Resumen: El objetivo de este trabajo es pensar la construcción de un playón deportivo como una experiencia de aprendizaje político. Tal experiencia surge de Cumpuchu Huarpe, un grupo de jóvenes de la comunidad Huarpe Paula Guaquinchay (Lavalle, Mendoza). Se entiende a la construcción del playón a partir de la Producción Social del Hábitat, ya que fue un proceso autogestivo a partir de la relación del grupo con otras/os actores/as sociales tales como organizaciones, miembros de la comunidad y el estado municipal. La experiencia de producción, resultó de, y trajo aparejado, otros procesos vinculados a la politización y transformación de los sujetos individuales y colectivos implicados. Damos cuenta de los aprendizajes desarrollados, entendiéndolos no como ideas transmitidas de una mente a la otra, sino como un proceso que se da entre sujetos corporificados y en la práctica. El playón no se hubiera construido sin aprendizaje político y este no se hubiera desarrollado sin la producción del equipamiento, ambos procesos fueron indivisibles.
Palabras clave:AprendizajeAprendizaje,HabitarHabitar,JóvenesJóvenes,PolíticaPolítica.
Abstract: The objective of this work is to think about the construction of a sports field as a political learning experience. Such experience arises from the Cumpuchu Huarpe, a youth group from the Paula Guaquinchay Huarpe community, located in Lavalle, Mendoza. The construction of the sports field emerges as the product of the Social Production of the Habitat, as it was a self-managed process based on the relationship of the group with other social actors such as organizations, members of the community, and the municipality in order to achieve their goal. The production experience was the product of group work and other processes linked to the politicization and transformation of the involved individual and collective subjects. The proposal is to give an account of the learning developed, not as ideas communicated from a mind to another, but as a process given among embodied subjects which takes place in practice. Thus, the sports field would not have been built without political learning, and the political learning would not have developed without the production of the sports field, both processes were indivisible.
Keywords: Learning, Habit, Young people, Politics.
DOSSIER
Habitar como aprendizaje político: una experiencia de producción social del hábitat del grupo de jóvenes Cumpuchu Huarpe
Inhabiting as political learning: a social production experience of the habitat of the Cumpuchu Huarpe youth group
Recepción: 26 Mayo 2020
Aprobación: 08 Agosto 2020
Habitar es una práctica, un proceso fundamental por medio del cual un grupo se apropia de un espacio. Por lo que habitar no sólo se restringe a la posesión de una residencia, sino que es una práctica cultural (Lefebvre, 1978:12 citado en Miranda, Virginia y Gómez, Heliana 2014: 1). Pero, esta característica no implica que todas las personas o grupos, tengan las mismas formas de acceder y de producir componentes que hacen al hábitat.
La producción habitacional es una de las realidades donde se manifiesta la desigualdad en el sistema capitalista en el que vivimos. Hay vastos sectores sociales que no logran producir su hábitat ya que es una actividad cooptada en gran parte por el mercado, sin embargo, existen otras formas de producción a partir de la lógica de la necesidad. En América Latina, hay diversas experiencias de este tipo de producción, definida como Producción Social del Hábitat (en adelante PSH). La PSH, prioriza la necesidad de uso del hábitat, tiene diferentes modos de desarrollarse con la particularidad de que surge y está bajo control de sus autoproductores/as, pudiendo participar o no diferentes actores/as y con dependencia del contexto sociopolítico en el que se enmarca (Ortiz, Enrique, 2012).
Este artículo se basa en una experiencia de PSH, que tiene como protagonista a un grupo de jóvenes de la comunidad Huarpe Paula Guaquinchay. La comunidad está ubicada en el distrito de Asunción formando parte de la zona rural no irrigada de la provincia de Mendoza, Argentina (Figura 1). El grupo, llamado Cumpuchu Huarpe1, surgió en el año 2013 con el fin de construir un playón deportivo para Asunción. La experiencia trajo aparejada la organización de la juventud, autoafirmación identitaria y territorial y, en consecuencia, un mayor involucramiento en asuntos de la comunidad. Producto de esto, integrantes del grupo comenzaron a ser parte de la comisión organizadora de la comunidad, luego de la elección que ocurrió en el año 2019.
El objetivo de este trabajo es analizar la relación entre la producción de ese espacio común con la politización de la juventud. Se propone analizar la experiencia como un aprendizaje que ocurre en la práctica misma de la construcción del playón. A partir de debates de la Antropología Social de la mano de autores como Jane Lave (2015) y Carlos Emanuel Sautchuk (2015), el aprendizaje es pensado, no como ideas intercambiables de una mente a la otra, sino como una práctica que incluye cuerpos en relación con el entorno y un contexto determinado. Para ello, se contextualiza la experiencia y se describe el proceso atendiendo a la relación de diversas/os actoras/es que fueron parte y, por otro lado, se hace foco en las transformaciones y aprendizajes no sólo de quienes forman parte de Cumpuchu Huarpe, sino también de las personas que estuvieron involucradas.
Este artículo parte de la tesina de grado en Trabajo Social que realicé en el año 2019. Ese trabajo surgió porque fui parte del proceso analizado como miembro de Ando Habitando, una de las organizaciones que se vinculó con Cumpuchu Huarpe. Dicha organización comenzó a trabajar con el grupo de jóvenes en el año 2014 y mi incorporación fue en el año 2016. A partir de esa experiencia fueron surgiendo algunos cuestionamientos y reflexiones individuales como colectivos.
