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Alejandra Pizarnik, palabra erótica: entre su poesía y sus diarios
Alejandra Pizarnik's writing from the edges of psychoanalysis:between her poetry and her diaries
Millcayac, vol. XI, núm. 21, 2024
Universidad Nacional de Cuyo

Comunicación, Arte y Cultura



Recepción: 07 Junio 2024

Aprobación: 26 Febrero 2025

Resumen: Desde la admiración intentaré descifrar, a partir de algunos conceptos tomados del psicoanálisis, algunas de las claves del magnetismo que provoca la poesía de Alejandra Pizarnik. Destacaré algunos de los temas recurrentes de su obra (sin pretensiones de exhaustividad) para pensar las resonancias con y desde el psicoanálisis, en un ida y vuelta entre su poesía y sus diarios. Procuro homenajear su relación con la escritura y el lenguaje por medio de su refugio favorito, la palabra, punto de encuentro por excelencia entre la escritura y el psicoanálisis.

Palabras clave: Alejandra Pizarnik, psicoanálisis lacaniano, poesía, lenguaje, ensayo.

Abstract: From admiration I will try to decipher, based on some concepts taken from psychoanalysis, some of the keys to the magnetism that Alejandra Pizarnik's poetry provokes. I will highlight some of the recurring themes of her work (without pretensions to exhaustiveness) to think about the resonances with and from psychoanalysis, in a back and forth between her poetry and her diaries. I try to honor her relationship with writing and language through her favorite refuge, the word, the meeting point par excellence between writing and psychoanalysis.

Keywords: Pizarnik, psychoanalysis,, essay, poetry, diaries.

El lenguaje, el inconsciente y la falta

"Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa" (Pizarnik, 2015: 283).

Que Alejandra Pizarnik vale la pena es una verdad de Perogrullo. Lo que tal vez es menos trillado es decir por qué. En mi caso, apoyándome en la perspectiva de Cristina Piña, quien destaca la ética-poética de Alejandra, “la conversión de la vida en poema” (1991: 141), quisiera introducir un matiz en su tesis. Más que el juego ambivalente entre vida y muerte, me enfoco en que Pizarnik interpela por otra ambivalencia de esa ética: por el erotismo que carga su relación con la palabra y, al mismo tiempo, la imposibilidad de consumación de ese amor, combustible del deseo escritural.

Alejandra juega con el lenguaje, ¿pero qué es lo que la hace especialmente atractiva? Varias razones. Desde mi perspectiva, el magnetismo de su obra es que, como les lingüistas, semiólogues, y psicoanalistas, conoce la paradoja de su ejercicio: habla del lenguaje presa de ese estructura y, sabiéndose presa la palabra, abre hendijas en actos de libertad contingente con trazos poéticos. Su objeto amado y padecido es su instrumento para objetivar y, al mismo tiempo, para ir más allá de cualquier intento de objetivación. Los intentos desesperados a veces por intentar “escapar” al orden simbólico son, paradójicamente, a través de la palabra. Los límites de su libertad, por lo tanto, son puestos en jaque una y otra vez en forma de prosa y de verso. Ella es consciente que sus modos de escapar son transitorios, contingentes y vanos, pero, tal vez, lo que pocas veces pudo reconocerse es que, en buena parte de su obra, son bellos.

Para agregar algo nuevo de la particularidad de Alejandra, advirtiendo que buena parte de lo dicho se puede encontrar en varies poetas, es que todos esos juegos de enunciado/enunciación, se hacen desde un conocimiento bastante profundo del psicoanálisis: ella sabía lo que la palabra hacía con ella y en su obra, ahora sí, a diferencia de muches “jugadores” de la palabra, hace explícito no sólo lo que ella hace con el lenguaje, su destreza, su búsqueda de la belleza, sino que deja ver cómo el lenguaje juega con ella. No por nada Marcelo Percia (2008) la nombró “maestra del psicoanálisis”. Es decir, deja ver, a medio camino, de a ratos porque quiere y de a otros porque no puede evitarlo, la intimidad de su relación con ella misma por medio de la palabra. Ella hace explícito lo que el lenguaje hace con ella, lo pone sobre la mesa. Escribe sobre el lenguaje, habla de ella misma en relación a la palabra, de su relación con el inconsciente.

"No puedes con el lenguaje. El lenguaje no puede por ti" (Pizarnik, 2016: 325).

El neurótico debe “inventar” una causa para obturar el vacío porque tiene la aguda experiencia de la falta. Aquello que otorgue justificación a su existencia que, en el caso de Alejandra, es escribir.

Dominades por el lenguaje, anterior y formador de nuestra subjetividad, en líneas generales y en la vida cotidiana, podríamos decir que nadie dice lo que quiere decir y que la mayor parte del tiempo interpretamos lo que queremos escuchar. La comunicación imposible. Alejandra lo sabe, lo sabe por su buceo profundo sobre sí misma; el autoconocimiento y el desarrollo de la percepción permite agudizar los sentidos sobre lo no dicho. Su libertad está truncada por la palabra, paradójicamente herramienta de liberación. Y entonces la desarma como niña con juguete nuevo que quiere descubrir cómo funciona, su potencial performativo, su capacidad de exorcismo y mandato ordenador.

