Resumen: Bareback es el término para denominar la práctica intencionada de penetración anal sin condón entre varones; ésta cobró relevancia en las últimas décadas y algunos autores la vinculan con el uso de internet. Para identificar los principales atributos asociados al bareback y sus practicantes en las redes sociales virtuales, se entrevistó en línea a usuarios de un chat en la Ciudad de México. Se indagó en información sobre VIH-Sida, conocimiento del bareback y atributos esperados en sus practicantes, posibles motivaciones para ejercerla y su influencia en el uso del condón. Los resultados muestran información imprecisa de ciertos términos técnicos del VIH, valoraciones positivas y negativas sobre el bareback, motivaciones relacionadas con el modelo dominante de masculinidad e idealización de las relaciones de pareja.
Palabras clave:barebackingbarebacking, VIH VIH, internet internet, gay gay, condón condón.
Abstract: Bareback is a term used to denominate Unprotected Anal Intercourse among men; this practice has gained relevance over the last few decades, some authors linking it to Internet use. The objective of this paper was to identify the main attributes associated to the “bareback” phenomenon and its practitioners, through online interviews carried out with chat users in Mexico City. The interviews covered topics such as HIV information, bareback knowledge, and the attributes and expectations among its practitioners; the possible motives of engaging in unprotected sex, and the influence thereof in relation to condom use. The results show imprecise information in some of the technical aspects of HIV, positive and negative opinions on “bareback,” motivations linked to the dominant masculinity model, as well as the idealization of gay relationships.
Keywords: Barebacking, HIV, Internet, Gay, Condom use.
Asociaciones subjetivas al bareback y sus practicantes en usuarios de redes sociales virtuales en la Ciudad de México
Subjective associations to barebacking, and its practitioners, among users of virtual social networks in Mexico City
Recepción: 22 Julio 2015
Aprobación: 06 Enero 2016
Estudios en países anglosajones han documentado el incremento de prácticas sexuales sin condón y la difusión del término bareback entre varones gays [Suarez 2001]. Aunque no existe un consenso del significado de este término, generalmente se considera que denomina una modalidad de interacción sexual aparentemente deliberada que incluye la penetración anal sin condón [Suarez 2001], la cual predomina en la población joven [Crossley 2004]. También se ha explorado esta práctica entre varones homosexuales y bisexuales seropositivos al VIH-Sida [Halkitis, Parsons, Wilton 2003; Adam, Husbands, Murray, Maxwell 2005; Parsons y Bimbi 2007], para otros autores, bareback hace referencia a relaciones sexuales anales sin condón con personas a las que no se consideran parejas permanentes [Manserg, Marks, Colfax, Guzman, et al. 2002], aun con el conocimiento previo de que alguno puede ser portador del VIH-Sida u otras infecciones de transmisión sexual —its— [Suarez 2001].
El término se popularizó a partir de 1990 debido al optimismo por la disminución en la prevalencia de la pandemia en países desarrollados, fatiga del uso del condón y los avances en materia de terapia antirretroviral que han permitido que el VIH-Sida deje de considerarse un padecimiento mortal y se considere ahora una infección crónica [Suarez 2001; Adam, Husbands, Murray, Maxwell 2005; Shernoff 2006; Grov, De Busk, Bimbi, Golub, et al. 2007].
Lo anterior, además de modificar la tendencia de la pandemia, influye en las actitudes que la población muestra hacia este padecimiento debido al cambio en la percepción del riesgo y abandono del uso del condón en prácticas sexuales que incluyen penetración anal. Estas transformaciones pueden alterar la sexualidad entendida como una construcción social, una dimensión de la subjetividad en la cual se despliegan los significados y prácticas que la sociedad ha desarrollado en torno a la diferencia sexual, el género y la orientación del deseo sexual.
La sexualidad es un espacio en el que se ejercen los atributos que constituyen la masculinidad [Stern, Fuentes, Lozano, Reysoo 2003]; las interacciones que desarrollamos en nuestras prácticas sexuales están influidas por la identidad de género. Algunas investigaciones sugieren que las prácticas sexuales intencionadas sin condón son una búsqueda por satisfacer las exigencias del modelo dominante de masculinidad, aun dentro de varones seropositivos homosexuales y bisexuales [Parsons y Bimbi 2007], que aunque con su sexualidad contradicen dicho modelo, no estuvieron exentos de incorporar los atributos fundamentales de los esquemas polarizados de género durante su socialización.
Respecto de las motivaciones para practicar sexo sin condón, otras investigaciones han documentado, desde un enfoque cuantitativo, idealizaciones de la pareja y las relaciones sexuales, necesidad de expresar mayor intimidad, compromiso, amor romántico y formalidad [Croosley 2004; Adam, Husbands, Murray, Maxwell 2005; Shernoff 2006; Grov, De Busk, Bimbi, Golub, et al. 2007], así como la creencia de que las relaciones sexuales sin condón proporcionan mayor placer por no interponer barreras o adicionar factores de alto riesgo como drogas, clandestinidad y anonimato [Suarez 2001]. Otras motivaciones [Adam, Husbands, Murray, Maxwell 2005] consisten en que no usar condón les resuelve ciertas dificultades para mantener la erección, por la presión del condón sobre el pene, o superar estados de depresión, tristeza y confusión, así como una medida para intuir el estado serológico del otro.
