacional de MujeresParo Internacional de Mujeres,audiovisualesaudiovisuales,tecnologías de información y comunicacióntecnologías de información y comunicación,#8M#8M.
Abstract: The article analyzes a group of audiovisual productions made in the first International Women’s Strike (#8M 2017). Based on tools both from visual studies and from the feminist film theory, the present work takes into consideration a series of audiovisuals that circulated through social networks, made by different social actors of the city of Buenos Aires, such as: groups of independent artists, women’s and feminist groups, left wing political parties, and alternative means of communication, either in advance of the 8M, aimed at disseminating the call, or those produced throughout the day of complaints.
Keywords: International Women’s strike, audiovisual, information and communication technologies, #8M.
Comunicación, Arte y Cultura
“Vivas y libres nos queremos”, “Nosotras paramos”. Una cartografía de producciones audiovisuales en torno al primer Paro Internacional de Mujeres
“We want to be free and alive”, “We strike”. A cartography of audiovisual productions about the first International Women’s Strike
Recepción: 20 Junio 2018
Aprobación: 23 Julio 2018
El 8 de marzo de 2017 se llevó a cabo el primer Paro Internacional de Mujeres (conocido bajo el hashtag #8M), un acontecimiento extraordinario de paro y movilización que articuló la adhesión de mujeres de 57 países, junto a las saharauis y las de Kurdistán. La conmemoración del 8 de marzo como Día Internacional de las Mujeres cuenta con una vasta trayectoria activista en movimientos de mujeres y feministas del mundo, y adquirió un impulso renovado desde fines de los 60 en el contexto de la segunda ola feminista de los países “del Norte”, mientras que en los países latinoamericanos, en particular del cono Sur, las acciones colectivas pudieron ser retomadas recién en los años 80, una vez recuperadas las democracias formales. A partir de entonces, de modo paulatino, el 8 de marzo se instituyó como una fecha clave del activismo de mujeres y feminista a nivel internacional y, a la vez, como un espacio de resistencia a la cooptación propiciada por el consumismo capitalista como día de festejo y agasajo de féminas.
La histórica articulación del #8M en 2017 contó entre sus antecedentes inmediatos con dos paros nacionales: por un lado, el realizado por las mujeres en Polonia en octubre de 2016, para frenar la avanzada conservadora sobre los derechos adquiridos, especialmente respecto del aborto; por otro lado, el de la Argentina, también en octubre de 2016, para reclamar por el cese de los femicidios y de la violencia hacia mujeres y jóvenes. Fueron experiencias de movilización masiva con gran repercusión mediática internacional y en redes sociales. Asimismo, como gesta inspiradora, es importante mencionar el paro de mujeres de Islandia de 1975, en pleno auge de la segunda ola feminista, cuando decidieron no concurrir a sus trabajos remunerados y no realizar quehaceres domésticos ni de cuidados, para colocar en el centro de la discusión pública su contribución colectiva a la sostenibilidad de la vida, sin reconocimiento del Estado, de las empresas, de las instituciones ni de los varones.
El proceso organizativo del #8M abarcó un período de cuatro meses, con acciones combinadas entre repertorios en las redes y en la calle (on y off line), tras un intenso trabajo de coordinación desde tecnologías digitales a distinta escala (Laudano, 2018), con especial énfasis en la utilización de dos plataformas comerciales dentro de las llamadas redes sociales, Facebook y Twitter. En el primer caso, por el incuestionable predominio de su uso a escala global; en el segundo, por haber logrado visibilidad en la esfera pública ampliada mediante acciones puntuales de incidencia respecto de diferentes temáticas, en (cíber)regiones y en idiomas distintos (Akyel, 2014; Rodino-Colocino, 2014; Laudano, 2016, 2017). En la Argentina, tras un proceso organizativo mixto, que implicó la difusión desde diferentes medios tradicionales y redes sociales, junto a la participación en asambleas en unas 60 localidades, se registraron movilizaciones en al menos 105 localidades a lo largo del país, con reclamos históricos de la agenda del movimiento de mujeres y del feminismo.