La metodología utilizada en ese trabajo, respondió al paradigma cualitativo. A partir de la experiencia me propuse, por un lado, sistematizar registros, fotografías y trabajos desarrollados con Cumpuchu Huarpe y por otro, recuperar la experiencia a partir de entrevistas grupales y en profundidad al grupo de jóvenes, a Ando Habitando y al presidente de la comunidad Paula Guaquinchay, Diego Barros.
El resultado de este análisis, llevó a considerar que la construcción del playón fue producto de la politización y transformación de los sujetos individuales y colectivos implicados. A través de prácticas reproductoras dentro del poblado, pero también, incorporando elementos a partir de nuevas relaciones. De este modo, Cumpuchu Huarpe fue ganando legitimidad y poder político frente a la comunidad y frente al estado municipal. Por lo que el playón no se hubiera construido sin aprendizaje político y el aprendizaje político no se hubiera desarrollado sin la producción de ese equipamiento, ambos procesos fueron indivisibles.
La comunidad Paula Guaquinchay se ubica en Asunción, Lavalle, a 70 km de la Ciudad Capital, parte de la zona rural no irrigada de la provincia de Mendoza. Si bien, para las estadísticas oficiales la población se asienta de forma dispersa, según Virginia Gassull y Matias Benites (2018) hay parte de la población que vive de forma agrupada.
Asunción tiene aproximadamente 225 habitantes, distribuidos en 45 viviendas. La mayor concentración de estas viviendas se ubica cerca de las instituciones del poblado. En el centro se encuentra la posta sanitaria seguida de una plaza. Al lado de ese espacio común, está la escuela primaria donde asisten las niñas y los niños del poblado. Al frente de la posta sanitaria se encuentra la Iglesia Católica que, aparte del templo, cuenta con un salón comunitario para hacer eventos católicos o para hacer reuniones, asambleas del consejo comunitario, entre otras. Por último, existe un club deportivo que cuenta con una cancha de bochas, una cancha tipo potrero y, al lado, el playón deportivo construido por Cumpuchu Huarpe.
En lo que respecta a la organización política, con la sanción de Ley Nacional N° 23.3022, el pueblo Huarpe de Asunción constituyó la comunidad Paula Guaquinchay siendo una de las 12 comunidades Huarpes reconocidas por el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI). Siguiendo la Ley, la organización que rige a la comunidad es un consejo, según disponen las leyes de cooperativas y mutualidades. El consejo es una organización consolidada, que viene siendo presidido por personas que viven en el poblado y que también están vinculadas a otras organizaciones del lugar, como lo son el club deportivo, la comisión de la Iglesia Católica, grupo de mujeres, grupo de artesanas en lana, grupo de artesanos en cuero y el grupo de jóvenes Cumpuchu Huarpe, entre otras. La participación en el consejo, tanto para votar como para ser candidato/a para algún puesto en el consejo comunitario, es restricta para personas mayores de 18 años. Por lo que las personas menores de 18, no tenían formas de participación antes de la constitución del grupo Cumpuchu Huarpe.
Una característica de la comunidad es la capacidad de organización y autogestión. Esto se ve expresado en materia educativa, en la lucha por la titularidad comunitaria de la tierra y la construcción de espacios comunes. En lo que respecta a avances para el acceso a la educación, Asunción cuenta con un CEBJA3 que fue fruto de la militancia de varias organizaciones por la Educación Popular que demandaban una educación que respondiera a las características de los lugares en donde se inscriben las instituciones educativas. Por otro lado, la lucha por la restitución de las tierras es de larga data. Si bien, sólo la comunidad Huarpe Lagunas del Rosario consiguió la restitución de las tierras, ese proceso está vinculado a la resistencia y la organización del pueblo Huarpe en su conjunto que consiguió, en el año 2001, la sanción de la Ley Provincial N° 6.920 inspirada en la Ley Nacional 23.302, antes mencionada, reconociendo la preexistencia del Pueblo Huarpe y la delimitación del territorio.
La construcción de espacios comunes para el poblado, también es una práctica histórica. Al lado del club deportivo hay una cancha tipo potrero que fue realizada por la generación de quienes son las y los abuelos de los miembros de Cumpuchu Huarpe durante su juventud. En una entrevista realizada en el año 2018, el presidente de la comunidad, en ese entonces, recuerda entre risas, conversaciones con su tía sobre la relación conflictiva que existió entre los/as adultos y la juventud que buscaba construir la cancha. En ese espacio, había un algarrobo y para construirla era necesario sacarlo. Si bien las y los adultos se resistían, la juventud retiró el árbol y construyeron la cancha para jugar futbol.
Siguiendo a Virginia Miranda Gassull (2017:168), “la autogestión es un modo de organización que se ha generado a partir de la identidad Huarpe en torno a la disputa por la tierra”. Es decir, la lucha por la recuperación de las tierras ha sido estructuradora para la organización de las comunidades y como se trabaja en este artículo, la construcción de espacios comunes también a partir de la autogestión.
Luego de terminar la escuela primaria en el mismo poblado de Asunción, las opciones educativas están caracterizadas por muchos movimientos y mudanzas que, en varios casos, lleva al desarraigo debido a la escasa oferta de oportunidades laborales y educativas en el poblado. Existen otros casos que, aunque decidan continuar sus estudios secundarios, suele ser una tarea dificultosa porque requiere de mucho esfuerzo. En primer lugar, porque una de las opciones es la escuela del distrito de San José donde se albergan una semana, o en Gustavo André estando fuera de sus casas prácticamente todo el día ya que el transporte público tiene horarios muy limitados.