El mayor uso de páginas de internet, redes sociales virtuales y chats,[1] también ha posibilitado el incremento de estos medios específicamente dirigidos a la población gay, lo cual ha abierto mayores posibilidades de entablar encuentros sexuales. Estos nuevos espacios son utilizados por quienes buscan practicar bareback [Whitty, Carr 2003; Halkitis y Parsons 2003; Shernoff 2006; Grov 2006; Grov, De Busk, Bimbi, Golub, et al. 2007]. Algunos estudios muestran que altos porcentajes de varones con prácticas sexuales con otros varones han conocido alguna pareja sexual a través de internet [McFarlane, Bull, Rietmeijer 2000; Elford, Bolding, Sherr 2001; Benotsch, Kalichman, Cage 2002], de ahí la relevancia de estudiar estas vías de interacción social y la manera como mediante ellas se gestiona la sexualidad.
Diversas corrientes de la antropología y la sociología han analizado las redes sociales y sus implicaciones en los comportamientos, éstas pueden definirse como un conjunto delimitado de actores —individuos, grupos, organizaciones, comunidades, sociedades globales— vinculados a través de una relación o un conjunto de relaciones [Lozarez 1996; Ritzer 2002]. A partir de 1970 el análisis social ha incorporado a los estudios de las redes sociales el papel de las tecnologías informativas y de los medios de comunicación. Castells [1996] indica que las relaciones sociales están marcadas por estas tecnologías.
Respecto a las redes sociales creadas y recreadas por medio de internet, la virtualidad es enteramente capturada, inmersa en una imagen, en un mundo de hacer-creer, donde las apariencias no están sólo en la pantalla de la computadora a través de la cual se comunica la experiencia, sino que se convierte en “la” experiencia misma. En este universo, el término “redes sociales” se utiliza para referirse a páginas de internet donde el fin es “conocer” personas por medio de la virtualidad. Son nuevos espacios en que se constituyen relaciones sociales con características particulares entre las cuales destaca la posibilidad de conservar el anonimato, esto genera mayor libertad para tratar asuntos considerados tabúes en el espacio público, como la gestión de prácticas sexuales.
Para Joison [2003] internet tiene una fuerte influencia en las personas que la utilizan, puede contener elementos “positivos” y “negativos”, desde conductas delincuenciales hasta la posibilidad de fomentar relaciones afectivas, apoyo emocional y soporte social. Para otros autores [Castells 2000] es un instrumento en el que se desarrollan pero no cambian los comportamientos, los usuarios se apropian de la red y le dan el sentido que les resulta más necesario o más atractivo, por lo tanto, sus conductas se amplifican y potencian a partir de lo que ya son, de ahí que es un espacio privilegiado para captar las significaciones en torno a lo que se piensa y hace en materia de sexualidad. Si bien no hay riesgo de transmisión del VIH [Da Silva 2010], los espacios virtuales constituyen hoy puntos de entrada a lugares físicos donde pueden concretarse las expectativas expresadas en los chats, y los discursos que se emiten en estos medios expresan las prácticas que se ejercen o buscan ejercerse, así como sus correspondientes significados [Whitty y Carr 2003; Carballo-Diéguez, Dowsett, Ventuneac, Remien, et al. 2006].
Para los homosexuales la red ha sido un elemento que contribuye a socializar con personas que comparten la misma orientación sexual y resuelve, en cierta medida, las dificultades que impone el rechazo social a la homosexualidad que debería enfrentarse en el espacio público. En ese sentido, la red disminuye el aislamiento social y la vergüenza para establecer nuevas relaciones afectivas o sexuales [Chiasson, Parsons, Tesoriero, Carballo-Diéguez, et al. 2006]. El mundo virtual fomenta relaciones sociales que facilitan el contacto con otros varones para convenir prácticas sexuales, de esta manera, las redes sociales son un espacio adicional de encuentro para varones homosexuales, especialmente de zonas urbanas que cuentan con mayor conexión y equipamiento. En ese contexto, conviene conocer qué significados sobre el bareback se intercambian entre los usuarios de redes sociales en la gestión de sus prácticas sexuales y si éstos influyen en la toma de decisiones para el uso del condón.
En otros países la temática del bareback ya ha arrojado resultados sobre los significados que se le atribuyen. Por ejemplo, una investigación que exploró los significados atribuidos al bareback en un sitio virtual de encuentro gay en una sala de chat destinada a esta práctica, mostró que de 130 mensajes analizados, 48% apoyaban las prácticas sexuales sin condón, 42% estaban en contra y 10% se refirieron a otros tópicos [Carballo-Diéguez y Bauermeister 2004], aun cuando el contenido de los mensajes indicaba que existe información certera sobre el VIH-Sida y las maneras como se transmite. Los informantes que se manifestaron en favor argumentaron que les resultaba más placentero tener relaciones sexuales sin condón (ya sea por experiencias reales o por fantasías), lo cual les confiere un sentimiento de libertad, minimizaron los riesgos involucrados en el barebacking, asumiendo que quienes lo ejercen viven ya con VIH y creen que el riesgo de reinfección es bajo.
El VIH-Sida en América Latina y especialmente en México mantiene su prevalencia más alta en varones homosexuales y bisexuales [Censida 2012], de ahí la necesidad de profundizar en el conocimiento de las condiciones materiales y simbólicas en que esta población ejerce su sexualidad [Suarez 2001; Croosley 2004], entre ellas, los significados y actitudes que le asocian al bareback, así como la forma como influyen en sus propias prácticas sexuales. El objetivo de esta investigación fue identificar las asociaciones que un grupo de varones homosexuales usuarios de las redes sociales virtuales en la Ciudad de México le atribuye al bareback a través de internet mediante una aproximación a sus contenidos subjetivos.