Teniendo en cuenta el recorrido histórico preliminar, el objetivo del artículo es analizar un conjunto de producciones audiovisuales realizadas en ocasión del primer Paro Internacional de Mujeres en la Argentina. Para ello, el encuadre teórico y metodológico retoma herramientas provenientes de los estudios visuales y de las teorías fílmicas feministas, a fines de indagar los procesos de construcción de lo visible y de lo audible (Pollock, 2013; Mulvey, 2007; de Lauretis, 1996; Kuhn, 1991; Kratje, 2018). Se examinan los aspectos audiovisuales, narrativos y socioculturales que despliegan diferentes imaginarios sexuales y estéticos para figurar el reclamo del 8 de marzo de 2017. Dicho enfoque implica considerar que las producciones audiovisuales constituyen un campo de disputa en la producción semiótica con respecto al género, entendido como el producto de diversas tecnologías sociales y de discursos institucionalizados, de prácticas críticas y de la vida cotidiana. Así, pues, siguiendo a Teresa de Lauretis, el género no refiere a una propiedad de los cuerpos, sino a los “efectos producidos en los cuerpos, los comportamientos y las relaciones sociales, en palabras de Michel Foucault, por el despliegue de una tecnología política compleja” (1996:8).
El trabajo toma en consideración una serie de audiovisuales que circularon por redes sociales (principalmente, Facebook, Twitter, Youtube y Vimeo), realizados en la Ciudad de Buenos Aires por los siguientes actores sociales: 1. colectivos de artistas independientes; 2. agrupaciones feministas y de mujeres; 3. partidos políticos de izquierda; 4. medios de comunicación alternativos. Los materiales incluyen algunos videos hechos con antelación al #8M, dirigidos a la difusión de la convocatoria, y otros producidos a partir de imágenes registradas durante la jornada de reclamos.
El motivo por el que estas piezas fueron reunidas es el despliegue de diferentes estrategias enunciativas, retóricas, discursivas y estéticas en torno a la puesta en escena de los argumentos, de las razones y de las pasiones movilizadas por cada agrupación para interpelar a sus respectivos auditorios. En esta dirección, el criterio adoptado para la constitución del corpus responde al presupuesto de que se trata de una muestra de materiales heterogéneos que resultan valiosos para el estudio de la historia reciente del activismo feminista. El análisis toma como guía las siguientes preguntas generales: ¿Cómo se construyen las posiciones de la mirada y de la escucha? ¿De qué modos se presentan las tramas narrativas y argumentativas? ¿Qué estados afectivos se materializan? ¿Cómo se construye el campo de fuerzas a partir de los elementos visuales y sonoros que definen los aspectos expresivos de los audiovisuales? ¿Cuáles son los estados de ánimo que se convocan? Nuestra premisa es que la fuerza de resistencia de las piezas comunicacionales que se analizan reside en su capacidad de establecer una distancia con las representaciones visuales hegemónicas.
El interés por explorar los discursos audiovisuales supone reconocer que estos constituyen un territorio para las intervenciones feministas, tal como afirma Annette Kuhn: “Una de las mayores contribuciones teóricas del movimiento feminista ha sido su insistencia en el valor significativo de los factores culturales” (1991: 18).
En efecto, siguiendo a Griselda Pollock, “una intervención feminista excede la preocupación local por ‘la cuestión femenina’ y pone al género en una posición central dentro de los términos de análisis histórico (siempre en conjunto con otras estructuraciones como la clase y la raza, que se influyen mutuamente)” (2013: 37). Se trata, por lo tanto, de aportar a la indagación del género como tecnología social y del audiovisual como tecnología de género, en el marco de la crítica de los modos de representación y de las implicaciones económicas, sociales, políticas y culturales de las imágenes con respecto a la memoria del movimiento de mujeres y del feminismo en la Argentina.
Combinado Argentino de Danza (CAD) es una compañía independiente de artistas, integrada por bailarinxs, músicxs, escenógrafxs, DJ, cuya característica principal es la mixtura de lenguajes expresivos: música, danza, videoclip. Sus intervenciones circulan con distintos formatos y por lugares diversos, tales como el audiovisual, el teatro y la vía pública. Grito fuerte2 es un video-arte, dirigido por Andrea Servera y producido por Sebastián Schachtel, realizado para convocar al Paro Internacional de Mujeres de 2017. Su construcción desenvuelve una estética distintiva del videoclip, un género que apela a la intertextualidad y a la sinestesia entre imagen y sonido (Roncallo Dow, Sergio, y Uribe-Jongbloed, Enrique, 2017), ya sea para registrar una presentación en vivo, exponer un audiovisual que recurre a formas de experimentación audiovisual o, como en este caso, para narrar una breve historia. De comienzo a fin, suena una canción (compuesta por Lisa Schachtel) que, en su fusión de estilos del rap, del hip-hop y del folclore latinoamericano, recuerdan a la banda puertorriqueña Calle 13. La lírica y la historia contada en imágenes guardan entre sí una relación de correspondencia, al tiempo que el ritmo del montaje y la velocidad vertiginosa de los movimientos de cámara acompañan la trama musical.