La magia de Pizarnik es que es hablada por el lenguaje, sin embargo, a través de ella, el lenguaje lo hace con una destreza y una belleza de quien se entrega al devenir. El vasto conocimiento del castellano (y el francés) y sus años de análisis le generó la capacidad de advertir cómo era “ser hablada” por su inconsciente, el parl’être (Lacan, 2006), ser hablada a través de la poesía. Sin ambas praxis, la poética y la psiconalítica, podrían no tener la potencia y cariz singular que hacen única la poética de Alejandra Pizarnik.

Si la “introducción” a la falta en ser es mediante el dejar hablar a las distintas voces, en su obra poética podemos intuir diferentes matices respecto de quien habla y cómo lo hace. El sujeto es el sujeto dividido y la distancia entre sus Diarios y su Poesía completa presenta momentos de esa disrupción, que es menos notable si solo se presta atención por separado a los textos en prosa y en verso. La lucha entre lo que dice y lo que quiere decir se torna evidente en el conflicto que le plantea la imposibilidad de ser transparente respecto de sus intenciones, de que la palabra le queda corta, insuficiente, reclamo insistente en sus Diarios, pero que entra en algún punto en contradicción con algunos poemas que sumamente sintéticos dicen más de lo evidente:

"Del combate con las palabras ocúltame y apaga el furor de mi cuerpo elemental" (Pizarnik, 2015: 158)

En ese ser hablada aparecen varias voces, sutiles y, otras veces, ella toma un posicionamiento distinto ante las voces que deja escuchar como así también a las que silencia. Ahora podemos decir que si, como señala Lacan, el inconsciente se estructura como un lenguaje (1987) y la cadena significante es polifónica, la gracia de Alejandra es que pone en juego muchas de las variaciones de su posición subjetiva respecto de su inconsciente. Digamos, en pocas palabras, que se presta al juego de ser dicha, aunque no sabemos bien si ella sabe qué dice, por qué y por quién.

El “peligro”, es decir, la condición de un análisis verdadero, experiencia que ella transitó en varias etapas, consiste en aceptar que se abra de nuevo esa falta en ser y vivir con ella. Atravesarla es encararla de frente: admite esa falta, a veces de forma más velada y otras más explícita. Y el silencio es otra forma de darle presencia a la ausencia:

"silencio

yo me uno al silencio

yo me he unido al silencio

y me dejo hacer

me dejo beber

me dejo decir"

(Pizarnik, 2015: 143).

En sus Diarios reflexiona sobre su proceso del decir, siempre inacabado, siempre autocuestionado, con ambivalencia entre lo que ella considera bello, formalmente correcto y con la frustrada sensación de satisfacción (sí, sus sensaciones son “oximoronosas” podríamos decir) y la permanente crítica de su propio estilo, al que, en general, considera insuficiente.

La escritura objetiva, exterioriza, expulsa, incluso exorcisa.

"Poema o exorcismo. Corregirlo es anularlo. Es abolir la energía inconsciente" (Pizarnik, 2016: 355).

¿La poesía es géiser del inconsciente? La de buena etapa de Alejandra, sí. Y la corrección es la tentativa de apresarlo. De anular el exorcismo.

Alejandra oscila entre el poema y la poesía, distinción propuesta por Henri Meschonic en su Manifiesto a favor del ritmo. Entre el poema como forma de vida que transforma el lenguaje y la tentativa por asir el signo, es decir, la representación convenida. Mantenerse en el orden de lo simbólico o “tocar” lo real asintóticamente por medio de la palabra escrita. Esta tensión se repite a lo largo de toda la obra poética.

Esta última Alejandra, la maestra del psicoanálisis, no surgió espontáneamente. En sus Diarios se explicita lo que en sus primeras libros de poemas se puede percibir. Se nota cómo en sus inicios estaba más abocada al estudio riguroso, la sed por saber se impone fuerte.

"Disciplina. Orden. Aprendizaje" (Pizarnik, 2016: 28).

El estudio por la gramática y la necesidad de hilar pensamientos se traslada por momentos a su poesía que, con diccionario en mano, acumuló palabras poco habituales y rebuscadas que dicen poco. Por ejemplo, lo vemos en la obra La tierra más ajena (1955), salvo los poemas “Poema a mi papel” y algunos de los versos de “Yo soy”.

Los poemas de La última inocencia (1956) y de Las aventuras perdidas (1958) se sienten un poco más sinceros, menos preocupados por la forma; se expresa más la angustia, la idea de la muerte que se acerca, siempre latente. La soledad, la muerte, el miedo afloran más, que ya no se esconde detrás de la poesía sino que se expresa mediante ella. En la Poesía completa aparece un compilado de Poemas no recogidos en libros fechados entre 1956-1960. Estos, más sus primeros libros (La tierra más ajena, La última inocencia y Las aventuras perdidas), se enmarca en lo que percibimos como una búsqueda hacia el encuentro al “partido del ritmo”, una forma sujeto que renueva el sentido de las cosas (Meschonnic, 1999), pero que todavía no es. Esta oscilación me enoja de a ratos, me desconcierta a veces.