Se realizó un estudio cualitativo, descriptivo y transversal sobre varones homosexuales usuarios de una red social virtual en la Ciudad de México de diciembre de 2010 a febrero de 2011,[2] dicha red está dirigida a población gay, no es exclusiva de practicantes de bareback, creada en Estados Unidos en 1997, de libre acceso, disponible en inglés, francés, alemán, italiano, portugués y español; contiene cuatro secciones: “Estilo de vida”, incluye enlaces a noticias relacionadas con temas de diversidad sexual, VIH-Sida, eventos y notas periodísticas; “Encontrar chicos”, con fotografías de usuarios en línea, donde se pueden realizar búsquedas acotadas por edad, localización, tipo de perfil, así como información sobre su personalidad y apariencia física; la sección “Vistazo” permite seleccionar fotografías; la sección “Chat” establece conversaciones escritas y dirigidas a toda la sala o a alguien en particular mediante la apertura de una ventana de diálogo privado. La página tiene un buzón en el cual pueden recibir y enviar mensajes y archivos los usuarios; su ingreso es libre si se declara ser mayor de edad y abrir un perfil que incluye sobrenombre, edad, características físicas, estado civil, prácticas sexuales preferidas, rol sexual, etnia, consumo de alcohol, tabaco y otras drogas, intereses, pasatiempos y estado serológico. La mayoría de estos datos son opcionales.
Para la investigación se abrió un perfil de usuario en dicha red y realizaron siete entrevistas semiestructuradas a usuarios en línea que respondieron a la publicación de códigos relacionados al bareback (“bb” y “a pelo”, por ejemplo), en la sala destinada a usuarios habitantes de la “Ciudad de México”, para los fines de la investigación no fue necesario que los informantes confirmaran si eran barebackers, sino que respondieran a los códigos relacionados a esta práctica y estuvieran dispuestos a expresarnos sus actitudes.
Las preguntas de la guía de entrevista exploraron: información sobrevihSida, conocimiento y actitudes sobre bareback, masculinidad, sexualidad y negociación del condón. Los textos de las entrevistas fueron examinados mediante la perspectiva del análisis de contenido identificando términos claves y asociaciones de dos o más de éstos, se clasificaron los fragmentos según el tópico al que aportaran información sustancial para después correlacionarla con un soporte teórico básico. El estudio observó las condiciones éticas pertinentes: información de los objetivos de la investigación, autorización para utilizar la información con fines científicos, garantía de confidencialidad, libertad para no responder preguntas que no desearan y ofrecimiento de entregar los resultados.
Los entrevistados tenían al momento del estudio entre 23 y 32 años de edad, dijeron ser solteros, se reservaban su estado serológico y mencionaron que habían entablado relaciones sexuales a través de la red.
1. Información sobre prevención del VIH-Sida
Los entrevistados mostraron información contradictoria sobre la transmisión sexual del VIH-Sida de acuerdo con el indicador básico 13° de la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS): identificación de formas de prevención de transmisión sexual del VIH y rechazo de ideas erróneas (UNGASS, s/a). Destaca que mencionaron como medidas de prevención el uso del condón, la monogamia y la fidelidad, pero prevalecen ideas sin sustento.
Si realmente somos fieles ambos y no estamos infectados sí podemos reducirlo (el riesgo) [Entrevistado A].
Puedes prevenir el contagio (con el uso del condón) pero no es un 100 por ciento seguro [Entrevistados B y A].
El condón te da la ventaja de cuidarte y protegerte [Entrevistado C]. Dicen que sólo hay que meter y sacar dos veces sin condón (el pene), ya después te lo pones… así el riesgo disminuye [Entrevistado D].
Lo anterior muestra que la información sobre prevención ha adquirido una difusión sobresaliente en este sector, aunque sus contenidos varían entre información errónea e insuficiente. De las vías de transmisión algunos informantes aún mantienen dudas en torno a si el VIH puede ser transmitido por vectores.
Con cualquier piquete (de moscos) se corre el riesgo del uno por ciento, pero casi es nula la posibilidad, aunque no estoy muy seguro [Entrevistado B].
No sé, pero analizando, el mosquito absorbe la sangre de un individuo con VIH y éste pica a otro que no lo tiene, podría ser, a lo mejor podría funcionar como aguja infectada… [Entrevistado F].
En algunos casos se cree que la condición de portador del VIH puede identificarse mediante la apariencia física, este supuesto adquiere relevancia porque en algunos casos juega un papel importante en la decisión sobre el tipo de relaciones sexuales que se acordarán en la red.
Para coger a pelo, me fijo en que no tengan cosas en la piel… aunque no sea un riesgo que eyaculen dentro de ti, puede ser en la preeyaculación, pero con las dos personas que he cogido a pelo, nunca han eyaculado dentro de mí y les pregunto antes si lubrican mucho… [Entrevistado D].
Yo no tengo Sida porque estoy sano, hago ejercicio y como bien… [Entrevistado D].
En otros casos se ignora que los portadores de VIH pueden sufrir reinfecciones y piensan que ya no tienen riesgo o que los resultados de pruebas de laboratorio con medición de carga viral, donde ésta se reporta como “indetectable”, indican que no hay riesgo, confundiendo “indetectable” con ausencia del virus.
Si esa persona te dice, soy portadora pero estoy bien, es decir, indetectable; no hay riesgo alguno. Si esa persona está con su carga viral alta o media y se viene dentro de ti, te contagia y la probabilidad de que te pongas mal es muy alta, por eso no dejo que se vengan dentro de mí [Entrevistado E].
Lo anterior muestra la incorporación al discurso no científico de términos técnicos, pero con un contenido incorrecto como en el caso de “carga viral indetectable”, interpretado como ausencia de riesgo.
2. Referentes subjetivos hacia el bareback y los barebackers
La búsqueda intencionada de prácticas sexuales sin condón o bareback parece ser un fenómeno frecuente entre los usuarios de esta red social. El conocimiento de las diferentes denominaciones así lo muestra.