El videoclip presenta una modalidad de crítica social a través de un hilo narrativo sencillo que se dirige a desnaturalizar la mirada como un régimen escópico (Mulvey, Laura, 2007) en el que intervienen procesos de percepción visual atravesados por relaciones de poder: la cámara representa a un personaje masculino que circula por la calle acechando a un grupo de mujeres adolescentes que pasean por la vereda, a quienes empieza a perseguir con la atención puesta en sus cuerpos enfocados desde atrás, privilegiando la altura de la cola (que se destaca por el uso de shorts y de minifaldas). En cuanto intenta acercarse, evocando un gesto fácilmente reconocible como una forma de acoso sexual callejero, ellas se dan vuelta y lo miran de frente, paradas en una actitud firme, desafiante. En el plano siguiente, la cámara toma distancia para, inmediatamente, volver a aproximarse. Como si se hubiese sorprendido por la reacción de las muchachas, que se alejan de la victimización o del intento de huida, titubea dando un paso hacia atrás. Entre este retroceso y el siguiente plano ocurre una transformación: el personaje es paulatinamente incorporado a la conversación audiovisual. En lugar de ser censurado por su accionar repudiable, empieza a recorrer el entorno repleto de graffiti, donde se encuentra con una subcultura urbana habitada por mujeres y varones adolescentes, por adultos jóvenes y mayores, por niños y niñas, que sostienen la mirada a cámara, exhiben carteles con leyendas escritas a mano (“la insolencia de los cuerpos”, “la fragilidad de nuestras vidas”, “aprender a amar para salvarnos”, “el macho no pega”, entre otras), despliegan pasos de street-dance y coreografías espontáneas, enuncian en play-back los versos de la canción desde un relevo alternado de las voces, hasta que, finalmente, todxs juntxs se disponen a posar en una fotografía a la que el personaje, identificado con la cámara (y, por su mecanismo de interpelación, con el espectador) se termina uniendo: la foto grupal funciona como una metáfora del reclamo colectivo. Como expone una de las estrofas de la canción: “No soy propiedad y no tengo dueño / Calle para vos, calle para mí / Necesito respeto pa’ sobrevivir”.
La progresión de esta pequeña historia contenida en el videoclip se dirige a interpelar, en primer lugar, a un público formado por adolescentes, que comparte los valores plasmados en el estilo de vida que invocan las imágenes y la música: primordialmente, el cuerpo como una forma de resistencia ligada al lugar común de la rebeldía (vestimenta rapera, tatuajes, pearcings), tal como se plasma en algunos pasajes de la canción: “A mí me mueve el deseo, me mueve el corazón”, “bailo con mi cuerpo, alma y sueño”. Al margen de las principales consignas feministas difundidas por esos días, la demanda hace foco, sobre todo, en la posibilidad de conversión del macho, destinatario del estribillo y de las frases que apelan al sentido sonoro de la reduplicación: “Tengo miedo, pero lucho / Tengo miedo, pero escucho / Necesito tu confianza / Grito fuerte y esto cambia / Macho, macho, tu cultura no va más / Macho, macho, tu violencia es la que tienes que enterrar”.
AÚLLA3 es un colectivo formado por mujeres artistas independientes, autoconvocadas y feministas, que emergió alrededor del Paro Nacional de Mujeres de Argentina en octubre de 2016. Según puntualizan, por “mujeres” se refieren a “lesbianas, transgénero, travestis, cisgénero”4. El principal objetivo de esta agrupación es visibilizar diferentes problemáticas mediante contenidos audiovisuales, literarios, teatrales, musicales e intervenciones en espacios públicos.
Su primera presentación, desarrollada durante el Paro Internacional de Mujeres para el #8M de 2017, se trató de una acción durante la marcha por la Avenida de Mayo de la Ciudad de Buenos Aires en dirección a la Casa Rosada. Una extensa columna sostiene el contorno de una bandera blanca, símbolo del colectivo, que atraviesa la calle a lo largo de varias decenas de metros. En ella están plasmadas, de ambos lados, con tintas violetas y negras, siluetas que simbolizarían a mujeres víctimas de violencias. La columna avanza abriéndose paso entre la multitud de asistentes, con un movimiento sincronizado del cuerpo que se mece en vaivén hacia un lado y hacia el otro, siguiendo el pulso de la percusión (tambores afros y bombos legüeros) y acoplándose al unísono del canto que se repite como un mantra: “Vivas, vivas, vivas nos queremos; vivas, vivas, vivas nos queremos”.