En segundo lugar, de acuerdo a lo que me han referido los y las integrantes de Cumpuchu Huarpe, la escasa disponibilidad de horarios del transporte público es uno de los factores determinantes para acceder a otras oportunidades educativas y laborales. Finalmente, porque la elección de hacer estudios superiores requiere vivir en la zona metropolitana de la provincia, generando grandes gastos para la familia, siendo una posible consecuencia el desarraigo. Sin embargo, en la actualidad muchos/as jóvenes han optado por recurrir a la Escuela Campesina de Agroecología en el distrito de Jocolí, que cuenta con terciarios y un profesorado con la modalidad albergue.
En lo que respecta al trabajo, se destaca la inestabilidad y escasa oferta laboral. La cría de cabras es la actividad económica prioritaria, aunque está entrando en crisis por la forma agrupada de vivir en el poblado y la escasez de agua. La oferta laboral termina siendo por temporadas en las épocas de cosecha haciendo “changas”4, o colaborando en las actividades económicas de las familias como lo son en los puestos con la producción de animales y la producción de artesanías, en reciente crecimiento por el auge del turismo rural en la zona (Gassull, Virginia y Benites, Matías, 2018).
A diferencia de los/as adultos en la comunidad, para los/as jóvenes sus trayectorias de vida ya no están marcadas por el mandato de ser padre o madre y formar una familia. Frente a la situación de inestabilidad laboral y la dificultad de acceder y permanecer en la educación, la juventud termina siendo estigmatizada. Muchas de las personas adultas con las que dialogué, consideran que la juventud es poco trabajadora, que vive sin proyectos y que sólo se dedica a consumir alcohol.
En el año 2012, Betina Fernández, en ese entonces esposa del presidente de la comunidad, estaba preocupada por la integración de la juventud. Esta preocupación y modo de convocar era compartida con su esposo, quien recuerda que era tema de conversación cómo generar espacios de organización en Asunción. Betina era oriunda de la Ciudad de Mendoza, graduada en pedagogía. Ella era docente de un aula satélite del CEBJA en el poblado y desde allí comenzó a hablar con las familias, y sobre todo con las y los jóvenes sobre su cotidianeidad y sus necesidades. Un día decidió convocarlos y se reunieron alrededor de 30 jóvenes en el club deportivo para dialogar sobre sus preocupaciones e intereses, y poder trabajar en una de ellas. Al cabo de un tiempo, definieron construir un playón deportivo.
Hábitat deviene de una acción llevada a cabo por habitantes como creadores/as y reproductores/as de esa práctica. Es decir, la producción o contracción habitacional deviene de la trama de relaciones que cohesiona el territorio desde las prácticas de habitar. Según esas prácticas se producen límites y sentidos y, a su vez, relaciones sociales y políticas que inhiben o no al ser en el espacio. Por lo que el hábitat, o las formas de habitar, se construyen, deconstruyen y reproducen a partir de la interacción de individuos y grupos humanos (Múnera, María Cecilia y Sánchez Mazo, Liliana, 2012). El hábitat no sólo restringe al ámbito íntimo, como la vivienda, sino también a otros espacios o equipamientos como en este caso un playón deportivo.
Existen diferentes formas de producción habitacional según cada contexto y la relación de diferentes actores/as en tensión, alianza o disputa. El hábitat puede ser producido bajo la lógica mercantil; bajo la lógica de lo público, siendo el estado su protagonista; o partir de la lógica de la necesidad, cuando no es posible producir por ninguna de las dos lógicas anteriores. Según María Clara Rodríguez (2007), las formas de habitar son social y políticamente producidas. Es decir, la infraestructura y equipamientos son producto de la relación de diferentes actores/as en pugna. La ciudad o el campo es producto de esos relacionamientos y es cambiante, ya que hay sectores que buscan apropiarse de espacios.
El hábitat y la vivienda no pueden ser reducidos a meros objetos de mercancía, según Enrique Ortiz (2012) ambos poseen una dimensión social, cultural y humana. Existen múltiples y diversas experiencias de producción del hábitat y la vivienda, basadas en la autogestión y sin reproducir una lógica mercantilista. La PSH (Producción Social del Hábitat) se caracteriza por priorizar la necesidad de uso de un espacio, en el que su producción no tiene como fin ser un bien de cambio. Existen diferentes modalidades de este tipo de producción y las características que cobra depende de los contextos sociopolíticos en los que se inscriben, como la tenencia de la tierra o las formas de organización que lo sustentan.
María Clara Rodriguez (2007), entiende que en términos conceptuales la PSH engloba diferentes formas de producción del hábitat, pero reconoce puntos en común. Para eso retoma a Enrique Ortiz (2002), quien entiende la producción social del hábitat como una forma de producir viviendas y componentes del hábitat sin fines de lucro, por iniciativa y bajo el control de una organización de pobladoras y pobladores o una organización profesional no gubernamental, en el que sus habitantes participan de todo el proceso habitacional.
La autogestión del hábitat es una forma de producir de forma colectiva y organizada, sostenida por organizaciones sociales que buscan el desarrollo de procesos políticos de construcción de poder popular. Comprende la problematización de prácticas colectivas en busca de la transformación de relaciones de poder. La autogestión no implica negar la relación de las organizaciones sociales con el estado, sino justamente transformar procesos institucionales. Las propuestas autogestionarias apuntan a incidir y participar de definiciones políticas dejando de ser sólo un lugar de acción de las burocracias (Rodríguez, María Clara, 2007)
Siguiendo a Enrique Ortiz (2012), la PSH se caracteriza por entender al hábitat como un derecho humano universal, por ser un bien de uso que, por lo general es iniciativa de los sectores más empobrecidos y perjudicados por la desigualdad. Otra de las características es entender la producción como un proceso y no como producto, es decir respetando los momentos de sus habitantes revalorizando los recursos, necesidades, posibilidades y objetivos que se plantean. De esta manera, el hábitat es considerado también como un bien abundante, ya que este tipo de producción habilita no sólo el reconocimiento de los recursos con los que se cuenta sino también, los saberes, habilidades, la organización, la vinculación con otros actores durante el proceso, entre otros. Y, por último, se entiende el hábitat como un acto cultural, el hábitat tiene historia y se articula con el entorno social en el que se enmarca. No sólo se reproduce, sino que también se recrea y transforma.