Para que digan: “no bb, no a pelo”, o “sólo sexo seguro”, es porque entonces es muy frecuente ¿no?... esos son los más putos, a la hora de la hora te dicen: ‘te cojo a pelo’, la mayoría lo hace, es un secreto a voces [Entrevistado E].
Se pueden observar códigos discursivos que se utilizan en la comunicación por medios virtuales, destinados para mencionar o sugerir el bareback, los más usados son “bb”, “BB”, “bbrs” (barebackers), así como sus equivalentes traducciones al español, “a pelo” y “a tope”. Los entrevistados informaron conocer este término y su significado, aunque parece que la integración al discurso es relativamente reciente.
Sexo sin protección… a pelo… [Entrevistado A].
Sí, tener relaciones sin protección, a piel natural, a pelo [Entrevistado D]. Apenas (supe) hace unos días, es tener relaciones sin condón, había escuchado la versión en español hace unos meses: coger a pelo… [Entrevistado F].
En la definición del término bareback, los entrevistados lo atribuyeron a portadores de VIH, consumidores de drogas y a la noción de irresponsabilidad.
(Significa)… sexo sin protección con personas que probablemente estén infectadas [Entrevistado A].
(¿Por qué se da esta práctica?) Pueden ser por el consumo excesivo de alcohol [Entrevistado B].
(¿Por qué se da esta práctica?) Yo creo que lo hacen drogados… [Entrevistado C].
(¿Qué tipo de personas lo practican?) Es gente que piensa que igual y no pasará nada o es más fácil si no tienen condón… lo hacen por “valemadres” o ya están enfermos [Entrevistado B].
Otras asociaciones que realizaron los entrevistados fue vincular el bareback y el riesgo de adquirir VIH a términos como “ruleta rusa” y “juego”, lo cual puede interpretarse como un evento de suerte.
Es como una ruleta rusa… como pueda estar infectado e infectarte tú… o como no puede estar infectado y no infectarte… [Entrevistado A].
Es un juego, nunca sabes qué pedo [Entrevistado E].
Los entrevistados también asociaron al bareback como una expresión del estilo de vida, una conducta asumida libremente, una práctica que se elige e, incluso, una opción que “se respeta”, aun cuando le atribuyen significados de irresponsabilidad y autodevaluación de quienes la practican, también minimizaron el riesgo al asignarle un sentido azaroso o de mala suerte a la posibilidad de contraer alguna ITS, entre ellas, VIH.
Cada quien es libre de vivir su sexualidad como más les plazca y pues es respetable, mientras no me falten el respeto a mí… yo creo que es una decisión propia… [Entrevistado A].
Las (personas) que lo practican por placer, pues es una forma de no valorarse, de no respetar ni sus vidas, ni la de los demás, yo respeto pero, pues, son personas ‘cero’ responsables… practicar bareback es lo peor… es sexo sin responsabilidad [Entrevistado B].
Conocí por aquí (por la red social) un wey que me decía que para nada cogía a pelo y cuando estuvimos juntos me dijo: “¿te la meto a pelo?”… [Entrevistado E].
3. Masculinidad, sexualidad y prácticas sexuales no protegidas
Los entrevistados consideraron que la práctica del bareback puede estar motivada por una atracción por el peligro, que quienes lo practican lo hacen por satisfacer algunos componentes del estereotipo dominante de masculinidad, como las exigencias sociales por demostrar valentía y arrojo. Algunos estudios plantean que la sexualidad es, entre otras cosas, una dimensión en la que los sujetos despliegan, mediante sus prácticas, los atributos de la identidad de género [Corona 1994].
Mediante los vínculos erótico-afectivos, los sujetos corroboran su coherencia con el orden sexual dominante y la cultura de género que le corresponde, a través de sus prácticas sexuales, los varones ratifican los componentes del estereotipo de masculinidad dominante. En tanto sujetos construidos con el esquema de género dicotómico, polarizado y heterosexual, los homosexuales interiorizaron las valoraciones que la sociedad le asigna a la masculinidad dominante, incluyendo en sus conductas, las formas que la sociedad prescribe para demostrarla [Ramírez 2006; Connell 2006], como el rol de dominación, de protector o el rol activo en la práctica sexual. Los entrevistados replican en las relaciones homosexuales los papeles tradicionales de género respecto de la sexualidad: activo versus pasivo.
Comportarse como hombre es… ser correcto, varonil, fiel… digo, ser gay no es ser mujer [Entrevistado C].
Mi pareja, al ser activo, yo lo veo como un hombre protector, el rol no sólo identifica el acto sexual, sino la personalidad y no es que yo sea una niñita, pero él es muy protector, a lo mejor la diferencia de edad… es una protección como dominante [Entrevistado F].
La operación práctica de los estereotipos dominantes de género se verifica al asumir sus correspondientes roles. Los homosexuales también se desenvuelven en función de la asignación social del género de acuerdo con el sexo anatómico y la expresan en los papeles que asumen en sus prácticas sexuales, haciendo corresponder los atributos de la masculinidad y la femineidad con la oposición binaria activo/pasivo en el coito que, como en el caso de las relaciones heterosexuales, también implica riesgos a la salud.
Creo que quien tiene el control es el activo, porque lleva las riendas… el activo es más varonil porque es como si fuera heterosexual, el pasivo es femenino porque es el que abre las piernas como las mujeres [Entrevistado D].
Un hombre debe comportarse rudo… con actitudes grotescas… eso es lo que pide la “sociedad”… en la relación sexual, quien tiene el control es mi novio porque siento que él domina, por decirlo así… [Entrevistado F].