En determinado momento, la bandera se coloca sobre el suelo y las mujeres se recuestan sobre las siluetas, evocando la acción artístico-política conocida como Siluetazo (1983), una iconografía de fuertes resonancias políticas para la Argentina, puesto que es utilizada por los movimientos de derechos humanos para simbolizar a las personas desaparecidas durante la última dictadura cívico-militar y eclesiástica (1976-1983). La propuesta había sido reapropiada y escenificada por grupos y activistas feministas en marzo de 2015 como una protesta contundente ante los femicidios (Laudano, Claudia, 2017), previo a la movilización nacional Ni Una Menos, que continuó durante varios meses de ese año.
En la performance, las mujeres levantan la tela por encima de ellas mientras se turnan para pasar corriendo por debajo, como en un túnel que las conduce de adelante hacia atrás, figurando un pasaje que transita desde el hecho de identificarse con las víctimas de femicidio hacia la vida por la que claman en su actuación. La mayoría de ellas lleva ropa blanca (vestidos y polleras holgados) y el pelo suelto. Cantan con fuerza, sonrientes, con los puños en alto, como si estuviesen posesionadas por un ritual. Sacuden las cabezas y gritan. Aúllan, se podría decir, para retomar su propio nombre que trae reminiscencias de una dimensión animal y vehemente de la lucha. Si la etimología del término religión remite al poder de re-ligar, la intervención artística desplegada por este grupo de mujeres se manifiesta como una alianza feminista que revela una creencia en la fuerza vibrante de los cuerpos: una confianza en el “cuerpo místico colectivo” (Gumbrecht, Hans Ulrich, 2016).
Desde las redes, el colectivo Ni Una Menos formó parte de la invitación al paro del #8M con una serie de videos breves alojados en el canal de YouTube, cuyos títulos grafican sintéticamente un menú diverso de reclamos: “Nosotras paramos”, “No estamos todas”, “Nos mueve el deseo”, desde sus integrantes junto a otras personas convocadas, principalmente activistas, artistas y periodistas.
La amplitud de la convocatoria se forja tanto en las consignas como en el alcance territorial que ponen en escena los materiales audiovisuales, donde se presentan voces y rostros de mujeres procedentes de distintas regiones argentinas y latinoamericanas hablando frente a una cámara fija5. El plano exhibe sucesivamente a mujeres y a travestis capturadas con diferentes dispositivos de grabación: morochas, castañas, rubias, pelirrojas y con tinturas de color fucsia, maquilladas o a cara lavada, con el pelo suelto o atado, corto o largo, paradas o sentadas, con un fondo de paredes lisas o de bibliotecas, galerías, casas y espacios abiertos a diferentes paisajes urbanos y rurales. Hablan en voz alta o con lenguaje de señas. Sus testimonios, presentados de forma individual o en parejas, se hilvanan en un cadáver exquisito, técnica originalmente utilizada por los y las artistas surrealistas para generar una composición en secuencia.
Prevalece el tono asertivo: “Este 8 de marzo la tierra tiembla. Las mujeres nos unimos y organizamos en una medida de fuerza y en un grito común: el Paro Internacional de Mujeres”. La escenografía (Maingueneau, 2009) construida por el spot recuerda a la de un canal televisivo, tal como expone el logo ubicado en el extremo superior izquierdo del marco: un círculo rosado con la leyenda “8M Paro” en letras blancas. Los cambios de planos producen un incremento de la velocidad (recurso usado con frecuencia para generar un efecto de inminencia en el relato) que alcanza su punto máximo hacia el final del video, donde se muestra por primera vez a un grupo de mujeres mirando al frente y enunciando: “Ni una menos. Vivas nos queremos”6. Vale mencionar que esta pose contiene una estrategia retórica que actualiza una memoria discursiva específicamente cinematográfica, que podemos remontar a la emblemática película feminista de Agnès Varda, Réponse des femmes: notre corps, notre sex (1975), que también concluye con una imagen grupal tras documentar un conjunto de testimonios de mujeres que reflexionan sobre las particularidades de su diferencia sexual:
Durante la movilización en la ciudad de Buenos Aires, una columna marchó “Por la libertad de Higui”7. El reclamo refiere al caso de una mujer del partido bonaerense de San Miguel, que el 16 de octubre de 2016, a los 42 años, fue brutalmente golpeada por una patota de diez hombres. La atacaron por el hecho de ser lesbiana. Para defenderse de las amenazas de violación que había recibido, ese día llevaba un cuchillo que le clavó a uno de sus atacantes. Higui fue procesada por homicidio simple. Luego de estar casi ocho meses detenida, en junio de 2017 le fue concedida la excarcelación, por presión de familiares y amigas y de grupos de lesbianas y feministas.