Eso: hay poemas de Alejandra escritos desde el esteticismo. Esa palabra resume mi sensación de pasajes pretenciosos de su obra. Ella lo dice con claridad: dos formas poéticas, exorcismo y la esteticista.

"Se pueden hacer las dos sólo que en mi caso la segunda forma es social, obedece a mi vanidad, a mi deseo de estima y admiración" (Pizarnik, 2016: 355)

El otro, la aprobación de terceros, se hace explícita y refuerza esa necesidad de reconocimiento. Del otro espera, al otro demanda. En tanto “el deseo del hombre encuentra su sentido en el deseo del otro (…) su primer objeto es ser reconocido por el otro” (Lacan, 2002: 259).

"Para que escribe ud. Para que me quieran" (Pizarnik, 2016: 329).

Sin embargo, con el tiempo, la permanente ansiedad por el estudio de las letras merma o se reconfigura en una búsqueda más propia, menos dirigida al otro, la poesía como “único lugar de encuentro posible” (Piña, 1991: 132).

"Aprender todas las retóricas viejas y nuevas a fin de decir con hermosura que sufro" (Pizarnik, 2016: 342).

Así es como nos encontramos, luego de su estadía en París, con Árbol de diana (1962) y El infierno musical (1971), con poemas como “Cold in a hand blues”.

"y qué es lo que vas a decir

voy a decir solamente algo

y qué es lo que vas a hacer

voy a ocultarme en el lenguaje

y porqué

tengo miedo" (Pizarnik, 2015: 263)

Poemas que van de la mano con reflexiones en su diario, de su encuentro con lo imposible de decir por el lenguaje y, a su vez, velo por excelencia.

"Sensación de mentir, de no poder hablar con un lenguaje desnudo y exacto. No es así el lenguaje de los deseos" (Pizarnik, 2016: 420).

Alejandra, como hemos venimos haciendo referencia, a veces dice lo que quiere, otras lo que puede y muchas lo que no quiere, la diferencia es que como pocos/as lo sabe y, como menos aún, a través de la poesía se acerca tangencialmente a lo real, lo real como lo imposible (Lacan, 2008). Porque la poesía nace de lo disruptivo, pareciera atrapar lo inefable, mediante el lenguaje se intenta apresar u ordenar algo de lo imposible de decir. Ella juega con maestría en ese límite entre lo simbólico y lo real y ese juego, en el que solo artistas o analistas pueden participar, lo hace de un modo apasionante porque, en su intento de agarrar el pez con la mano, sabe que su batalla está tan perdida como la pulsión de seguir intentándolo. Ahí radica el carácter subversivo de su poesía.

"Una distancia afín a la que separa el deseo de la palabra" (Pizarnik, 2016: 420).

Alejandra dice sobre Bataille, Leerlo es como oírme pensar(Pizarnik, 2016: 346). Describe la sensación predominante cuando la leo.

"Dice que no sabe del miedo de la muerte del amor

dice que tiene miedo de la muerte del amor

dice que el amor es muerte es miedo

dice que la muerte es miedo es amor

dice que no sabe"

(Pizarnik, 2015: 122).

Dice que no sabe que no sabe lo que dice, pero siguió escribiendo, intentando a pesar de saber que su empresa estaba condenada al fracaso, justamente por eso, porque es un decir que se sabe incompleto e inabarcable de lo real, atrapa. Como de la muerte, del amor y del psicoanálisis, de Pizarnik no se vuelve.

De la ética-poética de Alejandra lo magnético es “esa tendencia a convertirlo todo en literatura, a ver la realidad desde la literatura (Piña, 1991: 122, destacado de la autora). Vida y poesía como una cinta de Moebius que, lejos de la desgracia atribuida a la adopción de Alejandra en el linaje de los poetas malditos, es profundamente erótico.

Referencias bibliográficas

Lacan, Jaques. (2006). El Seminario. Libro 23:El sinthome. Buenos Aires: Paidós.

Lacan, Jaques (2008). El Seminario. Libro 17: El reverso del psicoanálisis. Buenos Aires:Paidós.

Lacan, Jaques (1987). El Seminario. Libro 11: Los cuatro conceptos fundamentales. Buenos Aires:Paidós.

Lacan, Jaques (2002). Escritos 1. Buenos Aires: Siglo XXI.

Meschonnic, Henri. (2017). Manifiesto a favor del ritmo. Recuperado el 01 de junio de 2024.

Persia, Marcelo (2008). Alejandra Pizarnik, maestra del psicoanálisis. Córdoba: Alción.

Piña, Cristina (1991). Alejandra Pizarnik. Buenos Aires: Planeta.

Pizarnik, Alejandra. (2016). Diarios. Buenos Aires: Lumen.

Pizarnik, Alejandra. (2015). Poesía completa. Buenos Aires: Lumen.



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