Eso es muy rico (el sexo sin protección), ¿sabes? soy muy arriesgado, muy caliente y muy aventado… coger a pelo es como la virilidad de nosotros como hombres… alguien me dijo que ese miedo (el de adquirir VIH) nunca me dejaría sentir a plenitud el sexo, es un placer infinito, es entregarse sin pedos [Entrevistado E].
La intimidad de las prácticas sexuales también es un espacio-tiempo donde los homosexuales buscan evitar la sanción social que implica el incumplimiento de la heterosexualidad. Si bien los homosexuales contradicen la normatividad sexual y de género, son socializados con los esquemas heteronormativos, por lo que, al igual que los heterosexuales, desenvuelven el significado de su masculinidad en prácticas que los ponen a prueba, incluyendo conductas arriesgadas y actitudes como no tener miedo, asumiendo riesgos (entre ellos, los de la salud), así como pérdida del control por el placer sexual [Da Silva e Iriart 2012], dominación y experimentación; propiedades que constituyen el modelo dominante de masculinidad, reiterando que su construcción social se desarrolla mediante la permanente oposición a lo que significa ser mujer.
Para algunos hombres el bareback los hace sentirse más valientes, porque sienten que pueden coger sin riesgo [Entrevistado F].
Te sube la calentura, la adrenalina, se creen valientes (quienes practican sexo sin condón), a la mayoría los hace sentirse “entrones”… [Entrevistado D].
Ser hombre es ser viril, caballeroso, macho, dominante… viril porque debe portar el papel de hombre; caballeroso, porque debe tener principios; macho, porque siempre debe ver por arriba de las mujeres; dominante, porque siempre, aunque no tenga la razón, se debe hacer lo que el hombre diga… el varón homosexual cumple con este rol, pues se trata de que se sienta más que todos… un homosexual debe comportarse normal, sin perder el papel de hombre sin ser ni pretender ser mujer y estar seguro de lo que es para poder afrontar la vida… [Entrevistado B].
Creo que (practicar bareback) los hace sentir más valientes… no sé si entrón, pero pues sí, le da más valor… para hacerlo sin condón deben de tener el valor suficiente… porque la sensación de miedo y saber que te podrías infectar y aun así lo haces… [Entrevistado A].
Una explicación que los entrevistados le atribuyen a la práctica del bareback, pese a la información sobre sus riesgos a la salud, es el uso de drogas y la búsqueda por obtener el máximo de placer, la experimentación y la transgresión de los límites, que también son atributos del modelo dominante de masculinidad.
Quiero suponer que muchas veces es por calentura, otras pueden ser por el consumo excesivo de alcohol y otras por puro placer… coger sin condón da más adrenalina porque es algo como prohibido, algo como que no debes hacer y, pues, la gente al hacer cosas que no se deben, sienten mucho placer y eso les causa adrenalina [Entrevistado B].
Les gusta el morbo, experimentar… yo creo que lo hacen drogados ¡imagínate! [Entrevistado C].
Lo llegué a hacer (bareback)… ¡porque me llegaba la calentura cañón!… Por la calentura y decían que se siente más padre, y la verdad sí, se siente más natural… se siente rico, la calentura te llega hasta el tope, se siente muy bien, natural, delicioso, excitante [Entrevistado D].
Otra motivación que los entrevistados atribuyen a quienes practican el bareback fue la búsqueda de prácticas sexuales sin barreras, perciben la sexualidad como un espacio en el cual se puede ser “libre”, asocian esta libertad a la entrega “total” o al abandono de la racionalidad y esto implica, según los entrevistados, prescindir incluso del condón. Esta forma de vinculación no sólo se basa en la ausencia de limitaciones entre los cuerpos, sino en el contacto con los fluidos corporales que pueden transportar el VIH, formulándose un fetichismo del semen que corresponde a las prácticas heterosexuales y su capacidad para la fecundidad.
Me gusta la sensación carne-carne, me gustaría sentir el semen, es sólo una fantasía, sería una complacencia, una satisfacción… me gustaría que (él) se viniera dentro [Entrevistado F].
Cuando sientes miedo de algo, te gusta más… usar condón te limita y eso baja el orgasmo del momento, es más rico (no usar condón) por la emoción… te entregas por completo [Entrevistado E].
Se siente diferente (bareback), porque no sientes esa cosa plástica al salir y cuando eyaculan por dentro se siente el semen… [Entrevistado D].
Aunque sea M-force[3] la sensación del pene cambia, el látex no resbala muy bien, además al hacer sexo oral no tiene buen sabor… carne con carne se siente más rico… siento que se está entregando a mí en cuerpo y alma… [Entrevistado F].
Otra motivación atribuida a los practicantes de bareback fue el amor, la “entrega” sin reservas, prescindir del condón significa en estos términos eliminar las barreras sociales.
¿Cuando coges no te imaginas algo?, y de repente te vas y te dejas llevar, sin censura, es como cuando lo haces por amor, te entregas así, sin esperar nada, ofreciendo lo que tienes, el cuerpo y el corazón [Entrevistado E].
La presencia del VIH-Sida en la sociedad y la posibilidad de contraerlo mediante las prácticas sexuales ha implicado un temor que es percibido, paradójicamente, como una limitante en el ejercicio de la sexualidad pero, al mismo tiempo, como un estímulo para reafirmar la masculinidad que se expresa en la significación de las relaciones sexuales sin condón como una liberación de las “ataduras” sociales o como una evasión de éstas.