Durante el Paro Internacional de Mujeres, familiares, vecinxs y amigxs de Higui exigieron su liberación, junto a un amplio grupo de feministas que, desde la tarde hasta la noche, desde el punto de concentración frente al Congreso hasta la Plaza de Mayo, entonaron, acompañadas por el sonido rítmico de tambores y panderetas: “Olé, olé, olé olá / olé, olé, olé olá / para la Higui la libertad / organizadas ya te vamos a sacar”. El canto irradia una confianza en el poder de la unión frente a la injusticia orquestada desde el Estado. Su ethos de seguridad pone de manifiesto un sentimiento de cercanía y de empatía con la víctima (más allá de que exista efectivamente un vínculo directo): el uso del artículo antes del sobrenombre, que retoma costumbres populares, indica en este caso una relación afectiva (“la Higui”).
El clima físico (Barthes, 2005) marcado por la solidaridad y por el compromiso en la lucha por la liberación de Higui se encamina a producir en la audiencia un entusiasmo contagioso: el video muestra diferentes eventos en torno a esta columna, tales como las sonrisas y los abrazos de los cuerpos balanceándose en un círculo formado alrededor de los instrumentos musicales, que se ubican detrás de la bandera impulsando las resonancias reiteradas y aglutinantes de su reclamo e inscribiéndolo en el espacio más extenso de las demandas que se congregaron ese día.
La cámara en mano, cuyo objetivo denominado ojo de pez –una variedad del gran angular– produce una distorsión deliberada dando forma redondeada a la imagen fotográfica, enfoca desde distintos recodos una serie de imágenes multicolores que capturan el carácter inédito y diverso de la jornada: el verde de los pañuelos de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito, el rojo de la performance de Las Mariposas AUGe (Acción Urbana de Género), un grupo de personas que atraviesa a lo ancho la Avenida 9 de Julio sosteniendo carteles con fotografías de víctimas de trata para explotación sexual, el negro de quienes marcharon para subrayar el luto por la violencia machista, la bandera arcoíris de la diversidad sexual, los cuerpos pintados con consignas con el violeta feminista y los cuerpos desnudos coloreados de tatuajes. Estas secuencias aparecen enmarcadas por la frase: “Paro Internacional de Mujeres. La Solidaridad es nuestra arma”, que abre y cierra el video. A su vez, en ambas ocasiones, dicha consigna aparece precedida y sucedida por rayas blancas, negras y de colores que imitan la imagen de los televisores con fallas técnicas o con problemas de sintonización: en este caso, se trata de un recurso expresivo que busca despertar la atención, sacudir la mirada, poner en evidencia el esfuerzo que hace falta hacer para enfocar el problema (en línea con el uso del objetivo gran angular, antes mencionado, cuyo punto de vista distorsiona la perspectiva más convencional).
El Partido Obrero (PO) y el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) realizaron un spot8 para convocar al Paro Internacional de Mujeres, que articula un vasto conjunto de razones en respuesta a la pregunta acerca de “por qué paramos”:
Porque hay un feminicidio cada 18 horas y porque muchas buscaron protección del Estado y no la encontraron; porque las mujeres somos las más precarizadas y porque cobramos menos que los hombres; por nuestras hermanas inmigrantes; por Belén, por Higui, Melina, Sandra y todas las víctimas de la violencia institucional contra las mujeres; contra el ajuste y los despidos de Macri y los gobernadores; porque defendemos el derecho de nuestras docentes a parar y a cobrar un salario digno; por la fuente de trabajo de los obreros de AGR-Clarín; por las obreras de textil Neuquén; porque la esclavitud sexual y laboral es un negocio que termina con la vida de miles de mujeres; por la separación de Iglesia y Estado y para terminar con la impunidad de los curas abusadores; para terminar con el régimen de explotación de la cultura machista y misógina; por la unidad de los trabajadores en la lucha; por la emancipación de la mujer y del conjunto de la clase obrera [la enumeración continúa] (Partido Obrero, 7 de marzo de 2017).