De acuerdo con lo dicho hasta aquí, me interesa retomar al hábitat como práctica, una práctica que se aprende, se recrea y se reproduce. En ese sentido, el aporte de Jane Lave (2015) y Carlos Emanuel Sautchuk (2015), antropóloga y antropólogo social, creo interesante para analizar la experiencia ya que trabajan el aprendizaje y la cultura en la práctica, para entender los cambios y la reproducción cultural.
Según Jane Lave (2015), cultura y aprendizaje son indivisibles, no sólo para pensar los procesos de aprendizajes sino también para la Antropología Social en general. Para pensar la cultura, predomina la concepción de transmisión cultural, como un aprendizaje implícito donde se la adquiere a través de los procesos de socialización. Por otro lado, la psicología cognitiva entiende el aprendizaje como un acto cognitivo, como una transmisión de conocimiento de una mente a la otra. Ambas tradiciones son reproducidas, predominantemente, en espacios de educación formal y producen divisiones entre mente- cuerpo, sujeto- sociedad, aprendizaje- cultura, sujeto- objeto.
La autora entiende el aprendizaje como parte de las prácticas sociales y presta especial atención a la relación aprendizaje y cultura (Lave, Jane 2015). Pero, cómo es que se da esa relación, cómo es que, en la práctica, cultura y aprendizaje, son productoras de ellas mismas. Para la autora, esa relación es dialéctica tomando la teoría de praxis social de la tradición marxista, comenzando con la teoría de praxis de Marx y retomando lecturas de la filosofía de la praxis de Gramsci (Rehmann, Jan 2013; Thomas, Peter 2009). Así, aprender en la práctica implica aprender a hacer lo que ya se sabe y hacer lo que no sabe, en simultáneo. Implican relaciones múltiples y contradictorias, que son todas al mismo tiempo “la relación” de lo que sería aprender en la/como práctica.
Por otro lado, Jane Lave trabajó con las dualidades que se dan entre aprendizaje formal e informal. Por lo que necesitó desprenderse de las teorías convencionales de aprendizaje y enseñanza. A partir de la Psicología Social Crítica, considera que aprender implica movimientos a través de diversos contextos de la vida cotidiana, en los que se dan prácticas con diferentes personas. Así, los contextos se influencian, dividen y conectan (Lave, Jane, 2015).
En la misma línea, propone un modo de hacer etnografía a través de la teoría de la práctica social. Ve la importancia de concebir la práctica cotidiana como el locus de producción de la vida de las personas. Se requiere descentrar los estudios del aprendizaje en la práctica para preguntar cómo las prácticas moldean y son ellas mismas moldeadas en los múltiplos contextos de la vida cotidiana, y como la participación cambia en la práctica a través de los contextos (Lave, Jane, 2015). De esta forma, también se pueden entender los cambios en la vida social.
Entonces, cultura y aprendizaje se dan al mismo tiempo, son indivisibles. El aprendizaje se da en la práctica, entendiendo a la práctica social como toda actividad situada en las y hecha de relaciones entre personas, contextos y prácticas (culturales y mutantes, como parte del proceso histórico que constituye la vida social). Las cosas son constituidas por, y constituidas como sus relaciones; así producción cultural es aprendizaje que es producción cultural (Lave, 2015: 40).
Para pensar el aprendizaje de la experiencia de PSH, es importante tener en cuenta también la relación con el ambiente y los objetos implicados para tal construcción. En ese sentido, Carlos Emanuel Sautchuk (2015) nos invita a ir más allá de lo humano, es decir no sólo entender al aprendizaje como y producto de las relaciones que se da, sino además incluir el ambiente, la naturaleza y los objetos que también configuran el aprendizaje. Se basa en la noción de habilidad (skill) de Tim Ingold (2000) que se da entre la relación de la persona con el ambiente. Esa habilidad se da en un aquí y ahora. Es una práctica que se da en la acción del uso de herramientas y de los cuerpos. Así, la habilidad no sería innata, se da en la misma práctica.
La habilidad es el resultado del campo total de relaciones constituido por el organismo-persona, que implica al ambiente, otras personas, objetos, animales, entre otros (Sautchuk, Carlos, 2015:123). El aprendizaje de esa habilidad, se da por la educación de la atención según Gibson (1979), entendiendo que nos movemos en un ambiente organizado y vamos experimentando relaciones apropiadas que reproducen y a la vez, recrean prácticas.
La construcción del playón deportivo fue un proceso de aprendizaje que se desarrolló en la y como práctica. Entonces fue aprendizaje y producción cultural a la misma vez. Habitar es una práctica que se articula con la historia, el entorno social y cultural construido. Implica una relación afectiva entre quienes habitan un espacio, entre la historia de sus antepasados y las transformaciones individuales y colectivas del futuro (Ortiz, Enrique, 2012). A continuación, se desarrolla el análisis de la experiencia como un proceso constituido de aprendizajes que fueron llevando a la politización de Cumpuchu Huarpe, la reproducción de prácticas históricas en la comunidad, pero también la recreación de las mismas. Ese proceso de aprendizaje no sólo estuvo ligado a la juventud, sino también a las y los adultos, autoridades de la comunidad y actores sociales y políticos, que fueron parte de esa experiencia.