Practico bareback a veces por necesidad de tener una verga sin condón… es rico evadir todas aquellas “telarañas”, ya sabes por el VIH, el miedo de enfermarte… se va a escuchar mal, pero de algo nos vamos a morir, esa es mi idea, espero no sea muy “macabra”, digo “telarañas”, porque si no hubiese todo esto (vihSida) todos cogeríamos a pelo ¿cierto?... coger sin condón es como olvidarse de esas “telarañas”, pero a mí eso no me da miedo… yo digo algo: pues de miedo no se vive, si tengo miedo, no voy a disfrutar… [Entrevistado E].
Aunque los entrevistados no se autodefinieron como practicantes del bareback, proporcionaron información de algunas estrategias para disminuir el riesgo de adquirir ITS, como evitar la eyaculación en el interior del cuerpo o el contacto con el líquido preeyaculatorio. Los entrevistados argumentaron que esas medidas les provee a los barebackers de cierta seguridad, también mencionan que hay estrategias que, según ellos, les permiten suponer el estado serológico de sus parejas y de estas intuiciones pueden tomar mejores decisiones para practicar o no el bareback.
Pero si esa persona está con su carga viral alta o media y se viene dentro de ti y tú no eres positivo, te contagia y la probabilidad de que te pongas mal es muy alta, por eso no dejo que se vengan dentro de mí [Entrevistado E].
Si me dicen que no lo hacen con cualquier persona (el bareback), sino sólo con gente sana, entonces, les comento que estoy muy nervioso y si me dicen “no te preocupes, si quieres con condón no hay problema”, es cuando opto por hacerlo a pelo… les pregunto si lubrican demasiado y con ello digo si sí o si no a la relación a pelo… eso sí, lo único que no hago es que se vengan dentro de mí… [Entrevistado D].
Los testimonios anteriores muestran que se han incorporado al lenguaje común términos técnicos sobre el diagnóstico y seguimiento del VIH-Sida, pero que su contenido no corresponde al significado científico, y generan definiciones erróneas con las cuales se toman decisiones que implican el riesgo de transmisión.
4. Negociación del uso y no uso del condón
Algunos entrevistados mostraron modalidades de negociación en sus prácticas sexuales, expusieron argumentos basados en información imprecisa y en las exigencias incluidas en el modelo dominante de masculinidad, como se describió anteriormente, para maximizar el placer y minimizar el riesgo [Da Silva 2010; Da Silva e Iriart 2012]. Estas condiciones coexisten con una intención de negociar el uso del condón, los entrevistados asociaron a esta “negociación” palabras como seguridad, responsabilidad, prevención, confianza y comunicación, aunque prevalecen contradicciones, porque algunos aseguraron que se “debe” hablar pero que no lo plantean “directamente”, pues al final prescinden del condón.
Le digo que por seguridad de ambos es lo más conveniente (usar condón)… si no me cuido yo, nadie lo hará… te proteges tú y a la persona con la que tienes sexo… uno mismo se hace responsable del tipo de relaciones sexuales que vas a tener… [Entrevistado A].
La responsabilidad es parte de los dos… lo platico con mi pareja… hay demasiada (diferencia entre usar o no condón), es sexo seguro cuando lo haces con condón… no corres demasiado riesgo… [Entrevistado B].
Últimamente sí aprendí de una pareja a platicar sobre usar condón… por prevención… platicamos... porque es beneficio para los dos… debe haber confianza… y comunicación, pero no lo pregunto directamente [Entrevistado C].
En algunos casos, conocer experiencias sobre el riesgo de adquirir VIH reafirma la información y apoya el propósito del uso constante del condón, pero en otros no se consigue consolidar la coherencia entre la intención y la realización, pues como se observó en segmentos anteriores, varios de los entrevistados incurrieron en la práctica de sexo sin protección.
Antes lo hacía (bareback), un amigo falleció de “eso” (VIH) y me dolió… y me invitaba a sus pláticas que tenía y ahí entendí muchas cosas… como que si no hay protección hay infección y si hay infección cambia toda tu vida, también de cómo se duplican las células malas… de cómo se te vienen enfermedades secundarias por bajarse las defensas… [Entrevistado C].
No tendría relaciones sin condón… jamás dejaría de usar condón, a menos que fuera una violación… de ahí en fuera no, no y no… [Entrevistado B].
Preguntar o informar a las parejas sexuales sobre su estado serológico no fue un dato que determinara el uso del condón, los entrevistados no lo consideraron una medida que contribuyera a la seguridad para evitar la transmisión del VIH.
No pregunto si tienen VIH o no… aunque preguntes te lo pueden negar por miedo al rechazo… [Entrevistado B].
Preguntar si tiene VIH es una pregunta que no sabes qué tipo de respuesta te darán y si será real… [Entrevistado A].
Sin embargo, estas afirmaciones no determinan la decisión de tener prácticas sexuales de riesgo o no. Algunos entrevistados no vincularon este dato con sus prácticas sin protección, la eficacia del condón en la prevención del VIH-Sida depende precisamente de la consistencia en su uso, sin embargo, algunos entrevistados dejaron de utilizar condón en ciertas circunstancias.
Surgió (prescindir del condón), no lo hablamos, en una ocasión no había condón pero nos sentíamos preparados para hacerlo sin él… yo le comenté que quería algún día sentirlo sin condón y él accedió… sólo lo hago con mi pareja… me gustaría que dejara su semen dentro de mí, me gustaría, pero él nunca ha querido… [Entrevistado F].
Por supuesto, platico con mi pareja, pero llega la tentación de saber qué se siente… no lo hago (así) con cualquier persona, sólo con gente sana… [Entrevistado D].
Se identificó que en las prácticas sexuales no protegidas también hay toma de decisiones, aunque esté basada en información ambigua, determinada por exigencias culturales del género y cuyos acuerdos no siempre son explícitos, sino frecuentemente supuestos o intuidos.