Esta extensa cita nos permite extraer, al menos, dos observaciones: por una parte, aparece como una leyenda que se imprime sobre una sucesión de fotografías que ilustran el texto (por ejemplo, cuando se mencionan “las hermanas inmigrantes” se muestra una foto de mujeres cuyos rasgos parecen provenir de países limítrofes a la Argentina; cuando se mencionan los conflictos obreros se muestra a los trabajadores de una fábrica; cuando se mencionan los abusos eclesiásticos se muestra una foto de Jorge Bergoglio en su rol de papa Francisco), generando de este modo una redundancia informativa. Un rock metálico marca la velocidad de este video, que desde la apuesta tipográfica remite a un lenguaje publicitario que llega a su clímax épico gracias a las capturas panorámicas de movilizaciones anteriores. Por otra parte, las razones se presentan intercaladas por la palabra paramos, que oficia de separador. En este punto, se puede señalar que el sujeto tácito oscila entre el uso femenino de la primera persona del plural –“(nosotras) paramos porque...”– y el implícito universal que abarca a toda la clase obrera nombrada a partir de un uso masculino del plural (“los trabajadores”). Así, en la lista de motivos que convocan al paro, entre las demandas feministas se cuelan otras reivindicaciones que, sin embargo, no llegan a desdibujar la especificidad del reclamo gracias al contrapunto visual de las imágenes respecto del mensaje verbal.
El despliegue gráfico y audiovisual de los partidos ubicados en el arco político de la izquierda se apoya en un formato expresivo aggiornado, a tono con el ethos de recambio generacional y de modernización internacional (afín al caso español de Podemos), en gran medida inspirado en una forma publicitaria que busca dirigirse a un público juvenil, interpelado por nuevas imagos, como Miriam Bregman, quien convoca al paro desde la apertura del video producido por la agrupación Pan y Rosas9, o como la participación de Raquel Vivanco en “Mujeres de la Matria Latinoamericana” (MuMaLá), el ala feminista del movimiento Libres del Sur, cuyo elemento distintivo son las pelucas fucsias metalizadas10. Su estilo de comunicar la militancia y su propia fotogenia (Barthes, 2005) contrasta con líderes de generaciones anteriores, como Vilma Ripoll (dirigente de Juntas y a la Izquierda y el Movimiento Social de los Trabajadores) y Nora Cortiñas (miembro de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora), tal como se visualiza en el registro de la columna en la que marcharon el 8 de marzo de 201611.
En cuanto al reclamo de las agrupaciones feministas, diversos medios de comunicación alternativos, independientes y/o comunitarios proponen modificar las condiciones sociales existentes, promover la pluralidad en la información y contribuir a la libertad de expresión y de pensamiento a través del acceso libre a diversos contenidos, a partir de una concepción de la comunicación que toma distancia del circuito comercial de los medios masivos. Los siguientes son algunos de los medios que participaron de la convocatoria, de la cobertura y de la difusión del Paro Internacional de Mujeres de 2017, que nos interesa destacar por su amplia difusión a través de las redes sociales:Nodal12, un portal de noticias de América Latina y el Caribe (dirigido por el periodista Pedro Brieger) que propone miradas “desde el Sur”; La vaca13, una cooperativa porteña que surge al calor de la crisis social, política y económica de diciembre de 2001; AJ + Español14, una comunidad que busca “conectar a los jóvenes latinoamericanos entre sí y con los temas que les importan”; la Agencia de Prensa Alternativa15 de San Miguel de Tucumán (APA!); la Agencia Sin cerco16 de la ciudad de Rosario, entre otras.
En este punto, resulta de interés analizar, en particular, los materiales elaborados por la cooperativa La vaca y por la Agencia de Prensa Alternativa, ya que presentan procedimientos audiovisuales con estilos que se distinguen por su originalidad de la mayoría de las realizaciones divulgadas y/o producidas por parte de los medios alternativos que, por lo general, se han basado en la presentación de mujeres frente a cámara, dando testimonio de sus motivos para adherir al paro. A partir de razones individuales o de la lectura de un documento común desde el relevo de las voces, con frecuencia los testimonios van acompañados por el sonido rítmico de instrumentos de percusión para otorgar dinamismo a las secuencias audiovisuales.