El grupo de jóvenes surge a partir de que Betina Fernández, en el año 2012, se preocupó por la situación de las/os jóvenes a quienes convocó para dialogar sobre sus necesidades y priorizar colectivamente una de ellas. Al inicio era un grupo numeroso que incluía jóvenes de edades que rondaban entre los 12 y los 20 años. Realizaron una votación y por mayoría se decidió construir un playón deportivo para realizar diferentes deportes, como fútbol, básquet, vóley.
Daniela Jofré, es una de las participantes que está en el grupo desde el inicio y que comenzó siendo la más pequeña. Recuerda que Betina transmitía confianza y credibilidad en la juventud. Al contrario de otras personas adultas del poblado, que al empezar el grupo comentaban que Cumpuchu Huarpe no llegaría a ningún lado ya que eran muy pequeñas/os y por lo tanto no sabían hacer nada.
Las primeras actividades se basaron en producir y recaudar dinero a través de actividades económicas que ya eran practicadas en el poblado. Se iniciaron con la producción y venta de empanadas a la gente del poblado, también organizaron bingos y juntaron botellas de vidrio para intercambiar por dinero con colaboración de los guarda-parques de la Reserva Telteca5, próxima a Asunción, y del sacerdote de la Iglesia Católica.
En principio, el grupo veía un poco utópico que el deseo de un playón llegue a ser materializado. Betina asumió la coordinación del grupo y comenzó a buscar otro tipo de financiamientos de parte del estado. El primer proyecto6 que ganaron fue un financiamiento del Ministerio de Desarrollo Social del Gobierno Nacional en el año 2013. Daniela Jofré recuerda que Betina junto a su hermana y a Nerina una de las integrantes más grandes, hacían los trámites. Según Daniela, ellas entendían más sobre esas prácticas basadas en la burocracia, manejo de dinero, entre otras.
En ese momento, dentro del poblado, se encontraba trabajando un grupo de extensión universitaria de la Universidad Nacional de Cuyo sobre la situación habitacional ya que, en esa época hubo una inundación que dañó la mayoría de las casas. Su trabajo estaba basado en construir prototipos de vivienda que respondieran a las necesidades de la población, para luego ser construidas colectivamente. Este objetivo, no estaba teniendo mucha adhesión, debido a que, la lucha por la restitución de las tierras Huarpes era prioritaria y había una relación conflictiva con el estado municipal por incentivar el turismo rural comunitario con algunas familias, sin ser consultado en el consejo comunitario. A este escenario se sumó el hecho de que las personas integrantes del grupo de extensión eran vistas como agentes del estado que, según fue interpretado por la población, entregarían casas nuevas. Esta confusión, hizo que las y los extensionistas dejaran de lado el proyecto.
Frente a esta situación, Betina invitó al grupo a participar del proyecto de Cumpuchu Huarpe. Betina conocía a una de las integrantes del proyecto, Virginia Miranda Gassull ya que ambas compartían la práctica docente en el CEBJA. Virginia es arquitecta e investigadora y, a parte de su trabajo docente, quería trabajar en Asunción desde la arquitectura. Convocó a profesionales e investigadores de la Arquitectura, Trabajo social y Arte que luego se constituyeron como colectivo bajo el nombre Ando Habitando. Esta organización surgió vinculada a proyectos de extensión universitaria de la Universidad Nacional de Cuyo, en diálogo con la comunidad Paula Guaquinchay. El objetivo que motivó a la organización fue dialogar y actuar, a partir de las diferentes profesiones, en pos de entender el hábitat como un derecho y acompañar procesos basados en la autogestión del hábitat.
Al inicio, Ando Habitando entró en relación con el grupo Cumpuchu Huarpe para realizar aportes técnicos desde la arquitectura en la construcción del playón. La relación entre las /os jóvenes con las arquitectas, se basaba en poner en diálogo el deseo de Cumpuchu Huarpe con los saberes técnicos para que la materialización de la obra respondiera a lo que ellos procuraban. El diseño del playón y de su entorno era una parte fundamental. Para ello, Ando Habitando realizó dos talleres de diseño participativo7 con el grupo de jóvenes, para la construcción colectiva de maquetas y planos del espacio común. El objetivo de esos talleres era poner en diálogo diferentes saberes, de modo que el diseño (ubicación del equipamiento, las características y los costos) plasmado en las maquetas y planos respondieran a la demanda de Cumpuchu Huarpe y, a su vez, que fuera plausible de ser usado para la futura construcción del playón.
Esto implicó reconocer las características propias del lugar con sus potencialidades y dificultades para realizar la obra. En el marco de estas definiciones, las y los jóvenes se pusieron en contacto con las autoridades del club deportivo del poblado, donde decidieron en conjunto que el playón se construiría al lado del club. De esta manera, el grupo se ahorraba materiales de construcción ya que el club cuenta con instalaciones, como baños, agua y un depósito para guardar material deportivo. Por otro lado, algunos/as integrantes de Cumpuchu Huarpe deseaban construir espacios verdes, alrededor de la obra. Esto era difícil de proyectar ya que un problema que persiste en la zona es la escasez de agua. Finalmente desistieron, al reconocer el ambiente y crear una estética del lugar que no respondiera a las formas típicas de una ciudad.
En el año 2015, falleció Betina, lo que produjo la suspensión de las actividades que venían desarrollando como grupo. Para las y los jóvenes esto fue una gran pérdida, debido a que sentían que Betina entendía las dificultades a las que ellos se enfrentaban para acceder al trabajo y la educación. No sólo los entendía, sino que también fue una persona que los escuchó y los apoyó en el proyecto de la construcción del playón a partir de articulaciones con otros actores para cumplir el objetivo. Ésta pérdida muestra cómo la PSH es entendida como un proceso que acompaña los procesos familiares y comunitarios que están incluidos, el playón no fue sólo considerado como un producto acabado, sino que necesariamente fue respetuoso con esos acontecimientos que fueron parte de la experiencia (Ortiz, Enrique, 2012).