Coger a pelo depende de que estemos de acuerdo ambos… pues además te juegas muchas cosas, pero sí, lo he hecho… es un juego, nunca sabes qué pedo, qué pasará… cuando he cogido sin condón, se da, es como algo que no sabes que pasará, sólo le pregunto a la persona y sí se da, pero la mayoría de las veces la gente no lo hace… [Entrevistado E].
De acuerdo con los resultados anteriores puede considerarse que internet se ha constituido en un espacio adicional donde los varones homosexuales acuerdan relaciones sexuales, aunque no existe riesgo de transmisión del VIH por esta vía, la manera como se establecen las interacciones sociales en este espacio define en buena medida la forma como se ejercen las prácticas sexuales y, en consecuencia, cómo se gestionan los riesgos a la salud que éstas implican.
En las redes sociales dirigidas a gays se identifica una presencia de la práctica del bareback en diversas modalidades discursivas, ya sea con el uso de códigos en el lenguaje escrito que se publica en las salas de chat, como en los testimonios de los entrevistados. En torno a esa práctica se están constituyendo referentes identitarios, la denominación barebackers que se les asigna a los practicantes es muestra de ello.
Puede afirmarse que se está constituyendo una subcultura basada en este referente y como tal, otros grupos y la sociedad en general, les asocia ciertos atributos, entre los cuales destacan considerarlos personas irresponsables, que ya están enfermos de VIH-Sida, que son consumidores de drogas y no se autovaloran, entre esos atributos hay una relación sinérgica que revela un proceso de estigmatización, pues el rasgo que predomina en estas asociaciones es su calificación negativa. Esto tiene implicaciones importantes para las intervenciones de prevención del VIH-Sida, pues al ser rechazados socialmente, los individuos pueden no sentirse incorporados en las estrategias promovidas por las instituciones sanitarias.
Se observa cierta dualidad en las valoraciones que se tienen sobre el bareback, se tiene certeza de que es una práctica que pone en riesgo la salud y se considera es ejercida por personas irresponsables. Pero al mismo tiempo se percibe como una opción que forma parte de un estilo de vida y que sus principales motivaciones pueden agregar a las prácticas sexuales efectos adicionales de placer, como enfrentarse al riesgo de adquirir VIH o ir en contra de lo establecido.
Esto refleja una distancia entre la dimensión objetiva en la que se identifican los riesgos y se racionalizan las medidas para evitarlos, con la dimensión subjetiva en que transita el deseo sexual considerado como impulso de mayor autonomía. Los sujetos conscientes de los peligros implicados incurren con cierta frecuencia en prácticas riesgosas por el placer que puede brindarles la temeridad.
Este paralelismo entre la razón y la irracionalidad del deseo sexual reafirma a la sexualidad como una dimensión de la vida humana [Weeks 2000], que se ha construido como ámbito en el cual el sujeto se abandona a su impulso y se despoja de la normatividad social. Los entrevistados caracterizaron las relaciones sexuales como interacciones en las que se logra la “plenitud” y la “liberación”, estos resultados coinciden con otros estudios [Crossley 2004; Shernoff 2006; Grov, De Busk, Bimbi, Golub et al. 2007; Carballo-Diéguez, Bauermeister 2004].
La normatividad sexual construida como conjunto de prescripciones y proscripciones determina prácticas en las cuales ignorar o contradecir el mandato social supone una “liberación” del sujeto. En ese sentido, practicar el bareback no sólo implica el despojo de barreras entre los cuerpos o la entrega “plena” que aseguraría una mayor satisfacción del deseo, sino la “liberación” de un discurso fuertemente normativo sobre el uso del cuerpo para el placer sexual, como es el discurso médico en el que la conducta sexual “saludable” desde la era del Sida es el uso del condón.
Paradójicamente, hay un discurso normativo de la sexualidad que encuentra sus contradicciones en las prácticas sexuales, la sexualidad es una construcción social conformada por ordenamientos basados en significados que dan cuenta de la cultura dominante en un periodo histórico determinado [Weeks 2000; Foucault 1996]. En la modernidad la sexualidad está ideológicamente articulada con la reproducción biológica, esta conjunción se basa en un esquema heteronormativo que tiene influencia en toda actividad humana incluyendo la subjetividad [Wittig 2005], dicha estructura determina la legitimación de la heterosexualidad y la patologización de cualquier otra orientación del deseo.
Los homosexuales experimentan su deseo en una contradicción fundante en la impronta de un impulso dirigido a un objeto de deseo prohibido, esta condición determina la forma como los homosexuales viven su sexualidad y ejercen sus prácticas sexuales. Al ser socializados en una cultura de la sexualidad de base reproductiva, así como una cultura de género dicotómica, los homosexuales son portadores de las significaciones que tienen los elementos involucrados en las relaciones sexuales, si bien sus prácticas no son reproductivas, le asignan un valor peculiar al semen y éste adquiere un simbolismo especial en la construcción subjetiva de su deseo.
En la sexualidad nos reafirmamos como sujetos construidos y determinados por nuestro contexto, de modo que en las prácticas sexuales se practican los significados prevalecientes de la diferencia sexual, el género y la orientación sexual. En las relaciones sexuales ponemos en operación nuestras identidades, nos afirman como varones o mujeres, como masculinos o femeninos, como heterosexuales o no heterosexuales, en ella se ponen en operación los atributos del modelo de masculinidad hegemónica que incluye como rasgos generales tres oposiciones: no ser mujer, no ser homosexual y no ser niño [Badinter 1992] de las que se derivan rasgos constituyentes como no demostrar miedo, experimentar, asumir riesgos, conquistar, estar al mando y controlar. La observación de este modelo tiene implicaciones en la sexualidad, que ya han sido detalladas por otros autores [Stern, Fuentes, Lozano, Reysoo 2003] y que es previsible sean observadas por los homosexuales, pues fueron socializados en el mismo régimen de género.