El video realizado por La vaca a partir del uso de imágenes de Sin cerco17 pone en escena un texto que parodia tanto las publicidades televisivas sobre productos cosméticos como el lenguaje utilizado en ciertas redes virtuales a cargo de figuras que se representan como coach o entrenadoras de belleza:
El video recurre a un formato similar al que suele aparecer en Youtube bajo la opción, tras algunos segundos, de “Saltar el anuncio”: la música, el tono de simpatía de la voz femenina (que emula el “paso a paso” de las conductoras de programas de manualidades), el uso de hashtags (#Kit básico de brochas), el montaje de las imágenes de la conductora del video hablando frente a cámara, intercaladas con materiales de archivo de la marcha en los que se muestra a mujeres pintándose diferentes partes del cuerpo con consignas feministas componen un discurso que utiliza el sentido del humor para desnaturalizar el imaginario sexista que asocia a las mujeres con el consumismo, particularmente, en este caso, con la preocupación obsesiva por la belleza física, que el sentido común remite a una búsqueda constante, frívola, superflua. “Para las chicas que están perdidas con el tema de pinceles y brochas, quedate viendo este video que te voy a explicar de manera fácil y básica cómo se usan estos seis pinceles”, enuncia la voz.
Junto con la descripción de cada brocha, vemos numerosas fotografías de mujeres que llevan el cuerpo pintado de frases comprometidas con el reclamo –por ejemplo, en la mejilla (“Produzcan sin mí”), el signo ♀ en la frente, la palabra ab♀rto que una mujer le está pintando a otra en el torso–. Mientras la conductora del video continúa enunciando el texto que marcha independientemente de las imágenes (“la base te va a durar además mucho más tiempo que si la aplicaras con la mano”), también se incorporan fotos de paredes, bancos de plaza y otros espacios urbanos intervenidos con graffiti y esténcil, como “el machismo apesta, dinamitalo”, y videos que capturan la movilización colectiva, cerrando con la frase: “espero que te haya gustado el video. Te mando un beso, ¡muá!”.
La Agencia de Prensa Alternativa18 realizó un audiovisual que toma la forma de videoclip. Este consiste en una canción, grabada en vivo, que combina estilos de murga, de candombe y de reggae, cantada mayormente al unísono por mujeres en un registro de voz de contralto (se podría decir que a muchas de ellas la melodía “les queda demasiado grave”, como especialmente se nota en los pocos pasajes en los que se busca incorporar una segunda voz), con acompañamiento de charango, guitarra, bajo, percusión y algunos coros: “Hay en la noche un grito y se escucha lejano (...) es la voz del silencio. En este armario hay un gato encerrado porque una mujer defendió sus derechos”.
Sobre la música se suceden imágenes en movimiento tomadas en la manifestación por el 8M, que se intercalan con la filmación en blanco y negro del grupo. Hacia el final, a medida que el audiovisual llega a su momento culminante, todas las imágenes se colorean y aparecen las siguientes frases enunciadas por micrófono por una de las mujeres: “Ni una menos, vivas nos queremos”, “Basta de femicidios”, “No al acoso callejero”, “Igual salario por igual trabajo”, “Políticas de Estado”, “Si tocan a una nos tocan a todas”, “No estamos solas, estamos acompañadas y organizadas”, “Adhesión inmediata a la Ley de Salud Sexual y Reproductiva”, “Basta de violencia machista”.
En ambos casos, gracias al contrato que establecen con su audiencia y gracias a los canales informales de circulación, los medios de comunicación se hacen eco de la construcción de estrategias de enunciación alternativas a las de los medios masivos, mediante el despliegue del sentido del humor y la difusión de intervenciones callejeras que incorporan música de resistencia y de protesta apostando a un género como la murga (cuyas históricas características épicas y trágicas no prevalecen sobre los componentes festivos y reivindicadores) y a técnicas de arte gráfico callejero.
Los reclamos concertados en torno al primer Paro Internacional de Mujeres que se realizó en más de un centenar de localidades a lo largo del país fueron diversos, tanto como suele admitir la propia noción de una conmemoración internacional de mujeres. En ese sentido, desde la convocatoria global al #8M se puso énfasis en la necesaria visibilización del arco de labores vinculado con los quehaceres domésticos y con las tareas de cuidado no remuneradas. En el contexto argentino, dicha conmemoración se presentó en articulación con demandas históricas del movimiento de mujeres y feminista del país, que incluyeron el reclamo por la legalización del aborto y las denuncias contra las violencias hacia mujeres y los femicidios, contra las redes de trata con fines de explotación sexual, contra diversas formas de precarización y desigualdad laboral.