A partir de ese momento, Ando Habitando comenzó a colaborar con el fortalecimiento del grupo y la organización a través de talleres. Uno de ellos, fue reconocer el trabajo y el recorrido hecho por el grupo, a través de reconstruir la historia desde los inicios, las actividades que habían realizado hasta ese momento para juntar dinero (festivales, bingos, venta de comidas) y los vínculos que fueron construyendo y fortaleciendo con el consejo comunitario, guardaparques de la reserva Telteca, entre otros.
En el año 2016, las jóvenes mayores del grupo tomaron la coordinación del grupo y junto con Ando Habitando retomaron las actividades. A partir de ese momento, ingresamos al colectivo Ando Habitando, cuatro estudiantes de Trabajo Social. Al inicio de ese año, Cumpuchu Huarpe contaba con una importante cantidad de dinero y urgía comprar materiales para que no se desvalorizara la cifra alcanzada. Otra de las necesidades que se presentó en ese momento fue calcular la obra8. Para ello, necesitaban de la ingeniería civil. Una de las integrantes de Ando Habitando, procuró encontrar ayuda en la facultad de Ingeniera de la Universidad Nacional de Cuyo, y allí le dijeron que tal vez el municipio podría hacerse cargo.
Como ya fue mencionado, la relación con la municipalidad era un poco conflictiva, pero, aun así, integrantes de Cumpuchu Huarpe y Ando Habitando, solicitaron cita con el director de Obras Públicas de la Municipalidad de Lavalle. En una entrevista, integrantes de Ando Habitando recordaban: “vinieron (jóvenes) y como que trajimos la plata y con eso fuimos a pagar el hormigón y fue como, ¡Por favor no nos estafen porque todo, todos nuestros ahorros están ahí! Y con toda esa gestión nos juntamos a hablar con el director de Obras Públicas, y ahí fue como, tenemos esto, esto y necesitamos las maquinarias, necesitamos la mano de obra” (Virginia Miranda Gassull, comunicación personal, 25 de enero de 2019).
A partir de ese encuentro, la municipalidad, Cumpuchu Huarpe y Ando Habitando comenzaron a gestionar la obra. La construcción se inició el 7 de octubre de 2016, las/os jóvenes recuerdan que no podían creer que estaba siendo materializado el trabajo de tantos años. Sentían que sólo iba a quedar el terraplén9 construido. Estefanía Barros, una de las integrantes de Cumpuchu Huarpe, tardó unos días en entender que el playón fue construido y no quedó en esa primera etapa. Si bien el playón se construyó, quedaron algunas etapas sin terminar como por ejemplo, el techo y el encerrado del playón, para delimitar el perímetro y evitar la entrada de animales.
A pedido del grupo Cumpuchu Huarpe, la municipalidad también colocó reflectores lo que permite el uso nocturno del espacio, no sólo para hacer deporte sino también para hacer eventos y festejos. Además, el estado municipal, comenzó a traer un cine móvil para niñas y niños usando el playón para proyectar. Integrantes del grupo de jóvenes, se sienten gratificados al ver que por las tardes y las noches de verano personas de diferentes edades juegan al fútbol y disfrutan del espacio.
El grupo fue ganando más incidencia dentro de Asunción, a través de aprender prácticas comunitarias como la autogestión, organización y comunicación, traducido en la relación y articulación entre el consejo y vecinas/os. Siguiendo a Jane Lave (2015) aprender en la práctica implica hacer lo que ya se sabe y hacer lo que no se sabe simultáneamente. En la experiencia se dieron aprendizajes contradictorios e incoherentes a la vez, así la cultura produce aprendizaje y el aprendizaje produce cultura. A través de esta experiencia la juventud aprendía de los adultos la autogestión, pero a su vez, la experiencia produjo aprendizajes mutuos, incorporando nuevos elementos.
Para el presidente de la comunidad el grupo hizo movilizar a la organización, “(refiriéndose a él mismo) te ha ayudado mucho a eso, a poder, hacer otras cosas a animarte hacer otras cosas también. (…) A veces los grandes no se animan hacer cosas y a veces la energía de ellos, la curiosidad, te animan” (D. B., comunicación personal, 26 de enero de 2019). Luego de la construcción del playón, el presidente reconoce que el vínculo con la municipalidad cambió, logrando llegar a otros acuerdos.
Las y los jóvenes fueron desarrollando habilidades en el mismo hacer. Esas habilidades, fueron el resultado del campo de relaciones que experimentaron a partir de la gestión del proyecto, la relación con Betina, Ando Habitando, el consejo comunitario, club deportivo. La relación no sólo fue entre personas, la experiencia también implicó relacionarse con objetos y el entorno/ contexto a la hora de evaluar dónde construir el playón en función de la disponibilidad de agua, la medida del playón (Figura 5), la presencia de animales, entre otros.