Entre heterosexuales, el varón que da cumplimiento al modelo de masculinidad hegemónica es socialmente más valorado entre mayor experiencia sexual tenga o más parejas sexuales haya tenido, los coitos son simbolizados por los hombres como conquistas y la acumulación de éstos como medida de su éxito. Contrariamente a las mujeres, en los varones es bien vista la experiencia sexual, lo cual supone que es quien debe conducir la práctica sexual y mantenerla bajo control. Lo anterior tiene implicaciones serias en materia de anticoncepción y salud, bajo la cultura de género dicotómica, las mujeres le atribuyen al hombre la decisión de ponerse o no el condón, mientras que éstos suponen que si una mujer lo solicita es porque es conocedora o tiene una experiencia que en ella es socialmente indeseable.
Los varones homosexuales reproducen la cultura dicotómica del género, determinados atributos del modelo hegemónico de masculinidad están asociados a la práctica del bareback [Carballo-Diéguez, Dowsett, Ventuneac, Remien, et al. 2006; Berg, Tikkanen, Ross 2011]. Resalta que el bareback puede entenderse como una muestra de valor por ser una conducta que pone a prueba la hombría, para el caso de la población latinoamericana se agregaría el machismo [Balán Carballo-Diéguez, Ventuneac, Remien 2009] como rasgo de la masculinidad en México [Aramoni 1961].
Además atribuyen al sujeto que ejerce el rol activo (el que penetra) la decisión de usar condón, pues, desde su perspectiva, es quien conduce la interacción mientras que el pasivo (el penetrado) asume la opción del activo. También en las relaciones homosexuales ocurren otros supuestos similares a los que se presentan entre heterosexuales, como intuir el estado serológico de la pareja sexual si ésta se coloca o no el condón, como es de esperarse, esto tiene implicaciones serias en la gestión del riesgo de transmisión del VIH.
El deseo sintetiza el desencuentro entre la racionalización de la información adquirida para la prevención de enfermedades sexualmente transmisibles y la irracionalidad del impulso sexual. Alojado en la subjetividad, el deseo homosexual enfrenta mayores contradicciones que el heterosexual por no ajustarse al esquema hetero, además de desplegar en las prácticas sexuales los atributos del modelo de masculinidad hegemónica con las implicaciones ya descritas, los homosexuales deben enfrentar los efectos de la homofobia: menores niveles de autovaloración positiva, mayores índices de conductas destructivas, peores condiciones para el ejercicio de la sexualidad, además de estrés y menores niveles de salud mental, clandestinidad y anonimato [Granados, Torres y Delgado 2009].
Los informantes de este estudio muestran conocimientos contradictorios del VIH y su transmisión, conocen las vías y los insumos para prevenirla, han incorporado tecnicismos a su lenguaje pero algunos de éstos tienen un contenido erróneo. Saben que la carga viral es una medición parámetro para el control médico de los portadores del VIH y bajarla mediante la terapia antirretroviral disminuye el riesgo de transmisión. Sin embargo, equiparan el término indetectable con ausencia del virus en los fluidos corporales, la principal implicación es que por esta interpretación prescinden del uso del condón los portadores.[4] Suponer que una de las motivaciones de los barebackers para no usar condón es porque “ya están enfermos”, revela que implícitamente están omitiendo la posibilidad de la reinfección que, incluso, puede ser más grave que la primoinfección. Ésta es otra imprecisión en el conocimiento sobre VIH con que deben tener las personas con vida sexual activa.
Persisten otras creencias como la posibilidad de transmisión por vectores y que el estado serológico puede derivarse de la apariencia física. Este último prejuicio tiene implicaciones en dos sentidos: refuerza la estigmatización de quienes “parecen” portadores de VIH, y representa un obstáculo para el uso consistente del condón en las prácticas sexuales.
Por otra parte, aunque pudiera pensarse que en la práctica del bareback no hay precaución alguna, los entrevistados informaron de ciertas estrategias para disminuir el riesgo de VIH como eyacular fuera. Pese a que los entrevistados argumentaron la importancia de negociar el uso del condón y las prácticas sexuales protegidas, mostraron inconsistencias reales o potenciales, pues no usaron condón en determinadas circunstancias y mantienen la expectativa de experimentar sexo sin protección o dejar de utilizar condón cuando su relación de pareja se consolide de acuerdo con las idealizaciones prevalecientes en el amor romántico.
Lo anterior expresa la necesidad de difundir información más precisa sobre la transmisión del VIH, especialmente la que se refiere a términos técnicos implicados en el control clínico de los portadores. Estos resultados sugieren la necesidad de replantear los significados asociados a la masculinidad, disminuyendo la sobrevaloración del modelo hegemónico, en particular en el terreno de la sexualidad. También que es necesario modificar la articulación entre sexualidad y reproducción, pues en la población homosexual prevalece esta significación del coito como lo muestra el “fetichismo” del semen que expresaron los entrevistados.
Para contribuir a la eficacia de las estrategias de prevención y fortalecimiento de las campañas de uso del condón, éstas deben contemplar a un sector cada vez más importante de la población homosexual que por distintas razones prescinde de su utilización exponiéndose al riesgo de VIH y un mayor conocimiento de nuevas comunidades como los barebackers, así como evitar su estigmatización, ya que se limita no sólo el conocimiento de sus motivaciones, sino que se reducen las opciones ofrecidas para ellos por la salud pública.