Así pues, si los reclamos que circularon en diferentes soportes y por diferentes espacios no se han limitado a “hacer visible lo invisible”, ¿cuáles son las condiciones de visibilidad convocadas por las piezas comunicacionales que se han producido para convocar y para registrar el acontecimiento? A partir de las características textuales y enunciativas de los videos que hemos indagado, se puede señalar que las consignas puestas a circular por los colectivos despliegan dos grandes estrategias estilísticas para vincularse con su audiencia.
Por un lado, se puede reconocer una poética ligada al mainstream audiovisual. Desde el colectivo Ni Una Menos la convocatoria al #8M se ha dirigido a mujeres de diferentes capas sociales y procedencias geográficas, a partir de un ethos que apela a la amplitud y a la diversidad como valores procesados por una estética televisiva que recurre a la velocidad creciente del montaje para figurar el apremio del reclamo (“Ni una menos”). En el caso del Combinado Argentino de Danza, el formato privilegiado es el videoclip, por el cual se busca interpelar a adolescentes convocando, en primer lugar, al mismo contradestinatario del mensaje (el macho) a que modifique sus actos (“Tu cultura no va más”). Esta interpelación verbal tiene su correlato, por un lado, en el tratamiento audiovisual: la cámara aparece como la instancia corporizada de esta figura y, por otro lado, en el tratamiento narrativo lineal: el desenlace presenta la conversión como una meta plausible de ser alcanzada. El video hecho por el Partido Obrero y el Frente de Izquierda y de los Trabajadores para convocar al Paro Internacional de Mujeres expone un extenso discurso en cuanto a la sucesión de razones que acarrea la pregunta acerca de “por qué paramos” (que van de respuestas específicamente feministas a la oposición al gobierno y al sistema capitalista), desde un lenguaje publicitario a tono con el proceso de renovación generacional de los partidos de izquierda. Este mismo ethos publicitario recibe un tratamiento irónico por parte de ciertos medios de comunicación alternativos, tal como se presenta en las piezas elaboradas por La vaca, que retoma el lenguaje banal de los programas televisivos sobre manualidades y tips de belleza dirigidos a mujeres para desplegar imágenes “contrafácticas” (para usar un término propio del gesto subversivo de algunos géneros musicales, como las murgas), gracias al desdoblamiento de los materiales visuales de archivo y de la voz que conduce el video.
Por otro lado, se vislumbra la reapropiación de tradiciones populares, como la performance que realiza la agrupación de mujeres artistas independientes AÚLLA, que hunde sus raíces en la cultura afrolatinoamericana, donde el cuerpo es concebido como miembro de un ritual colectivo. Al igual que la pieza difundida por la Agencia de Prensa Alternativa, la puesta en escena interpela, principalmente, a mujeres (“vivas nos queremos”), cercanas a ciertas manifestaciones culturales alternativas (grupos de percusión, danzas ancestrales), a sumarse al movimiento para latir en sincronía. Por su parte, la columna que marchó pidiendo por la libertad de Higui también jerarquiza el uso de tambores y la congregación de mujeres en una ronda. Se trata de dos formas que resignifican desde la militancia feminista y desde el activismo lesbiano el reparto tradicional de los instrumentos musicales, puesto que, históricamente, la percusión era ejecutada por varones, por ejemplo, en culturas afrodescendientes por ejemplo, en culturas afrodescendientes o en el uso del legendario bombo peronista.
Las producciones audiovisuales indagadas a lo largo de este artículo constituyen un material ineludible de estudio y de archivo, en tanto permiten iluminar las conquistas y los logros colectivos, particularmente, respecto de las condiciones de vida de las mujeres. En un contexto mundial marcado por el avance conservador, las poéticas y las narrativas que se orientan a visibilizar y a comunicar procesos colectivos de lucha, de resistencia y de oposición constituyen un aporte necesario y vital a la memoria cultural del activismo feminista.
Asimismo, otro registro de las acciones fue producido por un entrevistador que asistió al #8M. En el siguiente link se puede acceder al registro mencionado: https://www.youtube.com/watch?v=Q3rakJknoSA
Brandon por la Igualdad Equidad de Derechos y Oportunidades (14 de marzo, 2017). Paro Internacional de Mujeres - Columna de Higui. Recuperado el 14 de febrero de 2018, de https://www.youtube.com/watch?v=bdV344n92To