Estos procesos condujeron a que Cumpuchu Huarpe contrarrestara los prejuicios para con la juventud en cuanto al consumo de drogas, alcohol y el descreimiento de sus proyectos. Las y los jóvenes entrevistados, reconocen que aprendieron “a trabajar en comunidad”, ya que actualmente articulan con el consejo a partir propuestas y acciones en Asunción. Daniela, integrante de Cumpuchu Huarpe, refiriéndose a una de las partes de la construcción del playón que quedaron pendientes “este tema del encerrado que hicimos dos semanas atrás eh, lo que es el consejo nos consiguió esas tablas y bueno estuvieron ahí un tiempo porque éramos cinco (…). Se juntó un ratito el consejo en mi casa y ahí decidieron, me preguntaron (…) qué día podíamos nosotros. Entonces pregunté y bueno entre ellos, en los grupos de Whatsapp comunicaban todos que tal día iban hacer el encerrado (…). Entre todos, en un ratito hicimos el encerrado” (Daniela Jofré, comunicación personal, 26 de enero de 2019). El playón como componente del hábitat, no es un producto acabado, es considerado como un bien potencialmente abundante, que en su proceso de construcción, se reconocen no sólo los recursos disponibles sino también, la capacidad de organización y comunicación que se generan en el mismo proceso de construcción (Ortiz, Enrique, 2012).
A partir de la materialización del espacio, Cumpuchu Huarpe propuso hacer un encuentro con jóvenes de las demás comunidades para poder transmitir el proceso que hicieron y estimular la organización juvenil en las comunidades Huarpes. Asistieron jóvenes de San José y El Cavadito, donde trabajaron identidad Huarpe con la ayuda del presidente de la comunidad y Educación Sexual articulando con profesionales del Centro de Salud de la comunidad.
Durante el año 2018, Cumpuchu Huarpe trabajó en acondicionar la plaza de Asunción. Esta iniciativa fue liderada por el grupo de jóvenes sin la colaboración de Ando Habitando, se juntaron a realizar una maqueta de la plaza con herramientas del diseño participativo realizado anteriormente para el playón. Pidieron cita con el intendente del municipio y lo presentaron llegando a acuerdos con el estado para realizar la obra en conjunto. Cumpuchu Huarpe y personas del poblado realizaron juegos y bancos y la municipalidad se hizo cargo de la obra. Hicieron el diseño de la plaza con diferentes sectores, un espacio recreativo con un mini escenario, otro sector que llamaron de cultural y otro con juegos. Por otro lado, una gruta de la virgen María, ya que fue un pedido de la gente que exista un espacio religioso. Y, por último, una estatua de Paula Guaquinchay en el medio de la plaza, que además de ser el nombre de la comunidad, Cumpuchu Huarpe reconoce como su tatarabuela.
La organización de Cumpuchu Huarpe y las acciones llevadas a cabo llevaron a la autoafirmación identitaria y territorial y, en consecuencia, un mayor involucramiento en asuntos de la comunidad a partir de mostrar capacidad de gestión y producir mayor credibilidad en el poblado. La experiencia de autogestión del playón, está relacionada a prácticas históricas de la comunidad, que también fueron trascendidas vinculados a otros procesos como lo es la lucha por la restitución de las tierras lo que implica la articulación con otras comunidades. El grupo Cumpuchu Huarpe, a partir de la experiencia del playón creó un vínculo con el estado municipal de negociación y de disputa de recursos para desenvolver diferentes modificaciones en su entorno. Una de las consecuencias de este proceso fue que, en las elecciones del consejo comunitario en el año 2019, parte de los jóvenes fueron electos como miembros a partir de la secretaría y algunos puestos como vocales.
El colectivo Ando Habitando, además de hacer aportes a partir de las diferentes disciplinas que lo componen, también tuvo un rol educador en la experiencia. Desde que la organización se comenzó a vincular con Cumpuchu Huarpe, se trabajó en pensar cómo se habita en Asunción a partir de las características que presenta una zona no irrigada, los recursos disponibles y las posibilidades de actuación que tenían para construir el playón. Además, la resolución de problemas también fue en conjunto con Ando Habitando.
Un ejemplo de esto fue el vínculo con el municipio ya que, al necesitar calcular el playón y mano de obra, se acercaron a Obras Públicas teniendo un vínculo positivo. Celeste Gómez Lahoz, arquitecta de Ando Habitando, reconoce que el colectivo aportó herramientas de gestión. Más allá de algunos aprendizajes técnicos, para ella lo más importante es tener herramientas de gestión ya que a través de esa capacidad se pueden conseguir herramientas técnicas. La gestión implicaba hacer una nota formal, saber dirigirse y plantear demandas a autoridades, articular con otros actores, entre otras. Todas son prácticas políticas que permiten realizar acciones de incidencia en función de las necesidades que presentan los sujetos.
El vínculo entre las y los integrantes de Cumpuchu Huarpe con Ando Habitando implicó transformaciones que estaban ligadas a desarrollar esas prácticas de gestión. Integrantes del grupo de jóvenes reconocen aportes desde la arquitectura, por un lado, y el trabajo social por el otro. Para llevar a cabo este proyecto y poder comenzar a vincularse con otros actores necesitaban perder miedo y vergüenza. Trabajaban en conjunto a través del juego formas de expresarse frente a una autoridad, sea del consejo comunitario, o del estado, “nos ayudaban a expresarnos y a tener confianza en nosotros mismos, que eso era un poquito más lo que nos faltaba (…). Quizás estás hablando y se te, te tiembla la voz y no te creen nada. Entonces te ayuda a soltar y a que sean más creíbles tus proyectos” (Daniela Jofré, comunicación personal, 26 de enero de 2019).
Pero, el aprendizaje no fue solo de Cumpuchu Huarpe, Ando Habitando también se vio transformado como colectivo, reconoce haber aprendido los procesos colectivos y de organizaciones de base siendo que son largos, complejos, con idas y vueltas. A la hora de articular con otras organizaciones acompañando procesos de PSH, reconocen poder adelantarse a algunos procesos “también (Ando Habitando) acumula experiencia, o sea, a detectar los problemas antes de tiempo, a dar un paso al costado en qué momentos hay que dar un paso al costado, en qué momentos hay que involucrarse” (Celeste Gómez Lahoz, comunicación personal, 25 de enero de 2019). El acompañamiento también lo identifican desde un lugar político, es decir reconocen la utilidad del trabajo en colectivo y la experiencia las interpeló al pensar desde qué lugar y con qué objetivos ellas procedían. Es decir, si sus prácticas se basaban en filantropía o si tenían un objetivo político al entender las desigualdades colaborando, por ejemplo, en la disputa de recursos al estado municipal.
A Virginia, la experiencia le permitió identificar que construir en colectivo con sus dificultades y facilidades, es lo que elige transitar “le da un sentido, vale la pena, o sea, cómo caminar, así como persona, como profesional, como amiga, como par, como ciudadana, como sujeta política (…). Los tiempos, el espacio- tiempo tienen otra dimensión que no es la individual o la propia (…). Sino que tiene que ver con, con ese intangencial digamos que se va formando y gestionando y que uno es un pedacito de eso, es parte y a la vez un todo” (Virginia Miranda Gassull, comunicación personal, 25 de enero de 2019).
Al principio, la relación entre ambas organizaciones, estaba vinculado a el lugar que tiene la formación académica para un proceso de construcción. Pero, al ir conociéndose y poniendo en diálogo la cotidianeidad esa asimetría fue perdiendo sentido. El grupo Cumpuchu Huarpe aprendió a gestionar procesos de PSH, no a través de un proceso de transmisión de conocimientos de una mente a la otra. Sino, que era un proceso en la vida cotidiana de Cumpuchu Huarpe, donde también se ponían en diálogo diferentes contextos en la práctica de aprendizaje. Ando Habitando traía el contexto académico, pero también sus trayectorias personales, y Cumpuchu Huarpe las realidades en sus casas, con la vecindad, conflictos que se daban en Asunción, entre otros. La experiencia no implicó desentenderse de la vida cotidiana, al contrario, los diferentes contextos y saberes se ponían en diálogo y en tensión.
Para Ando Habitando no fue aplicar conocimientos estudiados, o planificaciones previas, sino como comenta Ayelén Arrigo, otra de las integrantes, la experiencia “era como un libro abierto como que, y pensabas que ibas con algo y volvías con, con otra cosa” (Ayelén Arrigo, comunicación personal, 25 de enero de 2019). Virginia y Celeste agregan, que era ir aprendiendo con otras/os, ir pensando sobre el proceso a partir de sus formaciones profesionales. Pero no sólo pensarlo sino también actuar, compartir y aprender de y con otras personas. Para ellas, el proceso se construyó mucho más estando ahí, en Asunción, que desde la teoría.
La experiencia de Producción Social del Hábitat llevada a cabo por Cumpuchu Huarpe, más allá de lograr construir el playón tan deseado, trajo aparejado otros procesos. Procesos relacionados con las transformaciones de los sujetos individuales y colectivos implicados, aprendizajes políticos a partir de prácticas realizadas históricamente por las/os habitantes de Asunción, como así también la introducción de prácticas nuevas y creativas que posicionaron a Cumpuchu Huarpe en la comunidad y frente al estado municipal con poder político.
La vida cotidiana de la juventud, situada en la zona rural no irrigada de la provincia de Mendoza, donde las oportunidades educativas y laborales son muy limitadas e inestables, generan en consecuencia la responsabilidad individual para buscar alternativas. Si no lo logran, terminan siendo considerados como vagos/as, irresponsables y luego la ausencia de credibilidad de sus proyectos, como fue al inicio de Cumpuchu Huarpe.
La construcción del playón se enmarca teóricamente como Producción Social del Hábitat siguiendo a María Clara Rodríguez (2007) y Enrique Ortiz (2012), ya que surgió de la lógica de la necesidad y se caracterizó por ser una experiencia en la que el grupo Cumpuchu Huarpe participó de todas las fases del proceso, lo que permitió aprender y luego protagonizar otras experiencias sin la necesidad de articulación con Ando Habitando, como es el caso de la restitución de la plaza. Durante las fases el grupo fue vinculándose con diferentes actores e instituciones que colaboraron con el financiamiento, organización y asesoramiento técnico para la obra. En el camino, la construcción del playón fue un proceso con avances y retrocesos correspondientes al contexto social y político en el que se enmarcó la experiencia, a los recursos disponibles y a la organización interna del grupo. Así el playón no fue un fin o producto en sí mismo, sino que esa experiencia acompañó otros procesos generados en torno al objetivo planteado.
El playón resultó ser un componente del hábitat producido desde la revalorización y reconocimiento de recursos y componentes que se tenían a partir de nuevas vinculaciones. Se reprodujeron estrategias basadas en prácticas históricas de la comunidad como lo son las prácticas económicas autogestivas, y se desarrollaron prácticas nuevas a partir de la vinculación con nuevos actores. Ambos procesos con la organización del grupo de jóvenes y la articulación con Betina y Ando Habitando. Por lo que no hay Producción Social del Hábitat sin organización y este tema fue trabajo durante todo el proceso.
A modo de conclusión, la experiencia de PSH de Cumpuchu Huarpe, no hubiera sido posible sin el aprendizaje político y el aprendizaje político no se hubiera desarrollado sin la construcción del playón. Es decir, las implicancias materiales (construcción del playón) y culturales (organización y reivindicación de la juventud) en el proceso son indivisibles. A partir de este caso podemos afirmar que, en sectores en desigualdad, la construcción de componentes que integran al hábitat pueden permitir y estimular la organización y participación política para el ejercicio de derechos.